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CAPITULO 41
- Cómo el Spíritu Sancto nos reprehende con la sabiduría de animalejos bajos
nuestra ignorancia acerca del no guardar recogimientoa. Y de los males
y bienes que están encerrados en andar un alma dentro o fuera de sí propia
1. No
olvidó el Spíritu Sancto de apoyar y confirmar esta doctrina que vamos
diciendo. En los Proverbios, en el capítulo 30, n.26, dice: Quatuor sunt minima
terrae, et ipsa sunt sapienciora sapientibus: formicae, populus infirmus, qui
preparat in messe cibum sibi; lepusculus, plebs invalida, qui colocat in petra
cubile suum; regem locusta non habet, et egreditur universa per turmas suas;
stelio manibus nititur, et moratur in aedibus regis1. Cuatro
animalejos, dice Salamón, hallo que son los más bajos y desechados de la
tierra, los cuales son más sabios que los sabios del mundo, que pueden leer
cátreda (como si dijera) a los más doctos y bachilleres. El uno es la hormiga,
que rompe la tierra y hace bóvedas y aposentos en lo cóncavo de ella y los
enllena y provee, como el labrador discreto sus alholíes, de trigo y
mantenimiento necesariob en el verano. El segundoc animal es la
lebrecilla flaca, que sube y elige aposento en la encumbrada peña. El tercero
es la langosta, que no tiene rey que la enseñe y sale hecha escuadrones y
ejército y toda junta marcha y camina. El cuartod animalillo
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es una sabandijuela que llamamos salamanquesa, que no
tiene alas sino que, trepando con sus manecillas, tiene su casa y morada no
doquiera sino en casa de los príncipes y reyes.
No
viene fuera de propósito esta confirmación de la lección que en el capítulo
pasado nos leía la naturaleza prudente en los animales rústicos. Más sabios,
dice Salamón, son estos pequeños y desechados animalillos que los que en el
mundo se estiman por prudentes y discretos, pues vemos que éstos, hechos
cigarras y pajarillos parleros, pasan su vida andándose a la flor del berro,
enpinándose y encumbrándose sobre los arbolillos, matas y flores, chirlando y
cantando, haciendo fiesta al tiempo y festejando los buenos días y serenas
noches. Los cuales, si fueran discretos, debían aprender de las hormigas,
haciendo dentro de sí aposento y troxes donde con [144r] tiempo encerrasen
provisión spirituale que les sirviese def sustento cuando en el
inviernog de los trabajos y tribulaciones se viesen obligados a vivir
dentro de sí; imitando a las lebrecillas y conejuelos, que, apercibiéndose para
su flaqueza, ponen sus nidos y camas en las scondidas piedras, donde sus
contrarios con facilidad no las puedan sacar de rastro; y no menos siguiendo
las pisadas de las sabandijuelas, que con sólo el trabajo de sus manos, sin
otras alas, se entran en las casas de los reyes.
2. No es de menos valor el alma de un
justo, pues dice el Spíritu Sancto que es silla y asiento de la sabiduría de
Dios2. Esa es casa real y cielo de gloria que alaba a Dios, según lo
que dice David tratando de los scogidos: que son cielos que glorifican a
Dios3. Esta casa y esta morada no se debe trocar por todas las que el
mundo tiene, aunque estén vestidas de cuantas riquezas posee; sino, con los
pies y manos que Dios le diere, que es su gracia y ayuda, procure vivir en sí
retirado y recogido. Que de príncipes y reyes es no ser demasiado de común de
las personas ordinarias. Muy por jubileos lo ven y tratan aun las personas que
lo buscan; qué fea cosa fuera un príncipe que tiene ricos y hermosos palacios
andar entretenido y pasando tiempo en las casas viles de los tahúres y
jugadores, en las tabernas y caballerizas de los mesones.
Dime,
alma, en quien Dios edificó y puso tales moradas, tales edificios y casa real
como dentro de ti tienes, ¿cómo no te afrentas siendo de casta y casa real,
pues tan a boca llena san Juan te llama hijo de Dios, nacido no por carne ni
sangre sino por gracia y misericordiah suya4, de andar y vivir
en estas viles y bajas caballerizas de la tierra pisada y acoceada de tus
propios enemigos? ¿Por qué no abres los ojos y miras ubi nunci postrata
sis, como dice Dios por el propheta [David] a su pueblo, y donde conculcaverunt
te inimici tui5, y te entras en compañía de Dios que dentro de tu alma
te aguarda?
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3. Notó Cayetano sobre aquellas palabras
del Génesis, capítulo 2, donde dice la Scritura que, habiendo Dios de formar a
Eva, tulit una de costis eius et edificavit eam in mulierem; que le quitó Dios
a Adán una de sus costillas y de ella edificó mujer para Adán. Notad -dice este
autor grave- que no dice: "formó" o "crió" o
"hizo" de ella una mujer, como dicej la Scritura de las demás
obras que Dios habíe hecho, sino "edificó", que es propio de las
casas, para darle a entender a la mujer que, para [144v] ser quien debe y
guardar la honra y gravedad de su marido, ha de ser casera y ha de traer
consigo pegada, asida y edificada la casa donde siempre ha de estar
recogida6. Pues, si a la que ha de ser mujer de un hombre y esposa de
otro igual le dan y hacen casa en que siempre y en cualquier tiempo esté
recogida, ¿qué hemos de decir del alma del justo, esposa del mismok
Dios, hermana querida y compañera de Cristo?
4. Y aun por eso el Spíritu Sancto llamó a
estal alma, figurada en la esposa de quien trata en los Cantares,
"güerto cerrado" y "fuente sellada"7. En esto se diferencia la comida y
bebidam de los reyes a la de la gente ordinaria: que aquella va tapada
y guardada llevando consigo mayordomos, maestresalas y alabarderos, y la comida
de la gente común se da sin recato ni cuidado alguno. En el
"güerto" y en la "fuente" dio allí a entender el Spíritu
Sancto que el alma del justo es comida entera para Dios, pues es güerto de
fructa y agua de fuente. En pedir sea cerrado y sellado pide grande cuenta en
que, como comida y bebida de príncipe y rey, se cierre y selle tapándose y
encubriéndose a todas las criaturas del mundo, de quien puede caer polvo o
alguna inmundicia que cause asco al que le hubiera de comer.
5. La
misma razón lo pide. ¿Qué labrador hubiera en el mundo que, tiniendo un cercado
de ricas uvas y fructas y una fuente de agua muy dulce, tuviese lo uno y lo
otro abierto y patente para todos cuantos van y vienen? Bueno fuera que del
jardín sólo gozara el amo la sobra y rebusca que dejaban los estraños y que
bebiera el agua en que se revolcaban los lechones y pisaban las bestias. Mayor
mal tiene un alma sin guarda y recogimiento, pues no sólo en ella entra quien
la destruye y roba su hermosura, enturbia y encenaga su pureza, sino que ella
propia por las puertas que tiene patentes y portillos de sus sentidosn
como ramera, se sale de casa y ella propia convida a las criaturas que de ella
no se acuerdan, ella propia se hace pregonera, ventera y tabernera de los
bienes que los otros no conocen. La paga que de todo lleva es ignominia y
afrenta, la que le queda al árbor a quien apedrean y
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apalean para
quitarle la fructa y lo que le queda a la fuente de quien bebe la bestia, que
lo primero la pisa y enturbia.
6. Y
si queremos saber el premio y paga que trairemos fuera de este recogimiento
interior que tanto le inporta al verdadero religioso, consideremos la salida
que hizo Dinao, hija de Jacob y hermana de doce patriarcas, [145r]
cuando salió a pasearse por las plazas y calles de Siquén, cuán perdida y
estragada tornó a su casa8. No pongamos exemplo en ella sino en la
esposa de quien tantas veces hemos hablado: que saliendo de su recogimiento a
buscar a su esposo, encendida y abrasada con un amor divino y celestial, torna
sin manto y herida y sin topar quien le dé nuevas del que tanto su alma ama.
¿Qué tienes tú que aguardar que sales de ti propio no lleno de amor sino de
tibieza y flojedad, y no buscas al que debe amar tu alma sino al que con veras
debe aborrecer? Si la que de su persona tiene tanto cuidado que, cuando más
descuidada está, dice que durmiendo ella vela su corazón y cuando más vela
vuelve a su casa despojada de las guardas9, ¿qué puede aguardar quien
en su comparación cuando más vela duerme? ¡Oh si un alma, cuandop
después de estos paseos y divertimientos fuera de sí torna a sí, se mirase! ¡Cómo se vería
desnuda y despojada del adorno de las virtudes y aun herida de ignominia y
afrenta de los agravios que todas las criaturas han hecho a su alma, esposa de
Cristo!
7. Por eso pide Dios por el propheta
[Ezequiel] a su pueblo, que apartándose de él dioq en casa de los
dioses de madera y ídolos de palo, que se mire r: Vide quod nuda
sis10; mírate a ti propia y verás cómo te hallas desnuda. ¿Qué le
podían dar dioses tan pobres, que ellos han menester con qué cubrirse, sino
quitarles lo que tienen encima? Porque todos ellos son como la zarza y cambrón,
de quien dice la Scritura en el libro de los Jueces que él sólo quiso aceptar a
ser rey y señor entre todos los árbores11. Pues id al cambrón que os
favorezca, y lo que llevaréis será que os quitará de los hombros el vestido que
lleváredes y os sacará la sangre de las venas.
Esto
hacen todas las criaturas fuera de Dios: que su pobreza es tanta que, cuando salimos
de entre ellas, es fuerza dejar en ellas el adorno y vestido que antes cubría
nuestra desnudez; y aun quiera Dios no nos saquen de las entrañass la
sangre que ahí tenemos de Cristo, dejando la fee y lealtad que a un sólo Dios
tenemos, dándoselo a quien no lo merecet, que eso es propiamente
idolatrar aunque disimuladamente. Cuánto mejor es y de mayor consideración
tratar con Dios, que es rico y tanto que, no tiniendo [145v] él necesidad de
nuestros bienes, abre su mano y enllena todo animal de mill
bendiciones12; y es el que, a poca costa y sin sacar nada de su casa ni
menoscabar su hacienda,
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viste de particular hermosura a los lirios y flores
del campo y sustenta las aves del cielo13.
8. Todo esto lo hallaremos dentro de
nosotros propios, si ahí lo queremos buscar, porque mientras en este mundo
vivimos nos puso Dios dentro de este cuerpo como en cárcel y en clausura. Así lo dice David: Educ de custodia animam
meam14; deseaba que lo sacasen de aquella estrechura donde se veía
obligado a vivir. Y san Pablo dijo: Cupio disolvi et esse cum
Christo15; donde al cuerpo lo llamó brete y cadena. Pues pregunto yo:
si un juez tuviese a un hombre preso y fuese a visita de cárcel donde se hacen
los favores y mercedes y hallasen que el preso se había ido a pasear fuera de
la cárcel, quedaríe infaliblemente privado de esos bienes. Los cuales no se dan
sino al alma que de veras está en clausura y recogimiento, como ahora lo
veremos, siendo Dios servido, en este capítulo que viene.
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