Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

- 316 -


CAPITULO 39 LLUVIA DE VOCACIONES

 

 

1.         Los hábitos que se empezaron a dar en Alcalá a

 

            Como ya el demonio iba de vencida, y Dios y sus siervos de victoria, enpezó gente a pedir el hábito.

            Y lo primero quiero que se advierta que nuestra casa se estaba compuesta con nuestros poquitos frailes y un sacerdote; sin predicador, sin hombre que hiciese ostentación b, que pareciese, que parlase, que entretuviese a los estudiantes, que los buscase. Antes los tres que iban a escuelas, eran tan encogidos que andaban buscando los c rincones por do meterse. Todo esto para mostrar Dios que él es y ha de ser el capitán en esta sagrada Religión; él el que ha de levantar bandera y tocar al arma para hacer guerra al infierno. ¡Oh inmenso Dios, y qué treta y ardid de famoso capitán: venir escondido, callado, dissimulado d en pocos y en flacos! Porque poderoso es en pocos como en muchos. Y después de este disimulo, silencio, al ¡Sanctiago y a ellos! Entonces es el descubrirse el capitán, la gritería, el struendo, el acometimiento, la batalla y gloriosa victoria.

            Esto hizo nuestro buen Jesús: que se disimula en una casa alquilada, como e si fuera tan pobre que no hubiera con qué pagar al valeroso soldado que le sirve en tres frailecitos que aun gramática no saben. Cuando vido la suya, descubre su virtud, suena el ruido y estruendo en los corazones de los hombres. Era de tal manera que no había quien se diera maña a hacer hábitos, examinar, recebir, aceptar, sino que venían a bandadas de cuatro en cuatro 1, que parece les había de faltar un pedazo de este precioso sayal. Esto era de tal manera que habíe dichos particulares. El padre abad de San Bernardo, preguntándole, según me dijeron, si recebía en su casa muchos religiosos, respondió:


- 317 -


—No hay que tratar de eso hasta que haya cumplido Dios con los descalzos de la Sanctíssima Trinidad; no hay sino tener paciencia [256r] hasta que Dios haya hecho aquella religión.

            Examinando a otro estudiante qué f le movía a tomar nuestro hábito, dijo: —Padre, todos vienen acá, ¿ tengo yo de ir? Examinando la vocación de otro y en qué se fundaba para tomar nuestro hábito, dijo: —Padre, yo no en qué me fundo; siempre que paso por la calle, me meten a rempujones en casa, que no me dejan pasar. Examinando la vocación de otro, que, siendo en el siglo de los valentones y perdidos y hombre que, siempre que nos veía, hacía burla, viniendo a deshora de la noche, arrojado a mis pies, pedía misericordia g. Diciéndole que se levantase y dijese qué quería, no era posible más de llorar y pedir misericordia. Diciéndole que de parte de Dios se la concedía, dijo no había de salir de allí sin que le echase este sancto hábito. Examinando a otros muchos sus vocaciones, respondían: —No qué me diga, padre, está todo el pueblo alborotado, que no en qué se ha de parar.

            Y confieso que, como en el officio yo era nuevo h, perdí muchos, que, por no dar buen recado, venían sus padres, amigos, o demonios en figura de amigos, y nos los quitaban. Pues esta cosecha tal y tan buena parece como imposible i que el demonio no meta su cucharada y haga su figura. Sí hizo, aunque, como siempre, sacó las manos en la cabeza.

            Hizo mill alborotos y alharacas. Nuestra casa no se vaciaba de la justicia, que venía a sacar frailes. Padres que lloraban sus hijos; maestros y ayos que pleiteaban por sus discípulos. Engaños, enredos, mentiras para sacar los que estaban dentro. Había recado, pero confieso que ninguno sacaron. Conque hicieron algunos stremos que aquí diré.

 

2.         El caso de un muchacho

 

            Habiendo recebido, entre otros, un niño de tierra de Alcalá j, [256v] estándole haciendo la corona, entró su padre, y un su cuñado, con otros parientes. Y tardándose en abrirle, enpezaron a romper las puertas. Y entrando con cantos y piedras en las manos, sin haberme visto en su vida ni saber quién era el ministro entre los demás frailes, se fue el cuñado a mí derecho y, cogiéndome con una mano, levantando el canto con la otra, amagaba diciendo: —¡Dame el muchacho, dame el muchacho! Que, si Dios no proveyera de que un religioso dijera: —¡Tómelo, tómelo!, pienso, según su determinación, me abollara la cabeza. Dejándome a mí, como le dijo ¡tómelo, tómelo!, con la rabia que llevaba dio un furioso golpe sobre un arca, pensando estaba allí. A la grita y voces que ya habían arrastrado un fraile a la portería, vino la justicia eclesiástica y se enllenó la casa de estudiantes.

           


- 318 -


Y lo que más hubo en el caso fue que, subiendo su padre y parientes a lo buscar por toda la casa, y la justicia del vicario dándosela llana, y los estudiantes por los texados buscando al pretensor del hábito, que huyó con los paños del barbero que le hacía la corona. Al ruido que traía su padre, sin lo haber nosotros escondido, sino antes deseaba que se lo llevasen por verme a mí libre y a mis frailes, no fue posible poderlo hallar k ni descubrir en la casa. Y apaciguado todo, a la tarde, tornando el señor vicario (Diego de Chaves creo se llamaba) a enviar que le diesen el estudiante y tornándole a dar la casa, no fue posible hallarlo. Hasta que, usando desta industria: que fuese un fraile por los charanchones 2 y por toda la casa dando voces y diciendo: ¡Ya estás libre, niño, sal!; ¡ven, que ya se fue tu padre!, entonces salió de un agujero. Que, subiéndolo a ver el fiscal del vicario, me dijo que lo habíamos de tomar por fee y testimonio ver que Dios lo quisiese guardar así milagrosamente de la furia infernal. Este hasta ahora [257r] ha perseverado. Será nuestro Señor servido de hacello sancto y muy siervo suyo, para que podamos entender puso Dios todo aquello de su parte por lo que dél se esperaba.

            Lo que decir de lo pasado es que al diablo le debiera de pesar por ser un muchacho y estudiante de grande habilidad, empleada en travesuras y en inquietar su aula, de tal manera que en todas las scuelas no le conocían por su nombre, sino le habían puesto Judas. Así, no me espanto que el demonio se revistiese en aquella gente para ser muestra y capitán para librar a su Judas, que se le había entrado en el colegio de los que deseaban ser verdaderos penitentes.

            Padres y parientes de otros tres que habían tomado el hábito, vinieron juntos, con halagos y buenas palabras, a ver si podían sacar sus hijos. Y habiéndolos hablado una y muchas veces, viendo que no era posible, volvían l su mansedumbre en ponzoña de vívoras, dando voces y echando crueles maldiciones y diciendo que nos habían de aguardar en los caminos para nos alancear. Que confieso me dio a mí algún temor, y quise torcer el camino, aunque íbamos dieciséis.

            Advierto aquí que, cuando no podían con sus hijos hacerlos volver atrás, salía el diablo a partido y decían que les echarían su bendición si tomaban otro hábito ancho, honrado, largo, abultado y de buen parecer; que dejasen aquel costal que se habían echado a cuestas. Esto para que se vean los ahogos del demonio con un trapo viejo.

            Destos tres perseveran los dos. El otro salió sin culpa por algunas enfermedades, y hoy suspira y llora su hábito.

 

3.         El caso de un adolescente rico

 

            En esta ocasión tomó otro niño el hábito. Que quisiera, si no fuera por evitar prolixidad, decir y mostrar de la manera que el Spíritu Sancto


- 319 -


les enseñaba a responder y a hablar en juicio y fuera de él. Este niño era muy rico y principal. Creo, me dicen, tenía más de nueve mill ducados de renta. Dímosle el hábito. Y fue tanto lo que su madre lo sintió, y con razón, porque, aunque tenía otros, éste era el mayor, ella viuda y él un ángel. [257v] Hizo mi buena señora extremos para lo sacar. Y uno de los mayores, fueron cartas y razones muy prudentes y discretas suyas y de una su tía monja descalza, que fue por quien yo dije que el diablo con aquel hábito había echado el resto, porque había echado mano contra él de lo humano y divino, temporal y espiritual. Pero, para todo ese peso, puso Dios un contrapeso en él de alta sabiduría.

            Que todo esto digo para que se vea la m voluntad de Dios y el andarse paseando por los rincones más conocidos de aquella casa. Scribióle su madre: que bien sabía que su padre, a la hora de la muerte, le dijo que mirase, que a su madre no le dejaba otro consuelo sino a él y que había de ser amparo de sus hermanos los menores. Estas y otras razones, que, cuando él fuera muy pobre, hacían fuerza; cuánto más tiniendo hacienda para cumplir con aquellas obligaciones. El niño de repente respondió delante de mí de palabra, y luego por scrito por parecerme sus razones eran dignas de estar scritas. Díjole al criado que traía la carta, y ya digo también por escrito: —Decidle a mi madre que lo que primero y más me encareció, a la hora de la muerte, fue, como él era tan cristiano, que lo fuese yo y me preciase de la virtud; y que, para cumplir con lo que mi padre me mandó n, he tomado este sancto hábito, que menos en el siglo no saldré con ello; y que las otras dos cosas también las cumplo aquí, siendo su consuelo, que, si su merced viene acá, el hermano ministro me dará licencia para la consolar; y a mis hermanos ¿con qué mejor los puedo favorecer que con dejarles lo que mi padre me dejó, que así quedan bien remediados?

            Estas y otras razones que decía, yo [pienso] se había de hacer imprimir, para que fuese desengaño de los que, por no dejar dos maravedises, no atienden a los llamamientos de Dios.

            Tras ésta, vino la carta de la señora monja descalza y tía suya, realzando de punto las razones de su propia madre, el fingir que los [258r] desmayos de verse sin hijo ya eran palosismos de muerte. Espiritualizaba muy bien todas las razones humanas. Encarecía su poca edad, su falta de salud, su natural delicado. Arguyó tan bien y sutilmente, que pudo atreverse a decir que de hombres es errar y de ignorantes perseverar. Que, si sus razones no hicieran fuerza, no habíe de atreverse a decir una proposición tan malsonante como ésta para quien deja el mundo. Finalmente, mi monja estaba de espacio, pues escribió dos pliegos de papel. A más no poder, salía a dos partidos: a que lo dilatase por algunos años hasta que su madre estuviese más consolada y él con más fuerzas. Poníale exemplos de condes y duques que habían hecho aquello y vuelto atrás sin menoscabo de sus personas. El otro partido


- 320 -


era que, si a ella no le daba crédito, que ella lo ponía en manos de un padre de la Compañía de Jesús y otro de sancto Domingo. Preveníale que no le respondiese con razones estudiadas ni ajenas. Porque, siendo monja descalza, profetizó que las razones de la carta que envió a su madre, no fueron suyas, sino del Spíritu Sancto. Pero, siendo estas razones ajenas, del Spíritu Sancto digo, para responder a la suya, las hizo el mismo Spíritu Sancto propias o del mismo niño.

            Diole el vicario de la villa la carta en propia mano. Hacía el officio de vicario el abad mayor. Leyóla ante él. Y porque no dijesen otro respondía por él, hícele poner guarda y dar papel y tinta. Y responde en breves razones, diciendo: «En cosa ninguna mejor se puede probar mi vocación ser de Dios que en ver su carta de vuestra merced. No me ha derribado por traer tales y tantas razones y, al parecer, tan eficaces. Y pues esta carta no ha podido, tampoco podrán los teatinos ni padres dominicos, que no pueden decir tanto como vuestra merced por la suya. En lo que toca al otro partido, de que lo dilate por algunos años, digo que no tengo yo p certidumbre saldrá Dios a ese partido conmigo: de que de aquí a algunos años [258v] me dará otra vocación tan eficaz como ésta y tan claro conocimiento de lo que es el mundo. Antes me parece lo tentaré para que me lo niegue, por no haber usado bien de él en esta ocasión. A mi madre Dios la dará vida, y yo se lo pediré. Mi poca edad no me desconsuela, por el exemplo que tengo en esta religión en otros que son tan pequeños. Y más, en mi poca salud y natural delicado, lo ha trocado Dios en estos pocos [de días], de suerte que alcanzo de cuenta al pedazo de pan y pedazo de bacallao que me dan de comer. Y, con esto, vuestra merced me encomiende a Dios».

            He puesto estas cartas aquí resumidas, porque se vea que con las bocas de los niños confunde Dios los fuertes y sabios 3; y para que se vea el ardid y modo que Dios tenía en hacer gente. Estas cartas han de estar guardadas en el arca del depósito de Alcalá. La de la monja me pidió el general de los padres descalzos carmelitas.

 

4.         Otros casos singulares

 

            Otro niño q pidió el hábito y, estando en casa para lo tomar, viniendo la justicia del vicario a sacarlo, pidiéndomelo, sin saber lo que me respondía, dije: —No puedo dar lo que r es ya fraile. Y, en diciéndolo, quedé muy corrido por ver que aún no le había puesto el hábito, sino sólo tenía hecha la corona. Dijo el fiscal y el alguacil: —Pues, padre, no cumplo si no lo veo. Subiendo a mostrárselo, hállolo con el hábito,


- 321 -


que un hermano se lo había puesto, cuando me vido con la justicia, para defenderlo.

            Y para que se mostrase la sabiduría de Dios en los niños, y que ésta era obra de la mano poderosa de Dios, confieso que, subiendo a lo mostrar, me dio un tan grande temblor que los hermanos me lo conocieron y dijeron que qué tenía, que no me fue posible hablar palabra. Dijo el fiscal: —Por vuestra merced vengo, señor don Diego. Respondió: —No iré yo, señor. —Mándalo el señor padre de vuestra merced. Respondió: —Ya tengo yo acá otro padre que mande más. —Mire vuestra merced que envía el señor vicario por vuestra merced. Respondió: —El señor vicario no tiene que ver conmigo, que soy religioso. Rechazábale las razones de tal manera que dijo el fiscal: —Venga, abráceme y quédese con Dios, que él no habla.

            [259r] Otro niño pidió el hábito que era un angelito y tan pequeño que, aunque su edad y cuerpo era ridículo para hábito de tanta penitencia y rigor, su entendimiento y saber para esto sobrepujaba a la edad y cuerpo de otros muy mayores. Finalmente, perseverando mucho tiempo y dándole desvíos de ello, vino un día muy contento; y despidiéndole, no se entristeció, sino respondió: —No se me da nada, que ya yo del Niño Jesús que, para el día del Sanctíssimo Sacramento, tengo de tener el hábito. Y así fue: que con su sabiduría divina concluyó nuestra prudencia humana, y se le dio 4. Y persevera hecho un angelito. Que, como todos éstos viven, no me atrevo a decir más ni a poner los nombres.

            Vino otro, también de harto poca edad, a pedir el hábito. Y habiéndoselo concedido, a cabo de algunos días, quedándose una mañana en casa, en diciéndole «quédese, hermano», vilo con un miedo y temor y trocado el color, que me pareció habíe hecho grandíssima mudanza en sí. Díjele: —Mire, hermano, que este acto que hace es de varones fuertes; y si no piensa serlo, váyase a su casa. Respondió: —¡Ay, hermano!, que no qué me ha dado; sí quiero ser religioso. Díjele: —Pues véngase conmigo. En un momento se paró tan hermoso de rostro, que, sin preguntarle nada, me dijo: —Cierto, hermano, que no qué se es, que me ha dado un contento que no lo puedo sufrir, que me parece quiero reventar. Preguntéle: —Venga, hermano, ¿tiene quien le pueda inpedir o estorbar esto? Díjome que sí, que lo enviase fuera de casa a la de Madrid. Yo sentílo. Porque un machuelo que entonces teníamos en casa, lo envié aquella mañana por leña. Cuando él dijo aquello de que lo enviase luego, decía yo entre mí: Válame Dios, ¿estaba yo loco cuando lo envié esta mañana por leña? Válame Dios, ¿qué tengo de hacer? Estando en esto, ven aquí dónde entra el fraile con el machuelo. Díjele: —¿Dónde va, hermano? Respondió: —Hermano, vuélvome dende


- 322 -


una legua de aquí, que se me olvidaba una soga. Conocí que Dios quería librar su sancto niño de las ocasiones que se le podían ofrecer.

            [259v] Otro mozo vino a pedir el hábito, al parecer algo pobre, y no sabía mucha gramática. Yo despedíle con algún despego, y negra y mala presunción que el demonio quería poner en mí de que todos los que se recebían eran buenos estudiantes y lucidos. Mi studiante fuese desconsolado. Y en toda aquella noche a mí no me dejaron dormir: —Pues ¿cómo? ¿La casa de Dios la quieres tú hacer aceptadora de personas? ¿Quién eres tú? ¿Fuiste rico? ¿Acaso sabes algo? ¿Ha hecho Dios lo que ha hecho para solo los ricos y apoyados y que tienen buen parecer? Y otras cosas, que como s me t va faltando ya la presencia de todo lo pasado, me pesa de no decir aquí todo lo que en el discurso de aquella noche me pasó. que se lo conté al P. Fr. Elías. A la mañana yo amanecí convertido y deseoso de saber vivía el estudiante. Pues, a la mañana, ven aquí madruga el studiante y viene a mí y dice: —Padre, por amor de Dios, no me lo niegue, sino me admita a su compañía. Yo, disimulando lo pasado, díjele: —¿Ya no lo despedí ayer tarde?; ¿ vuelve ahora? Respondió: —Padre, en toda esta noche no he podido dormir, que parece me estaban diciendo: Vuelve u, que quizá querrá. Y esto siempre me lo repetían. Yo, disimulando la facilidad que tenía en aceptarlo, díjele a un fraile lo consolase y dijese que sin falta lo recebiríamos.

            Otro grande estudiante v vino, que pocos días antes arrevolvía el general do entraba, haciendo grandes platillos cuando los hermanos de nuestro hábito entraban, diciendo: —¡Alto, toca al refectorio! Y otras cosas desta manera. Por su buen entendimiento, dende que oía súmulas le llamaban el methaphísico. Pidió el hábito con particular fervor. Y hoy persevera, habiéndole Dios trocado sus agudezas en particular simplicidad, de suerte que en cosas de acá no se puede tratar con él.

            De todos éstos w sólo uno no persevera. A los demás espero en nuestro Dios, pues los trujo Su Majestad con vocaciones tan eficaces, los hará grandes siervos suyos. Sus nombres no se ponen, porque viven. En espacio de dos años, poco más o menos, se deben de [260r] haber recebido más de ciento y cuarenta.

 

5.         Los muchos que se salían y por qué x

 

            Son y algunos los que se han salido, por enfermedad, por no z poder llevar el grande rigor.

            Bien entiendo, como muchas veces he dicho, pueden ser ciertas sus vocaciones y no ser voluntad de Dios que todos perseveren, porque de unos sólo quiere el pensamiento, de otros los principios y de otros quiere


- 323 -


los fines. Como se vido en unos sanctos pensamientos que tuvo la gloriosa Caterina de Sena: que, pensando muchos días que ella estuviera bien empleada disimulada en otro hábito, sirviendo en un monasterio de frailes, crecióle el deseo que le incitaba a ponerlo en execución. Díjole Dios un día: «Catherina, con los pensamientos me agradas, y no quiero las obras en cosa semejante» 5.

            Así, digo que, por cosas que nosotros no sabemos, gusta Dios de los principios y no quiere la perseverancia en aquellas tales personas. Que, como Dios eterno que todo lo ve y le está presente lo pasado y porvenir, sabe Su Majestad que con tan buenos principios de algunos y tan llenos de humildad y conocimiento como les ha dado cuando dejan el mundo, salidos de la Religión y vueltos a él, lo han de tratar como él merece y ser y servir de desengaño para otros. Como me decía una sancta señora: «Padre, inporta mucho y es de gran consideración una buena casada, que, como tiene entrada do están otras casadas, habla cosas de Dios y reprehende y enseña lo que la monja no puede hacer por estar encerrada». Y lo propio digo yo de algunos que se han salido de nuestro hábito, que los conozco y he visto casados: [hay] que ver con las ansias que viven, con el desengaño, con la humildad; aquel echarse a los pies de un religioso cuando lo ven. Que, como dicen, el bien no es conocido hasta que es perdido; y así la sposa, absente su esposo, era cuando parlaba y pregonaba quién era su sposo. Y así, quiere Dios que entren muchos a conocer los rincones de las religiones, para que pregonen [260v], digan y den a conocer, y sean ocasión que favorezcan las necesidades temporales y corporales y amen las spirituales, como por experiencia se ve cada día probado esto que se va diciendo.

            Acuérdome haber leído en la Corónica del glorioso santo Domingo 6 que, tratando unos poquitos de frailes de reformarse y recogiéndose en Talavera a una pobrecita güerta, porque en otra parte eran muy perseguidos; y de cualquiera sospechaban y, siendo en tiempo de las comunidades, sus enemigos, amigos de los comuneros, les tenían cerradas las puertas y cogidos los caminos por donde les podían hacer algún bien. Estando en su pobrecita güerta y habiendo hecho de la casilla del hortelano portal de Belén para do poner el Sanctíssimo Sacramento, y tiniendo su refectorio debajo de un olmo (creo dice), que no si nogal, se sustentaban más con yerbas a que con b pan ni otra cosa, acertó a tomar un hombre del pueblo el hábito y, habiéndolo tenido algunos días, no fue posible llevar aquel rigor y sufrir tanta penuria. Determinó de salirse. El cual, cuando se vido en el siglo y su corazón asido con la sancta vida de los grandes religiosos, andaba por las calles dando voces, haciéndole la devoción y aprieto c que Dios interiormente le daba


- 324 -


salir de la cordura y mesura ordinaria, pareciendo no si dice loco, diciendo la vida, la hambre, la abstinencia, el spíritu tan de Dios que se conservaba entre aquellos sanctos. Lo cual fue bastante para que todos los amasen y remediasen con grande abundancia.

            Muchas veces suele un capitán echar fuera y enviar algunos de los soldados mejores y más queridos que él tiene al ejército contrario, para que le ayuden al asalto que él ha de hacer con su gente. Lo propio suele hacer Dios muchas veces: que, tiniendo d a uno en la religión y para verdadero religioso, lo echa fuera para que, cuando los religiosos den tras el mundo, hallen en el mismo mundo quien los ayude a asolar y acabar y argüir el mundo de peccado y de justicia.

            Y, si no, díganme ¿qué es la causa por qué muchas veces ponen a los niños el hábito, cuando chiquitos, por vía de devoción? ¿No es para que, cuando grandes y para cuando no lo traigan, amen las cosas [261r] de la religión, y lo que no les pega la vida, por no la poder tener, les pegue el hábito, sayal o paño de que se hizo el hábito y se vistió? Si, por pasar el agua por las partes do nace la zarzaparrilla y el palo, dicen da salud y hace admirables efectos, ¿por qué, por haber pasado la vida de un seglar por una religión áspera, donde tiene echadas raíces la cruz de Cristo por mortificación y penitencia, no será vida de salud y saludable y le quedarán inpresos admirables efectos?

            Yo y he visto uno que salió y dejó nuestro hábito, que me decía: «Padre, antes que entrase fraile, era gran jurador. Lo que saqué de la Religión, entre otras cosas, es que, si jurase, me parece me había de llevar el diablo; y, en oyendo alguno que jura, le querría sacar la vida. Y es de tal manera el hábito que me quedó de algunas cosas que, cuando me voy a acostar, luego se me ofrecen todas las cosas que hacía allá: el examen de conciencia, el pensar si me muriese aquella noche y otras muchas cosas, que sólo pensar si las tengo de perder o tornar a ofender a Dios como de antes, me muero».

            ¿Quién no ve que los propios grandes del mundo gustan de enajenar sus hijos para que sirvan en casa de los reyes, y los caballeros para que sirvan en casa de los titulares y grandes, éstos sin tener necesidad, sólo para que aprendan y se desenvuelvan? ¿Por qué, cuando uno ha traído algún hábito y se salió, no hemos de entender hacer lo propio Dios con él?: que le quiso enseñar a estudiar y amar la virtud con desenfado y desenvoltura para, cuando esté en el siglo, que use de aquella nobleza que usaba cuando estaba en servicio del rey del cielo y en compañía de grandes, y sea doctrina que pegue a otros sus compañeros.

 

6.         El caso del P. Gracián de la Madre de Dios

 

            Un exemplo se me ofrece de nuestro tiempo que bien prueba todo lo que voy diciendo y que le es de inportancia a Dios echar de los


- 325 -


suyos de casa por los fructos y bienes que fuera de ella se pueden seguir. Que es como el que traspone árbores de los jardines del rey en las güertas ordinarias: que se hace por la golosina de la buena fructa. Que se desea la haya en todas partes la fructa que hay en la religión.

            [261v] El exemplo es lo que hemos visto en aquel gran varón de Dios, el maestro Fr. Jerónimo Gracián, fraile carmelita descalzo tantos años y, después, en otro hábito 7. Por lo que yo entiendo haber sido esto voluntad de Dios, es porque a nadie echo la culpa, ni al que salió ni e a los que lo echaron, porque a todos los tengo y conozco por sanctos. Sino que entiendo así lo quiso Dios para hacer nuevas y dichosas suertes fuera de la religión quien tantas había hecho dentro de ella de gran consideración.

            ¡Oh inmenso Dios, y cómo tu sabiduría es un abismo y tus pensamientos no hay quien los alcance! Había estado dentro en la religión muchos años. Habíala poblado de grandes sujetos. Había vivido una vida sancta y llana f. Había acompañado a la santa Madre 8 en sus fundaciones. Habíale esta sancta y bienaventurada mujer descubierto grandes favores que Dios le hacía, y grandes obras que por medio de entramos había de hacer y lo mucho que había de padecer. Pues, cuando camina en esta bonanza y, al parecer, con tantos mejoros, como acerca de Dios debe de ser mayor y de más estima el padecer g y donde se alcanzan los verdaderos mejoros es en la cruz y desprecio, levántasele viento contrario. Pensando lo había de aportar a puerto rico y honroso, llévalo a puerto del siglo y da con él al través en Argel y en Berbería 9. ¿Qué es esto, Señor? ¿Qué haces con quien te ama? Callá, que no lo entendéis, que traspongo de los árbores de mi jardín y quiero que haya de esa fructa aun en el siglo y aun en Berbería.

            Y así, el sancto varón en el siglo hizo obras heroicas; entre bárbaros, cosas misteriosas: consolaba a los captivos, predicaba y enseñaba a los h bárbaros. Derramó conpasión entre los cristianos sobre los que allí estaban metidos. Llevó perdón a muchos renegados. Padeció infinito. Fue vendido muchas veces, y él se vendió otras para de sí hacer moneda y precio para los que sentía estaban en peligro. Ha andado como hacha encendida, pegando fuego en las mieses ajenas para que todos ardan en amor de Dios. [262r] decir que, a mí y a mi Religión, ha hecho mucho bien, descubriendo las lástimas, tiranías y rabias que los moros exercitan con los pobrecitos e inocentes cristianos, porque nos aviva los deseos de nuestro instituto 10.

           


- 326 -


No nos pongamos aquí a escribir su vida, que aún se es vivo 11. Sólo digo que, si Dios no lo hubiera echado fuera y quitado los grillos exteriores (que los interiores siempre le debieran de quedar para sólo hacer la voluntad de Dios), que no hubiera hecho tantas hazañas ni se le hubieran seguido a Dios tantos bienes. De donde saco que no se debe echar juicio ni despreciar el que, habiendo sido religioso, volvió al siglo, por los fines que digo.

            También advierto que no es mi intento alabarlo, sino escusar los muchos que, por la aspereza de nuestra vida, no han podido pasar adelante. Antes aviso que eso es i cosa singular. Y no hemos de pensar que lo que Dios, por su alta sabiduría, usa con algunos, lo ha de usar con todos. Pues lo ordinario es lo que Cristo dice: «Que el que pone la mano al arado y vuelve atrás, no es apto para el reino del cielo» 12. Y vemos y se han visto desastrados fines en hombres que han enpezado cosas de virtud y han vuelto atrás; y pensando vuelven al siglo a reparar y remediar padres y componerse a sí, han sido destrucción de sus padres y perdición suya.

            Sólo de uno digo, entre otros, que, dejando nuestro hábito más de por su antojo, el primer día que entró en Alcalá le quisieron dar de puñaladas y le tuvieron puesta una daga a los pechos j sobre decir si una era buena o mala tierra. Esto no quiero alargarlo, porque no es mi intento de cualquier cosa hacer libro.

 

7.            Criterio de discernimiento

 

            Sólo se me ofrece acerca desto una duda. ¿Cómo podrá uno conocer, cuando sale de la religión, haber sido voluntad de Dios, en el sentido que arriba decimos, para no vivir desconsolado ni con temores que Dios lo haya reprobado de una vida más perfecta para la que se tiene y goza en el siglo? Digo que no todos han de ser religiosos ni todos casados. Cristo dijo: «Muchos los llamados y pocos los escogidos» 13. Y cuando fuese llamado de los muchos para el estado más perfecto, y no sea de los pocos que quedan y perseveran, no por eso se ha de afligir, que en estado [262v] que después Dios le diere, se podrá salvar. Mire él, cuando vuelve atrás después de haber enpezado a entrar por el


- 327 -


camino strecho, si ha hecho lo que es en sí; si es flaqueza de naturaleza o flaqueza de ánimo; si es embuste del demonio y engaño de la sensualidad o fuerza que le hace alguna cosa de grande servicio de nuestro Señor. Y aun entonces se ha de poner antojos, porque suele venir el demonio transformado en ángel de luz 14, puniendo aparentes piedades. Como el otro, que, yendo con Cristo, se quiso volver a enterrar a su padre; y le dijo el mismo Cristo que dejase a los muertos enterrar los muertos, que él siguiese al mismo Cristo, que era vida. Y el otro, que lo quiso seguir, le dijo Cristo: Vuélvete, que a quien quieres seguir es tan pobre que, tiniendo las zorras madrigueras y cuevas y los pájaros nidos, el Hijo de Dios, a quien tú sigues, no tiene dónde reclinar su cabeza 15. Y no hay corazón tan desleal que primero no diga muchas verdades y muchos y verdaderos desengaños de lo que uno hace.

            Sin scudriñar el bien o el mal destos que se salían k, digo que, habiendo tomado tantos el hábito, muchos volvieron atrás. Lo que se juzgaba era la aspereza de la Religión, que no la podían llevar.

 

 




a            título orig. al marg.



b            ms. obstentación



c            sigue r tach.



d            sigue y tach.



e            sigue quien tach.



1         El 13 de marzo de 1602 tomaron el hábito estos cuatro: Ambrosio de Jesús (García), ya mencionado en la nota 9 del capítulo anterior, Diego de Jesús, futuro cuarto general de la descalcez, Juan de Jesús María y Anacleto de la SS. Trinidad: Breve noticia, p.2. El 17 de abril lo hizo, entre otros, Fr. Hermenegildo de San Juan, según el cual el mismo año ingresaron «más de cincuenta estudiantes de lo más lucido de aquella universidad» (PAT, 470r).



f             sigue m tach.



g         sigue y tach.



h         sigue perdí mu tach.



i          sigue que el tach.



j          al marg. El P. Fr. Joan de Jesús, que murió siendo ministro en nuestro convento de Toledo, es al que se refiere aquí nuestro padre de 2m.



k            sigue y tach.



2         Por: camaranchones.



l            corr. de polvían



m           corr. de las



n            sigue esto tach.



o            ms. propia



p            sigue do tach.



3         Cf. 1 Cor 1,27.



q            al marg. fr. Diego de S. Francisco de 2m.



r            sigue mío ya tach.



4         Era Fr. Antonio del Santísimo Sacramento, hijo del Dr. Pedro de Antequera, catedrático de la universidad alcalaína. Se le dio el hábito, con otros diez, el día del Corpus, 6 de junio de 1602. Cf. Ramillete, 28r; Crónica III, 2526.



s            sigue mes tach.



t            corr. de mes



u            ms. bueve



v            al marg. fr. Martín de S. Cristóbal o fr. Cleto que se salió de 2m. tach., de otra m. fr. Ambrossio de Jesús



w           ms. esto



x      título orig. al marg.



y            sigue muchos tach.



z            sigue llevar tach.

 



5         Episodio que pudo leer en RIBADENEIRA, P., Flos Sanctorum, Madrid 1599, I (en la ed. italiana, Venecia 1614, I, 413).



6         Cf. JUAN DE LA CRUZ, OP, Crónica de la Orden de Predicadores, Lisboa 1567; BELTRÁN DE HEREDIA, V., o.c., 143183.



a            sigue y pa tach.



b            sobre lín.



c            corr. de abrieto

 



d            sigue a uno tach.

 



7 Expulsado del Carmen descalzo el 17II1592, viajó a Roma el mes de abril en el mismo barco en que iban Juan de San Jerónimo y Pedro de la Madre de Dios con la misión de pedir a la Santa Sede la ratificación de tal medida. Cf. SIERRA, T., Causa primordial de la expulsión del P. Jerónimo Gracián: Teresianum XLIII (1992) 417457. Cuando nuestro santo le conoció en Roma, era carmelita calzado y, cual teólogo oficial del card. Pedro Deza, secretario del Santo Oficio, vivía en la casa de éste.



e            sigue al q tach.



f             sigue y quan tach.



8         Teresa de Jesús.



g            sigue y los tach.



9 Cautivado el 11X1593 cerca de Nápoles, permaneció en Túnez hasta su rescate el 11IV1595.



h            sigue p tach.



10        Da a entender que leyó el opúsculo de Gracián, Tractado de la Redempción de Captivos, Roma, en Casa de Giacomo Luna, 1597, dirigido a Clemente VIII. Es un memorial «en que se cuentan las grandes miserias que padescen los christianos que están en poder de infieles» (subtítulo). Inicia así el c. I: «Nuestro muy santo padre el papa Innocencio III, en una carta que escrive a Myramamolin rey de Marruecos dize que de las más encumbradas obras de misericordia es una la redempción de captivos. Lo mismo dize en otras cartas escritas a fray Juan Mata, fundador de la orden de la Sanctíssima Trinidad». La carta aludida es la que, con data 8III1199, el pontífice escribió para presentar al rey de Marruecos la misión redentora de los trinitarios, recién fundados.



11        Murió en Bruselas el 21IX1614, después de consumir en Flandes los últimos siete años de vida. Cf. SILVERIO DE STA. TERESA, Historia del Carmen Descalzo, VI, Burgos 1937; PACHO, E., Jerónimo Gracián de la M. de Dios. Vida y obras: Monte Carmelo 91 (1983) 259309.



i          sigue permisión y favor y cons tach.



12        Lc 9,62.



j            sigue sobre tach.

 



13        Mt 22,14.



14        Cf. 2 Cor 11,14.



15        Cf. Mt 8,2022.



k            destossalían sobre lín.

 






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL