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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • ALGUNAS PENAS DEL JUSTO EN EL CAMINO DE LA PERFECCION
      • CAPITULO 20 - En que se prosigue la propia materia del capítulo pasado
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CAPITULO 20 - En que se prosigue la propia materia del capítulo pasadoa

 

            1.         La otra semejanza que la esposa pone a quien se ha de parecer su esposo cuando huiga es al cabritillo, hijo de la cierva1. Estos cabritillosb, en naciendo, corren y huyen con extraordinaria velocidad; y andando no siempre colgados del pecho de la madre, cuando lo quieren, acuden a él con extraordinaria presteza, por la velocidad con que corren. Y tanbién las madres no tendrían tanta leche, ni virtud que los sufriese traer siempre allí pegados. Pues decir la esposa a su esposo que huiga y que se vaya y que se asemeje al cabritillo y hijo de la cierva, es decirle: Esposo mío y bien mío, no son tantas las fuerzas de un justo acá en la tierra que os pueda traer siempre colgado de los pechos, que son entendimiento y voluntad (que virtud y fuerzas es todo uno). No


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tienen tanta virtud, no son tan fuertes que tengan tanta leche como vos, esposo mío, trabáis tras vos cuando a un alma os pegáis. No tiene el entendimiento tanta potencia como pide el deseo de actuarse en vos y como pide el conocimiento del obiecto que se le ofrece, ni tampoco la voluntad tiene tantas fuerzas para os amar como vos sois digno de ser amado. Y así, para que estas pocas fuerzas no se consuman y se acaben antes de tiempo, es necesario que os descolguéis de esos pechos, que huigáis, que los dejéis un rato descansar, que aun el arco de en cuando en cuando es necesario desarmarlo.

 

            2.         Pero adviértoos, esposo mío, que cuando os apartáredes por privación de estos gustos y contentos, de que yo me niego por vuestro amorc, gustando de os imitar en los trabajos, y también me privo de ellos por mi flaqueza, que sea esta vuestra huida como la del cabritillo de la cierva: que es tan velozd y ligera su carrera que, estando muy apartado, en un momento vuelve a los antiguos pechos a se apacentar y holgar en ellos. De esa suerte habéis vos de huir: que si, habiéndoos alejado de mí por la privación de gustos que vamos diciendo, y yo quedare en los riscos de la tierra entre jaras amargas ye cambrones spinosos -que es padecer yo, en la absencia def [231v] estos celestiales gustos, trabajos excesivos-, que cuando vos, esposo mío, me veáis en estas amarguras, como ciervo vengáis a mí con extraordinaria velocidad, de suerte que no os eche yo menos en mis trabajos y tribulaciones, sino que, como si vos, Señor mío, tuviérades necesidad del enpleo de mis potencias como el cabritillo de los pechos de su madre, de esa misma suerte habéis de venir con sed y hambre de mi aprovechamiento. Porque quien aligera los pies del tal cabritillo para buscar a su madre es la hambre y la necesidad que tiene del sustento.

 

            Bien veo yo, Señor mío, que nada ponen ni enllenan en vos todas las criaturas. Y cuando tuviérades sed no os la matarán mill mundos, que así lo decís vos por el propheta David: Si exuriero, non dicam: Meus est Galad, etc.2 Pero vuestro amor es tan grandeg que tenéis a los hombres, que los buscáis y corréis tras ellos, como si de ellos tuviérades necesidad. Y este amor que en vos está puesto, en lugar de la hambre y necesidad que los hijos tienen de los padres, os hace aligerar el paso y accelerar el vuelo y venir a mí informando mi entendimiento y inflamando mi voluntadh.

 

            3.         Estas dos potencias se apacientan divinamente en el monte Calvario, en los trabajos de Cristo y en su muerte y pasión. Y ahí sustentados, cobran fuerzas y leche, como dicen, para que, dispertando en la tal alma mayores deseos, tenga cada día nueva leche, nuevas consideraciones y afectos con que meditar y amar a tan grande esposo.

 

           


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Suelen decir que el carnero de la Mancha es el mejor y el más sabroso de cuantos hay, porque el ganado goza de hierba de sequío, que, aunque no engorda tanto, hace mejores carnes que no la hierba que come en lugares aguanosos y donde la hierba está llena de rocío. Y aun pienso yo que dejan los pastores se caiga primero el rocío que suelten el ganado de los [cortiles]. Y también hay otra causa, y esi que la tierra de la Mancha es salitral y tierra salada y que, lamiéndola, el ganado tiene más gana de beber, porque laj buena [232r] bebida a su tiempo engorda el ganado. Y así vemos que muchas veces dan sal al ganado puniéndosela, para que la laman, en algunas piedras, para que así tengan sed. Y digo que ésta es la causa por qué en la Mancha hay mejores carnes en los ganados y más sabrosas que no en el Andalucía y en el Reino de Valencia, donde las hierbas no son tan enjutas, antes, con el mayor vicio y frescura de la tierra, son más aguanosas y están más llenas de rocío.

 

            ¡Oh Cristo sancto! Y ¿quién pudiera decir los mejoros que un alma tiene cuando en tu cruz, pasión y tormentos se apacienta, cuando en esa santíssima humanidadk -tan seca que tiniendo sed le dan hiel y vinagre3, tan sin rocío que dice a su Padre en la cruz: Dios mío, ¿por qué me has dejado?4- se recrea? Aquí es donde el Padre eterno, como en piedra, que así se llama a Cristo en la Scritura5, nos pone sal que dispierte nuestra sed y deseo de Dios. ¡Oh Cristo sancto, y cómo eres tierra yl campo donde, apacentados los justos, crían, como ganado de tu rebaño, buenas carnesm, buenos pensamientos, carnes apretadas! Porque viendo lo que Cristo padece y en él considerando la divina justicia, se engendran en nosotros un temor sancto que aprieta nuestras carnes, como dice David6. Hace esta tierra carnes enjutas, porque la compasión de ver que tanto padece el justo de los justos saca tantas lágrimas que agotará y enjutaráo al corazón más mojado y lleno. Aquí era donde Dios, por el propheta Eczechiel, capítulo 34, 147, habíe dicho que habíe de apascentar a sus ovejas: In pascuis uberrimis pascham oves meas, et in montibus excelsis Israel erunt paschua earum. Ibi requiescent in herbis virentibus, et in pascuis pinguibus pascentur super montes Israel. Ego pascamp oves meas, et ego eas accubare faciam. Dice que apacentará Dios a su ganado en los montes de Israel y en lugares pascuales ubérrimos. Y estos nombres el propheta -de montes y pascuas donde este ganado ha de ser apascentado- losq repite muchas veces.

 

            4.         Pues por estos dos vocablos yo entiendo muy a la letra (sujetándome a lo que los sanctos doctores dijeren) la pasión de Cristo, sus trabajos y sus afrentas. Lo primero, fueron, por su grandeza y sublimidad -que era Dios el que padecía-, montes altos: Magna est ut mare contricio tua8; trabajo y dolor grande como la mar. La mar, en tiempo de


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tempestad, [232v] forma y hace en sí millares de montes y sierras. Y siendo la pasión de Cristo grande como la mar alborotada, la ira y rabia de los judíos levantaron montes, sierras y olas, y todas vinieron sobre Cristo. Así lo dice David r, en persona de Cristo: Omnes fluctus tuos inducxisti super me9; todos estos montes cayeron sobre Cristo. Y como sus dolores fueron excesivos, los llama allí el propheta montes, no de singular, sino de plural, por haber sido cada uno de sus trabajos un monte. Un monte fueron sus azotes, y otro sus bofetadas; otro sus ignominias, y otro sus clavos, y así los demás10. Llamamos a su pasión monte, porque en él fuimos libres y guardados del demonio como en monte y castillo fuerte.

 

            5.         Lo segundo, digo que llama a la pasión de Cristo paschua. Este nombre, pascua, tiene muchas significaciones11. Llámase el día de la fiesta que celebraban los judíos; y así se llama paschua la muerte de Cristo, por haber tenido Su Majestad particular gozo y fiesta de padecer por los hombres. Paschua significa aquel día en que el ángel bajó y pasó a cuchillo a los primogénitos de loss egipcios; y en esa significación también se llama paschua la muerte de Cristo, porque en ella cortó la cabeza y mató Cristo a sus enemigos. Paschua se llama el día que los judíos comían el cordero; y en ese sentido también se llama paschua la muerte de Cristo, pues fue cuando Su Majestad, como divino cordero, se ofreció en la cruz por los peccados de los hombres y se nos dio en manjar y en comida. Paschua también se toma de este vocablo: pasco, que es apascentarse o comer; y también en esta significación paschua podemos llamar a la muerte de Cristo, pues en ella nos apascentó como en montes y prados gruesos y frescos, y Su Majestad también en ella fue apascentado, pues su hambre de morir por el hombret no quedó satisfecha hasta que murió y derramó su sangre por él. Luego si paschua y monte significa la muerte y pasión de Cristo, y ahí apacienta Dios sus ovejas, señal es que donde las engorda, las sustenta y cría cual conviene, es en la consideración de estos dolores y trabajos, de donde, como dejamos dicho, un alma sale con mayor [233r] hambre y mayor sed, por la sal que toma en aquella divina piedra, Cristou.

 

            6.         Verdad es que un alma apascentada en los gustos, contentos y placeres de Dios, engorda bien. Pero como ése es manjar más para la otra vida que para ésta, no hace tales carnes como decimos del ganado que pasce hierba aguanosa y llena de rocío. Bien veo yo los gustos que un alma tiene cuando sus consideraciones llenas de consuelos la ensanchan, entretienen y suspenden, pero no le son de tanto provecho como los dolores y la imitación verdadera de Cristo en sus trabajos. Mirémoslo en san Pedro apascentado en el monte Thabor con aquella santíssima humanidad de Cristo llena de aljofarado rocío12. ¡Qué presto en ese


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manjar mostró Pedro su flaqueza y menos firmeza que la que después tuvo en los trabajos y martirio; la diferencia de estas palabras a las que diríe cuando lo tenían crucificado! Es certíssimo hay grande diferencia de un hombre coronado de espinas o coronado de flores. Y, conociendo esta diferencia, muchos sanctos, dándoles Dios a escoger, escogían las spinas y los abrojos, reservando y dilatando para la otra vida las flores y gustos. Y ésta es la causa por qué la sposa dice a su esposo que huiga y seav como la cabra, que le vuelva y envíe su rostro, que es trueco de Dios por Dios, de gustos por trabajos, de Dios florido por Cristo crucificado. Pero, junto con esto, pide que también sea como el cabritillo hijo del ciervo: que, viéndola alcanzada de cuenta en los trabajos, venga con presteza a la consolar y aliviar de ellos.




a  Capítulo-pasado al marg.



1 Cf. Cant 8,14.



b sigue quando nacen tach.



c  sigue y por tach.



d sigue que tach.



e  sigue est tach.



f  sigue esta absencia de tach.



2 Sal 59,9.



g  sigue el tach.



h  sigue las quales tach.



i   sigue que dice tach.



j  sigue bevida a su tach.



k ms. humanida



3 Cf. Mt 27,34.



4 Cf. Mt 27,46; Mc 15,34.



5 Cf. Is 28,16; Sal 118,22-23; Mt 21,42; 1 Pe 2,6-8.



l   sigue q tach.



m sigue en tach.



n  ms. engentra



6 Cf. Sal 72,26.



o ms. enjura



7 Ez 34,14-15.



p ms. pascant



q ms. lo



8 Lam 2,13.



r  al marg. vide



9 Sal 87,8.



10           Cf. Mt 26,67-27,35.



11           Para todas las "significaciones" que siguen y sus correspondientes traslaciones a Cristo, cf. Ex 12,1-34; 23,14-19; Lev 23,5; Núm 28,16-25; Deut 16,1-8; Ez 45,21-24; Mt 26,18.26-28 y par.; Jn 13,1ss.; 1 Cor 5,7.



s  sigue hebreos tach.



t  de-hombre sobre lín.



u  sigue verdad es tach.



12           Cf. Mt 17,1-4.



v  corr. de lea






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