- 746 -
CAPITULO 58 - En que se prosiguen las propiedades de la
gracia asemejadas en el aceite, que desase a un alma de las cosas de la tierra
y la deja libre y sola para el trato interior con Dios
1. Parece que nos ha dado ocasión el
aceite en el capítulo pasado para llevarlo adelante en éste, porque si aceite
quiere decir desasimiento y despego de todas las cosas de la tierra, el alma
que estuviere ungida
- 747 -
y untada con
el aceite y ungüento de la divina gracia, estará despegado y desasido de todo
lo que no fuere Dios.
No será necesario probar cómo en la
Scritura se toma el aceite por la gracia y charidad, pues eso es tan claro como
consta de aquella parábolaa de las vírgines prudentes y
locasb1: que las unas, viniendo su esposo a celebrar las bodas,
entraron con él porque tuvieron aceite, que fue la gracia y charidad,
hallándolas con sus lámparas encendidas y en vela, que parecec se
habíen untado los ojos con aceite para no se dormir, pues para todo tenían; y
para todo sirve la gracia y charidad, que es poner un alma en vela, alerta y
con atención. Pero a las otras vírgines locas, faltándoseles el aceite,
apagáronselesd las lámparas, y durmiéronse: propiedad del que está a
escuras, como lo vemos hace el que quiere dormir y no desvelarse, que apaga el
candil y quita la luz; así, como gente sin aceite y sin gracia y dormida, no
entró con el esposo a las bodas.
2. Pues,
si aceite y gracia tienen una misma propiedad, y el aceite despega y desase, el
que tuviere su corazón untado con la gracia divina muy bien despegado tendrá
los párpagos del alma de las cosas de la tierra prestando atención a las del
cielo. Y aun por esto Cristo se llama ungido y untado, no sólo por el despego
que de todas las cosas de acá tuvo buscando no los bienes del hombree
sino al propio hombre, sino porque el alma en quien entra hace la operación del
aceite, que al instante despide las cosas que están más asidas y pegadas con el
corazón del hombre. Como lo vemos en los apóstolos y discípulos de Cristo: que,
al instante que los llamaba, dejaban y se despegaban hasta de unas pobres redes
que tenían y aun de sus [181v] propias voluntades, negándose a sí propios para
no querer más de lo que Cristo quisiese de allí adelantef. Que parece
eran como los enfermos, a quien les dan aceite a beber para que vomiten. Y así
vomitaron no sólo lo que tenían pegado al estómago de la voluntad, sino las
propias entrañas, que eran la misma voluntad y querer que tenían. Y no sólo se
mostró poderosa la gracia y communicación de Cristo con sus apóstolos, sino con
todos aquellos a quien se estiende y dilata este aceite; que, como donde cai
cunde y, si la mancha está en una parte de la ropa, se extiende por toda ella,
derramó Cristo el alcuza de sus dones y gracias sobre los apóstoles, que era la
cabeza de la Iglesia. De ahí viene cundiendo y estendiéndose la mancha hasta
quedar manchados de esta divina y celestial gracia todos los justos, pues los
vemos, en el punto que entran en esta escuela, tan pobres que aun un pobre hábito
que train lo train tan despegado que es del primer pobre que quiere echar mano
de él. Como leemos de san Martín2 y de muchos religiosos en la orden del
- 748 -
seráphico padre san Francisco, en quien habíe entrado
este spíritu de pobreza y de Cristo ungido, que les parecíe eran ricos tiniendo
con que cubrir sus carnes, y así ellos propios decían a los pobres que los
desnudasen y quitasen las capillas y los hábitos para que ellos se vistiesen. Y lo propio sucedió a sancta Catherina de
Sena con otro pobre, que no tiniendo qué darle le dio un manteo que la sancta
traía3. No son los sanctos como los del mundo, que si andan untados es
con liga, engrudo o cola con que se pegan y asen a todas cuantas cosas hay:
cuanto ven tanto quieren y a tanto se aficionan y tanto os quieren quitar de
los hombros.
3. Parecen
a los enfermos a quien untan los stómagos con aceite deg axenxos para
que se les abra la gana del comer; que bien abierta la train los del mundo,
pues en parte los toparéis que no los veáis hambrientos de todas cuantas cosas
hay. Decilde a un pobre que llegue a pedir limosna a uno de éstos o que llegue
la viuda o la güérfana a que le remedien su necesidad. No hayáis miedo que se
le caiga el sayo de los hombros, porque [182r] asido lo train con ochenta
botones y otras tantas lazadas, y otros tantos ñudos en la bolsa para que no se
les caiga una blanca; antes hallarán ungüento y liga con qué enliciarse y
garabatos con qué asirse más que espinas tiene un cambrón, en que se deja la lana
el corderillo que se quiso apacentar al pie, y más asideros que una parra para
trabar del que se llegare. Gente es que, si hubiera gustado de Dios y de su
gracia, ella echara por camino que más presto llegara al cielo por ir tan
desenbarazado y desasido como elh que está untado con aceitei.
4. De
aquí entenderemos el motivo que la esposa tuvo en los Cantares cuando a su
esposo lo llamó aceite derramado, causa por qué dice que las doncellas se iban
tras él y se perdían por sus amores. Y así dice en el capítulo 1º: Oleum
efussum nomen tuum; ideo adolescentulae dilecxerunt te nimis. Trahe me pos te,
curremus in odorem unguentorum tuorum4. Es -dice-, esposo mío, tu
nombre aceite derramado, causa muy bastante para que las doncellas te amen con
exceso; llévame, sposo mío, en pos de ti, y correremos tras el olor de tus
ungüentos. Pues ¿qué tiene que hacer? Tener nombre que sea aceite
derramado para que las doncellas se vayan tras él y le amen con demasía (que es
sobre sus fuerzas, hasta acabar y desfallecer).
Digo a nuestro propósito que tener este
esposo nombre que fuese aceite derramado, quiso la esposa decir que era
desinteresado, desasido y despegado como lo es el aceite de todas las cosas. Y
así, viéndole con esta nobleza de condición que en el nombre la traía scrita,
dice que eso bastaba para que se dejase amar de las doncellas. Que fue decir:
no eres tú, esposo mío, como los galanes y gentiles hombres de la tierra, que
si aman y quieren una doncella, es para quitarle
- 749 -
su honra, venderle la saya y abrasarle sus joyas.
Desinteresadíssimo eres, bien y esposo mío, que no buscas honra para quitarla
sino para darla, pues las doncellas que a ti se llegan y pegan quedan con honra
y virginidad duplicada, como dijo sancta Lucía5j y otras
muchask cuando el tirano las quería poner en ocasión de que la
perdiesen, descubriendo que tenían esposo que las guardase. De manera que este celestial [182v] esposo
no busca honra para quitarla, sino para duplicarla, ni hacienda sino para
mejorarla. No es necesario untarle las manos, dándole lo que no tenemos para
que nos ame y reciba en su casa, que bien untadas las trai pues tiene por
nombre aceite derramado; y tan untado viene que todo cuanto en sus manos tiene
se le desliza y cai. Viene con presteza a remediar nuestra pobreza, que por eso
le llamó David misericors et miserator6, misericordioso y
miseradorl. Y viéndole las doncellas con esta nobleza de condición que
su nombre de aceite derramado descubría en él, dice quem se perdían por
sus amores.
5. Digo
lo segundo, que llamarle aceite derramado en tiempo que la esposa dice que las
doncellas le aman y ella desea correr en pos de él, es lo propio que decimos
del aceite, que despide y desase: quita los estorbos que puede haber para no
amar y no correr. No hay quien más inpida estas dos cosas que la carga de
cosas diferentes de lo que se ha de amar y de las cosas tras que se ha de
correr. ¿Quién inpide el amor de Dios más que estas cosas de acá abajo en que
nuestro corazón está ofuscado, aficionado y detenido y estorbado para no amar
ni andar? Pues dice la esposa: si tú, esposo mío, tienes por nombre aceite
derramado sobre las doncellas, qué mucho que, despegándose de todo aquello que
las puede inpedir para no te amar y correr tras ti, te amen y corran;
dilecxerunt te, et curremus.
6. Del
aceite usan los búzanos, cuando entran debajo del agua, para dos cosas: lo
primero, para derramarlo cuando están allí metidos, y con él ven todo lo que
allí hay, lo conocen y lo sacann derramandoo primero el aceite;
lo segundo, que cuando lo sueltan de la boca, resuellan y descansan. Pues de
esto sirve Cristo en un alma, de aceite derramado con que el hombre conoce su
miseria y la grandeza de Dios; y así las doncellas lo amaron mucho porque lo
conocieron y se conocieron. Lo segundo, Cristo en el alma es un resuello y
descanso: cuando está oprimida y afligida, descansa derramando a Jesús en su
corazón y tomándole en la bocap.
7. Que
parece era esto propio lo que los evangelistas nos cuentan de las que se iban
tras Jesús, que lo dice por unos términos que significan lo propio que vamos
diciendo. Dice, pues, san Lucas que cum
- 750 -
turbae multae irruerent in Jesumq et de
civitatibus properarent ad eum r7; que se despeñaban tras
Jesús, que corrían con ímpetu, presteza y velocidad (que eso quiere decir
irruere). Y da la causa: Quia videbant signa, quae faciebat super his qui
infirmabantur8; no habíe que espantar, que veían extraordinarias
señales en él. ¿Qué señales? Veíanle desinteresado con los hombres, largo con
los pobres y robando corazones y desasiéndolos de todas las cosas de la tierra,
veían su nombre hecho aceite derramados.
La
Scritura hace mención de la unción que Samuel hizo [183r] a Saúl en rey. Dice
que fue lenticula olei9, que fue con una gotilla de aceite; diciendo
que fue la de David con tanta cantidad que fue cont el aceite de un
cuerno, cornu olei10; siendo estas unciones pronóstico de lo que en el
uno y el otro habíe de suceder. Lo primero, digo que la elección de los reyes
se hacía con unción de aceite por las causas y propiedades que hemos dicho del
aceite, que fuesen los reyes desinteresados y desasidos de todas las cosas para
que mejor y con más verdad tratasen las causas de los pobres y hiciesen
justicia. El ungir a
David con tanta abundancia de aceite fue darnos a entender recebía la gracia
para el officio como sin medida, larga y revertidamente, como lo mostró en su
vida buscando sólo la honra y gloria de Dios, tiniendo su corazón despegado y
desembarazado de todo lo de acá. Pero [a] Saúl ungiéronle conu una
gotilla; y como quien tan poca unción llevaba, pegó y asió su corazón a las
vacas gordas y hermosas de Amalech, causa por qué Dios se desasió de
él11. Que de eso es merecedor, que Dios se desasga del que a
cosas tan bajas se asiere.
8. Que, si la gracia es aceite que desase
de las cosas de la tierra, el peccado y la culpa desase y despega de las cosas
del cielo. Que por eso llamó David al peccado aceite y agua: Introivit sicut
aqua in interiora eius, et sicut oleum in osibus eius12; entró, dice,
dentro del peccador la maldad como agua y en sus güesos como aceite. Pues
veamos por qué como agua dentro del hombre, que es el estómago, y como aceite
en los güesos.
Digo que el aceite al que lo quisiese
beber le causa asco y enfado. Y para mostrar el poco que tenían los peccadores
de ofender a Dios, dice que habíe entrado en ellos el peccado como el agua, que
es decir que se beben la maldad, peccan y ofenden a Dios con facilidad sin asco
ni enfadov; pero que, después de estar allá dentro, el peccado hace el
officio del aceite, que es despegar y desasir un alma de Dios, a quien llama
güeso porque, cuando está en gracia, no hay güeso tan fuerte ni tan pegado a la
carne como el justo [183v] está pegado con
- 751 -
Dios; y
cuando peca, no hay güeso tanw mondo yx tan liso, untado con
aceite, como queda un alma cuando por el peccado queda apartada de Dios. Su Majestad nos dé a
conocer el bien y provecho de la gracia, para que con veras la busquemos.
9. El haber tratado en este capítulo con
alguna digresión los efectos de la gracia a semejanza del aceite ha sido
porque, tratando en estos capítulos como materia más principal de la soledad y
recogimiento que un alma debe tener, en el cual Dios se le communica, hemos
venido a tratar cómo la gracia divina, a semejanza del aceite, nos aparta y
despega hasta de nosotros mismos para que las cosas de la tierra y amor propio
dé lugar al hombre a que, despedido de afuera, entre dentro de síy
donde Dios lo aguarda. Su Majestad nos lo conceda por quien es.
|