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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 45 - De algunos exemplos y figuras que nos incitan y provocan a este recogimiento interior
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CAPITULO 45 - De algunos exemplos y figuras que nos incitana y provocan a este recogimiento interior

 

            1.         Yo pienso que el vivir el hombre con tanto descuido y seguridad entre las criaturas y cosas exteriores, le proviene de no sentir los daños que de esa parte le vienen; que, si los echara de ver, de ellas se guardara. Está el pajarillo en el nido mientras no le sale la pluma para tapar y encubrir su corpezuelo. No ha salido el árbor de la tierra cuando nace vestido conb la corteza sobre otro cuerpo del que tiene por cuberturac el corazón de un leño; y si este primero le quitan, hace tanto sentimiento que se seca luego. Y ¿quiere el hombre, que en el cuerpo y en el alma nace desnudo del vientre de su madre, vivir entre las criaturas en público y volar por los aires sin la pluma de la virtud que debe aguardar en el nido y recogimiento, y que quiera conservar [153v] su corazón con nuevo verdor y vida, tan descortezado y en público a las inclemencias de las criaturas el tiempod que entre ellas vive?

 

            2.         Rara cosa que vemos lase fructas de que gozamos en el invierno, que las produce la naturaleza con una, dos y tres cáscaras y cubiertas, como lo vemos en las almendras que nacen con tres vestidos; las castañas, nueces y avellanas, cada una destas fructas con otros tres, sólo para defenderlas de los fríos y rigurosos temporales y hacerlas de dura. Lo cual no hace la naturaleza con la guinda, ciruela y manzanaf, las cuales fructasg, por gozar de tiempo apacible en el verano, las crió desnudas con un pequeñito hollejo que apenas tiene qué quitar. ¡Oh buen Dios!, y si ya acabásemos de entender que en la otra vida, donde gozaremos de buenos temporales, no será necesario tapar y encubrir nuestro corazón, nuestra alma y espíritu; pero en ésta, donde todo es hielo frío y tibieza, necesario es ponerle muchas cuberturas y guardas que lo defiendan de tantos peligros exteriores como cada día se ofrecen.

 

            3.         Bien se deja entender que el lecho de Salamón estaba bien retirado y cubierto con hartas cortinas; y con todo eso, cuando Salamón entraba en él, dice la Scriptura que setenta varones fuertes lo cercaban y rodeaban, porque la noche trai consigo muchos temores: Septuaginta fortes ambiunt lectulum Salamonis, omnes tenentes gladios in manu suah, propter timores nocturnos1. Pues nuestro corazón es cama y lecho del mismo Dios, más que Salamón, no nos debemos contentar coni tenerlo retirado en este nuestro cuerpo y con tantas cortinas como tiene en estas telas y carnes corporales; debemos velar con nuestros sentidos para guardarlo


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con toda guarda, que así lo pide el Spíritu Sancto: Filii, serva cor tuum omni custodia2. Nada haya [154r] en nosotros que no haga officio de fuerte soldado que guarde el lecho del mismo Dios, que es nuestra alma entendida por el corazón. El entendimiento debe ser un capitanazo robusto, que con sus razones y silogismos la defienda de las tinieblas del demonio; la voluntad, otro que con sus deseos y afectos la aficione a las cosas celestiales y la aparte de las terrenas; la memoria debe ser otro fuerte soldado, que con la presencia y acuerdo de los males y culpas pasadas dispierte y avive nuestra cobardía. Estos son los cuchillos que tenían en las manos los soldados que guardaban el lecho de Salamón. Estas eran las cortinas que tapaban y encubrían el arca del testamento3; éstas, las pieles y cuberturas de la tienda de Salamón4. Esta es la tez y lo negro que tapa y encubre la hermosura interior de la esposa de Cristo5. Estas son las carnes, güesos y costillas que encubrían las entrañas de los animales que pedía Dios le ofreciesen, parte que sólo reservaba para síj y para que fuese en el altar quemada, dejando las partes exteriores para que fuesen divididas entre el sacerdote y el pueblo6.

 

            4.         Que parece no se paga Dios de exterioridades, sino de lo más secreto y escondido, de lo más limpio de polvo y paja. Por eso quería al sacerdote tan apartado de los demás cuando le hubiese de ofrecer sacrificio y tan sólo cuando lo ofreciese. Y aun pudo ser que ésta fuese la causa por qué entre todas las cosas que del hombre podía pedir Dios en sólo el corazón pusok más fuerza para que se lo diese todo entero, porque en el hombre no hay cosa tan sola y encubierta como el corazón, porque todas las demás


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partes del cuerpo estánl acompañadas y sólo el corazón está solo. Dos pies tiene el hombre, dos manos, dos ojos, orejas, etc. Güesos, costillas y las demás partes del cuerpo están acompañadas y, si acaso están solas, son partes que se pueden dividir sin que el hombre [154v] perezca y acabe; o son partes exteriores. Pero el corazón no consiente división ni publicidad, tanto que, si sólo llegase a él una puncta de alfiler, acabaría y moriría el hombre. Tampoco consiente lo descubran de alguna de las telas o cuberturas que le dio la naturaleza. Figura y dibujo que quiere Dios al alma del justo sola y a solas, sola, retirada y escondida sin que consienta publicidad de su spíritu y fervorosos pensamientos; y a solas, que no quiere se divida ni partam. Por eso lo tiene Dios tan retirado y escondido, porque el mundo no le caza ni lo pida, que es un atrevido que cuanto ve quiere.

 

            5.         A este propósito noto que sólo el corazón parece que en el hombre tiene vida propia particular, porque vemos que para menear yo la mano o levantar los ojos he menester particular consulta y acuerdo con mi persona, y lo propio para cualquier movimiento de todas las partes del cuerpo, y para menearse el corazón no es necesario esta consulta y decreto: él se tiene cuidado de andar dentro de mí y menearse, que parece que es cosa apartada o que tiene otro dueño particular fuera de mí, que sin mi licencia le está dando vida para que, a modon deo rueda y aguja de relox, pase sus líneas y puntos. Y esto es para nos dar a entender quep todas las partes del cuerpo, fuera del corazón, tienen en sí su reposo, que no buscan más, antes descansan cuando están paradas. Pero el corazón ni en sí ni en el hombre tiene su descanso: sólo en Dios; y mientras en este mundo está, está inquieto hasta queq halle lo que busca y desea. Así lo dijo san Agustín: Cor nostrum inquietum est donec veniamus [155r] ad te7. Anda el corazón del hombre buscando lo que desea y, como no lo halla, no reposa hasta que llegue la hora y disparen las ruedas de este relox y compuesto humano y suba nuestro espíritu, que ése es nuestro corazón, a Dios que lo crió.




a  sigue a este tach.



b sobre lín.



c  las síl. bertura sobre lín., en lín. vestido tach.



d el tiempo sobre lín.



e  sigue fru tach.



f  sobre lín., en lín. camuesa tach.



g  al marg.



h  omnes-sua al marg.



1 Cant 3,7-8: "En lectulum Salomonis sexaginta fortes ambiunt ex fortissimis Israel, omnes tenentes gladios, et ad bella doctissimi: uniscuiusque ensis super femur suum propter timores nocturnos".



i   sigue síl. tach.



2 Prov 4,23.



3 Cf. Ex 26,31-37.



4 Cf. 1 Re 7,2ss.; Cant 3,9-10.



5 Cf. Cant 1,4.



j  sobre lín.



6 Cf. Lev 7,2ss.



k corr. de pudo



l   sigue solas tach.



m sigue que tach.



n  las síl. do sobre lín.



o sobre lín.



p sigue las den tach.



q sigue síl. tach.



7 Confess., I,1,1 (CCL l.27,1): "Tu excitas, [Domine] ut laudare te delectet, quia fecisti nos ad te et inquitum est cor nostrum, donec requiescat in te".






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