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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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CAPITULO 30 PORQUÉ VINO EL PROPIO MOTU DIRIGIDO A LOS PADRES CARMELITAS O FRANCISCOS a

 

            Fue Dios servido que saliese el propio motu de Su Sanctidad tan copioso como b de él consta. Y puesto caso que para lo porvenir ha de ser necesario declarar dél una cláusula y tratar la causa que Su Sanctidad tuvo para tomar los medios que tomó para conseguir este admirable fin, me habré de detener algún rato c. Que no pienso que será de poco gusto a mis charíssimos hermanos saber por qué este propio motu vino dirigido a padres carmelitas descalzos o franciscos descalzos para que, en los primeros años, ellos amparasen, favoreciesen y protegiesen esta obra, mandando Su Sanctidad al señor nucio que es o fuese en los reinos de España, luego como aquellas letras le fuesen notificadas de parte de algún religioso descalzo deste sancto hábito, señalase de una de las dos religiones dichas un hombre en letras, prudencia, sanctidad, etc., tal cual convenía para ayudar esta obra sancta 1. Y la causa no fue una sola, sino muchas d.

 


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1.         La precariedad de las fuerzas propias

 

            La primera razón e. Los procuradores que en Roma había contra mí, dieron memoriales, como ya creo dejo dicho, de que Su Sanctidad no debía aprobar la dicha reforma ni hacer separación, porque en todos los reformados no había sino trece y perdidos y de poca consideración, sin haber entre ellos [215v] de quien poder echar mano para que diesen principio a cosa tan singular ni hubiese a quien poder señalar por cabeza, porque yo, que lo estaba procurando y parecía, sólo solicitaba aquello por ser prelado y gobernar y, a título de reformar, hacerme yo cabeza.

            A la relación que me dieron de este memorial yo respondí que los tenía a los contrarios por siervos de Dios y que dirían verdad; y que el ser tan pocos era porque estábamos debajo de su mano, quiriendo todos o la mayor parte reformarse, dando largamente relación de ello f. Que también concedía ser gente perdida los que estábamos, y yo el peor y más soberbio; que Su Sanctidad nos diese quien nos ganase y hiciese humildes. Y que, pues la cabeza no había de ser de ellos por ser los contrarios y parte, que Su Sanctidad de otra religión nos señale quien haga el tal officio.

            Aquí ellos concluyeron de suerte que apuraron lo posible para lo estorbar. Y yo concluí para que, si se hubiese de hacer, fuese con los medios que Su Sanctidad lo hizo. Porque, diciendo ellos que no había quien fuese cabeza y concediéndolo yo, claro era que, deseando Su Sanctidad reformar las religiones y acudir a tales deseos como él tenía y nosotros le soplábamos de reducir y traer las religiones a su primer principio, como él mismo lo confiesa al principio de sus bulas, que había de traer y dar cabeza de fuera. Y así le fue forzoso señalar uno tal cual convenía de una de las dos religiones.

            La segunda causa que para ello hubo fue que avisaron de secreto, según me dijeron, era tanta la rabia de ciertas personas secretas, que estaban determinadas de echarme en un pozo. Que quizá ése fue el fundamento de la otra persona que me dijo me desasiese de esto, que no me inportaba menos que la vida. Y arrimando a esta causa también lo que en mi persona dende entonces enpezó a suceder: que fue tanto lo que en ella yo padecí interior y esteriormente, que lo dejo sólo para aquella gran Majestad de Dios. Sólo decir que en lo esterior debiera de parecer y mostrarme tan inposibilitado, no digo yo para ser prelado sino para ser hombre, que no estaba aun para que [216r] me fiasen el propio motu, cuanto más para ponerlo en mi cabeza. Sólo decir una cosa, sin detenerme en ello porque podrá ser esté ya dicho en su lugar: que yo estaba o me habían puesto tal que el P. Azor, aquel grande hombre de la Compañía de Jesús, viéndole g saltar las lágrimas, coligí ser mucho lo que yo padecía, porque eran muchos los ratos que su paternidad conmigo gastaba en consolarme. Y otro h varón muy


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eminente de la casa profesa 2 me dijo no tuviese pena, que no padecía como hombre particular sino como cabeza, etc.

            Ahora, séase lo que se fuere o venga por donde Dios sea servido quererlo o permitirlo, yo quedé inposibilitado para ningún género de cosa. Pues, visto los i que de esto trataban que así se hubiese desvergonzado y atrevido el demonio a jugar al descubierto atormentándome a mí y dando osadía a los que amenazaban, era esto causa para más ayudarlo y favorecerlo. Y así se determinó que se señalase una persona que, cuando yo muriese y los trece, que ellos decían había, dejasen de ser, no saliese el demonio con la suya, sino que aquella tal persona que el señor nuncio señalase pudiese recebir y dar hábitos y tomar casas y hacer leyes conforme nuestra regla primitiva.

            A esto añidióse otra causa o circunstancia, y fue que el amor y gusto que yo había tomado a la compañía y casa do estaba y tierra era grandíssimo. ¿De dónde nacía esta afición? Si fue desordenada o si fue nacida de los grandes temores j y miedos nacidos de las cosas de trabajos y afrentas que en mí el demonio representaba que había de padecer. Descubríame k el traidor mill enredos y mentiras de cosas que sobre mí habían de venir, procurando muchas de ellas verificarlas para que con mayor aprehensión temiese. Así como el niño que, cuando ve que su padre le quiere azotar, no hay quien le desasga de los brazos de su madre, así no había quien a mí me desasiese de el lugar donde estaba, sino que, en quiriendo probar [216v] a venirme, quedaba helado y sin pulsos, de suerte que me tenían por muerto. Viéndome en este estado, aunque l vieran claro ser voluntad de Dios hacerme a mí cabeza y ellos, por el amor que me tenían, gustaran de ello, no se atrevían a cosa. Antes, con palabras y obras, para más me confortar, me decían que Dios no me quería para eso; que trujese el motu propio, que acá tenía Dios quien lo pusiese en execución. Pues, estando yo desta manera, bien se deja entender era sabiduría del cielo prevenir de remedio a mi muerte —que tan tragada y casi vista la traía yo— con señalar una persona tal que pudiese acudir a ello, aunque todos los que por entonces traíamos el hábito [muriéramos].

Y más, que con esto se remediaba la ira y rabia que el demonio y hombres podían traer contra mí. Porque el fundamento que ellos podían tener para la tal persecución, era por decir [que], sacando nueva reforma y plantando nueva viña, podía haber algún barrunto de que la viña vieja se decepase y se destruyese lo viejo dando lugar a la nueva reforma. Viendo que eso ya no se estorbaba aunque a mí me quitasen la vida, porque por absencia venía ya señalado un visitador y, cuando aquél faltara, otro, y otro, y así nada podían remediar con sus enojos.

 


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2.         El parto espiritual de la reforma

 

            A estas razones m que así se palpan se podrían añedir otras que, dando satisfación desto a algunos padres calzados, he escrito en cartas. Que, a mi parecer, si de ellas me acordara y no fuera por ser prolijo, las scribiera. Y las juzgo por necesarias, porque algunos han tenido por afrenta haber estado n estos pocos de días sujetos a religioso de otro hábito, y por caso de menos valer. Y si las razones que ya yo he dicho acerca desto se mirasen, pienso resultaría en mayor honra y gloria de nuestro sancto hábito. Que, antes que sea la reforma, el papa tenga señaladas dos religiones que le ayuden, es una grande dignidad.

            Por una de dos razones suelen [217r] buscar ama que críe y leche al niño que nace: o porque la que pare ha tenido recio parto, mal preñado, tiempo riguroso, de suerte que queda la pobre mujer tan estragada que más queda para morir que para dar leche; así, mientras cobra fuerzas, sana y tiene brío, búscasele una madre o ama que supla la falta en tiempo de tanta necesidad o; que no es razón, porque la madre pare estraqueada y enferma, arrojar la criatura, ni esto es causa de menos valer. Y por esta razón podríamos decir haber buscado Dios tan con tiempo amas o madres emprestadas que amamanten y den leche a este hijo nacido, que es esta sancta reforma de la Sanctíssima Trinidad. Tuvo recio parto, fueron los pobres reformados pocos y muy perseguidos y maltratados, como ellos confiesan. No era razón arrojar el niño, porque ninguno de los trece que ellos confiesan es suficiente para ello, sino tráigasele de fuera, que la propia madre arreciará, sanará y estará para dar leche suficiente al propio y al ajeno.

            La segunda causa por qué al niño le buscan amas, es por ser hijo de reyes. Y estorba la fecundidad el dar la madre leche al niño luego que nace; y vale más que torne a estar preñada y torne a parir, que no que se ocupe en dar leche, que otra mujer lo puede hacer. Y también pienso yo que p la mujer cuando pare, como tiene los humores arrevueltos, no tiene la leche tan sentada. Y así, antes que para, he visto yo que buscan mujeres fecundas, pesan y miden la leche q para ver cuál en cuantidad y cualidad es mejor, y a aquélla le entriegan el hijo o hija de la reina r para que la críe. Haciendo en esto dos bienes: uno al niño o niña que es criado; otro a la madre que lo cría, porque adquiere un género de dignidad particular por haber dado leche al hijo del rey.

            ¡Oh reforma sancta, hija de la Sanctíssima Trinidad!, que, como a hija de rey, por todas estas razones te buscó Dios antes con antes amas y madres enprestadas. Lo uno, porque el criar los primeros hijos no fuese causa de estorbar tu fecundidad. Y así es cierto [217v] que, si esa ayuda de costa no tuviéramos, no hubiéramos recebido tantos en tan poco tiempo, como la obra lo muestra: que, mientras yo recebía


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en Alcalá, estaba el ama dando leche en Valdepeñas. Más vale que la Religión para, crezca y multiplique, que ella enpiece a criar.

            Lo 2.º, es hija de la Sanctíssima Trinidad y es nobleza que, antes que nazca, estén estas dos sanctas religiones a la puerta aguardando el nacido, los descalzos franciscos y carmelitas, para que se pese la leche en cualidad y cuantidad más conforme al natural de la criatura que nace.

 

3.         ¿Por qué se ha preferido a los carmelitas?

 

            Escógese la de Nuestra Señora del Carmen no porque la del glorioso san Francisco no sea tal, no sea perfectíssima, que por eso dije que tenga leche en cuantidad y cualidad conforme a la criatura que nace. Porque el glorioso Francisco es summa pobreza, y nosotros hemos de profesar redimir captivos y acudir a los pobres. Pues désenos una ama no tan pobre, porque el niño cuando crezca tendrá las propiedades de la leche del ama y, por irse tras esa pobreza, podrá faltar a su instituto pareciéndole es ofensa tomar los dineros en las manos para los enajenar en el turco por el cristiano captivo, como lo tiene por escrúpulo san Francisco s tocar y tomar dineros. Déseles la religión del Carmen, que se ocupa en oración, para que, pesándoles las calidades de la oración, salgan de ella más briosos para los peligros del martirio que se les pueden ofrecer redimiendo captivos. Déseles una ama que en la oración los enseñe y ensaye a curar al pobre. Exardescet sicut ignis in spinis? 3 Enciéndase el fuego en la oración, arda y ejercítese en el pobre y captivo. En la oración conciba y con los pobres para; en la oración se fecunda y con los menesterosos reparte; en la oración se enriquece para que con los pobres tenga qué gastar. Como se dice de los sanctos san Cosme y san Damián, que no tanto curaban con [218r] medicinas como con oración y sanctidad 4.

            Ahora, pues, si el que nace es hijo de rey y el ama que lo cría es fuerte, será poderoso y fuerte el hijo de rey: poderoso por parte de padre y fuerte de parte del ama que lo cría. Así me parece que Dios ha querido hacer con nosotros. Nos ha querido hacer poderosos y fuertes: poderosos por ser hijos de la Sanctíssima Trinidad, fuertes por ser criados a la oración. Y ésta es la razón por qué se nos dio aquesta sagrada religión que en estos principios nos ayudase.

            Y si congruidad vale de razones spirituales, digo que, cuando se ha de dar una tutela por ser el hijo menor de edad, cuando aquellas dos religiones sanctíssimas tengan igual suficiencia, ya se sabe que por el tanto la saca y lleva el pariente más cercano. Y como la Madre de


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Dios lo era de los hijos de la Sanctíssima Trinidad en esta sagrada Religión, a aquélla se los habían de dar en depósito y sus bienes que los guardase hasta que los hijos tengan edad.

            Otras muchas razones acerca de esto se pueden ofrecer, con que nos entretuviéramos un rato. Este sanctíssimo hábito bajó del cielo, allá lo hizo y cosió la Sanctíssima Trinidad. Por nuestra culpa se había rompido. Puesto caso que los remiendos habían de ser del propio paño y habían de bajar de allá, a sola la Madre de Dios quieren confiarle tales remiendos, tal costura. El primer hábito lo trujo ángel 5, el remiendo la Virgen.

            Y más, que no lo enviaría Dios tan tasado, que las sobras no aprovechasen en casa. Quiero decir: el primer hábito que t bajó del cielo fue blanco que fue pureza, cruz colorada que fue charidad, azul que es padecer. Luego los remiendos que ha Dios de enviar, han de ser de pureza, de charidad y fortaleza para padecer por su amor. Esto no lo ha de enviar u Dios tan tasado que, después del remiendo echado, no ha de haber algunas sobras que se queden en casa y en la religión que se hace la costura. Quiero decir que el habernos ayudado ha de ser causa para que aquella sancta religión quede ennoblecida, ayudada, favorecida de la Sanctíssima Trinidad, como lo queda la ama o madre enprestada que da leche al hijo del rey v.

 

4.         Es hora de que los carmelitas se retiren

 

            [218v] Esta religión de Nuestra Señora del Carmen, como hija de tal madre, ha de estar hecha a las condiciones de su madre. La Madre de Dios tuvo un hijo propio natural w divino y humano; y amándolo y quiriéndolo como hijo de Dios, cuando vido que fue necesario, lo dio y entregó para rescate de captivos y por el bien del género humano. Por eso se entriega esta Religión a la del Carmen, para que haga como hija de tal madre y sepa que, si la madre al hijo natural lo entriega y da para bien del hombre, que ella ha de dar el adoptivo y al que no parió con grande desasimiento, que es esta sagrada Religión, para que haga su officio y acuda a redimir captivos y curar pobres. Y no quiera ser como las otras dos madres que se peleaban por cuyo era el niño hasta que Salamón sentenció y por la sentencia descubrió la madre verdadera 6. Y nadie quiera pasar el pie de la raya, sino que lo que es de César se vuelva a César 7. Y pues esta sagrada Religión en ella está inpresa la imagen de la Sanctíssima Trinidad, se vuelva entera a la Sanctíssima Trinidad, porque toda ella es para redención de captivos y remedio de pobres.

           


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Porque, aunque es verdad que hasta ahora ha sido necesario que en sus manos esté nuestra tutela, ya es tiempo que salgan los menores de edad con la herencia que tienen del padre a hacer nuevos enpleos. Porque la oración hasta aquí ha sido sanctíssima ayuda, pero, si en la oración sólo nos quedásemos sin acudir a nuestro instituto, quedaríamonos con sólo el ensayo y la preparación; y como fuera el boticario que toda la semana se ocupaba en hacer compuestos y simples y, al tiempo del recetar el médico, no quería vender nada de su botica. Así digo que se entregó a esta sancta religión para que, como tan bien enseñada de tal madre, vuelva el hijo a su tiempo a cuyo es para que haga su officio.

 

5.         Dos razones más

 

            [219r] Si más razones tengo de alegar para deshacer el agravio que los padres del Paño dicen han recebido por habernos juntado con religiosos ajenos, digo que a mí no me parece mal un naranjo con naranjas y limones todo injerto, porque es más hermoso y más abundante. Y en los güertos x y jardines de los príncipes y reyes esto se tiene por curiosidad: meter puntas ajenas en árbores diferentes. ¿Por qué me ha de parecer a mí mal que los padres del Carmen junten con la redención de captivos su oración y recogimiento, pues se sabe que esta sagrada Religión es y ha de ser jardín de la Sanctíssima Trinidad?

            Llano es, mis hermanos, que si, cuando a un padre le nace una hija, le pudiese dar la hermosura natural que hay en los padres y la que tienen los vecinos, que lo harían y. De donde el pinctor, que en alguna manera puede cuando pincta dar a su pinctura la hermosura de muchas, tiene delante de sí muchos tipos z y dibujos de que trasladar; como se dice del otro famoso pinctor Apeles que hizo cuando quiso pinctar la diosa Venus 8. ¡Oh mis hermanos!, cómo me sospecho en esta sagrada Religión quiere la Sanctíssima Trinidad a pintar una cosa muy acabada, una religión que sea reina, una religión que sin vergüenza salga a luz ante hombres y ángeles, pues veo que para su dibujo no se contenta con darle la perfección natural que esta sagrada Religión tiene de redimir captivos, etc., sino que le da la perfección y hermosura de las vecinas; y habiéndola de dibujar, en las letras apostólicas señalan dos tan eminentes religiones que estén delante al principio de su dibujo para, sobre lo bueno que esta sagrada Religión tiene, añedirle aquella grande pobreza, llaneza, simplicidad y desasimiento de los padres franciscos descalzos, y de los padres carmelitas su prudencia, su recogimiento


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y oración. Y confieso que, antes que partiese de Roma ni supiese qué protector me habían de dar, preguntándome una persona grave a cuál de las dos religiones me inclinaba para que de ella se me diese cabeza, [219v] respondí: —Inclínome a la simplicidad de los unos y a la prudencia de los otros, para que seamos, como Cristo dijo a sus discípulos, prudentes como serpientes y símplices como palomas 9.

            Supuesto esto que tengo dicho, no parecerá fuera de propósito que el Spíritu Sancto ordenase el motu propio por aquel camino, de que fuese con aquella cláusula de que el señor nuncio en estos reinos nos señalase una persona de una de las dos religiones para que fuese nuestro protector y defensa.

 

 




a            título del autor al marg.



b            corr.



c            al marg. prosigue de 2m.



1         «...dilecto filio nostro et Apostolicae Sedis in eisdem Hispaniarum Regnis Nuntio nunc et pro tempore existenti, per praesentes committimus et mandamus, quatenus aliquem religiosorum ex Fratribus Ordinis Discalciatorum Btae. Mariae de Monte Carmelo aut Discalciatorum Sti. Francisci, pietate, prudentia, doctrina et experientia ac in primis religionis zelo praestantem, quem ad hoc munus magis aptum et idoneum iudicaverit, in Visitatorem praedictorum ... eligat». Cf. Carisma y misión, 731.



d            sino muchas sobre lín., seguida de 1.ª

 



e            La‑razón al marg.



f             ms. ella



g            al marg. padeció tach.



h            sigue he tach.



2         P. Giovanni Bruno.



i         ms. lo



j            ms. temeros



k            corr.



l            sigue no tach.

 



m           al marg. nótense otras razones de 2m.



n            corr. de estados



o            al marg. atendite, letorii de 2m.



p            sigue n tach.



q            ms. lechen



r            sigue reina tach.

 



s            ms. sanco.

 



3         Sal 88,47: «Exardescet sicut ignis ira tua?».



4         Evocación de lo que se leía en la lectura correspondiente del breviario: «Cosmas et Damianus... non magis medicinae scientia quam Christi virtute, morbis etiam insanabilibus medebantur».



5         Se alude a la tradición según la cual un ángel vestido con el hábito trinitario se apareció a Inocencio III (28I1198).



t             corr. de ques



u            corr.



v            sigue finalmente muchas tach.



w           sigue y tach.

 



6         Cf. 1 Re 3,16ss.



7         Cf. Mt 22,21.



x            sigue de tach.



y            al marg. ojo de 2m.



z            ms. tipus



8         El célebre pintor conoció en Rodas a Lais y a Friné, que le sirvieron de modelo para la Venus Anadiomena o Venus saliendo del mar, hoy perdida como todas sus obras. La muerte le sorprendió en la ejecución de otra Venus.



a  ms. Trinidar

 



9         Cf. Mt 10,16.






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