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CAPITULO 56
- Cómo se debe poner guarda entre el hombre interior y el exterior, para que
éste no perturbe el recogimiento de aquél
1. Hemos
dicho cómo un alma que busca soledad no la puede hallar si no es en lo secreto
de su corazón, en el recogimiento interior. Y aún, como en el capítulo pasado
acabamos de decir, ahí no está nuestro hombre seguro de nuestras manos, que
para nosotros son las más crueles y las de menos fiar, pues, siendo todas las
criaturas ciegas y cortas, nosotros propios las entramos en casa para que se
levanten con ella echándonos fuera, cumpliéndose en nosotros lo que el refrán
dice: de fuera vendrá quien de casa nos echará. Y tengo por cierto que, así
como, puniendo Dios a Adán en el paraíso para que lo guardase, el propio Adán y
la misma guarda fue el ladrón del propio paraíso, y del mismo hombre -que no
habíe otro en el mundo- fue necesario guardarlo y que Dios sobre el hombre y
aquella guarda pusiera otra guarda o que le avisaran al hombre y le dijeran: a
ti te pongo por guarda de ti propio y de tus propias manos; lo cual, como otra
vez he dicho, nos dio a entender la Sagrada Scritura cuandoa dice que
crió Dios al hombre y lo puso en el paraíso para guardarlo, para que Adán
guardase el paraíso y Dios al hombre, que eso quiere decir [177r] ut custodiret
illum, el hombre al paraíso y Dios al hombre1, de la misma suerte es
nuestra propia alma paraíso de Dios. Y yo no sé de quién haya que guardar este
paraíso sino de las manos del propio hombre, porque ellas son las atrevidas,
las sanguinolentas, las que cogen fruta de lo vedado y enllenan su buche y le
dan por cámara y estanque a su propio spíritu; de suerte que el hombre aun
dentro de sí tiene peligro de estar y alcanzar esta soledad. Si el hombre interior tantico se duerme o
descuida dando las llaves de su retrete y casa interior a este hombre de
afuera, él es tan tonto y tan insensato que por el gusto de una guinda dará
entrada a toda una recreación entera y a la vista apacible de los campos. ¡Y qué de ellos,
aunque sean religiosos, por un pequeño gustillo se dan y enplean en cosas que
bienb los diviertan y aparten de la presencia de Dios! Por un poquito de desavaho2
quieren un día de entretenimiento.
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2. Esto
lo hace este nuestro insensato hombre exterior que se deja engañar. De grande
importancia es no darle las llaves de casa ni soltar las riendas de la mano,
sino velar y estar alerta. Debemos hacer cuenta que, habiendo en este nuestro
hombre dos hombres como dice san Pablo, uno exterior y otro interior3,
son como dos reinos entre quien siempre hay quien guarde los puertos no pasen
cosas vedadas; como lo vemos en ése de Aragón donde no consienten pasar
caballos ni otras mercadurías. Esta es la cuenta y vela que debe hacer nuestro
spíritu, no pasen adentro de nuestro hombre interior estas cosas de acá fuera,
que son vedadas para el recogimiento que allá dentro pretende tener un alma.
3. De
manera que acá fuera no puede nuestro spíritu estar solo ni alcanzar lo que
pretendemos, pues aun allá dentro peligra. Menos mal es el peligro que la
propia perdición; cuánto más que este tratado va hablando con religiosos y
siervos de Diosc, en cuyas manos decimos que está todo nuestro peligro.
Y siendo quien debemos, debemos procurar lavar nuestras manos entre los
inocentes, que están obedientíssimos a sus padres, sólo creyendo, entendiendo y
haciendo lo qued sus padres les mandan. [177v] Y pues Dios, al que con
veras y perfección [le busca], a los religiosos, les pide le den el corazón
limpio, desembarazado y solo, deben hacerlo con gran puntualidad; de esta
manera llevaremos nuestro intento muy probado y seguro de que sólo dentro de
nosotros hay soledad y recogimiento.
Esto propio nos quiso dar a entender
David y podemos probar con las palabras que dijo en el psalmo 101: Factus sum
sicut paser solitarius in tecto4; cuando estoy en mi recogimiento, soy
como el pajarillo solo. Si quiso decir que estaba solo como el pajarillo cuando
está en su nido, o si se quiso comparar a un pajarillo que se llama solitario,
eso no nos inporta, o tome la semejanza de sólo el nombre del pájaro solitario
o la propiedad del pájaro que solo vive en su techo. Lo que nos quiso allí dar
a entender fue que, cuando estaba el propio David en su lecho, recogimiento y
secreto, entonces se tenía por solo, porque en saliendo de allí, como era
príncipe y rey, todo un mundo lo acompañaba, cortejaba y escudereaba; y lo
propio tenía cuando salía de lo abscondido de su corazón y entraba en los
aposentos de acá fuera, como erae la plaza de su imaginación y en las calles
de sus sentidos: todo era confusión y gritería, pues los sentidos le pedían
grandezas de rey y su imaginación acudir af satisfacer a millares de
cuidados inquietos. Pero cuando estaba allá dentro recogido, no reparaba en
derramar lágrimas y bañar su lechog exterior en que él dormía5
y el interior en que Dios reposaba.
El tomar David para significar su
soledad más la semejanza de este pajarillo que no de otra ninguna cosa, pienso
que fue porque entre los
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animales, los que más se acompañan cuando salen de sus
canales o nidos son unos pajarillos como jilgueros, verderuelos y otros
semejantes que, apenas han salido, cuando ya van a bandadas hechos ejércitos y
compañías; que es lo que hemos dicho del hombre cuando fuera de sí sale, que a
otra ninguna criatura tanto acompañan y desean festejar las cosas criadas como
al mismo hombre. Y así, viéndose David tan acompañado en sus salidas,
compárase a este pajarillo. Tiene otra [178r] cosa: que cuando está en el nido,
ninguno está tan solo porque, como es pequeñuelo, tiene casa chica donde otro
no cabe; y también vemos que otras aves habitan juntas no sólo en el vuelo,
pero aun en la cama y en el lecho, como lo vemos en las grullas, palomas y
otras muchas aves. Y así, viendo David cuando entraba dentro de su alma que en
ella no cabía sino él y en su compañía no cogían juntamente las cosas de la
tierra, y que en aquel lugar de nadie se acompañaba, se comparó a este
pajarillo cuando está solo en el nidoh.
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