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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • NOCHE DEL ESPIRITU EN EL ESTADO EXTATICO
      • CAPITULO 4 - En que lo dicho en el capítulo pasado se confirma con una figura
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CAPITULO 4a - En que lo dicho en el capítulo pasado se confirma con una figura

 

            1.         Admirable figura fue de esto que en el capítulo pasado hemos dicho lo que le sucedió a David andando haciendo las guerras de Dios por los desiertos, como se ve en el primer libro de los Reyes1, capítulo 25. Faltóles el sustento al propio David y a toda su gente, de suerte que se vido compelido de hacer lo siguiente. Habíe -dice la Scritura- un hombre en Maón, el cual tenía sus posesiones en el Carmelo. Sub nombrec era Nabal. Era hombre poderoso y grande en hacienda, tenía tres mill ovejas y mill cabras. Sucedió que trasquilase su ganado en el Carmelo. Tenía una mujer, por nombre Abigaíl, mujer muy prudente y hermosa, pero su marido [era] duro y pésimo: Porro vir eius durus et pesimus et maliciosus2. Pues como supiese el sancto David que deslanase sus ovejas en el Carmelo, llamó diez mancebos de los que en su compañía tenía y díceles: "Iréis a Nabal y saludarlo heis pacíficamente de mi parte. Diréisle: Mi paz sea con mis hermanos y contigo, y a tu casa sea paz, y también a todos los que están y moran contigo paz. Oído he que tus pastores, que con nosotros estaban en los desiertos, están trasquilando tu ganado, a quien jamás les hemos sido molestosos ni se les ha menoscabado una pequeña parte de lo que a su cuenta está, de todo lo cual te puedes informar de ellos. Ahora te ruego que esos mis criados hallen gracia ante tus ojos. En buen día venimos, cualquier cosa que tengas a mano dalo a tus siervos y a tu hijo David". Llegando los siervosd de David a Nabal, dijéronle todo lo que David les habíe dicho y callaron aguardando la respuesta. Entonces respondió Nabal a los


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mensajeros: "¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí, debajo de cuya sombra se han juntado y amparado los forajidos y gente huida de sus amos, para que yo le mi pan y mi agua y la carne de [57r] mis ganados, que yo he muerto para mis trasquiladores, y la tengo de dar a una gente que no de dónde son?".

 

            Volviéronse con esta respuesta los mensajeros y dieron cuenta de todo a David. Viendo el descomedimiento que habíe tenido Nabale y su mala crianza, dice David a sus soldados: Acingatur unusquisque gladio suo3. Y así lo hicieron. Y David tomó su lanza y siguiéronle cuarenta soldados y pártese para do estaba Nabal. Un criado de casa de Nabal dio cuenta [a] Abigaíl, su mujer, de todo lo que pasaba: las buenas obras que en los campos y desiertos habíen recebido de David y de su gente y la mala correspondencia que en aquella ocasión habíe tenido su marido con ellos. Ella, temerosa de lo que habíe de suceder y por el agradecimiento que debía, sin que su marido lo supiese, hace un gran presente de pan, vino, carneros, poleadas y muchas cuerdas de pasas y otras cosas y cárgalo todo sobre unos jumentos y dice a sus criados que vayan delante de ella. Encontróse con David, el cual con particular enojo le dijo cuán mal enpleadasf habíen sido las cortesías y buenos tratamientos que élg y su gente habíen hecho a sus pastores y ganados, pues en paga y agradecimiento de estas obras buenas le da Nabal otras malas. Por tanto, dice David: Haec faciat Dominus inimicis David, et haec adat, si reliqueroh de omnibus quae ad ipsum pertinent usque mane, mingentem ad parietem4. Sobre juramento, dice David, si de aquí a mañana le tengo de dejar perro a vida que no se lo destruiga y acabe.

 

            2.         Ahora pues, sancto rey David, ¿cómo tanta cólera siendo vos tan blando, manso y misericordioso? Si perdonáis a los enemigos, mayor obligación hay a los que no lo son. Y aunque fue descortési a vuestros comedimientos Nabal, pero no tan obligado como todo eso, que la cortesía que vos en los campos hecistes a sus pastores debida era a vuestra nobleza y sanctidad y al buen orden que traíasj en vuestra gente, y vos no heciste aquello porque Nabal os lo pagase en pan y carneros. Digo que bien hace el sancto rey, por muchas razonesk: lo primero, por el buen comedimiento con que le pide le socorra en aquella necesidad en que él no se podía pasar sin el mantenimiento necesario y su gente tanbién; y en tiempo de necesidad todas las cosas son comunes. Y tanbién porque David se ocupaba en los negocios de Dios y le hacía sus guerras y peleaba sus batallas. Y puesto caso que todas las cosas criadas son de Dios y Su Majestad esl señor de todo y tiene el dominio superior de todas las cosas, de la hacienda de este señor, cuyas guerras hace, se ha de hacer pagado [57v] o, por lo menos, ha de tomar el mantenimiento necesario do quiera que lo hallare. Y


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como supo cuán largo habíe andado Dios en darle hacienda a aquel hombre poderoso, acudió a él. Y tanbién, aunque es verdad que la cortesía que David hizo a sus pastores no la hizo porque de ella quisiese paga, pero en ley de urbanidad, nobleza y cortesía, se debía agradecer, que llano es, si un hombre siendo muy rico diese a otro mill ducados o le hiciese una grande cortesía y después viniese a summa pobreza, que en tal caso tenía obligación del agradecimiento en la propia moneda, acudiéndole a la tal necesidad el que así primero hubiese recebido la buena obra.

 

            3.         Y así, por todas estas razones, pudo ir David enojado a remediar su necesidad a casa de aquel hombre poderoso y no se aplacó con menos que con el buen presente y comedimiento de la hermosa Abigaíl, la cual le alegó muchas cosas: la iniquidad, malicia y estulticia de su maridom, la nobleza de su pecho, la ignorancia que ella habíe tenido del caso, el presente que le traía y cuán justa cosa era acudirle a aquella necesidad. Pues praelia Domini preliaris, pues haces las guerras de Dios, pídote, señor, perdones esta iniquidadn. Así tu alma seao, cuando fueres perseguido, como el hacecillo de varas que, sepultadop en la tierra, vive hasta que las pongan en su lugar conveniente5.

 

            4.         Ojalá yo acertase a aplicar todo esto al estado delq alma que hemos dicho en el capítulo pasado. Y para que procedamos con más claridad digo que el alma, en la ocasión presente, allá dentro de sí metida, está, como otro David, en soledad y desierto, bien apartada del trato común del cuerpo. Allí apartada, está haciendo las guerras de Dios acompañada cuando mucho, como otro David, de gente forajida y huida de sus amos y dueños. Pues digo que el alma allí sólo goza de unos pensamientos y noticias de cosas apartadas de sus propios fundamentos, pues las conoce por la luz y claridad que Dios es servido de darle, sin la común abstracción que el entendimiento hace por sus propias species y semejanzas.

 

            5.         Aquí, en este lugar donde el alma está retirada por la aversión y contradición que tiene con los tres enemigos del hombre, como otro David con Saúl y su gente6, en este lugar el alma muchas veces tiene necesidad del mantenimiento y trato común de estas cosas de afuera, cuyo conocimiento sirve de manjar y bebida para todas sus potencias, porque no siempre [58r] ha de tener ración de arriba, como ahora decíamos de David: que se vido necesitado de enviar a Nabal aquel comedido recado. Así el alma, viéndose afligida y suspensa, y aun llena de penas por la ociosidad que padece, como arriba dijimos, envía mensajeros a el cuerpo para que le o preste lo necesario para remediar la presente necesidad. Pero el cuerpo, duro, inicuo, pesado y malicioso, aunque esté en tiempo en el cual trasquile su ganado, digo deslane las cosas de acá fuera, de r cuya hermosura se viste él y todos sus sentidos,


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no quiere, tiniendo por desatino el estado superior que el alma ha tomado en la ocasión presente por no percebir cosas tan altas el hombre animals. Y así, con su malicia e ignorancia, dice: ¿Quién es el alma que me haya yo de poner en necesidad y trabajo y darle en sustancias apuradas las cosas que sólo preparo yo para la gente de mi casa, que son mis sentidos y gustos?, sin querer nada de eso pase adentro en la ocasión dicha. Causa y razón suficiente para que el alma se pene y enoje: que, estando ella ocupada en las cosas de Dios, no se le en una ocasión, de en cuando en cuando, por cortesía u agradecimiento, lo que ha menester. Que, en fin, el almat, como otro David, guardado ha al cuerpo y a todos sus sentidos, acudiendo ella y todas sus potencias a que no reciba agravio o perezca.

 

            6.         Y si no quiere, justicia es, como digo, que se enoje y, aunque de mano armada, le pida a él, o a quien cerca hallare, aquello de que tiene necesidad. Y que este enojo y penau es cosa justa no se quite hasta que la razón, como otra Abigaíl, cargue de lo que hay en casa acá fuera los pollinos de nuestros sentidos y con ellos cargados entre allá adentro a desenojar el alma y pedirle no mire la malicia e ignorancia de este nuestro cuerpo, que es como una bestia y bruto. Y para que se aplaque y desenoje le puede poner el exemplo que le puso Abigaíl echándole a David una bendición: que fue decirle que lo vea ella, cuando fuere perseguido, como el hacecillo de varas verdes que se entierra en el suelo para que se conservev antes que se lleve a plantar7. El cual exemplo es claro por ser cosa muy usada entre los hortelanos: que, cortando varas y ramas de árbores o sarmientos de vides, los entierran así cortados hasta ponerlos en su lugar. Muy linda bendición es ésta y consuelo muy suficiente para que el alma se desenoje en la ocasión presente, que en este estado se vea ella de esa misma manera. Que es decir que, pues en el estado que tiene está cortada y apartada de las cosas de la tierra [58v] y sus potencias comow desasidas y destroncadas del cuerpo, que se vea en el trabajo y persecución presente, como las tales varas y sarmientos, sepultada en el cuerpo, aguardando a que dex ahí la saque Dios y lleve a la tierra de los que viven, donde ella y sus potencias reverdecerán y frutificarán en Dios.

 

            7.         Digo, pues, que este estado es muy trabajoso aunque, por otra parte, glorioso. Trabajoso porque recia cosa es que el alma, que en este estado ya no querría mundo ni aun conocer o atender a sus cosas, antes quieta y sosegada quiere más buena hambre que mala hartura, tenga necesidad de tocar, palpar y ver, porque ni ha salido de este mundo ni del todo está despedida del cuerpo. Y por esa parte si su vida -aunque penosa, gloriosa- si la ha de conservar y durar, menester ha contemporizar, llevar y rogar al cuerpo le en semejantes ocasiones


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algo con que se pueda sufrir y aguardar el manjar principal con que Dios le suspende el alma. Díganme, por charidad: ¿no es recia cosa rogar y pedir al enemigo, y a quien cuando le pedimos no es para hacer las amistades, quey no las desea el alma ni las quiere, antes quedarse en guerra? Sólo desea remediar su necesidad, aunque sea por manos de enemigos. Bien entiendo que para acudir a la ocasión presente no está del todo el cuerpo encontrado y desganado, sino que con poco achaque se da por imposibilitado y enfermizo. Y el alma tiene su pedazo de culpa, que, temerosa no reviva y vuelva en sí con sus malas mañas y peores costumbres la información que de ella tiene, sin la cual no puede hacer cosa, se la da muy contada y con escasez. Y tampoco el alma no tiene mucha culpa en eso, porque no se atreve a desasirse adentro y prestar su atención afuera, sino quisiera ella, si le fuera posible, que hubiera otra alma que le informara el cuerpo, los cuales dos le acudieran en esta ocasión sin que ella se divirtiera o apartara de sus amorosas tinieblas.

 

            8.         Quiero poner un exemplo. Algunos dicen que es necedad cuando da el relox preguntar cuántas dan, porque dicen es mejor contar las horas que no preguntarlo. Yo digo que es grande discreción, porque, en contar doce campanadas o diez o las que son, se gasta y pierde el tiempo y, en preguntarlo, se sabe en una palabra. De esta misma suerte, el alma que está allá dentro, en sus tinieblas, muchas veces desea y le es necesario saber las "cuántas son" acá fueraz, entender y conocer muchas cosas de la vida ordinaria respecto de algunas obras y exercicios en que se ocupa. Y así, por no perdera tiempo, estándose ella allá dentro quisiera que en una palabra y con resolución, ora sea el cuerpo, ora sea quien le aconseja, le respondieran en una palabra lo que ella deseaba y tenía necesidad de saber. Pero el cuerpo, terrible y duro, dice que salga ella acá, fuera del recogimiento que tiene, y cuente las horas y se informe de lo que quiere y ha menester, lo cual no puede dejar de le causar pena, etc.

 

 

 

 




a  ms. 20



1 Correspondiente a 1 Sam.



b corr.



c  sigue de este hombre tach.



2 1 Sam 25,3.



d corr. de ciervos



e  ms. Nablal



3 1 Sam 25,13.



f  corr. de enpleados



g  sigue David tach.



h  corr. de relinquero



4 1 Sam 25,22.



i   sigue ab tach.



j  ms. traídas



k sigue que tach.



l   sigue y tiene el tach.



m corr.



n  ms. iniquida



o sigue como tach.



p corr.



5 1 Sam 25,28-29.



q sigue síl. tach.



6 Cf. 1 Sam 18,6ss.



r  sigue que se viste tach.



s  por-animal sobre lín.



t  sigue sobre lín. y sus tach.



u  y pena sobre lín.



v  para-conserve sobre lín.



7 Cf. 1 Sam 25,27-29.



w sobre lín.



x  corr.



y  sigue síl. tach.



z  ms. buera



a  sigue pie tach.






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