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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 58 - En que se prosiguen las propiedades de la gracia asemejadas en el aceite, que desase a un alma de las cosas de la tierra y la deja libre y sola para el trato interior con Dios
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CAPITULO 58 - En que se prosiguen las propiedades de la gracia asemejadas en el aceite, que desase a un alma de las cosas de la tierra y la deja libre y sola para el trato interior con Dios

 

            1.         Parece que nos ha dado ocasión el aceite en el capítulo pasado para llevarlo adelante en éste, porque si aceite quiere decir desasimiento y despego de todas las cosas de la tierra, el alma que estuviere ungida


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y untada con el aceite y ungüento de la divina gracia, estará despegado y desasido de todo lo que no fuere Dios.

 

            No será necesario probar cómo en la Scritura se toma el aceite por la gracia y charidad, pues eso es tan claro como consta de aquella parábolaa de las vírgines prudentes y locasb1: que las unas, viniendo su esposo a celebrar las bodas, entraron con él porque tuvieron aceite, que fue la gracia y charidad, hallándolas con sus lámparas encendidas y en vela, que parecec se habíen untado los ojos con aceite para no se dormir, pues para todo tenían; y para todo sirve la gracia y charidad, que es poner un alma en vela, alerta y con atención. Pero a las otras vírgines locas, faltándoseles el aceite, apagáronselesd las lámparas, y durmiéronse: propiedad del que está a escuras, como lo vemos hace el que quiere dormir y no desvelarse, que apaga el candil y quita la luz; así, como gente sin aceite y sin gracia y dormida, no entró con el esposo a las bodas.

 

            2.         Pues, si aceite y gracia tienen una misma propiedad, y el aceite despega y desase, el que tuviere su corazón untado con la gracia divina muy bien despegado tendrá los párpagos del alma de las cosas de la tierra prestando atención a las del cielo. Y aun por esto Cristo se llama ungido y untado, no sólo por el despego que de todas las cosas de acá tuvo buscando no los bienes del hombree sino al propio hombre, sino porque el alma en quien entra hace la operación del aceite, que al instante despide las cosas que están más asidas y pegadas con el corazón del hombre. Como lo vemos en los apóstolos y discípulos de Cristo: que, al instante que los llamaba, dejaban y se despegaban hasta de unas pobres redes que tenían y aun de sus [181v] propias voluntades, negándose a sí propios para no querer más de lo que Cristo quisiese de allí adelantef. Que parece eran como los enfermos, a quien les dan aceite a beber para que vomiten. Y así vomitaron no sólo lo que tenían pegado al estómago de la voluntad, sino las propias entrañas, que eran la misma voluntad y querer que tenían. Y no sólo se mostró poderosa la gracia y communicación de Cristo con sus apóstolos, sino con todos aquellos a quien se estiende y dilata este aceite; que, como donde cai cunde y, si la mancha está en una parte de la ropa, se extiende por toda ella, derramó Cristo el alcuza de sus dones y gracias sobre los apóstoles, que era la cabeza de la Iglesia. De ahí viene cundiendo y estendiéndose la mancha hasta quedar manchados de esta divina y celestial gracia todos los justos, pues los vemos, en el punto que entran en esta escuela, tan pobres que aun un pobre hábito que train lo train tan despegado que es del primer pobre que quiere echar mano de él. Como leemos de san Martín2 y de muchos religiosos en la orden del


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seráphico padre san Francisco, en quien habíe entrado este spíritu de pobreza y de Cristo ungido, que les parecíe eran ricos tiniendo con que cubrir sus carnes, y así ellos propios decían a los pobres que los desnudasen y quitasen las capillas y los hábitos para que ellos se vistiesen. Y lo propio sucedió a sancta Catherina de Sena con otro pobre, que no tiniendo qué darle le dio un manteo que la sancta traía3. No son los sanctos como los del mundo, que si andan untados es con liga, engrudo o cola con que se pegan y asen a todas cuantas cosas hay: cuanto ven tanto quieren y a tanto se aficionan y tanto os quieren quitar de los hombros.

 

            3.         Parecen a los enfermos a quien untan los stómagos con aceite deg axenxos para que se les abra la gana del comer; que bien abierta la train los del mundo, pues en parte los toparéis que no los veáis hambrientos de todas cuantas cosas hay. Decilde a un pobre que llegue a pedir limosna a uno de éstos o que llegue la viuda o la güérfana a que le remedien su necesidad. No hayáis miedo que se le caiga el sayo de los hombros, porque [182r] asido lo train con ochenta botones y otras tantas lazadas, y otros tantos ñudos en la bolsa para que no se les caiga una blanca; antes hallarán ungüento y liga con qué enliciarse y garabatos con qué asirse más que espinas tiene un cambrón, en que se deja la lana el corderillo que se quiso apacentar al pie, y más asideros que una parra para trabar del que se llegare. Gente es que, si hubiera gustado de Dios y de su gracia, ella echara por camino que más presto llegara al cielo por ir tan desenbarazado y desasido como elh que está untado con aceitei.

 

            4.         De aquí entenderemos el motivo que la esposa tuvo en los Cantares cuando a su esposo lo llamó aceite derramado, causa por qué dice que las doncellas se iban tras él y se perdían por sus amores. Y así dice en el capítulo : Oleum efussum nomen tuum; ideo adolescentulae dilecxerunt te nimis. Trahe me pos te, curremus in odorem unguentorum tuorum4. Es -dice-, esposo mío, tu nombre aceite derramado, causa muy bastante para que las doncellas te amen con exceso; llévame, sposo mío, en pos de ti, y correremos tras el olor de tus ungüentos. Pues ¿qué tiene que hacer? Tener nombre que sea aceite derramado para que las doncellas se vayan tras él y le amen con demasía (que es sobre sus fuerzas, hasta acabar y desfallecer).

 

            Digo a nuestro propósito que tener este esposo nombre que fuese aceite derramado, quiso la esposa decir que era desinteresado, desasido y despegado como lo es el aceite de todas las cosas. Y así, viéndole con esta nobleza de condición que en el nombre la traía scrita, dice que eso bastaba para que se dejase amar de las doncellas. Que fue decir: no eres tú, esposo mío, como los galanes y gentiles hombres de la tierra, que si aman y quieren una doncella, es para quitarle


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su honra, venderle la saya y abrasarle sus joyas. Desinteresadíssimo eres, bien y esposo mío, que no buscas honra para quitarla sino para darla, pues las doncellas que a ti se llegan y pegan quedan con honra y virginidad duplicada, como dijo sancta Lucía5j y otras muchask cuando el tirano las quería poner en ocasión de que la perdiesen, descubriendo que tenían esposo que las guardase. De manera que este celestial [182v] esposo no busca honra para quitarla, sino para duplicarla, ni hacienda sino para mejorarla. No es necesario untarle las manos, dándole lo que no tenemos para que nos ame y reciba en su casa, que bien untadas las trai pues tiene por nombre aceite derramado; y tan untado viene que todo cuanto en sus manos tiene se le desliza y cai. Viene con presteza a remediar nuestra pobreza, que por eso le llamó David misericors et miserator6, misericordioso y miseradorl. Y viéndole las doncellas con esta nobleza de condición que su nombre de aceite derramado descubría en él, dice quem se perdían por sus amores.

 

            5.         Digo lo segundo, que llamarle aceite derramado en tiempo que la esposa dice que las doncellas le aman y ella desea correr en pos de él, es lo propio que decimos del aceite, que despide y desase: quita los estorbos que puede haber para no amar y no correr. No hay quien más inpida estas dos cosas que la carga de cosas diferentes de lo que se ha de amar y de las cosas tras que se ha de correr. ¿Quién inpide el amor de Dios más que estas cosas de acá abajo en que nuestro corazón está ofuscado, aficionado y detenido y estorbado para no amar ni andar? Pues dice la esposa: si tú, esposo mío, tienes por nombre aceite derramado sobre las doncellas, qué mucho que, despegándose de todo aquello que las puede inpedir para no te amar y correr tras ti, te amen y corran; dilecxerunt te, et curremus.

 

            6.         Del aceite usan los búzanos, cuando entran debajo del agua, para dos cosas: lo primero, para derramarlo cuando están allí metidos, y con él ven todo lo que allí hay, lo conocen y lo sacann derramandoo primero el aceite; lo segundo, que cuando lo sueltan de la boca, resuellan y descansan. Pues de esto sirve Cristo en un alma, de aceite derramado con que el hombre conoce su miseria y la grandeza de Dios; y así las doncellas lo amaron mucho porque lo conocieron y se conocieron. Lo segundo, Cristo en el alma es un resuello y descanso: cuando está oprimida y afligida, descansa derramando a Jesús en su corazón y tomándole en la bocap.

 

            7.         Que parece era esto propio lo que los evangelistas nos cuentan de las que se iban tras Jesús, que lo dice por unos términos que significan lo propio que vamos diciendo. Dice, pues, san Lucas que cum


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turbae multae irruerent in Jesumq et de civitatibus properarent ad eum r7; que se despeñaban tras Jesús, que corrían con ímpetu, presteza y velocidad (que eso quiere decir irruere). Y da la causa: Quia videbant signa, quae faciebat super his qui infirmabantur8; no habíe que espantar, que veían extraordinarias señales en él. ¿Qué señales? Veíanle desinteresado con los hombres, largo con los pobres y robando corazones y desasiéndolos de todas las cosas de la tierra, veían su nombre hecho aceite derramados.

 

            La Scritura hace mención de la unción que Samuel hizo [183r] a Saúl en rey. Dice que fue lenticula olei9, que fue con una gotilla de aceite; diciendo que fue la de David con tanta cantidad que fue cont el aceite de un cuerno, cornu olei10; siendo estas unciones pronóstico de lo que en el uno y el otro habíe de suceder. Lo primero, digo que la elección de los reyes se hacía con unción de aceite por las causas y propiedades que hemos dicho del aceite, que fuesen los reyes desinteresados y desasidos de todas las cosas para que mejor y con más verdad tratasen las causas de los pobres y hiciesen justicia. El ungir a David con tanta abundancia de aceite fue darnos a entender recebía la gracia para el officio como sin medida, larga y revertidamente, como lo mostró en su vida buscando sólo la honra y gloria de Dios, tiniendo su corazón despegado y desembarazado de todo lo de acá. Pero [a] Saúl ungiéronle conu una gotilla; y como quien tan poca unción llevaba, pegó y asió su corazón a las vacas gordas y hermosas de Amalech, causa por qué Dios se desasió de él11. Que de eso es merecedor, que Dios se desasga del que a cosas tan bajas se asiere.

 

            8.         Que, si la gracia es aceite que desase de las cosas de la tierra, el peccado y la culpa desase y despega de las cosas del cielo. Que por eso llamó David al peccado aceite y agua: Introivit sicut aqua in interiora eius, et sicut oleum in osibus eius12; entró, dice, dentro del peccador la maldad como agua y en sus güesos como aceite. Pues veamos por qué como agua dentro del hombre, que es el estómago, y como aceite en los güesos.

 

            Digo que el aceite al que lo quisiese beber le causa asco y enfado. Y para mostrar el poco que tenían los peccadores de ofender a Dios, dice que habíe entrado en ellos el peccado como el agua, que es decir que se beben la maldad, peccan y ofenden a Dios con facilidad sin asco ni enfadov; pero que, después de estar allá dentro, el peccado hace el officio del aceite, que es despegar y desasir un alma de Dios, a quien llama güeso porque, cuando está en gracia, no hay güeso tan fuerte ni tan pegado a la carne como el justo [183v] está pegado con


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Dios; y cuando peca, no hay güeso tanw mondo yx tan liso, untado con aceite, como queda un alma cuando por el peccado queda apartada de Dios. Su Majestad nos a conocer el bien y provecho de la gracia, para que con veras la busquemos.

 

            9.         El haber tratado en este capítulo con alguna digresión los efectos de la gracia a semejanza del aceite ha sido porque, tratando en estos capítulos como materia más principal de la soledad y recogimiento que un alma debe tener, en el cual Dios se le communica, hemos venido a tratar cómo la gracia divina, a semejanza del aceite, nos aparta y despega hasta de nosotros mismos para que las cosas de la tierra y amor propio lugar al hombre a que, despedido de afuera, entre dentro de síy donde Dios lo aguarda. Su Majestad nos lo conceda por quien es.




a  ms. parábolo



b ms. locos



1 Cf. Mt 25,1-15.



c  sigue como tach.



d la síl. ga sobre lín.



e  ms. bre



f  sigue y lo tach.



2 Cf. RIBADENEIRA, P., Flos Sanctorum, cioè Vita de' Santi, Venezia 1614 [ed. orig. española, 1599], II, 420.



3 Cf. RAIMUNDO DE CAPUA, Vita..., II,2.



g  sigue asien tach.



h  sigue siervo de Dios tach.



i   ms. aciente



4 Cant 1,1-2.



5 "Si invitam jusseris violari, castitas mihi duplicabitur ad coronam": Breviario Romano, una de las lecturas del oficio de la santa (13 de diciembre). Cf. RIBADENEIRA, P., Flos Sanctorum..., Venezia 1614, II, 558.



j  sobre lín.; en lín. Inés tach.



k al marg. vide



6 Sal 110,4.



l   corr. de miserados



m rep.



n  sigue lo tach.



o corr. de derramándolo



p del aceite-boca al marg.



q corr. de Gesum



r  et-eum sobre lín.



7 Lc 5,1: "Factum est autem, cum turbae irruerent in eum, ut audirent verbum Dei, et ipse stabat secus stagnum Genesareth"; 8,4: "Cum autem turba plurima convenirent, et de civitatibus properarent ad eum, dixit per similitudinem: Exiit..."



8 Jn 6,2: "Et sequebatur eum multitudo magna, quia videbant signa quae faciebat super his qui infirmabantur".



s  hecho-derramado al marg.



9 1 Sam 10,1.



t  sigue un tach.



10           1 Sam 16,13.



u  corr. de como



11           Cf. 1 Sam 15,4ss.



12           Sal 108,18.



v  sin-enfado al marg.



w sobre lín.



x  sigue liso tach.



y  sigue propio tach.






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