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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • ALGUNAS PENAS DEL JUSTO EN EL CAMINO DE LA PERFECCION
      • CAPITULO 29 - De la grande obligación que tienen los padres spirituales de ayudar a sus discípulos. Y cuánto yerran en algunas pruebas que hacen en cosas contra la perfección y virtud del tal discípulo, diciendo que la verdadera virtud todo lo vencerá y resistirá
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CAPITULO 29 - De la grande obligación que tienen los padres spirituales de ayudar a sus discípulos. Y cuánto yerran en algunas pruebas que hacen en cosas contra la perfección y virtud del tal discípulo, diciendo que la verdadera virtud todo lo vencerá y resistiráa

 

            1.         Bienb quisiera yo, por las últimas palabras que en este capítulo [pasado] acabo de decir, tomar materia para decir en éste cuatro palabras sobre las pocas ayudas de costa que los siervos de Dios tienen para vencer dificultades y mortificaciones grandes que se les ofrecen en el camino de la perfección. Porque suelec muchas veces estar un varón justo atancado y detenido, como carro cuyas ruedas toparon en un canto con que se calzaron y pararon, y en lugar los padres spirituales de descalzar las ruedas, desestorbar el paso, les parece que porque estotro es siervo de Dios es obligado a vencer aquella tentación o pena


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que se le ha ofrecido y la que el propio padre spiritual le añade y sobrecarga haciéndose el pesado y subiéndose (como dicen) encima. Los cuales maestros y padres spirituales debían considerard que la gracia la da Dios a los justos con tasa y medida y que el demonio, adversario nuestro, procurándonos detener, suele poner [254r] delante de los ojos estorbos sobre esas fuerzas. Y si, como es así que Dios no nos da más trabajos de los que podemos llevar, según aquello de san Pablo: Qui non patietur vos tentari ultra id quod potestis1, este poder yo vencer esta mortificación que se me ofrece, púdolo Dios poner en la gracia que a mí me dio y en el aviso del padre spiritual, de suerte que, faltándome el tal aviso por culpa del padre spiritual, fui privado de la gracia que ya Dios me había dado para la tal victoria.

 

            Supongamos que promete Dios a Jedeón la victoria de los madianitas con aquellos pocos soldados con que les acometió2 y que estos soldados se le amotinasen y huyesen. Es llano que no alcanzaría la victoria, puesto caso que ya Dios la tenía puesta debajo de aquellos medios. ¡Oh, válame Dios! Y qué de yerros y males se hacen y causan en la escuela de la virtud por no ayudar los padres spirituales como hacen los discretos maestros en las scuelas cuando ayudan a pasar la lición al studiante de flaca memoria: que con tantica ayuda, apuntándoles el argumento o ringlón que decoran, dicen bien y salen aprovechados; y dejándolos solos, desaprovechados y deshonrados.

 

            ¿Qué hombre hay que, por mucho que sepa, haciendo un acto en las universidades para se graduar de doctor, no lleve consigo un padrino que le ayude, vuelva por él y defienda en las ocasiones necesarias, siquiera con un: Bien dice, pase adelante; (y a turbio correr) no ha de decir así, esto es? Todo lo demás fuera entregarlo al verdugo y a los contrarios, que cada momento lo concluyeron.

 

            2.         De san[ta Catalina de Siena] se lee que, habiéndolee entregado Cristo a la pelea con el demonio, viéndose afligidaf, clamaba y llamaba a su buen Maestro. Y después de pasada, con amorosas palabras se quejaba, diciendo: ¿Cómo, Señor, me dejastes en un tan grande aflicto y trabajo? Respondióle Cristo: No [te] dejé, sino te miraba, como a buen sustentante, cómo lo hacías, cómo respondías y peleabas. Cerca estaba. Si yo te viera en notable peligro, allí acudiera. Apreturas a nadie le faltan. Las caídas son donde yo pongo la mano para que el justo no se ofenda3.

 

            Los que sgrimen con spadas negras, el maestro, que está a la mira, deja jugar las spadas, hacer amagos y tentarse las corazas. Pero al tiempo de darse los porrazos, hacerse descalabraduras, entonces entra en medio, atraviesa su bastón, pone paces y vuelve por el caído. Bien veo en los [254v] padres spirituales es dificultoso de conocer cuándo


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está apretado el discípulo, cuándo va o está cerca de caer en la tribulación. Pero en ese corto conocimiento suyo, más vale prevenir antes con antes que no tan tarde que, cuando llega el socorro, esté nuestro sustentante concluido y nuestro soldado rendido y descalabrado. Que si el tal padre tuviera sciencia de Dios y conocimiento de los quilates de las fuerzasg de nuestro soldado, bien pudiera dejarlo llegar a lo último; que, en fin, cuando más apurado y más en el stremo y torna sobre sí, es más gloriosa la victoria y más honrosa la corona que se gana. Pero no sabiendo tanto como eso, no es afrenta ni menoscabo del sustentante decirle de en cuando en cuando: Mire lo que resume, bien dice; ¡ea, buen estudiante!, y animarlo a que cobre brío. Que a un caballo y a un triste soldado, entrando en la guerra, lo animan con la caja que toca a rebato, y a una mula con una campanilla para que tire bien el arado. Y un ¡Sanctiago y a ellos! es de grande inportancia cuando el soldado caído está de buzas en la tierra.

 

            Y aun la naturaleza, poderosa y maestra de todas las cosas, vemos que muchas veces, si para sus obras no tuviese por ayuda las manos de los hombres, haría mill defectos y tendría mill menoscabos. Y si no, mírenlo en los hortelanos cuando andan a sus hierbas y plantas arrimándoles tierra, apartándosela otras veces, quitando el sol, añidiendo frescura, con que crecen las plantas ayudadas. En los animales vemos lo propio: que si no los ayudasen a partear sus conceptos, muchos morirían. ¿Y qué dijéramos de las mujeres si a sus pies no se hallara partera y comadre y a su cabecera el padre y marido? Allí pereciera, particularmente si la dejáramos como san Juan vido a la otra mujer del Apocalipsi: de parto y un dragón a los pies, ¡muy gentil ayuda de costa para el tiempo de trabajo y tribulación!4

 

            ¡Oh, padres míos! Y ¿cómo no saben lo que es un parto spiritual, cuando un alma preñada de Dios le vienen dolores vehementes de tribulaciones y trabajos? ¡Con qué solicitud y cuidado andarían buscando el regalo, llegando la tierra y quitando el sol para que no se marchiten los sanctosh buenos pensamientos y deseos! ¡Cómo se haríen padres para tener y sustentar la tal alma que pare, y compadres para recebir la criatura que nace! Pero ¿qué diré [255r] de algunos que, no sabiendo de este menester, con su ignorancia se vuelven dragones y madres tontas que, echándose de noche sobre sus criaturas, amanecen con ellas ahogadas y el pobre discípulo desaprovechado? Bien es verdad que el padre a quien ama corrige y castiga. Pero eso hase de entender cuando el hijo no tiene corrector ni quien por otra parte le aflija, que ya seríe cogerle todos los caminos, y es bien en el tiempo de la tribulación tenga siquiera abierto el caminoi de padre para se consolar. Que es terrible cosa necesitar al cielo que ángel, como a otro Abrahán, que le detenga el brazo levantado; y si no, que muera el niño Isac5. Y


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como es verdad que de todas las vidas no se aguarda la sucesión y provecho que se aguardaba de la de Isac, en verdad que muchas veces deja Dios descargar el golpe y permite que muera el inocente sin culpa a manos de su propio padre spiritual, en la materia que vamos tratando.

 

            3.         Suelen decir los padres spirituales: si lo contrario de aquello en que yo me mortifico es voluntad de Dios, él lo contradirá o Dios lo mostrará. A estoj tengo ya respondido en otro capítulo, condenándolo por yerro manifiesto, porque si él esk padre, y por tal tenido del que se le entregó por hijo, es cierto que, aunque se vea ligar y atar los ojos, levantar el cuchillo, encender el fuego y la muerte a la puerta, aprieta los dientes y se determina de la llevar y sufrir por amor de Dios, porque como tiene el entendimiento tan rendido y sujeto, no le da lugar para hacer otros discursos en contrario. Y si Dios en lo interior le mostraba otra cosa en contrario de lo que el padre spiritual hace o dice en aquella ocasión, piensa que ya Dios dejó para él el primer camino y tomó el que lleva el tal padre spiritual. Y si acaso el tal discípulo juzga aquél por camino torcido y malo, atribúyelo todo a sus peccados y que Dios por entonces quiere que padezca o lo permite en la forma que su padre spiritual le hace padecer.

 

            4.         Bueno fuera que, si un padre a un niño chiquito lo quisiera echar en un pozo o en un fuego, que dijera: ¡Ah, veamos si se defiende! Quiero echarlo hasta que el chiquillo lo contradiga. O el niño tiene discreción, o no. Si no tiene discreción para saber que el fuego quema y el agua ahoga, necedad era grande aguardar la contradición del niño. Si tiene discreción, es llano que hará este discurso: Este es mi padre; padre que me engendró y me ama, [255v] no me ha de echar en el fuego ni ahogarme.

 

            Estos dos estados hallo yo en varones perfectos. El uno es de tan grande simplicidad que ya adquirieron, que no saben maliciar muchas cosas que, mandándoselas el padre spiritual o prelado, no es obligado a hacerlas, sino que, si les mandasen echarse de un corredor abajo, o cosas inposibles o no hacederas, las harían o las intentarían de hacer. Y con estos tales es malo mortificarlos en cosas contrarias que no deban hacer, sino llevarlos por otros caminos ciertos, que la misma dificultad de adquirir la nueva virtud les podrá servir de nueva mortificación. Si los varones perfectos son del segundo stado, que ya discurren y saben cuál es bueno, cuál malo, cuál mejor o menos bueno, estos tales, siendo mortificados en cosas contrarias de lo que deben hacer, hacen este discurso: Esta es prueba de obediencia; éste es mi padre, éste no me puede mandar cosa mala; quiero obedecerle, que, al tiempo de quemar el fuego, él acudirá a levantar la obediencia. Si este padre spiritual se descuidase y perseverase en la tal mortificación contraria de lo que debe hacer el tal religioso, ese tal no es padre, sino contrario, verdugo, pues usó mal del rendimiento del súbdito y de su obediencia, y era merecedor de que otra vez no le obedeciese.


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            Parece que voy hablando sin exemplos. Esto no es muy dificultoso de entender. Supongamos que un prelado dijese a un religiosol, por mortificarlo, que se fuese a comer a un bodegón o que fuese a una casa mala, debajo de color de buen fin, y que el súbdito, mostrando ser obediente, fue con su mortificación; y que, siendo obligado a lo llamar cuando iba en la calle, se descuidó y lo dejó pasar hasta lo último, donde su hábito y religión perdió entrando en las tales casas y su persona peligró en alguna mala ocasión. ¿Qué diríamos de esta mortificación, etc.? O si tiniendo un religioso continua oración, por lo mortificar, le dijese: no quiero que hoy tenga oración, sino que se vaya a la güerta, y el religioso obedeciese y el padre spiritual perseverase siempre en esta mortificación, ésa no era mortificación, ni el tal era padre. Y el que en tal ocasión rindiese su entendimiento a entender que aquello le conviene porque se lo mandam su padre spiritual, haría mal.

 

            [256r] Yo confieso que en estos tiemposn es muy necesario que los varones perfectos no se dejen llevar de demasiada simplicidad, porque hay tan poca ciencia el día de hoy para ayudar al que cada día pretende ir adelante, que pienso, si Dios y el tal discípulo no se ayudase, que seríe más fácil hacerle tornar atrás, que no guiarlo adelanteo.




a  al marg. + en grande



b al marg. + en grande



c  corr. de suelen



d corr. de consideran



1 1 Cor 10,13.



2 Cf. Jue 6,33-7,22.



e  ms. habiéndolo



f  ms. afligido



3 Cf. RAIMUNDO DE CAPUA, Vida de Sta. Catalina de Siena, III, c.6.



g  ms. fuerza



4 Cf. Ap 12,1-7.



h  sigue y tach.



i   ms. cami



5 Cf. Gén 22,1-18.



j  sigue res tach.



k sobre lín.



l   sigue que tach.



m ms. mada



n  ms. tiempo



o al marg. divídase capítulo






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