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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 55 - Cuán mal hace el hombre de dar acogida en su corazón a las cosas de la tierra. Los males que de ahí le vienen y la libertad que toman
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CAPITULO 55 - Cuán mal hace el hombre de dar acogida en su corazón a las cosas de la tierra. Los males que de ahí le vienen y la libertad que tomana

 

            1.         Y si lo ha de estar es, como decimos, allá dentro en lo más scondido de su corazón, donde las criaturas por sí solas ni saben ni pueden entrar; no saben porque son ciegas y, si el hombre no les da la mano y las adiestra haciéndose scudero y bracero, no pueden acertar. La afición es quien da con ellas en el retrete más escondido que se puede imaginar de nuestro propio corazón. Así lo dice el propio lenguaje de los del mundo cuando a la cosa que bien quieren suelen llamarla: mi vida, mis entrañas y corazón; y cuando menos, suelen decir queb tienen tanta afición y amor a las tales cosas que las tienen puestas en su corazón.

 

            ¡Oh miseria humana! ¡Oh ceguera sobre todas las tinieblas del mundo, que llegue la ignorancia o malicia del hombre a tanto que, habiéndole Dios dado corazón para que lo trueque y lo convierta por gracia y unión en el de Dios y que sirva de casa y aposento del propio que lo hizo y lo crió, y que no solo lo niegue sino lo y entriegue a cosas tan viles y bajas como estas de la tierra! ¿Qué digo: lo entriegue? El propio las entra allá dentro y les ruega lo reciban por siervo y por esclavo. Di, hombre, ¿no te afrentas de ser siervo y esclavo de cosas muertas? ¿Qué vida pueden dar a tu pobrec y miserable corazón más de convertirle en ellas mismasd?

 

            2.         Así lo dices tú cuando a la vil mujercilla o al oro o plata lo llamas tu corazón. ¿Es posible que no te avergüenzas de que tu corazón sea ramera, oro o plata? Si esto que tú dices eres, corazón asqueroso, feo y perdido tendrás, como lo es la mujer deshonesta; corazón de oro y de plata insensible serás [174v] y criatura muerta, porque cuando él tenga la vida o vivicidad que quisiere, pegado con criaturas muertas, cada uno ha de hacer lo que pudiere para convertir a su compañero y amigo en sí propio. Pues ya sabemos que el corazón por mucha vida


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que tenga, no la puede dar a las cosas muertas que en sí estuvieren, porque sólo Dios es el que con su infinito poder la puede dar: Ipse est in quo movemur et sumus1. Las criaturas, eso sí, pueden dar la muerte, porque para eso son poderosas.

 

            3.         Según esto, pudiendoe las criaturas en razón de dar lo que en sí tienen, que es la muerte, más que el corazón en razón de dar la vida, cuando se junten, muerte entrará en el corazón y no vida en las cosas que en él se hallarenf. Acá vemos que, si pegaran un hombre muerto con un hombre vivo, que dentro de pocos días entramos fueran muertos; y aun martirio era que de antes daban a los sanctos. Pues, según esto, hombre de corazón muerto, sin vida, sin sentido, sin gracia, sin acciones, que todo eso le falta al muerto, ¿qué piensas ha de ser de ti sino que te ponga Dios con los muertos y te arroje en el carnero del infierno? Porque no será razón que el muerto entre eng la ciudad de los que viven. Abre, hombre, los ojos, no lleves a tu casa por quien menos seas, entra a Dios en ella por quien más ganes. Dios es tan poderoso que, cuando tú estuvieras muerto, te diera vida, cuando pobre, te enriqueciera.

 

            4.         Advierte que el criar Dios todas las criaturas, fuera del hombre, tan ciegas, tan cortas e insensatas, es porque ellas por sí propias no se atrevan, sepan ni apriendan a entrarse en esos secretos aposentos, si el hombre por su gusto no gusta de les dar la mano y entregar la posada, como queda dicho. Y eso es lo segundo de que dijimos carecían de poder, que ninguno tienen para abrir la [175r] voluntad del hombre si él no quiere. Verdad es que lo pueden aficionar, rogar y pedir, lo cual hacen convidando con su hermosura, porque, como ahora decimos, cada cosa desea su aumento y más perfección, valer más; y como, convertidas en corazón humano son más y valen más que lo que antes eran, es certíssimo no hay ramera ni mujer pública que así ruegue con su persona como estas criaturas ruegan y se deshacen y hacen lenguas porque el hombre les buena acogida. Désela en buena o en mala hora, que, si buena fuere para las cosas criadas que dentro de el propio hombre entran, harto mala será para el mismo hombre, porque mete en su casa ladrones que le roben (como dicen) las entrañas, la vida y la honra pues le dan muerte y lo truecan en lo que es menos que él.

 

            5.         Esto propio dijo David de aquel pueblo ciego que en el desierto dio en adorar un becerro y en aficionarse a cosa tan vil y baja: Mutaverunt (dice) gloriam suam in similitudinem vituli comedentis fenum2; que trocaron su honra y gloria en una semejanza de un becerro, que a lo que más se estiende su vida es a comer paja.

 

            Advirtamos el encarecimiento que hace David de los que entran en su corazón afición de cosa que no sea Dios: que la honra y gloria que tiene por Dios la truecan no por becerro vivo sino por la semejanza


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de becerro, por una cosa que aun vida bestial no tiene, porque no es becerro sino semejanza y retrato de becerro; y cuandoh fuera becerro verdadero y vivo, a lo que más se estiende es a comer heno, a comer paja. Pues ¿no es harta miseria, harta ceguedad que el hombre trocase vida de Dios por vida de un becerro, manjar de ángeles que come el alma por manjar de paja? ¡Oh! Dios nos abra los ojos por su misericordia para que en la ocasión que estas cosas de acá fuera quisieren entrar dentro de nosotros o acompañarnos acá fuera, les cerremos la voluntad y atranquemos la puerta para que se queden fuera o vayan delante o atrás; que ése es uno de los dos lugares que tienen los criados con el amo, que no es razón vayan al lado, como acá decimos: tú por tú, o tan bueno es Pedro como su amo.

 

            6.         Al principio del mundo cuando [175v] el hombre salió de las manos de Dios honrado, lleno de tantos dones, dotado de tantas graciasi y poderoso con tantas riquezas, a las mayores de la tierra se las dio Dios debajo de sus pies por caballerizos y gente de poca consideración. Pero, caído el hombre de esa primera dignidad y dado en la miseria del peccado, quedó el hombre tan bajo y abatido que no hay cosa tan baja como es bajo el hombre en peccado. Y así estas cosas saliéronse de su quicio y bajeza para darle ese lugar al peccador, y ellas subiéronse arriba sobre la cabeza del hombre. Llano es que, si echamos en un cántaro una piedra, que como es pesada, yéndose abajo, ha de subir el agua arriba. En peccado el hombre pesó tanto que bajó al profundo de todas las cosas: Descenderunt in profundum quasi lapis3; y entonces ellas subieron y pusiéronse encima de la cabeza del hombre, coronándose el propio hombre con ellas como si fueran las cosas de más estima.

 

            7.         De aquí entenderemos la causa que, cuando un hombre va camino, antes que él llegue a la posada ya ha llegado la recámara, la majestad y grandeza del señor que camina, ya ha llegado antes que él la grandeza de su persona, de su officio y dignidad, porque de eso sirven los aposentadores, de avisar que va el señor don Fulano, alcalde de corte, oidor de los consejos. Es que van delante de su merced las criaturas, y por el peccado y miseria que en el mundo entró por él, ellas van hechas amo delante y el amo va detrás sirviendo y honrandoj a puro trabajo y desentrañarse al officio y a la dignidad, a la honra o deshonra de querer parecer lo que se habíe de afrentar de representar qué él era.

 

            Pongamos exemplo. Quiere un hombre parecer que es rico y hombre grave. Veréis cuánto trabaja para una obstentación: se enpina, endereza, se descuella o desgarganta para levantar el cuello y la cabeza. ¿Sabido para qué? Para servir, como los otrosk del becerro, a la semejanza de las riquezas. Porque él un bordonero es, sino que quiere parecer rico y, por parecer, le ha de costar tanto trabajo como es hacerse esclavo,


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criado y lacayo de cosas tan viles y tan bajas como son las cosas de la tierra, las cuales, como queda dicho, si no entran dentro de nuestro corazón, por lo menos sirven de escuderos que nos acompañan y aposentadores [176r] que nos acreditan la posada.

 

            8.         Creo no digo bien en decir que, si no les damos el corazón, se van delante como danzantes de cascabeles, haciéndonos la fiesta como si fuéramos las andas del Corpus; y sí somos, sino que el corpus no es de Cristo sino del demonio. Pues digo que, cuando las cosasl de la tierra van delante de nosotros, antes que ahí se pongan ya han estado en el corazón, porque si ellas no tuvieran amistad secreta allá dentro, es cosa muy cierta que no se atrevieran a tener tanta libertad acá fuera; como si viésemos a una moza de cántaro que delante de su amo en público mandaba, vedaba y se atrevía, que habíedes de decir que aquella licencia de la criada que se le daba en lo secreto. Y aun acá solemos decir en semejantes ocasiones: mal haya quien tantas alas te da.

 

            Dime, hombre recogido o grave o cortesano o ciudadano, seas quien quisieres, que dices no estimas estas cosas y que las tienes debajo de los pies en lo secreto del corazón, pero que es necesario un hombre honrado serlo en la majestad y grandeza de estas cosas exteriores, dime: ¿quién les da libertad a esas cosas a que delante de ti en público vayan delante, manden, veden y desveden, y tú les estés sujeto y rendido? Estas alas que ellas tienen juraría yo que les nació la pluma en el nido de tu corazón; y cuando ellas van delante, es que salen como aves de rapiña de su nido a hacer su presa afuera, que a la noche se tornarán adentro.

 

            Hablemos claro. Dice el otro alcalde de corte y oidor que tiene su corazón desembarazado del officio, y aun el fraile descalzo de la dignidad y que es pobre de espíritu, que esto de officios por de fuera les cai. Cuando los criados van delante diciendo que el señor alcalde pasa y el señor oidor viene y el padre Fulano prelado torna, ¿esto no es echar fuera del corazón al ave de rapiña que en él se hospedaba, para que cace honra, aplauso y propia estima? Después de haber hecho su presa, el officio y la dignidad en estas cosas que decimos, pregunto yo, ¿dónde duerme esta ave a la noche con lo que ha cazado? ¿Duerme al sereno, en el zaguán de la puerta o en el claustro de abajo del convento? En verdad que ha de dormir en vuestra propia cama y reposar en vuestra almohada y recostarse en vuestro corazón, dando vueltas de cómo sois hombre honradom, [176v] de estima y prendas; y que, si queréis decir la verdad, que vuestro corazón no está tan solo como pensáis, ni tan pobre el del religioso que gusta que sepan quién es, el officio que tiene y en lo que se ocupa. Y que, si dice lo contrario, que le hemos de decir que mentitan est iniquitas sibi4, que mienteo contra sí propio, porque, diciendo que son pobres de espíritu y gente desembarazada, a sí propios


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se engañan y su enfermedad la encubren a Dios y a los hombres, quiriendo ser médicos ajenos sin que haya quien a ellos los cure.

 

            Dios por su misericordia nos un corazón recto y sano cual conviene para que, hallándole Su Majestad solo, le comunique sus dones, dándonos gracia y gloria, etc.p




a  Capítulo-toman al marg.



b sigue lo tach.



c  corr. de libre



d ms. misma



1 He 17,28: "In ipso enim vivimus, et movemur, et sumus".



e  sigue más tach.



f  sigue síl. tach.



g  corr. de entre; sigue los tach.



2 Sal 105,20.



h  sigue lo tach.



i   ms. gracia



3 Ex 15,5.



j  ms. honrado



k ms. otro



l   ms. cosa



m ms. horrado



n  ms. mtita



4 Sal 26,12.



o ms. mientre



p sigue espacio de siete lín. en blanco






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