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CAPITULO 5 -
Cómo por cualquier camino que eche el justo halla penas y trabajos. Y de una en
particular que tiene de emulación, viendo a sus hermanos aprovechados y él
tibio por razón de algunas cosas en que Dios lo tenga entretenido; y del
remedio de esta pena
1. Yo
pienso que es cansarnos pensar que un alma que desea agradar a Dios ha de haber
tiempo en el cual en este mundo pueda decir que no pena y padece.
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Los
cielos no son azules, porque son cuerpos diáfanos queb en sí y de suyo
no tienen color; y, con todo eso, siempre nos parecen azules. No quiero decir yo ahora la causa por qué
[a] la vista, perdiéndose en tanta altura como hay de la tierra al cielo, se le
representen y parezcan azules. Déjolo para los que son verdaderos filósofos.
Lo azul es figura y representación de los celos, penas, pasión y trabajos. Y
celos y penas es todo uno. El cielo llamámoslo así: acelando, que es encubrir,
porque todo lo que en él hay nos lo tiene Dios tapado y encubierto, que no
sabemos, por mucho que filosophemos, qué es lo que allá hay. Creemos que hay
gloria, bienaventurados, y que allí está el lugar donde Dios se communica y
trata rostro a rostro con sus sanctos. El cómo ello sea, si Dios nos lleva allá, allá lo
sabremos1. En el entretanto, acá estaremos llenos de penas y de
temores si lo hemos de ver y gozar o si, por nuestros peccados, lo hemos de
perder. Que hasta en
eso los cielos quisieron parecerse a los celos, que no sonc otra cosa
sino un secreto y pensamiento interior tapado y encubierto de si se ha de gozar
aquello que se desea y ama con seguridad y como la persona lo pretende.
Ahora pues, quiriendo Dios que la
vida del justo, en todo lo que puede y se compadece, parezca y sea cielo, quiso
que en todo su trato, conversación, ser y duración, sead cielo,
celoe y azul, que significa trabajos y penas. De suerte que, como
quiera que al justo lo consideráremos o por do quiera que lo miráremos, lo
hallaremos lleno de penas y él se verá lleno de trabajos. Y no son los menores
cada día, como vamos diciendo, descubrir en él cosas que jamás las acaba del
todo de entender, ni en ellas se acaba de satisfacer, de suerte que siendo la
vida suya, aun tanbién para él le es cielo que tapa y encubre muchas cosas que
él no sabe, cuya ignorancia, quiriéndolo Dios así, [21v] lo trai tan penado y
afligido que por momentos se desconoce, no sabiendo cuál sea su vida. Y en
cuanto el justo cela, tanbién se puede su vida llamar cielo, pues son
ordinarias ocupaciones las suyas celar su propia vida y no darse ni tenerse por
seguro de sí propio y recatándose de todas las cosas criadas y penarse y
afligirse de todas sus obras y sucesos, considerando en ellas antes desmedros
que mejoros.
2. A este propósito, se me ofrece una
mortificación que muy de ordinario se levanta al justo de debajo de los pies,
aun en las buenas obras que hace y en los sanctos ejercicios en que Dios lo
ocupa. Y es que, viéndose en el ejercicio destas obras y fuera de su recogimiento
algo tibios, flojos o desganados, les parece que ya todo va perdido. Aunque en otros lugares he tocado
esto2, pero yo declararé esta pena por cosa diferente de todo lo que en
otros lugares he dicho. Pues digo que estas tales personas ven a otros sus
compañeros con una poca de oración tan devotos, tan encendidos o preñados de
amor de Dios, que parece que quieren reventar y que esto lo granjean con un
poco de
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recogimiento que tienen en la celda; y ellos antes se
consideran como perdidos, distraídos y relajados. Lo cual no puede dejar de
causarlesf pena grandíssima interior, porque temen no se ocupen en
cosas exteriores, con algunos menoscabos suyos. Como en cosas semejantes es
lícita la envidia y la emulación es sancta, por ser de cosa buena, tiene más
lugar la pena, porque le abren las puertas de par en par, para que entre en
ellos y corra de rondón por su imaginación el pensamiento de verg los
otros aprovechados, mejorados y tan adelante, y él le parece que está atrasado,
deshecho, anichilado. Y de verse así, con un perpetuo y continuo desconsuelo y
pena interior que, por saber éste muchas veces llega a términos de hacer daño a
una persona, le señalaremos aquí sus remedios.
3. Los
daños sonh ya quiriendo dejar lo que tiene entre manos y echar por otro
camino, ya desconsolándose demasiado y engendrando el demonio en él
pensamientos de desconfianza. Y ya se sabe que, cuando la pena es demasiada y
causada del demonio, por mill partes descompone y hace daño, porque un daño
dispierta y causa otro. Que me parece como cuando en el juego de los bolos se
cai uno: que aquél derriba a otro, y otro a otro, y, habiendo al principio
derribado uno sólo, al fin están ya todos caídos en el suelo. Esto pretende
muchas veces el demonio para descomponer un alma del todo: contentarsei
en sus principios conj derribar, con tristeza o desconfianza, el
corazón, para que, él en tierra, [22r] caiga todo el juego y una virtud
destruida derribe la compañera con quien tenía trabazón.
Bien entiendo que el maestro
spiritual que trata a esta alma, para desatarle las dificultades que en
ocasiones semejantes se le ofrecen a esta alma, ha menester saber algo por
experiencia, porque sus preguntas ordinarias son preguntar por los efectos que
suelen causar los tales divertimientos y ocupaciones. Y si esta alma responde
que temores, miedos, penas y algunas flojedades que en su persona siente, ¿qué
ha de decir? Que la tal persona va perdida, engañada, y ayudarla a caer y que
le crezcan las penas y desconfianzas, a que deje lo que tiene entre manos y
eche por otro camino, por donde suele Dios permitir que, soltando lo que mucho
vale y no se conoce por lo mucho que en otros parece, se halle esta tal persona
burlada y sin lo uno y sin lo otro.
4. La
doctrina con que debemos consolar a esta persona no será dificultosa de
entender. Y para esto quiero que notemos que, cuando Dios encomienda a alguna
persona alguna cosa exterior que sea bien de algunas almas, o provecho y
charidad de algunos cuerpos de pobres, hace Dios una trabazón con la persona a
quien aquello encomienda y de los encomendados, que se puede todo llamar un
cuerpo y un compuesto. Y con mucha razón, porque así como las partes que están
en un cuerpo todas gozan de una vida, de un sustento, sangre y communicación
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de espíritus vitales, de esa misma suerte, cuando Dios
así traba y pega a un alma con otras por charidad, para que las unas sean
ayudadas de las otras y se communiquen un mismo spíritu y en todas se extienda
un amor, una charidad, un Dios y un ser para más crecer en perfeción y en los
fines para que Dios hizo la tal junta y trabazón3.
Esto
presupuesto, ya se sabe que cuando un cuerpo y unk compuesto es mayor,
todas las cosas que pertenecen a su vida, sustento y aumento, vienen más
holgadas, más anchurosas. De suerte que, cuando este hombre o compuesto coma
más que tres hombres pequeños, le parece que tiene el stómago más vacío y
necesitado que otro ninguno, por la obligación que tenía de repartir la
sustancia a tantas partes y tan grandesl comom de que estaba
compuesto. Y esa necesidad que en sí siente no es menoscabo suyo; porque si el
estómago se siente vacío, esa falta de sustancia que tiene allá está en las
otras partes distantes a este lugar, y tan suya se es la sustancia que allí
envió como si estuviera en el estómago, y aun le es causa de muchos mejoros,
porque el estómago vacío y con hambre [22v] está ocasionando a los dispenseros
y mayordomos a que le tornen a dar de comer. Lo cual no corre en un hombre
pequeño de cuerpo, que con poco se harta, se ahíta y vomita, porque la
jurisdicción que su estómago tiene para haberla de proveer y sustentar es muy
corta.
5. Yo pienso que sin que este exemplo lo
apliquemos ya él queda entendido. Si un justo es una misma cosa por charidad
con las personas que Dios le ha encomendado, y la obra que Dios pretende entre
muchos hace un cuerpo y un compuesto, llano es que puniendo esta obra a cargo
de alguna persona, cuando mucho coma en materia de spíritu su alma, cuando
mucho busquen, adquiera y le den, que siempre se ha de hallar vacío y
como flojo, tibio y necesitado de más y más, porque, según la trabazón que con
los demás tiene él y su espíritu, no sirve de más que de ser estómago y arcaduz
por donde pasa o se reparte el spíritu y sustancia a las demás partes del
compuesto. Lo cual no
sólo no debe causar pena, sino antes regocijo, porque si algo dio a las partes
que le parecía estaban de sí distantes, en sí se queda, pues todo es un cuerpo.
Y si en su persona siente hambre y necesidad, es grande bien, porque obliga
a Dios a que una y muchas veces dé y enllene stómago y spíritu que tantas veces
se vacía y tiene tantos desaguaderos.
La
charidad, como es fuego, digiere mucho. Y ha menester comer mucho quien mucha
charidad y amor tiene a sus hermanos y deseo de que todos se salven. La
charidad abre zanjas, hace portillos y busca desaguaderos por donde el bien que
Dios communica a un alma se vierta y derrame por otras muchas4. Ahora
pregunto yo, ¿cuál destas dos vasijas tiene más agua: un arcaduz que está lleno
y se revierte y
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no le sacan ni le echan, u otro que, sin estar lleno,
es paso por donde va el agua a las fuentes y caños que sirven a la ciudad? ¿Fuera bien que se quejara este segundo
arcaduz viendo a su compañero lleno y rellenoo, revertiéndose de agua?
No, por cierto, porque mucha más, sin comparación, es el agua que él tiene y
recibe, aunque jamás se enllene, porque es vía y paso por donde corre cada
momento agua nueva; y si parece más el agua donde se rebalsa, mucha más es
donde corre, aunque menos parezca.
Yo confieso que hay hombres que con
una poquita de devoción parece que quieren reventar, y con un poquito de
recogimiento se abrasan y encienden. La razón es porque [23r] allí el spíritu se
rebalsó, paró y detuvo. Y que hay otras almas, ocupadas en cosas grandes, más
vacías, más flojas y, al parecer, más necesitadas de devoción, que deben estar
más consoladas, por ser vía y camino por donde cada día pasan nuevas gracias y
favores de Dios.
6. A este propósito, algunas veces se me
ha ofrecido de la sanctidad de sancto Domingo y de sancto Thomás, pareciéndome,
cuando oigo la vida de sancto Thomás tan rara y tan particular, tantos éxtasis
y enajenamientos como dicen que tuvo, tanta ciencia, que, mirándolo así por
encima, parece quep sin falta fue sancto Thomás mayor sancto y que debe
de tener mayor gloria. A lo cual respondo, con el motivo que me da lo que vamos
tratando, que no porque parezca mayor sancto y en él y por él veamos obra Dios
mayores milagros y maravillasq, se infiere que es más sancto, tuvo más
gracia y goza de mayor gloria, porque los dones y gracias de sancto Thomás
fueron para él y para sus scritos; y los de sancto Domingo fueron para tantos
hijos como tiene y tendrá hasta la fin del mundo. ¡Oh Dios de mi alma! ¿Y quién podrá negar
que, siendo aquel sancto causa de que tantos lo fuesen y hubiese en su
religión, que no lo hizo un mismo cuerpo con los demás, siendo él la parte
principal, el arca y el conduto por quien y donde Dios derramaba y esparcía
todos los dones y gracias que habíe después de communicar a los que habíen de
venir? Y si parece dificultoso el decir que entonces aún no eran nacidos muchos de
los sanctos que después hubo y habrá, no es ése inconveniente. Lo uno, porque ya en Dios estaba todo
presente y, para lo que en Dios ya era, quiso premiarlo y ponerlo dende luego
en aquel glorioso sancto para cuando en tiempo fuese. Lo otro, digo que no era
inconveniente allí corriese el agua despacio y de suerte que el glorioso sancto
la gozase mientras, su poco a poco, iba Dios sacando piedras y condutos de la
naturaleza r humana por quien hubiese de pasar la tal gracia.
7. ¡Oh padres y hermanos míos, los que son
o fueren en nuestra sagrada religión! Ruégoles por la sangre de Cristo y por la
inmensa y encendida charidad que Cristo nos tuvo, la tengamos con nuestros
próximos y hermanos y nos hagamos una misma cosa con ellos, deseando
communicarles lo que Dios nos diere. Que si nosotros fuéremos más
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pobres y menesterosos que ellos, ellos nos darán y
nosotros recibiremos y por ellos Dios nos communicará; y la charidad que les
tuviéramos abrirá la puerta [23v] para que Dios nos dé y enriquezca, viendo que
de lo que recebimos hacemos tan buenos empleos. Bien veo que, para desear un
hombre nuevos officios o prelacías, o tener cuenta con almas, es menester ser
uno enviado y que Dios lo escoja y que nadie se entremeta en las
simencerat que no es suya. Pero para tener charidad, para desear que todos se salven, que
todos conozcan a un Dios, a un Señor, a un Redentor, para esto no es necesario
particulares asignaciones o elecciones, [sino] la común y la que la charidad
enseña y se estiende a eso. Y eso no es mal principio para que, después de
Dios, lo segundo con esos deseos ensanchen el corazón, para que quepa mucho y
Dios dé más.
¡Válame Dios, cuántas
veces oímos decir de algunos religiosos, al parecer de poca consideración, que
se han entrado en reinos de bárbaros y de gente que no conoce a Dios, y la
charidad que tuvieron los hizo padres de muchas gentes que ganaron para el
cielo! De un fraile lego de la Orden de sanu Francisco he oído decir
que anda haciendo y ha hecho obras milagrosas en el Japón, y pienso que también
en las Philipinas, que pudiera ser no lo hiciera un catredático con sus letras,
majestad y gravedad.
8. El propio exemplo que en lo pasado
hemos puesto de dos tan grandes santos canonizados, podríamos poner en otros
dos que deseanv y pretenden los padres de la Compañía canonizar, como
son el padre Ignacio, su fundador, y el padre Javier, que después murió grande
sancto. Que haciéndolo de mayor fama al Javier, parece que tiene el negocio más
por suyo que el padre Ignacio. Pero los padres de la Compañía, con particular
acuerdow, no quieren sea otro canonizado antes que su Padre5,
porque no es causa las mayores aparenciasx del padre Javier para que se
entienda haber sido mayor su gracia y charidad y que será mayor su gloria, pues
es verdad que el padre Ignacio fue el estómago que repartía y dio charidad
según por aquel conduto Dios la communicaba a tantos sanctos como aquella
religión tiene y ha tenido. Y cuando eny aquel sancto y bienaventurado
se conociera alguna flojedad o sequedad, no se habíe de inferir de ahíz
menos virtud que tuviese, pues la charidad buscó tantos desaguaderos como tuvo
y tendrá.
No tiene
más leche el pecho de la madrea a quien se le revierte y derrama por no
tener hijos que la mamen que la que, por tener muchos que la desagüen, siempre
tiene [24r] los pechos enjutos. Yo juzgo por más rico a quien tiene 2000
ducados enpleados en viñas y heredades (aunque no tenga blanca en dineros) que
a quien tiene mill
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ducados en doblones en su scritorio. Así digo que nadie
se debe desconsolar cuando, enpleándose en cosas grandes, se viere flojo o
tibio y necesitado cada día de nuevas gracias, pues todas las que le dan hace
de ellas sus debidos enpleos. Que cada día se ve pedir un hombre que tiene
veite mil ducados de hacienda y faltarle dineros para el gasto ordinario y
tener necesidad de que le enpresten. Y por eso no hemos de juzgar por más rico
al que en la faldiquera le suenan los cien reales, ni al que en el pico de la
lengua trai nuevas pláticas y conversaciones sanctas, arrobos visibles y
devociones palpables.
9. Arriba dije que ésta me parecía
doctrina fácil por los muchos exemplos que de ella nos ofrece la naturaleza. Y
bien es que, así como hemos consolado al que en las ocasiones dichas se siente
flojo y desganado, le digamos al muy devoto no me presuma y entienda que sus
devocionesb visibles provienen de más virtud, pudiéndole servir de
exemplos lo contrario que hemos dichoc a la persona que en estotro
estado estaba muy penada por verlo a él medrado y no conocer en sí creces o
mejoros de tantos trabajos. Y si él en sí no los conoció, por ser muchos juntos
por charidad un compuesto dilatado y necesitado de mayores gracias, él, por ser
uno sólo, será más pequeño compuesto y persona que con menos fuego tendrá más
humo en la chimenea. Y nadie juzgue, según esto, por lo que ve; que, en fin, es
humo lo que se muestra a los ojos de los hombres, siendo lo perfecto lo que
adentro quedó. Y ya se sabe que poca lumbre, si está en pajas, suele tener más
humo que mucha, si está en carbones encendidos.
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