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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL RECOGIMIENTO INTERIOR
      • CAPITULO 63 - Cómo en la propia alma se consideran diferentes aposentos para su recogimiento y cuál será el más retirado
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CAPITULO 63 - Cómo en la propia alma se consideran diferentes aposentos para su recogimiento y cuál será el más retiradoa

 

            1.         Para esto propio nos dio la misma esposa un testimonio muy claro que nos lo manifiesta, que como es cosa que tanto inporta se sepa, no quiso dejarnos sin copia de exemplos: Paululum cum pertransissem, inveni quem diligit anima mea; tenui eum, nec dimittam, donec introducam eum in domum matris meae et in cubiculum genitricis meae1; a cabo de poco como pasase, hallé al que mi alma deseaba. Este poco que dice la esposa que pasó, fue después de haber pasado y dejado atrás todas las criaturas de la tierra; y sobre ellas subido al criador, hallé al que mi alma deseaba. Porque, aunque es verdad que las criaturas nos lo enseñan y dicen dónde está, pero no nos lo dan como un alma lo desea; y así es necesario pasar adelante. Pero, después de hallado, dice no lo dejará hasta que lo entre en casa de su madre y en casa de su genitriz o engendradora.

 

            Pues veamos ahora en qué se diferencia la madre de la que engendra, que dice no lo ha de dejar hasta que lo entre en casa de su madre y en casa de la que la engendró. Digo que en esto nos dio a entender lo propio que vamos diciendo. Dos officios tiene la madre: uno es parir y otro es engendrar. Para parir tiene la cama en un aposento casi público, donde entran los que quieren; pero el aposento donde se hace la generación, es aposento más retirado, más secreto y escondido. Pues, para dar a entender con cuánta guarda había de tener a su esposo, dice que lo entrará en casa de su madre y en casa de la que la engendra, que fue decir que no sólo procuraría esconder y encubrir a su Dios en parte que todos lo viesen, lo supiesen y entendiesen, sino en lo más retiradob y escondido, no sólo donde el alma pare y produce obras de virtudc que es acá fuera, sino allá dentro en el centro y más escondido del alma, que es lo propio que el esposo pedía cuando decía a la esposa lo pusiese por sello sobre el brazo y sobre el corazón2, que es end lo público y en lo secreto.

 

            2.         Y así como las generaciones se hacen en lo abscondido, y si una mujer sólo tratase en lo público con su marido no tendríe hijos, [192v] de esa misma suerte el alma que no tiene de trato con Dios más que esto público y de afuera, no concibirá para parir y producir


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obras perfectíssimas, porque éstas se engendran en la junta y unión secreta de Dios y el alma. Como lo vemos en la generación o producción de los gusanos de la sedae, que metiéndolos en semilla muerta en el seno, con el calor que allí se les pega salen gusanos vivos; lo cual no se haría si acá fuera gozasen siempre de frío. Así son nuestras obras, las cuales, si no tienen más que esta exterioridad y cumplimiento de los hombres, son obras muertas, perof, cuando salen de lo secreto del corazón y del calor de la gracia y charidad, ya salen y producen vivas y meritorias.

 

            Consideremos: si viésemos a una mujer que no ha engendrado con un niño en los brazos, diríamos que no es suyo sino ajeno y si quisiese perseverar a tenerlo mucho tiempo, se le moriría, porque, como mujer que no ha parido, no tendría leche que le dar. Así la persona que allá dentro en lo scondido de su alma no engendra, las obras esteriores no las podemos juzgar por suyas sino de los hombres de acá fuera, a quien solamente pretende agradar; las cuales obras, como no engendradas de lo interior del alma, no tiene la tal persona leche ni virtud con que conservarlas.

 

            3.         Donde quiero que notemos que en los Cantares muchas veces, tantas y aún más se hace mención de los pechos del esposo que de la esposa; lo cual vemos es acá imperfección tratar entreg los hombres: sólo de los pechos de las mujeres se hace mención porque ellas son quien cría a los hijos y les da leche. Lo segundo noto que, haciendo comparación la esposa de los pechos de su esposo y comparándolos al vino diciendo que eran mejores que el vino, hace el sposo la propia comparación de los pechos de su esposa diciendo que son también mejores que el vino, que parece le quiso pagar en la propia moneda, y no sólo en hacer comparación de sus pechos al vino, sino que, habiendo dicho la esposa que los pechos de su esposo tenían olor de ricos ungüentos diciendoh: Ubera tua meliora sunt vino, fragancia unguentis optimis3, el esposo parece que en retorno le dice [193r] las propias palabras, en el capítulo 4 n.10: Pulcriora sunt ubera tua vino, et odor unguentorum tuorum super omnia aromata.

 

            Vamos respondiendo a todas tres dificultades. Digo que el hacer la esposa tanta mención de los pechos de su esposo es porque pudiera ser que, no tratándose de ellos sino solamente de los pechos de la esposa, que su esposo Dios no tenía más parte en las buenas obras que el hombre hacía más que en la generación y producción de ellas dando la primera gracia, y que engendrado y producido este amor, él solo y sin otra nueva gracia bastaba para la conservación y aumento de las tales buenas obras. Pues para darnos a entender que no sólo tiene él todo en la generación dando la primera gracia con que el alma se ayuda y concurre, sino también tiene su parte en la crianza, aumento


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y conservación dando la gracia del aumento y perseverancia, como dice san Pablo: Deus autem incrementum dediti4, por eso hace la esposa mención tantas veces de los pechos de su esposo, como quien dice cuán a medias se han en esto del obrar y que, si Dios es el todo en nuestra salvación y justificación, quien nos hizo, como dice san Agustín, sin nosotros, no nos salvará sin nuestra voluntad5 y sin que nos ayudemos nosotros a nosotros mismos.

 

            4.         El decir que los pechos de Dios son mejores que el vino y también decir lo propio el esposo de los pechos de la esposa, sin mudar nombres o comparaciones como lo hicieron en las otras partes del cuerpo, fue para dar a entender que la leche con que se fomentaren nuestros pensamientos, obras y palabras ha de ser toda de un jaez, de una calidad y propiedad, para que los hijos tengan unas propias costumbres. Lo cual no fuera si la una leche fuera como agua y la otra fuera como el vino, que la una fortificara y la otra destemplara. Y así es necesario que el amor, que sustenta y da perseverancia a las buenas obras, pensamientos y palabras, de parte de Dios es amor divino; y así ha de ser amor divino el que ayuda de parte nuestra porque, si siendo la leche y gracia que de parte de Dios tenemos como el vino, que da fortaleza, nuestro amor, voluntad y gana de obrar fuese como el agua, destemplaríen las obras y no saldrían de una propia condición y propiedad.

 

            5.         Aquí quiero que advirtamos que, tratando la esposa de los pechos de su esposo, dijo que eran mejores que el vino y, volviendo estas propias palabras el esposo a la esposa, trocó aquella palabra mejores en pulcriores, de suerte que, diciendo la esposa que los pechosj de su [193v] esposo son mejores que el vino, dijo el sposo que los de su esposa eran más hermosos que el vino.

 

            ¿En qué se diferencia lo bueno de lo hermoso? Digo que en esto nos quiso dar a entender que lo bueno de nuestras obras lo tienen de Dios, lo útil y provechoso y lo honesto de parte nuestra. La bondad dice una virtud intrínseca que tiene la cosa y la constituye en tal ser, pero lo hermoso constituye una propiedad extrínseca y accidental6. Pues, para dar a entender que lo bueno de nuestras obras, la razón intrínseca del tal ser, lo tienen de Dios, el cual las constituye en tal ser de bondad por quien él es, como dice S[antiago]: Omne datum obtimum, etc., de sursum est7; y san Pablo dice: Auxilium tuum tantummodo ex me8, y a Dios lo llamamos sólo bueno por ser su bondad tan de su cosecha, y la nuestra viene de ahí participada; pero la hermosura, que es cosa que más pertenece a los actos y cosas exteriores, eso es lo que le da y pega el alma obrando con gana, con voluntad y con presteza, ayudada, como decimos, de esta gracia.


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            6.         El decir y tratar de olor de ungüentos la esposa cuando trata de los pechos de su esposo, y lo propio el sposo cuando trata de los pechos de su sposa, fue decir: si el olor de mis pechos y de mi bondad te trai a ti, alma mía, perdida por darme un alcance, por tenerme y gozarme, lo propio hay en mí pues tus pechos también me güelen a ricos ungüentos. Que es decir: muy bien te pago, esposa mía, esos deseos que de mí tienes, pues por ti ando tan perdido -como se vido cuando, hecho hombre, anduvo por ella y hizo tanto-; si bien te güele mi bondad, bien me güele tu hermosura.

 

            7.         Y porque no entendamos que esta hermosura de la esposa, que tanto agradaba al esposo, era hermosura como la que hoy se ponen las mujeres, que sólo es en la tez y faz de encima siendo por debajo feas y abominables, dice este propio esposo a su esposa en el capítulo [4]: Tota pulcra esk, amica mea, et macula non est in te9; toda es hermosa y agradable, sin que en ella haya alguna mácula. Y porque tanbién no entendamos que esta bondad se comunica de afuera adentro, sino al revés, de la hermosura de adentro del alma se comunica afuera, dice el sancto rey David, después de haber contado grandes y admirables propiedades de la hija del rey así en el vestido como en su persona, dice: Omnis gloria eius [194r] ab intus, in fimbriis aureis10, etc. Toda la gloria que veis por de fuera, toda nace de lo de adentro, de la gloria y hermosura que tiene en lo secreto del alma; y esta gloria del alma toda nace y la tiene de la unión y junta que Dios allá secretamente hizo con ella cuando, cogiéndola con sus dos brazos, dio un ñudo muy apretado, de suerte que quedasen para en uno, como ella propia dice en el capítulo 8 del mismo libro: Leva eius sub capite meo, et dextera illius amplecxabitur me11; su mano izquierda -dice- la puso debajo de mi cabeza y con la otra, que fue la derecha, me abrazó.

 

            No deja de tener dificultad. ¿Por qué pone la mano izquierda debajo de la cabeza y conl la derecha abraza todo el cuerpo?; que parece, por ser la parte más principal la cabeza, habíe ahí de poner la mano derecha. Digo lo primero que si esta postura habíe de tener alguna semejanza con la que tienen las madres cuando echan sobre sus regazos sus hijos, así habíe de ser, porque de la mano izquierda hacen almohada sobre que el niño eche su cabeza y con la derecha le dan a comer, regalan y hacen otras cosas de más consideración.

 

            Lo segundo digo que la cabeza del alma es el entendimiento y, aunque es verdad -según sancto Thomás12- en los bienaventurados consiste la gloria en el conocimiento y en el ver a Dios, pero acá en la tierra cierto es consiste y está la perfección en el amarlo porque, como dice san Pablo, si tuviere la sciencia de los ángeles y no tuviere charidad, soy nada13. Luego menos es la sciencia que la charidad. Si


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es menos la sciencia, que informa al entendimiento, la mano y el brazo de menos chalidad es la que se ha de aplicar a la cabeza y la de más consideración a la voluntad. Y así la esposa, haciendo esta diferencia entre estas dos potencias, la hizo también en los brazos que las informaban. De este abrazo decimos que goza el alma en lo secreto y escondido de su corazón.

 

            8.         Lo cual nos dio a entender cuando otra vez dijo la propia esposa tratando de su esposo: Fasciculus mirrae dilectus meus michi; inter ubera mea commorabitur14; mi esposo es un hacecillo de mirra para mí, pero no es ocasión el venir y darse en esa figura de amargura y espinas para que yo le deje de dar buen lugar pues lo pongo entre mis pechos. Estos pechos hemos declarado muchas veces que son las dos principales potencias del alma, que son entendimiento y voluntad. Dice que lo asienta y pone entre esas dos potencias, porque, aunque es verdad que entramas están llenas [194v] de Dios, cada una según el manjar que come, pero la fuente de donde nace todo ese bien es de una unión perfectíssima que en lo más escondido del alma tiene su espíritu con Dios. Y de ahí nace la charidad que inflama a la voluntad y la luz que alumbra al entendimiento. Lo uno lo consideramos como el alberca en la güerta y las potencias las consideramos como eras en la güerta, donde se plantan diferentes hortalizas.

 

            9.         Y adviértase que este bien es singularíssimo por estar en casa el dador de estos bienes tan de espacio, como la esposa dice en aquella palabra commorabitur, que quiere decir: estar de asiento y hacer morada. Las personas que no alcanzan esta unión parece que tienen a Dios de paso, y así de paso gozan ese bien enm sus potencias, como nube que pasa y regó lo que cogió. Miren la diferencia que hay de regar los sembrados de alguna fuente y agua de pie o aguardar que llueva, que salga la luna, que entre en tal sino, corra aire y se levanten ñublados; todo eso es necesario para regar con agua que viene del cielo. Pero, cuando es de fuente que se está en casa, no hay sino torcer la llave y salga el agua en cantidad.

 

            Almas que es menester el año una vuelta, venga la cuaresma, den voces los predicadores y rompan sus gargantas como nubes, corra el aire del divino Spíritu, sople las nubes, las llene y traiga para que estas tales almas se rieguen, y aun quiera Dios no caiga entonces el agua sobre piedras, que no haga provecho; esto es grande trabajo. Y summo bien tener a Dios en casa, que no son necesariosn otros ñublados, otros predicadores, otro sol ni luna, que en casa del justo está todo eso de repuesto para cuando quiere regar. Parece que está Dios y su misericordia aguardando a que lo pidan, que luego sube el agua y baña potencias y sentidos y los deja fecundados. Que por eso dice que lo tiene puesto entre suso pechos; que, puesto caso que entre los dos


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pechos de la mujer están las entrañas que dan leche a los dos pechos, que son como dos caños o fuentes que vierten lo que les dan, de esa misma suerte está Dios en las entrañas y vida escondida del justo dando a las dos potencias leche, que derramen y den como dos fuentes y caños.

 

            10.       Y esta verdad nos la dio a entender en decir que era hacecillo de mirra, porque por la mirra puesta entre [195r] los pechos, es fuerza que se haya de derretir y communicarse a partes tan cercanas como son los pechos y en el alma las potencias. Y si bien se advierte, cuando la esposa trató de los pechos de su esposo, hizo mención de ungüentos y de olor de ellos, y así dijo en el capítulo : Meliora sunt ubera tua vino, fragancia unguentis optimis; y lo propio, cuando el sposo trató de los pechos de la esposa, hizo mención de ungüentos y de olor, capítulo 4 n.10: Pulcriora sunt ubera tua vino, et odor unguentorum tuorum super omnia aromata; que parece luego daban con los ungüentos entre los pechos. Pienso que la causa debe de ser que los ungüentos no dan olor si no es cuando al calor o fuego se derriten; y como el mayor calor que una persona tiene es en los pechos, de ahí es que luego daban con los ungüentos en ellos para que oliesen. Y pues nuestro sposo es hacecillo de mirrap y ungüento divino, es necesario ponerlo entre los pechos, donde haya calor, para que güela, porque no es Dios amigo de conciencias tibias y frías sino de almas fervorosas. Esas son donde Dios se derrite y corre a los riegos que hemos dicho y da grande olor de sí. Su Majestad quiera que así nos suceda y que le amemos mucho, para que con ese calor y fuego nos communique tales dones y bienes.

 

            11.       Pero advierto una cosa, que los ungüentos y mirra que están entre los pechos para con aquel calor derretirse, están los pechos como dos vasijas de repuesto para coger lo que se derretiere, porque si una alquitara corriera y no le pusieran vasija en que cayera aquel licor, perdiérase. Así es necesario, para nos aprovechar de los bienes que Dios nos quisiere communicar, que tengamos el entendimiento y voluntad tan dispuestos y aparejados que nada dejen perder. No sean comoq aquellos a quien Cristo predicaba, que viendo el poco provecho que hacía su doctrina por la poca disposición de los oyentes, levantó el grito, dijo: Qui habet aures audiendi, audiat15; el que tiene orejas de oír, oiga. Pues, pregunto yo, ¿quién tiene orejas que no oiga? Digo que sí hay. Un cántaro por dos cosas puede no coger agua: o por tener tapada [195v] la boca o por estar quebrado. Por una destas dos razones hay orejas que no oyen y, siendo orejas, no son para oír: porque están tapadas y endurecidas, que no entra allá la palabra de Dios; o porque están rotas y son orejas de mercaderes, que cuanto oyen tanto pasa y sale fuera. Que aun si fuesen como las ventas y puertos donde se paga portazgo, aún no sería r tan malo, que en fin dejan algo en casa; y


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cuando el grito y voz del predicador y inspiración de Dios no deje sino un poco de dolor de le haber ofendido o una lágrima, en fin es algo y tanto puede pagar que de muchos pocos que nos dejen hagamos un algo.




a  Capítulo-retirado al marg.



1 Cant 3,4.



b corr. de retirados



c  sigue sino tach.



2 Cf. Cant 8,6.



d corr. de el



e  sigue los tach.



f  sigue m tach.



g  sigue entre tach.



h  sigue duo tach.



3 Cant 1,1-2.



i   como-dedit sobre lín.



4 1 Cor 3,6.



5 "Qui ergo fecit te sine te, non te iustificat sine te" (Sermo 169, c.11, n.13: ML 38,923).



j  ms. pecho



6 Cf. STO. TOMÁS, Sum. Th., 1, q.5, a.4 ad 1m; 1-2, q.55, a.4 ad 1m; etc.



7 Sant 1,17.



8 Os 13,9: "Perditio tua, Israel: tantummodo in me auxilium tuum".



k ms. est



9 Cant 4,7.



10           Sal 44,14.



11           Cant 8,3.



l   sobre lín.



12           Sum. Th., 1-2, q.3, a.4 y 8; q.4, a.4; etc.



13           Cf. 1 Cor 13,1-2.



14           Cant 1,12.



m sobre lín.



n  ms. necesario



o sigue potencias tach.



p ms. missa, de 2m. rra sobre lín.



q sobre lín.



15           Mc 4,23.



r  de 2m. sobre lín.






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