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CAPITULO 30
- De algunas condiciones que se requieren para el que ha de ser verdadero padre
spiritual y maestro de noviciosa
1. ¡Oh, buen Dios de mi vida, y qué de
almas hay perdidas, desmedradas y desaprovechadas por las pruebas, engaños,
ignorancias y poco saber de los padres spirituales! Siempre clamaré esto y,
metido de debajo la tierra, daré estas voces y publicaré esta doctrina.
Yo no
trato ahora de maestros ordinarios, que cumplen su officio con mandar que se
guarden los diez mandamientos, que vayan los religiosos al coro y al refectorio
con puntualidad, que anden bien compuestos, que hablen con modestia y mesura. Eso cualquierb buen hombre lo sabe
y lo enseña. Y un maestro, aunque sea de palo, persuade a sus discípulos y
castiga lo contrario. Trato de padres spirituales que guían y se hacen maestros
en el camino de la soledad y en la nube obscura. Que en esta ocasión, siendo
hombresc que del saber no tienen sino presunción, más son ciegos que
guían a ciegos para caer los unos y los otros en el hoyo. Ojalá advirtiesen lo
que le costó a Dios guiar su pueblo por el desierto y en la noche obscura.
Que, con
llevar a Moisés y a Arón, su hermano1, el mismo Dios los acompañaba y
daba una nube obscura de día, y de noche una
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columna de fuego que los encaminase2. Y un día,
porque les dijo que les quería dar un ángel que se fuese con ellos, en quien
quería poner el officio de guía, lloró todo el pueblo y hizo grande
sentimiento, porque les daban un ángel que los guiase en camino y pasos tan
dificultosos3. ¡Y quiere acá un religioso que aún no ha andado una
jornada por la soledad de la vida perfecta hacerse guía de muchos años y de
muchos discípulos sin ser ángel, ni aun quizá tan perfecto como debe serlo en
la razón y discurso! Que si ésa tuviese tan llena como debe, con ésa taparía
muchos agujeros y desharía muchos yerros.
2. No carece de misterio el darles Dios
guía a los hebreos de nube en el día y de columna de fuego a la noche. Que en
eso parece descubrió algunas de las muchas propiedades que [256v] debe tener el
padre spiritual y maestro de novicios.
Tiene en
sí encerradas la nube tantos provechos y buenas propiedades que me parece era
para sólo descubrir eso tomarlo en este capítulo por principal asunto. La nube riega y fertiliza la tierra, hace
sombra, templa y mitiga el calor del sol, es ligera, vuela al paso que sopla el
viento. Todo esto debe tener el padre spiritual con el discípulo: que cuando
más seco, más estéril, ha de acudir a lo regar y fertilizar con el agua de la
doctrina, la cual ha de ser como agua de nube, que cai poco a poco sparcida y,
cuando es necesario, a turbiones; no como el agua del cántaro que se derramase,
que de una vez cairíe toda juntad, no dejando nada para otro día.
No es esto lo de menos consideración
a los tales padres espirituales: saber administrar la doctrina y no verterla
sin orden y sin concierto, no dejando nada para otro día, como yo he visto a
algunos que, porque tuvieron en su papel capítulo para aquel día, pensaron
ahogar a los pobres súbditos, sin saber dónde irían otro día a buscar agua que
derramar.
Cuando llueve menudo, a espacio y
poco a poco, dice el labrador que entonces se cala la tierra y se hace buena
simencera. Debe el padre spiritual enseñar a sus discípulos con grande cordura,
moderación y discreción, hoy un poquito y mañana otro poco, como si lo hubieran
de decorar, mascar y digerir, que con eso fertilizarán y fecundarán
suse discípulos; hanles de ser nube que les hagan sombra en la
tribulación, trabajo y tentación, consolándolos, alentándolos y
refrigerándolos.
Es la nube ligera.
Que no han de ser pesados, molestos, tardos ni detenidos con sus discípulos, de
suerte que piensen han de ser como la gallina que enpollaf los güevos,
que para sólo comer se levanta de encima de ellos.
La nube
vuela encima de nosotros cargada de agua. Y ansí han de ser los padres
spirituales: que han de volar encima de los súbditos. No han de ser como cántaros de aguadores,
que es necesario un borrico
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para llevarlos. Hay padres spirituales y maestros de
novicios tan pesados con sus doctrinas y capítulos que siete borricos no los
sufrirán, que son peores que mano pesada de barbero, que sin cortar pelo con la
navaja, con la mano tienen ya agrumada la cabeza del que afeitan. Qui sunt isti qui ut
nubes volitant super nos?, dice [257r] Esaías4. Como nubes y como
buenos maestros, vido en spíritu a los discípulos de Cristo que andaban
predicando por el mundo sobre los oyentes.
3. Decíamos
más: que la nube camina según el viento corre y le hace, de suerte que, si
ábrego y apacible, llueve; si cierzo, nieva y graniza; si solano, ventisca.
Quiero decir que el padre spiritual sólo se ha de mover a enseñar sus
discípulos con viento y aire del Spíritu Sancto, con consulta de Dios, con
preparación en la oración y en el recogimiento, que desta manera lloverá cual
conviene. Y si se mueve por su antojo, por su parecer, por su presunción o
cólera, nevará y granizará o hará ventisqueros con que desaproveche y destruiga
los sembrados y virtudes que sus novicios y discípulos han aprendido.
4. Dice
más: que esta nubeg guiaba de día al pueblo de Israel, dando a entender
cómo la doctrina y enseñanza se ha de hacer en públicoh, en comunidad,
de día y de suerte que todos la vean y gocen; y no de noche, a scondidas, a
solas y en particular.
5. Dice
más: que de noche guiaba columna de fuego, dando a entender que el prelado ha
de ser columna fuerte y firmamento de la verdad, como dice san Pablo de la
Iglesia: que es columna et firmamentum veritatis5; tan fuerte que sobre
él se carguen verdades. Que pues los maestros y padres de novicios son parte de
esta Iglesia, y no la menor, deben asemejarse en esa fortaleza y en sustentar
sobre sí verdades; y no siendo columnas, que antes se pueden llamar horcones de
pajares o estacas de casas retamizas, no sufriendo ni sustentando sobre sí más
que cosas de entretenimiento y cumplimiento. Ha de ser columna que esté derecha
a todas partes y no más inclinada a este novicio que a aquél, porque toda la
fortaleza que la columna tiene le viene de estar derecha y a plomo; y el día
que se inclina o desploma, ese día va todo perdido. Ha de ser el maestro
columna a quien se arrime el súbdito flaco y lo pueda fortalecer. Y
hasei de advertir que esta columna era de fuego, dando a entender que
este arrimo no ha de ser corporal, sino spiritual, dándole luz en las tinieblas
y calor en el frío y en las heladas.
6. Esta
nube y esta columnaj visible que acompañaba a los hijos de Israel era
señal de cómo Dios invisible iba con ellos. Lo propio ha de tener el maestro y
padre de novicios: que si es hombre lo que por de fuera se ve, ha de ser Dios
en la doctrina, en la sciencia, [257v] en el amor y en la charidad que hubiere
de tener con los que a su cargo tiene.
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Pues infiero yo de aquí: si el padre
spiritual no es nube ni columna, no es ángel ni Dios, ¿cómo quiere ser maestro?
¿Cómo quiere enseñar?
7. No
quiero yo ahora apurar tanto las cosas que digamos ha de ser sancto y que
procure estar siempre en gracia y amistad de Dios, aunque eso era parte muy
principal. Pero como eso apela sobre sí y las principales pérdidas, faltando la
gracia, son las personas, a cuestas le cai y el mal suyo propio es; mire por
sí. No trato ahora sino en orden a los que enseña. Y digo que si, por permisión
de Dios y por culpa suya, Dios lo hubiere dejado caer en algunas culpas, que
por lo menos procure tener aquello con que ha de aprovechar a sus hermanos, que
es la sciencia, doctrina, exemplo, palabras y obras públicas, para que, ya que
es destruidor de sí, no desedifique y desbarate el edificio de los demás.
Quiero decir que si un edificio se cai estando solo y apartado, el daño fue
propio del mismo edificio; pero si cayéndose da sobre otro, uno derriba a otro,
y otro a su convecino con quien estaba trabado. Y son como puntos de calza de
aguja: que como están eslabonados unos con otros, cortado uno van todos.
Diferentek [es] el puncto que las mujeres llaman de cadeneta: que cada
uno de por sí lo atan y añudan, de suerte que si uno se rompe, uno es el que se
quiebra sólo, dejando los otros sanos y enteros. Así digo yo que los
maestros tienen dos respectos: uno en orden a sí, otro en orden a sus
discípulos. Si el maestro faltare, que sea en cosas que pertenecen a sí solos,
de suerte que, por hacer ellos quiebras, no sean causa de que se desenlacen los
súbditos que están a su cargo, porque si las quiebras y faltas fuesen en las
cosas que pertenecen a su officio, es como edificio que da sobre otro, o como
muralla que cayera sobre un flaco cantarillo.
8. Muchas y muy grandes son las partes que
se requieren para un padre spiritual y para un maestro. Y ya dije arriba que yo
no trataba de los maestros que sólo enseñan cosas exteriores, sino de aquéllos
que interiormente guían, enseñan y aprovechan en el camino de la perfección, de
aquellos que se deben hacer zahoríes penetrando los pensamientos, conociendo
las calidades, advirtiendo las penas y aflicciones que a los tales siervos de
Dios se les ofrecen. Deben tener ojos de lince, quitando estorbos invisibles,
enseñando [258r] caminos no descubiertosl.
El
officio de zurujano es officio más fácil que el del médico. La razón es porque
el zurujano tiene las llagas y enfermedades que cura exteriormente y por de
fuera; y si es penetrante, con la tienta la escala. Pero el médico ha de
conocer la enfermedad que ve y la que no ve. Y esto ha de tener el padre y
maestro que en las religiones reformadas se ha encargado de gente que no sólo
pretende aprovechar en lo visible, sino también en lo invisible: que ha de ser
médico y padre de lo que por de fuera conoce y de lo que adentro no ve. Todo lo ha de penetrar y para todo ha de
tener ciencia y conocimiento. Por eso los comparó
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Cristo a la sal6, que salando y para penetrar
las carnes que ha de preservar de corrupción, se deshace y se entram
por en medio penetrándolasn. De esa suerte, el buen maestro se ha de
deshacer para conocer lo más secreto e interior del discípulo que trata. ¿Y qué si se pudiera decir que, caminando
un súbdito interiormente y yendo aprovechando, hallaba a su maestro en doctrina
por doquiera que iba? Eso se habíe de hacer, que fuera un Dios secreto y
escondido en la propia alma del justo, que allí le pudiera decir: no vais bien,
o bien vais.
9. Alabo grandemente, particularmente
entre frailes descalzos, las obras exteriores y el tiempo que los maestros
gastan en enseñar y componer a sus discípulos con modestia y compostura sancta
y grave. Lo que quiero decir es que eso vaya siempre enderezado y encaminado a
lo interior y que haya tan grande correspondencia que lo exterior sólo sea
señal y muestra de lo interior; porque si otra cosa fuese, sería como la novia
a quien gastaban toda la mañana en componerla y hermosearla y, a la noche,
quitándose sus alfileres y tocados, la hallaba su marido con ochenta enplastos
en los muslos y llena de llagas y sarna, a quien nada le serviría entonces lo
exterior. Así, las buenas madrinas lo primero deben curar las llagas, sanar lo
secreto, que de la buena salud de adentro salen los buenos colores afuera.
Cuando
Cristo dijoo, despidiéndose de sus discípulos, que iba a aparejarles
lugar y que bien sabían dónde iba y el camino que llevaba, respondióle sancto
Thomás: Domine, nescimus quo vadis, et quomodo possumus viam scire?7
[258v] Debiera de tomar sancto Thomás las palabras materialmente, pareciéndole
el camino era por los que tienen inventados los hombres, y así dijo: Señor, no
sabemos dónde vas, y ¿cómo podemos saber el camino? Entonces respondió Cristo: Ego sum via,
veritas el vita8; yo soy el camino, verdad y vida. Como si dijera: está
muy engañado el que piensa que hay otro camino para donde yo voy, que es a mi
Padre, sino yo mismo, que soy el camino verdadero para mi Padre, a quien nadie
va, sino por mí.
Ojalá entendiesen esto de veras los
que enseñan y aprienden el camino de la perfección: que no es el camino que nos
ha de llevar do pretendemos cosas exteriores, y que ese camino no es material,
sino spiritual; y que no consiste lo principal de él en estas cosas exteriores,
sino en las interiores. Bueno es bajar los ojos, juntar los pies, poner las
manos debajo del scapulario; pero el camino verdadero es Cristo en el corazón,
es el rendimiento de la propia voluntad, la conformidad con la divina. La
negación de las cosas exteriores son como el valladar y las spinas con que un
alma está cercada para que no decline a una ni a otra parte, sino que camine y
se vaya derecha por ese camino que interiormente le está Dios descubriendo.
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Acá
solemos decir a un hombre que va a piep, cansado y sin saberq
dónde va r y que preguntas por quien le lleve y le enseñe, le
solemos decirt: poneos en este camino, que él os llevará. Y si ahí es
burla, porque suele tener este camino material tantas vueltas y rodeos que muy
de ordinario es más para perdernos y cansarnos que para enseñarnos y ayudarnos,
pero en este camino spiritual de que vamos tratando es certíssimo y la misma
verdad. Por eso Cristo dice que es camino, verdad y vida. Camino verdadero,
porque el que en Cristo se pone acierta su viaje y va donde puede pretender y
desear, sin que en ese camino haya yerro, engaño ni falsedad. Es también vida por
ser camino fácil, camino [en] que él propio nos lleva a sus cuestas y en sus
hombros para que en él no desfallezcamos. El es el que sube los valles y baja
las cuestasu, quita las dificultades y deja el camino apacible para
andarlo sin molestia ni enfado. ¡Oh, qué gran cosa es que los maestros enseñen
este camino descalzamente, sin otros rodeos ni composturas! ¡Qué presto [259r]
darían los discípulos donde desean! ¡Oh, si sus palabras y obras a esto sólo
fuesen enderezadas, qué ganarían de tierra en breve! ¡Oh, padres spirituales y
maestros de novicios, si cercenásedes otros rodeos y echásedes por este camino
derecho, que es sinv rodeow, cuán sin pesadumbre se hallarían
los discípulos en la cumbre de la perfección!
10. Aquí echarán de ver cuán errados andan
los maestros que permiten o quieren que sus discípulos los amen y quieran, que
los sirvan y regalen, que los acaricien y alaben. Como si ellos fueran el
camino para la perfección, quieren de sus discípulos ser adorados y estimados y
que, no habiendo otro fin en ir a su celda más de que sepan que le están
rendidos, sujetos y que los estiman y reverencian por el officio que tienen y
bien que les hacen, quieren que vayan cada día a ella tres o cuatro veces, como
si fueran lanzaderas de texedor: que aun si tejieran, vaya, que algo hacían;
pero, como tejen sin telar ni orden, las más veces que van los novicios con
este fin, más creo que van a arrevolver o hacer maraña de la hebra y palabras
que dicen, que a otra cosa.
Miren, padres míos, que el camino por
donde han de llevar a sus súbditos es sólo Cristo crucificado, que, aunque no
quita el amor y respecto a sus maestros y padres spirituales, pero muchas veces
sucede a un hombre echar por alguna sendilla con intento de entrarse en el
camino real y después, o porque se halló bien, o porque su poco a poco se fue
desviando del camino principal, vino a no tornar a él y quedarse de senda en
sendax todo el día.
¡Oh buen Dios! Y qué de veces
sucede, particularmente entre mujeres y padres de confesión, y entre discípulos
y maestros, pareciéndoles que, porque Dios no contradice el amor y respecto
entre los tales, que puedeny querersez, regalarse, aficionarse,
de suerte que no siendo ellos
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el camino de
la perfección, sino una triste sendilla, echando por ahí para con ese medio dar
consigo más presto en Cristo, se vinieron a quedar en esa pobre y triste
vereda, [259v] como si esos padres fueran cristos o dioses, y así los hacen
fines de sus obras. Y es el caso que, su poco a poco y muy sin pensar, se
vienen después a hallar tan lejos del fin y bien que pretenden, que debiendo a
cabo de tanto tiempo estar con Cristo, quiera Su Majestad no estén con el
diablo. Y nadie se espante diga esto, que ya hemos visto de junta de dos cosas
buenas, por desordenarse, salir y producir un monstruo. Muy dificultoso es en
el fuego dar el temple que cada cosa pide, el cual pasado, la tal cosa queda
perdida, quemada o destemplada y para nada de provecho. Fácil es esto, no hay
que poner exemplo. Pero adviertan las personas que su afición la ponen en cosas
de la tierra que el amor es un fuego encendido, y de tala manera se
puede en él abrasar una criatura que, siendo amor de criaturas, la deje para
nada de provecho. Así, es bien que se cercenen estas sendillas y veredas y que
luego, al principio, el padre de novicios dé con su discípulo en el camino
real, cierto y verdadero; y no sólo lo cercene de cualquier estorbo y amor
desordenado que con él pueda tener, pero que tanbién le quite y aparte de que
no se aficione a otras brujerías, cosillas de poca consideración, que lo pueden
divertir o detener el paso.
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