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San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
XII. BUENOS ACTIVOS ANTES QUE CONTEMPLATIVOS
Digo también que suele provenir el haber aferrado un hombre en estos gustos y sentimientos y no quererlos soltar [de] el no haber procedido en el principio de la vida espiritual por el camino derecho y con el despego que conviene para más aprovechar en la casa de Dios. Para lo cual quiero que notemos dos o tres documentos ordinarios, en que se a suele enseñar el modo de proceder para caminar por lo derecho en esta vida espiritual.
Lo primero digo que, así como en todas las cosas, sean las que Dios inmediatamente hizo y crió, sean b las que hace por medio de los hombres, todas ellas tienen su alto y bajo o diestro y sinistro que llamamos. Dioles una haz mucho más perfecta que el envés, que es más áspero. No nos pongamos a poner exemplo en las criaturas celestiales c, que pudiéramos hallar algo que estuviera d en lugar de lo bajo [467r] y algo en lugar de lo alto. Pues, aunque no son criaturas compuestas, para haberlos de diferenciar sancto Tomás e unos spíritus de otros, considera en ellos algo que esté en lugar de género y algo en lugar de diferencia 1, siendo Dios solamente el eterno, infinito y simplicíssimo.
Pero pongamos exemplo en las cosas de acá abajo. Sean perfectas o sean inperfectas, en todas ellas hallaremos algo más perfecto y menos perfecto, lo alto y lo bajo que voy diciendo. El árbor tiene una parte que está metida en la tierra abrazada y pegada a ella, otra que está levantada en lo alto llevando fructa saludable. El hombre tiene la parte inferior semejante a las bestias y la superior semejante a los ángeles. Tiene dos brazos, uno fuerte y acertero, otro flaco y no derecho. Y así pudiéramos proceder, puniendo exemplo en todas las cosas. Uno de los intentos de Dios en el hacer esta mezcla fue que lo que es menos perfecto en estas criaturas, ayudase y fuese f cimiento y fundamento de lo que es más perfecto. Y así, si la mano izquierda no scribe, ase y tiene el papel a la derecha; y si el hombre animal no percibe lo que es de Dios, sustenta al alma, que es la que lo contempla. Y si no tira el cuerpo la piedra y es el que hace sus aciertos, es quien ayuda a coger las piedras. Y si esta mezcla y ayuda no tuviera lo perfecto con lo que no lo es tanto, es muy cierto que sólo por sí no se pudiera conservar, porque la parte baja sirve de cimiento y fundamento de la parte alta g. Desta manera, en el camino de perfeción hay h una parte
más perfecta que otra, y la una que sirva de ayuda y fundamento a la otra, que son las dos vidas de quien, como de partes, se compone la vida perfecta de la persona que desea con grandes veras servir y agradar a Dios, que son la vida activa y la contemplativa. La contemplativa es la parte alta, la perfectíssima, la que sirve de mano derecha, fuerte y acertera que luego da con Dios. La otra es la activa, que es la parte baja, la que sirve de ayuda y fundamento para que suba y se levante más la contemplativa. Pluviese a la Majestad de Dios esto se entendiese como conviene para obrarlo, que yo sé que hubiese pocos yerros en gente spiritual que desean caminar mucho y por lo derecho.
Digo, pues, que el fundamento de la vida perfecta es la vida activa. Y así como el fundamento está debajo de tierra, [467v] de esa manera la vida activa trabaja y está acá envuelta en cosas de la tierra, como es ejercitar las obras de charidad con el prócximo. Como la parte del árbor baja que en ella las raíces i tienen abrazada la tierra, así es esta vida que abraza lo de acá abajo. Y la contemplativa es como lo demás de la casa, que se compone de aposentos donde vive gente j, como k son las tres potencias del alma: el entendimiento, donde se aposenta el conocimiento de Dios l, en la voluntad su amor y en la memoria su presencia. Y como la parte superior del árbor, cuyas ramas cargan de fructa saludable; y así es esta vida contemplativa, que todas sus partes y ramas cargan de fructa celestial. Según esto, el que quisiere hacer en esta vida un edificio muy suntuoso, grande y alto cual conviene, ut altitudo eius pertingit m ad caelum 2, ha menester lo primero remirarse en estos fundamentos y cómo echa las raíces, que enpiece por esta vida activa.
2. El camino ordinario y carretero
Yo no trato aquí de caminos extraordinarios n de que Dios usa con algunas personas cuando o al primer golpe que las saca del mundo da con ellas en un vuelo en lo alto de la vida contemplativa. Y aun entonces, sin que él lo vea ni lo sienta, se halla echadas las raíces en esta vida activa, habiéndole dado e infundido una admirable conformidad y deseo de agradar a Dios en los actos de mayor humildad que se pueda imaginar. Como acá un hombre, como va criando y perficionándose en el ser de tal hombre, vale creciendo el cuerpo y vese que, como crece en cuerpo, se va perficionando en el tal ser; pero si Dios criase a un hombre perfecto y acabado, junto con esa perfección le daríe cuerpo criado perfecto. Lo propio digo yo: que si Dios llevase a un hombre en la vida de perfección por camino extraordinario, dándole de un golpe vida perfecta en la contemplación, es llano que, aunque
nosotros no lo viésemos crecer en la vida activa, que es la parte baja, se la daríe Dios pegada e infundida con la contemplativa en el ser habitual de la propia vida activa, en la cual, como en sus raíces, tendría la contemplativa su ayuda de costa.
De lo que ahora trato es de un camino ordinario y carretero por donde Dios lleva las almas que quieren aprovechar en su casa. Que es que enpiecen su edificio en la parte baja y hagan buenos fundamentos en la vida activa, que procuren [468r] con unos pensamientos fervorosos sepultarse y enterrarse de suerte que de sí no conozcan sino en humildad y simplicidad, advirtiendo cuán para poco son de su parte y que son tan sin provecho que seríe gran misericordia de Dios que les diese saber para servir en la cocina o hacer el officio humilde. En esta parte ha de sentar muchas piedras firmes, profunda humildad, grande mortificación y penitencia rigurosa. Estos me parece a mí que son buenos fundamentos y raíces para que nuestro edifico suba mucho y la contemplativa, como árbor bien arraigado, cargue de p buen fructo. Porque lo demás fuera querer edificar en el aire y oración y contemplación peligrosa o sospechosa por no tener raíces cuales conviene, y como fundada sobre arena, que a un pequeño aire cairíe todo en tierra.
Exemplos nos harán esto muy fácil. Y plega a Dios lo sea el obrarlo y hacerlo. Digo que, como esto de la penitencia, mortificación y humildad de la vida activa trai consigo un poco de trabajo, quiriendo muchos enpezar esta vida perfecta, la enpiezan por lo que se les antoja fácil, que es la contemplación, siendo la parte más dificultosa si se quisiese entender y alcanzar como ella es, y no como a mí se me antoja. Enpiezan, pues, por esto que les parece fácil, antojándoseles que en cuatro días, sin más principios ni fundamentos, se han de arrobar y subir al tercer cielo, sin haber dado primero siquiera una azadonada en la humildad, penitencia y mortificación, ni haber alcanzado de sí la más mínima victoria de las muchas que son necesarias alcanzar para alcanzar a Dios en ese grado de perfección que pretende. Y así estos tales que edifican sin fundamento, dan al mejor tiempo con todo en tierra, porque el día que Dios no les acude con algunos sanctos pensamientos para su oración, como no aprendieron otra vida, sin q ésa r se hallan del todo desnudos y como seglares, que apenas hay diferencia de ellos.
En dos géneros de gentes pondré exemplo: en unos religiosos que, con algún género de presunción o soberbia, han querido enpezar por ahí, pareciéndoles en su imaginación o pintándoles el demonio que en su pensamiento ya son humildes y que tienen el fructo alcanzado de la penitencia y mortificación. Estos tales, que yo pienso les proviene este mal de ahí, siendo hombres que se están de rodillas dos horas
ocupados en no sé yo qué, salidos de ahí y tratando con otros, los hallaremos tan enteros, sentidos, coléricos como si fueran seglares. Y si éstos hubieran aprendido la vida activa con muchos actos de humildad y penitencia, etc., es muy cierto que, cuando les faltara la vida contemplativa y en ella les diera Dios sequedades, se volvieran a la vida activa de donde salió y por donde enpezó la contemplativa. Pero como no enpezó por ésa, ni salió de ahí, faltándoles o cesando de esotra, dan consigo no en la vida activa, que no la aprendieron, sino en la vida secular, que es de la que salieron. Como cuando a un navío o galera s [468v] que camina para un puerto, si se levanta borrasca, vuélvese a t abrigar u y a favorecer al puerto donde salió. Lo propio digo yo a los varones perfectos, que caminan para lo alto de la perfeción de la vida activa: que, atento que éste es don sobrenatural gratuito que lo da Dios a quien quiere, no es obligado Su Majestad con bonanza llevarlos a todos a que se arroben y alcancen el v modo de unión que alcanzaron los sanctos. Y así digo que a muchos en este camino dificultoso se les suele levantar borrasca y tener necesidad de volverse al puerto do salieron, que es a su penitencia, mortificación y oficios de humildad. Y si padeciendo esta borrasca no tuviese dónde el navío se favoreciese, es llano que el día que le faltase el jugo de la oración daríe consigo en un piélago donde [es menester] Dios y ayuda para no se perder.
El otro género de gente son seglares, como son muchas señoras principales y de título que en sus casas tienen oratorio donde procuran tener algún recogimiento y oración, enpezando, como decíamos, por esto w que les parece fácil, hurtando el cuerpo a estotra parte de la vida activa, que tienen por dificultosa, porque como es gente ocasionada para comer y beber bien y dormir mejor, no acuden a la penitencia que se requería para que sirviera de fundamento x a la contemplación. Es gente puesta en su punto, que por razón de estado dicen que las criadas y criados los han de hablar de rodillas y mirar en el puntillo de honra, cosas bien contrarias a la humildad, raíces verdaderas del árbor de la contemplación. Es gente amiga de su parecer y entera en todas sus inclinaciones, trato contrario de la mortificación, piedra fundamental de la parte perfecta desta vida contemplativa. Y así como la vida de recogimiento y contemplación que ellas dicen tienen en sus oratorios, no tiene el cimiento y raíces que conviene, cuando salen de contemplar salen muchas veces a jurar y maldecir a sus criadas porque no entornaron la puerta, porque les llevaron el recado cuando a ellas no les parecía. Porque esto es cierto, que si estas tales personas entraran por la puerta y camino que se había de entrar a la contemplación, que cuando salieran de ella se hallaran en la humildad y mortificación, que es la que ata la lengua para no hablar en ningún tiempo cosa que no convenga y reprime los pensamientos para no pensar de mi prócximo cosa contra su honor y persona y.
4. Acción y contemplación unidas
La razón principal por qué z los de Babilonia no consiguieron ni alcanzaron lo que pretendían en el edificio de la torre que a querían llegase al cielo, es lo que dice la sagrada Scritura que hizo Dios con ellos: que fue confundirles las lenguas de suerte que hablando cada uno su lengua diferente y no entendiéndose, [468 bis r] b pidiendo los unos cal, daban los otros ladrillo, etc. 3, de suerte que falta de conformidad en las personas que la edificaban fue causa que aquel edificio se quedase para nidos de pájaros. Lo propio digo yo en estas personas que en sí pretenden hacer una torre de vida perfecta, que lo alto de ella llegue al cielo y do está Dios. Que habiendo en este hombre mucha gente que acude a la tal edificación, es necesario entre ellos gran conformidad y una lengua, una inteligencia, de suerte que el hombre interior y el esterior ande todo a una y entre entramos haya un lenguaje: que si el hombre interior contempla, el exterior c haga obras penales y se ejercite en su vida activa. Que si el entendimiento dice Dios en su conocimiento, la voluntad diga Dios en su amor y la memoria diga Dios en su acuerdo y presencia. Y si las potencias y sentidos del alma publican y dicen Dios, que digan lo propio los sentidos exteriores y ayuden al interior con la disposición que convenga, recato en el mirar, silencio en la lengua, guarda en las orejas.
Aquellos que reedificaron el templo de Salamón, según se dice en los libros de Esdras, trabajaban con dos manos. En la una dicen tenían un espada o arma con que se defendían de sus enemigos, y con la otra sentaban la piedra y tendían la cal 4. Estas son las dos manos con que ha de edificar este espiritual edificio el siervo de Dios: con la una, que es la derecha y porción superior, ha de enpuñar el espada y guchillo, que es la palabra de Dios 5, en cuyos misterios contempla. Con la otra, que es la inferior, ha de tender la cal y sentar la piedra de la mortificación, penitencia y humildad, y desta manera alcanzan el ser templos de Dios vivo d.
Pues viniendo a concluir el intento por donde esto se propuso y se trató, que fue saber las causas por donde hay algunos varones spirituales que no saben desasirse de unos gustos y contentos sensibles, digo que, como éstos enpezaron su vida perfecta por la contemplación sin haberse primero mortificado cual convenía y hecho penitencia verdadera y haberse habituado en actos de humildad, temen desasirse de estos gustos, porque saben en faltándoles les ha de faltar su oración y contemplación, que ellos llaman, y faltándoles ésa, no saben officio en que se ocupar y quedan perdidos, porque antes que diesen en esa vida no aprendieron [a] barrer ni fregar ni otras cosas que sirven de sanctos ejercicios
a los que, no caminando por ese camino de gustos, faltándoles o cesándoles de su contemplación, se ocupan y ejercitan. Y así, como gente que en sólo eso tiene su renta, digo en ese gusto sensible, todo el día [468 bis v] se están estrujando, apretando y comprimiendo para ver si acaso pueden destilar devoción o lágrimas que, como cosas que sienten y de que gustan, querían siempre estar cogiendo fructo del árbor. Pues en verdad que árbor que, no tiniendo sus buenas raíces, da fructo, que no sea muy continuo, sino que si un año lo llevare otro ha de estar seco y sin él. Que aun del árbor que está plantado a las corrientes de las aguas dice David que da su fructo a su tiempo 6, de suerte que aun el varón perfecto que riega su contemplación con las vertientes de tantas e obras activas como cada momento hace, aun ése no puede estar siempre arrobado ni siempre contemplando, ¿qué será el que plantó y no regó ni aprendió a ser humilde como le convenía, etc.?
Según esto que está dicho, es gran cosa que en esta vida de perfección entremos por el camino derecho y, si el primer año no fuéremos f contemplativos, contentémonos con ser buenos activos. Quiera Dios dar a mis charíssimos hermanos unos maestros cuales conviene para que siempre aprovechen el tiempo, sin tener necesidad, después de haber gastado mucho, volver atrás a aprender lo que se les olvidaba.
Suelen decir acá de un hombre que es para todo y hace a todas manos: es fulano para silla y albarda. Que es decir que, así como una mula que está acostumbrada a lo uno y a lo otro siempre está ocupada, porque si no hay ocasión de echarle silla y que en ella camine algún hombre, es para que se le eche albarda y que pueda sacar estiércol, limpiar la casa y traer leña, lo propio digo yo de nuestro varón que deseamos sea perfecto: que, atento que no siempre ha de orar ni contemplar, que eso es traer silla y que en ella camine a la posta en compañía de Dios, que sepa para esos ratos vacíos traer albarda y que le carguen cosas de peso y entidad en provecho suyo y de sus prócximos, que se deje cargar de estiércol y actos de humildad, limpiando casa y sacando basura; que, aunque nos parece de poco g valor h, estiércol es esa humildad y mortificación que hace crecer los sembrados de nuestra alma y sirven, aunque parecen basura, de abrigo y defensa del árbor para que no se hiele, para que crezca y dé fructo. Y así es de gran consideración que al pie de este árbor y vida contemplativa procure mucho arrimar estas actiones de que vamos tratando, estos actos y ejercicios de humildad. Los cuales, digo, debe un siervo de Dios primero aprender ante todas cosas.