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CAPITULO 14
- En que se prosigue la materia del capítulo pasado. Y de la obligación que el
prelado tiene muchas veces de conformarse con ela spíritu del súbdito,
y el súbdito de rendirse al prelado, aunque en materia tan grave le parezcan
sus consejos o mandatos torcidos
1. Aunque
la naturaleza es corta en darnos exemplos que lleguenb con qué explicar
nuestro sentimiento, no es a lo menos corta en darlos en número. Los cuales
seríe bueno juntásemos para ver si pudiésemos de un agregado y de muchas
criaturasc componer un corazón afligido que por un rato representase el
corazón del justo en la ocasión presente,
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eld
cual no se atreve a salir [213r] en público, ni puede decir su mal. Noe
es pequeño exemplo el que David nos pone del pueblo de Dios, cuando lo llevaban
captivo a Babilonia. El cual, llevando consigo a sus prophetas, su ley, sus
sacerdotes -que, en fin, en este captiverio no les privaban más que de lo
temporal-, y de eso tenían tanto sentimiento que, sentados a las corrientes de
las aguas de los ríos de Babiloniaf, derramabang ellos las de
sus ojos, para que las unas se juntasen con las otras y no anegaran la tierra;
que si tanta copia ellos tuvieran, bien lo hicierah su deseo. Al
golpeadero de aquellos ríos, ellos sollozaban para que el un ruido ahogase al otro
y no atemorizasen a los vencedores. Todos estos sentimientos eran porque de ti,
Jerusalén, nos acordamos; porque se acordaban de aquella sancta ciudad de
Jerusalén, de su templo, de susi sacrificios y de las demás ceremonias
y ritos que en su templo celebraban1.
¡Oh Dios
mío, Dios sancto e inmenso! Abre tú los ojos a los hombres para que vean y
sientan lo que siente el alma del justo cuando, no privado de lo material, sino
de lo formal que en Dios gozaba -no digo tampoco privado de la gracia, sino de
los gustos, entretenimientos y regalos de Dios en que descansabaj-,
sácalo la obediencia captivo y aherrojado acá fuera, a esta Babilonia y
confusión de este mundo, donde, con justa razón, puede y debe sentarse a la
corriente y paso que todas las criaturas llevan de su ser a no ser y
consumación. Y a ese corriente corran sus lágrimas, celebre sus duelosk
y haga obsequias funerales al fin y consumación de sus antiguos
entretenimientos, cuando acudía a Dios en la oración y contemplación y en ella
ofrecía cada día a su alma con todas sus potencias y sentidos en sacrificio y
holocausto; cuando se acuerda de tantas ceremonias con que acudía al agrado de
este gran Dios, y de todo se vea privado, juntamente [213v] con el templo secreto
de su alma, donde como en retrete y escondido se metía a celebrar sus fiestas,
cuando ve que se le trasponen y quitan de delante los ojos aquellas virtudes de
que deantes se preciaba, que aunque no se pierden (y así se debel
entender en este trueco), pero se esconden y desparecen, y cuando con nosotros
vayan, como los profetas con el pueblo de Dios.
Es recia
cosa, y muy dificultosa, ofrecer sacrificios en tierra ajena y ser entre los
del mundo humildes losm quen lo erano en lo secreto de
su corazón y ejercitar la charidad donde tantos estorbos halla el que no tenía
deantes ninguno. Que, si bien se advierte, por eso quiso Moisés, en el Exodo,
que su pueblo saliese al desierto a sacrificar a Dios, no consintiendo, aunque
Faraón les daba licencia, hiciesen sacrificios en Egipto2. Lo uno, porque no les podía allí durar
aquel officio, y lo
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segundo,
porque no lo podían celebrar con las fiestas y aparato que el sacrificio pedía
y ellos tenían obligación. Y así rompió con todo el sancto Moisés y por salir
con la suya, que era la propia que lap de Dios, hizo extraordinarias
maravillas: cuando rompiendo con una vara los ríos los volvía en
sangre3; cuando rompiendo los aires llovían mosquitos4,
pedrisco y granizo5; y, últimamenteq, rompiendo el mar, libertó
los suyos y ahogó a los ajenos6. Que todo esto se debe hacer porque en
todo se cumpla la voluntad de Dios y él sea alabado en el tiempo, lugar y como
Su Majestad pide.
2. Aquí voy hablando con los prelados y
súbditos. A los prelados digo que si sienten ser voluntad de Dios que un
religioso camine con spíritu singular y devociones particulares y en eso hizo
ya asiento su espíritu, que rompan, si fuere necesario, con un mundo a trueco
de defenderlo, como otro Moisés, pues es su padre, capitán y caudillo; que más
se agrada [214r] en que aquella tal alma ofrezca sacrificio a Dios en la
soledad, que no que se ganen mill mundos. Quiebre y rompa su derecho, que más
r vale que camine derecho el tal súbdito en aquellos caminos secretos
por donde Dios lo lleva, que no que él salga con la suya. Menos mal es que el
agua se vuelva en sangre y el aire envíe mosquitos y las nubes piedras y que se
asuelen los sembrados y se molesten los súbditos, que no dejar el siervo de
Dios al mismo Dios en el lugar del sacrificio.
3. Al súbdito digo que cuando su prelado
(después de le haber propuesto con simplicidad) porfiare, que se sujete y
rinda, rompa con sus gustos interiores, aunque sean de Dios; vuélvase todo
sangre, tinieblas, pedrisco, que acudir se tiene a lo que Moisés manda, sin
ningún género de réplica, como hacían los hebreos que, siguiéndole sus pasos,
se iban trass él. Y una
cosa he notado en el Exodo, donde se trata de la salida de este pueblo. A lo
menos, no me acuerdo haberlo leído. Remítome al testo. Lo que ahora entiendo es
que, aunque aquel pueblo murmuró de muchas cosas de Moisés7, no me
acuerdo murmurase de él que no lo llevaba por camino derecho. Y eso es mucho,
porque, siendo camino que se podía andar con espacio en 20 o treinta días,
tardaron en andarlo 40 años8. Y con tantas largas, callaban y se iban tras
su capitán, rindiéndose a que aquello debiera de convenir. Lo propio debe hacer el verdadero
religioso: que cuando a él le parezca que por la senda que él ha echado llegará
más presto al camino de la perfección que por donde su prelado lo lleva, debe
rendirse y sujetarse, que por entonces aquello debe de convenir.
4. Y
aquí quiero que adviertan que el hacer entramas partes, las del prelado, para
que le acuda al súbdito, y las del súbdito, para que se sujete al prelado,
[214v] en esto, que es tan dificultoso, no me
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contradigo,
que una propia doctrina es, aunque se mire por partes contrarias. Porque cuando
digo que el prelado mire mucho y advierta el estado de perfección del súbdito y
que procure conformarse con su espíritu y con el camino por donde Dios lo
lleva, entonces conozco la voluntad de Dios puesta en el súbdito, y por eso
aconsejo al prelado que rompa todo lo que a esto contradijere. Cuando trueco
las manos y digo al súbdito que se rinda, se sujete, se conforme y mortifique,
tiniendo paciencia en martirio semejante como es dejar sus continuos y antiguos
ejercicios, entonces ya considero la voluntad de Dios puesta en el prelado que,
como Dios, es el que me guía: unas veces, guía por derecho, y otras, por
caminos que a mí me parecen torcidos, como digo del camino que llevaba el
pueblo de Dios a la tierra de promisión. Bueno fuera que, cuando Moisés llegó a
la lengua del aguat del mar Bermejo, que dijera su pueblo que no quería
entrar por allí, que lo anegarían las aguas y que, si parecían peñascos
levantados dándoles paso, podían echar juicios no fuesen fantásticos o fuese
burla que les querían haceru. Nada desto dicen, sino callan, bajan su
cabeza y abalánzanse al peligro, porque allí estaba Dios para les dar paso
porv en medio del mar9, como dice David: Qui traducxit populum
suum per mare Rubrum10.
¡Oh, de cuánta inportancia le es
esto al siervo de Dios! Que si su prelado lo quisiere pasar por en
medio de un mar, que se arroje, que poderoso es Dios para dividir las aguas y
apartar las criaturas que le pueden dañar y enpecer, y sacarlo libre. No hay que dificultar el tal viaje y
camino. "Todo le es posible a Dios"11.
[215r] El pedir al prelado, cuando
fuere necesario, pierda de su derecho, y lo propio al súbdito, para que de
concierto de entre entramos se busque lo que es más gloria de Dios, digo que no
es contradición, sino deseo de conformarlos. Así como si un hombre honrado
entrase en una casa donde un padre ha reñido mal a un su hijo y le dijese al
padre que aquello era grande crueldad, tratar al hijo de sus entrañas en
aquella manera, que en algo se le ha de disimular y que algo ha de perder
alguna vez el padre de su derecho y conformarse con su hijo; y que después de
haber dicho esto al padre, se vuelve al hijo, y le dice: Vos, rapaz, ¿cómo
habéis hecho esto? Demasiada de razón tiene vuestro padre y os debía haber
castigado mucho más. Y esto no es contradecir cuando riñe al hijo lo que
haw reñido al padre, ni contradecir lo que dice al hijo lo que dijo
primero al padre, sino conformarlos y avenirlos, justificando la causa de cada
uno.
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