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CAPITULO 2a - De cierta mortificación que [a]
algunas almas aprovechadas les nace de ver tienen el conocimiento estrechado y
abreviado adentro, en unas tinieblas y obscuridad interior nacida de alguna
aflicción que para mayor bien de la tal alma le ha Dios enviado, sin poder
percebir y conocer las cosas fáciles de acá fuera, que por medio de los
sentidos se conocen
1. Parece que por haber tratado en el
capítulo pasado de algunas tinieblas, obscuridad y trabajos interiores que Dios
permite en un justo para que más padezca, sea purificado y la bondad de Dios
más conocida, ayudándole y librándole de la tal tribulación, ha obligado a
soltar una dificultad que en estas tinieblas y obscuridad al siervo de Dios se
le puede ofrecer. Y es que (como otras muchas veces tengo tratado) puniendo
Dios en tinieblas por entonces su asiento1, manifestándose como, cuando
y cuanto él quiere y es su voluntad, viéndose un alma certificada de algunas
cosas en medio de aquellas tinieblas, y éstas muy pocas, y en todo lo demás
fuera de aquello tan ignorante e insensible que le parece es una bestia,
quiriendo cotejar las cosas fáciles que ignora con las cosas dificultosas que
sabe, le da una pena interior que ni sabe qué hacerse ni qué decirse. Porque,
mirando a lo de adentro y a lo que le parece percibe en las tinieblas, le
parece que es más que hombre ordinario; mirando a lo de afuera que no sabe e
ignora, aquello que sin más ayuda de costa que la que el hombre tiene vía
ordinaria las
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entendiera y supiera si le dejaran libre sin la atención
que tiene a la tribulación interior, le parece que es menos que hombre.
Pues de
aquí le nacen algunas dudas y perplecxidades, que no le sirven de poca y
pequeña pena, diciendo: ¿Cómo puede ser conocer y percebir más lo que es más e
ignorar lo que es menos? Como lo que es más no es de su cosecha y lo sabe, como
lo que es menos y de su juridición lo ignora, parécele que no es posible, sino
que está loco, que no está en sí. Desea grandemente saber el estado que tiene
por si no lo puede juzgar por esta grande contradición que padece, aunque cuando
no confiere estas dos cosas contrarias entre síb mirando adentro bien
sabe, atiende y percibe todo lo que en el capítulo pasado hemos dicho, y lo
tiene, aunque de cerca, por cierto como de lejos. Por su poco merecimiento y
por los caminos tan apartados de su virtud y fuerzas, tiénese por hombre que no
quisiera trocarse en otro, sino gozar y tener aquella vida. Cuando se ve y
considera por de fuera, una y muchas veces se tiene por insensato, enfermo o
inposibilitado para ser y vivir como los demás hombres.
2. En esta ocasión, pues, digo: cuando
hace las conferencias entre estas dos cosas, entre quien saca y tiene las dudas
dichas, anda a buscar fuera de sí algunas cosas que de lo uno o de lo otro lo
puedan certificar. [51v] Entre otras, mira a los hombres que tratan con él, a
ver si por la posesión en que le tienen puede sacar algo a luz. Si los tales hombres le han caído en la
cuenta, como conocen más en aquella ocasión que la tal alma duda del estado de
aquella persona que ella propia, procuran no sólo no certificarla con algunas
obras o palabras determinadas a que ella se pueda arrimar, sino antes muy al
revés, de suerte que unas veces lo tratan como a sancto y otras como a loco e
insensato, de donde, no sacando por ese camino cosa en limpio, le es fuerza
tornarse a su porfía y antigua batalla sin esperar algún remedio. Antes,
quiriendo por otro camino buscarlo, éntrase adentro de síc, procura
zabullirse en aquellas primeras tinieblas y obscuridad a ver si, como percibe
aquellas pocas cosas que en esotro capítulod dijimos, si ve también
estotras que de sí desea conocer (querría hablare claro), conoce
interiormente la voluntad de Dios en que padezca y la persigan.
3. Traslúcesele
que no está lejos Dios para cuando él fuere servido de le ayudar, y otras cosas
que no hay para qué referirlas aquí. Pues como conoce esto interiormente e
ignora exteriormente muchas cosas muy fáciles, la cual ignorancia la trai como
fuera de sí por no saber la causa cómo puede ser conocer lo más e ignorar lo
menos y quizá lo que un niño ignorante percibe y sabe. Pues digo que, deseando
saber estas cosas exteriores fáciles, métese allá dentro a ver si las puede
conocer y hallar entre las otras cosas que llamamos dificultosas, presta
atención, hace sus diligencias, no le sirven de nada; antes, viendo pone
trabajo para conocer lo fácil que no lo entiende, queda con más pena y mayor
aflicción, confesándose por hombre ignorante, inposibilitado de todo bien y por
menos que cuantos hombres hay de cortos
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entendimientos en el mundo y, al fin, quédase siempre con
sus primeras dudas y penas.
4. Resta ahora sepamos qué es la causa por
qué sólo percibe enf lo interior aquellas cosas que llamamos más y no
las cosas fáciles, que llamamos exteriores. Dos dificultades son, porque no se
conocen las cosas fáciles en lo interior y porque está inposibilitado el
exterior para haberlo de conocer. Respondiendo primero a esto segundo, digo que
los sentidos exteriores, por quien se perciben las cosas fáciles, exteriores,
por caminos ordinarios, los tiene Dios estorbados e inpedidos con la fuerza de
las penas interioresg, las cuales llamaron adentro todo el acuerdo
[52r] exterior, de suerte que el entendimiento no hace su officio ordinario por
haberle cerrado los caminos ordinarios por donde él percibe. Y cuando le
pareceh hace fuerza para salir afuera, no sale, porque si saliera
percibiera y entendiera como, y mejor, que los otros hombres. Y en esta ocasión sí le parece que está
loco o tonto.
5. Llámese
como quisiere. Sólo digo que las personas que tratan con él tienen obligación
en Dios y en conciencia a le servir de maestros, ayos y guías para que,
libremente y con concierto debido, pueda acudir a aquello que se estiende la
esfera de su jurisdicción o estado que tiene la tal persona. Y esto no sé con
qué exemplo lo declarar si no es éste, que es bien basto: un borrico es de
grande provecho para una casa, para carga y para todo lo que se le puede
ofrecer de trabajo. Este borrico no sabe ni entiende, ni pide que le carguen ni
que le echen mucho o poco peso, que le den o no le den de comer. Pregunto yo:
porque este pollino no habla, no discierne, ¿seríe bien que lo cargasen sobre
sus fuerzas, de suerte que lo matasen en dos días o que lo dejasen holgar en la
caballeriza, o que no le diesen de comer y beber porque él no lo pedía, o que
le diesen comida que él no come? No ha de ser así. Echadle la carga a cuestas,
que él la llevará con paciencia y sin echarla en el suelo; ponedle la comida,
que naturalmente se irá a ella y la hambre le compelerá. Lo propio digo yo en
el estado que vamos tratando de este tal siervo de Dios que en lo esterior está
inpedido e imposibilitado hasta que Dios quiera dé conocimiento de cosas
fáciles y claras: que lo carguéis, lo guiéis como a un pollino, que Dios le
dará fuerzasi, sufrimiento y paciencia para llevar la carga sin echarse
con ella. Ponedle delante las cosas con claridad y dejadlo libre y desatado
para que él pueda acudir a lo que más conviene, que tengo por imposible no
tenga grande ayuda de costa para no escoger lo cierto y lo que le conviene a él
y al exercicio de las cosas en que lo ocuparen. Y por esto digo que
hay obligación en este estado de esta tal persona de la ayudar y acudir con
verdad y sinceridad. Y tengo por una mortificación no muy acertada que, estando
en este estado, la mortifiquen en aquello que ella no percibe ni conoce con
esas veras, porque la train atontada, molida y cansándole y gastándole el
natural flaco que le ha quedado.
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6. A la otra duda que decíamos, que no
percibe estas cosas exteriores y fácilesj en las tinieblas interiores,
digo que en la ocasión dicha aquellas tinieblas sólo parieron la noticia de las
cosas que dijimos arriba necesarias para el consuelo de aquella tal alma,
atribuyéndose eso a una inmensa [52v] misericordia de Dios, como cuando a los
hebreos les daba maná en el desierto: que era tan celestial, que era sobre
todos los manjares que se pudo imaginar2. Pues si preguntamos por qué estas
nubes que llueven maná, que es manjar extraordinario, no lluevenk otros
manjares ordinarios, usuales, que el hombre acostumbra a comer y aquel pueblo
lo deseaba, no hay por qué más de que aquel manjar era suficiente y bastaba
para aquel viaje y camino; y dándoselo la misericordia de Dios no quiso darles
otros sainetes y guisados a su gusto, sino que mortificasen el gusto hecho a
cebollas y manjares bajos de Egipto, y lo hiciesen a el manjar sobrenatural que
Dios les daba, en quien estaban encerrados los gustos de esotros manjares. De
esa misma suerte, quiso Dios dar interiormente a un alma el gusto, aunque bien
abstraído, en el conocimiento interior de aquello que Dios fue servido, y que
aquellas tinieblas que daban aquel fructo no lo diesen de estotras cosas
exteriores.
7. Digo más: que así como el rey y el
consejo dan y proveen jueces cuya juridición va señaladal para que
conozcan de tales y tales casos y no más, de suerte que, si llegado este juez a
donde ha de hacer su officio se quisiese meter en examinar testigos para otra,
cosa le dirían claramente: no me pregunte vuestra merced nada de eso, que no lo
tengo de decir; su comisión sólo reza en tal y tal caso; de esto pregunte
vuestra merced, que yo le responderé.
¡Oh sancto e inmenso Dios! Que aunque esta
alma de quien hemos ido hablando la llamamos presa y captiva con tantas penas y
congojas interiores, por otra parte la podremos llamar libre y con una provisión
y jurisdición extraordinaria para examinar por testigos las tinieblas
interiores que tiene, las cuales le responderán preguntándoles según se
extiende la provisión que Dios le ha dado y la jurisdicción que trai para
conocer de tales y tales causas. Y como en aquel estado no le dio Dios licencia
para conocerm de cosas exteriores, aunque se lo pregunte no le
responderán ni le dirán nada y lo dejarán con las propias dudas, y más pena que
concibirá de ver no hacen caso de él para le responder en cosas tan fáciles que
niños y gente ordinaria las sabe y las entiende por vía ordinaria. Y como el
intento de Dios sólo es en aquella ocasión de que padeciendo sólo se certifique
de que es voluntad de Dios que padezca y lo que arriba hemos dicho que conoce,
sólo a eso le responden aquellas tinieblas, [53r] como decirle que Dios es
infinitamente bueno y santo y que todo lo que hace y quiere es bueno y justo y
ordenado con eterna e infinita sabiduría.
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Dicen también estos
testigos que Dios, que así lo pena, no está lejos, y que para esto de que le
dan conocimiento, estas tinieblas son más claras que cuantas luces se pueden
imaginar y otras cosas semejantes a éstas.
8. Pongamos
un exemplo de este estado interior de esta persona así limitada sólo por tales
y tales cosas y del estado exteriorn que tiene una persona no limitado,
sino común, como lo tiene cualquier hombre de buen entendimiento, que parece se
extiende a todo lo que quiere. El exemplo es muy fácil: consideremos que uno
destos hombres que entran debajo del agua, a quien llamamos búzanos, a buscar
cosas; que estos hombres allí metidos no ven todo lo que quieren porque, como
están debajo del agua, sólo se estiende su vista a la luz y claridad
queo les puede dar un poco de aceite que llevan en la boca; y estos
tales hombres fueran necios si se quejaran porque no ven, allí metidos, con la
distanciap y plenitud que ven encima la tierra donde no tienen aquel
estorbo del agua que los cerca. Tanbién fueran necios si, estando allí metidos
debajo del agua, quisieran ver lo que está encima de la tierra, sino que se han
deq contentar con percebir aquello poquito que el aceite los descubre.
De esa misma suerte, un alma metida en estas tinieblas, obscuridades y trabajos
de quien hemos ido hablando, está como debajo del agua. Allí metida, dale Dios
una gracia extraordinaria para que entienda y perciba tales y tales cosas que
están envueltas y metidas en aquellas tinieblas, como debajo del agua. Pero
estando allí metido y estrechado, no ha de querer saber y entender con la
plenitud r que entiende y conoce acá fuera cuando Dios la sacó de aquel
lugar angosto, sino que debe contentarse con aquellas cosas pocas, pues valen
más que las muchas que exteriormente pudiera ver y conocer, así como el que
entró debajo del agua y sacó dos piedras preciosas, que le fueron de más
consideración que si anduviera muchos días encima de la tierra buscando
tesoros.
9. Digo
más: que así como aquel que está debajo del agua no ha de querer ver, allí
metido, las cosas que están acá fuera encima de la tierra, de esa misma suerte
no ha de querer, el que tiene Dios puesto en estas tinieblas que hemos dicho,
conocer allí debajo las cosas ordinarias que están sujetas y subordinadas a
nuestros sentidos, [53v] pues, como decimos, lo uno está como debajo del agua y
lo otro como encima de la tierra. Mortifíquese y no lo quiera todo. Y si, con la
ignorancia que tiene de las cosas exteriores, los hombres lo tuvieren por tonto
y loco y por lo que se les antojare, déjelos. Y pues está inpedido para el
conocimiento exterior, no trate de echar juicios, sino recójase interiormente a
padecer, sufrir y dar gracias a Dios, que es servido de llevarlo por aquel
camino.
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