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CAPITULO 42
- Cómo el asiento de los dones spirituales es el alma, y ahí ha de acudir un
hombre a gozarlos y no a las criaturas andando fuera de sí propio
1. Ansioma es de los artistas muy trillada
que actus activorum sunt in paso bene disposito1; que los agentes hacen
en los pacientes bien dispuestos. Que por eso no nacierona y llegaron a
colmo las tres partes de simencera que dice el evangeliob que el otro
buen labradorc derramó entre espinas, sobre peñas y en el
camino2. No hemos de querer sacar las cosas de su curso y
naturalezad: los peces en el agua, las aves en el aire y las bestias en
la tierra. Fuera disparate querer trocar estas cosas; que aun los muchachos,
para encarecer sus mentiras, dicen que los peces correne por la tierra
y los bueyes por la mar. Esto he dicho para que todo hombre se persuada [146r]
que ni las cosas temporales ni corporales son capaces de los bienes spirituales
con que Dios pretende enriquecer un alma; y que buscar la gracia, elf
perdón de peccados y aumento de charidad en las criaturas que es buscar los
bueyes en la mar y los peces en la tierra.
2. Qué bien dijo esto el propheta Esaías
en el capítulo [57]: Veniat pax et requiescat in cubili suo3; venga la
paz, more, aposéntese y descanse en su aposento y palaciog. No fuera
bien que a la gracia con que Dios justifica un alma le dijéramos se asentara en
un guijarro o en un palo, que su casa tiene y aposento, que es nuestra propia
alma, y ésa es la casa de la paz y de todo lo bueno. Ni aun nuestro cuerpo es
capaz
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de este bien, porque es criatura mortal y perecedera
yh sólo goza de las sobras y cercenaduras que le da el alma.
3. Esta doctrina nos la confirma el mismo
propheta Esaías en el capítulo [35]: In cubilibus, in quibus prius dracones
habitabant, orietur viror calami et juncii4. Va tratando el sancto
propheta de los bienes de la ley de gracia; y dice que en los aposentos y
retretes donde primero habitaban dragones, en ésos propios dice que nacerá la
frescura y hermosura de la gracia. ¿Dónde -pregunto yo- primero habitaban los
dragones, dónde se recogían, tenían sus cuevas y moradas sino en las almas de
los obstinados? Porque los cuerpos no son capaces para que en ellos se sujete
el peccado. Pues para que el hombre entienda que el fructo de la redención y
gracia de la ley evangélica tiene su casa en el alma del justo, por eso dice
que en el lugar donde por el peccado y culpa vivía el demonio, en ése propio ha
de habitar y vivir la gracia. Luego, si en el alma se hacen estas cosechas y se
llevan estos fructos y se parecen estos verdores, desatino es buscarlos acá
fuera en el trato y communicación de las criaturas, porque nadie puede dar más
de lo que tiene. ¡Oh, qué
rica es el alma a quien con particular gracia ama Dios! ¡Oh, cómo si en ella
buscásemos riquezas para el cuerpo y para todo nuestro bien y reposo, ella nos
las daría!
4. Leíai
yo ayer en la descripción de la Tierra Sancta cómo en Sicharj, pueblo
donde Cristo convirtió a la Samaritana yendo a sacar agua de un pozo que al
presente estaba algo lejos del pueblo, dice el autor que esta ciudad tiene un
valle pegado a ella de muchas fuentes y aguas muy buenas; y dificulta cómo la
Samaritana iba por agua tan lejos habiendo otras mejores más cerca. Responde que entonces
no las debiera de haber y que puede ser después acá haberlas [146v] descubierto
el tiempo.
Yo digo
otra razón y es que la miseria de los peccados de aquella mujer la traían tan
ciega que no veía lo mejor que estaba a la puerta de su casa y con mayor
trabajo buscaba lo peor. Digo
lo segundo, que pudo ser, como mujer peccadora, no se atreviese a ir donde iban
las demás para no ser vista, porque es propiedad de peccadores andar siempre a
sombra de tejados y huyendo del consorcio de las gentes5. Digo lo
tercero, que pudo ser se le antojase alk hombre ajeno o rufián que
tenía beber agua del pozo que estaba más lejos, porque para eso nos quiere el
demonio, para esclavos, aguadores y azacanes de nuestros vicios.
Esto es lo que yo voy tratando,
almas sanctas, que dentro de nosotros propios tenemos los prados y jardines
amenos que con su propia mano ha plantado el soberano Señor. Ahí están las fuentes
dulces de su divina gracia y los arroyos caudalosos de su sangre y méritos.
¿Quién puede
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ir más lejos y fuera de sí a buscar agua a los pozos de
las criaturas sino quien a Su Majestad ha cometido traición; quien está amancibado
y entregadol a amo y dueño ajeno; quien por estar en pecadom
yn ciego para no ver lo que en sí tiene; quien avergonzado de sus
culpas no se atreve a entrar dentro de sí propio; quien por dar gusto a sus
apetitos y sensualidad quiere más lo vil y bajo de la tierra que lo rico del
cielo?
5. Entre
otros nombres y apodos que dio aquel celestial esposo a su querida
esposao, debajo de cuyo nombre nuestro gran Dios y enamorado Cristo se
requiebra con un alma spiritual, uno fue y muy repetido en el libro de los
Cantares llamarla paloma mía. Y porque esta es un ave voladora, inquieta, de
ligero vuelo, que tan presto está en la hornilla y agujero del palomar como en
los sembrados ajenos comiendo a sus anchuras, le añade y dice: Columba mea, in
foraminibus petrae, in caverna maceriae6. Advertid que el alma de quien
yo trato no es como cualquier paloma, sino como la paloma recogida, encerrada y
metida en su palomar y agujero; no se puede llamar mía el alma vagabunda,
inquieta, bulliciosa, que con el pensamiento más ligero que las alas de las
palomas corre los sembrados y casas ajenas, sino sólo aquella que está
encerrada dentro de sí propia.
Quiero decir más. Que parece en
aquellas palabras inp foraminibus [147r] petrae, in caverna maceriae
quiso hacer diferencia entre dos géneros de palomas que hay: unas, caseras o
las que se crían en los palomares; o las silvestres, que se crían en los
campos. Y aquí parece que el Spíritu Sancto trató de las palomas silvestres, que
por otro nombre solemos llamar torcaces, porque estos nidos más son propios de
este género de palomas que no de las que se crían en los palomares, a quien
hacen hornillas y se crían en buenos edificios. Y aquellos vocablos in
foraminibus petrae, in caverna maceriae más significan los cóncavos de las
peñas y agujeros de los montes que otra cosa, porque maceria quiere decir
propiamente albarada o junta de piedra seca. Ahora pues, ¿qué más tienen las
palomas caseras y las que se crían en los palomares? Digo que hay esta
diferencia entre las unas y las otras: que las que se crían en casa y en los
palomares son palomas que se manosean, cogen y sueltan, les quitan y toman las
crías cada mes; pero a las silvestres o palomas torcaces no, porque sus nidos
son muy retirados y apartados del consorcio de la gente. Pues así digo quiso
decir el Spíritu Sancto: aquel alma será mía, mi querida y esposa que, siendo
simple como la paloma, es simplicidad recogida y apartada en lo secreto de su
alma y corazón, no dondeq su recogimiento y clausura la puedan los
hombres manosear ni donde le puedan coger r, inquietar o perturbar los
sanctos y buenos pensamientos que engendrare y criare, sino un alma que pone y
hace
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su nido dentro de sí propia en partes tan arduas y
escondidas que sólo Dios, con quien trata sus amores, los sepa y conozca.
6. Dime, alma sancta, cuyos bienes y
hermosura el Spíritu Sancto nos los pincta en las celestiales y divinas
propiedades de estos simples animalitos, ¿cómo de una vez no apriendes y
afierras en cosa que tanto te inporta y conviene? No permita Dios por quien Su
Majestad es que por mí se diga lo que el Spíritu Sancto dijo en los
Proverbios7, según diximos al principio del capítulo pasado: que habíe
cuatro maneras de animalillos bajos más sabios que los más doctos del mundo. De
los tres explicamos. El cuarto [147v] era la langosta, que sin tener rey o
capitán que las guíe, camina y vuela en escuadroness y ejércitos
formados. Tú, Dios mío, me distet razón que me enseñe, entendimiento
que me alumbre, y tú, Dios mío, eres mi maestro, mi rey, mi capitán y mi guía;
y aun todos estos animalillos de quien hemos dicho me enseñan y dicen los
caminos más acertados que tengo de llevar para caminar a ti, que eres el fin y
premio de los que de veras te buscan. Digo, pues, Dios y Señor mío, que no
permitas tú, Señor, que tiniendo tantos maestros y doctores, reyes y capitanes,
traigau yo por el mundo desperdiciadas mis potencias, vertidos mis
sentidos como ganado sin pastor; que ahí sería el decir con razón y con verdad
que más sabias y doctas son las langostas que yov, siendo enseñado de
tales maestros y debiendo ser mucho más prudente que las serpientes8.
¡Oh
Señor, y si de veras quedase yo persuadido a vivir dentro de mí y ahí, como en
cárcel, aherrojarme con los grillos y cadenas de tus preceptos, mandamientos y
consejos! ¡Oh, qué grandew commodidad para esto tiene el hombre!, pues
su alma la pusiste detrás destas paredes del cuerpo, donde, enparedada, se
puede hacer sorda a todos los gritos y voces de las criaturas, y responderles
con un silencio y voz muerta, cuando la llamarenx, lo que el divino
Pablo: Iam non ego9, no está aquí quien buscáis, sino sólo Cristo, que es
el que entretiene al alma que por su amor se absentó y huyó a esa soledad. Tal
y tal compañía nos entre por nuestras puertas, con gran seguridad de no
perderla para siempre jamás.
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