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CAPITULO 57 - Cuán solo y despegado quiere Dios al hombre
de todas las cosas de la tierra, para en esa soledad communicarle grandes
bienesa
1. Entre las bendiciones que Moisés,
siervo de Dios, echó a su pueblo en el Deuteronomio 33 n.2, yendo discurriendo
por las compañías que a cada tribu pertenecían, llegó al tribu deb
Aser, y dice así: Aser quoque ait: Benedictus in filiis Aser, sit placens
fratribus suis, et tingat in oleo pedem suum; ferrum et aes calceamentum eius.
Sicut dies iuventutis tuae, itac et senectus tua1.
Extraordinarias bendiciones las que a este tribu lesd echa Moisés. Dice
así: Tú, Aser, seas bendito en tus hijos y descendientes, y Dios principalmente
lo sea en ellos; Aser sea agradable a sus hermanos, moje y unte su pie en
aceite, y calce y vista zapatos de hierro y de metal, y sean los días de su
vejez como los días de su mocedad.
Bien
entiendo que de estas palabras habrá mill celestiales y divinos
sentidose, pero explicándolas al propósito que vamos diciendo de la
soledad que Dios pretende y quiere en un alma, desasida de las cosas de afuera
y recogida en lo secreto de su corazón, digo que el pedir y echarles por
bendición Moisés a este tribu que se unten el pie con aceite, significa un
verdadero desprecio de las cosas de la tierra y un despego de todo lof
de acá abajo. El aceite es el que hace deslizar y destrabar y despegar las
cosas que andan juntas; y como el hombre con solos los pies toca a la tierra,
para que a ésa no se pegue ni se
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le asga, le pide que se unte los pies con aceite. Los
piesg en la Scritura son los afectos con que se aman las cosas y con
que nos pegamos y asimos a ellas; y ésos quiere Dios que anden untados con
aceite, que se resbalen y deslicen nuestros afectos y aficiones de estas cosas
bajas y terrenas, y que, si por alguna causa como lodo se hubieren asido, que
las desasgamos y untemos esos pies con aceite.
2. [178v] Ahora notemos que no dice que
con aceite untemos el calzado sino los pies; y después de untados, dice que sea
nuestro calzado de hierro y de metal. Aquí hallo dos dificultades: la una, ¿por
qué no manda untar el calzado con aceite pues los zapatos son los que tocan a
la tierra? La segunda es que ni hierro ni metal tienen qué hacer con zapatos,
¿por qué le mandan hacerlos de hierro y de cobre?
A lo
primero digo que quiere Dios tan descalzo y desnudo al hombre de todas las
cosas, tan solo y despegado que aun los zapatos, que son de tan poco valor, no
quiere que se le peguen ni asgan a los pies; y que aquello que dice san Pablo,
que tiniendo con qué cubrirnos, estemos contentos2, eso poco que nos ha
de cubrir no quiere que se pegue a los afectos, sino que de eso estemos solos y
apartados según los afectos. Porque eso significaba el mandar Cristo a sus
discípulos que fuesen a predicar sin zapatos3, que fuesen tan pobres
que aun esa miseria la llevasen desasida y apartada de síh. Y en los
predicadores de nuestros tiempos significaba que, ya que calzasen, que
fuesei calzado sobre pies untados con aceite, que fuesen riquezas las
que tenían y poseían desasidas y despegadas de cualquier género de afición.
El decir
que fuesen los zapatos de hierro y de cobre es porque, si mandara fueran de animales
muertos como ahora son los que train los hombres, ese calzado con el aceite se
ablanda y fuera más ocasión de que más se ciñera y abrazara el pie; y en el
bronce y hierro el aceite no ablanda, sino sólo deslicia y resbala. Y también
porque el lodo en estos zapatos se pega y ase, y en el broncej ni
hierro no tiene en qué asirse. Y para quitarle todas las ocasiones que se le
pueden ofrecer de aficiones terrenas, por eso le dan zapatos que calce a quien
ni aun el lodo, que es lo más bajo de la tierra, se puede pegar.
Digo lo
tercero, que los zapatos de pieles de animales son pedazos de bestias que en
algún tiempo tuvieron vida, y en esa vida frisan con el hombre. Y para quitarle
al hombre cualquier semejanza [179r] y cosa a que se pueda aficionar, aunque
sea ya pasada, por eso le dan que calce cosa que menos conformidad tenga y haya
tenido con él, como son zapatos de hierro y de bronce.
3. Quiero dar otra razón ordenándola a la
descalcez y pobreza que quiere Dios en sus siervosk. Supuniendo primero
que estas cosas de acá, que nos hemos de calzar y vestir, son comparadas al
hierro y
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al metal, pregunto yo si, calzando uno zapatos de
hierro, como las bestias herraduras, y de sonido, como las campanas por ser de
metal, mandando Dios que uno anduviese descalzo bien se echaríe de ver si,
cuando lo decía que lo andaba, si decía verdad o mentira, porque el propio
ruido de los zapatos de hierro como herraduras y de metal como campanas
descubriríe la verdad o la mentira, y no habríe echar dado falso a Dios y a los
hombres.
Ven
aquí, mis hermanos, por qué a estas cosas de acá abajo las llama Dios y dio
propiedad de zapatos de hierro y de metal: para que, pidiendo Su Majestad a sus
discípulos yl en ellos a los demás prelados y predicadores que vayan
descalzos a sus officios y a la extensión del evangelio, eche de ver Dios y
todo el mundo si mienten o si dicen verdad; porque, como poco ha decíamos,
¿cómo puede decir que va descalzo el que con su officio hace ruido y con su persona
da molestia? ¿Cómo puede decir tiene descalzos los afectos de estos zapatos el
obispo que atruena a su obispado con veite mill ducados que tiene de renta? Bien calzados van,
quiera la Majestad de Dios que ahí pare todo y que esos pies y esos zapatos vayan
untados con aceite, de suerte que a los 20 mill que tienen no quieran que se
les peguen otros veite mill. Y para hacer ese pegostre y granjear esa mejora y
pujanza, quiera Dios no se descalcen de los zapatos de bronce que hacen ruido,
se pongan o aficionen a alpargatas o se vistan de calzado de animales muertos
haciéndose zorras mortecinas, pobres y empeñados en sus obispados, [179v] que
más les valdría calzar hierro y bronce que hace ruido, haciéndolo ellos en los
hospitales y casas de las güérfanas y viudas, y que sepa Dios y todo el mundo
que tienen poderosas rentas, que, repartiéndolas de esa manera, darán a
entender que, si tienen pies de cobre, tienen pies untados con aceite y gracia
de Dios.
4. Pues quédame otra dificultad en este
lugar en que Moisés echa esta bendición al tribu de Aser, que dice: Erit
placens fratribus suis; que sea y lo haga Dios agradable a sus hermanos. Parece
que esto es contrario a lo que ahora decimos porque, si los quiere Dios a los
suyos tan desasidos y despegados de todo lo de acá abajo, sólo han de poner su
agrado en Dios y no en hermanos ni parientes, según lo que Cristo dice: que el
que hubiere de ser perfecto, ha de negar a padre y madre y hermanos4.
Pues ¿cómo ahora dice que sea agradable a sus hermanos? Digo a los que son míos
que hay algunos hombres que quieren entender esto tan a la letra que piensan
está la mayor pobreza ym desasimiento en ser intratables, ceñudos,
ásperos, despegados, sacudidos y de condiciones tan rígidas que no haya quien
se averigüe con ellos. Pues, para dar Dios a entender que non estaba en
eso el ser despegado, pobre de espíritu ni soloo, pidiéndoles que se
unten los pies con aceite, les dice que ésa es bendición que se ha de estender
a ser agradable a sus
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hermanos, lleno de charidad para con ellos, vestido de
entrañas de misericordia, que les acuda con grandes veras según la razón lo
pide y la charidad bien ordenada lo dita; que despegarse de las cosas de la
tierra y ser insufrible entre sus hermanos, eso más fuera maldición que
bendición.
5. Ultimamente, dificulto sobre este lugar
por qué Moisés echó más esta [180r] bendición a este tribup de Aser que
a otro ninguno, siendo todas las demás bendiciones que a losq otros
tribus echaba tan diferentes r, como lo podrá ver el que con atención
leyere este capítulo del Deuteronomio 30. A éste se
particularizó tanto, según hemos explicados de las palabras misteriosas
de su bendición, en dos cosas: la primerat, en que fuese agradable a
sus hermanos, sit placens fratribus suis; y lo segundo, en que viviera desasido
de todas las cosas de la tierra, tingat in oleo pedem suum.
Para lo
cual quiero que notemos lo que el nombre Aser significa y el propósito a que le
ponen este nombre. Dice la Sagrada Scritura, Génesis 30 n.13, que, pariendo
Zelphá, criada de Lía, a Aser de Jacob, cuando Lía lo vido dijo: Hoc pro
beatitudine mea; beatam quippe me dicent omnes mulieres. Cuando vido el buen suceso del parto,
dijo: Este hijo me ha nacidou para ser mi bienaventuranza y por él me
han de llamar bienaventurada. Y así le puso por nombre Aser, que será lo
propio que bienaventuranza y bienaventurado. Pues digo ahora que, cuando Moisés
le echó la bendición, acordándose de lo que el nombre significaba y el
propósito a que le habíen puesto el nombre, que era nombre de bienaventuranza y
de bienaventurado, le echó esta bendición de que fuese muy agradable a sus
hermanos, muy despegado y desasido de todas las cosas de la tierra; porque éstas
son dos propiedades y condiciones que debe tener el que hubiere de alcanzar la
bienaventuranza y ser bienaventurado: la primera, que sea muy agradable a sus
hermanos, que tenga una ardiente charidad para con ellos, que se pierda por
ellos; y la segunda, que de veras tenga el corazón despegado y desasido a todo
lo de la tierra y que estas cosas de acá fuera sean, como hemos dicho, como los
zapatosv de metal, de que se hacen las campanas que llaman a missa y se
quedan fuera. Así han de ser estos bienes temporales, como campana, que ya que
hagan ruido y sirvan al hombre, no han de entrar dentro en el corazón donde a
sólo Dios se debe ofrecer sacrificio. Y con esto cuadra el nombre de bienaventurado con la obra, y la
obra con el nombre.
6. Digo
lo segundow, que, cercano a la muerte, Jacob llamó a todos sus hijos
para despedirse de ellos y decirles su dicha y buenaventura, como consta del
Génesisx por todo el capítulo 49: Vocavit autem Jacob filios suos, et
ait eis: congregamini, ut [180v] anunciem quaey ventura sunt vobis in
diebus novissimis5; juntaos, hijos míos, que os quiero decir las
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cosas que os han de sobrevenir en los siglos venideros.
Juntos, pues, todos, llegando a echar la bendición a Aser, le dijo: Aser,
pinguis panis eius, et praebebit delicias regibusz6. Como si
dijera: tendrá muchos bienes, grande hacienda, gruesas heredades, que eso
quiere decir pinguis panis eius, tendrá bien de comer, será gente poderosa y
llena, y tanto que daráa grandes bienes y hará poderosos servicios a
los reyes por las muchas riquezas que poseerá.
Esto
presupuesto, notemos por charidad que, estándose ahora despidiendo Moisés de
este pueblo, estando ya a vistas de la tierra de promisión donde habíe de tener
lugar la bendición y ventura que Jacob habíe pronosticado a su hijo Aser, de
que habíe de tener grandes posesiones, riquezas y bien de comer -las cuales
cosas en el corazón del hombre suelen hacer dos efectos: el uno es olvidarse de
sus hermanos y tener pocos amigos; el segundo es olvidarse de Dios, dando en su
corazón acogida a las cosas de la tierra, lugar reservado para solo Dios-
viendo esto Moisés al tiempo del peligro, le dice en el lugar citado: Aser sit
placens fratribus suis, et tingat in oleo pedem suum: ferrum et aes
calceamentum eius. Como si dijera: Aser, no sean causa tus riquezas para que
olvides a tus hermanos; séles muy agradable y apacible, no seas como los ricos
y poderosos de estos tiempos, que parece que las riquezas les sirvieron de
humo, como ellas son, para poner en los hombres un gesto y color que parece más
de perro que de hombre. Y mira -dice lo segundo- que tingasb pedem
tuumc, que tengas el corazón desasido de todos los bienes temporales y
que por ellos pases resbalando y desliciándote sin te parar en ellos. Sírvante
de calzado -como si dijera- y de vestido, pero no te aficionen y atraigan a sí,
de suerte que entre ellas y tu persona haya una voluntad tan desaficionada que
sirva de aceite que las despegue y desasga, como cosas de poco valor y estima.
Que de todo esto tiene necesidad de estar armadod quien trata entre
cosas tan pegajosas como son las riquezas y bienes temporales. Etc.
[181r] Jhs. Mª
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