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CAPITULO 36 - En que se prosigue la propia materia, y
declara cuántos son los daños y males que a un alma le vienen por andar fuera
de este recogimiento interior
1. No me deja de causar admiración ver que
cuando, por envidia de los sátrapas, hechiceros y encantadores, el rey Darío
metió al gran propheta Daniel en el lago de los leones, dice el Sagrado Texto
(Danielis 6)a, que alatus est lapis unus, et positus est super os laci,
quem obsignavit rex annulo suo, et annulo optimatum suorum, ne quid fieret
contra Danielem1. Echanselo
a los leones y cierran la puerta con una losa grande, sellan la cerradura y dan
la causa que porque no se haga alguna cosab contra Daniel. Pregunto yo,
¿los leones y los enemigos no están dentro? Sí. ¿Quien ha de despedazar al
propheta no está en el lago, hambriento y rechinando los dientes aguardando la
ración ordinaria? Sí. Pues ¿de quién guarda el rey al propheta, que dice el
texto que le cierran la
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puerta y sellan la cerradura ne quid fieret contra
Danielem? Ahora noten por charidad que el rey quiso y pretendió librar al
propheta. Así lo dice el Sagrado Texto: que, viendo las acusaciones que de él
hacían sus enemigos, contristatus est; et pro Daniele posuit cor ut liberaret
eum, et usque ad ocasum solis laborabat ut erueret illumc2. Que
se entristeció el rey viendo las acusaciones que hacían contra Daniel; y que
puso en su corazón de librarlo y trabajó lo que pudo hasta la puesta del sol. Y
a más no poder, lo echa en el lago y le dice el reyd: Deus tuus, quem
tu colis semper, ipse liberabit te3; el Dios, a quien tú sirves, él te
librará. Y como el mayor peligro que Daniel tenía era de los de
afuerae, hace el rey cerrar la puerta y sellarla, como quien dice: Tu
Dios te librará de los leones de adentro y yo procuraré defenderte de los de
afuera, y para esto [130r] quiero que la puerta quede bien cerrada y sellada. Y
así sucedió que, no habiendo podido librar el rey al propheta de manos de los
hombres, salió libre de los dientes de los leones hambrientosf, a quien
dice el propheta que Dios les cerró la boca para que no le hiciesen
mal4; y el rey cerró la puerta de la leonera ne quis faceret malum contra
Danielem, para que ninguno de sus enemigos hiciera mal al propheta.
2. La segunda dificultad casi es la
propia: ¿por qué cuandog quiso Dios dar de comer al sancto propheta que
allí estaba metido, le llevó al otro pobre labrador con la olla de sus
segadores y lo metió un ángel dentro donde estaba metido entre las bocas de los
leones?5 Parece era más fácil sacar fuera al propheta y llevarlo entre
los segadores que comiera, que entrar a un hombre y ponerlo en tanto peligro. Y más que, siempre
que se pueden escusar los milagros, se ha de hacer. Y para sacar a Daniel sólo un milagro se
hacía y, para entrarle la comida adentro, era necesario obrar muchos: uno, el
entrar dentro, de un cabello, al que llevaba la comidah; otro, el no hacerle
mal los leones; otro, que estando hambrientos los leones, ya que al sancto no
lo comían, pudieran comer la carne.
Respondo que ahí
veremos el peligro que tiene un hombre entre los hombres si son sus enemigos,
que para librar Dios de sus manos a su siervo Daniel se ve obligado a hacer
muchos milagros; y eso es menos que, puesto un justo entre pecadores, salga
libre. Y así más quiere Dios dejar al propheta encerrado entre leones y obrar
allí muchos milagros; y eso tiene Dios por menos que sacarlo y ponerlo entre
sus enemigos y de ahí sacarlo libre.
3. ¡Oh buen Dios, y qué bien a propósito
viene esto de lo que en estos capítulos vamos tratando! Bien es verdad,
hermanos, que dentro de nosotros están nuestras pasiones, que son más crueles
que leones hambrientos. Y con todo eso, quiere [130v] Dios más a un alma
recogida dentro de sí que no acá fuera entre los hombres y las criaturas. La
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razón es
porque esas pasiones tiénelas Dios enfrenadas para el alma que por recogerse se
hace spíritu, y sábeles tapar muy bien la boca para que no hagan mal al justo,
aunque más hambre tengan ni más ayunas estén. A quien ellas
despedazan y comen son a los peccadores, a los torpes y carnales, a los que son
y andan hechos carne; como hicieron los leones a los acusadores de Daniel, que
al instante los despedazaron6. Y este justo que allá dentro tiene
seguridad entre gente tan cruel, no tiene ninguna si sale por acá fuera donde
tantos enemigos tiene el hombre que le persigan. Y así por menos milagro tiene Dios darle al justo allá dentro lo
que hubiere menester, entrarle el sustento y mantenimiento a sus potencias,
aunque eso sea vía extraordinaria como hizo al propheta, que no salir acá fuera
a sentarse a la mesa con las criaturas, donde a cada paso se hallan ocasiones
más crueles que leones que matan y despedazan el alma. Y vivir en tierra y
sin tierra es grande milagro; entre las criaturas y sin tenerles amor
desordenado, milagro grande. Y así más quiere Dios dentro de mí hacer muchos
milagros que uno acá fuera, porque este uno es menester sea tan grande que
sobrepuje a los muchos de allá dentro.
4. Esta es la razón por qué el sposo en
los Cantares, en el capítulo 8, pide a su esposa que lo ponga sobre su corazón
por sello y sobre sus obras: Pone me ut signaculum super cor tuum, ut
signaculum super brachium tuum7. Como si dijera: No te fíes, sposa mía,
de ti propia, que por mucho que te ames mayor es el amor que yo te tengo, pues
tú propia muchas veces abres la puerta por donde tu espíritu sale a rondar
entre las criaturas y por donde ellas también entran en su compañía, de quien
son grandes los daños y males que le vienen; pero yo, [131r] si de ti me haces
portero, tendré grande cuidado con la guarda de tu corazón y de tus propias
obras si alguna vez fuere necesario que salgan acá fuera, que en fin, sellado
el corazón y la obra con el sello de mi poder, nadie se atreverá a romperlo o
falsearlo. Que en fin sello de rey sirve sobre el corazón del justo de lo que
servía el sello a la puerta de los leones, que guardaba a Daniel ne quis
faceret malum contra Danielem, no haya quien se atreva a hacer algún mal contra
el justo Daniel.
Tanto va más guardado el secreto de una
carta cuanto el sello que se le echa es de mayor autoridad. Y así abrir algún
despacho sellado y cerrado con el sello del rey, sería delicto grave. Por eso
pide el sposo que lo pongan a él propio por sello del corazón, que quiere él
ser guarda de ese castillo y fortaleza para que nadie entre ni salga y también
para ser testigo del que quisiere falsear los secretos que allí están guardados
para sólo el rey; y lo propio pide haga en su brazo: que lo selle y señale con
las propias armas, que es lo que hacen los que llevan hacienda del rey, que
encima de las cargas llevan reposteros con las armas reales para que por los
puertos y caminos las dejen pasar libres, sin desenvolverlas, ver lo que llevan
y pagar pasaporte. Es muy amigo
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el mundo y los que en él viven de registrar las obras del
justo, de cercenarlas y maquilarlas; y Dios quiérelas libres y enteras, y así
él propio quiere ser el sello y registro.
5. Si este lugar de los Cantares se
advierte con atención, hallaráni arrimadas a estas propias palabras
otras antecedentes y otras subsecuentes que sirven de dos causas y razones
eficacíssimas por qué el sposo pide a su esposa lo ponga por sello sobre el
corazón. Las palabras que anteceden a éstas que hemos declarado son éstas: Sub
arbore malo suscitavi te; ibi corrupta est mater tua, ibi violata est genitrix
tua. Pone me ut signaculum, etc.8 Notad por charidad que, para pedir el
sposo a la esposa que se recoja en su corazón y que de él lo haga guarda y
ponga por sello, le trai a la esposa a la memoria la perdición de Eva debajo
del árbor de la sciencia de lo bueno y de lo malo, donde dice que su madre fue
violada y corrompida. Y también le trai a la memoria lo mucho quej en
otro árbor habíe de costar el levantarla y resucitarla. Que eso quiere decir: Sub arbore malo
suscitavi te, ibi violata est genitrix tua, etc. No fue otra cosa sino decirle
a la esposa: Mira, esposa mía, qué de males entraron en el mundo [131v] por no
guardarse bien tu madre, que fue Eva, de quien siendo guarda Adán dio tan mala
cuenta que, apartándose de él, dio lugar a la conversación y coloquios con el
demonio, y ella guardó tan mal su vista que tanbién le dio lugar al agrado y
codicia de la manzana cuando vidit quod esset pulcrum et ad escendum
suave9; culpas y desconciertos quek no me costarán menos que
ponerme en una cruz. No seas tú causa de tantos males de culpa para ti y de
penas para mí. Por tanto pone me ut signaculum super cor tuuml. No te
quiero entregar a las criaturas que te guardenm, que en sus licencias
son largas y en tu guarda poco recatadas, ni a ti propia, que por mucho que te
ames muchas veces de ti propia eres engañada. Yo quiero ser la
guarda, la cerradura y el sello de tu corazón, que soy quien con veras te ama y
te sabrá defender de cualesquier contrarios y enemigos y de cualesquier peligros.
Mirad
por charidad si tiene razón el sposo de pedir a su esposa guarda, clausura y
recogimiento, cerraduran y sello, pues la poca guarda y recato le costó
a Eva y a todo el mundo perdición y corrupción, y a Cristo le costó muerte de
cruz y tantas penas y trabajos que eran menester lenguas infinitas para
contarlas.
6. La
otra razón que da y causa que pone para que su esposa selle su corazón con el
mismo esposo la declaran las palabras que luego se siguen. Dice, pues, el
Spíritu Sancto: Pone me ut signaculum super cor tuum, ut signaculum super
brachium tuum, quia fortis est ut mors dilectio et dura sicut infernus
emulacio10; la razón que te doy, sposa mía, porque me pongas por sello
y guarda es porque el amor es fuerte como la muerte y dura
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como el
infierno la emulación. Es decirle a su esposa que el amor de las criaturas es
fortíssimo y, si una vez entra, hace en un alma lo que la muerte, que la pone
fea, abominable. Y en la casa donde entra la muerte, todo lo saca afuera, y al
difunto lo echa en la calle y entriega a los gusanos. Esto propio hace el amor
desordenado de las criaturas cuando entra en un alma: que en ella nada deja que
no lo saca afuera, lo desperdicia [132r] y derrama, y a la propia alma la
entriega a cosas viles y bajas, que con más impiedad que los propios gusanos la
despedazan. Y pues tanto mal en un alma hace el amor fuerte de estas
cosas de acá afuera, bien será que guardes, esposa mía, el corazón y sobre él
me pongas por sello. Y si el amor destas cosas es como la muerte, la muerte
mill traiciones hace, ningún respecto tiene, por todas partes entra. Y lo
propio hay que temer del amor falso de las criaturas, que contra Dios ha
cometido mill traiciones y salteádole millares de corazones limpios y puros que
en muchos sanctos tenía Dios reservados para sí sólo, sin guardar respecto ni
reparar que aquellos lugares eran donde Dios tenía su entretenimiento. Si no, ¿qué ha hecho? Y sin reparo a todos
acomete: unas veces abriéndole la voluntad el casero de adentro; otras,
entrando ese amor desordenado por los ojos, orejas y demás sentidos,
persuadiendo a que se le dé la puerta llana de donde vienen tantos daños y
males al mundo y se causan tantos desafueros en almas justas. Por tanto dice
Dios: Pone me ut signaculum super cor tuum, ut signaculum super brachium tuum,
quia fortis est ut mors dilectio, etc.
7. Dice
más: "que la emulación es dura como el infierno". El infierno tiene
una cosa: que al que coge no lo torna, quia in infernum nulla est
redemcio11. Pues eso propio procuran tener las criaturas, las cuales,
envidiosas de la hermosura del alma, la procuran coger y aficionar a sí
propias, de tal manera que, si una vez la cogen, querrían que no tuviese
regreso ni tornase más a absentarse de con ellas.
Pienso quedan suficientemente
encarecidos los daños del spíritu acá fuera y la inportancia de su recogimiento
allá dentro, por donde debemos entender que nuestro Dios, deseoso de nuestro
bien, ha de buscar trazas y modos cómo un alma alcance ese recogimiento. Y uno
de estos medios es cuando Dios envía aflicciones mediante las cuales un alma
entra dentro de sí propia.
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