Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto

  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 33 - En que se prosigue la materia del capítulo pasado y se declara cómo, estando juntos cuerpo y alma, se entienda estar el spíritu apartado y recogido
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

- 658 -


CAPITULO 33 - En que se prosigue la materia del capítulo pasado y se declara cómo, estando juntos cuerpo y alma, se entienda estar el spíritu apartado y recogido

 

            1.         Bien entiendo yo que, si quisiésemos de propósito tratar de los bienes del alma cuando está hecha espíritu, que sería imposible. Y, por el contrario, de las obras del hombre cuando está vuelto carne basta a mi parecer saber lo que dice san Pablo: Qui de terra est, de terra loquitur; qui de caelo, super omnes est1. Que cada uno es hijo de su padre y que el sarmiento ha de echar el fructo conforme la cepa. Que es lo que acá decimosa: cuando a uno por sus malas obras lo queremos llamar


- 659 -


hijo de mal padre, decimos que sabe a la pega. Es llano que el que viviere según la carne que ha de hacer obras hijas de tal madre, y el que siembra en carne de carne ha de coger, y el que en spíritu de spíritu cogerá. Si el agua por donde pasa toma el sabor de la tierra por do correb, ¿qué mucho que el spíritu que obrare según la carne, sus obras tomen y tengan sabor y resabios de carne?

 

            2.         Siempre parece queda esta dificultad que otras veces hemos puesto: saber cómo el spíritu ha de obrar de suerte que en esas obras no tenga parte la carne, porque, como entramas cosas están tan juntas y pegadas, carne y espíritu, con dificultad parece se acaba de entender cómo cada uno puede obrar de por sí, de suerte que las obras de la carne (digo las naturales, en que el hombre acude a pagar lo que debe a la naturaleza socorriéndole [123r] a sus necesidades) no dañe con ellas ni relacxe al spíritu, y cómo podrá el spíritu ejercitar sus obras sin que la carne se las menoscabe.

 

            Para esto quiero que notemos que hay mucha diferencia de estar dos cosas juntas o estar mezcladas. Si echamos un poco de aceite sobre otra poca de agua, están juntas aquellas dos cosas pero no mezcladas. Muchas fortalezas y puertos tiene nuestro rey en tierra de moros y de infieles, pero no están mezcladas nuestras tierras ni nuestros cristianos y soldados con los moros; antes, por estar juntos y no mezclarse, se dan cada día grandes asaltos y train cada día grandes guerras, tocando cada momento a rebato según los peligros en que se ven. Lo propio digo yo de nuestra carne y de nuestro spíritu. Juntólos Dios pero no los mezcló, antes entre el uno y el otro puso continuas guerras, como dice Pablo2, que "la carne está contra el spíritu y el spíritu contra la carne", cada uno defendiendo su partido, porque la carne del peccadorc no quiere ser spíritu y el spíritu del justo no quiere ser carne. En esta guerra y junta se dan mill asaltos, no hay hora segura; cuando no pensáis, tocan a rebato en una de las dos partes: el cuerpo, si no le dan de comerd, beber, dormir, holgar y recrearse, de suerte que cuando siente algún mal tratamiento de parte del spíritu, a puros gritos, voces, sentimientos y dolores defiende [de] los agravios que siente que se le hacen cuando el spíritu lo acosa, le pone cilicios y hace ayunar. Y lo propio hace el spíritu cuando se ve maltratar de la carne, viendo que le cautiva sus palabras, obras y pensamientos aprovechándose de ellas para la vanidad y locura deste mundo: que se procura defender pidiendo socorro al cielo, el cual acude viendo nuestra flaqueza y sabiendo que por nuestras propias fuerzas no nos podemos defender de un enemigo tan cruel. Como dice san Pablo, Romanorum 8 n.26: que Spiritus adiuvat infirmitatem nostrame, que el Spíritu de Dios ayuda a nuestra flaqueza. Y cómo la ayuda, ahí propio lo dice: Nam quid oremus, sicut oportet, nescimus; sed ipse Spiritus postulat pro nobis gemitibus inenarrabilibus. En nuestras tribu


- 660 -


laciones y aflicciones queda el spíritu tan ahogado y envuelto enf cosas de carne que no sabe lo que se ha de pedir como conviene, y en esta ocasión acude el Spíritu de Dios a hacer las partes de nuestro spíritu y a dar voces y a pedir al Padre socorro para libertarg su partido de quien lo maltrata y despoja.

 

            3.         De suerte que todo el bien de nuestro spíritu está en no mezclarse con la carne, no obstante que entramos a dos estén juntos en una casa. [123v] Así como bien lleva una mujer honrada que una criada esté en casa sierva o esclava y queh, fea o hermosa, y que ésta sirva a su marido y le administre lo necesario. Pero, si este hombre dejando a su legítima mujer se casase o amancebase con esta sierva y esclava, claro era que no lo habíe de poder sufrir ni llevar, sino que de ahí habíen de nacer mil celos, riñas y discordias. Y, si no, miren las que hubo en casa de Abrahán sobre la sclava y el hijo que en ella habíe tenido Abrahán, que no sosegó hasta que salió fuera y la echó a más que de paso; y de buena gana le dierai Saraj la mitad de su hacienda porque los dejara solos y no hubiera el peligro que habíe de la mala compañía de Ismael con Isac.

 

            4.         Yk no hay necesidad de poner másl exemplos en la Sagrada Escritura, pues tantos se ven cada día en el mundo, ocasiones de mill celos, riñas, discordias y desastres en casa de los casados; figura y retrato vivo de lo que pasa entre nuestra carne y espíritum. Que Dios, esposo verdadero de nuestra propia alma, diole al cuerpo por su esclavo para que le sirviese y ayudase a trabajar y a hacer buenas obras y fructos dignos de penitencia; pero no se lo dio para que el alma se case con el cuerpo ni el espíritu con la carne porque, en el propio caso que nuestro spíritu, engañado o persuadido de los halagos y blanduras de una sierva tan astuta y maliciosa, deja a Dios y se mezcla, luego salen y se muestran los enojos de Dios, sus celos, sus riñas y aun sus extraordinarios castigos. Comon leemos haberlo hecho muchas veces con su pueblo, entregándolo a bárbaros e infieles que lo llevasen captivo, dando sólo por razón que lo habíe dejado y arrimádose a otros dioses falsos, haciendo hijos y obras de fornicación; habiéndose en esto como la mujer o el marido que coge a uno de los dos en adulterio: el castigo que le da es apartarse y entregar al verdugo a su ingrato compañero. Esto propio hacía Dios con aquel pueblo cuando se apartaba de él, que lo dejaba y lo entregaba a quien con castigos crueles lo dejaba bien vengado.

 

            Pues ¿qué otra cosa debe Dios hacer con un espíritu que, habiendo dejado a Su Majestad, se bajó y abatió a fornicar con una esclava tan vil como su propia carne, sino que Dios lo deje y desampare, quitándole los bienes, joyas y adornos [124r] que de Su Majestad tenía; quieno con gracias y dones celestiales la hermoseaba, la entrieguep a verdugos crueles, que son sus sentidos, y al demonio, mundo y carne, que lo


- 661 -


dejen bien vengadoq? Es uno de los mayores castigos que a un alma desdichada e ingrata se le puede dar, como por r Jeremías amenaza a su pueblo diciendo: Dereliqui domum, dereliqui haereditatem3; que deja y aparta las mano de su heredad para que se y entriegue según los deseos de su corazón, que a mi ver no hay osos, tigrest y leones como nuestras propias pasiones desenfrenadas y dejadas de la razón yu del favor del cielo.

 

            Bien delante de los ojos habíamos de traer este castigo que Dios hace, y otros innumerables, a los que no viven según las leyes del spíritu, sino se abaten a vivir y tratar según los gustos y contentos de la carne, mezclando las obras del spíritu con las de nuestro gusto y sensualidad.




1 Jn 3,31: "Qui est de terra, de terra est et de terra loquitur. Qui de caelo venit, super omnes est".



a  sigue que tach.



b ms. cure



2 Gál 5,17.



c  del peccador sobre lín.



d corr.



e  ms. nostras



f  rep.



g  ms. libertad



h  y que sobre lín.



i   ms. dira



j  al marg.



k sigue desto tach.



l   sobre lín.



m corr.



n  sigue lo vimos tach.



o corr. de quando



p corr. de entregarla



q sigue que tach.



r  sigue Esaías tach.



3 Jer 12,7: "Reliqui domum meam, dimisi haereditatem meam...".



s  corr.



t  corr. de tibres



u  sobre lín.






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL