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CAPITULO 25
- En que se prosigue la propia materia. Y cómo naturalmente un alma desea en
las obras de charidad exteriores hacer algunos desaguaderos de aquel amor
excesivo que a toda ella la tiene sumersa y zabullida
1. Otro lugar hay en los Cantares, en el
capítulo [2], que lo podríamos traer en confirmación de lo que hemos dicho y
que tanbién encierra [242v] en sí la duda del pasado. Dice, pues, la esposa,
hablando con sus compañeras y amigas: Fulcite me floribus, stipate me
malisa, quia amore langueo1; que parece deseaba desasirse de
adentro, pues deseaba la pusiesen rosas y flores afuera y manzanas olorosas
que, siendo cosas de olor penetrante, es fuerza que traigan a sí los sentidos,
y la fuerza de los sentidos que traigan las potencias, y así toda el alma, en
la manera que puedenb. Que esto parece como cuando un enfermo tiene
algún dolor grande y vehemente adentro: le echan ventosas afuera para que
llame. Y eso parece dice la esposa, enferma de amores: que la cerquen de flores
y manzanas que saquen algo de aquel dolor y pena interior que en ella causa el
excesivo amor de su esposo.
Puede
servir por respuesta a este lugar lo que en los capítulos pasados hemos dicho a
la otra autoridad en que la esposa pedía a su esposo se apartase y
fuese2, respecto de la grandeza de gustos que un alma tiene sobre la
flaqueza de sus fuerzas, pues dice: Amore langueo3; que la derribaba la
grandeza del amor. Y como quien pide refrigerativos por de fuera, para mitigar
el excesivo calor de adentro que al enfermo abrasa, viéndose esta tal alma
abrasada de un fuego celestial y divino, por la parte que su natural flaquea,
pide mitigación con rosas, flores y manzanas con que desea la cerquen.
Así como
en años lluviosos si el labrador se teme que, haciéndose alguna laguna o charco
grande, se le ha de ahogar su trigo, rompe acequias, hace zanjas y abre surcos
por donde se desagüe y el agua que estaba recogida haga menos daño
estendiéndola y divirtiéndola por otra parte, cuando el alma llega a este
estado, en que enferma de este amor celestial, es año dichoso y bendito, como
aquel de quien decía Davidc: Benedices coronae anni tui4; que
lo cercó y rodeó Dios con [243r] lluvias celestiales, enllenando a aquella tal
alma de unos gustos divinos. Y como en esta ocasión el alma ve sus potencias en
este summo bien ahogadas, zabullidas, sumersasd y sobrepujadas, y ese
bien allí recogido como agua acharcada y alagunada, pide que le hagan
desaguaderos, zanjas y surcos por donde aquel agua se derrame afuera y aquel
amor que cargó adentro salga también afuera, al cuerpo. Y para esto quiere
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la esposa que le llamen con rosas y manzanas olorosas,
que son las obras exteriores en que naturalmente desea ocuparse por dar algún
alivio al hombre interior que padece la tal enfermedad, para que descargándose
algo los sembrados del alma, que son las potencias que así están ahogadas de un
tan grande y summo bien, se parezcan y descubran en sus operaciones naturales.
La medicina nos da otro exemplo muy propio
con que probar esto. Cuando un enfermo tiene abundancia de sangre, temiéndose
no le ahogue, el médico le aplica dos remedios: el uno es sangrías y el otro es
ponerle sanguijuelas que le chupen la sangre. Y lo propio sucede a
estas personas llenas de estos extraordinarios beneficios y mercedes que de
Dios reciben: que desean enfermedades, trabajos y penas corporales, que les
sirven como de sangrías por donde se derrama y vierte aquel excesivo gusto que
dentro tienen. Y yo he
visto persona que con aquel exceso de amor que tenía y estaba herido, pedía,
arrojado en una cama, le diesen disciplinas y lo azotasen. Y es certíssimo esta
petición era como cosa natural, pareciéndole que por ahí se mitigaríe algo el
dolor [243v] de la llaga. Son tanbién las obras exteriores como
sanguijuelas que chupan y sacan afuera la pujanza de bienes interiores para que
no ahoguen la flaqueza de la naturaleza humana; y también estas obras
exteriores, como cosas que gozan de los aires de afuera, piensa que la tienen
de refrigerar y mitigar el calor con que dentro se abrasa.
2. El pedir más flores y manzanas, que son
cosas, como hemos dicho, de poca dura, antes que otra cosae es como
quien en alguna manera pide y se arrepiente: pide remedio, y que sea remedio de
poca dura. Que parece en eso quiere dos cosas: mitigación de el dolor y que
pase adelante. Mitigación de el dolor, pues pide cosas con que refrigerarse; y
pide que pase adelante, pues pide remedio que tan poco le ha de durar como las
flores y las manzanas. Pide desaguadero en las obras exteriores; y,
comparándolas af flores y manzanas, pide que no sean obras que duren
mucho. Que, aunque quiere salir fuera, dentro se quiere quedar; y aunque pide
mitigación de el dolor, el dolor quiere que dure; y si pide desaguaderos,
ahogada quiere quedar en tales charcos, lagunas y mar sin suelo.
Paréceme
esta alma así enferma de este amor a lo que dicen del arroz: que, para que sea
bueno, ha de nacer en agua y ha de morir en vino. Quieren decir que la tierra
donde se siembra ha de estar siempre cubierta de agua y los que lo comen no han
de beber agua, para que no les haga mal, sino vino.
¡Oh Dios
de mi alma, y qué es ver nacer y crecer un alma en lágrimas! Qué de deseo de
ti, Dios mío, tieneg. Con ellas, como con acequias que riegan los
sembrados, crecen sus virtudes y deseos. Estos guísalos Dios de tal manera que,
gustando un alma de desear tan summo bien, se enllena de gozos y de mill
placeres. La cual
comida y potencias así guisadas ya no beben lágrimas, porque del todo
desfallecería, sino
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mueren ahogadas en vino, que es un [244r] celestial
amor que, siendo él el que enferma, es él propio el que fortificah,
sustenta y mantiene el campo para que nuestro combatiente no caiga herido.
¡Sancto Dios, inmensa sabiduría! ¿Cómo,
hombre, no vives asombrado, viendo cómo Dios, con una propia cosa llaga y con
ella propia cura? Una es la llaga y la propia medicina: el amor es el que
nos hiere y el amor es el médico que nos sana; él es el que lucha y el que
sustenta; él es el que viene a pelear y el que mantiene nuestras partes; él es
el [que] quiere dure la lucha y se aflojen los cordeles, el que arrecia y
mitiga los golpes; finalmente, es el vino que bebió la esposa y en ella ordenó
la charidad5. Que fue decir que, así como la charidad bien ordenada
dicen que enpieza de sí propio, por ese camino el amor ordenó la charidad en la
persona que entra, que no quiso acabar con ella, pues es tan fuerte y más que
la muerte6. Y así podría en breve a un siervo de Dios quitarle la vida
y no quiso, sino que quiso ordenar bien la charidadi: que enpezase de
sí propio y que, siendo tan fuerte, se mitigase con rosas, flores y manzanas,
que lo aguasen y templasen con rosas, de suerte que siendo el amor el que a la
esposa enferma, el propio amor pide mitigación, porque quiere que dure su
combatiente y que en breve no acabe.
3. De la fuerza de los dos vocablos
conj que la esposa pide que le den flores y manzanas, que son fulcite y
stipate me, se colige y verá esto propio que aquí vamos diciendo. Fulcire quiere decir sustentar, sostener y
fortificar. De suerte que pedir flores con aquel término no fue otra cosa sino
pedir cosas con que se sustentase, sostuviese y fortificase la flaqueza de su
natural, que son las cosas exteriores, de quien hemos dicho sirven de
desaguaderos y refrigerativosk [244v] para la grandeza del amor que
adentro arde. Lo propio, si bien lo miramos, significa la fuerza del otro
vocablo con que pide le den manzanas, que es stipate me malis. Este vocablo,
stipo, stipas, quiere decir apretar, tupir, estribar, o lo que nosotros decimos
recalcar o calcar un carro paral detenerle, cuando queremos no se
deslice y ruede. Pues cuando la esposa pide que con este término que le
den manzanas, es decir que le aprieten y tupan, que se le sale y va la vida
enferma de amor. Como cuando a un enfermo se le va la sangre da voces que le
aprieten la venda y tapen la herida, ve el alma que por lam cisura que
en ella el amor hizo se le va la vida, da voces que le aprieten la venda, tomen
la sangre, que se le va la vida y sale el alma. Decimos también que quiere decir recalcar. Como cuando un costal
de trigo está lleno le damos algún golpe para que quepa más, deseosa el alma de
dar en sí más lugar para más amor, pide y desea que el alma en cosas exteriores
se golpee para que quepa más y el amor entre más adentro y que su
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alma, que
por aquella vía ya rodaba como carro que corre cuesta abajo sin se poder
detener, que lo paren un poco en estos ejercicios que decimos, no se haga
pedazos con la furia que lleva; que, descansando un poco, después correrá
yn, tornando de fuera a dentro, volverá con más fuerzas y brío. Y eso
decimos que quiere decir fulcite me floribus, stipate me malis, quia amore
langueo7.
4. Digo
más: que la gente más flaca en esta lucha y batalla de que vamos tratando que
tiene Dios y un alma, la gente más flaca de nuestra parte son los sentidos,
respecto que lo que aquí el alma come no es de su manjar y que es fuerza todo
este tiempo, como adelante dejamos dicho, estar (como dicen) a raya. Y la
esposa, para esta lucha, desea fortificar esa gente flaca, y así [245r] para
ellos pide flores y manzanas.
A los que toman la
hierba que llaman hierba cardina, o anacardo, he visto que, cuando se la dan,
les fortifican los sentidos puniéndoles unos piñoncillos conficionados en las
narices y algodones preparados en las orejas. Sospéchome que esta hierba debe de
ser fortíssima y caldíssima en summo grado; y como los sentidos son flacos,
sería posible perderse alguno. Y aun suelen decir que el que la toma es muy
ordinario perder un sentido, si no es que pierden el juicio. Mayor fortaleza
tiene este amor de quien vamos tratando, pues se compara a la muerte; más
cálido, pues es fuego: Et tui amoris in eis ignem accende8. Pues
tomando esta hierba y medicina la esposa, temiendo la flaqueza de los
sentidoso no perezca, pide confecciones con que fortificarlos, que son
rosas y manzanas, que son las obras exteriores donde ellos, como cabritillos,
pascen y tienen su sustento. Y para que la semejanza que hemos puesto tenga más
propiedad, hasta aun en el peligro de perder el juicio se quiso asemejar esta
hierba al amor de quien vamos hablando, pues vemos que dondequierap que
de veras entraq no vuelve locos, porque los tales son más discretos que
cuantos hay en el mundo, pero parécenlo a los mundanos por no alcanzar la
grandeza de la sabiduría que en ellos obra.
5. Digo más: que así como dándole a un
enfermo alguna bebida recia le dan una manzana o flores para que no la vomite,
de esa misma suerte la esposa, viendo la fortaleza del amor de Dios, deseosa
que allá en su alma estuviese recogido y hiciese su fuerza, pide rosas y
manzanas que oler, que son estas obras exteriores, las cuales r
conservans y guardan el amor interior, como la hoja del árbor conserva
la fructa y como las ceremonias y sanctas costumbres en las religiones conservan
la vida monástica. Que aunque es verdad que rosas y manzanas [245v] es fructa
de poca dura, en fin sont como los jaharros y enlucidos en los
edificios de las casas, que la parte de afuera la conservan y hermosean. Y esto pudo pedir la sposa: que para mayor
conservación del amor
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que tenía dentro, el cualu era tan fino que la
tenía enferma, era necesario grande modestia exterior, compostura y
recogimiento u ordenanzasv, leyes y ceremonias sanctas que le sirviesen
de jaharros y enlucidos por la parte que la casa era de tierra y se podía
desmoronar, que es este nuestro hombre exterior. Y en este sentido usa de este
vocablow fulcire la Sagrada Escritura, 2 Paralipomenon9 24, nº
12, donde el rey Joab mandó juntar grande número de dinero para reparar la casa
de Dios que se caía. Y así dice: Ut quod cadere ceperat fulciretur; para echar
rafas, reparar y remediar lo que se habíe enpezado a caer. Y esto propio dice
la esposa: que le junten rosas y manzanas, que son los materiales que ella
juzga necesarios para el reparo de su casa: Ut fulciatur quod cadere ceperat;
para reparar lo que se ha enpezado a caer, que es lo que el amor ha enfermado y
enflaquecidox.
[246r] Jhs. Mª
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