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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • NOCHE DEL ESPIRITU EN EL ESTADO EXTATICO
      • CAPITULO 2 - De cierta mortificación que [a] algunas almas aprovechadas les nace de ver tienen el conocimiento estrechado y abreviado adentro, en unas tinieblas y obscuridad interior nacida de alguna aflicción que para mayor bien de la tal alma le ha Dios enviado, sin poder percebir y conocer las cosas fáciles de acá fuera, que por medio de los sentidos se conocen
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CAPITULO 2a - De cierta mortificación que [a] algunas almas aprovechadas les nace de ver tienen el conocimiento estrechado y abreviado adentro, en unas tinieblas y obscuridad interior nacida de alguna aflicción que para mayor bien de la tal alma le ha Dios enviado, sin poder percebir y conocer las cosas fáciles de acá fuera, que por medio de los sentidos se conocen

 

            1.         Parece que por haber tratado en el capítulo pasado de algunas tinieblas, obscuridad y trabajos interiores que Dios permite en un justo para que más padezca, sea purificado y la bondad de Dios más conocida, ayudándole y librándole de la tal tribulación, ha obligado a soltar una dificultad que en estas tinieblas y obscuridad al siervo de Dios se le puede ofrecer. Y es que (como otras muchas veces tengo tratado) puniendo Dios en tinieblas por entonces su asiento1, manifestándose como, cuando y cuanto él quiere y es su voluntad, viéndose un alma certificada de algunas cosas en medio de aquellas tinieblas, y éstas muy pocas, y en todo lo demás fuera de aquello tan ignorante e insensible que le parece es una bestia, quiriendo cotejar las cosas fáciles que ignora con las cosas dificultosas que sabe, le da una pena interior que ni sabe qué hacerse ni qué decirse. Porque, mirando a lo de adentro y a lo que le parece percibe en las tinieblas, le parece que es más que hombre ordinario; mirando a lo de afuera que no sabe e ignora, aquello que sin más ayuda de costa que la que el hombre tiene vía ordinaria las


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entendiera y supiera si le dejaran libre sin la atención que tiene a la tribulación interior, le parece que es menos que hombre.

 

            Pues de aquí le nacen algunas dudas y perplecxidades, que no le sirven de poca y pequeña pena, diciendo: ¿Cómo puede ser conocer y percebir más lo que es más e ignorar lo que es menos? Como lo que es más no es de su cosecha y lo sabe, como lo que es menos y de su juridición lo ignora, parécele que no es posible, sino que está loco, que no está en sí. Desea grandemente saber el estado que tiene por si no lo puede juzgar por esta grande contradición que padece, aunque cuando no confiere estas dos cosas contrarias entre síb mirando adentro bien sabe, atiende y percibe todo lo que en el capítulo pasado hemos dicho, y lo tiene, aunque de cerca, por cierto como de lejos. Por su poco merecimiento y por los caminos tan apartados de su virtud y fuerzas, tiénese por hombre que no quisiera trocarse en otro, sino gozar y tener aquella vida. Cuando se ve y considera por de fuera, una y muchas veces se tiene por insensato, enfermo o inposibilitado para ser y vivir como los demás hombres.

 

            2.         En esta ocasión, pues, digo: cuando hace las conferencias entre estas dos cosas, entre quien saca y tiene las dudas dichas, anda a buscar fuera de sí algunas cosas que de lo uno o de lo otro lo puedan certificar. [51v] Entre otras, mira a los hombres que tratan con él, a ver si por la posesión en que le tienen puede sacar algo a luz. Si los tales hombres le han caído en la cuenta, como conocen más en aquella ocasión que la tal alma duda del estado de aquella persona que ella propia, procuran no sólo no certificarla con algunas obras o palabras determinadas a que ella se pueda arrimar, sino antes muy al revés, de suerte que unas veces lo tratan como a sancto y otras como a loco e insensato, de donde, no sacando por ese camino cosa en limpio, le es fuerza tornarse a su porfía y antigua batalla sin esperar algún remedio. Antes, quiriendo por otro camino buscarlo, éntrase adentro de síc, procura zabullirse en aquellas primeras tinieblas y obscuridad a ver si, como percibe aquellas pocas cosas que en esotro capítulod dijimos, si ve también estotras que de sí desea conocer (querría hablare claro), conoce interiormente la voluntad de Dios en que padezca y la persigan.

 

            3.         Traslúcesele que no está lejos Dios para cuando él fuere servido de le ayudar, y otras cosas que no hay para qué referirlas aquí. Pues como conoce esto interiormente e ignora exteriormente muchas cosas muy fáciles, la cual ignorancia la trai como fuera de sí por no saber la causa cómo puede ser conocer lo más e ignorar lo menos y quizá lo que un niño ignorante percibe y sabe. Pues digo que, deseando saber estas cosas exteriores fáciles, métese allá dentro a ver si las puede conocer y hallar entre las otras cosas que llamamos dificultosas, presta atención, hace sus diligencias, no le sirven de nada; antes, viendo pone trabajo para conocer lo fácil que no lo entiende, queda con más pena y mayor aflicción, confesándose por hombre ignorante, inposibilitado de todo bien y por menos que cuantos hombres hay de cortos


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entendimientos en el mundo y, al fin, quédase siempre con sus primeras dudas y penas.

 

            4.         Resta ahora sepamos qué es la causa por qué sólo percibe enf lo interior aquellas cosas que llamamos más y no las cosas fáciles, que llamamos exteriores. Dos dificultades son, porque no se conocen las cosas fáciles en lo interior y porque está inposibilitado el exterior para haberlo de conocer. Respondiendo primero a esto segundo, digo que los sentidos exteriores, por quien se perciben las cosas fáciles, exteriores, por caminos ordinarios, los tiene Dios estorbados e inpedidos con la fuerza de las penas interioresg, las cuales llamaron adentro todo el acuerdo [52r] exterior, de suerte que el entendimiento no hace su officio ordinario por haberle cerrado los caminos ordinarios por donde él percibe. Y cuando le pareceh hace fuerza para salir afuera, no sale, porque si saliera percibiera y entendiera como, y mejor, que los otros hombres. Y en esta ocasión sí le parece que está loco o tonto.

 

            5.         Llámese como quisiere. Sólo digo que las personas que tratan con él tienen obligación en Dios y en conciencia a le servir de maestros, ayos y guías para que, libremente y con concierto debido, pueda acudir a aquello que se estiende la esfera de su jurisdicción o estado que tiene la tal persona. Y esto no con qué exemplo lo declarar si no es éste, que es bien basto: un borrico es de grande provecho para una casa, para carga y para todo lo que se le puede ofrecer de trabajo. Este borrico no sabe ni entiende, ni pide que le carguen ni que le echen mucho o poco peso, que le den o no le den de comer. Pregunto yo: porque este pollino no habla, no discierne, ¿seríe bien que lo cargasen sobre sus fuerzas, de suerte que lo matasen en dos días o que lo dejasen holgar en la caballeriza, o que no le diesen de comer y beber porque él no lo pedía, o que le diesen comida que él no come? No ha de ser así. Echadle la carga a cuestas, que él la llevará con paciencia y sin echarla en el suelo; ponedle la comida, que naturalmente se irá a ella y la hambre le compelerá. Lo propio digo yo en el estado que vamos tratando de este tal siervo de Dios que en lo esterior está inpedido e imposibilitado hasta que Dios quiera conocimiento de cosas fáciles y claras: que lo carguéis, lo guiéis como a un pollino, que Dios le dará fuerzasi, sufrimiento y paciencia para llevar la carga sin echarse con ella. Ponedle delante las cosas con claridad y dejadlo libre y desatado para que él pueda acudir a lo que más conviene, que tengo por imposible no tenga grande ayuda de costa para no escoger lo cierto y lo que le conviene a él y al exercicio de las cosas en que lo ocuparen. Y por esto digo que hay obligación en este estado de esta tal persona de la ayudar y acudir con verdad y sinceridad. Y tengo por una mortificación no muy acertada que, estando en este estado, la mortifiquen en aquello que ella no percibe ni conoce con esas veras, porque la train atontada, molida y cansándole y gastándole el natural flaco que le ha quedado.


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            6.         A la otra duda que decíamos, que no percibe estas cosas exteriores y fácilesj en las tinieblas interiores, digo que en la ocasión dicha aquellas tinieblas sólo parieron la noticia de las cosas que dijimos arriba necesarias para el consuelo de aquella tal alma, atribuyéndose eso a una inmensa [52v] misericordia de Dios, como cuando a los hebreos les daba maná en el desierto: que era tan celestial, que era sobre todos los manjares que se pudo imaginar2. Pues si preguntamos por qué estas nubes que llueven maná, que es manjar extraordinario, no lluevenk otros manjares ordinarios, usuales, que el hombre acostumbra a comer y aquel pueblo lo deseaba, no hay por qué más de que aquel manjar era suficiente y bastaba para aquel viaje y camino; y dándoselo la misericordia de Dios no quiso darles otros sainetes y guisados a su gusto, sino que mortificasen el gusto hecho a cebollas y manjares bajos de Egipto, y lo hiciesen a el manjar sobrenatural que Dios les daba, en quien estaban encerrados los gustos de esotros manjares. De esa misma suerte, quiso Dios dar interiormente a un alma el gusto, aunque bien abstraído, en el conocimiento interior de aquello que Dios fue servido, y que aquellas tinieblas que daban aquel fructo no lo diesen de estotras cosas exteriores.

 

            7.         Digo más: que así como el rey y el consejo dan y proveen jueces cuya juridición va señaladal para que conozcan de tales y tales casos y no más, de suerte que, si llegado este juez a donde ha de hacer su officio se quisiese meter en examinar testigos para otra, cosa le dirían claramente: no me pregunte vuestra merced nada de eso, que no lo tengo de decir; su comisión sólo reza en tal y tal caso; de esto pregunte vuestra merced, que yo le responderé.

 

            ¡Oh sancto e inmenso Dios! Que aunque esta alma de quien hemos ido hablando la llamamos presa y captiva con tantas penas y congojas interiores, por otra parte la podremos llamar libre y con una provisión y jurisdición extraordinaria para examinar por testigos las tinieblas interiores que tiene, las cuales le responderán preguntándoles según se extiende la provisión que Dios le ha dado y la jurisdicción que trai para conocer de tales y tales causas. Y como en aquel estado no le dio Dios licencia para conocerm de cosas exteriores, aunque se lo pregunte no le responderán ni le dirán nada y lo dejarán con las propias dudas, y más pena que concibirá de ver no hacen caso de él para le responder en cosas tan fáciles que niños y gente ordinaria las sabe y las entiende por vía ordinaria. Y como el intento de Dios sólo es en aquella ocasión de que padeciendo sólo se certifique de que es voluntad de Dios que padezca y lo que arriba hemos dicho que conoce, sólo a eso le responden aquellas tinieblas, [53r] como decirle que Dios es infinitamente bueno y santo y que todo lo que hace y quiere es bueno y justo y ordenado con eterna e infinita sabiduría.


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            Dicen también estos testigos que Dios, que así lo pena, no está lejos, y que para esto de que le dan conocimiento, estas tinieblas son más claras que cuantas luces se pueden imaginar y otras cosas semejantes a éstas.

 

            8.         Pongamos un exemplo de este estado interior de esta persona así limitada sólo por tales y tales cosas y del estado exteriorn que tiene una persona no limitado, sino común, como lo tiene cualquier hombre de buen entendimiento, que parece se extiende a todo lo que quiere. El exemplo es muy fácil: consideremos que uno destos hombres que entran debajo del agua, a quien llamamos búzanos, a buscar cosas; que estos hombres allí metidos no ven todo lo que quieren porque, como están debajo del agua, sólo se estiende su vista a la luz y claridad queo les puede dar un poco de aceite que llevan en la boca; y estos tales hombres fueran necios si se quejaran porque no ven, allí metidos, con la distanciap y plenitud que ven encima la tierra donde no tienen aquel estorbo del agua que los cerca. Tanbién fueran necios si, estando allí metidos debajo del agua, quisieran ver lo que está encima de la tierra, sino que se han deq contentar con percebir aquello poquito que el aceite los descubre. De esa misma suerte, un alma metida en estas tinieblas, obscuridades y trabajos de quien hemos ido hablando, está como debajo del agua. Allí metida, dale Dios una gracia extraordinaria para que entienda y perciba tales y tales cosas que están envueltas y metidas en aquellas tinieblas, como debajo del agua. Pero estando allí metido y estrechado, no ha de querer saber y entender con la plenitud r que entiende y conoce acá fuera cuando Dios la sacó de aquel lugar angosto, sino que debe contentarse con aquellas cosas pocas, pues valen más que las muchas que exteriormente pudiera ver y conocer, así como el que entró debajo del agua y sacó dos piedras preciosas, que le fueron de más consideración que si anduviera muchos días encima de la tierra buscando tesoros.

 

            9.         Digo más: que así como aquel que está debajo del agua no ha de querer ver, allí metido, las cosas que están acá fuera encima de la tierra, de esa misma suerte no ha de querer, el que tiene Dios puesto en estas tinieblas que hemos dicho, conocer allí debajo las cosas ordinarias que están sujetas y subordinadas a nuestros sentidos, [53v] pues, como decimos, lo uno está como debajo del agua y lo otro como encima de la tierra. Mortifíquese y no lo quiera todo. Y si, con la ignorancia que tiene de las cosas exteriores, los hombres lo tuvieren por tonto y loco y por lo que se les antojare, déjelos. Y pues está inpedido para el conocimiento exterior, no trate de echar juicios, sino recójase interiormente a padecer, sufrir y dar gracias a Dios, que es servido de llevarlo por aquel camino.




a  ms. 18



1 Eco de Sal 17,12: "Et posuit tenebras latibulum suum".



b sigue si sabe tach.



c  corr.



d corr. de camino



e  sigue clo tach.



f  sobre lín.



g  sigue q tach.



h  sigue fue tach.



i   sigue síl. tach.



j  corr.



2 Cf. Ex 16.



k ms. lleueven



l   ms. señallada



m co sobre lín.



n  sobre lín.



o sigue pue tach.



p corr. de distancias



q sigue síl. tach.



r  corr.






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