Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO 26 EXPEDICIÓN DEL BREVE
1. Gratitud hacia algunas personas
Tornéme a mi posada antigua de los padres descalzos carmelitas. Recíbenme con decirme ya estaba a nuestro negocio hecho o le faltaba poco. No me consolé con eso, porque entendí ser cumplimiento. Pero, en la forma que mejor podía, me desenvolvía a tratarlo, pedirlo, inportunarlo. Tratábalo con los padres de la Compañía de Jesús b, a quien pienso yo debo mucho de secreto, que entiendo lo trabajaron y lo solicitaron y me ampararon. De suerte fue Dios servido, por los medios que Su Majestad sabe, salió y se hizo 1.
Sin saber yo cómo ni quién con fuerzas y de veras lo solicitó de suerte que tuviese su última execución, sé decir que toda nuestra Orden debe mucho al señor cardenal Guevara, que al presente es arzobispo de c Sevilla y entonces estaba en Roma 2; al señor duque de Sesa, enbajador que entonces era. Nuestro Señor les dé a sí propio y con el cielo les pague el bien que a nuestra sagrada Religión hicieron con tan sanctos pasos como por ella dieron.
También debemos mucho al señor don Andrés de Córdoba d, que al presente es obispo de Guadajoz 3. También debemos encomendar aquel mi primo que murió en Roma 4, que, aunque él me perseguía, y no de los que menos, porque lo dejase, pero a eso movíale carne y sangre por ver estaba espuesto a que me quitaran [123v] la vida y a mil deshonras; porque lo que era mi persona, la regalaba y deseaba todo mi bien como su propia vida. Y sabe Dios si la suya peligró por salvar la mía. Téngale nuestro Señor en su gloria, que allá nos veremos.
El motu propio se fue negociando. El borrón de él se comunicaba conmigo. Lo que de todo él yo más sentí y me costó fue la cláusula e que en él está puesta de que guardásemos nuestra regla primitiva en la aspereza de hábito que ahora traemos y que fuésemos descalzos y que así nos llamase el papa. Porque en el propio motu sólo ponían recoletos.
Y yo me fundaba en que nuestra regla primitiva no dice f claro que andemos descalzos, aunque se colige de la modificada, pues en ella está puesto que traigan zapatos cerrados, etc. 5 Y en lo del hábito, no dice más de que sean blancos de lana 6. Y lo que, en tiempo en g que nuestros sanctos padres guardaron su regla, era cierto por ser ellos varones tan penitentes (que no había que dudar que regla de tanto rigor no la habían de dar a quien anduviese vestido de grana h blanca, zapato y borceguí), en nuestro tiempo se podía dudar, por no haber memoria de aquellos pies descalzos, de aquellos pobres sayales y viles remiendos que aquellos mis queridos y sanctíssimos ermitaños traían cuando fueron a Su Sanctidad y el cielo les entregó los pobres y los captivos. Que bien se entiende entregaría Dios estos officios a quien de lo de acá fuese y estuviese tan desasido, que no fuesen sus principales gastos su comida, bebida y vestido, sino que todo lo diesen y pusiesen para los pobres. Pero todo esto quedaba a como lo quisiese considerar el visitador y prelado que nos diesen y que a su antojo explicase.
Consideraba que nos habían de dar un padre francisco descalzo o carmelita [124r] descalzo por visitador; y que había oído decir que, predicando un día un fraile francisco descalzo, había dicho que la Sanctíssima Trinidad no había andado descalza y que sólo san Francisco era fundador de descalzos. Mirad quién mandó a san Francisco que anduviese descalzo, quién le quitó la ropa y borceguíes, si no fue aquello
obra de la Sanctíssima Trinidad. Y si, como sólo el Hijo, la segunda persona, encarnó, encarnara toda la Sanctíssima Trinidad, toda ella anduviera descalza y fuera más pobre que san Francisco. Mirad si el Dios y Señor que aquello mandó a aquel gran varón y patriarca Francisco, no lo puede mandar a unos gusanillos como nosotros. Y san Francisco no se descalzó para que sólo sus frailes se descalzasen, sino también para ser exemplo de todos los que de veras quisiesen ser pobres de Jesucristo.
Sino que me sospecho que el fraile que aquello dijo, sólo debiera de tener puestos los ojos en los torreznos y bodigos que daban los labradores por los pies descalzos. Porque, de otra manera, yo pienso que, mientras más religiones se descalzan, más honrado queda el glorioso sancto, si él fue el primero que en semejante materia guió la danza. Aunque yo entiendo por cierto que primero se parecieron los pies descalzos y cuerpos desnudos de nuestros padres fundadores. Sino que el no haberles hecho tanto aplauso a aquellos pies descalzos, debe de ser por haber estado y andado retirados en hospitales, donde el mundo no tiene sus conversaciones, y por Berbería y en tierra de moros rescatando captivos. Y como los moros no hacen fiesta sino al dinero que les llevaban, y no a los pies que los llevaban, no han hecho en el mundo tanto struendo y ruido. Y bien se echa de ver el sumo rigor de regla, strecha vida y cuerpos afligidos que traían, pues tan con tiempo los hombres que entraron a guardarla pidieron de ella [124v] modificación y se arroparon y calzaron. Y, yo para mí, la relajación y modificación en la regla y vestido arguye más rigor y estrechura en sus principios que en aquellos que no han modificado su regla por parecerles, en tiempo de fervor y de alguna flojedad, es llevadera.
Ahora, pues, con esta consideración me podía temer que, si acaso el nuncio nos diese por visitador a fraile francisco, peligrasen los pies descalzos, etc.
También había oído decir (podrá ser fuese por tentarme o probarme o por qué sé yo) que un fraile grave de los padres carmelitas descalzos habíe scrito a Roma estaba enfadado de tantas reformas y que sus limosnas se les disminuían y que no llegaban la mitad en los pueblos donde había otros frailes reformados y que, siendo ellos tantos, en razón de estado debían de mirar por sí y defender el rancho de los otros.
Mirad, por amor de Dios, si siendo la i madre Teresa tan sancta y tan desasida de las cosas de acá, si había de dejar en su testamento que sólo ellos se reformasen y que a solos ellos acudiesen con las limosnas. Yo para todos hablo claro: sean todos sanctos y cada uno traiga la barba sobre el hombro y no fíe en aplauso de mundo, de grandezas, de sujetos, de edificios levantados, de virtud de fundadores, que, si los que vienen y están no son buenos, los edificios se cain, los
hombres se mueren, los fundadores en el cielo no reparan en el color del hábito, sino se pasan a ayudar a quien con más desasimiento busca a Dios. Y él sabe que siempre tengo muy en el alma la sancta madre [125r] nos ayuda, no porque dejando a sus frailes se pase a los nuestros, sino porque, siendo ellos sanctos, no tienen tanta necesidad como nosotros y porque, siendo ella sancta, desea todos lo seamos y gusta, como aceite, derramarse por todos los spíritus que de veras se quieren unir y llegar a Dios.
Ahora, pues, el dicho del buen fraile francisco y la carta y mensaje del fraile carmelita a mí me hizo temer no se me volviesen mis enemigos por querer ser yo de su officio. Y así no reposaba hasta que viese en seguro una cláusula en el motu propio de suerte que nadie pudiese, ni en burlas ni en veras, hacernos calzar ni trocar ni mudar el hábito. Y así, cuando con palabras no lo podía persuadir, lo lloraba, gimía, lamentaba, hasta que se puso en el motu propio una y muchas veces recolectorum descalciatorum 7; y, acerca del hábito, se puso que se guardase la regla primitiva en el hábito que entonces se traía en los reinos de España 8, que era el que yo mostré y entonces traía.
3. Expedición del breve: 20 de agosto de 1599
Y, con esto, se concluyó y expidió j nuestro motu propio y sanctas letras el día del glorioso san Bernardo, 20 de agosto de 1599 años 9. Estándole bien obligados k a este gloriosíssimo sancto, que debiera de interceder con toda la Sanctíssima Trinidad para que no mirase nuestra poquedad y mi flaqueza.
Estuvo para haber de salir, según me dijeron, el día de sancta Inés la segunda, por enero el invierno antes (que en eso no sé más de lo que me decían), pero no quiso Dios, pareciéndole que harto obligados estábamos a esta sancta por haber bajado el ángel con el scapulario en su día, y que en nuestra reforma habíamos menester nuevo patrón, que junto con ella nos ayudase y nosotros le estuviésemos obligados. Y, en principio de paga, en toda nuestra Religión le damos octava, amamos y queremos como a sancto glorioso que nos ayuda y favorece a que le imitemos, etc.