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CAPITULO
1b - Del grande sentimiento que un alma tiene cuando ve y conoce que su
padre spiritual no la guía por el camino más acertado en la perfección que
pretende alcanzar. Y de una ignorancia que en los tales padres y maestros se
suele hallar
1. Los yerros en los padres spirituales
acerca de las personas que tratan y encaminan a la perfección, siempre en estos
tratados los he ido encareciendo y dicho que son grandíssimas mortificaciones. Estoy cierto que, por mucho que encarezca
su gravedad, no llega a lo que debe y al sentimiento que de la tal
mortificación tiene el siervo de Dios. La razón es porque mortificarlec
con acierto es mortificación gustosa y es la que el tal justo busca; pero
mortificarle con desacierto y errando dóblase la mortificación por ver que
padece y de aquel trabajo no saca provecho, antes menoscabos. Como cuando un
hombre va por un camino fragoso y lleno de atolladeros: consuélase con que se
va acercando a la parte do camina y desviando de la parte que desea; pero si
viendo que pasa trabajos en un camino, y que quien le rige lo lleva
desencaminado, fuerza era el padecer el trabajo del camino y el considerar que
por allí vuelve atrás y gasta el tiempo en que pudiera ir adelante. Y si estos
yerros y mortificaciones siente el siervo de Dios, las llora o procura hacer
algunas diligencias para que se remedien.
2. Dicen
que aún no está mortificada la tal persona, pues aún siente y no se rinde. Dan
por razón de que, cuando el padre spiritual yerre, Dios, por otra parte y por
donde el discípulo no piensa, enmendará Dios el avieso y le commutará los
premios y méritos que habíe de tener en el camino derecho en otras cosas que
por rendimiento merece en el camino torcido.
A quien esto dice, pregúntole yo si
será bien, por su inadvertencia, poco saber o por su inconsideración, obligar a
Dios a que de guijarros saque agua y que al cambrón haga llevar higosd,
puesto caso que en los caminos derechos tiene ya Dios sus ventas, fuentes y
paradas donde los que caminan a la perfección hallan lo que han menester para
más aligerar el paso. ¿Y quién les quitará a estos siervos [81v] de Dios una
muy grande pena y peligro en desconfianza que reciben de ver que no van bien y
que podría ser por sus peccados cegar Dios a quien los aconseja y a quien los
rige?
3. Diránme: ¿Cómo pueden echar de ver que
no los llevan por camino derecho y que yerran en sus consejos que les dan? Yo pienso esto no es dificultoso, sino
bien claro. Y más que, cuando a un niño
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lo
desenvuelven, sabe el chiquillo que lo desnudan. Podrá el muchacho no saberlo
decir, pero bien lo verá o, por lo menos, sentirá el frío que le acomete cuando
le quitan la ropa. No es dificultoso echar de ver un alma, en las diferencias
de consejos y pareceres que le dan, su mayor o menor provecho en ver si va
adelante o vuelve atrás. Están los trigos para granar, corre un aire bueno y
favorable, corre otro cierzo que todo lo abrasa. Este aire no se ve. Pues ¿en qué sabe el
labrador que el uno es bueno y el otro es malo? En que halló sus trigos
medrados, o secos y vanos. ¡Consoladlo
con decir que Dios lo enmendará otro año y le doblará la cosecha! Responderé yo
que buena era la que ya estaba casi sazonada, que cómo puede él saber que
sembrará para el año que viene y le llegarán sus trigos a aquel puncto y a la
ocasión en que ya estaban puestos.
4. Y aunque es verdad que estos yerros son
de tanta mortificación para la persona con quien se hacen y los siente más que
si los echaran en la cara, pero son de grandíssimo provecho el saberlos para
nos saber aprovechar huyendo de ellos. Bien entiendo yo que, si el maestro que
yerra dijera que de sus yerros se sacaban estos provechos, que acertara, como
cuando un labrador ignorante guía su cabalgadura por donde zahondó: descubre el
mal paso para los que después por allí pasaren. Que de eso sirven las cruces en
los campos, une aviso que dice: "Aquí mataron un hombre",
para que mire por sí el que pasa. Es certíssimo el yerro del padre spiritual es
una cruz muy pesada que agruma1 el alma y las entrañas de la persona a
quien se la ponen, que def lejos está diciendo: Aquí están matando y
quitando la vida a este pobre sobre quien carga esta cruz.
5. [82r] Pienso que por un exemplo quedará
esto bien aclarado. Es certíssimo hang menester los médicos, para saber
y ejercitar bien su officio, hacer notomías, que es tomar un cuerpo muerto y
deshacerlo y desbaratarlo por sus coyunturas y partes más pequeñas y secretas
que aquel cuerpo humano tenga. Y es esto una cosa tan cruel que, con hacerse en
un cuerpo muerto, es menester ánimo para hacerlo, y mayor para entregar el
cuerpo de que se ha de hacer, de donde siempre se hace en los hospitales en
cuerpos de hombres sin partes y conocimiento que les pueda doler.
Pues
consideren ahora, a nuestro propósito, que los padres spirituales que enseñan
el camino de la perfección son médicos spirituales. Los cuales, cuando yerran y
mortifican en cosas contrarias de lo que conviene para su mayor aprovechamiento
de la persona que enseñan, que no es otra cosa sino desbaratar aquel spíritu y
hacer de él notomía, deshaciéndolo como a cuerpo muerto. Y aunque es verdad que
en esta notomía espiritual no se apriende por lo que se veh, como en la
corporal, pero sábese por lo que informa y por las quejas que da el pobre
spíritu
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cuando lo
desbaratan. De que esto haya de ser grandíssimo dolor y trabajo inmenso para
quien lo padece es fácil de entender considerando lo que sintiera un cuerpo si
en él, estando vivo, se hiciera la notomía, cuando su poco a poco le fueran
cortando cada güesecico de por sí y sacándole los nervios y despedazándole las
partes más sensibles que en él hubiese. Y si es crueldad que no se puede
aguardar a verla en un cuerpo muerto, ¿qué fuera en un cuerpo vivo cuando aun
de ver ahorcar un hombre o verlo degollar no lo podemos sufrir? Pues consideren
qué será hacer esta notomía en un spíritu vivo, vivificado y que cada día desea
más aprovechar en el camino de la virtud; y que esto se siente entre los
siervos de Dios, sin comparación, mucho más que si le despedazaran el cuerpo; y
que este spíritu lo cojan dos o tres padres spirituales que, por no saber, lo
deshacen y desbaratan por sus junturas y aun quiera Dios no sea quebrándoles
los güesos, como hicieron a los ladrones que con Cristo crucificaron los
judíos2.
6. Este
es dolor, éste es trabajo y mortificación sini comparación: el rendirse
un alma a que hagan de ella lo que quisieren. Presupónese que no ha de ser en
cosas que el alma conozca que son ofensa de Dios, sino en cosas que, no
tiniéndolas por tan acertadas el discípulo, yerra en ellas el maestro,
pensandoj que aquello es lo que más le conviene. Como si un médico,
habiendo de purgar a un enfermo, lo sangrase, a lo cual no puede contradecir el
enfermo, aunque entienda es sangría errada; y que, [82v] cuando contradiga, no
le sirve de nada. Ese tal, viendo el yerro que en él se hace y obligándose a
callar, ¿no ofrece su vida en sacrificio? Y llevándolo con sufrimiento y
paciencia le será de grande mérito. Pues echen de ver, en el camino spiritual,
que aplica el padre y maestro medicinas contrarias al camino y vida en que va
aprovechando el tal dicípulo y que se ve obligado a callar y obedecer. Es certísimo merece
en el acto de la obediencia, pues así quiso Dios sujetarnos. Pero ¿quién le
quitará las pérdidas que por secretos juicios de Dios de ese yerro a un alma le
vienen y sus menoscabos y el tiempo perdido? Y, como he dicho, obligar a Dios a que haga milagro, o ponga en
cosas contrarias lo que ya un alma iba alcanzando en las propias cosas y
naturales. Sólo hay y resulta de aquí un provecho, y es que ya se sabrá la
notomía del tal spíritu para otros; por lo que éste se quejare y dijere, ya
sabrán dónde está el mal y dónde está el bien. Pero ¡pobre del spíritu deshecho
y desbaratado y del alma desaprovechada que, pudiendo estar muy adelante, está
muy atrás! Enséñelos Dios, por quien él es, con luz del cielo sin que sea a
tanta costa de los discípulos.
7. Y
porque en este capítulo digamos alguno de estos yerrosk e
inconvenientes, no obstante que lo que hemos dicho en este capítulo puede
servir de cama y introdución a otros muchos yerros que ya hemos descubierto en
estos tratados, digo, pues, que éste es uno, y no pequeño. Que como los padres
spirituales aprehenden esto de que siempre al
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discípulo se
ha de mortificar y guiar por cosas contrarias a las que ama y apetecel,
sin reparar, considerar ni hacer distinción en todas las cosas que los tales
siervos de Dios aman y quieren, en todas procuran mortificarlos, puniendo sus
mejoros y más aprovechamiento en lo que ellos les mandan, que son cosas
contrarias a lo que el tal discípulo quiere. Adviértase que en el hombre no hay
más que una voluntad, sino que se considera de dos maneras: una, en cuanto a
las cosas naturales; y otra, en cuanto a lo sobrenaturalm. Debiendo
primero considerar que en el hombre hay dos hombres, uno interior y otro
exterior, una voluntad natural y otra ya mortificada y conforme con la divina.
De suerte que hay muchas almas que ya llegaron a tal grado de perfección que lo
más dificultoso y de mayor pena les es lo más fácil, y lo que a la naturaleza
le es de mayor gusto le es de mayor trabajo y desabrimiento. Ahora, pues, entra
el padre spiritual que de esto no sabe hacer distinción y dice: ¿En eso halláis
facilidad?; pues mortificaos y haced estotras cosas que son de mayor trabajo y
sentimiento. Y es certíssimo en esto no mortifican [83r] lo natural, que eso
apetece, no obstante que sobrenaturalmente han ya salido de su casa y
límite y conformádose con el spíritu, el cual solamente en este caso se
mortifica por ver el yerro que con él hacen, lo que lo desaprovechan y echan a
perder.
8. Pongamos exemplo en lo que cada día
vemos que pasa entre siervos de Dios. Hay algunos que se han mortificado en
rendir la pasión y gana de comer, mediante la cual mortificación, que ya la
llevan bien y con facilidad, se hallan muy aprovechados y que comer les es
muerte. Pues dice ahora el maestro, que de esto no sabe: ¿En comer siente
trabajo?; pues coma y mortifíquese, que en esa pena está el merecer y en esa
mortificación. El cual debía considerar que mayor trabajo es arar y cavar y no
es más meritorio, aunque en ir a cavar se mortificara más el siervo de Dios que
no en estar en la celda rezando. Pudiera de este yerro poner exemplo en cosas
más graves. No quiero, sino pedir por sólo Dios abran los ojos los padres
spirituales y pongan la mira en las diferencias de las obras en que un
religioso y siervo de Dios se desea ocupar, cuáles son puras del spíritu y
cuáles más naturales y vecinas a nuestro cuerpo y cuáles mezcladas; consideren
su nacimiento y causas de donde proceden y vean que ya, del hábito y costumbre,
pueden ser fáciles las más dificultosas, en quien hay mayor mérito que en las
fáciles que se haceno dificultosas, para que siempre procuren guiar un
alma por lo más provechoso y meritorio.
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