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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 28 - Cuán mal hacen los que entran en la religión huyendo de las cruces del siglo, pensando no las hay en los conventos, siendo la verdad que las hay mayores y mejores. Y qué deben hacer para mejor llevarlas y sufrirlas
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CAPITULO 28 - Cuán mal hacen los que entran en la religión huyendo de las cruces del siglo, pensando no las hay en los conventos, siendo la verdad que las hay mayores y mejores. Y qué deben hacer para mejor llevarlas y sufrirlas

 

            1.         Deste capítulo pasado inferimos que por cualquier parte hay cuatro leguas de mal camino, particularmente para gente que es amiga de echar por atajos, como lo echan los que entran en la religión, en la cual cada día se descubren y hallan nuevas dificultades no estudiadas ni premeditadas, entre las cuales una es de la que hemos ido hablando entre el súbdito y el prelado: el súbdito ahogado con penas y afligido con cargas a su parecer injustas, y el prelado con cuidados y pesadumbres. Bien entiendo que una de las mayores que los unos y los otros tienen esa el parecerles que cualquier trabajo es cruz nueva y no hecha a su talle y medida. A estos tales respondo yo que ésa es la cruz: el ver que aquel trabajo no se me ajusta ni me cuadra, porque la cruz no es sayo ni capa que traemos para abrigo y bien parecer. La cruz no es otra cosa sino un trabajo y molestia que no tiene en sí parte en que yo me halle bien ni pueda recostarb. Es cama de flores en que descansa el spíritu de los varones perfectos, yc un palo duro en que se atraviesa nuestro cuerpo y en quien nuestra carne se crucifica y muered al mundo. No hay muerte sabrosa para el cuerpo; si su memoria es amarga ¿qué será su posesión?

 

            2.         Y sie le parecef que cualquier trabajo y cruz es nueva, advierta una cosa: que, si los trabajos fuesen viejos [105v] y los hombres se habituasen en ellos, ya ésos no seríen cruz, como lo amargo que ya sirve de sustento y mantenimiento al hombre no es amargo ni desabrido. Por eso Cristo redentor nuestro, que nos quiere en este continuo ejercicio, tiene cuidado cada día de trocarnos nuestras penas y aflicciones, para que la novedad de ellas disimule el poco acíbar que train consigo.

 

            Ya vemos que las cosas que se acostumbran, por grandes que sean, no nos causan admiración, y las pequeñas no vistas nos asombran. Si los trabajos que Dios envía a un alma, siendo trabajos fingidos como dice David tratando con Dios en el psalmo [93]: Qui fingis laborem in precepto1, siempre fueran unos y que en ellos descubriéramos esta ficción con que disimulaban y tapaban la muchedumbre de la dulzura que Dios encierra en ellos, ya no fueran trabajos. Así como las tablillas de sang Antón, a quien el niño tiene por coco y sanborombón, si se las dan que juegue con ellas, otro día cuando las vea tañer se reirá de ellas, y no podrá su madre ya asombrarlo con ese instrumentoh, que de antes le servía para que su chiquillo no saliese a la calle a deshorai.


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Estas tablillas con que Dios nos asombra son los trabajos; con éstos nos pone miedo para que no hagamos cosas desconcertadas. Si estos trabajos los trujésemos siempre en las manos manoseándolos y tratándolos, conociendo que son tablillasj y cosas de poca consideración, no nos servirían para aquellok que Dios los tiene ordenado. Pues, para que nunca los conozcamos y siempre en ellos temamos, tiene Dios grandíssimo cuidado de sacarl cada día trabajos nuevos y viejos: viejos trabajos para los nuevos y para quien no los conoce, y nuevos para los viejos, para que los unos y los otros estén siempre penados en cruces no conocidas. Cuando Cristo llama a los varones perfectos que le sigan, les dice que cada unom tome su cruz2; no les dice "tome esta cruz", como si una sola hubiera de ser la que en el discurso de su vida hubieran de padecer, sino la cruz que Dios les diere, que ésa, sea cualquiera, es suya.

 

            3.         ¡Oh, qué ignorantes son los que vienen a servir a Dios a la religión, que piensan que no han de tener más trabajos y cruces de las que ellos train estudiadas! Y quiera Dios no sea sólo [106r] su estudio y pensamiento de cómo en la religión han de vivir sin cruz ni trabajo, pareciéndoles que en el mundo no hay más cruces de las que ellos ven y saben enn el siglo y que, huyendo el cuerpo a aquéllas, quedarán más libres y esentos de trabajos. No se haga esto dificultoso de entender, que tengo por certíssimo que de tres partes de religiosos que vienen, las dos son de esta condición. Porque, como es gente que en la consideración no han ahondado quedándose por encima, no juzgan por trabajos más que estos exteriores que tienen los seglares o labradores, cada uno según su estado y condición: unos trabajos padecidos por la pobreza, otros por el officio y estado que tienen, otros por la honra y otros por acudir a las inmensas cargas que les pide el mundo; y que, puesto caso que en la religión no hay nada de eso porque todo se tapa con un pobre hábito y se suple con un voto de pobreza, que sin falta allá no habrá trabajos y que así podrán pasar la vida con más y mejor descanso. A quien podremos responder que no saben de la missa la media; y los que se entran con estos fines, entran engañados de satanás, a quien después les descubre los trabajos y cruces a montones para que desprecien y infamen un estado tan alto con su poca perseverancia y grande facilidado. A éstos les seríe de grande inportancia preguntar, si no saben, por los trabajos que se ofrecen en la religión y no por estos comunes que a pocos días se experimentan, sino por los extraordinarios, por los que no se ven ni se descubren con esa facilidad, para que después no se puedan llamar a engaño. Que, en fin, entrando persuadidos a que han de padecer por una vía o por otra, si entran en la religión por huir el cuerpo a los trabajos, podrán con tiempo hacer el tanteo y escoger los que le parecen tienen mejor cara.


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            4.         Una cosa le podría yo decir al que del siglo viene huyendo de cruces y trabajos: que entra donde se las topará a pareadas y donde no podrá decir: "bien vengas mal si vienes sólo", porque siempre vienen muy bien acompañados. Y no como las cruces y trabajos que se hacen en el mundo, porque ésas, como de ordinario vienen a caso y es tierra que las lleva y producep el mundo, un año es abundante de cruces y otro es estéril, un año nacen y salen grandes y otro pequeñas, unas son agrias y amargas y otras agriasdulces, y así andan entreveradas. Pero las cruces que se hacen en las religiones siempre son de una manera y de buen año. Como los trigos [106v] de regadío, que, llueva que no llueva, siempre salen bien granados, porque tienen hortelano que les da lo que han menester para que crezcan y se levanten; así son los trabajos, cruces y mortificaciones de las religiones, que no se nacen ellas sino que, a puro riego y cultivarlas, las hacen crecer y que sean bien grandes y tales cuales conviene para que hagan muy bien su officio.

 

            5.         Paréceme que las cruces del mundo a las de la religión se diferencian en esto, como cuando acá tomamos cinco cantillos y jugamos a quién, arrojándolos en el suelo, mejor cruz saca. Tirámoslos y una vez sale una cruz tuerta, otra un garabato, otra un disparate y otra una cruz bien hecha. Pero el que de propósito se pusiese a pintar o labrar una cruz, siempre la sacaría derecha. Pues digo que en el mundo en los officios y juegos de los que en él viven, salen hechas cruces unas veces tan tuertas que no se pueden llamar cruces ni trabajos, aunque los del mundo más digan que andan llenos de penas; otras veces salen un disparate, como lo es tener los del mundo por cruz y trabajo que el otro no les quitó el sombrero, que no se les dio el lugar y asiento que se les debía, el no tener hacienda para sus honras y cumplimientos; otras veces de sus obras y juegos salió no cruz sino una horcaq en que siempre andan penados y afligidos, como es ver que en las ferias no les salieron los enpleos como debían, el deseo que tienen de vengarse r de las injurias recebidas. Verdad es que otras veces acertó a salir una cruz bien hecha, que así fue voluntad de Dios le imitasen con verdad y espíritu, como suele suceder el que, casándose con los fines e intentos que él quiso, le cayó en suerte una mujer que todas las horas y momentos del mundo lo está atormentando; y cuando otras veces sucede a un hombre que tiene recto corazón, que siempre ande lleno de trabajos y necesidades. Estas son las cruces del mundo y las diferencias de trabajos que les sucede a los hombres que viven en él, y otros semejantes a ésos, cuáles mayores cuáles menores según cada vez el hombre hace el juego. Y también tienen otro alivio los que viven en el mundo: que, si no están contentos con aquel officio y trabajo, como el que juega, dice que quiere jugar y tirar [107r] otra mano y tantas cuantas a él le da gusto hasta que saque la cruz y juego que bien le pareciere.


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            6.         Todo esto sucede al contrario a los que viven en religión: que la cruz que cada uno tiene no es hecha a caso, ni cual a cada uno se le depara, sino como las hace el pinctor y carpintero, que de una vez sale una cruz derecha y tan grande como cada uno la ha menester de suerte que le coja de pies a cabeza. Porque los prelados y maestros no estudian otra cosa sino en mirar en qué me mortificarán y darán pena, ora sea para que más me humille y merezca, ora sea porque les parece a ellos (como arriba hemos dicho). Y como son estos tales prelados maestros que en ese officio estudian, siempre miran y ponen los ojos en la persona que han de crucificar y mortificar, para le tomar la medida según su alteza o altivez, para que a puro peso le hagan bajar la cerviz; y si se hace bobo por no trabajar, aguijóns que le dispierte; si sabio y discreto, sepultura que lo olvide.

 

            Tiene esta cruzt el segundo inconveniente opuesto a las cruces del mundo, y es que, si uno no está bien con la cruz que tiene y le salió, no vale decir que quiere otra o que quiere tornar a jugar, porque el juego no está en sus manos sino en las de los preladosu, los cuales, si una vez hicieron una cruz buena para el súbdito, no quieren trocarla por otra hasta que aquella se gasta y deshace.

 

            7.         Inferimos de lo dicho que, puesto caso que en las religiones hay cruces mayores y más perfectas por ser cruces de regadío y que tienen hortelanos que a fuerza de brazos las hacen crecer, y por ser cruces no salidas a caso sino de propósito, es bien que el que viniere a la religión abra los ojos y desenvuelva los trapos viejos y sayales remendados que toma y mire lo que hace, y no piense que, por huir de las cruces del mundo y por no ver otras, no las hay en la religión. Y si el que toma el hábito es tan ignorante que desto no tiene algún conocimiento, bien es que se le hable claro el año del noviciado y le enseñen a padecer, que más vale que después le quiten de la carga quev, de profeso, diga: "Esto no lo sabía yo ni lo profesé". Gran cosa es que el soldado, antes que entre en la batalla, salga algunas veces al paseo y escaramuza y que siquiera en las burlas estudie las veras, para que después al ruido de las cajas y sueno de los píphanos no eche a huir; y cuando los otros dicen: "¡Sanctiago, [107v] y a ellos!", [no] digan los flacos y poco experimentados: "Buena olla, y en mi casa".

 

            8.         Muy bien estudiada tenía el glorioso san Pablo esta lición que vamos diciendo de los trabajos no llegados y, por otra parte, premeditados, cuando decía: Absit michi gloriari, nisi in cruce Domini nostri Jesu Christi3; que no tenía en qué gloriarse ni jactarse sino en la cruz de Jesucristo. Aquí se me ofrece una dificultad, y es: si a san Pablo como a los demás dice Cristo que cada uno tome su cruz y le siga4, ¿por qué san Pablo no se gloría de la cruz que lleva, de la que le cupo en suertes, sino de la que no lleva, que es la cruz pesadíssima de Cristo?


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Respondo dos cosas. Lo primero, que en tanto un hombre se ha de holgar de la cruz que lleva en cuanto es asemejada y parecida a la cruz de Cristo. Y san Pablo dijo que se gloriaba en la cruz de Cristo porque nadie entienda que lleva el mismo Pablow cruz opuesta y diferente, como la llevan los que viven en el mundo, que se glorían en sus cruces, en sus trabajos y locuras, que no tienen semejanza ni parecer con la cruz de Cristo sino con la horca y fuego del infierno. Desta traza son los que velan y trasnochan por alcanzar cumplimiento de sus pensamientos y, por subir y levantar su señorío y dignidad, padecen tormentos poderosos, en los cuales se glorían y jactanx.

 

            9.         Digo lo segundo, que gloriarse san Pablo en la cruz de Cristo, y no en la que actualmente llevaba, es que, por grande que sea la cruz que un sancto lleva, es mayor la que Cristo llevó; y, como los justosy en sus trabajos consideran lo mucho que sobrepujaron los que Cristo tuvo, su gloria no la ponen en lo que llevan sino en lo que desean llevar para más conformarse con Cristo; como el buen mercader que no tanto se precia de lo ganado como de lo que aguarda a ganar. Y así he visto yo que en Sivilla a los hombres ricos no dicenz: "Fulano es hombre que tiene tantos mill ducados", sino: "Es hombre de tanto crédito", abonándole y honrándole no sólo con lo que tiene sino con lo que pretende y desea tener. ¡Oh glorioso san Pablo!, muy buena cruz llevastes, grandes trabajos tuvistes, como vos propio confesáis en tantas epístolas vuestras; y no tanto os gloriáis de esas cruces cuanto de lo que más deseáis padecer por el mismo Cristo [108r] asemejándoos más y más en sus trabajos hasta que salgáis, cuanto os fuere posible, parecido a la imagen del Hijo de Dios.

 

            10.       ¡Oh, qué linda lición ésta que nos da el glorioso Pablo!: que más estudiemos en lo que nos falta por aprender que en lo ya aprendido y sabido; más miremos y consideremos en la cruz que nos falta y los trabajos mayores que debíamos tener que en los que ya tenemos. Con esto nada se nos hará de nuevo, nada desabrido, como quien tantas veces en la consideración lo tiene gustado y premeditado. Con esto nadie se asombrará por grandes ahogos que padezca y tenga en la religión, aunque más reformada sea, sino los llevará con el sufrimiento y paciencia posible como cosa necesaria en el camino de la perfección, en el cual es fuerza, por cualquier parte que echemos, hallar cuatro leguas de mal caminoa, como arriba queda dicho. Así como el que quiere subir una sierra, cójala por la parte que quisiere, que subir tiene la cuesta, ora suba por la halda ora la suba dando rodeos o camino derecho. A la virtud la pinctan en un monte alto por la dificultad con que se alcanza. Y Cristo se transfigura en el monte Thabor subido5. Si hemos de llegar arriba, la cuesta y lo dificultoso hemos de subir y,


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si los seglares la cogen por la halda y rodeo, los religiosos por lo derecho y empinado, camino y apretura que ha de causar ahogos; mientras más tuviéremos, más presto llegaremos a la cumbre y al descansob, que es el cielo, donde de veras se ensanchará nuestro corazón y se dilatará, sin que haya dificultad que le pueda estorbar y detener por los siglos de los siglos, etc.

 

 

 

 




a  sobre lín.



b sigue no tach.



c  corr.



d corr. de muerte



e  y si sobre lín.



f  corr. de parecerle



1 Sal 93,20.



g  ms. sanct



h  ms. intrumento



i   sigue con tach.



j  corr. de lablillas



k sigue para tach.



l   corr. de casacar



m sigue no tach.



2 Cf. Mt 16,24.



n  sobre lín.



o sigue a quien les tach.



p corr. de procura



q ms. horga



r  ms. vergarse



s  ms. agigon



t  ms. cruez



u  sigue que tach.



v  sigue después tach.



3 Gál 6,14.



4 Cf. Mt 16,24.



w el-Pablo sobre lín.



x  en-jactan al marg.



y  ms. justo



z  sigue es tach.



a  sigue así como tach.



5 Cf. Mt 17,1-2.



b sigue pal. tach.






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