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CAPITULO 34 - En que se pone la diferencia que hay entre
las obras del spíritu y las de la carne, y las obras mezcladas de entramos a
dos
1. Diránme que cómo se conocerán cuáles
obras son puras del spíritu y cuáles mezcladas y juntas con la carne y cuáles
de nuestro cuerpo y carne solas. No creo esto es muy dificultoso para el que
tantico quiere abrir los ojos y mirar las obras que hace. Porque ése fue el
aviso que Cristo nos dio para conocer los hipócritas y los que vienen a
nosotros en vestido y piel de oveja siendo por de dentro lobos robadores,
diciendo que de sus fructos los conoceremos, porque no es posible que la zarza
lleve higos1.
2. Pues, para conocer estas tres
diferencias de obras de quien preguntamos, pongamos los ojos en tres
diferencias de árbores. Unos, silvestres, como los cambrones que no llevan sino
espinas y abrojos; y desta suerte son las obras de la carne, sin fructo ni
provecho, antes espinas y abrojos que punzan nuestro spíritu. Otros árbores hay
que llevan una sola fructa y ésa buena y saludable; y así es el hombre que todo
es spíritu, que, si lo miramos de pies a cabeza, nada hallaremos en él que no
sea cielo, virtud y perfección [124v] y una contemplación y pureza de vida que
ya más parece vida angélica que estar y vivir en carne. Otros árbores hay injertos, como el
acebuche en oliva, que lleva aceituna algo desmedrada y fructo no tan propio y
puro como lo lleva la oliva a solas. O, si no, pongamos exemplo en el almendro
amargo injerto en ciruelo, que por la parte que se ingirió rama diferente lleva
ciruelas y, si alguna le quedó, lleva almendrasa amargas. Deste jaez son las
obras de los seglares,
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que mezclan las obras del spíritu con los cuidados de la
carne. Que es lo que san Pablo dijo ad Corinthios cap. 7 de los casados, que,
como cuidan de las cosas temporales, están divididos en dos partes2:
por la parte que acuden a Dios, llevan fructo dulce y sabroso y, por la parte
que acuden a la carne, llevan fructo amargo de trabajos y obras desabridas; o,
por lo menos, si sólo quieren llevar un fructo y hacerse varones spirituales,
ha de ser fructo desmedrado y no tan colmado y pingüe como el que lleva el
verdadero religioso.
3. Las obras del spíritu son obras puras,
sencillas, fuertes, sueltas y desembarazadas, las cuales por sus
extraordinarias condiciones y propiedades penetran el cielo y van sin ninguna detención
donde el propio spíritu las envía; de quien podremos entender aquellas palabras
del psalmo 119: Sicut sagitae in manu potentis, ita filii
excusorumb3. Quiere decir: los hijos de los sacudidos son como
las saetas en mano poderosa. En lugar de aquella palabra "sacudidos",
dicen doctores sagrados que en el hebreo está una palabra4 que tiene
muchas significaciones. Genebrardo
dice5 que quiere decir: una cosa atormentada, sacudida y llena de
afanes; y así lo dice y explica el latino. Lo segundo, quiere decir aquella
palabrac "excusos", "fuertes", segúnd el
glorioso san Jerónimo6. Lo tercero, quiere decir "juventud",
y así trasladó Aquila, Símaco y Theodocióne: Filli scusorum, ita filii
juventutis7. Según esto, lo propio y una misma cosa es hijos de
trabajos, hijos de fortaleza y de juventud, pues dice David que los hijos de
los trabajados, de los que están llenos de afanes y los hijos de los fuertes y
los hijos de los mozos dice que son como una saeta en mano poderosa.
4. ¿Quién
mirará esto con atención que no entienda por estos hijos las obras del spíritu,
porque él es [125r] el trabajado, el atormentado y el sacudido? ¿Qué trabajos y
afanes hay en el mundo que no carguen sobre los varones spirituales, los
cuales, para crecer y conservar un poco de spíritu, ha de ser necesario andar
con la disciplina en la mano sacudiendo el polvo cada momentof de este
rebeldeg cuerpo, mortificando las pasiones, desembarazándose y sacudiéndose
de las cosas de la tierra? ¡Oh buen Dios, y qué batanados, perseguidos
son los varones spirituales! ¿Qué lengua podrá decir sus penitencias, sus
persecuciones
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y martirios que en este mundo padecen? Pues, en cuanto
los spíritus de los justos son trabajados, engendran hijos que son como saetas
en mano poderosa, por la fortaleza con que salen y proceden del tal spíritu.
Porque, si Plinio dice que agricolae gignunt milites fortes, validosque
duces8, que los labradores, por ser gente trabajada y cansada, que
engendran fuertes soldados y capitanes, siendo tanto más trabajado el spíritu
del justo, más fuertes hijos engendrará; finalmente, obras que sean fuertes
soldados y capitanes.
5. En la segunda significación también
podremos entenderh el spíritu, porque si "los hijos de los
sacudidos" quiere decir "hijos de los fuertes", ¿quién más
fuerte que un justo y un varón espiritual? Lléguenselo a preguntar a san Pablo pues, llamándose él el
menori y más mínimo en la casa de Dios, se pone a desafiar al cielo,
tierra e infierno9. Es certíssimo no hay castillo, torreón, muralla o
barbacana que se iguale a un varón espiritual. Pues, si los varones
espirituales son tan fuertes y de los fuertes dice el proverbio tomado dej
Homero que fortes nascuntur ex fortibus10, que los fuertes nacen de
fuertes, ¿qué mucho que, siendo el spíritu fuerte, engendre hijos fuertes y
haga obras que vuelen como la saeta en la mano poderosa?
6. En
la tercera significación que dan a la palabra "sacudidos",
entendiendo por ella "mocedad" o "juventud", podemos
también con grandíssima propiedad entender el espíritu, porque el spíritu nunca
se envejece, como en los capítulos pasados decíamos alegando aquellas palabras
de san Pablo: Renovamini in spiritu mentis vestraek11. Vive
[125v] siempre mozo y mancebo quien vive según el spíritu, porque es, como las
viejas train en refrán, de "Juan de espera en Dios", que se va de
tantos a tantos años a lavar al río Jordán y luego se vuelve mozol. En
nuestro spíritu es verdad eso, que, acudiendo a Dios cada día y lavándose con
el agua de la gracia, se remoza; y si por alguna parte se entibió o envejeció,
luego se renueva y torna a una juventud florida. El cuerpo es el que cada día,
sin lo poder detener, se va deslizando a la sepultura y, viniendo días y
pasando días, da en tanta vejez cual por los ojos vemos. ¿Qué digo? Apenas ha
nacido el hombre cuando ya sale vestido del viejo Adán; a quien, cuando más
mozo, le decimosm aquellas palabras de san Pablo: Exuite vos veterem
hominem cum actibus suis, et induite novum qui secundum Deum creatus
est12. Que se desnuden del viejo Adán, que del vientre de su madre
salió pegado con nosotros propios; nos vistamos del nuevo, que según Dios fue
criado.
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7. Ya
hemos visto cómo el spíritu del justo se llama atormentado, trabajado, fuerte y
mancebo. Veamos ahora cómo las obras que dél proceden son como las saetas en mano
poderosa. Veamos qué
tiene la saeta en la mano poderosa. Lo primero, dice san Hilario, la saeta ut
ad destinata quaque indeflecxa linea dirigatur13; que sin torcer su
camino vaya donde la tiró y enderezó el sagitario y puntero. Que las obras del
spíritu no se paren en la tierra ni detengan en algún género de interés, sino
que, obrando el spíritu por Dios, la obra hecha camine al mismo Dios, que es
premio de la propia obra. Las obras del spíritu no han de ser como Jonás a
quien, enviándole Dios a predicar a Nínive, torció el camino y enbárcase para
Tarsisn; enójase Dios, altéraseo el tiempo, embrabécese el
viento, brama la mar, rechina el navío, las nubes arrojan agua, piedra,
truenos, relámpagos, gritan los marineros, dan voces los mercaderes; todo anda
alterado, confuso y a punto de perderse. Y si preguntamos la causa de tanto
alboroto, no es otra sino que sacó Dios aquella saeta de Jonás de su aljaba
para que fuese a Nínive, y torció el camino y echó para Tarsis14.
Oh padres y hermanos míos, que nos
llamamos y preciamos de varones spirituales y torcemos las obras del spíritu,
las cuales deben caminar recta y derechamente para Dios y ellas se quedan
[126r] acá abajo buscando propio interés, gloria, alabanza y propia estimación.
¡Y si supiésemos cuánto se enoja Dios en cosas semejantes! Que sea yo
religioso, fraile descalzo, hombre de oración, cargado de ayunos, penitencias,
mortificaciones, saetas que el spíritu las despida en lo que es de su parte
para el cielo ¡y ellas se queden en la tierra [a] aplaudir a los hombres, a
contentar al mundo, y que, saliendo estas saetas a herir a Dios, se queden a
matar moscas! ¡Gran
lástima, gran compasión! Nadie se espante si, torciendo en sus obras los
caminos que debe llevar, el cielo se alborotare, Dios se enojare y lloviere castigos,
que de todo es merecedor quien, siendo de su cosecha noble, libre, se quiera
hacer vil, bajo y pechero, quiriendo paguen al mundo pasaporte las obras del
spíritu, que son de suyo libres como las saetas en mano poderosa.
8. Estas obras que aquí paran y se
detienen, aunque las hagan los varones que llamamos espirituales, no son
hijasp del spíritu sino de la carne. Lo que tienen es que en estas
obras la carne se hizo zorra mortecina y quiso parecer spíritu fingiendo ser lo
que no era. Porque en realidad de verdad, si fueran obras puras y limpias del
propio spíritu, ningún risabio tuvieran de la carne. El otro cazador (dicen) quiso probar dos
galgos que le vendían a ver si eran de buena casta; y sacándolos al campo,
arrojó una liebre y un pedazo de carne que llevaba. Y saliendo los dos galgos,
el uno corrió tras la liebre y el otro arremetió
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a la carne,
por donde conoció cuál de los dos era bueno o cuál era malo. Disimúlense los
padres cuanto quisieren, parezca el spíritu carne y la carne spíritu, que los
hijos que de ahí nacieren, si son verdaderos del spíritu, han de correr tras
Dios y no parar hasta hacer en Su Divina Majestad presa; y los hijos de la
carne han de correr tras el interés propio, caduco, terrestre y perecedero.
9. Lo
segundo que la saeta tiene cuando sale de la mano poderosa es que sale
desembarazada para mejor correr su camino. Sólo lleva aquellas
dos alas o plumas que tiene a los lados, que la hacen volar. Y estas dos cosas
han de llevar y tener [126v] las obras del spíritu: que vayan sueltas, puras,
limpias, sin carga ni peso de las cosas de acá abajo, sino pura y meramente
spirituales, llevando consigo estas dos alas de fee y confianza, que no
volverán vacías del cielo donde se envían. Esta es la razón por qué, enviando
Cristo a predicar a sus discípulos, losq mandó ir desembarazados de
sacos, alforjas o cosas que los pudieran detener o estorbar15, porque
de su mano salían como saetas de mano poderosa.
10. San Pablo, escribiendo a los de Galacia, en
el capítulo 5 pone y declara manifiestamente cuáles son las obras del spíritu y
cuáles las obras de la carne: Manifesta autem sunt opera carnis, quae sunt
fornicacio, inmundicia, etc.16 No se pueden tapar y encubrir, dice, las
obras de la carne porque ellas propias se echan en la calle y se vienen a
descubrir, porque son fornicaciones, inmundicias, inpudicicias, lucxuria,
contenciones, emulaciones, etc., y otras muchas de que allí va haciendo
catálogo. Las obras del spíritu dice que son: Charitas, gaudium, pax,
paciencia, benignitas, bonitas, longanimitas, mansuetudo, fides, modestia,
continencia, castitas17. Estos son los fructos del spíritu.
Pregunto
yo. Si tales son los fructos del spíritu, de tanto provecho para un alma para
esta vida y para la otra, y tan dañosos para entramas partes los fructos y
cosechas de la carne, grande bien es el que nos hace Dios cuando con trabajos,
adversidades, amarguras y tribulaciones nos chapoda, corta y cercena nuestras
pasiones y malas inclinaciones, de quien, como de sarmientos, nace r y
sales tan mala cosecha y simentera; y juntamente recoge adentro nuestro
spíritu, lo vivifica, fecunda y enpreña para que de sus fructos colmados el
alma engorde y Dios sea glorificado por los siglos de los siglos. Amén.
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