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CAPITULO 3a
- De los grandes trabajos que el alma pasa cuando, recogida en sí propia o en
un estado que ella no sabe, carece del trato y común correspondencia del cuerpo
1. No
sé yo si hay muchas personas que lleguen a este estado, o si fuera de él habrá quien
entienda lo que yo aquí digo, o si es verdad que le hay, o si es bobería y
engaño de quien lo scribe. Sólo sé decir que parece fácil de scribir, pero no
fácil de percebir, ni aun tampoco de llevar. Digo que parece fácil
en el scribir porque debe de ser como el libro de Eczechiel, que en la boca era
dulce y en el estómago amargo y si tenía un ringlón de versos dos tenía de
lamentaciones y suspiros1. Gustoso es un libro cuando se lee, pero, cerrado y sellado y
echado a cuestas, no tiene otra cosa sino la carga y el peso. El cual no es
pequeño por no ser peso corporal, sino spiritual, y porque, aunque es verdad
trabaja el cuerpo, pero quien pena es el alma de tantas maneras que es
inposible poderlo decir ni declarar. Dígaselo Dios a quien así padece, para que
con su carga se consuele y no se eche con ella.
2. No
sé qué se es. Ya creo lo tengo scrito otras muchas veces. Ella lo gruñe y ella
lo quiere, si no es como el otro dijo de las mujeres: que gustan de la junta y
trato con los hombres y gruñen el preñado y parto. Pues en verdad que lo uno
está acensuado a lo otro si una mujer es buena casada, porque lo demás es de
adúlteras. Bueno fuera que quisiera un alma junta de unión con Dios y que otra
se llevara y tuviera los trabajos del preñado y parto. Bien veo que una
mujer con un preñado trai un hombre a cuestas; y, si dos, son doblados los
trabajos y doblados los peligros de la muerte en el parto. [54r] Sólo veo una
desigualdad en el parto spiritual y en el descargarse de estas penas, que no
creo será, si por bien es, parir hasta que se salga de este mundo. Entonces no
se acordará, como Cristo dice de las preñadas2, de sus aprietos y
trabajos, porque nace un hombre a nuevo cielo y vida eterna.
3. Sólo
quisiera yo hallar una salsa cual convenía para que este salpicón no fuera tan
desabrido como por muchas partes se puede considerar. Una es, y no pequeña, que
como el alma está tan allá dentro, como hemos dicho, sin percebir ni conocer
las cosas de acá fuera como ella quisiera, ¿quién será bastante a poner puertas
al campo y guardar güerta sin cerca o asegurar viña sin viñadero? Quiero decir
que en esta parte de afuera parece que el demonio hace tantas trampas o
trampantojos, así en las representaciones como en las penasb y
tormentos que causa, que esto bastaba para decir que, mientras el alma está
allá escondida, el cuerpo o, por mejor decir, el alma según la parte con que
mira y pretende percebir acá fuera, padece un infierno. Y aun si por esa parte
entendiese es infierno exterior de que Dios libra con
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facilidad,
fácil sería de llevar; pero ve cada día nuevos principios y nuevos tormentos y
no les puede imaginar el cabo. De parte de la propia persona, no sé yo qué
salsa darles ni cómo remediarlos, porque los demonios que estos tiros hacen
están en lo scuro, como dice David: Ut sagitent in obscuro rectos
corde3. Sólo los hombres que conocen a estas tales almas y saben en qué
cai esto podrían exteriormente remediar algo consolando, alegrando, divirtiendo
o descubriendo el misterio de las cosas exteriores que la tal alma no conoce.
Como el que, andando nadando muy adentro en el río y ya cansado el cuerpo de
hacer officio de pez, le echasen una soga o un cabo para traerlo a tierra y do
hiciese un poco pie y descansase algún rato; y bien se podría llamar rato pues,
no siendo ese consuelo lleno, presto se tornaría a arrojar a lo profundo del
río y a su antiguo bracear que, aunque trabajoso, ahí tiene puesto su
stabilidadc.
4. ¡Oh
Dios eterno y de infinita sabiduría!, cómo te has de esta manera con un alma
que te desea. Ya que rompes la pared para que vea otro mundo, acaba ya, sácala
del que no la puede sufrir, ni el cuerpo así ajironado la puede llevar, ni ella
tampoco puede estar en casa tan descompuesta [54v] y cuerpo tan desencuadernado
que estaba por decir ninguno quiere ya junta de desposorios en que el uno no
tiene gusto con el otro.
5. Una de las cosas por qué es felicidad
vivir en poblado es por la vecindad y communicación. Que, como no puede estar una casa llena de
todo lo que ha menester, enpréstanse los buenos vecinos los unos a los otros lo
que han menester, a diferencia del que vive en soledad, desierto y despoblado,
que si algo le falta sin ello se ha de pasar, porque no hay quien se lo dé.
Cuando en la ocasión y estado que
decimos (aunque el alma en el cuerpo) se aparta en alguna manera según su trato
y comunicación del cuerpo, es inposible dejar de haber menester eld
alma muchas cosas enprestadas del cuerpo sin que no puede pasar so pena de trabajos
inmensos. Porque cuando el alma a solas en la ocasión presente perciba allá en
unas tinieblas y obscuridad algo de la bondad de Dios y de su grandeza, pero
como aún no ha salido del cuerpo, no siempre puede estar ocupada en eso, que
volver tiene el rostro a otras cosas, las cuales por sí sola no las puede
percebir. Pedirle en esta ocasión enprestado al cuerpo lo que solía darle, ora
sea porque están reñidos, ora sea por alguna indispusición que tenga o porque
el alma no lo informa con aquella entereza que solía, no quiere o no puede dar
lo que el alma le pide. Ocasión en que al alma le es fuerza pasarse con su poco
o con su mucho. La cual, como está dispuesta en breve tiempo a entender mucho
si mucho le diesen, siendo todo poco como quien poco sabe, que presto lo reza,
presto pasa por todo aquello. Y aunque es verdad
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que la voluntad y la propia alma todo cuanto puede ahí
desea estarse aferrada y unida, el entendimiento, goloso de cosas nuevas,
deseando subir y penetrar cosas mayores, más profundas y diferentes, desásese
de lo que primero entendía para entender y penetrar otras cosas, causa por qué
la voluntad, viéndose comoe sola y sin el entendimiento que le acude a
la continuidad de su unión, esle fuerza desasirse de donde primero estaba unida
mediante tales y tales afectos.
6. En esta ocasión que el entendimiento ya
se desasió por buscar más o más cosas diferentes y la voluntad, por faltarle la
[55r] dependencia de su amigo y compañero el entendimiento, han de buscar, como
si dijésemos, cosas nuevas en que se ocupar, porque ni el uno ni el otro no
saben estar ociosos. Pues como en alguna manera están inposibilitados para otro
cualquier officio, sino el ya dicho, habránse de estar, como dicen, ociosos, en
la cual ociosidad y estado gastan y comen de sus carnes.
Como
la buena mujer hacendosa que, viendo que se tarda en amanecer para se levantar
a trabajar en su casa, en el descanso y cama se deshace y da mill vueltas y
riñe con sus criados, porque no se levantan y encienden o buscan luz en casa de
sus vecinos para entender en algo, porque le parece es tiempo perdido en
elf que se descansa; y si bien lo advirtiese, no descansa, sino más
trabaja allí en la cama donde está que si estuviese levantadag
trabajando, según lo que allí está triste y melancólica por ver no se hace lo
que ella quiere y desea. Ojalá Dios nos diera a entender y aun nos trujera [a]
este estado espiritual que, aunque melancólico y penoso, bueno debe de ser, en
el cual el alma, viéndose desasida de la unión que arriba decimos y como
ociosa, aunque el rato que le dure sea corto y pequeño, se le hace noche larga
y la pena y aflige el ver no sale la luz en que de aquella ociosidad se ha de
levantar a hacer algo, porque todo lo que no es amar a Dios con grande afecto y
conocerle y penetrar sus misteriosh le parece nada. Y así, viendo que
allá dentro, por los caminos extraordinarios que Dios se sabe, se tarda esta
luz que a deshora la dispierta a alabar a Dios, da voces a sus sentidos
exteriores y a todo este hombre de acá fuera, quien en casa los tiene como por
criados, para que se levanten a trabajar y que busquen luz, si no la tienen
ellos, por sus vecinasi las criaturas de la tierra y con ésa enpiecen a
trabajar hasta que el sol sobrenatural extraordinario salga adentro y a toda el
alma la levante a sus continuas alabanzas y ocupaciones sanctas que tenía en
Dios.
7. Pues digo que en este estado no huelga,
sino trabaja y pena porque, de sólo verse que no camina, se muere y está como
reventando. Así como
cuando un caminante sabe que tiene mucho que andar y el día corto, si llega a
una venta y el mesonero es lerdo y espacioso en darle recado para su
cabalgadura y persona, se está muriendo y deshaciendo y, llegado al comer con
que le es necesario, come con [55v]
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disgusto y desabrimiento o, por mejor decir, sin le
tomar sabor lo engulle y de esa manera sube en su cabalgadura, cansada y mal
comida, a le apretar y pegar la spuela y que corra la posta; que, como llegue
donde desea, poco se le da que muera, particularmente si la parte donde
vaj es a enbarcarse y caminar por la mar, donde las tales bestias no
son menester.
¡Oh buen Dios, y qué inquietud y
desasosiego tiene un alma considerando lo mucho que le falta para llegar donde
desea la cortedad de la vida! Y si alguna vez llega a alguna venta donde le es
fuerza dar paja y cebada a este nuestro cuerpo, y aun no digo ahora darle
regalo de mantenimiento y comida corporal, sino entretenerlo en el conocimiento
de cosas exteriores, que ésa es su paja y cebada y ahí reposan y descansan sus
sentidos cuando eso por algún particular favor alcanzase un alma en el estado
dicho, siéndole cosas de gusto pasaríe por ellas sin tomarles sabor, engullendo
la comida malk mascada y rumiada y las cosas, aunque necesarias, mal
entendidas por la priesa que tiene de tornar a marchar en su jornada. Y así,
con cualquier ayuda extraordinaria que sienta de Dios interiormente, torna a su
jornada y a postear en su camino en su pobre cuerpo mal comido y bien cansado,
sólo por llegar presto donde desea.
8. Que
como en el estado de que hemos ido hablando más se camina como por
marl, a vela y no remo, porque, aunque el alma pone de su parte lo que
es en sí no siente ya allí trabajo ni pena, sino el viento delicado del Spíritu
Sancto que sopla y la lleva por alta mar y apartada de tierra, pues como desea
llegar a este punto, no le da pena que el cuerpo acabe, que ya le parece no lo
ha menester. A quien yo digo que, aunque es verdad que en aquel estado superior
que alcanzó después de haber posteado no [ha] menester el cuerpo para gozar y
percebir la merced que Dios le hace por ser tan inmediata, no hace bien de lo
acabar [56m r] en un día, como dicen; que, en fin, aunque en la tal
ocasión se enbarca y va por la mar, pero a vista de tierra, como caminan las
galeras tomando puerto cada día para se proveer de lo necesario; y tan manco y
tullido podría estar el pasajero en la nave que de ella no pudiese salir a
comprar y tomar flete para lo demás del camino que le falta, y si eso no se
tiene propio no es cosa que se puede enprestar. Así como si un hombre acá
estuviese enfermo y él no busca la salud, por mucho que lo amenn y
quieran padre y madre, no se la pueden enprestar.
Digo, pues, que aunque después de
muchos trabajos llegue un alma donde ella quisiere y por algún rato no haya
menester el cuerpo, bien es que dure y no se le acaben las fuerzas, porque, por
mucho que el alma se engolfe, se queda a vista de tierra donde le ha de ser
fuerza saltar a tomar lo necesario; y si el cuerpo estuviese tan
inposibilitado, quedarse hía donde le sería fuerza el acabar presto, porque no
se le pueden enprestar las fuerzas y salud que le falta para los tales
ejercicios que profesa.
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9. Una
vela, cuando arde, ella por sí sola alumbra y goza del officio que ejercita,
pero si siendo el candelero en que está de barro se quebrase, la vela
derretirse hía, yo la cera que sobre la llama cayese la apagaría. De
esa misma suerte, digo que el alma, en este estado de que vamos tratando, ella
por sí goza sin que en esa ocasión el cuerpo le ayude al tal officio
sobrenatural; pero sírvele el cuerpo de candelero, el cual si se quebrase por
ser de barro era fuerza que el alma en aquel officio y estado acabase y no
pasase adelante.
10. Y
así es bien que esas penas que siente y tiene cuando le parece está ociosa las
pase con paciencia, que si el hombre cuando está en cama no le deja dormir el
cuidado, en fin, los güesos descansan y el cuerpo reposa y toma algún alivio,
aunque él no lo echa de ver, etc.p
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