- 1101 -
CAPITULO
6a - De cuán mal hacen los que a
un alma quieta en el camino de la perfeción la perturban. Y cómo, no siendo
ella la causa, Dios le mejora el estado que perdió por la tal perturbación
1. Volviendo,
pues, a nuestro intento de lo que propusimos en el capítulo pasado, digo que
aun hasta entre los siervos de Dios hay diferencias en el opinar del justo que
va aprovechando. ¿Qué será entre gente que de esto no sabe?
2. Supuesto
esto, digo que he visto dos cosas que diré, obradas con una propia persona y en
personas diferentes. En una ocasión vi que yendo aprovechado un siervo de Dios
en la virtud, tuvo ciertos maestros que lo procuraron ayudar en muchas cosas:
en el recogimiento y desenbarazo de todo lo que pudiere dar cuidado, estorbarlo
o inquietarlo. Ayudábanlo en que tuviese algunas abstinencias [92r]. Con
estas ayudas fue aprovechando y ganando tierra de suerte que ya traía algún
recogimiento o elevaciones secretas. Pasado algún tiempo de este estado, sucede
que a este tal, u a otros desta manera, lo cogen otros maestros. Y he visto
que, haciendo burla del recogimiento que ellos no saben o conocenb, los
entriegan a cuidados, officios y cosas con que, por fuerza o por grado, los
hacen divertir: los mandan que coman, beban y otras cosas semejantes,
trayéndolos inquietos, perturbados con sus mortificaciones a destris et a sinistris.
De suerte que no sé qué me diga ni a quién compare a este siervo de Dios sino
al gavilán u azor puesto en manos de muchachos: que, porque no lo conocen o ven
que es de comer, lo despluman y matan, no considerando que en su officio vale
más aquel pájaro que si fuera 20 veces de comer. Lo propio hacen con este tal siervo de Dios: que, como estos
segundos que lo cogen entre manos no lo conocen, o no es del guisado que ellos
comen, o porque no come
- 1102 -
como ellos,
no vale nada el tal pájaro y lo han de desplumar y echar por ahí, hasta que se
pierda. A quien digo yo que no sé yo cómo entienden aquellas palabras que el
esposo dice: que no despierten a su esposa ni la hagan velar hasta que ella
quiera1; y las palabras que ella dice: "que ella duerme y su
corazón vela"2; que fue decir que su esposo, que es su corazón, le
guarda el sueño. Lo cual debían hacer los maestros y padres spirituales cuando
en alguna quietud ven a algún siervo de Dios: que se han de hacer velas y
centinelas que le guarden el sueño, o por lo menos no serles estorbo para que
no vaya adelante. Que Salamón setenta soldados fuertes tenía que le guardaban
el sueño y rondaban la cerca de la cama donde se acostaba3.
Pues digo que, no reparando muchos
en esto, procuran dar tal vida y contraste al siervo de Dios que, cuando
hubiera un sueño cuan profundo ellos quieran, consideran sea fuerza el
dispertarlo, volverlo en sí y quitarle arrobos y éxtasis cuantos tenga. Lo
cual, no siendo causa de esa pérdida el tal siervo de Dios, hemos de entender
queda mejorado y en estado mucho más alto, al cual vino por las mortificaciones
que en él hicieron, las cuales, si lo dispertaron, lo volvieron más atento para
que más y mejor [92v] pudiese acudir al servicio de Dios con todas sus
potencias y sentidos.
3. Vamos,
pues, ahora al engaño del que dice que, porque ya el otro pobrecito religioso
no se arroba, dice que ha quedado hecho un tontillo que de pan no se harta. ¡Oh buen Dios, y qué
diferentes son los juicios de Dios a los de los hombres! Pregunto yo: ¿Cuál es
mejor lumbre, más provechosa y suave: la leña cuando se echa en el fuego y
arde, o después de haber ardido y ha quedado hecha ascuas y lumbre muy suave?
¿Qué otra cosa piensan que son, padres y hermanos míosc, algunosd
éxtasis y arrobos en muchos que los da Dios aun en sus principios? No son otra cosa sinoe unas
llamaradasf de la naturaleza. Que en alguna manera pretende lo natural
resistir a lo spiritual y defenderse, y como lo sobrenatural es más fuerte
enciéndelo y sácalo de sí para imprimir en él el fuego interior que dentro de
su alma arde; pero, después de haberse quemado y consumido aquella flaqueza,
queda todo el hombre encendido y hecho un fuego amoroso y suave que dentro de
sí y en sí se quema y abrasa en amor de Dios.
4. Diránme
ahora aquellos contra quien voy hablando: luego provecho hacemos en perseguir y
mortificar a estos tales hasta que pierdan los tales arrobos, pues quedan
después de ellos en un estado más subido, levantado y perfecto.
Respondo que no dicen nada, que
diferente cosa es que un leño, después de haber ardido lo que ha de arder, se
apague él y consuma la llama, porque ya quedó hecho ascua, o que cuando está
ardiendo, a medio quemarse, llegue yo y lo sople, apague o eche un caldero de
- 1103 -
agua. Que en la primera ocasión, cuando a él se le
acabó la llama, quedó hecho ascua, y en esta segunda quedó hecho tizón
humeandog, como quien se queja de que no lo dejaron acabar de arder y
quemar lo que debía para quedar en la perfección de brasa. De suerte que todas
las cosas ya tienen su estado y summo donde desean llegar y de donde no han de
pasar.
De esta
misma suerte, cuando da Dios este don de arrobos o éxtasis a algunas personas, hanlas
de dejar que arda el leño hasta que se consuma y acabe, que ese natural [93r]
ya tiene su estado donde ha de llegar; y en llegando allí se acabarán esas
llamas y quedará hecha aquella persona un fuego y un ascua encendidah y
en un estado superior al primero. Pero si antes de tiempo dispertamos a esta
alma, la perturbamos e inquietamos con las persecuciones arriba dichas, es como
quien apaga el leño antes que acabe de arder y consumir las humedades que
tiene; y ser ocasión que el siervo de Dios, que habíe de quedar hecho un ascua,
quede hecho medio tizón humeando y quejándose porque al mejor tiempo lo
dispertaron.
5. De manera que hacen mal los que juzgan
menos perfección porque ven menos exterioridades de éxtasis y arrobos en las
personas que de antes las tenían. No está el árbor menos preso cuando en
febrero está sin hoja y sin flor que cuando la tiene en abril, antes puede ser
mejor el estado que tiene en el invierno antes que eche que después de haber
echado, pues vemos que muchosi árbores, por madrugar a echar afuera la
flor y la fructa, se la lleva un aire cierzo. Así digo que muchas veces la
virtud de muchos siervos de Dios la recoge Su Majestad adentro, donde tiene
particular seguro y guarda, aun de estos que se quieren hacer cata vinos o
pruebas fructas; que son como los que en las plazas sólo se sustentan de eso,
sin gastar una blanca en comida y bebida. Y para que Dios a los justos los
libre de estos tales juicios, es bien que vendan su vino sin ramo de taberna,
que como sólo Dios es el que lo ha de comprar y a quien solamente se pretende
agradar, no es necesario otro ramo o muestra exterior, que nuestro padre
celestial dende el cielo y en lo escondido sabe quién es cada uno.
|