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CAPITULO 61
- En que se prosigue la propia materia y se confirma con otro lugar de la
Sagrada Scrituraa
1. La
otra bendición digna de ser notada en la Scritura fue de otro propheta, no
bueno sino malo, que fue del profeta Balán cuando fue alquilado por el rey
Balac para que maldijese a este propio pueblo cuandob pasó por su
tierra. Y yendo el propheta a lo maldecir, le trocó Dios las palabras en la
boca y se las volvió en bendiciones. Y no son de menos consideración por ser de
mal propheta, pues la bondad de una persona queda más calificada cuando el
contrario la abona. Y el haber yo dicho arriba que estas dos bendiciones, la
de Moisés y ésta
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que ahora decimos, fueron bendiciones muy acertadas
por ser de pensado, no quita el acuerdo el haberlas dicho este propheta de
repente cuando le trocó Dios la lengua y mudó las palabras que él pudiese en
contrario llevar estudiadas; porque si el acuerdo y elc pensamiento de
la bendición no fue del propheta, fuelo de Dios, pues tan a punto estaba para,
el tiempo que el propheta quisiese maldecir, quitarle, como dicen, las palabras
de la boca y ponerle las que Su Majestad fuese servido. Y que esto en Dios
fuese acuerdo ya en cosa muy juzgada, bien se echa de ver, pues tantos días
antes tenía Dios prevenido al propheta que mirase lo que hacía, porque él traía
bendito a aquel pueblo.
2. Ahora pues, puesto el propheta Balán en
la ocasión, enpieza a pronunciar las palabras que Dios habíe puesto en su
bocad, diciendo: Quomodo maledicam, cui non maledicxit Deus? Qua ratione detester, quem Dominus non
detestatur? De summis silicibus videbo eum. Populus soluse
habitabit, et inter gentes non reputabitur1. Abre el propheta Balán su
boca y dice: ¿Cómo tengo yo de maldecir pueblo que Dios tiene bendito y
detestar de gente que Dios ama? Subiréme sobre los montes altos y diré así:
éste es pueblo, es pueblo solo y vivirá solo, et inter gentes non reputabitur. Reputo quiere decir pensar mucho y
revolver en el ánimo. Pues inter gentes non reputabitur querrá decir [187r] que
las otras gentes y pueblos no lo tomarán en su pensamiento ni en su
imaginación; que será y estará tan solo que aun con las palabras y pensamiento
no tratará con las otras gentesf.
Viendo lo que el propheta decía, el
mal rey, que le llevaba alquilado como bestia para que le ayudaseg a su
mal intento, que echaba por otro camino tan diferente, le dice: Quid est hoc
quod agis? Ut malediceres inimicis meis vocavi te, et tu e contrario benedicis
eis2; ven acá, propheta, yo te traigo para que maldigas a mis enemigos,
y tú los bendices, ¿qué es esto? Entonces respondió el propheta: Num aliud
possum loqui nisi quod iusserit Dominus?3; ¿por ventura puedo yo hablar
más de lo que el Señor me enseñare y me dijere? Entonces el rey hizo todas
cuantas diligencias pudo para trocar las palabras del propheta y que la
bendición se tornase maldición. Y una de las diligencias que hizo fue trocarle
puesto al propheta y enseñarle el pueblo dende otra parte, para ver si,
trocando el lugar, trocaríe las palabras; pero, como no se trocaba Dios ni
mudaba, tornó a poner palabras de mill bendiciones en su boca. Y así le dijo el
propheta al rey: ¿Piensas que Dios es como los hombres, que por mudarse ellos
se ha Dios de mudar o trocar? ¿Es Dios mentiroso o mudable? ¿Dice Dios palabras
que no cumpleh?4 Tú me has traído -como si dijera- pero él me
trujo para que lo bendiga, y de esa bendición yo no puedo privarlos.
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3. Aquí hay que notar la bendición
principal, de que aquí vamos tratando, que este propheta echó a este pueblo,
que fue decirle: este pueblo es pueblo solo, que a solas ha de habitar y no ha
de tratar ni communicar con los demás. Lo primero, noto que es de tanta excelencia la soledad que es
necesario, para pronunciarla siquiera, la ponga Dios en la boca de un propheta
y que le haga fuerza para que con esa palabra honre a su pueblo.
Lo segundo, noto cómo a este pueblo
que viene solo, sale Dios a sus causas y defensas contra quien le quiere
ofender, porque estima Dios tanto al que por servirle con verdad y fidelidad
está solo, que ni aun con palabras quiere que le ofendan, sino que Su Majestad
se hace muralla para que a ellos [187v] no llegue mal alguno5 ni aun
salga una mínima saeta disparada de la aljaba, pues vemos que no consintió que
saliese de la boca deste propheta ni aun una palabra disparada contra su
pueblo.
4. Noto
lo tercero, que tan grande bendición es llamarlo pueblo solo que tanto lo
sienta este mal rey. Antes parece que se habíe de holgar que el propheta dijera
estas palabras, que parece hacían más a su intento y propósito porque lo que él
pretendía era hacerle guerra y acabarlo, pues mejor se acomete y vence un solo
pueblo que no si estuviera acompañado; y más que en la bendición dice que no ha
de ser tratado o communicado entre las gentes, que parece en eso lo aseguraba
de que no pediríe socorro a otros reyes y reinos. Si esto es así, ¿para qué
pone tanta fuerza para que deshaga la bendición, llevándolo a otra parte y
mudando lugares? Digo que bien echó este rey de ver que pueblo solo debiera de
traer solamente la confianza en Dios; y que ésta es propiedad del Dios
verdadero: ayudar y favorecer a los solos, serles defensa y muralla. Así se lo
habíe dado a entender el profeta, diciendo que Dios lo traía bendito y que era
su guarda, que no le dejaba hablar otra cosa y que él era el que le
defendíai.
Y si este pueblo está solo, pelea
contra él y contra el Dios que viene en su compañía y puesto en su defensa y
guarda; y si no viniera solo sino acompañado, peleara contraj ellos
como contra hombres y contra los que le acompañaran, que también fueran
hombres. Y así, ¡tengo de pelear contra un pueblo solo, acompañado de un Dios
poderoso!
5. ¡Oh, qué doctrina ésta para enseñar y
aconsolar a los solos! Que no piensen, porque están más solos, son más flacos
ni de menos fuerzas; entonces son más fuertes y están más amparados y
defendidos, porque tienen y train a Dios en su compañía. ¿Quién podrá contra un alma sola, retirada
y recogida? ¿Quién contra ella podrá arrojar una palabra que llegue adonde ella
está para que la sienta, si Dios está hecho suk escudo con que la
cerca? Como dice David: Scuto circumdabit te veritas
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eius6. Que es decir: escudo es con el que te
ampara, y no es escudo de burlas y de poca consideración, escudo es de veras,
[188r] escudo fuerte, y tan fuerte que, como dice Balán, no se puede hablar una
sola palabra contra quien viene con él amparado.
Es la
soledad una bendición contra quien no pueden los enemigos más fuertes de
cuantos hay, es una bendición que coge de pies a cabeza. Benedices coronae anni
tui7; bendecirás, Señor, al círculo y corona del año; que fue decir que
todo el año fuese bueno, prósperos y felices sucesos, así en el invierno como
en el verano, en el otoño como en el estío. De esa misma suerte bendice Dios al justo solo, que eso es
cercarlo con su escudo, que por todas partes lo está amparando y favoreciendo:
en el verano y primavera de la prosperidad para que en ella no se ensoberbezca
ni presumma, y en el invierno de la tribulación y trabajo para que no
desconfíe. Que es lo que en otro lugar dijo: Sol non uret te, neque
luna per noctem8; no te quemará el sol de día ni la luna en la noche.
El sol no te quemará en el día de la prosperidad, ni la luna en las tinieblas y
obscuridad del trabajo y tribulación.
Así digo que por parte ninguna no puede
ser un alma justa, retirada y recogida, combatida del enemigo, como no lo pudo
ser este pueblo, aunque el rey hacía mudar sitios y lugares a este propheta
para que le maldijese.
6. No
falta quien diga que la razón por qué el rey le hizo mudar a este propheta [a]
otro lugar para haberlo de maldicir, fue porque, mostrándoselel el
pueblo primero por la avanguardia, que era el principio dél, donde venía tan
bien ordenado, donde se parecían tantas banderas, tantos tabernáculos y
tiendas, tantos escuadrones y compañías tan bien concertadas, eso le convidó a
echarle mill bendiciones. El rey, por ver si podía incitarlo a que lo
maldijese, llevólo por la retaguardia, por lo postrero, donde es muy ordinario
venir un ejército ya desbaratado; pero ahí puesto, el propheta se vuelve contra
el rey y dice: ¿Es Dios como los hombres mentiroso?; no se muda ni trueca sus
consejos ni decretos: siempre permanece en sus palabras.
Saco de aquí que en
el justo y que de veras a Su Majestad busca en la soledad, todo le
parecem bien: lo bien concertado y lo que parece a los ojos de los
hombres desconcertado, sus bienes y sus males como no sean de culpa; sus quejas
y regalos; sus alegrías y sus [188v] lágrimas. Entienda el ignorante que vive
en el mundo que no piense que, porque un justo se descompuso en unas faltillas
livianas y tuvo unos descuidos, que aunque para ellos y para sus ojos son vigas
grandes, para los ojos de Dios no montan una pequeña pajuela9. Pues
esté (digo) cierto el que a la mira y contadero está de lo visto que, no porque
tenga esos pequeños desconciertos, ya ha acabado con Dios y que ya está y queda
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sujeto a las maldiciones del pueblo, pareciéndole que
ya está y queda desamparado de Dios. Que, si en sus principios lo mira para
darle gracia poderosa con que componga todas sus acciones, en sus postrimerías
lo mira para emmendarle sus imperfecciones, porque nada en él hay de que Dios
haga asco o cosa que pueda ser causa para lo desechar y reprobar in aeternum.
7. Esto,
me parece, lo confirma aquello que la esposa dice en los Cantares: Nigra sum
sed formosa, filiae Jerusalem: ideo dilecxit me rex et introducxitn me
in cubiculum suum10. Negra soy pero hermosa, hijas de Jerusalén, por
tantoo el rey me amó y me metió en su retrete y aposento
escondidop. Parece fue decir esta esposa: hermosa soy, aunque algo
morena y negra. Pero porque no pensasen que por eso negro y tostado la habíe
desechado el rey, avisa que no fue eso causa para darle de mano; que la
hermosura que tenía y afición de su esposo tapó, encubrió y disimuló lo moreno.
¡Oh, si acabasen de entender los
scrupulosos del mundo que se tragan unq camello sin hacer scrúpulo, y
porque el justo pasó un cabello por el ojo de una aguja, ya les parece que todo
el mundo se ha perdido y acabado! Pues no es de esa manera, porque Dios está
r tan aficionado de estass almas sanctast que,
habiéndole robado su corazón la hermosura que en ellas hayu, no es
bastante la faltilla de lo negro que por de fuera tienen, cometiendo algunos descuidos,
para que Dios les dé de mano y las entriegue a lenguas de malos prophetas que
las ofendan ni por una ni otra parte, porque de las tales almas es Dios su
escudo y defensa.
[189r] Jhs. Mª
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