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CAPITULO 12 - En que se prosigue la propia materia, y
prueba cómo un alma ha de ser muy perfecta para que las mortificaciones y cosas
exteriores no le inpidan el hallar y tener a Dios con particular unión y
contemplación
1. Un lugar hallo en los Cantares,
capítulo primero, con que probaremos algo de lo que en este capítulo pasado
decimos; y descubriremos algunas otras dificultades y mortificaciones que en
este camino se le ofrecen a un alma que de veras busca a Dios.
Estaba la sposa deseosísima de verse con
su esposo y amado, asirle y tenerle y no dejarle, y dícele: Indica michi quem
diligit anima mea, ubi pascas, ubi cubes in meridie, ne vagari
incipiam1. Dejaos, Señor, ver, pues tanto os ama mi alma; decidme dónde
yo os hallaré al mediodíaa recostado y [71v] apacentando vuestro
ganado, porque no será razón que yo, siendo doncella y hermosa, ande vagueando.
En esta petición, aunque en lo principal de ella acertó, que fue en desear,
buscar y querer a tan buen esposo, pero ignoraba en el cómo y cuándo lo habíe
de hallar. Porque, siendo este esposo Dios inmenso e infinito, summo bien del
alma, y nuestro spíritu la esposa que lo busca, no lo debe de
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buscar de día que es cuando los hombres pocas veces
están en casa, porque cuando ella lo pida al mediodía, ocasión era que
estuviera fuera del pueblo o convidadob en casa ajena o en la suya
ocupado; y de noche es cuando el hombre está más desocupado y es más de su
esposa que no otro ningún tiempo, y así era ésta la hora en que le debía
buscar. Quiero decir que el alma sancta que desea tener y gozar a Diosc
que ama, lo ha de buscar en la obscuridad, noche y tinieblas de la fee, o
cuando ellad está más desembarazada de todas las cosas de la tierra, de
sus imágines y representaciones, cuandoe en sí siente una obscuridad y
sombra divina, en quien, como dice David, puso Dios su asiento y
tabernáculof: In tenebris posuit latibulum suum2. Porque en el
día y claridad el hombre y el entendimiento humano está hecho una plaza y
confusión de criaturas y varias representaciones de cosas diferentes, y
entonces no es hora en la cual el esposo entre a tratar con su esposa con los
amorosos abrazos y dulces coloquios que los desposados suelen tener entre sí;
sino que es necesario esté desnuda, desembarazada y alejada de todas estas
luces exteriores.
2. Y así le responde el esposo: Si ignoras
te, o pulquerrima inter mulieres, abi post vestigia gregum tuorum, pasce edos
tuos juxta tubernacula pastorum3. Tú me buscas al mediodíag
diciendo que me ama tu almah. Bien parece que te ignoras y que no sabes
eres mujer, aunque hermosa entre las mujeres, pues no sabes, no tienes fuerzas
para me buscar de día y en esa ocasión cuando los gritos y voces de las
criaturas te han de estorbar y inpedir. Tú me buscas en esa ocasión por no
vaguear; ninguna la hay tan grande para divertirse un alma [72r] y volver la
cabeza a tantas criaturas como le dan gritos y voces, llaman y convidan con su
hermosura a ser vistas y miradas, como buscarme al mediodíai. Abi post
vestigia gregum tuorum, pasce edos tuos juxta tabernacula pastorum. Esa no es
(como si dijera) hora de buscar al esposo, sino de iros tras las pisadas y
huellas de vuestros sentidos, porque ellos en esa ocasión os convidan e incitan
a que los apacentéis juxta tabernacula pastorum, donde los poderosos y grandes del
mundo están apacentando sus pensamientos. Y también, si vais
tras ellos, conoceréis vuestra flaqueza y poca mortificación y cómo aún os sois
mujer entre las mujeresj.
Tornémoslo
a decir, al propósito que en el capítulo pasado decíamos, que a los
principiantes no se les ha de cargar con mortificaciones, gritos ni voces,
porque eso es bastante para volver atrás. Pues dice el esposo: O pulquerrima
inter mulieres; hermosa eres, esposa mía, pues tienes tan buenos deseos que con
ellos te dispones a me buscar, pero estás muy al principio pues aún tratas y
conversas entre las mujeres, y no tendrás fortaleza para sufrir y llevar los
gritos, voces, vayas y mortificaciones que te podrán dar los que de día te
toparen por esas calles. Conténtate
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ahora en ese estado con servirme en obras exteriores, que
son las huellas que tracen tus deseos y pensamientos buenos, con ejercitar tus
sentidos en cosas de mi servicio juxta tabernacula pastorum, según te enseñan
los exemplos de los sanctos.
3. Equitatui
meo asimilavi te in curribus faraonis, amica mea4. Que fue como si le
dijera su esposo: Cuando salgas de entre las mujeres, trato y conversación
común de los hombres, y llegues a ser amiga querida, entonces eres semejante a
mi ejército y pueblo hebreo que, siendo perseguido de Faraón y habiéndole
sucedido mill trabajos en los desiertos, jamás volvieron atrás, sino siempre
fueron caminando hasta llegar a la tierra de promissión. Estraña cosa que vaya
aquel pueblo por desiertos y tierra no conocida, perseguidos de los egipcios y
acorralados [72v] y cercados, por una parte, del mar Bermejo y, por otra, de la
caballería que los atoreaba y venía hecho escuadrón a los alcanzar, y con todo
eso no vuelven atrás siguiendo las pisadas que a las spaldas dejaban; ni Dios
les da lugar a quek vuelvan a apacentar sus cabritillos juxta
tabernacula pastoruml a la tierra que ya dejaban, sino que, favorecidos
de Dios, levantó Moisés la vara, hirió las aguas y hizo camino por donde pasó y
puso en seguro5.
Este es el estado del perfecto
siervo y amigo de Dios: que viéndose cercado por una parte de un mar de
trabajos y tribulaciones interiores y, por otra parte, de la gente del mundo
que los quiere alancear, no hay volver atrás porque Dios, que es el que en la
noche, desierto y soledad los acompaña, les da gracia para que, dividiendo las
aguas de las tribulaciones, pasen por en medio de ellas a pie enjuto, como los
hebreos, o como otro Pedro6, por encima sin anegarse, hasta topar al
esposo en la forma que lo buscaba la esposam.
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