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CAPITULO 53
- Cuán mal hacen algunos que en el principio de su perfección se quieren
encargar de muchos officios sobre sus fuerzasa
1. De
aquí saco yo lo mal que lo hacen muchos religiosos y siervos de Dios que, de
cuatro días de celda y de ocho de convento y de un mes de pies descalzos,
quieren salir a predicar, a enseñar, a dar voces por las calles y a convertir
gente y a moler, como ahora decíamos, siendo arroyuelos y charquillos que para
poco o nada valen, como si fueran molinos de Tajo, que cada uno tiene diez o
doce piedras y todas trabajan porque para todas tiene agua. Que el siervo de
Dios, el religioso de 20 años o 30 de hábito, diez de desierto y toda su vida
de oración y recogimiento quiera tener cuatro o cinco officios, uno de prelado,
otro de predicador y otro de confesor y otro de consejero y otro de visitador,
vaya, que si raudar trai el río, a todas esas piedras dará en qué entender y a
todos esos officios será Dios servido darle gracia para que los enllene y
cumpla con todos. Pero que un hombre nuevo, principiante, que apenas sabe qué
es un poco de recogimiento, quiera, como si fuera río caudaloso, abrazar muchos
officios, acudir a muchas cosas, téngolo por desatino que tenga facultad para
tanto, si no es que es molino de viento y quiere moler con el aire, que todo
sea viento y aire lo que dice, lo que predica, lo que hace, lo que ordena y
aconseja.
2. En
una cosa se diferencian los molinos que están en los ríos caudalosos a los
molinos de viento y a los molinos, como decimos, que están en los arroyuelos:
que aquéllos muelen siempre, si no es que algunas veces se atolvan1
(que así creo lo dicen) cuando no muelen por mucha agua; pero estotros no
siempre, si no es cuando corre viento, - 732 -
va ratos, a bocanadas o cuando
en los arroyuelos vino algún turbión y llegó alguna avenida. ¡Oh buen Dios!, y
qué es ver tus siervos obrarb con continuidad, con perseverancia, y
acudir siempre a las cosas que son de tu servicio sin jamás cesar, ya a la
predicación, a la confesión, al gobierno y a otras obras de charidad, porque
para todo hay caudal [171r] que es tu divina gracia. Y si alguna vez cesan,
suele ser porque muchas veces a quien tú, Señor mío, de veras amas, envías con
tanta abundancia y suele muchas veces llegar tal avenida que se tolvac
o atolvad la lengua de suerte que la grandeza de amor tuyo derriba y no
deja hablar, como la pequeña boca en la vasija que de golpe se quiere derramar;
y suele muchas veces la mucha gana, el grande fervor y el deseo excesivo y
entrañable del bien de los hombres hacer a estos tus siervos detenidos y
estorbados en estos tus officios.
Pero esotros, que hemos comparado a
los molinos de viento y a los arroyuelos, no siempre muelen, no siempre obran,
sino cuando tienen gana, cuando corre viento: predican cuando hay mucha gente,
o poca y muy granada, toman los officios cuando son de provecho y honrados,
acuden a la confesión si es de consideración, y así en las demás obras que
hacen, siendo como decimos de los arroyuelos pequeños, que cuando llueve crecen
y hacen bien este officio y, si es tiempo seco, cesan y huelgane, que
es decir: si sienten premios y en su celda y casa llueven honras, provechos,
regalos, corre el officio y acuden al trabajo; pero, si es tiempo seco, todof
cesa, que es decir que, en el punto que faltan las alabanzas y se quedan
después de sus trabajos boquisecos, ellos también se secan y enjugan en el
ejercicio de las cosas que están a su cargo.
3. Ahora
quiero decir y dar un consejo, cómo los arroyuelos se hacen ríos, para que el
que no tiene suficiencia para acudir a sus officios, la tenga. Digo, pues, que
todos los ríos en sus principios son fuentes muy pequeñas o arruyuelos de poca
consideración, pero, pasando un lugar y otro lugar, cuanto más se van desviando
y apartando de su principio tanto más se van haciendo caudalosos, porque les va
entrando una y otra fuente, uno y otro río, hasta que al cabo de algunas leguas
llega con la suficiencia que hemos dicho. Digo, pues, que todos
los siervos de Dios en sus principios son fuentes muy pequeñas, pero,
perseverando en su camino y des[viándose] [171v] y apartándose de su principio,
se vienen a hacer hombres muy perfectos y siervos de Dios y con la suficiencia
que vamos diciendo, porque vida que pasó por diez años de soledad y quince de
recogimiento no pudo dejar de pegársele y juntársele muchos bienesg que
Dios communica en semejantes lugares, y viaje que pasa por lección de libros
sanctos de otros tantos años, también es fuerza que ahí se les pegue y junte el
spíritu de los doctores de la Iglesia y costumbres sanctas de los varones
scogidos. Diez años de una tabla acompañados de tres disciplinas cada semana y
comidas
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de hierbas, vaya, que todo eso pega, engorda el
spíritu y aumenta la gracia de suerte que, como decimos, haga moler las piedras
arriba dichas y cumpla con los officios que se le encargaron.
Pero
que en el principio quiera un hombre ser río caudaloso en dos años de
religioso, en quince días de devoción y en ocho de recogimiento, es inposible
que este tal pueda acudir a obras tan levantadas; harto será que haga algún
amago, alguna muestra, pero él cesará y parará tan presto que le pese y se
arrepienta de se haber encargado de tantas moliendas por codicia de las maquilas,
las cuales no llevará ni el fructo de los officios cogerá si no cumple con
ellos y mueleh el trigo que a sus piedras y moliendas fuere.
4. Con éstos digo yo que hace Dios una
singular merced y misericordia, y es pararlos y detenerlos, que no corran, que
se represen y junten los dones y gracias que Dios les diere en la celda y en su
recogimiento interior para que, si no pueden de contino acudir a obras grandes,
siquiera muelan de represa de en cuando en cuando, que en fin, como dice el
artista, singula quae non possunt, multa colecta iubant; lo que no pueden
muchas cosas cada una de por sí, todas juntas valen y pueden. Etc.
[172r] Jhs. Mªa
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