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CAPITULO 8 - Cómo el provecho que la mortificación hace
en un alma le viene de que sólo Dios es el que la asienta y da el lugar que
debe tener, no obstante que el hombre la administre. Cuánta obligación tiene el
padre spiritual de conformarse con la voluntad de Dios y de pedirle luz para
acertar en el tal officio
1. Es Dios tan amigo de que en cosas de
tanta inportancia, como es aplicar mortificaciones a un alma, no haya yerro ni engaño,
que, ya que Su Majestad da licencia a los padres spirituales que las
administren, él es el que las aplica y las asienta, según aquello que dice
David: "Que si el Señor no edificare la casa, en vano trabajan los que en
ella ponen mano"1. Templo vivo y casa es para Dios el alma del justo, según lo que
dice san Juan: Vos estis templum Dei vivi2. Las piedras que
levantan este templo son las mortificaciones, penas, dolores, trabajos y
aflicciones; son martillos que labran nuestras coronas, y piedras preciosas que
las hermosean, las cuales sólo Dios tiene licencia de sentarlas y darles el
lugar y puesto que [61v] deben tener para que sean de provecho y no se edifique
en vano.
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2. La
piedra preciosa que halló el rústico debajo de la tierra o muladares ascondida,
en sus manos bien poco valor tiene hasta que, dándole lustre, el platero o
lapidario la pone y asienta sobre el oro cercada de preciosos smaltes. No hay
hombre, por rústico que sea, que no sepa hacer una mortificación y dar un
cordelejo que muchas veces sirva de soga con que el demonio tiente a
desesperación a un alma no bien aprovechada; pero no tienen valor ni lustre
esas mortificaciones si no pasan registradas por las manos de Dios y Su
Majestad las asienta y da lugar en el alma entre las demás virtudes con que se
adorna. Fácil es aprender officio de boticario, hacer compuestos y buscar
simples, pero dificultoso de recetarlos y aplicar cada uno cual conviene a su
enfermedad. Tanta es la diferencia de lo uno a lo otro que, siendo necesario
para médico haber gastado muchos años en las universidades estudiando y
pagando, para lo otro basta haber sido moza de boticario dos meses, que con
cuatro veces que vido los caracteres y letras mal formadas de la receta, ya
ella presume de dar gilipliega por azúcar rosado y jarabe acetoso pora
de nueve infusiones. No entraremos en casa del mundo donde no haya quien dé
pesadumbres, quien las sepa preparar y componer con fina malicia y quien,
haciéndose simple, al descuido no tire la piedra y esconda la mano.
También saben los hombres que nadie
puede pasar sin cruz, trabajo y mortificación, cuál mayor cuál menor. Pues si todos saben
dar penas y todos las han de llevar ¿de qué se quejan los penados y afligidos?
Digo que se quejan de lo que Dios se quejaba en su pueblo por el propheta
[Isaías]: Et in domo mea non est medicus3; que haya boticas y no haya
médicos, fuerza es hacerse mill yerros y disparates. Que haya quien forme y
haga las cruces y que no haya médicos que las apliquen y pongan sobre el
hombrob del penitente, sino que se haya de sujetar el justo (como
dicen) a la moza del boticario y a quien le dé una pesadumbre que tenga más
color de afrenta y deshonra que de mortificación. Terrible cosa y caso, que
obliga a Dios a hacerse Su Majestad el maestro y principal arquitecto de la
hechura de la casa; que es lo que al principio dijimos, que si el Señor no la
edificare, en vano trabajan los que en ella se ocupan4.
3. Y si es el Señor el maestro principal
de esta obra y edificio espiritual, grande obligación tienen los peones y
jornaleros de mirar [62r] los materiales que le dan a la mano; porque, si
pidiendo el arbañir cal le diese el peón arena y pidiendo ladrillo le diesen
agua, tendría obligación de despedir y privar del tal officio a hombre tan
disparado, porque, si el maestro de la obra tal consintiese y callase, cesaríe
el edificio, como paró el de la torre de Babilonia por la propia causa cuando,
confundidos en las lenguas, administraba cada uno el material
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de su
manera, no conforme se pedía ni era necesario5. Deben los padres
spirituales, que hacen officio de peones y jornaleros, mirar qué es lo que Dios
pide para el bien y aprovechamiento del alma que rigen, y no regirse por su
antojo y parecer, sino según la necesidad que la tal alma tiene: si de
consuelo, no será razón que en su lugar demos mortificación y desconsuelo,
porque se enojará Dios viendo por nuestros yerros e inadvertencias parado el
edificio de la torre, cuya altura, bien edificada, ha de llegar al cielo. Lo
propio digo -en el otro exemplo que habíamos puesto entre el médico y el
boticario- que si el boticario ignorante diese otras medicinas de las que recetaba
el doctor, echarían a perder el enfermo, y quedaría suficientemente culpado
para le quitar el officio. ¡Oh buen Dios, y si tú hicieras el día de hoy visita
de estas boticas que vamos tratando y de los boticarios que hacen las
confecciones y debenc poner en obra lo que tú ordenasd, qué de
maestros spirituales, padres y prelados quedarían privados de los officios y
aun sin nombre de dicípulos y súbditos, cuánto más con nombre de padres! Y esto
porque, no mirando o estudiando y reparando en lo que Dios manda, quieren ellos
hacer las curas enteras ordenando y ejecutando, quiriendo en sí encorporar
entramos officios: de peón y maestro, de boticario y doctor.
4. Una
amenaza está muy conforme a esto en el profeta Eczechiel, en el capítulo trece
que hace Dios a unos profetase indignos de este nombre y del officio
que habíen tomado. Dice Dios al profetaf Eczechiel, con quien les envía
el recado y amenaza su culpa y su castigo: Ve y diles que manus mea erit super
eos, et in concilio populi mei non erunt, et in Scriptura domus Israel non
scribentur, neque in terramg Israelh ingredientur, et scietis
quia ego Dominus6. Yo les pondré mi mano -dice Dios- de suerte
[62v] que no entren más en mis consejos ni se scriban en el libro de Israel ni
entren en la tierra de promisión. Veamos, Señor, ¿por qué tan grande castigo y
rigor tan extraño? ¿Por qué? Eo, quod deceperint populum meum, dicentes: pax,
et non erat pax; et ipse edificabat parietem, illi autem liniebant eum luto
absque paleis7. Este castigo les vendrá porque engañan a mi pueblo y
les anuncian paz cuando no la hay, sino, antes, es tiempo de guerra; y
edificando yo la pared, ellos la enlucen y jaharran con lodo sin trabarlo con
paja, causa para que dé el edificio luego en tierra. ¡Qué palabras más claras
contra los que vamos hablando, que, tiniendo nombre de maestros y padres
spirituales, ponen paz donde habíen de poner guerra yi, haciendo Dios
el edificio, quieren ellos hacerse los maestros y hacer sus enlucidos sin
trabazón, y edificar un alma con doctrina y consejos errados, que con facilidad
caigan en tierra! Eo quod (dice Dios) erit imber inundans, et dabo lapides
pregrandes desuper irruentes, et ventum procelae disipantem; tunc enim dicetur
vobis: ubi est lituraj quam linistis?8
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Vendrá, dice Dios, un invierno riguroso con
tempestades de aguas y vientos; llevarse ha el edificio, y entonces os
preguntaré yo: ¿dónde están vuestros enlucidos y jaharros hechos sin trabazón?
Lo propio sucede en los edificiosk espirituales de que vamos tratando,
en quien ponen la mano quien de eso no sabe y entiende, que quieren con solas
mortificaciones jaharrar y enlucir un alma sin hacer trabazón y junta de
misericordia y consuelo, paz sin guerra y guerra sin paz. Viene un invierno
riguroso, un rigor sobre otro rigor, o un consuelo sobre otro consuelo, halla
el edificio sin trabazón, fuerza es que dé con él abajo y que entonces diga
Dios a los tales padres y maestros spirituales: ¿dónde están vuestros
edificios? ¿Dónde vuestros consejos y doctrina? ¿No es fuerza, si edificábades un alma con
solas mortificaciones y rigores, viniendo otros sobre ésos, dar con el edificio
abajo? ¿Y si sólo administrábades fiestas y consuelos, ser lo propio?
5. De
aquí sacamos cuán medidos deben de andar los padres spirituales con el gusto y
voluntad de Dios en sus ordenaciones, [63r] consejos y doctrinas; con cuántas
veras le deben pedir luz para no errar, sino se conformar con su divina
voluntad. Y cómo, para que dure el edificiol, doctrina y costumbres que
introducen en un alma, han de procurar que no todos sean rigores ni todos
consuelos. Porque, así como las piedras por sí solas en el edificio quedan
sueltas sin cal y la cal sola sin piedras no es de dura, de esa misma suerte,
edificando un alma con solas mortificaciones sin algún alivio y consuelo,
quedan como desatadas y desasidas y aun aborrecidas de la persona a quien se
aplican. Y lo propio digo de las personas que sólo por regalos y
entretenimientos las llevasen, que tanpoco tendría firmeza en el tiempo de la
tribulación.
6. Así el sancto rey David, viendo la
buena obra que Dios hacía en su alma, decía: Misericordiam et judicium cantabo
tibi, Domine9; cantaré, Señor, en el edificio de mi alma misericordia y
juicio. Que es ver los maestros cuando edifican y les dan buen recado a las
manos, cómo lo piden cantando y diciendo coplas de gusto y entretenimiento; al
revés de los maestros a quien les dan materiales perdidos, que, arrojándolos
con rabia, piden otros con maldiciones. Así David dice que, con la buena mezcla
y bien a propósito para el edificio de su alma de misericordia y justicia, que
dirá mill cantares y entretenimientos. Porque, si el rigor y justicia es
pesada, la misericordia la templa y sazona de suerte que halle buena acogida en
su alma; y si la misericordia es blanda, la justicia la espesa y endurece de
suerte que, juntas misericordia y justicia, no riñen sobre cuál se ha de quedar
en casa y quién ha de salir fuera, antes, por el contrario, justicia et veritas
osculatae sunt10, que se abrazan y besan justicia y misericordia
dándose la una a la otra el bienvenido. Y así juntas y hecha esta divina y
celestial mezcla, producen fructos
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admirables en un alma, dignos de la bienaventuranza y
dignos de penitencia. La justicia les convida a lágrimas y dolor de los
peccados pasados; la misericordia los convida a ciertas esperanzas de bienes y
gozos eternos. Que nos dé Dios por quien Su Majestad es. Amén.
[63v] Jhs. Mª
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