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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • ERRORES EN EL GOBIERNO Y EN LA DIRECCION DE ALMAS
      • CAPITULO 7 - De la causa que tiene un alma para hacer sus sentimientos cuando la perturban en el camino de la perfección que ella lleva conocido. Y cómo en tal caso sólo se consuela con Cristo y su pasión
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CAPITULO 7a - De la causa que tiene un alma para hacer sus sentimientos cuando la perturban en el camino de la perfección que ella lleva conocido. Y cómo en tal caso sólo se consuela con Cristo y su pasión

 

            1.         Vamos adelante con esta tentación o mortificación que se le ofrece [93v] al siervo de Dios en manos de quien, a soplos o echándole agua de cuidados de la tierra, pretenden apagar la llama de los éxtasis y arrobos,


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que su poco a poco iba (como si dijéramos) consumiendo el húmido radical para que de veras el fuego se introdujese y apoderase totalmente, sin ningún género de resistencia, del natural de aquel spíritu. Y digo sin resistencia, como ya otras veces tengo declarado, que aquel quedar como absortos los sentidos en el que se arroba no es sino como prenderlos y captivarlos para que por entonces no inpidan el bien que el alma quiere gozar.

 

            2.         Digo, pues, que aunque es verdad esa parte inferior padece, como padece el hombre a quien le echasen grillos o metiesen en una cárcel, pero es padecerb tan suave y amoroso que en esa prisión todo el hombre queda contento, y aun en alguna manerac los sentidos pagados, porque sin trabajar ellos el hombre interior alcanzó lo que pretendía. Digo tanbién que quedan contentos porque del gozo y alegría interior les cabe parte, derramándose la gracia sobrenatural como del ungüentod que se derramabae sobre la barba de Arón, que corría hasta dar fraganciaf a las vestiduras1. Y, en fin, hay tal trabazón entre el alma y el cuerpo que, cayendo la mancha del aceite de la divina gracia en el alma, se ha de estender y dilatar hasta caberles parte a los sentidos.

 

            3.         Por esta razón y porque el alma desea llegar a su perfección, cuyo medio, como hemos dicho de la llama, son los éxtasis que su poco a poco van consumiendo y haciendo perder el miedo y temor natural; por estas razones y otras muchas que se pudieran dar, es certíssimo un justo desea conservar el estado presente en que Dios lo ha puesto, desea guardar y conservar su llama o éxtasis, medios por quien Dios le hace particulares misericordias; y que es tanto lo que siente las cosas con que el tal estado es conbatido y procurado deshacer, que no es posible haya cosa a que compararlo. Y aunque es verdad que estos arrobos tienen su causa principal en la gracia interior y recogimiento del alma, pero tanbién tienen su disposición exterior, como es la mortificación exterior, los ayunos y penitencias y ordinarios exercicios que ya tiene la tal persona determinados. Los cuales si faltan y el cuerpo cobra fuerzas, es certíssimo que, aunque el alma se tenga la propia virtud, no tendrá fuerzas para elevar el cuerpo en la tal disposición. Así como un fuego puede tener actividad para quemar un leño seco y no para encenderlo si está verde, y una piedra imán podrá levantar una aguja del suelo y no dos onzas de hierro.

 

            De donde echarán de ver cuán mal hacen los que divierten y pervierten a estos tales siervos de Dios de sus ordinarios exercicios, ocupándolos según sus antojos en otros contrarios [94r] en quien no hallan el fructo que en los que ya ellos tenían escogidos.

 

            4.         Suelen decir: Si este recogimiento o rapto es de Dios, nada será bastante a distraerlo ni quitárselo. Y así a todas manos dan tras los pobres religiosos. Digo que todas las cosas tienen su más y su menos


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y que a tal grado puede ya haber llegado un alma de perfección que nada le estorbe ni inpida, y estar otras tan flacas que cualquier niñería y pequeña ocasión la descomponga. Que bien vemos cuando Elías deseó ver a Dios y sintió que venía el torbellino y ruido se metió en la cueva aguardando, como dicen, a asomar la cabeza cuando pasase la marea delicada2. Y tanbién vemos que hay hombres que nada les hace mal y otros se descomponen con una poca de agua que beben. Y es grande engaño decir: Si este spíritu es de Dios bien sufrirá y llevará todas cuantas mortificaciones e inquietudes le echaren a cuestas. Digo más, que si la disposición, como hemos dicho, gran parte de ella está en el cuerpo y mortificación de los sentidos exteriores, que éstos no son de bronce ni de piedra, sino de carne y güeso y que ya tienen determinada la carga que podrán llevar; y echarles más es yerro grandíssimo.

 

            5.         Yo confieso que los siervos de Dios, a quien se les ofrecen estas mortificaciones y distraimientos contra el estado y bien que gozan, tienen paciencia, porque a todo eso se alarga la virtud interior. Pero que el sentimiento que tienen es grande y mayor la razón que tienen para sentirlo, porque, como denantes decíamos, los dispiertan antes de tiempo, los dejan desconpuestos con dolores grandes de cabeza y todo el hombre exterior como destrabado y desencuadernado, yg como a quien le quitaron el plato que con gusto iba comiendo y le pusieron otro de paja, siendo el primero de faisán o comida delicada. Esta pena que en esta ocasión recibe un alma se puede considerar por la que recibió la Madalena cuando iba a buscar a Cristo al sepulcro y, no hallándolo, pensando que se lo habíen hurtado, topándose con el mismo Cristo en figura de hortelano, le dio sus quejas y querellas diciendoh que, si él acaso se lo había llevado, que se lo dijese3. Consideremos, cuando la esposa andabai buscando a su esposo y se topó con las guardas de la ciudad, la despojaron, hirieron y quitaron el manto que llevaba, qué gusto podría recebir en aquella ocasión ni quién seríe bastante a la consolar o remediar la aflicción que en tal caso tenía, sino sólo lo que ella pide después del tal caso pasado, cuando dice en el propio capítulo 5, después de haber contado estos agravios, que vuelta a Dios, su verdadero esposo, con cuya presencia todos los disfavores de las buenas mujeres quedan reparados, y así dice: Quis michi det te fratrem, etc.?4 ¡Oh, Señor mío, y quién te viese hecho mi hermano, [94v] y hermano pequeñito acá fueraj y puesto a los pechos de mi madre para que ahí te pudiese yo besar y abrazar y desta manera nadie me despreciase!5

 

            6.         Por esta petición, según declara Ruperto6, lo que la esposa pide para reparo de sus males es ver a Dios hombre, que eso es desearlo


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ver hecho nuestro hermano a los pechos de nuestra madre. Desearlo ver acá fuera no es otra cosa sino desear que padezca por el hombre, porque ninguna cosa hay más fuera de lo que es Dios que padecer, morir y tomar penas, afrentas, azotes y injurias el que es impasible, inmortal y gloria de los ángeles. Desearlo besar y abrazar no es otra cosa sino desear unir, juntar, pegar e incorporar sus afrentas, su muerte y pasión con su propia persona, porque no hay mayor gloria y honra para un justo y siervo de Dios que verse colgado de la cruz de Cristo. Así lo dice san Pablo: Absit michi gloriari, nisi in cruce Domini nostri Jesu Christi7; que ésa sólo era su gloria: padecer con Cristo y preciarse de su cruz y pasión. Con esto dice la esposa que nadie la despreciará, porque se ve tan honrada con los dolores y afrentas de Cristo que las que a ella le dicen ya no las tiene por afrentas. Sus dolores y trabajos, considerando la inmensidad de los que Cristo pasó y padeció por nosotros, ya no parecen trabajos.

 

            Así digo que, viéndose un alma que en el camino concertado que lleva buscando a Cristo se lo hurtan como a la Madalena, o la despojan, hieren, maltratan y quitan el manto como a la esposa, no tienen otro consuelo sino con veras, por la parte más segura que pueden o saben, buscar a Dios, asirse a sus trabajos y pasión y cruz, pues Su Majestad es servido los hombres la lleven por aquel camino rindiéndole su voluntad para el padecer en los tales trabajos, dejando el gozar, pues así se les va de entre las manos, para la otra vida.

 

            7.         Diránme: Pues ¿qué razón es ésta para que la esposa diga que por este camino nadie la despreciará? Demás de la razón que acabamos de decir, es otra: que el discreto y el que sabe, más honra al siervo de Dios que le ve padecer y compañero de Cristo en sus trabajos que al que ve gozar y compañero en sus gustos y gozos. Y si a la esposa le quitaron el manto y la ultrajaron, señal debiera de ser que iba bien conpuesta y aderezada. Como acá vemosk que es más ordinario atreverse a una mujer hermosa y bien compuesta que a una que fuese llorando y cuitándose por esos caminos rota y desnuda; antes a ésta todos la dejaríen pasar y se lastimarían de ella. Pues esto parece dice aquí la esposa: Señor, a mí me encontraron las guardas de la ciudad y me maltrataron y quitaron [95r] el manto por ir yo bien compuesta, propiedad de las doncellas que ya tienen desposados. Para que yo, Señor, no tenga necesidad de esa compostura y adorno exterior y quite la ocasión a gente liviana, ruégoos que, atento que yo no puedo hacer menos mientras vos fuéredes mi esposo, que os troquéis y os hagáis mi hermano; que siendo vos mi hermano tendré yo obligación no de componerme, sinol de ser semejante a vos, que eso es propiedad de los hermanos: ser semejantes y, en la forma que pueden, como iguales. Así, cuando vos, Señor, seáis mi hermano haciéndoos hombre y padeciendo


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por mí, tendré yo obligación a parecerme en el traje y en todo a tal hermano y a vestirme de la librea de pasión y trabajos que vos os vistiéredes. Y yo así vestida con trabajos, ignominias y afrentas, como no es eso lo que el mundo busca y sus secuaces, nadie se me atreverá [a] despreciarme, ultrajarme y despojarme.




a  ms. 31



b sigue s tach.



c  corr. de maneras



d corr. de ungüesto



e  ma sobre lín.



f  ms. fragracia



1 Cf. Sal 132,2.



2 Cf. 1 Re 19,9-14.



g  sigue qu tach.



h  corr. de didiciendo



3 Cf. Jn 20,11-15.



i   sigue en búsqueda tach.



4 Cant 8,1.



j  acá fuera sobre lín.



5 Cf. Cant 8,1.



6 RUPERTO DE DEUTZ, In Cantica Canticorum, l.VII, c.8 (ML 168,950-951): "Cuius "matris meae" nisi virginis Mariae? [...] Non se capit intus magnitudo gaudii, intus in corde credentis, et felicitatem suam admirantis, quod Deus Filius Dei, frater eius factus sit, frater eius, o mater, ex te, cuius ubera suxit".



7 Gál 6,14.



k sigue su tach.



l   sigue s tach.






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