Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText
San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

IntraText CT - Texto
Anterior - Siguiente

Pulse aquí para desactivar los vínculos a las concordancias

- 375 -


CAPITULO 45 LA FUNDACIÓN DE VILLANUEVA a

 

            Ya hemos tratado de estas tres fundaciones que arriba quedan dichas 1, del número de religiosos que Dios nos enviaba para ellas y cuán perfectos los quería Su Majestad. Pues, como b sea propiedad de lo bueno ser communicativo, no quiso Su Majestad estuviese allí estrechada en estas tres casas. Que, no por ser Orden de la Sanctíssima Trinidad, se ha de quedar en el número de tres c más bajo, sino en el más subido, siendo las provincias trecientas mill y los religiosos sin número. Pues, para dar principio a esta numerosidad, fue Dios servido que se tratasen de hacer otras dos fundaciones, allí cerca de Valdepeñas. Que no quería alejarse Dios mucho, por ser los pájaros nuevos y no sabrían dar vuelos grandes. La una fue en Villanueva de los Infantes y la otra en La Solana. De ninguna puedo decir mucho respecto d de que yo pocos días me he hallado en ellas.

 

1.            Principio de la fundación

 

            La fundación de Villanueva de los Infantes 2 su principio fue que, viniendo unos clérigos de aquel pueblo a unas fiestas a Valdepeñas, vinieron a decir missa a nuestro convento de Valdepeñas. Dímosle que le ayudase a missa un niño novicio que se llama fray Antonio del Sanctíssimo Sacramento, que es un niño de quien he dicho, tratando de las particulares vocaciones de los que en Alcalá tomaban el hábito, que era tan chico que era cosa ridícula, pero tan cuerdo que era asombro. El buen clérigo 3, cuando vido a un niño con tanta cordura y más que si fuera hombre, en un saco tan riguroso, deseó hablarle y, viendo que no le respondía, pidióme licencia, que al presente hacía yo oficio de prelado —que, por ser testigo de vista, digo en las ocasiones que yo me hallaba.

            Llamámosle al niño novicio. El, como encantado, quisiérale dar su corazón. [292v] Díjole: —Niño, pídeme algo, ¿qué quieres? Respondió: —Señor, yo no he menester nada. Díjole: —Pues váyase vuestra charidad conmigo. Respondió: —No, señor, no puedo ir. —¿Por qué? —Porque yo no puedo ir sin mis compañeros, que se quedan acá. Oída esta palabra, y con las ansias que tenía de llevar a su pueblo el frailecito para que lo viesen, dio orden de llevar también sus compañeros; y mover el pueblo a que tomasen devoción con nuestro hábito, a contar


- 376 -


y decir la aspereza de la Religión, la virtud y penitencia de los novicios, la gracia y donaire del niño que habíe hablado.

            Y esto fue de suerte que luego escribió fuesen dos frailes a tratarlo con el pueblo. Cúpome a mí en suerte y fui. Ya lo tenía Dios amasado a lo secreto en el corazón de la justicia y de los demás regidores, de suerte que, estando harto alcanzado el pueblo y bien lleno de monasterios 4, como Dios se había mostrado en un niño tan chiquito, parecíales que esta Religión en cualquier rinconcito cabría y que, a semejanza de aquel niño, con poco se contentaría, sin ponerlos en e nuevas y estrechas necesidades. Y así, veo que no hubo otra razón con que convencerlos a la hechura de la nueva fundación, sino con decir que en cualquier casa podrían entrar y que nuestra regla con pan y yerbas se pasaba. Que en esto mostraba bien el representar la Religión el modo que habíe tenido en pintarse en un niño.

 

2.            Obtención de las licencias en la corte

 

            Viniendo, pues, todos en ello f, dentro de dos o tres días me enviaron los papeles y recados, que fueron necesarios para sacar las provisiones 5. Enviamos un religioso a sacar las provisiones de diligencias. Y estando yo en nuestro convento de Alcalá, la misma tarde que en Valladolid se firmaron, hubo un religioso g en Alcalá 6 que, durmiendo o como Dios fue servido, se le mostró que en aquella fundación se había de padecer algún trabajo, no por manos de hombres, sino que clara y llanamente el demonio pondría sus manos atormentando, permitiéndolo así Dios por lo que Su Majestad [297r h] es servido. Y me parece fue en esta manera: Vido i que el demonio le atormentaba, no que por entonces él sintiese tormento, sino como pintado y dibujado lo que después había de pasar. Y aunque pinctado y en dibujo, acuitóse y afligióse tanto que se quejaba al visitador fray Elías como quejándose que, tiniendo el officio que tenía, no le ayudaba a aquel trabajo. Vido que el visitador le respondía desta manera: —Válame Dios, válame Dios, ¡qué hombre tan tonto, que quiere hacer fundación en Villanueva y que no quiere que le cueste! Y esto repetía muchas veces.

            Dispertó y ofreciósele que era sábado en la noche; que aquella tarde sin falta se debieran de haber firmado las provisiones j del rey en Valladolid. Salió a la mañana y dijo: Fundationem habemus! Parece que,


- 377 -


aunque sentía lo que le había de costar, no podía disimular el ver que aquel convento se había de hacer.

            Hiciéronse las diligencias bien. Lleváronse a Valladolid. Fue Dios servido con alguna facilidad se dieron, porque, como ya se había sacado otra, ya estaban dispuestos los oidores para acudir a ello 7. Y esto fue de tal manera que, hablando yo a los oidores y informándolos, le dije a mi compañero: —No yo qué se es esto, que no puedo entender sino que algún ángel u hombre en su lugar ha andado hablando [a] estos hombres, que parece ellos me pueden informar a mí y los hallo tan puestos en ello que me salen al camino y me dicen lo que yo llevo estudiado que decirles.

 

3.            Primeros pasos con algunas pruebas

 

            Traídos estos recados, fuime a tomar la posesión. Hubo mucha discordia con el vicario respecto que nos habían dado una ermita fuera del pueblo y, por estar desacommodada, tomábamos la posesión en una casa particular dentro del pueblo. Pero fue Dios servido de componerlo de suerte que, a pocas preguntas y respuestas, el buen vicario dio su consentimiento. Y se acommodó una casa alquilada. Y se vido claramente lo que el fraile en Alcalá vido. Que acerca desto, en papeles [297v] que se pueden ver y leer tan presto, no me parece cosa acertada scribir con más claridad.

            Sólo digo que el demonio llevaba la mira a afrentar y deshonrar. No salió con ello, sino antes fue ocasión de que Dios fuese glorificado y los religiosos fuesen humillados y viesen cuán poquito son de su parte cuando Dios da tantica licencia al demonio. Lo que yo decir: aunque disimulé algunos días, sabe nuestro Señor lo que allí se padeció. Y una noche decía yo a los hermanos: —Hermanos, pienso que sobre cada teja hay millares de demonios. Y en fin, una criatura tan fea y abominable en un hombre tan peccador como yo alguna impresión había de hacer.

            Después de esta borrasca, que aunque no vista bien sentida y en lo interior muy grave, se puso el Sanctíssimo Sacramento con grandíssima fiesta en las octavas de la Asunción de Nuestra Señora 8.

            Después acá se ha mudado el convento a casa propia. Y va muy adelante en el edificio temporal y espiritual y en el fructo y provecho que los hermanos hacen con su exemplo y doctrina. De suerte que, habiendo un día hecho una mortificación pública en un día de fiesta, fue tal la impresión que hizo en la gente del pueblo, que, llena la casa y calle, todo era sollozos, gritos y voces pidiendo confesiones. Miren, por amor de Dios, si el demonio, tiniendo barruntos y conjeturas de esto, si era mucho que con particular rabia quisiese embestir k con los primeros l religiosos m que habían entrado a poblar la casa.

 


- 378 -


4.            Profesión de fray Antonio del Sanctíssimo Sacramento n

 

            Nuestro buen fray Antonio, el novicio chiquito que fue causa de esta fundación, se dio el pueblo por obligado a él de este bien que por él les habíe hecho Dios o. Y así en una ocasión p a él se lo agradeció y pagó. Y fue que no había hecho profesión en todo este tiempo, porque tuvo tres años de noviciado por no tener edad. Llegado el tiempo de su profesión, aquel pueblo estimó y se tuvo por dichoso, como lo es [298r] la persona noble y agradecida cuando halla ocasión para salir de su obligación. Así, cuando hubo de hacer profesión, lo llevaron al pueblo y hicieron tanta fiesta q y tan grande r que fue asombro, como lo era el sujeto por quien se hacía de pequeño. La noche antes hubo muchas luminarias en la torre y repique de campanas, cohetes y pólvora, y todo el struendo y ruido que en aquel pueblo pudo haber. Otro día lo llevaron con gran solenidad a la iglesia, cantando en diferentes partes muchos motetes, coplas y canciones (que de estos nombres yo no de cantar). Predicó el prior del pueblo. Hubo comedias y cosas que, aun en missas nuevas ni en desposorios de gente muy poderosa naturales, no suelen salir tan de madre los propios parientes.

            Esto he dicho para que se entienda tener y haber tenido particular misterio aquella fundación, tiniendo principio en la vista de un niño. Porque, si suya no fuera, digan por charidad qué misterio puede tener que todo un pueblo y tan principal se mueva a la profesión de un niño que ni es natural ni él ni sus padres conocidos. Si es por ser acto no visto, cada día lo ven en tantos conventos como hay en aquella tierra. Verdad es que un clérigo honrado s natural del pueblo movía y hacía lo que podía, pero todo eso era nada si Dios, que es amigo del agradecimiento y de ordinario paga doblado, aquí y en el cielo, quiso que aquel niño fuese honrado: en la tierra, por haber sido causa de que aquel pueblo gozase y tuviese aquel bien; y en el cielo fuese premiado, cuando de esta vida vaya.

 

5.            Significado de la santa muerte de algunos religiosos t

 

            A esta casa, que parece hemos dicho poco de ella, porque, como somos hombres y sólo nos honramos con lo que vemos, no tomaremos en cuenta muchas cosas que allí hubo que no se vieron. Y por eso quiso Dios honrar aquella casa con la muerte de nuestro charíssimo hermano fray Bartolomé de la Acensión, primer sacerdote que ha muerto en nuestra sagrada Religión, cuya vida y muerte no sólo me parece a mí fue para honrar aquel convento, sino toda la Religión y el estado de los varones penitentes.

            Y advierto que, cuando digo de cualquier hermano, yo no gastar muchas palabras. Y como este officio yo no lo he hecho otra vez, podría ser [298v] no notar algunas cosas de que otros en otras ocasiones


- 379 -


pudieran hacer libros. Y así, yo no digo u de ellos más de algunas cosas que he visto y otras que sus compañeros novicios han notado, sin tomar la carrera de más [atrás] ni andarme informando por los conventos do vivió y por las personas con quien trató ni de sus padres que los criaron. Pero, mientras otros religiosos esto no scribieren más largo y con más propósito y fundamento que yo —llamo fundamento tomarlo de su principio, de su niñez y tierna edad—, podrá servirle de consideración que religiosos, que en uno o dos años dieron tal carrera, consumaron tan largo camino y dieron tan estraño salto, que de atrás debieran de haber cogido la carrera y venir dispuestos v.

            Como el relox: que, cuando viene a disparar, soltar sus ruedas, hacer ruido y dar tales y tan compasados golpes que sirven de gobierno al pueblo, bien se entiende que su carrera vino de atrás, no viéndose su poco a poco pasando las w ruedas punctos x, moviendo aquella máquina con mucho espacio dos cantos o y plomos que tiene por pesas. Quién puede entender que, cuando un hombre rompe sus entrañas con sollozos, penitencias y mortificaciones estremadas en dos o tres años de hábito de descalzo, que antes que viniese a hacer ese ruido, estruendo y descomposición (a los ojos de los del mundo) de su mesura ordinaria, que años antes, movido del peso que Dios le tenía puesto en su alma, que es el amor entrañable que tienen a Dios —a quien san Agustín llama peso: amor meus, pondus meum 9—, que este amor poco a poco, como gotera que cava la piedra y hecho agujero por allí se derrama, este amor movió poco a poco las ruedas hasta rodar con un hombre por los lugares más bajos, dando con él en los officios más humildes de la Religión, haciendo en lo último de su vida un ruido y estruendo con que da golpes tan compasados que nos sirven a nosotros de cuenta para contar nuestros yerros y de regla para enderezar lo torcido de nuestra vida. Fue y vino aquel soberano amor divino en los tales pechos muy de atrás, gastando y comiendo hasta que hizo agujero y derribó la tapia y quedaron patentes aquellas entrañas amorosas que tantos años antes los tales religiosos tuvieron a su Dios.

            Llano es que, por las mercedes que uno recibe del rey, se sacan los servicios que ellos, sus padres y abuelos han hecho a su rey. Y por las que nuestros hermanos reciben en lo último y estremo de su vida, se conoce el amor y servicios que han hecho a Dios muy de atrás, no sólo ellos, sino sus abuelos [299r] y antepasados, que fueron sus sanctos fundadores, cuyos premios la majestad y grandeza de Dios los quiere pagar en sus hijos.

 

6.            Pedagogía divina respecto al premio de sus santos

 

            Y porque redundará en servicio de nuestros sanctos patriarcas y fundadores san Juan y san Félix, y también servirá de apoyo para los


- 380 -


siervos de Dios de quien decimos, digo z hermanos que es muy ordinario de Dios, y por muchas razones, tener sepultadas, encubiertas y no pagadas a en la tierra, a nuestro peso y ponderación, muchas obras que los sanctos hacen, guardándolas para siglos venideros, por secretos fines que para ello Su Majestad tiene; dilatando el tal premio, no negándolo, porque esos dos premios de acá y de allá a los que sirven a Dios b Su Majestad les tiene prometido: honra acá y allá, no consintiendo que del todo las tales obras queden sepultadas.

            A este propósito se me acuerda que en Alcalá me contaron de un mancebo sancto c y siervo de Dios, cuyas confesiones, comuniones y penitencias eran muy ordinarias, halláronle un día ahorcado en la alameda del río. Espantados y escandalizados de ver un espectáculo d como aquel de quien tal no se entendía, despreciaron su cuerpo. A cabo de algunos días prenden a unos moriscos que salteaban la tierra y, entre otras confesiones, una fue que, por quitarle el vestido o cualque dos reales, lo habían ahorcado. Van por el cuerpo, hónranle el sepulcro, resucitan sus penitencias y reveréncianle como a sancto y siervo de Dios, que así habíe sido su vida.

            Finalmente, aunque se dilate, no se niega ni priva de la tal honra que Su Majestad tiene prometida. El dilatarla pienso es sólo por nuestro provecho. Que claro es que, cuando un padre priva al hijo que tanto ama de la hacienda, del vestido rico, que debe de ser porque no tiene edad para mirar por él y para guardar la hacienda. Y así, vemos que el vestido bueno se lo hace poner del revés y andar sin la cadena de oro, que en el arca le guardan. Así, nuestro buen Dios a cualquiera de sus siervos debe honrarlos en la tierra, la cual honra se ve y descubre con las obras heroicas y milagrosas que hacen. Pero, como sabe Dios que los tales, mientras en este mundo viven, son pequeños y no tienen edad para entriego de tanto peso —que podría ser que, conociendo el ladrón el valor de la cadena que por de fuera parece con la vida milagrosa, la hurtase; y él e, por no conocerla, la f manchase—, pues ¿qué hace Dios? La honra que en vida les ha de dar, guárdasela (y algunas veces) para después de algunos [299v] siglos, cuando en ellos ni en sus hijos tenga ese peligro. Y aun el vestido suele Su Majestad ponérselo el aforro tosco, grosero a la parte de afuera. Quiero decir que, viviendo los tales una vida milagrosa para Dios, ellos en sí no conocen ni ven sino algunos defectos y faltas, que los train llenos de penas y aflicciones. Porque pudiera ser, si el vestido se lo dieran de la haz y los honrara Dios en vida con hacer milagros y otras ostentaciones g, como gente de poca edad que no sabe cuán delicada cosa es ésa y cuán fácil se echa a perder, por no tener la cuenta que deben, mancharla y estragarla. Y por eso, amándolos Dios y deseando honrrarlos, dilata la paga a los suyos de la gloria que en este mundo pueden tener con el peso de las obras que en él han hecho.


- 381 -


Otra razón hallo yo por qué Dios difiere esta honra de los suyos, que de ordinario suelen ganar con la ostentación h de sus obras o con algún don particular que Dios les haya dado, como comunicarles don de profecía, curación de i enfermedades y otras cosas, a quien los hombres adoran y por quien los hombres estiman y conocen a los sanctos. Digo que es porque Dios tiene dos maneras de pagas: unas que se ven y otras que no se ven j. Las que no se ven es darse Dios encubierto. Las que se ven es darse descubierto en esas obras que decimos. Pues, como el hombre es tan flaco k y tan corto y fácil de contentar, que, viéndose ya pagado, no querría más; y ya les parece l tienen harto y no quieren pasar adelante. Como unos ruines jugadores: que, si m han hecho una buena mano y ganado un resto razonable, no saben seguir la ventura que van esperimentando tener. Por eso nuestro Dios tápales la ventura y págales en cosas no vistas, porque no se les levanten del juego, contentándose n con la buena mano que Dios les dio en sanar enfermos y hacer milagros. Que ordinario es el padre rico llorar pobreza a sus hijos trabajadores, porque gasten poco y ganen mucho.

 

7.            Aplicación a la Orden Trinitaria

 

            ¡Oh Dios mío, y qué traza tienes en esta tu Religión!, a quien diste dos sanctos patriarcas tan sanctos por principio en tu Religión que, si en el cielo los tienes premiados, en la tierra nos has dejado ocasión de que trabajemos o y granjeemos, no manifestándonos sus obras heroicas, su vida milagrosa. Bien [301r p] sabes tú, Señor, con qué hijos tratas; que pudiera ser les entibiara su flaco natural los muchos bienes gananciales de nuestros padres. Por tanto a los que traemos este sancto hábito nos llora Dios pobreza y nos encubre nuestra riqueza, todo para nuestro provecho. Y si de nuestros hermanos muertos tenemos que decir en esta ocasión, es tratar el vestido por el aforro: tratar de sus penitencias y mortificaciones, guardando la honra y aplauso que el mundo suele hacer a los tales cuando se les descubren las obras que ellos saben pesar y estimar, que son las pagas que Dios hace al contado y no al fiado.

            A este propósito y confirmación, tengo de contar una cosa que me dijo la señora condesa del Castellar. Preguntéle un día: —Suplico a vuestra señoría me diga qué es la causa por qué, haciendo vuestra señoría tan largas limosnas con los estraños, es tan corta con los criados que le sirven, que, si no es tasada su ración y partido, no les da otra cosa. Respondió la buena señora con su cristiandad q: —Más bien les hacemos a sí y a nosotros r, porque, si mientras ellos viven les pagásemos, en viéndose con cuatro maravedises, no quieren servir, sino se van a


- 382 -


su casa a comérselos, y déjanse a sus hijos pobres; y así, para que a nosotros nos sirvan y ellos no empobrezcan y a sus hijos dejen remediados, hacemos con ellos una cosa: que sólo les damos su ración y partido, librando para sus hijos y nietos las mercedes. Con los estraños somos más largos, porque ésa es mera limosna y eso hemos de tener de ellos de una manera que de otra.

            Sabiduría de Dios que, siendo estos dos sanctos fundadores de esta sagrada Religión tan propios de casa de la Sanctíssima Trinidad, siendo tú, Dios mío, tan largo en hacer mercedes a otros que no has dado este título y nombre, sino que en el nombre diferente parecen diferentes, y con ellos te muestras tan largo honrándolos en la tierra, y con tus sanctos patriarcas ración ordinaria, premio de hombres ordinarios. Calla, dice Dios, que quiero hacer las pagas, las mercedes, como a gente de casa, a sus hijos y descendientes; y éstas librarlas para tiempo que ellos no las malogren ni sea ocasión [301v] el padre rico y noble para que el hijo se pasee y se contente con las ganancias de los padres, sino que aguardaré a mostrarles su nobleza y hidalguía cuando estos sanctos padres tengan hijos de edad provecta y conocimiento que en la casa de Dios se pagan hechos propios y obras que con vuestras propias manos habéis labrado y trabajado.

            Yo no si es esto o qué es, que ahora que veo hermanos en esta sagrada Religión que ciñen espada para contra los vicios, visten cilicio y empuñan disciplina, les va Dios dando un ardor, una devoción, un deseo, unas ansias, un hijo por sus sanctos padres, que, si pudieran ir muchos millares de leguas por buscar sus sanctas reliquias, fueran. Es lo de aquel milagro que hoy se ve en Nápoles: de la sangre de aquel gran sancto [Genaro] que se derrite cuando llega a la iglesia do está su cabeza, do se muestra ser sangre de aquella cabeza. Lo propio el derretirse las entrañas de nuestros hermanos ahora en devoción de sus padres, es señal que ésta es sangre de aquellas cabezas, que éstas son penitencias de aquellos principios s.

            Y no dudo, mis hermanos, sino que el día que supiéremos estimar el vestido de brocado de tres altos dado a aquellos sanctos padres en la gloria que gozan de la Sanctíssima Trinidad; y que, junto con eso, entendamos que cada uno ha de ser premiado t o castigado según lo bueno o malo que hiciere, nos descubrirá Dios las arcas y cofres que tiene encerrados de los méritos y obras heroicas de nuestros sanctos padres fundadores.

            Y de la misma manera, si de los que ahora decimos no decimos más que de sus penitencias y mortificaciones, etc., que es darnos su vida por el envés u o vuelta, por lo grosero y áspero, siendo nosotros tales cual conviene y tiniendo el conocimiento y peso de aquello para los que lo hicieron, no detiniéndonos nosotros en lo ajeno pareciéndonos que ya estamos pagados con los premios de nuestros hermanos, ese día nos volverá Dios el vestido por la haz y nos descubrirá el soberano


- 383 -


valor que ante v sus ojos w han tenido las penitencias de nuestros queridos hermanos. No siendo nosotros como unos hombres que se están mirando jugar todo el día y aun toda su vida x, contentándose con sólo cuatro maravedises de barato, que sólo es premio y paga de la moza que barre.

            Bien jugaron nuestros hermanos. Buenos restos y sacaron al levantar de tabla desta vida. Todo lo que a nosotros nos puede venir de eso es cuatro maravedises de barato, premio del que barre y anda por el mundo, que quiere comprar barato el reino de los cielos. Pero nosotros no barato, que es de los que miran, sino caro z porque regnum caelorum vim patitur, et violenti rapiunt illud 10. [302r] Es menester jugar y jugar limpio para ganar el cielo. Pues, para que cada uno obre y cada uno trabaje y entienda que eso es lo que le ha de valer, nuestro Dios descúbrenos las penitencias de nuestros hermanos y encúbrenos sus premios, como ahora se verá.

 

8.         Fray Bartolomé de la Ascensión

 

            Nuestro querido hermano fray Bartholomé de la Acensión fue natural de Caravaca 11, creo es Andalucía. Fue muchos años religioso de la propia orden entre los padres del Paño. Una de las razones por qué arriba digo que un gran salto presupone grande carrera de atrás, es porque yo no puedo andar ahora buscando su vida entre los padres del Paño y lo que allá hizo, porque yo aquí no scribo vidas de sanctos, sino doy una breve recopilación de las cosas a de nuestros principios a nuestros hermanos para que tengan alguna claridad para lo porvenir. Que, en fin, religioso que acá descompuso tanto el natural humano para obrar sobrenaturalmente y a lo divino, bien se deja entender habíen dado hartas vueltas las ruedas de sus deseos, imaginaciones, trazas, peticiones, oraciones, con que vino a alcanzar ser relox que nos puede servir de cuenta; que, junto con ser relox, es y tiene dispertador, con que dispierta a los dormidos. También digo, según aquella reglilla de los sumulistas, que propositio quae semel est bona b et vera, semper presumitur vera 12. Y que religioso que en la descalcez fue a su Dios fiel y verdadero, lo sería también en el Paño; y que, vistiendo paño, fue como los pobres: que, aforrando el paño con sayal y jerga grosera, gastado el paño, se quedan con el aforro de sayal. Así c fue nuestro buen hermano: que se vistió de paño, lo gastó con el tiempo hasta que se quedó con el aforro de dentro de sayal, que en el pensamiento y alma debiera de traer pegado y asido.

           


- 384 -


Yo no de dónde era hijo ni profeso. Seríe fácil de saber. Llamábase en el Paño fray Bartolomé Rubio Aznar. Siendo fraile del Paño y viviendo en Nuestra Señora de Tejeda, diole su provincial licencia para ir a su tierra a ver una sola hermana que tenía. Y en esto era tan corto y limitado, permitiendo ser largos en esta materia, que, cuando fue a su tierra, no sabía las calles del pueblo; y llegando o topando a su propia hermana, le preguntó si le sabría dar relación de una mujer de aquel pueblo que tenía un hermano religioso [302v] de la Sanctíssima Trinidad, que ella se llamaba de tal manera y él fray Bartolomé, etc. Entonces ella le conoció, habiéndole él desconocido. De donde se echa de ver que no entró religioso de burlas, pues tan de veras había dejado a sus padres y hermanos. Volvióse a su convento y, cuando llegó a él, halló que habían proveído otro ministro, el cual, algo cargado de los muchos frailes que tenía, pagóle en la propia moneda de desconocimiento que él habíe pagado a su hermana, de suerte que el ministro dijo que no le conocía, que se fuese con Dios. Y diciéndole que mirase, que de aquella casa había salido d a ver a su hermana y que de allí era conventual —que, por ser la casa de desierto, el siervo de Dios tanto ahincaba y procuraba e tornarse a ella—, respondióle que él no lo había de recebir, que se fuese al provincial o a quien quisiese, que él no le habíe de parar en casa.

            ¡Oh Dios bueno y amoroso, qué presto pagas a tu siervo! Pues tú por mí no conoces a tu propia carne y sangre, yo por ti tengo de dar orden, para tu bien y tu provecho, que los tuyos y tus propios hermanos no te conozcan y te den libelo de repudio, para que sólo a mí me tengas por padre, madre y hermanos. Que ordinario es un amo, goloso de un criado, a su gusto dar trazas para que nadie le reciba, para sólo acogerlo él en casa; y que de ordinario es decir mal de la mercaduría para que a mí se me más barata. Como le cogió Dios los puertos a nuestro hermano, él desconoce a los suyos f, sus frailes le desconocen a él; la fructa parece g que se desprecia para quedarse Dios con ella.

            Él, cuando se vido despreciado, como si su compañía no valiera, lo que inmediatamente hizo no . que en aquel tiempo ya se enpezaban a hacer algunos conventos de los descalzos, entre los cuales se tomó y hizo, antes que yo fuese a Roma, el convento de Ronda en el Andalucía. Y así, determinóse, viéndose desechado, de acudir a Dios, que a nadie desecha, antes con abrazos amorosos recibe aquellos que con trazas del cielo vienen a él como aburridos del mundo. Y pidióle el hábito de la reforma. Concedióselo y tomólo [303r] en aquel propio convento de Ronda, donde estuvo, trabajó y sufrió, como los que guardan las tiendas en el campo en tiempo riguroso, con los contrastes tan grandes que cada día tenían. Mientras yo estaba en Roma negociando, pienso era uno de los trece que ellos decían eran desechados. A lo menos, si todos fueran como él, bien pudiéramos decir: Si desechados de los hombres, ahechados y apurados de Dios.

           


- 385 -


Contóme que, viviendo en aquel convento, que, entre otros trabajos que tuvieron, uno fue el venir los padres del Paño de mano armada, sabiendo mi venida, y les quitaron el hábito de descalzos con grande violencia. Y poblaron la casa otros del Paño. Que, quizá por no ser con orden de sus superiores y como Dios manda, hubo aquel mismo día un mal pronóstico: que de repente vino un viento y torbellino tan cruel que, desasiendo y desencajando una cruz de piedra que a la puerta estaba, dio con ella en tierra. Contádolo por cosa que parecíe imposible que sólo viento pudiese hacer aquello. Hacerlo hía, a mi parecer, el demonio: que, pues derribaba la cruz de aspereza y penitencia que aquellos siervos de Dios tenían levantada h en sus corazones, no hay que espantar le diese Dios lugar para que su rabia se mostrase también contra el retrato de la penitencia puesto en una piedra. Que el toro no se contenta con herir al hombre, sino cualquier cosa que parezca hombre, etc. El demonio no sólo cobró rabia con la cruz viva que en el alma vivía de aquellos religiosos, sino con la cruz muerta que figuraba i, representaba y movía a nuevas penitencias.

            Aquel díadecía— se vido claro tomó posesión el demonio de muchas partes de aquel sancto lugar y procuró derramar ponzoña donde tantas veces habían los sanctos derramado sangre. Y fue que, entrando dentro muchas mujeres, y guitarras, bailes, juegos, cantares, vinieron sus maridos y j hubo muchas guchilladas y pendencias 13. No podía k ser esto pequeña mortificación a nuestro siervo de Dios: ver su cielo hecho infierno, y un trueco de satanás [303v] tan grande. Y lo que más sentiría no sería aquel lugar material trocado, pero, cuando se mirase a sí y se viese sus pies ya calzados, su cuerpo con sus aforros y paño, ¿quién duda que él no lloraríe la caída de la cruz de piedra, sino el borrón que hacía en su alma el demonio de la cruz viva?

            ¡Oh buen Dios, y cómo apretarías a tus siervos con el ruido de los bailes y con los fines desastrados que las tales fiestas tuvieron! Pero, como nuestro caríssimo hermano tenía a Dios asido allá dentro, aunque en lo esterior le trocaron el vestido y alpargatas, a lo menos no le trocaron el corazón, porque luego se fue a buscar a su esposo entre las espinas. Y Dios no se le hizo por entonces mucho de rogar, porque, a cabo de algunos días, se vino a Valdepeñas, do fue recebido y admitido a nuestro sancto hábito, con los mejoros que ahora tiene de Su Sanctidad l.

 

9.            Noviciado para los procedentes del Paño

 

            Aquí se ha de notar que, por muchos fines sanctos, Su Sanctidad en su propio motu manda que cualquiera que venga del Paño entre


- 386 -


con el rigor y año de noviciado que entran los del siglo, tomándoles los votos y exercitándolos en las mismas obras y exercicios, quedando en el mismo peligro para ser admitidos o expelidos 14. Quiere Dios que esta Religión sea tan pura que al justo, que ha de ser hijo de ella, lo m quiere de nuevo justificado n 15. Para la mesa del rey no es bien que se compren las cosas a carga cerrada —como acá solemos decir: Dios te lo depare bueno—, sino que primero quiere cala y cata y prueba en los antiguos de su casa.

            Una de las cosas que cuenta de mayor grandeza y estima en la provisión de las encomiendas en el Consejo Real de las Ordenes, es que, habiendo tenido el padre y hijo la encomienda, si la quiere el hermano, le hacen las mismas informaciones; y, a tantico que salgan aviesas, le privan de la honra, que parece de derecho se le debía o al que era hijo y hermano de comendadores. En lo cual se nos muestran dos o tres cosas: la primera, que aquella provisión no se hace en quienquiera; la segunda, gravedad y estima de la tal cosa; la tercera, que nadie entienda ni fíe en hidalguías heredadas, que, si por su persona no lo merece, será reprobado. Parece que, cuando Su Sanctidad se mostró tan riguroso con nuestros padres y hermanos del Paño de la misma religión, debiera de tener los propios fines, cuando de nuevo les manda tener [304r] año de noviciado: que sirve de hacer nuevas informaciones de costumbres y vidas, y nobleza de espíritu para la provisión que en el tal se ha de hacer de la cruz desnuda de Cristo en la penitencia p y mortificación.

            He visto yo a algunos quejarse porque, siendo éste su hábito, su religión, en que todos somos hijos de un padre, de un general, todos hermanos y habiendo ya pasado su año de noviciado en la regla modificada, se le ha de mandar guardar otro. Digo lo propio que he dicho del Consejo de Ordenes: que es estima que Dios hace de su cruz, que, aunque despreciada de los del mundo, estimada y deseada de los justos; y que se entienda que es una soberana dignidad la que Dios da cuando da padecer en su casa por su amor. Y esto no es concedido a todos, sino a aquellos en quien Su Majestad hallare la suficiencia. Lo último, para que entiendan que en esta sagrada Religión, como en casa de Dios, las provisiones no se hacen por nobleza heredada o participada, de ser todos de una religión, de un padre y hermanos, sino por el merecer o desmerecer de la persona. Se apruebe o se repruebe, para que todo sea acendrado, puro y de valor, como se mostró en nuestro hermano.

 


- 387 -


10.       Fray Bartolomé en Valdepeñas. Expulsión

 

            Tomó nuestro sagrado hábito y enpezó a guardar su año de noviciado, en el cual bien le persiguió el demonio, buscando cosas aparentes para escurecer la nobleza de su vida. Pero todo resultó en mayor honra y gloria de Dios. Y que con mayor claridad constase la perseverancia y méritos de nuestro hermano.

            En la casa de Valdepeñas, donde él tenía el hábito, debiera de haber más de 40 novicios. Y siendo como eran tantos los que del siglo venían a pedirle y tomarle, parece estábamos más inclinados a ellos que a los padres del Paño. Y esto por muchas razones, que no hay para qué detenernos en eso. Sólo digo una: que, como los del siglo los tenemos por sencillos, simples, llanos, en pocos días descubren lo bueno o malo; y en ellos es fácil de juzgar cuál conviene o no conviene. Pero en los que venimos del Paño, como ya hombres, es fácil el disimular y tapar algo del interior, que, descubierto después, puede hacer algún daño. Y más, que, como son hombres y miran las cosas de su honra en principal lugar, por guardarla, pueden sufrir y disimular y no volver atrás; y siendo la causa principal por la que quedan la honra, siempre [304v] ésta los tales la procuran, en el discurso de su vida, anteponer a la pureza de vida y perfección y enmienda de costumbres. Ahora dejemos estos fundamentos. Séanse éstos o otros, ello no hay tanta afición a ellos como a los del siglo.

            De donde nació que, trayendo nuestro hábito el buen fray Bartolomé, él era piadosíssimo y amigo de consolar a sus hermanos, de donde su maestro de novicios tenía temor de que hablase alguna vez con los novicios o en sus aflicciones los consolase q o confesase. Lo cual para mí fue bastante ocasión para le quitar nuestro hábito. Dios, que así lo permitía o quería para que, con los medios trabajosos que este siervo de Dios ponía en tornarlo a alcanzar, mostrase Su Majestad el valor del hábito y del soldado que lo pretendía. Y confieso debiera de ser voluntad de Dios, porque yo, cuando se lo quité, deseaba, por ver no habíe demasiado fundamento para ello, hubiera alguno que me lo pidiera, que me rogara o que él hiciera algunas diligencias allí personales. Sino que parece quedó atónito, asombrado o como dissimulado para recebir y aceptar r de buena gana los trabajos que Dios le enviaba, preciándose de dar mucho más de lo que hasta allí había dado por la pieza de tanta estima de la Sanctíssima Trinidad.

 

11.            Diligencias para ser readmitido

 

            Vistióse su hábito de paño y, bien avergonzado, salióse de casa como hombre que, aunque no merecía tal pena, conocía s venía aquel castigo de la mano de Dios. Como siempre hacen los humildes: que, siempre


- 388 -


que padecen, viven consolados y conocidos es aquello lo menos que se les debe por quien ellos son. Mostró el sentimiento en que, salido de allí, tardó en andar cuatro días cuatro leguas, quien se dispuso a ir después a Francia. Lo cual mostró cuando, llamándose de antes fray Bartolomé de la Acensión, dende allí en adelante se firmaba fray Bartolomé de la Decensión t. Desamparado de casa, como hombre que habíe perdido la dracma o piedra preciosa, enpezó a revolver el mundo por tornarla a hallar 16.

            Fue a buscar el visitador. No dándole remedio de su mal, fue y buscó los amigos que podía tener que para esto valieran. Y visto que no valían, determinó de ir a París y al corazón de Francia, do vive el generalíssimo de toda la Orden 17, y le pidió cartas de favor con muchas lágrimas y ahínco. Pretendió el demonio estorbárselo. Le dijo el general, como hombre de tanta charidad y amigo de consolar a sus hijos afligidos: —Hijo mío, pues ahí os han desechado, yo no iría donde no me quieren; en vuestro hábito podéis ser sancto. Yo os consolaré donde vos quisiéredes: [305r] si queréis quedaros conmigo, haceros he prelado de una de las casas que hay en estos reinos; si os queréis volver u, señalaros he una casa honrada donde con honra y gusto sirváis a Dios. Respondió nuestro hermano, no satisfaciéndose de nada de lo que le habían ofrecido. Como el que tiene sed y le dan a comer, más se le aumenta. Como la sed de nuestro hermano sólo era de beber el cáliz de Cristo y a él le ofrecían cosas en que llevaba tanta parte la carne, respondió v: —Verdad es, padre nuestro, que me han desechado por ser yo malo, pero más quiero ser de los desechados en la casa y religión donde sólo se abrazan con la cruz de Cristo desnuda, que no ser de los grandes donde vuestra paternidad me ofrece, que, aunque sirven a Dios, en fin hay honra, carne y sangre; así, sólo suplico a vuestra paternidad me ampare con este favor.

            Viéndolo así determinado, diole una carta muy tierna, muy devota y con grandes encarecimientos. La cual trujo muy bien guardada, de suerte que, quitándole los ladrones salteadores y herejes lo poco que llevaba y maltratándolo infinitas veces, su carta vino en salvo. Presentóla a nuestro w visitador, y él remitióla a mí. Y él no reparaba, para cualquier cosa de éstas, andar las sesenta y setenta leguas que hay de ir y venir dende Valdepeñas a Alcalá.

            Cuando él vino, yo me confieso me estaba en mis trece de no lo recebir, aunque, viéndome obligado de tantos ruegos y favores como él traía, procuré divertirlo por caminos buenos y honrosos, diciéndole que yo tenía amistad con el señor nuncio y de su illustríssima señoría alcanzaría lo que yo quisiese; que no se cansase por nuestro hábito, que yo le alcanzaría una licencia para vivir en la provincia y convento que él escogiese, sin que los


- 389 -


prelados le pudiesen molestar, mudar o quitar la tal commodidad. El era hombre de pocas razones para con los hombres, y así tuvo harto pocas para conmigo. Fuese y díjome que él respondería.

            Fue a tomar resolución y razones de Dios y a ponérselo en sus manos. [305v] Tomada esta resolución de la oración, va y escríbeme una carta, en que satisface a las razones y dificultades que yo le había puesto y pone otras de persuasión, y otras en que muestra sus pocos méritos, y dice que, aunque le hayan de echar y quitar el hábito a cabo de cuatro días, sólo por esos cuatro días lo quiere y que con eso se da por pagado de todos sus trabajos; y que, dándole yo el hábito, tiene certidumbre de ese bien y que, una vez dado, el quitárselo no es cierto, porque depende de la voluntad de Dios y ayuda del cielo para enmendarse y perseverar en la vocación, para que Dios con tanta fuerza le llamaba. Finalmente, él scribió un pliego de razones que, leídas, digo cierto que, sin decir, dije: éste es hombre de Dios, éste es tesoro x abscondido, éste no manifiesta quién es, éste quiere Dios que encubra sus partes, y él las tapa para ser más desechado, abatido, perseguido en el mundo y levantado para con Dios. Vi una carta llena de Dios, scrita con luz del cielo y con razones del Spíritu Sancto, pues así concluyó y dio luz para que se viese la poca culpa que habíe tenido para le quitar el hábito y los muchos méritos para se lo volver.

 

12.            Readmisión

 

            Con esto, yo scribí a Valdepeñas para que, tomándole allá los votos, mi parecer y mi voto se lo daba para que le tornasen el hábito. Pero, en Valdepeñas do estaba, el visitador tampoco tenía gana de recebir gente del Paño. Y lo que habíe de agravar para lo recebir, el demonio lo volvía y por otra arte, diciendo que quien habíe andado tantos caminos no era bueno para fraile descalzo recogido. Y así, el visitador no tuvo gana de que le tomasen los votos ni le diesen el hábito. Pero dice fray Marcos z —que es el que al presente informa de esto, que de lo demás soy testigo de vista y de su boca de oídas— que se topó con el padre visitador y que le dijo: —Vaya y junten los frailes y el hermano maestro, y tómenle los votos. [306r] Hiciéronlo así y recibiéronlo. El visitador, cuando lo supo, dice se enojó y los quiso castigar, diciendo no habíe él dicho tal ni tal le pasaba por la imaginación. Según esto, oficio debiera de hacer de visitador Cristo: que, como ya lo tenía recebido y aceptado por los méritos de su pasión, y lo mucho que había padecido en aquellos caminos, le dio su voto y hizo juntar los demás.

            Y bien se echó de ver haber sido elección del cielo por el particular acierto que tuvo, porque enpezó a hacer su vida de novicio como si él fuera profeso en el cielo. Hizo una vida que, como, llegado a esto, yo no sino amontonarlo todo junto; no cómo decir las cosas en


- 390 -


particular. Y, para que mejor se noten —que esto no si queda dicho arriba— ser el hombre muy docto, saber muy bien su theulugía, artes y casos de conciencia, sus letras, su natural, que era muy cerrado, sus temores que tenía de no perder el bien que tanto le había costado, no era posible verle fuera de la celda y, cuando salía para el coro, era tanta la priesa que llevaba que parecía no era suyo ni de su cosecha pasar por aquellos lugares intermedios.

            Y así, su vida a  fue perpetuo trato y conversación con Dios. A mí me sucedió muchas veces en las recreaciones preguntar algunas cosas a los hermanos de mucha consideración y, por serla de mayor aquella en que él se ocupaba interiormente, no era posible responder cosa. Pues esto bien se sabe no seríe porque no la sabía, por ser él tan grande letrado; si acaso no fuese, como seríe muy cierto, porque lo tuviesen por hombre ignorante y lo despreciasen. Porque esto prueba lo que otra vez le sucedió con nuestro padre Elías, el visitador: que, quiriéndolo hacer presidente de un convento nuestro que está en Villanueva, le rogó con grandes encarecimientos lo hiciese donado y lo enviase allá para servir los hermanos, que no presidente para mandarlos. Y señalando a otro por presidente y dándole aquel contento, sucedió que fue necesario el presidente fuese fuera y que sólo quedase él sacerdote con los demás religiosos, que le había de ser fuerza haber de presidir. Lo sintió tanto que mandó a un hermano lego que presidiese él, estimando y tiniendo en mucho ser súbdito [306v] de un hermano lego presidente y puniendo en ese acto de humildad su honra y gloria, antes que tener gobierno ni mandar. Lo cual por muchas vías lo mostraba, porque, si alguna vez, por compelerlo a ello sus prelados, respondía con alguna agudeza a algún argumento o caso de conciencia y lo alababan, era tanto lo que sentía que lo mostraba con estremo nacerle el sentimiento del conocimiento interior opuesto a la alabanza que le daban. Y así, por tapar lo uno y descubrir lo otro, pedía encarecidíssimamente le echasen perpetuo fregador; y, concediéndoselo, lo hacía con tanta alegría que parece estaba en su centro y aquello solo quería por premio en esta vida.

 

13.            Penitencia

 

            Su penitencia era tan rigurosa que es más para admirar que para b imitar, si no fuere communicando Dios tal spíritu. Sus disciplinas atemorizaban el oírlas. Confieso que algunas que hacíe temblar los cabellos. Para ellas no guardaba regla ni compás, a la medianoche y al mediodía. La cama era la más pobre. Que, siendo la más rica de dos tablas y dos mantas, miren cuál sería la más pobre. Tenía en ella dos leños para en medio de ellos encajar la cabeza y estar con pena, de suerte que, estando el uno debajo del pescuezo, la cabeza había de


- 391 -


quedar en vago. En cilicios fue estremado; que, diciendo esta sola palabra, me parece no hay que andar por las ramas. Y fue que, cuando expiró y le fueron a amortajar, le hallaron unos zaragüelles de malla o puntas de cardo; y lo que faltaba de la cinta arriba, de áspero cilicio. Que, porque los médicos no lo viesen, mientras lo curaban, lo había escondido debajo de su tarima.

            Díganme por charidad: tal penitencia, tal conocimiento, tal humildad, tales trabajos y estima por el hábito de penitencia que traía ¿cuáles premios, cuál muerte, cuál gloria le daría Dios? No qué me digo ni para qué gasto tiempo en esto. Más valiera gastarlo en lo imitar en la vida para que lo acompañáramos [307r] en la muerte y en la gloria que ahora goza.

 

14.       Santa muerte

 

            De ella tuvo spíritu de profecía y se la dio Dios a conocer y saber el cuándo c. Que a los que tienen su paga y felicidad puesta en la muerte, premio es grande el descubrírsela Dios antes que llegue. Que quien siempre va caminando para una parte y mirando con atención el fin do va a parar, una vez que otra lo ha de descubrir. Así nuestro caríssimo hermano descubrió su dichosa muerte. Porque, enviándole patente a La Solana, donde él vivía, para que fuese a vivir a Villanueva de los Infantes, llamó a todos sus hermanos y se despidió de ellos diciendo no se habían de ver más. Y escribió luego en continente una carta al visitador: que el primer sacerdote que se había de morir de esta sagrada Religión era él y que lo encomendasen a Dios.

            Y así fue: que, entrando en aquel convento, estando con el hermano ministro, dijo: —A mí me han traído aquí para morir y en esta parte do estoy me han de enterrar. Esto decía señalando la sepultura d. Cayó en la cama, tomando por prevención para la muerte tantos años antes y por acceleración el tiempo que Dios le había descubierto su tránsito, para en salud y vida y libres sus potencias, tratar con Dios el remate de sus cuentas y hacer el entriego verdadero de su alma al que la crió y redimió. Porque, habiendo de tener una enfermedad en la muerte tan apretada como tuvo y de tan pocos días, no parece cabía en buena amistad, como la que él tenía con Dios, dejarle de avisar algunos días antes para que en salud calzase las spuelas y se despidiese de sus hermanos sin turbación y alboroto.

            Y así lo hizo: que, despedido de los que le amaban, se calzó y vistió el hábito de camino que los buenos caminantes que van a la posta se visten, que era el vestido de puntas y malla con que murió.

            Y así, un día e, acabado de decir missa, se echó en la cama y, por espacio de cinco o seis días, estuvo como fuera de sí, ora fuese por el


- 392 -


grande aprieto de la enfermedad; y que quien tan despacio se había entregado a Dios y habíe hecho finiquito de las cosas de acá, se entregase también a los dolores de la enfermedad f. Que, padecidos del justo, aunque su vehemencia parece le privan de su libertad en el juicio, no le privan del mérito por la entrada voluntaria en ellos; y como en su causa tienen el fiat voluntas tua del discurso del tiempo en que se padecen.

 

15.            Turbación en el trance de la muerte

 

            Suele g también el justo a su muerte parecer algo turbado, porque, como allá en aquellas horas está tan escondido con su Dios [307v] que, cuando sale acá afuera a tratar con los hombres, se encandilla y se deslumbra la vista de la razón; y así, parece en lo de afuera estar añublado. ¿Quién duda sino que, sabiendo su muerte tan cercana, que no se metió allá dentro con quien tanto amaba h? Y alma tan asida, cuando quiere responder a los de afuera, suele no saber lo que se dice, porque suele responder el cuerpo sin alma o el alma dejándose allá dentro asido su corazón.

            Visto he yo estar una persona que mucho ama a otra. Y decirle «hoy llega», y turbarse de tal manera que no se le puede hablar. ¡Oh buen Dios! Y cuando con la luz interior nuestro hermano viese que ya venía, ¡qué contento para el alma i que con veras y desengaño ha servido a su Dios! ¡Qué turbación para este hombre de tierra, de carne y esterior, de ver tan cercano el tiempo que el uno ha de gozar y el otro por algún tiempo se ha de quedar, sin su agradable y apacible compañía, acá en la tierra depositado! Díganme, mis hermanos, ¡qué mucho que hombre que sabe que se va a la otra vida con tales prendas de su galardón j, el alma de contento se enbelese y el cuerpo se turbe!

            Suele también esto tener otro fin de particular amor. Como cuando un padre de familias, antes de entrar en la mar, puestos en tierra firme, muestra a sus hijos la mar, sus olas y mudanzas —que, miradas dende afuera, como dice el glorioso Crisóstomo, son agradables a los ojos 18—, pero, en entrando k en el navío, los entra en el retrete y cámara de popa porque no se mareen viendo los altos y bajos de la mar. Que, en fin, como mar, al que la pasa suele ser muy de ordinario amarga, altera, inquieta, perturba, descompone. Y así, mejor van los hombres regalados, recogidos.

            Así, nuestro sancto y siervo de Dios, dende lo firme de la salud le enseñó Dios la muerte, sus altos y bajos. Que, en fin, al siervo de Dios no pienso yo hay cosa más agradable que ver que tiene Dios cuándo


- 393 -


y dónde ha de premiar, y que hay paso para otra vida más rica y quieta que ésta. Pero, al enbarcadero, al caer en la cama, lo recogió Dios allá dentro de sí, donde no se alterase, marease, desconpusiese ni aun en la aparencia de un peccado venial. Y así, no hubo quien juzgase su enfermedad. Sólo algunas veces volvía y l mostraba conocer a algunas personas y les pedía lo encomendasen a Dios.

 

16.            Ejemplo a imitar

 

            El fue bien encomendado con su mucha penitencia, oración, mortificación, que, en fin, lo propio es lo que vale [308r] y aprovecha. Y quien tan bien había sembrado, buena cosecha haríe en aquella hora. En la cual yo muy cierto tendría a los pobres en la otra vida muy de su parte, porque fue en estremo devotíssimo de ellos.

            Y en esto sólo diré una palabra que se me olvidaba. Y es que, dando yo a un novicio una mortificación liviana, sintiéndolo mucho y quiriendo por ello dejar el hábito, llamé yo a nuestro hermano y le dije: —Su charidad se desnude de los hábitos esteriores y, sólo con el hábito interior y cubierta su cabeza de ceniza, tome un caldero y una scoba y vaya a los hospitales del pueblo a los barrer y linpiar; y ofrézcalo a Dios por el conocimiento y luz de que este hermano tiene necesidad, que, en fin, se va al siglo por una cosa tan liviana; pídale a Dios su conversión. Aceptó al punto su mortificación y púsose hecho un verdadero retrato de penitencia y pareciendo se le reían las entrañas de contento. Que, en fin, mostraba el verdadero rendimiento, pues en nada reparó irse por las calles de aquella manera, donde le conocían tantas hijas de penitencia, siendo tan hombre y tan docto.

            Apenas había salido de casa, cuando el novicio viene llorando a mí y dando voces, pidiendo perdón; y que, siendo la mortificación que le daban tomar una m disciplina en el coro, que no sólo en el coro, pero que él quería salir desnudo azotándose por las calles. Y así lo enpezó a hacer, hasta que yo lo envié a llamar. ¡Qué bien recebida debiera de ser la mortificación de nuestro hermano, pues tan sin enbargo ni prolongación, sino que, letra vista, luego le pagaron y dieron luz y vista al novicio, que hasta allí estaba ciego! Y, aunque de golpe fue premio y paga para el novicio, de recudida lo sería para él, pues tan buena obra había hecho a los pobres con los limpiar y regalar. La cual la pagarían ellos recibiéndolo con la propia rissa nacida de las entrañas, para lo recebir en sus tabernáculos 19, donde pienso vive por los siglos en compañía de los demás sus hermanos. Murió con una rissa notable y un rostro de ángel n.

           


- 394 -


Quiera nuestro Dios, mis hermanos, lo imitemos y nos mejoremos, pues, en esta materia de agradar y servir a Dios, es pozo hondo, mar sin suelo, que nadie es tan sancto, que no lo pueda ser más. Porque los premios de Dios nadie los puede agotar, porque, como el mismo Dios es premio de las almas y él no puede ser comprehendido, por mucho que el más estirado camine da cinco de corto. Pero, como en Dios nada hay pequeño, todos los que de él gozan en el cielo, son grandes, etc.

 

 




a            orig. al marg.



1         Las de Valdepeñas, Alcalá de Henares y Socuéllamos.



b            sigue de tach.



c            sigue baj tach.



d            sigue q tach.

 



2         Era cabeza de los partidos del Campo de Montiel, pertenecía a la Orden de Santiago.



3         Tal vez don Tomás Agea Burgos, que se menciona en el texto de la licencia como bienhechor de la fundación.



4         Con más de mil vecinos, disponía de la iglesia parroquial y cuatro conventos, dos de frailes (dominicos y franciscanos) y dos de monjas (clarisas y dominicas). Son datos que figuran en la licencia fundacional (cf. nota 7).



e            sigue nuevas tach.



f             sigue yo tach.



5         El concejo municipal concedió, con fecha 5IV1603, la ermita de la Madre de Dios, un pedazo de tierra para la construcción y una haza de tierra para sembrado (cedida por el presbítero Tomás de Agea Burgos). Se desea la fundación, no por haber necesidad de más conventos, sino por la «aspereza y vida penitencial» de los trinitarios descalzos.



g            al marg. ojo de 2m.



6         El propio santo reformador.



h            pasa por error del f.292v al 297r



i            al marg. vissión de 2m.



j            sigue salió tach.

 



7         La licencia lleva la fecha del 6VII1603, en AHN, Ordenes Militares. Consejo, leg. 1509. Publicada en ActaOSST V/789 (1956) 329335.



8         El 22VIII1603. El primer superior o presidente de la casa fue Pedro del Espíritu Santo (Ramillete, 220v).



k            ms. investir



l            sigue que tach.



m           sigue que tach.

 



n            orig. al marg.



o            sobre lín.



p            ms. unacosión



q            sigue que s tach.



r            ms. grade



s         sigue mo tach.



t            al marg. la vida del hermano Fr. Bartolomé

 



u            sigue más tach.



v         sigue que tach.



w         sigue rueg tach.



x         sigue según tach.



y         sigue pesas tach.

 



9         Confesiones, 13,9 (CCL 27,246).



z            sigue señores tach.



a         sigue obras tach., al marg. ojo del P. Fr. Julián de 2m.



b         al marg. ojo tach.



c            sigue sierv tach.



d            siervo de Diosespectáculo subr. de 2m.



e            sigue pero tach.



f             sigue p tach.



g            ms. obstentaciones

 



h            ms. obstentación



i            sigue sa tach.



j            sigue y tach.



k            sigue q tach.



l            ms. Pareces



m        sigue a la tach.



n            sigue que tach.



o            al marg nota de 2m.



p            se salta por error el f.300



q         sigue diciendo tach.



r            sigue también tach.

 



s            Es lo de‑principios al marg.



t            sigue seg tach.



u            sigue o buelta tach.

 



v            corr. de antes



w           corr. de susjos



x            ms. suida



y            sigue levantaron tach.



z            sigue que tach.



10        Mt 11,12.



11        Provincia de Murcia.



a  ms. cosa



b            sigue semp tach.



12        Cf. STO. TOMÁS, Sum. Th. 1, q.14 a.15 ad 3m.



c            sigue no tach.

 



d            sigue pue tach.



e            corr.



f             sigue los suyos tach.



g            corr.

 



h            ms. levantadas



i            sigue y tach.



j            sigue ba tach.



13        Cf. pp.107108.



k            corr.



l            sigue y ase de notar tach.

 



14        «...Volumus et mandamus ut his [professi iam assumpti] et aliis qui, ex conventibus laxioribus ad hos reformatos in posterum recipientur, anni spatium concedatur loco probationis, intra quem si qui praefati instituti vitaeque austeritatem tolerare non possint, ab priores conventus regulae modificatae reverti liceat, et si reformati sibi minus expedire eorum societatem existimaverint, missos facere valeant». Cf. Carisma y misión, 730.



m           ms. llo



n            sigue no tach.



15        Cf. Ap 22,11: «Qui iustus est, iustificetur adhuc».



o            ms. decía



p            corr.

 



q            sigue os tach.



r            sigue los tach.



s            sigue conocer tach.

 



t             ms. mostróDecensión al marg.



16        Cf. Lc 15,89.



17        Lo era Francisco Petit (15981612), residente en el convento de S. Maturin de París.



u            corr.



v            sigue verd tach.



w           corr.

 



x            ms. tesolo



y            sigue del envés tach.



z            lectura incierta, tach. de 2m.

 



a            así su vida subr. de 2m.



b            sigue ad tach.

 



c            al marg. spíritu de profecía de 2m.



d            standosepultura al marg.



e            así un día subr. de 2m.

 



f             ms. enfermedas



g            sigue Dios tach.



h            corr.



i            sigue sin fin tach.



j            ms. Alardón



18        El contraste entre el mar tranquilo, visto desde la orilla, y el mar agitado, percibido desde dentro, idea que san Juan Crisóstomo expresa en uno de sus sermones De poenitentia (MG 59,759).



k         corr.

 



l             sigue decía con tach.



m           sigue penitencia tach.



19        Cf. Lc 16,9.



n            Murióángel al marg.

 






Anterior - Siguiente

Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText

IntraText® (V89) Copyright 1996-2007 EuloTech SRL