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San Juan Bautista de la Concepción
Obras II – S. Juan B. de la C.

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IVRESPUESTA A LA CUARTA DIFICULTAD

 

 

 

[230r]                                                  Jhs. M.ª

 

            El cuarto cargo y capítulo es que se quejan que el reino está muy cargado con monasterios, porque se duplican las religiones, crecen las demandas y son molestados los labradores.

           


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Cierto que, si algunas veces no me pusiera a pensar que habíe Dios querido y permitido esta visita en nuestra sagrada Religión para nos probar, mortificar y ejercitar en aflicciones y penas, y para que con claridad se descubra lo que Dios tiene en ella y cuán mal le sabe al demonio el aumento de la virtud y multiplicación de los siervos de Dios, no qué me respondiera a algunos cargos de éstos.

 

1.         Cargo injustificado y cruel

 

            A lo menos pudiéranme descargar a en este capítulo las hormigas del campo, y b los lirios y las aves del cielo, de quien dice Cristo que ni los c unos hilan ni los otros aran, siembran y cogen, y todos andan vestidos y comidos, sin que haya algún animalito por pequeño que sea de quien el cielo no tenga particular providencia de que no le falte lo necesario 1. Y ¡ya revienta el mundo y se afligen los cortesanos y se aprietan los corazones de los poderosos porque unos poquitos de religiosos que se han aumentado en unos conventos reformados comen! Mira si apedrearon ellos los trigos, o Dios los apedreó, porque ellos se entraron frailes; o si estando en el siglo, habíen de dejar de comer; o si lo merecen mejor tantas bandadas de hombres perdidos como sustenta el mundo.

            ¡Oh buen Dios mío de mi alma! ¡Abran las orejas todas las criaturas del mundo, todas presten atención, que hay un grande mal nuevo nunca visto: que crecen los religiosos d, piden limosna y comen; es muy mal hecho, y es menester poner remedio en tan grande mal y se orden e que no coman los religiosos, que gastan el trigo y molestan los labradores! Bien yo, Señor, que no estrechaste tú tanto las entrañas del labrador, que diga esto, pues vemos que quien sustenta al rey, a los príncipes, grandes, poderosos, caballeros, officiales y holgazanes son los labradores; y debajo de su confianza cría Dios tantas diferencias de animalitos en los campos; y de verlos llegar a su montón el labrador, se le regocija el alma y con palabras amorosas les dice: llevad, que Dios da para todos. Y quien sabe que es el obligado f a tantas criaturas, no se le habíe de añublar el alma cuando le dijeran que habíe en el mundo docientos frailes más. Quien desto murmura, trata [230v] y hace torres de viento son los scribas y phariseos, que se van a quejar a Cristo que sus apóstolos y discípulos g cogen spigas del campo 2. ¡Sea Dios bendito!, que no me puedo yo dejar de admirar desto: que se ahogue aquella gente y se aflija por unas poquitas de espigas que cogen los sagrados discípulos de Cristo. Que va el otro meseguero segando, y con particular providencia acude Dios a que se le desmande la spiga y se le caiga de la mano para que la coja el pobrecito, y no consiente que el amo la


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levante ni la estorbe h a coger porque haya para todos 3, y ¡han de faltar spigas i para los poquitos discípulos que Cristo tiene!

            Provee Joseph de trigo a Egipto, enllénales las cámaras y trojes 4 de suerte que haya para todo el reino con grande abundancia, no sólo para un año sino para siete. Envía el gran patriarca Jacob a sus hijos con dineros y a ofrecer j su k hacienda l y personas; danles el trigo, y salen tras ellos dando voces llamándoles ladrones y espías del reino 5. Verdad es que fue dissimulo del gran patriarca, pero verdadera representación de lo que hoy pasa: que ha de haber trigo para todos en el mundo, para todo el reino y en él para buenos y malos, grandes y pequeños, ¡y m porque el religioso come, aunque el pan le cueste sus dineros, ha de ser ladrón y malhechor, y ha de ser bien que se modere en ellos la carga que sobre sí tienen los labradores!

            En tiempo de hambre mandan matar los perros, porque no coman y gasten el pan; y ¡en tiempo de abundancia quieren que se moderen los religiosos y religiones! Si tanta falta hay de trigo y tan molestados son los labradores, miren lo que dice Cristo en aquel exemplo que pone a la Cananea: que no es bien dar el pan de los hijos a los perros 6. Mándense matar tanta diferencia de ellos como hay en el mundo, que sólo sustentan y sirven de vanidad y locura en las faldas de las señoras y damas, los que sirven al holgazán de sus entretenimientos en los campos. Y si es lícito —como responde la Cananea al mismo Cristo— que los perrillos coman y se sustenten de las migajas que cain de la mesa del señor 7, ¿por qué no ha de ser lícito que los religiosos y los que tienen por officio alabar a Dios coman del granillo y limosna que se cai de la mesa abundante que puso Dios para todos los hombres? Si «los ojos de todos los mortales esperan en el Señor y él les da manjar y sustento necesario y, abriendo su mano, enllena todo animal de su bendición» 8, ¿por qué hemos de excluir de este bien y bendición a los que, por el officio que tienen n, están benditos de Dios?

            No fuera mal arbitrio, para que abaratara el pan, quitar los almidones de los cuellos [231r] y guisados, que sólo sustentan la locura de los hombres y el gusto de los golosos; o moderen las congregaciones y número tan sin número de los pajes, lacayos, criados y acompañados de los grandes y de los que se hacen señores a costa de diez criados más. Y si eso es lícito, porque dicen que sustentan pobres, ¿por qué no lo ha de ser que se sustenten en las religiones pobres voluntarios de spíritu, que por sólo Cristo gustaron de dejar sus haciendas a el mundo para que se harte esta gomia y pozo sin suelo de la avaricia de los hombres? Que no se contenta con que el religioso le deje lo que tiene y la capa que trai al hombro y huiga desnudo a la religión


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—como otro Joseph, que sale de casa de Butifar desnudo y preso 9—, sino que quiere que no coma. ¡Notable caso!

            Yo tenía por locura un arbitrio que daba cierta persona a su majestad para que se aumentaran sus rentas reales: de que mandaran no hubiera gorriones en el mundo, porque son unas aves que de nada sirven a la república sino de comer los sembrados; y que esto se podía hacer mandando a los que edifican no dejaran agujeros en las casas y edificios, donde crían; y que, no habiendo estos pájaros, sin falta creceríen las cosechas y se aumentaríen los diezmos y rentas de su majestad. Digo que esto yo lo tenía por locura y desvarío y por cosa imposible, porque Dios, que o crió los pájaros p para que en la diversidad de aves estuviese mejor dibujada la hermosura del mundo, poco le costaba a este Dios, debajo de cuyo cargo está el gusanillo del campo que va arrastrando por el suelo, mudarles el q lecho y cama y hacer que los r que habitaban en los tejados y agujeros de las casas mudasen su habitación y casa al campo y despoblado, como gente perseguida y desterrada; lo cual hicieran ellos de buena gana por salvar su vida, como lo han hecho los demás animales que son perseguidos del hombre: que no sólo huyen de ellos, pero se asconden y meten en las cavernas y aberturas de la tierra y en las spesuras de los montes. Y también digo que esa mudanza la pudieran hacer con mucha facilidad, porque tienen poca ropa en la cama que mudar y poca hacienda que llevar, y fácil les es sacudir las alas del polvo; y como gente perseguida en la ciudad, donde viven los hombres, se pueden mudar a otra, donde viven las bestias y demás aves del campo. Pues digo [231v] que, por estas razones, a mí me pareció locura el arbitrio. Pero digo que, habiendo visto este que ahora han sacado de que los religiosos no se aumenten ni se multipliquen y crezcan los conventos porque los labradores s son molestados, que queda abonado y que fue discreto quien daba tal arbitrio, que, en fin, no trataba de los hombres que profesan alabar y bendecir a Dios. Y si a un hombre le dijesen: señor, no hay pan en casa, no ha de decir: pues váyase de ella el hijo, sino: primero las bestias que comen y luego los criados y lo postrero ha de ser para los hijos. Y así esta persona a falta enpezaba por los pájaros del campo, que los crió Dios para servicio del hombre; y que el postrero para quien ha de haber pan ha de ser el hijo de la casa de Dios. Pero que sin faltar quieran desterrar a los hijos de casa, ¡estraño arbitriot

            Espántanse los predicadores siempre que tratan de la crueldad de los scribas y phariseos u que persuadían al pueblo sus tradiciones de suerte que venían a desobligar a los hijos de la deuda tan ligítima v que tenían a sus padres; y porque no faltase para sus ofrendas y sacrificios, eran causa de que los judíos no honrasen a sus padres, como debían,


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dándoles el mantenimiento necesario. Digámoslo en pocas palabras: porque hubiese tortas para ellos, no habíen de comer los padres, obligación tan precisa y honra tan debida del hijo que habíen engendrado. A quien Cristo reprehende agriamente (Mat. 1510, etc. Pues si éstos son dignos de reprehensión porque usurpan la honra que los hijos deben a los padres por ahorrar para ellos w pan, ¿qué culpa será querer estorbar la honra tan debida que se le da a Dios en estas religiones reformadas x, porque, no comiendo o no habiéndolos, habrá más pan y más tortas para los que aun no son sacerdotes ni ofrecen sacrificios al Dios de Israel sino a su vientre, a su gula y sensualidad?

            Estraña crueldad la del rico avariento: que tenía al pobre Lázaro lleno de llagas a su puerta y muerto de hambre, et nemo illi dabat, y no habíe quien le diese un pedazo de pan; y los perros de casa, hartos y satisfechos, enseñaban misericordia al rico lleno y glotón, porque venían a lamerle las llagas y a regalarle 11. Que haya quien quiera que se ahorre el pan, no digo yo de los pobres que pasan por la calle, que ésos, en fin, si en una puerta no les dan a otra llegarán, pero de los religiosos, que las suyas tienen cerradas a la libertad, calle y paseo: debe ser juzgado por cruel y, etc.

 

2.         Los labradores y los religiosos se favorecen mutuamente

 

            Estando ya David a la muerte llamó a su hijo Absalón [sic] y, acordándose de todos aquellos de quien habíe recebido bien, le manda que los reciba, acaricie y siente a su mesa: Sed et filiis Berzellai Galaaditis reddes gratiam, [232r] eruntque comedentes in mensa tua: occurrerunt enim michi quando fugiebam z a facie Absalom 12; recebí, dice, buenas obras de los hijos de Barcelay Galadites cuando, afligido, huía de Absalón, así son dignos de que los pongas a tu mesa y coman tu pan.

            ¡Oh, si a considerasen los príncipes y reyes quién son los que les acuden en sus necesidades temporales y espirituales, qué habría de labradores premiados y de pobrecitos religiosos regalados! Los unos gastan el día y la noche, ivierno y verano, en labrar y cultivar la tierra para con sus fructos sustentar el mundo; los otros, todo el año en obligar a Dios con sus continuas penitencias para la paz y conservación del reino. ¡Qué mal arbitrio ayudar a los labradores a costa de los frailes: que no haya tantos conventos ni se multipliquen tanto las religionesb ¡Y, por otra parte, querer ayudar a los religiosos a costa de los labradores c, doliéndose de ellos como si sustentar al religioso fuese obligación precisa de solo el labrador! Paréceme que esto es lo que acá solemos decir d


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del que hurta de la hacienda que trata: que del cuero salen las correas. Quieren favorecer al labrador disminuyendo los religiosos; y eso es favorecerlos a su costa y de su propia hacienda, porque los religiosos no son otra cosa sino un gobierno del cielo y de los buenos tenporales, cuando con sus oraciones y sacrificios claman y piden a Dios el agua, el sol y tiempo acommodado. Y si el religioso no tiene a quién acudir por sus limosnas, el labrador no tiene de quién se favorecer en sus necesidades sino de religiosos. Pues querer sean menos los religiosos es querer tengan menos alivios y ayudas para sus necesidades. Y siendo el socorro del religioso el misericordioso labrador, es querer también ayudar al religioso a costa de sus propios y hacienda.

            ¡Oh qué lindo arbitrio, para ayudar entramas obras, aconsejar en estas cortes que los grandes y poderosos caballeros y mercaderes ayudaran a su majestad con el tercio de sus haciendas para la guerra y necesidades; y que los criados que sustentan detrás de sí, los sustentaran en una frontera; y con esto que se dejaran un poco resollar a los pobres labradores, quitándoles algo de la carga pesada que tienen! ¡Qué lindo arbitrio para los religiosos decir estos poderosos y grandes que el dinero que gastan en juegos y locuras lo querían gastar en sustentar cada uno su convento destos frailes pobres y reformados [232v] y hacerles las casas y conventos! Fuera muy lindo arbitrio para los labradores que no fueran tan molestados de los ricos y poderosos, y que en el año estéril no fueran ejecutados por las rentas y tributos como en el año bueno. Esto era razón y justicia: que los temporales corran e por los unos y por los otros de una manera. Y [no] que, si no llueve, eso ha de ser para el labrador, que el rico y el mercader, a quien el pobre ha de pagar tributos de los fructos y esquilmos de la tierra, cierta tiene el agua a buen tiempo, y el año para él ha de ser colmado y revertido. Estraño rigor, que pida el labrador los buenos temporales con cruces y procesiones, y que le ejecuten a él con alguaciles y cárceles. ¡Que lo quieran sobrellevar! Y ¿sabido la cortesía que le hacen? Es quitarle de delante los ojos al religioso, a quien voluntariamente da un celemín de trigo. Que pudo ser, y será lo más cierto, que todo el montón se lo haya Dios dado para que sobre aquel celemín que ha de llevar su siervo.

 

3.         Los bienes que Dios concede por los justos

 

            ¡Oh buen Dios! Y si los hombres supiesen cuán cuidadosa es la providencia de Dios para con el justo, ¡cómo procuraríen que cada día se multiplicasen los que por officio tienen alabar a Dios, para que, proveyendo Dios a sus siervos, sobre para quien no lo es!

            El día que al propheta Elías le faltó el agua f en el arroyo Carith, donde él estaba recogido por el tiempo que Dios habíe determinado de


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no llover a aquel pueblo y castigarlo con muchos años de hambre; el día que al propheta le falta g lo necesario para su sustento, apareja Dios sus nubes, vuelve los vientos y acude a los hombres 13. Veamos, Señor, cuál es la causa de esa mudanza: ayer tan enojado que no se parece en el cielo una nubecita por pequeña que sea, sino sol que abrasa, y ya hoy de una nube como una huella de un hombre se estiende de suerte que riegue toda aquella tierra y la deje fértil y abundante. Sí, que le falta a mi siervo agua, y a él quiero se la dar tan cumplida y revertida que, con lo que sobre, haya para regar todos los sembrados de la tierra, y con que pueda haber año fértil. Que eso significó aquel decir la Scritura Sagrada que vido el criado de Elías una nubecilla en el cielo, pequeña como la huella de un hombre 14. Que no deja de tener misterio el dar [233r] principio Dios a pluvia tan deseada con una nubecita pequeña como una huella de un hombre, y tan pequeña que, para verla el criado del propheta, fue necesario salir siete veces y mirar con atención contra la mar, donde habíe de formar. Que con esto fue decirles: cuando veáis llover sobre vuestros sembrados y venir los buenos años, advertid que la causa de esa lluvia es mi propheta, a quien lo traéis despreciado y debajo h de los pies hecho huella; y ese que delante de vosotros es de tan poca estima, ante mis ojos es de tanta consideración que, si despliega sus ruegos y oraciones, llegarán a regar toda la tierra. Luego, según esto, agua envía Dios porque le falta al propheta y porque él la pida. Y no es Dios tan escaso que a su siervo se la ha de enviar tan por tasa que no sobre de las migajas de su mesa para los que eran y habíen sido perros y desconocidos a Dios.

            Esta es la causa por qué, tratando Cristo de la largueza que su Padre tiene con los hombres y diciendo cómo les enviaba agua y sol, primero puso los i buenos y luego los malos, primero los justos y luego los injustos, diciendo por san [Matheo]: Qui solem oriri facit j super bonos et malos, et pluit super justos et injustos 15. Que es decir: es tanto lo que amo y quiero a los buenos y a los justos que, enviándoles sol y agua, de lo que se revierte de la medida que les envío hay para regar todos los sembrados ajenos del remanente k y sol para fructificarlos.

            Habíele seguido a Cristo muchedumbre de gente en el desierto; y dice Cristo a sus discípulos: ¿Qué haremos de pan para esta gente? quia ecce iam triduo sustinent me, et non habent quod manducent; si dimisero eos ieiunos, deficient in via 16; ¿qué haremos de pan para esta gente, que ha tres días que andan tras mí y no tienen qué comer? Si los soltáremos sin comer, desfallecerán en el camino. ¡Sean benditas tales entrañas de misericordia que se derriten en presencia de un justo necesitado y, delante de las personas que se van tras Dios, se derriten y corren hasta llegar al remedio de sus necesidades! Y así lo hizo, que tomando aquellos cinco


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panes y dos peces en sus manos benditas, los multiplicó de suerte que, como dice san [Matheo], se hartaron y satisfacieron, y sobraron doce canastas de mendrugos y pedazos 17. Veamos, Señor, vos sólo buscáis pan para que coman los que os sirven y siguen; ¿para qué l son estas sobras de tantas canastas? Sabéis que está Dios diciendo: no soy yo tan escaso con los que me siguen que les tengo de dar la ración tasada y escasa, sino colmada y revertida, de suerte que sobren doce canastas de pedazos; que siquiera los que están presentes [233v] y me siguen, lleven pedazos de pan benditos para los que no me siguen y para los que se quedaron en el pueblo en sus tratos y contratos. Sepan y conozcan por esas sobras qué sobrado es Dios para con los que le siguen pues, ellos hartos y satisfechos, hay retazos y remiendos con que Dios sabe remendar la hambre canina que tienen los que viven en el siglo.

            Y no carece de misterio (pues en la Sagrada Scritura todas las cosas lo tienen, por pequeñas que sean) hacer Dios el milagro y la multiplicación de estos panes, para los que le seguían y para los que en el pueblo se quedaban, de cinco panes y dos peces. Porque este número de dos y de cinco es consagrado a millares de cosas, que seríe largo el contarlo. Basta traer un testimonio u dos: en el templo se redimían los hijos con cinco siclos 18, con dos tórtolas o dos palominos m 19; a sus apóstolos los llamaba Cristo de en dos en dos 20; a las ciudades n de Sodoma y Gomorra les destruyó por faltar cinco justos sobre los que Dios pedía 21; y las vírgines prudentes fueron cinco 22. Dándonos a entender por estos dos números, con que Dios hace el milagro de los dos peces y cinco panes, que cinco justos son por quien Dios redime las necesidades de los hombres; y que, si una república estuviere tan pobre de ellos, que siquiera ofrezca dos, significados por los palominos simples o tórtolas que lloran; y que por cinco justos, como sobre cinco panes, multiplicará Dios las mieses de los campos y hartará a los unos y remediará con las sobras a los otros.

            Según este argumento, no es bueno el que hoy se hace (pues somos cristianos y debemos creer esto) diciendo que se descarguen los labradores con que no haya tantos conventos y tantos religiosos, pues ellos son por quien Dios descarga al mundo de tantas necesidades y enllena tantos vacíos.

            Según esto, asalariados habíen de tener los pueblos a los siervos de Dios. Y no sin falta quiso Su Majestad que los religiosos fuesen hombres ligados y atados con tres votos y encerrados detrás de paredes, que parece quiso Dios en esto hacer bien al mundo y darle lo que tenía necesidad para remediar las o muchas que tenía, dándole religiosos captivos y presos: captivos con votos y presos en sus conventos, para que no se les vayan. Como quien dice: tened gran cuenta en guardarlos, estimarlos y tenerlos; ya yo de mi parte os los doy seguros con votos,


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prisiones y clausura; mirad, no seáis vosotros la causa de que se os suelten presos de quien tenéis tanta necesidad, [234r] que no es pequeño remedio vuestro tener entre vosotros presos y captivos a los que yo amo y quiero, que, en fin, por ellos y por su rescate os tengo de dar lo que vosotros pidiéredes. Y, si no, consideremos: si nuestro rey tuviera un hijo en Turquía o algunos parientes captivos, cuán diferente lo hiciera con ellos, ya dándoles lo que pidieran y haciendo lo que quisiesen. Los justos son hijos de Dios, gente que voluntariamente se quiso dar y entregar por captivos y prisioneros metiéndose en estos calabozos oscuros de las religiones; y tanto cuanto la religión es más estrecha y reformada, tanto es más guardado el captivo y más seguro el preso, por quien Dios ha de acudir a las peticiones y ruegos de los que viven en el mundo.

 

4.         El verdadero peso del mundo son los pecados y los pecadores

 

            ¡Qué mal arbitrio! Dicen que el mundo está muy cargado, y quiérenlo descargar de algunos p conventos y de los religiosos, que no haya tantos. Pregunto yo: si en la mar una nave padeciese alguna borrasca grande, que fuese necesario aligerarla, ¿no seríe crueldad que enpezasen a descargarla echando los hombres a la mar, y dejasen las sacas de lana, costales y cajas de mercancía, piedras y metales que pasan de una parte a otra? Si el mundo, hermano, está muy cargado, suelta y echa a lo fondo tantos peccados como tú trais a cuestas, tantos gastos, tantos vestidos que parece ya un hombre saca de lana; echa esos metales a los hospitales, y esos dineros dalos a pobres, y acude con tus rentas y sobras a tus reyes. Ese es buen principio de aligerar el navío, y no querer echar a lo fondo y enviar a la perdición tantas almas como pretenden salvarse en las religiones reformadas.

            Diferente arbitrio fue el que dieron aquellos bárbaros gentiles, a quien dice la prophecía de Jonás que se les levantó en alta mar aquella cruel tempestad: que fue echar suertes a ver por quién se habíe levantado la tempestad y quién era el peso del navío que lo pusiese a peligro de se perder; y hallaron que era el inobediente Jonás, que iba huyendo de Dios, porque a él le cupo la suerte y a él lo arrojaron a la mar y él fue q a quien tragó la ballena 23. Pero los señores que ponen este cargo de que el mundo está muy cargado, lleno de necesidades r, guerras y borrascas, echan la suerte y dicen con falsedad y mentira que les cabe a los obedientes, a los que en los conventos reformados entran a cumplir los preceptos de Dios; y que ésos se echen en la mar y tornen al mundo, y que a ésos se trague la bestia que en el mundo anda


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dando bramidos buscando a quién tragar. Premedita, hermano, primero que eches la suerte, que ésta no se ha de [234v] echar por tu juicio sino por el de Dios, que es el que conoce los corazones de los hombres, y en sus manos están nuestras suertes, manos que no se pueden engañar en dar a cada uno la que sus s obras merecen.

            Y pues Dios es justo, sentencia tú con justicia y di, si quieres aligerar el mundo, que se echen en la mar los inobedientes a Dios y a sus preceptos, los que van huyendo de Su Majestad. Estos que viven según su gusto y propia voluntad, es de quien pedía David a Dios que los echase del mundo: Deleantur de libro viventium, et cum justis non scribantur 24; no es razón que vayan envueltos con los justos los que sin rienda te ofenden; hágase diferente patrón y escritura de por sí para los malos, y no salga su suerte envuelta y mezclada con la de los justos, sino vayan fuera; descendant in infernum viventes 25, bajen a lo fondo, trágueselos el infierno, y pues son obstinados, no los vomite, sino allí los detenga para siempre jamás. Estos son a quien no puede sufrir ni sustentar por su grande peso el cielo ni la tierra, pues vemos que, en el punto que los ángeles peccaron, el cielo los arrojó y echó de sí 26, que no los pudo sufrir; y el paraíso hizo lo propio con nuestros primeros padres 27; y la tierra se abrió y tragó a Datán y Abirón 28, y se hundieron t. Pesan mucho los que ofenden a Dios, y no los puede sustentar una tierra tan maciza y tan bien sentada y afirmada en las bases que Dios le puso.

            ¡Estraña cosa! Que se encarga el Hijo de Dios de los peccados de los hombres y pone a su cuenta y se encarga de satisfacer por sus culpas, y no tomándolas en sí sino sus penas, al puncto u pesaron tanto que dieron con él en el suelo, y llevándolas sobre la cruz, le hicieron arrodillar, con ser el brazo fuerte del Padre; y en el puncto que en Cristo se olió que habíe alguna obligación de pagar culpas aunque fuesen ajenas, se le levantaron tantas borrascas que fue necesario echarlo su Padre en el mar tempestuoso de las tribulaciones y trabajos, y que se lo tragase la tierra por aquellos tres días que estuvo muerto, como si él propio fuera el que habíe cometido la inobediencia en el paraíso. Pero, como no estaba a su cuenta más que la pena de esos delitos, no salió feo de ella —como pudo salir Jonás escupido de un animal tan asqueroso como el que lo habíe tragado 29—, sino glorioso y resplandeciente.

            Aprendamos de aquí, todos los que trataren de esta materia, cómo quien pesa y carga al mundo son peccados y peccadores, y que éstos son de quien se debe aligerar, no digo yo del modo y traza que ellos dicen para los religiosos sino, por el contrario, que se orden [235r] cómo se arrojen en aquel piélago de la misericordia de Dios, que tiene tan ancho estómago que en él caben todos cuantos peccadores hay en


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el mundo; y aunque hubiera otros infinitos mundos, todos cabían, que propiedad tienen los que allí recibe de vomitarlos a buen puerto y ponerlos en seguro, y salvar por otra parte el navío cargado. O, si no, digamos que estos ricos y peccadores que así pesan, que los arrojen y echen en otro mundo espiritual que Dios en esta Iglesia tiene puesto, y preparadas en él religiones que, como ballenas la boca abierta, los aguardan para los tragar y vomitar a su tiempo; que si feos y asquerosos por la desnudez y pobrezav, con eso salvan y libran su vida como otro Jonás.

 

5.         Los religiosos, necesarios para la buena marcha del mundo

 

            Este es buen modo de aligerar el navío: quitarle lo que pesa y hace cargo. Que necio fuera el marinero que, por cualquier borrasquita, echara las velas a la mar pareciéndole que ellas son las que estorban, siendo los pies y las alas del navío con que camina y vuela. Son los religiosos y justos en la república estas velas, en quien sopla el aire del Spíritu Sancto, quien hace caminar a los peccadores estorbados y detenidos en sus culpas y peccados w; los cofrecillos de riquezas y joyas que se han de guardar hasta la fin del mundo son estos conventos reformados, porque en ellos y por ellos dice Cristo que se abreviarán los días de la tribulación y trabajo 30.

            Quieren contar una fábula. Que el cuervo, viéndose viejo y pesado que no podía volar tan bien como en otro tiempo, determinó de ir a tomar consejo con la zorra para saber qué haría. Púsole delante su vejez y que ya estaba muy pesado y cansado, que apenas podía volar. Díjole la zorra: Yo te daré un buen remedio: tú andas muy enplumado, quítate algunas de esas plumas con el pico y quedarás más liviano, que en fin quitas y descargas del peso y ropa que trais sobre ti, y con eso estarás más liviano; mírame a mí —dijo la zorra— que no tengo pluma ninguna, y no me falta el sustento, antes me sobra para mis amigos; corro con ligereza y me mando muy bien sin tener quien me enbarace x. Hízolo así el cuervo: enpezó a desplumarse de suerte [235v] que cuando quiso volar no pudo. Cuando la zorra lo vido sin pluma pelado y que no volaba, díjole: Sábete que los médicos me mandan y a mí comer desta manera las aves y sustentarme con cuervos pelados 31.

            Fábula que pasa al vivo en la materia que vamos tratando. El mundo vese viejo, cargado, pesado, que ya no puede volar como solía en sus grandezas y gastos extraordinarios; y hale parecido consultar al demonio. Y hale respondido que se pele, que se quite la pluma, que son los


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religiosos, alas y velas con que el mundo vuela y navega, para, cuando el demonio vea al mundo pelado y limpio y que ya no puede volar, decirle que de esa manera se traga él las ciudades, cuando no tienen justos que las defiendan. ¿Es posible que habíe de ser el mundo tan ignorante, que habíe de pedir y tomar parecer de quien busca nuestra perdición? Cuánto mejor fuera que la zorra, si quería aligerar al cuervo y que volara mejor z, decirle: Hermano, no enllenéis tanto el buche ni os andéis sacando los ojos a cuerpos muertos, y desta manera estaréis más liviano. Pero diole el consejo en provecho suyo, y no del cuervo, y así quedóse el pobre sin pluma ni pelo. En esto echo yo de ver que éste ha sido consejo del demonio y en su provecho: en ver que quiere desplumar al mundo para tener menos embarazo en los religiosos y justos para hacer su plato de carne perdigada. Si el consejo fuera que los hombres que en el mundo andan hechos cuervos, enllenando el buche de carnes ajenas y sacando los ojos a los pobres como si fueran cuerpos muertos, que remediaran esto y se fueran a la mano, éste era buen consejo y aliviar al mundo viejo, que ya no tiene tanto calor para digerir tantos desatinos como en él se hacen, tantos gastos y locuras.

            La razón que Dios da en el Génesis a por qué pesaba el hombre tanto que ya no lo podía sufrir, fue porque era carne. Así lo dice el mismo Dios, capítulo [6]: Poenitet me fecisse hominem 32, non permanebit spiritus meus in homine b, quia caro est 33; pesa mucho hombre tan lleno de carne y tan metido en cosas de carne, no puede sufrir tan pequeño spíritu como tiene carga de tanta carne; menester es c que los apartemos. Y pues la carne ha rompido sus caminos y pasado los términos que yo le puse, ha subido de peso. [236r] Que eso es pasar sus caminos, que parece Dios le habíe puesto d tasa y dádole peso y medida de lo que debía pesar; pasó de ese término, rompió su senda e, y fue necesario aligerar el mundo de semejante carga y borrar al hombre que habíe formado, con las universales aguas del diluvio. La carne es la que pesa, ésa es la que tiene pesos falsos pues pasa de los límites y términos que Dios le ha puesto y come ración doblada y engulle maldades, abominaciones f, gastos y desatinos; que viene a engordar tanto que ya el mundo no la puede sufrir porque el mundo tiene poco spíritu, y g es menester apartar al uno del otro y borrar h cuentas tan torcidas y erradas como trai la carne; gasta mucho y come mucho, es menester ponerle tasa y concierto.

            Pero decir que es menester descargar el mundo y, para descargarlo, decir que hay muchos religiosos y que i los conventos se duplican, es decir que el mundo no puede sufrir tanto spíritu y que tanto fraile y convento pasa ya los límites de las fuerzas que tiene la carne; y que


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la carne no tiene caridad para sustentar tanto fraile, digo, los hombres que viven en el mundo y según las leyes de la carne no pueden sufrir tantas limosnas, tantos sermones y exemplos como se les duplican. Y que para eso es necesario que haya un diluvio contra el spíritu. ¡Oh qué malo y desatinado arbitrio! Bueno fuera que le dijéramos a un hombre pesado, para aliviarlo, que enflaqueciera los güesos y debilitara los nervios. Era eso yerro, porque son ellos el fundamento del cuerpo y quien lo sustenta y aligera; quien lo carga son las comidas, la gordura y mucha carne; para lo aligerar, purgaos, hermano, no comáis tanto, idos a la mano, ayuná, velá, trasnochá y trabajá. Los güesos y nervios de la república, quien la sustenta y tiene en pie, son los religiosos y religiones. Estas de suerte ninguna no se deben apocar, porque la carne sola sin güesos no puede estar; y mientras los güesos fueren más fornidos y más limpios, el compuesto más fuerte. Mientras las religiones más reformadas, el mundo más entero y compuesto, porque solo, sin ellas, no se puede conservar. Y así, para aliviarlo, no ha de ser descargándolo de los nervios y güesos, sino moderando [236v] la carne, que no coma tanto, purgándola de la cargazón de malos humores que en sí tiene; haciendo que los del mundo, que son carne, ayunen un poco de cosas de su gusto, y no quieran ejecutar todos los pensamientos de sus locuras, así en el vestir como en la majestad que train consigo. Háganlos trabajar y tomar officio, que siendo holgazanes la carne engordará mucho y, como bestia cerril, no habrá quien se averigüe con ella. Háganla velar en el cumplimiento de la ley de Dios. Esto es descargar y cortar de lo que sobra, y no querer quitar de lo necesario; y con esto quedaríe el j mundo reformado y algo aliviado.

 

6.         Los religiosos alivian el peso del mundo

 

            Digo más, que habiendo muchos religiosos, se descarga el mundo, porque, antes que éstos entrasen frailes, estaba cargado con estas personas más, y tenía más con quien cumplir y era fuerza tener más apretura repartiendo lo poco que él tiene y el poco caudal con que se halla con muchos. Y así como en una casa de seis o siete hermanos, si se mueren los dos o tres, quedan los demás ricos y más sobrellevados —y aun vemos que los padres, para casar bien una hija, meten otra monja—, partido es para el mundo que se le entren muchos frailes, que en fin ésos se le mueren y son menos y le dejan sus haciendas y riquezas para que pueda acudir a otros.

            Y aun el día de hoy k usan los turcos l, cuando uno entra reinando, matar a sus hermanos, los cualesdicenmueren de buena gana m porque piensan se van al cielo derechos con su Mahoma. Y la razón por qué tienen entre ellos esta ley es porque el hermano que reina goce con más seguridad y a solas el reino, sin que haya quien le


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perturbe ni moleste, ni quien quiera mañana salir a la parte del reino que goza. Esta es tiranía y crueldad inhumana n. Que la que se usa entre los cristianos, entrándose unos hermanos religiosos para gozar de un cielo verdadero, resultando de ahí que los otros hermanos queden más y mejor acommodados en el siglo, es divina y celestial obra; y el propio mundo, por la parte que le cabe, lo habíe de agradecer, que, en fin, dejan los reinos, los mandos y posesiones a que podían tener acción, para que los otros hermanos y hijos del siglo lo gocen más por entero y seguridad, no tiniendo en el siglo quien les haga guerra ni perturbe sus tenencias y posesiones; pues los que entran en religión, ya mueren para el mundo, viviendo [237r] para Dios. Y su capa y reino le queda más entero y no dividido y hecho pedazos como el del reino de Salamón, que quiriendo Dios dar a o Jeroboán, le manda al propheta Ahías que le salga al encuentro en el campo y que tome su capa nueva y de ella haga doce pedazos y, de ellos, los diez a Jeroboán en señal de que le tengo de dar diez partes del reino que Salamón tiene y posee; y se los tengo de quitar al propio Salamón p por haberse apartado de mí y adorado dioses falsos 34. Luego, según esto, dejar los religiosos a los que viven en el mundo sus retazos y pedazos de su capa para que con ella entera se cubran, es merced que les hacen y alivio que les dejan.

            Una de las razones por qué Cristo dice por san Matheo 23 que el mundo está cargado de pesos que no se pueden llevar ni sufrir es porque hay muchos que mandan y pocos que obren: Alligant onera gravia et importabilia; digito autem suo nolunt ea atingere 35; gente que las propias leyes que entre sí tienen las hacen cargas pesadíssimas e incomportables, con ser una gente que ni aun quererlas tocar con el dedo no quieren. Porque es cosa cierta que, cuando hay quien ayude a llevar la carga, será menor el peso, causa muy suficiente para que la ley de Cristo sea suave y amorosa, porque no sólo Su Majestad tocó con el dedo lo que mandó, sino lo obró y puso sobre sus hombros. Esto presupuesto, digo que la mayor carga y peso que tiene el mundo son los mandamientos de Dios y sus leyes, carga que se le hace tan pesada que apenas se puede menear con ella, por ser cuerpo enfermo con pecados y débil y flaco de virtudes. Dar Dios muchos religiosos es darle quien le ayude a llevar la carga, quien en ella le alivie y facilite, habiendo gente que con q pensamientos, palabras y obras hagan lo que Cristo manda y que con su exemplo los que viven en el mundo con más facilidad obren y cumplan lo que Dios manda. Luego, según esto, los que se entran religiosos descargan el mundo, pues la mayor carga que él tiene, que es el cumplimiento de la ley, son ellos quien primero y con más veras se la echan a sus cuestas.

           


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Tanbién decimos en este tratado r cómo la mayor carga que el mundo tiene es de peccados, pues éstos aun la tierra no los puede sufrir, y no sólo lo que pertenece a culpa, sino también lo que pertenece a pena. De la culpa dijo el propheta David: Filii hominis, [237v] usquequo gravi corde? Ut quid diligitis vanitatem, et quaeritis mendacium? 36 ¿Hasta cuándo, hijos de los hombres, habéis de traer un corazón tan cargado y pesado, lleno de falacias y vanidad? (Ps 4). De la pena dijo Salamón (Ecclesi. 40): Grave jugum positum est super filios Adam a s die exitus de ventre matris eorum usque in diem sepulturae 37; estraña carga fue la que dejó Adán sobre t sus propios hijos dende que nacen hasta que tornan a la sepultura. Pues veamos, ¿quién descarga al mundo de estas dos cosas sino los religiosos? Pues ellos son los que se comen los peccados del pueblo, como dice el propheta [Oseas]: Peccata populi tui comedent sacerdotes 38; se comen y tragan los peccados del pueblo: las culpas, rogando por ellas, intercediendo a Dios, apocándolas, curándolas y predicando contra ellas; y las penas, tomando a su cargo y a su cuenta la satisfación de las culpas haciendo penitencia por todo el pueblo. La u serpiente de Moisés v tragóse w y comióse las serpientes de los magos en Egipto 39. Son los religiosos los que se tragan las serpientes y peccados del mundo, quien apoca sus penas y alivia sus culpas. Y así es de grande partido para descargar el mundo que haya religiosos muchos, que contrasten y deshagan las cargas que el mundo sobre sí tiene.

 

7.         Once cargas del mundo, según el profeta Isaías

 

            Capítulo acerca del propio cargo x.

            Aunque es verdad que hemos dicho algunas cargas de las que el mundo tiene, y el alivio que y los religiosos le dan, pero, con todo eso, como son muchas y tantas que pienso no seríe posible agotarlas, por ser más y comparado con tanta propiedad a la mar; y así como no seríe posible agotar la mar ni decir por medida el agua que tiene, de esa misma suerte no seríe posible decir z, medir a o pesar las cargas que el mundo tiene, debajo de quien los hombres más poderosos y fuertes están gimiendo, según aquello de Job, capítulo [26]: Gemunt [238r] gigantes sub aquis 40; caídos esos poderosos debajo de la carga y como metidos debajo de ella como debajo de un profundo b lago, están gimiendo. Pues, siendo tantas las cargas que el mundo tiene, no es posible conocer la necesidad que tiene de quien se las ayude a llevar, mientras no se tantea poco más o menos según nuestros entendimientos alcanzaren. Y aunque es verdad que quería dejar este discurso por parecerme habíe de ser un poco largo, con todo eso parece hacía agravio al asumpto


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que he tomado contra los que dicen que al mundo se le ha añedido c carga con los religiosos y frailes reformados que tiene.

            El propheta Esaías en el capítulo [13 y siguientes] cuenta once cargas que vido habíe en el mundo. Y por ser tantas, no las contaré juntas, sino cada una de por sí. La primera, onus Babylonis 41, la carga de Babilonia. Babilonia quiere decir mundo. Y llamar y decir el propheta al mundo carga, fue decir que el propio mundo, él de suyo, sin buscar otra razón y causa, él propio es peso y carga que hace inclinar y bajar la cerviz al más estirado d. El amor del mundo, su alma y vida es codicia; y la codicia deprime, dice san Bernardo, a los miserables que viven en él e de tres maneras: con trabajo, con temor y con dolor. Con trabajo, dice, viene el hombre a lo que desea, con temor lo guarda y con dolor lo deja y pierde 42. ¿Qué rey ni poderoso señor no busca y adquiere con trabajo lo que desea? ¿Qué rey tan seguro que a nadie tema? ¿Qué rey tan poderoso que lo que pierde no lo pierda con dolor? ¿Quién hay de los que viven en el mundo libre desta carga? ¿Quién hay que no codicie y desee, por pobre que sea? ¿Quién hay que no lo procure con trabajo, lo guarde con temor y lo deje con dolor? ¡Carga terrible y pesada!

            La segunda carga llama el propheta onus Philistin 43, la carga de Filistin. Filistin quiere decir el que cai enbriagado y con bebida. Por quien el glorioso Bernardo 44 entiende los demonios que cayeron del cielo enbriagados con soberbia y elación. Y ésta es otra carga cruel y terrible que tienen los del mundo f, con que procuran los demonios cargarlos y fatigarlos para que incurven e inclinen a las cosas de la tierra, y no miren a las del cielo, que son las que ellos perdieron. La cual carga la ponen con crueles tentaciones y aflicciones. Desta carga habló san Pablo cuando dijo (ad Efesios 6): Non est nobis colluctacio adversus carnem et sanguinem 45; [238v] cruel batalla y guerra es la que tenemos, dice san Pablo, no es contra carne ni sangre sino contra príncipes y potestados, contra los que rigen las tinieblas. Que, siendo pelea contra enemigos fuertes y hecha en tinieblas, será mayor carga y pena. Desta carga habló san Juan en el Apocalipsi, diciendo: ¡Ay de vosotros, los que vivís en el mundo, que desciende g a la tierra y a la mar el demonio h cargado i y lleno de ira grande! 46 Desta carga habló David en el psalmo [77]: Misit in eos iram indignationis suae, indignationem et iram


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et tribulationem, immissiones per angelos malos 47. Estos son los espíritus que cargaron el corazón de Judas con avaricia, y el de los phariseos con invidia, y el corazón de Pilatos con estulticia y necedad. Estos son los que cargan y agravan los peccadores con tentaciones, sugestiones, persuasiones y con graves y pesados pensamientos, a quien con lástima y razón podremos llamar carga estraña que carga y está sobre los hombros del mundo.

            La tercera carga la llama el propheta onus Moab 48, la carga de Moab. Moab quiere decir padre, y ésta es una carga pesada que hay en el mundo heredada de nuestros padres, que es una natural necesidad que el padre transfunde y traspasa en los hijos, como es necesidad de comer, beber, vestir, dormir y las demás cosas necesarias para conservar la vida humana. Pues ¿quién podrá decirdice el glorioso Bernardo 49— cuán terrible es esta carga: que cada día y cada hora se vea un hombre necesitado, post spirituales cibos mentis, procurare onera ventris?, que tenga necesidad de dejar un hombre la oración y contemplación y acudir a dar lo necesario al vientre. ¿Qué carga hay mayor de servidumbre que verse un hombre obligado a acudir a tantos menesteres como le está pidiendo el cuerpo, que a quien hoy contentamos y enllenamos mañana nos vemos necesitados, por verse j vacío, tornarlo a enllenar? Carga tan pesada que ha llegado a que muchos tengan su vientre por Dios, de quien dice san Pablo que ya no sirven a Dios sino a su vientre 50. Carga es ésta del comer y beber que ha derribado a millares de ellos y dado con ellos en la sepultura, porque no pudieron llevar tanta carga. Y a buen librar, a unos opilan, [a] otros engendran dolores de cabeza, [239r] a otros enferman y en grande diversidad de gente engendran diversidad de enfermedades. Fuera nunca acabar decir de la gravedad de este peso que consigo trai la necesidad natural.

            La cuarta carga dice el propheta que es onus Damasci 51, la carga y peso de la provincia y reino de Damasco. Damasco se interpreta el que derrama sangre; por quien el divino Bernardo 52 entiende una propensión, inclinación o corrupción de la naturaleza, la cual en alguna manera nos lleva al peccado como sin querer y con alguna fuerza nacida de la natural inclinación y naturaleza corrompida. De quien dijo el divino Pablo: Sentio aliam legem in membris meis 53; que sentía otra ley en sus miembros que repugnaba a las leyes de la razón, y nos lleva captivos


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a la ley del peccado que está en nuestros miembros. El sentido del alma es nacido de la razón, y el natural de la sangre. Y así de nuestra sangre derramada tenemos una carga pesadíssima, que es la inclinación y propensión al peccado, en el cual todo es derramamiento de sangre pues en él la razón y el alma se vuelve carnal y sangrienta. Y así en la Sagrada Scritura el peccado se llama sangre; y debajo de nombre de sangre dijo Dios a Eczechiel que se lo habíe de pedir de sus manos el peccado y sangre vertida de su hermano 54. ¿Qué otra cosa es hacer un peccado mortal sino matarse un hombre a sí y derramar su sangre, y en lo que es de su parte, tornar a derramar la de Cristo? Y, pecando, la derrama, pues no se quiere aprovechar de ella dejando de estar en su peccado y pasando adelante en la virtud. Esta es carga que, como dijimos arriba, ni aun los cielos ni la tierra la pudieron sufrir, pues los cielos dieron abajo con los ángeles que peccaron 55, y la tierra despeñó a los que ofendieron a Dios k ofreciendo sacrificios ajenos 56.

            La sesta [sic] carga dice el propheta que es onus Aegypti 57, la carga de Egipto. Egipto quiere decir tinieblas. Esta carga y tinieblas en el mundo son la ignorancia, la ceguedad y obscuridad con que los que viven en el siglo llaman a lo bueno malo y a lo malo bueno 58. Esta es la carga que a los hombres hace caer tantas veces, arrodillar y dar de bruzas: la obscuridad y tinieblas de su entendimiento y propio parecer. ¿Quién podrá resumir las miserias, las culpas, los yerros y desatinos que hay [239v] en el mundo por ignorancia y necedad? ¡Ay de vosotros que vivís y estáis en tinieblas, qué fácil es y será tropezar y caer! ¿Quién ha traído a tantos reinos y personas a tantas miserias, a tantas culpas? ¿Quién los ha despeñado de tanto bien pasado, y dado con ellos en tantas miserias presentes, sino el andar en tinieblas y haberlas amado más que la luz? ¡Estraña carga, y carga pesada!

            La 7.ª l [sic] carga llama Esaías onus deserti maris 59. San Bernardo 60 llama mare desertum: multitudo reproborum, qui, derelicti a Deo, [et] a sanctorum numero separati, suo pondere et persecutione sanctam premunt Ecclesiam; una gente dejada y apartada de Dios son aquellos que se entienden por este mar desierto, que con sus persecuciones y pesadumbres pesan y molestan la Iglesia de Dios. Llámanse los malos mar, según aquello de Esaías m 57: Impii auten quasi mare fervens, quod quiescere non potest, et redundant fluctus eius in conculcationem et lutum 61. Son un mar inquieto, turbado, inconstante, unos hombres siempre inquietos, perturbados, vagos, que jamás permanecen en un lugar: ya soberbios, levantados; ya airados, arrojados; ahora


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tristes, luego n livianos; ahora oprimidos con silencio, y luego disolutos con risa y contento, perturbando y molestando la paz de los justos; ya están con temor, ya con dolor; ya admiten la corrección, ya burlan de la satisfación. Una gente que con razón el propheta llama mar desierto, porque no son gente cuyo corazón, condición o o costumbres las podréis navegar o vadear, por los diferentes aires y vientos opuestos que en ellos corren, por ser dejados secundum desideria cordis eorum; ut eant in adinventionibus suis 62. Caminan según el viento corre p de sus desordenados deseos y apetitos. No puede saber nadie la carga pesada y molestosa que es para un justo la compañía de un desordenado peccador. Aun sólo el verlos prosperados, tenidos y levantados, en compañía de los justos perseguidos, decía David que no tenía fuerzas ni piernas para sufrir y llevar su paz y bonanza: Mei autem pene moti sunt pedes; pacem peccatorum videns q (psalmo [72] 63). Pues ¿qué sus malos exemplos y depravadas costumbres? ¿Qué sus transgresiones y desobediencias, sus detracciones e incitamentos? ¡Carga pesada! De quien dijo Esaías: Supra dorsum meum fabricaverunt peccatores 64; que van los justos cargados de peccadores.

            7.ª, [240r] onus Duma 65. La sétima carga llama el profeta carga y peso de Duma. Duma es interpretado silencio. Y ésta es otra carga terrible que hay en el mundo de silencio, que no habéis de hablar, reprehender peccador, amonestar los vicios y descubrir las maldades 66. Mientras vivimos es tiempo de silencio; pero en la otra vida, dice Dios por su propheta, hablará como la mujer que pare, que no puede hablar en silencio sino a voces 67. Ahora todo es echarse los justos, con la carga de las maldades que ven y pasan en el mundo, en los rincones; allí se duelen, allí los sienten, allí se comen y tragan muchas cosas; que, si se les hubiera llegado el tiempo de hablar, salieran por esas calles y plazas dando gritos y voces diciendo quién es el mundo y los que le siguen. Viven ahora acobardados, detenidos, mudos; tanto que, para que Esaías se atreva a hablar, fue necesario quemarle la boca y desatarle el freno que tenía, y aun ponerle precepto diciéndole Dios: Clama, ne cesses, quasi tuba exalta vocem tuam, annuntia populo meo scelera eorum, et domui Jacob peccata eorum 68; clama, da, da voces, levanta el grito como trompeta, diles y anucia a mi pueblo sus maldades y abominaciones. Y el decirle que levantase el grito como trompeta, que es instrumento de guerra, fue decirle que, en el puncto que hablase, se apercibiese y aparejase que tocaba al arma y publicaba guerra contra aquellos con quien hablaba.


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La octava carga llama el propheta onus Arabiae 69. Arabia interpretan y dicen que quiere decir vespera 70, la tarde, que es el fin del día y principio de la noche. Que, según esto, querrá decir la carga y peso de Arabia la consideración y paso desta vida a la otra, lo último desta vida y principio de la otra. Digamos en una palabra qué carga es ésta: es la muerte, la ley y estatuto que tiene Dios puesto para todos los hombres que todos mueran. Cuál sea esta carga, cuáles sus miedos, cuáles sus asombros y temores, cuáles los sobresaltos y cuál aquel último paso, de quien tanto vemos, tanto oímos y tanto leemos y nunca acabamos. No es paso que se vadea; paso es tan estraño y terrible que el rico avariento pidió licencia a Abrán en la otra vida para venir a dar cuenta [240v] de lo que allá pasaba; y le respondió el sancto patriarca: Allá tienen a Moisés y a los prophetas, óiganlos 71. Que parece fue decirle: Si a los profetas, que dicen cosas fáciles y azucaradas, no creen, ¿cómo te han de creer a ti, que les dirás cosas que asombren y atemoricen? Si no acaban de creer lo que ven cada día y palpan, ¿cómo han de creer lo que está tan lejos de sus sentidos? Basta, para entender cuál es esta carga de la muerte y su peso, mirar lo que el evangelista dijo de Cristo cercano a ella: que coepit Jesus pavere et taedere 72. Pues si esta carga cercana al que es vida y la fortaleza del Padre le hace temer y temblar, ¿cuál será para un triste peccador? Explica el glorioso Bernardo 73 por esta víspera, que significa y es interpretado Arabia, a la mudanza fácil que hay en los hombres del estado de la gracia al del peccado, del fin de la virtud al principio del vicio, de los que salen de la luz y dan consigo en las tinieblas. Una carga, miseria estraña, que hay en el mundo: la poca firmeza en los hombres en el estado de la gracia, la facilidad con que de ella desdicen y cain, las continuas mutaciones de los que cada día declinan de lo bueno y dan consigo en el vicio y en lo malo. Esta es la carga pesada de Arabia.

            La nona carga llama el propheta onus vallis visionis 74, una carga del valle de la visión. El glorioso san Bernardo 75 explica esta carga, este valle y esta visión de buenos y malos, entendiendo por la visión la contemplación r de los justos, la cual, siendo s merced singular que reciben de Dios, será carga que t da con ellos en el valle de la humildad; y mientras más reciben, más cargados y más humillados. También esta contemplación de los justos se llama carga porque los justos, dice san


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Bernardo 76, mientras más aprovechan, más son fatigados y vecxados con u la carga de la vanidad v con que pretende el demonio derribarlos en el valle de la abyección w y peccado. Pero, como ellos son humildes y justos, de la naturaleza de la palma, cuanto más son cargados de mercedes tanto son más aprovechados. ¡Oh, si supiésedes, dice el glorioso Bernardo 77, hermanos, qué terrible lucha y pelea es la que trai el entendimiento de los que aprovechan, para que el favor humano no lo destruya, la adulación no lo derribe y la vanagloria al corazón x no lo enfríe!

            Pero esta carga de la contemplación, que dio con los justos en el valle de la humildad, dio con los soberbios y peccadores en la abyección del peccado y bajeza de sus pensamientos y en el valle de los errores. Una gente que se desvaneció en sus pensamientos, y les quedó el [241r] corazón obscurecido, y de lo alto de la contemplación cayeron en el valle y bajeza de sus errores. Deste valle en que dieron los que en esa contemplación o visión no se humillaron, sino que dieron en sus vanidades, advirtamos lo que dice san Pablo: propter quod Deus tradidit eos in desideria cordis eorum 78, et in reprobum sensum 79, etc. y A los que trocaron su gloriam in similitudinem vituli comedentis foenum 80, los que trocaron las visiones de Dios por sus antojos y gustos, a ésos los entregó a la afrenta, a la ignominia y abatimiento.

            Puédese entender esta carga del valle de la visión de los que aprienden letras z, interpretación de la Scriptura y ciencia celestial por su propio interés y ganancia, con que andan cargados y penados perpetuamente deseando cada día más y mayores intereses. Carga que dará con ellos en el infierno.

            Pero, porque expliquemos esta carga de suerte que sea de las cargas que alcanza a todos o a la mayor parte de los que hay en el mundo, digo que por este valle de visión se pueden entender las codicias desordenadas de los que viven en el siglo, según aquello de san Juan en la 2.ª epístola: Quod a est in mundo, aut concupiscentia carnis, aut concupiscentia oculorum, aut superbia vitae 81; tres males y miserias cuenta el sancto de que está el mundo lleno: de torpezas b de la carne, codicias de los ojos y soberbia de vida. No es pequeña carga la segunda, que es de los ojos y de visión. Es tan grande que c dice David que hizo dar con los ojos de los que la miraban en la tierra: Oculos suos statuerunt declinare in terram 82. Llano es que los ojos se han de ir tras lo que buscan, y estar donde está la cosa que desean; buscan riquezas, están en la tierra pues sus ojos los pusieron en ella. Unos ojos sin temor de Dios para no irse


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tras la vanidad, como dice David: non est timor Dei ante oculos eorum 83. A quien, como ojos de soberbios y presuntuosos, los abate Dios y arroja en el valle de sus miserias: Et oculos superborum humiliabis 84; porque ojos que buscan tierra, abátanse y hártense de tierra, pues no se hartan de riquezas, como dice el Eclesiástico, 41 d. Esto consideraba el rey David cuando decía: Averte oculos meos, ne videant vanitatem 85; ruégote, Señor —como si dijera— que mis ojos estén metidos para ver en la humildad de suerte que no vean la vanidad; y así, Señor, procuraré, si alguna vez levantare los ojos, ponerlos en vos: Oculi mei semper ad Dominum, quoniam ipse evellet de laqueo pedes meos 86; para que me saque del valle y bajeza de este mundo. Por esto el Spíritu Sancto aconsejaba a los justos (Eccle 16) que sus ojos siempre estuviesen puestos en la justicia y equidad 87. Que, aunque es verdad que la virtud es carga y peso que se pone sobre la cabeza del justo, pero es peso que da con el justo en la humildad, que es [241v] otra heroica virtud, para que de e él se pueda decir que es y tiene la carga del valle de la visión, pues dende esa humildad mira y ve lo que más le conviene.

            Pero los ojos de los peccadores f abaten a un hombre, de suerte que lo alejan de Dios y dan con él en un valle profundo, donde Dios dende lejos los mira; porque tuvieron ojos que hicieron se fuese Dios huyendo, según aquello de los Cantares: Oculi tui me avolare fecerunt 88; fueron causa para que huyese Dios por no ser ojos humildes, sino ojos de soberbios, a quien fue necesario humillar g. Fueron ojos que, por tenerlos en los pies, los enlodaron y arrastraron por el suelo; y así se los quebraron, para después vivir siempre en tinieblas.

            Pero los ojos del justo son como los del sabio, que están en la cabeza: Oculi sapientis in capite eius (Ecclesiastes 2) 89. Son ojos que, si quien los tiene está en el valle de la humildad, sus ojos están levantados y puestos en su cabeza, Cristo, para que él los guarde como ojos propios, que tanto valen pues han de ver a Dios; y que pueda decir el mismo Dios: Quien os tocare a vosotros, tocará a las niñas de mis ojos 90. Y porque estos ojos no piensen que les ha de faltar su carga, también la tienen, pues son ojos de fee con los que miran, y la propia fee es carga que hace humildes y da con los hombres, mientras en la tierra viven, en un estado de humildad que, si bajo a los ojos de los soberbios, alto a los de Dios pues tan de cerca mira Dios a los humildes.

            La décima carga dice Esaías que es onus Tyri 91, la carga de Tiro. Tiro quiere decir angustia. Y no es pequeña esta carga en el mundo pues cuanto en él hay es tristeza, aflición, melancolía, angustias, ya de los que hacen penitencias por sus peccados, ya de los que son por ellos castigados 92. ¿Qué se puede aguardar sino angustia donde todo lo que


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hay es trabajo y dolor? ¿Quién podrá decir las angustias que engendra el amor propio, las apreturas de corazón, los ahogos del soberbio, las estrechuras del codicioso h, las angustias de los pobres perseguidos, de los justos maltratados? Vi todo [lo] que habíe en el mundo, dice Salamón, y todo me pareció aflición de spíritu 93. ¿Quién se libra y se escapa de esta carga? Yo pienso que nadie, ni aun el niño de un año, pues apenas ha salido del vientre de su madre cuando ya empieza a dar voces y a gimir sus angustias y trabajos, sean las heredadas que ya tiene en casa caídas, séanse las que se aguarda que le han de venir, de que el mundo está lleno; y ha de ser fuerza topen con él, aunque esté envuelto en mantillas y escondido [242r] entre los pechos de su madre.

            ¡Ojalá los que quieren especular las cargas i del mundo se fueran un poco a pasear por esos hospitales j! Y no sólo digo los que para eso se hicieron y los generales que están en las ciudades, sino las casas que se hicieron para ricos y quedaron para pobres y hechas mortaja y sepul­tura de pobres encubiertos; y vieran cuántas son las lágrimas que se derraman, porque aun con trabajo no alcanzan un pedazo de pan. Miraran otras casas donde la carga de la pobreza da con millares de almas en el infierno; otras, en mill ignominias y afrentas. ¡Oh, si los k hombres pusieran los ojos en casa de las viudas desfavorecidas y olvidadas, y cómo las vieran cargadas como con viga de lagar, estrujando sus l entrañas y derramando lágrimas sus ojos! Pues ¿quién podrá decir de las angustias que trai consigo la carga de los casados y mal casados, y la que el día de hoy tiene la doncella para guardar su virginidad? Paréceme imposible —no digo yo en las diez cargas que hasta ahora el propheta nos ha puesto— se pueden abrazar los muchos tercios y cargas que el mundo tiene, sus angustias y trabajos; pero libros fueran menester hacer que no cupieran en el mundo.

            Veremos en el capítulo que viene con qué se han de aliviar estas cargas; y si será bien que a tantas cargas como el mundo tiene m, entre otra carga de nuevas religiones reformadas, que ahoguen a los labradores, los molesten y carguen con nuevas limosnas, que es el asumpto que llevamos en este capítulo y cargo que se pone.

 

8.         La «carga» de los religiosos, alivio de los demás

 

 

CAPÍTULO n.

 

            En el capítulo 30 pone Esaías otra carga, que llama onus jumentorum austri o 94, la carga de los borricos del austrio. Puso Dios en el mundo otra carga de borricos que vienen cargados del austrio. Por estos borricos


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entiende el glorioso Bernardo 95 los justos. Y muy bien, [242v] pues dice David: Ut jumentum factus sum apud te, et ego semper tecum 96. Son jumentos los que están cerca de Dios, o por hacerse jumentos en el mundo, están puestos cerca de Dios. A éstos llama jumentos del austrio, por quien la esposa entiende el Spíritu Sancto, cuando dice: Surge, aquilo; veni, auster 97. Pedía el aire apacible del austrio, que era el del Spíritu Sancto. De aquí es de donde vienen estos borricos cargados, que son los religiosos verdaderos, que por estar p cerca de Dios, voluntariamente se quisieron hacer borricos y cargarse no sólo con los preceptos que tienen, sino también con los q consejos evangélicos. Borricos que enllenan y cargan en aquellos senos de Dios soberanas r riquezas spirituales, dones que entran en este mundo y descargan en los afligidos y necesitados, que debajo de sus cargas mundanas están gimiendo y pidiendo ayuda. Y para que por mill partes sean borricos de provecho, entren cargados y salgan cargados. Como lo que se acostumbra en algunas ciudades, y aun yo aquí he visto en Madrid, donde entrando muchos carros cargados de provisión, los hacen salir cargados de basura y cieno, porque ya no se puede sufrir el estiércol y lodo que se pisa por esas calles. Pues de esa misma suerte entran en el mundo los verdaderos religiosos cargados de ciencia y sabiduría celestial, con que consuelan los afligidos; cargados de humildad, con que alivian a los soberbios; cargados de desprecio, con que sobrellevan s al codicioso y le ayudan a que quite y desprecie algo de su carga, que todo eso puede el buen exemplo; entran cargados de luz para proveer a los ciegos. No nos cansemos. ¿Qué provisión es menester en el mundo que no entre el justo por sus puertas? Porque si el hombre ha menester consuelo, consejo, sabiduría, piedad, clemencia, templanza, etc., de todo viene cargado, porque ésos son dones del Spíritu y el justo carga en el austrio; de allá trai soberanas t riquezas con que a los pobres enriquece y quita la carga que tienen de la ignominia que consigo trai la pobreza temporal, pues, siendo del justo desengañado, más precia ser perseguido por Cristo que no ser rico y estimado entre los reyes. Cargan estos jumentos buen olor, que lo train de Cristo, para quitar el que el mundo tiene de infierno y maldad, que ya no hay quien lo pueda aguardar. Cargan inciensos divinos que queman [243r] y ofrecen a Dios para aplacarlo, no descargue el peso y carga de castigo que sus peccados merecen, según aquello de Jeremías, 13: Ab austro, portantes holocausta u 98.

            Bien sentía estos provechos que los justos hacían con sus cargas en el mundo el propheta Esaías, cuando en el capítulo 21 dice: Occurrentes


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sitienti ferte aquam, qui habitatis terram austri; cum panibus occurrite fugienti 99. A vosotros digodice Esaías— los que vivís en la tierra austrial, a vosotros digo, religiosos que supistes escoger suerte y parte donde sopla aquel divino Spíritu, daos priesa pues sois jumentos cargados, mirad que es grande la necesidad de agua que tiene el sediento y grande la v necesidad del hambriento; a vosotros digo, religiosos, daos priesa a echar agua al fuego, que se arde el mundo de codicias, ambiciones, soberbias, iras y enojos. Venid cargados como nubes soberanas, que así en otros lugares os llama el mismo Spíritu 100, regad la tierra con agua de gracia celestial para que se mitiguen algunos de los muchos ardores que hay en ella w engendrados del fuego de la concupiciencia. Pues sois los pacíficos, los que x llama Esaías que evangelizan la paz 101, los pobres de quien Cristo dice que pregonan y predican paz, haced paces entre el fuego y la leña, que no os será dificultoso si venís cargados del austrio, si traéis a Dios; que así lo hizo Su Majestad en aquella zarza que se ardía y no se quemaba, que vido Moisés 102, para descubrirle su officio y obligación, cual habíe de ser, que es el que Esaías pide: agua para el fuego, hacer paces, de suerte que no se atreva tanto la carne a traer el spíritu tan de vencida; paces entre ricos y pobres para que no los abrasen y asuelen, que como fuego cargan sobre ellos como si fuera leña seca; paz entre los casados haciendo de dos voluntades una, avisándoles cuán parecido es su desposorio al de Cristo y su Iglesia; paz con la justicia, que con tiranía se ha vuelto injusticia y anda cada una por su camino, contra lo que deben y dice David, que justitia et pax osculatae sunt 103; paz entre la misericordia y la verdad, pues es una de las cargas, y no pequeñas, del mundo que la misericordia se haya encontrado con la mentira y falsedad, haciendo ya bien para mayor mal pues con misericordia se compra ya la virginidad de la doncella y la continencia de la viuda.

            Cum panibus occurrite fugienti; a los que huyen [243v] de la mesa de Dios, daos priesa a llevarles pan de doctrina, que están en los güesos, como dice David, por haber olvidado de comer el pan que acostumbraba 104. Decidles con vuestra doctrina y consejo cómo este pan, que es manjar del alma, es pan de lágrimas 105, y dentro de casa lo tienen si las quieren derramar. Occurrite, daos priesa a alargar el paso, borricos del austrio, con vuestras cargas, para que con ellas aliviéis las pesadas debajo de quien están caídos los que se echaron un mundo a cuestas. No parezca dificultoso decir que, con las cargas que train estos borricos, alivian las que train los que viven en el siglo y debajo de la carga de Babilonia. Que remedio es para levantar una balanza de un peso que está baja, echar carga en y la otra balanza que está vacía. ¿Por qué


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está tan caído el cuerpo del peccador, tan abatidas y postradas sus fuerzas? Porque está el alma vacía de gracia. Pues daos priesa, jumentos, con vuestras cargas, que la z balanza y suerte de los malos está por el suelo con la carga que sobre sí pusieron; poned carga de penitencia en ellos, de mortificación y cumplimiento de preceptos, y se levantarán las fuerzas caídas y el apetito postrado.

            Traza fue que usó Dios con los cargados y trabajados, cuando decía: Venite ad me, omnes qui laboratis et onerati estis, et ego reficiam vos 106; venid a mí los cargados, y yo os recrearé. ¡Oh, bendita sea tal sabiduría! No dice: del todo yo os quitaré la carga, sino: yo os la aliviaré. Porque al casado no se le puede quitar la carga que ya tiene, ni al pobre su pobreza, ni a la doncella su linpieza, que cada cosa destas es carga para cada uno. Las cuales no pretende quitarlas Cristo, sino aligerarlas. Pues veamos con qué: Tollite jugum meum super vos et discite a me, quia mitis sum a et humilis corde 107; tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí mansedumbre y humildad. Aguardad un remedio soberano para os aliviar la carga: si estáis con ella caídos, tomad otra carga en la otra balanza de vuestra alma y en la porción superior, cumplid mi ley, abrazaos con mis preceptos y mandamientos, que así como un clavo saca a otro clavo, [244r] una carga alivia otra carga, y una balanza cargada hace subir la otra balanza caída. Si quieres, hermano, que suban tus fuerzas corporales, procura cargar las spirituales, y bajando con el spíritu a la humildad, darás con tu persona en lo celestial.

            Cum panibus occurrite fugienti. Daos priesa, jumentos, que los del mundo, cargados con la carga de Filistin, van huyendo y de vencida de los demonios que, con sus tentaciones crueles, les hacen dar mil caídas. Dadles pan y socorro celestial del austrio, con que cobren fuerzas, se levanten y tornen a la lucha y pelea. Daos priesa, que se ahogan los fuertes del mundo, caídos con molestias naturales y obligaciones heredadas y transfundidas de padres a hijos y pegadas con la naturaleza; enseñadlos y desengañadlos de b que paucis natura contenta est; mostradles con vivos exemplos cómo al hombre le bastan unos pedazos de pan y unas yerbas. Daos priesa a andar, divinos jumentos, pues os llama Dios soles, luces, lumbreras y antorchas del mundo, que está abarrancado, caído y perdido porque ya no ve y palpa c en medio del día, como quien está en Egipto y en medio de tinieblas.

            Abranse esas puertas del austrio que vido san Juan (Apocalipsi 21108 que, por tenerlas cerradas los que viven en la tierra a todo consuelo, están que quieren reventar de la estrechura y apretura que tienen sus corazones.

            No nos cansemos en decir cosas particulares, que seríe nunca acabar las que un verdadero religioso trai consigo y de que Dios ha hecho depósito en él. Basta decir que los ha hecho Dios un torrente y corriente


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de sus misericordias para librar y reparar la captividad y miseria de los hombres. Que es lo que David pedía cuando decía: Convertere, Domine, captivitatem nostram, sicut torrens d in austrio 109. Pudo ser que pidiese torrente de misericordias, como la que él confiesa que habíe recebido aquel pueblo cuando cibaria misit eis in abundantia. Et transtulit in virtute sua africum 110. Que fue decir que con abundancia habíe Dios remediado las necesidades de aquel pueblo; y esto lo habíe hecho transtornando en su virtud y con su poder el austrio, que es su cielo, de donde al hombre le viene todo lo bueno.

            Destos soberanos y divinos borricos fue el divino Pablo. Aquí cargó cuando lo subieron al cielo y vido cosas que no son lícitas al hombre hablar 111. Aquí recibió y le dieron espíritu, virtud y fortaleza [244v] y tantos bienes y gracias como estaba cargada aquella sancta alma. Y así decía el glorioso apóstol: Non accepimus spiritum huius mundi, sed Spiritum qui ex Deo est 112. Y ¿qué spíritu? Spíritu de charidad: Charitas Dei diffusa est in cordibus nostris per Spiritum Sanctum, qui datus est nobis (Rom. 5) 113. Con este espíritu entraba cargado en el mundo, éste es el que comunicaba, éste es el que persuadía tan de ordinario. Este jumento era el que no se contentaba con entrar cargado en el mundo, sino salir cargado de sus propios trabajos; así lo dice él: Quis infirmatur, et ego non infirmor? quis scandalizatur, et ego non uror? (2 e Corin. 11) 114; ¿quién hay en el mundo enfermo y con trabajos, que yo no los ponga a mis cuestas? Con los enfermos f enfermo, con los trabajados me abraso. En otro lugar (Romanorum 9): Tristitia michi magna est, continuus labor pro fratribus meis secundum carnem 115; andodice el glorioso Pablocargado de tristeza viendo los trabajos continuos de mis hermanos. Porque el que es jumento del austrio, o pollino del Spíritu Sancto, siempre anda cargado con la enfermedad ajena, con las culpas de sus hermanos. Carga g le es al siervo de Dios la necesidad ajena, la pobreza h, la tentación, la caída, la persecución y el trabajo, las lágrimas de las viudas, la aflicción de los captivos; finalmente, nada hay de trabajo en el hombre de que no participe el justo y i con que no ande cargado y afligido, cumpliendo en su persona lo que el glorioso Pablo dice: Alter alterius onera portare, et sic adimplebitis legem Christi 116. Para cumplir con lo que deben, Dios les manda y la leydiceponen a sus cuestas las cargas y cuidados de los que viven en el siglo, para que, como jumentos divinos del austrio, se las ayuden a llevar; y con j sus palabras —como aire del austrio, cuya virtud y propiedad es quitar nieblas, fecundar nubes, fertilizar la tierra, brotar los árboles kablienten la obscuridad y tinieblas, las cargas y tribulaciones, afliciones y trabajos que hay en la casa de los que viven


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en el mundo, y sean causa que el cielo les riegue sus almas, las fecunde y enllene de rocío celestial, con que siempre den fructo de bendición.

 

9.         La inmensa ganancia del rico que sustenta al religioso pobre

 

            Ven l aquí algunos de los provechos que el mundo tiene con los que profesan pobreza y reformación de vida. Estas son sus cargas que consigo train: cargarnos de consuelos [245r] y descargarnos de penas. Vean si será bien que quitemos del mundo esta carga y le aliviemos de las molestias que puede recebir por un pedazo de pan que dan al pobre religioso reformado. Pedazo de pan que no vale menos que cielo, y con cielo se paga en esta vida y en la otra: «Venid, benditos de mi Padre, percipite regnum, entregaos en la posesión de este reino de los cielos m, porque en mis pobres tuve hambre y me distes de comer» 117. Haced amigosdice el mismo Cristo en otro lugar— de las sobras de vuestras ganancias para que ellos os paguen cuando Dios los pagare a ellos 118, no con menos que con un reino del cielo porque es de los pobres a quien vosotros socorréis en sus necesidades; y si vosotros les dais pan porque ésa es vuestra hacienda y lo que ellos han menester, ellos os darán cielo, que es la suya y de que vosotros tenéis falta.

            ¡Oh, qué ceguera y qué miseria tan grande: que lleven a casa del rico y poderoso a vender y cambiar un cielo entero y que lo den por mendrugos y pedazos de pan, y que tengan por molestosos a los tratantes y cambiadores que abaratan lo que tanto vale! O crees, hombre, que esto es verdad o mentira. Si entiendes que es mentira, no eres cristiano, porque Cristo lo enseña y doctrina es predicada n por su boca. Y cuando no lo creyeras ni fueras cristiano, no te habíe de ser cosa molestosa el tener a tu cuenta el sustento del pobre religioso. Porque los moros e infieles, con sólo ser hombres, se mueven y compadecen de la necesidad del pobre y le favorecen y socorren, y nada de eso sienten por molestia. Lo propio debieras tú hacer cuando no profesaras ley de tanta charidad y amor como la que Cristo enseñó, sólo porque eres hombre y porque es tu hermano el necesitado. Y aun entre los lobos voraces se usa que, si uno hace la presa en el ganado ajeno, convida o y admite a la parte a los otros que son de su especie. Y eso propio debieras tú de hacer con el pobre religioso cuando llega a tu puerta: disimular y consentir tenga parte en la presa que tú hubiste o Dios te dio. Que si son —como Cristo dicebienes habidos por rapiña (de mammona iniquitatis 119), más son suyos que tuyos, pues Dios los hizo herederos de las cosas que no tienen dueño; y no siéndolo tú porque esas riquezas no


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las hubiste con buenos medios, [245v] habrálo de ser necesariamente el pobre que llega a tu puerta, que, aunque ruega, pide lo que es suyo. Lo cual, a mi parecer, explica y declara cuando dice: ¡Den, por amor de Dios, a un pobre! Que es decir: por el amor que tuvo Dios a los pobres, por el cual hizo suyo las sobras de los ricos y bienes mal ganados, aquí está un pobre que viene por lo que es suyo, denlo, que todo esto hace el amor de Dios. Y si ese amor no lo conoces, conoce ser hombre y ser tus hermanos los hombres, y que no han de ir a remediar p sus necesidades a casa de las bestias y animales de otras especies.

            Decíamos que a esta obra nos habíe de mover, si no q somos cristianos, el ser hombres y tener entrañas de hombres. Pero no hay dudar sino que todos creemos y tenemos firme fee de lo que Cristo nos enseña. Pues si ésta tenemos, ¿por qué no queremos comprar lo que tanto vale por lo que tan poco nos cuesta, como son los pedazos de pan que damos al pobre religioso? Que, si el pobre ordinario es dueño de un cielo que aguarda y es señor para darlo a cuenta de esos pedazos de pan que recibe, el religioso es dueño de dos r cielos: uno que aguarda y otro que posee. O, por mejor decir, muchos que tiene, que dende luego da y trueca a cuenta de la molestia que con él recibes: cielo es su convento, en quien tiene las puertas abiertas para que en él, como en otra gloria y paraíso, te consueles y sobrelleves de las penas y pesadumbres de que estás lleno; cielo donde el alma hambrienta se satisface; cielo donde los que en él tienen y gozan de paz se llaman hijos de Dios; cielo donde se están revertiendo divinos y celestiales dones. Con éste te paga cuando tú lo quieres, si es que quieres paga y trueco en este mundo del bien que haces. Dije que era dueño de muchos cielos, pues cielo es su lengua cuando con ella alaba a Dios; cielo es su alma, pues es templo y morada de la Sanctíssima Trinidad; cielo está hecho cualquiera de sus potencias; y aparejado está a darte un montón de cielos por un montón de mendrugos con que tú le favoreces y remedias su necesidad. [246r] ¡Oh qué trueco! ¡Oh qué cambio! ¡Oh qué compra tan barata la que hace el rico cuando, si este trato no lo hubiera dado Dios por justo y lícito, pudiéramos decir el rico engañaba al pobre, pues le compra su necesidad, y, por la necesidad que el pobre tiene de comer, no menos que un cielo al rico que le favorece!

            Estraña cosa que, con cosas tan pocas, ponga el poderoso un censo perpetuo sobre la hacienda de Dios y reino de los cielos. No me admiro de los pobres porque, en fin, son pobres, y remediar tienen su necesidad y dar lo que tienen por lo que reciben y han menester. De quien me admiro es de la largueza de Dios: que haga agentes de su cielo y de su hacienda a los pobres, que, siendo pobres y necesitados, le han de echar en la calle sus bienes y los han de dar por lo que les quisieren dar, porque son pobres. Eso quiere Dios y por eso los puso en manos menesterosas, porque lo den barato y lo arrojen en la calle y en casa


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del rico y poderoso. Asómbrome de esta largueza de Dios; de la cortedad y ceguera del poderoso y rico: de que no estime o no quiera o no conozca lo que tanto vale sólo porque la misericordia de Dios gusta darlo tan barato, y tanto que, dándolo por las sobras de tu casa, estés tú tan ciego que lo llames caro y carga pesada el llegar a tu puerta un pobre religioso.

            Jamás vi labrador enojado porque viese venir una hormiga a su montón y llevase un grano de trigo; porque, si es discreto, considera que Dios le dio a él un montón y que no será mucho dejarle llevar a aquel animalillo un solo grano, pues Dios, que a mí me dio el trigo, es Dios y Señor de todas las criaturas y necesidad tuvo de infinito poder para solo criar una hormiga. Si esto es así, y la razón lo pide, ¿por qué ha de tener por molestia un hombre, a quien Dios enllenó de bienes, que llegue una vez y muchas a su puerta una criatura que Dios hizo a su imagen y semejanza?; sino considerar que todos somos hijos de un Padre y siervos de un Señor, [246v] y que los unos a los otros nos debemos ayudar a llevar las cargas; y que, si el religioso ayuda a llevar las de mi espíritu, no será mucho yo le ayude a llevar las del cuerpo.

            ¡Ay de vosotros, dice Cristo s, que amontonáis riquezas! 120 ¡Válame Dios! ¿Qué modo es éste de hablar? Llano es que el rico que busca riquezas que las ha de juntar para guardarlas. ¿Qué miseria es ésta de que Cristo se lamenta de los ricos? Digo que el que siembra, si quiere coger, no toma el costal t de trigo y lo amontona echándolo en un hoyo, sino lo derrama cada grano de por sí porque, por fértil y gruesa que sea la tierra, no pudiera acudir a muchos granos juntos para que todos nacieran y de ellos se aguardara la cosecha que se pretendía. A ese propósito dice Cristo: ¡Ay de vosotros, ricos que amontonáis riquezas! —como quien dice— que no cogeréis porque, siendo vosotros tierra flaca, no podrán prevalecer ni llevar fructo; es poco u el calor que tenéis para digerir cosas v tan indigestas, y habéis menester iros a espacio y derramar vuestras riquezas en esa tierra estercolada de los pobres y en esa tierra que Dios bendijo de los religiosos, que, siendo bienes esparcidos y bien sembrados, nacerán y cogerás fructo de bendición y ciento por uno.

            Qué necio fuera el arriero que la carga que tenía para su bestia la echara toda a un lado y en un tercio, que mal se meneara el mulo así cargado, muriera, reventara y no anduviera. Procura dividir la carga el discreto arriero y pone la media a un lado y la otra media w a otro, que, en fin, en dos tercios por iguales partes va la bestia descansada y a placer. ¿Queréis saber, poderosos del mundo, la causa por qué vais por el mundo reventando, pesados, cargados, muertos, que no podéis echar el paso adelante? Porque amontonáis las riquezas, porque de todas


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hacéis un lío [247r] y vais mal cargados con ellas. Dividid, divididlas, haced dos tercios: uno para vos y otro para Dios; y yendo la carga por iguales partes, iréis vuestro camino con descanso y contento. Qué descanso lleva el buey y la mula cuando cualquiera de ellos va uncido con su compañero, que parece que carga de cien arrobas no se le hace nada; y si tirara cualquiera de ellos a solas, aun el yugo no lo pudiera llevar ni arrancar. ¿Qué es la causa que hay ricos que llevan y gozan un peso inmenso de riquezas y van con summo gusto y viven con alegría x; y hay otros que con cuatro maravedís que tienen, no os averiguaréis con ellos, que parecen bestias que desgajan y quiebran el yugo y mueren con la carga? Es que los primeros uncieron en su compañía y en su camella al pobre; tiran a una y gastan de por mitad: esto para mí y esto para el pobre; éstos no sienten el peso y carga que consigo train. Pero los segundos tiran la carga a solas, quiérenlo todo meter y enbutir en su estómago; es fuerza que han de reventar con ello y caminar muriendo.

            Y así, cuando viéremos los ricos que guardan los pueblos y no salen de casa, ni hay quien los levante de la cama, no se espante nadie, que no pueden tirar; van solos, atollaron; ahí perecerán y acabarán sin dar un paso adelante, siquiera dende su casa a la iglesia o a casa del pobre o acompañar el Sanctíssimo Sacramento, no puede el miserable que lleva el yugo a solas y. Pero el que lleva compañía con el pobre menesteroso y con el religioso recogido y con la honrada güérfana, éste volará aunque sea buey pesado. Que buey era el que vido Eczequiel que iba uncido en aquel carro que rodaba y volaba por los aires hasta llegar al firmamento. Estraña cosa que tire un buey un carro siendo tan pesado y lo haga volar. Sí, y no es mucho porque va con él uncido un águila, un hombre y un león, y todos con alas 121; y con tan buen ayuda de costa [247v] fácil le será al buey volar. Ahí veremos lo que hace una buena compañía que nos ayuda a llevar nuestra carga: que hace que lo que dicen los muchachos por mentira encarecida sea verdad divina. De esa misma suerte, decir que un rico que a solas tira y lleva sus riquezas z que vuela y entra por esos cielos, es mentira. Así lo dice Cristo: que es más dificultoso entrar un rico en el reino de los cielos, que un camello corcobado por el ojo de una aguja 122. Pues si esto lo hiciésemos verdad, seríe caso raro y admirable. Pues veislo aquí verdadero: únzase el rico y júntese con el pobre menesteroso y con el religioso devoto y con la güérfana; tiren todos a una de ese carro pesado, es certíssimo que darán todos consigo en el reino de los cielos.

            Según esto, mal hiciera el buey si se quejara y dijera que no quería en su compañía fuese el águila ni el hombre ni el león, pues tan buena obra le hacen. ¡Oh qué mal hacen los que dicen que es carga pesada el religioso pobre en el mundo, que se multiplican a las religiones reformadas!


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¿Quién quieres que te ayude a tirar y llevar tu carga? Y si dices que hartos frailes habíe en el mundo, advierte que nunca el mundo estuvo tan pesado ni tan cargado, ni fue por tan malos pasos como hoy camina; obligación precisa de echar Dios al carro cuartas o encuartes y poner quien ayude a tirar y sacar el carro del atolladero. ¡Oh buen Jesús!, qué de peccadores obstinados hubiera el día de hoy si no hubiera sanctos religiosos que les ayudaran a sacar su alma de un infierno exterior; qué de ricos en el infierno interior si no hubiera pobres que con ruegos y peticiones los hubieran aliviado de las sobras que por sus casas ruedan. Cuando en un peso no tiene más de la una balanza peso, estándose la compañera vacía, sólo esa balanza está caída y pegada al suelo; para aliviarla no hay otro b remedio sino quitar del peso que ésa tiene y poner en la balanza vacía; y con esto bajará [248r] la que está arriba un poco y subirá la que está abajo; y es cierto que, tanto cuanto bajare la de arriba, tanto subirá la de abajo. En el mundo sólo hay dos balanzas, dos maneras de gentes: ricos y pobres; unos que tienen, otros que no tienen. Los ricos y los c que tienen, siempre están tendidos en el suelo, caídos y postrados por tierra. La causa es porque, estando su balanza d llena, está la del pobre vacía. Si quieres, hermano, que la tuya suba y se levante del suelo, quita de esa balanza y pon en la del pobre, que tanto cuanto el pobre bajare a tomar consuelo en tu casa, tanto subirás tú a tomar cielo en la casa de Dios.

            Tratando los sanctos de las cosas de la tierra, de ellas dicen que caminan y van de paso y que jamás están firmes ni paradas en un asiento y lugar. Pues pregunto yo: si los ríos que corren a la mar y pasan por la tierra se detuvieran en ella, y la tierra, codiciosa de su pesca y de otros gustos que tuviera con su presencia, quisiera sorbérselos todos y que se detuvieran y pararan e en ella, a mi parecer en pocos días no hubiera tierra ni hubiera mundo, porque toda la cubrieran y anegaran. Por un bien que deseaba o podía desear en sí, siendo mar, perdiera muchos: perdiera el ser casa y habitación de tantas bestias y animales como en sí tiene, el ser venta y posada de las aves del cielo donde reposan y paran; perdiera el ser un deleitable jardín de los ojos de los hombres y el ser habitación de ellos propios; perdiera el ser asiento y escabel de los pies de Dios 123; perdiera la virtud que tiene de fructificar y producir yerbas, árbores, plantas, según el género f de cada una de ellas 124; fuera infalible perder inmensidad de bienes que tiene y posee; o por lo menos habíe de reventar por alguna parte porque, habiéndola dado Dios otros officios más nobles, habíe de dar licencia que el corriente de tantos ríos rompiera las presas de los g montes y cerros, y tornarse a su antigua habitación, o buscar aberturas en la tierra por donde, rompiéndole sus entrañas, volverse al profundo.


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Por eso todo lo que Dios ordenó y dispuso fue con peso y medida 125; y así pesó la tierra, de suerte que el agua [248v] no parase en ella, sino que se contentase la tierra con los riegos y frescuras que en los ríos tiene y los demás provechos que en los ríos halla, y que les paso y los deje pasar adelante.

            No yo si estos exemplos, cuando un hombre los h considera, si los entiende o conoce las verdades que en ellos Dios le descubre. ¿Qué son, hombre poderoso, las riquezas, las prosperidades? Ríos son que corren y pasan por los hombres, que son tierra y tierra flaca. Pues dime: cuando las riquezas entran en tu casa ¿por qué las amontonas? ¿Por qué las atesoras? ¿Por qué no las dejas ir su camino y que pasen? Que hasta que lleguen al cielo les ha dado Dios peso. Pues él propio dice que atesoremos en el cielo, donde las riquezas no hacen el daño que en la tierra: Ubi neque aerugo neque tinea demolitur 126, etc. i Si te parece el cielo está muy alto y las riquezas son pesadas y de la calidad y propiedad del agua, que siempre corre abajo, y que no podrán subir arriba por su peso y gravedad y que es contra toda philosophía, ya ha hallado Dios una traza divina y soberana, que es bajar su cielo abajo y ponerlo en los pobres desechados y en los religiosos humildes. Corran norabuena hacia abajo esas riquezas; vayan y sigan su peso y natural, que por ahí toparán lo que tú has menester y Dios desea darte. Pasen, hermano mío, y corran a casa de la viuda necesitada; vayan y corran por esos hospitales y conventos pobres.

            Es cierto que si las detienes y haces que paren esos ríos caudalosos por solo un gustillo que te puede dar el tenerlas paradas en el arca, te privas de mill bienes; prívaste de ser padre de güérfanos, vista de ciegos y pies de cojos, que todo esto hacía el sancto Job con sus riquezas 127. Prívaste de ser casa y morada de celestiales dones, de ser un jardín apacible de sanctos pensamientos j. Vuélveste estéril de tal manera [249r] que ya no se puede hacer sementera en ti que aproveche. Quedas aguazado k y en ti ahogadas esas tres potencias que Dios te tiene dadas. O, por lo menos, te pones en peligro de que la fuerza y natural de esos ríos y riquezas, que es correr, rompan las presas de tus flacas fuerzas y ellas propias se te vayan y desparezcan o te rompan las entrañas, acaben contigo y en ti se hundan esos bienes.

            Bien a propósito de lo que cuentan de la rana: que un día dio en un desatino diciendo que habíe de ser tan grande como el buey, pues ella se sustentaba con el agua y no le faltaba, antes le sobraba, agua después de haber bebido la que tuviese necesidad para ser del tamaño del buey. Pues, para que hubiese testigos de su locura, juntó un día a todos sus hijos y sacólos a la orilla y díjoles: hijos, avisarme cuando estoy tan grande como un buey. Dijeron ellos que sí harían. Zabúllese


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en el agua y traga una poca, y dice: ¿Qué os parece, hijos, estoy tan grande? Respondiéronle: No, madre. Tornó segunda vez a beber más agua y a hacer su pregunta, y esto sucedióle cuatro o cinco veces. La última, que bebió cuanto pudo, salió y, diciendo: ¿Estoy tan grande como el buey?, reventó. Respondiéronle los hijos: Noramala os queráis hacer tan grande como el buey; más valiera ser como una rana y no beber tanto, para no reventar 128.

            ¡Qué de ricos, por detener sus riquezas y hacer que paren en su poder, se quieren a puro detener ríos hacer tan grande como la mar! Y, como el rey l, sórbense un officio m y los cuatro mill de renta, y buscan otros tantos; y jamás se hartan sus ojos de riquezas. Y tantas sorben y tan grandes se quieren hacer que vienen a reventar y a tornarse el agua a la mar donde salió y las riquezas a la tierra de donde vinieron. Y el que ayer era poderoso, ya hoy lo pisan debajo de la tierra, de mucho comer y tener. Mejor fuera que se contentara con ser hombre moderado y no mar y rey, pues para eso no alcanzaban [249v] sus senos. Contentáranse, como decíamos, con que estas riquezas regaran sus sembrados, fertilizaran sus estados, casas y linajes, con plantar a su orilla y debajo de su sombra jardines y recreaciones. Y no quisieran pararlas y detenerlas contra lo que Dios tiene ordenado.

            Ven aquí de lo que sirven al mundo los pobres, y pobres religiosos: de acequias y desaguaderos, para que el agua de las riquezas no se pare en los valles y lugares bajos deste mundo, que son los poderosos. Que, aunque parecen cerros levantados, pozos son profundos en quien la malicia, a imitación de la naturaleza, esconde los tesoros, sus minas de oro y de plata; de suerte que a los pobres los podemos llamar mondapozos. No creo que les hemos dado mal apodo a los unos y a los otros. Los pozos hondos que tienen n mucha agua de lo que sirven de ordinario es de sorberse las vasijas que van a sacar agua a sus pozos; y si las queréis después sacar o buscar, os responderán que no hay remedio porque el pozo no tiene suelo. Estos ricos que, por sus muchos haberes, llamo yo pozo o sin suelo de esto sirven: de sorberse la honra de la pobrecita viuda que se fue a favorecer de él, de tragarse el trabajo del pobre por cuatro reales que de él pretendió sacar, de tragarse la justicia que el alcalde pretendió hacer. Es pozo sin suelo; pues id después a sacar las vasijas y a buscar el uno su honra, a cobrar el otro su trabajo y el otro su justicia: no hay remedio, porque son gomias y no tienen suelo. Es necesario que se les haga alguna sangría por alguna parte baja y se desagüen, de suerte que queden vacíos y pobres, que luego será fácil hallar cada uno lo que busca. ¡Oh buen Dios, y qué es ver a un rico en su cama hacer restituciones, volver honras, declarar injusticias! ¿Qué es eso? Vacían el pozo y en él parece todo lo que


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habíe escondido y cuanto se habíe tragado. Monda la muerte el pozo [250r] y cada uno acude por lo que es suyo.

            La mayor bonanza que pueden decir de un pozo es que tiene el agua de paso; que, tiniendo cerca el suelo, tiene el agua necesaria, es dulce, clara y no cría cieno. Esto propio tienen los poderosos por quien tienen paso las riquezas: que en ellos hallaréis suelo y pie, donde p y a cuya puerta el pobre para y se detiene; el agua de sus palabras son claras y dulces, pues con ellas consuela y alegra al pobre afligido. Pero esotros q ricos que tienen el agua detenida, es de ordinario salobre, turbia y llena de cieno, porque sus palabras y obras todas son feas y abominables, por serlo a Dios sus codicias, ambiciones y malos tratos. Déselos Dios buenos, por quien Su Majestad es. Y para que sean cual conviene, tengan sus tratos con los pobres y religiosos reformados y menesterosos. Y ábrales Su divina Majestad los ojos para que conozcan el bien que tienen en tal compañía, para que les dure y no la desechen hasta que lleguen juntos al reino de los cielos. Amén.

 

10.       Los religiosos, medicina y luz para el mundo

 

 

CAPÍTULO r

 

            La tercera parte s que este cargo tenía era que se duplicaban t los conventos en el reino, porque, reformándose las religiones, era fuerza haber conventos doblados, unos reformados y otros modificados. No hay que negar esta parte, sino concederla y decir que es verdad. Lo que aquí hemos de ver es si es bueno o si es malo que haya u conventos doblados y las causas que para ello puede haber.

            Yo no puedo defender la parte por quien respondo alegando v los derechos bartos y baldos que se alegan en el mundo, ni las leyes de la partida w, que deben de ser x y tratar cómo han de partir la capa del pobre pleiteante el alcalde, el letrado y el procurador, ni las leyes de los enperadores, [250v] que pertenecen a razón de estado. Y quiera Dios no sean de caído, que yo por derechos el día de hoy entiendo derechos para quitar la bolsa y derribar a mi hermano y dar con una parva junta de hombres en el infierno. Que, cierto, yo no por qué llaman ni pusieron a las leyes del mundo derechos, pues jamás falta quien por una parte y por otra abogue y halle leyes; y que dos leyes contrarias sean derechas y que ningunas haya tuertas. Porque los artistas dicen que dos proposiciones contrarias no pueden ser entramas verdaderas; la una ha de ser falsa y la otra verdadera, o entramas falsas 129.


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Así digo yo: estas leyes que en el mundo se contradicen no pueden ser entramas derechas, que es imposible, sino que, si la una es derecha, la contraria ha de ser tuerta, o entramas tuertas. Y a esto me allego yo: que todas son tuertas para el camino del cielo y derechas para el infierno. No digo que las leyes de suyo no haya muchas muy buenas y derechas, sino que los hombres que caminaban por esas leyes y sendas cegaron y dieron consigo todos en las leyes torcidas y, como ciegos, se apartaron de las derechas. Pues digo que yo no puedo alegar de esas leyes. Que lo mejor creo que podré tener: no probar nuestro intento con cosas sospechosas, sino con razones naturales y otras de fee, que en fin tendrán guardadas las spaldas, que no haya quien alegue ni halle derechos contrarios o, por lo menos, congruencias que, a mi parecer, seríe corto de entendimiento el que las negase.

            En los capítulos pasados hemos dicho del officio y estado de los religiosos reformados: cuán admirable y divino sacrificio es el que ofrecen a Dios cuando sacrifican su voluntad y, despreciando las cosas del mundo, se abrazan desnudos con la cruz de Cristo pobre; los bienes que acarrean y train al mundo; las ayudas de costa para los que viven en el siglo. No será necesario tornarlo a traer a la memoria, que leído lo dejará quien a esto llegare.

            Esto presupuesto, pregunto yo si y hay mal año por mucho trigo, mucho frío por mucha ropa, grande hambre z y sed donde rueda el pan y se vierte el agua. Gran cosa es que, siendo los religiosos su vida y exemplo tan necesario al mundo, haya tantos que ya nos parece sobran y que se podía eso cercenar. Vaya, pase adelante el dicho. [251r] No digamos que los que aborrecen a la luz son b los que hacen mal c en esta ocasión, porque siendo en el dicho hijos de tinieblas, los echaremos en la calle y serán conocidos, pues los enfadan los que, como soles, alumbran el día y, como luceros, hermosean la noche tan obscura como la vida presente. Para el día basta un sol; para la noche, muchas estrellas y luceros son menester. Para te enseñar y descubrir el camino del cielo basta una fee, que es la que tienes de la sancta madre Iglesia. Pero, si con esa luz y en ese día ciegas y quedas en la noche del peccado, has menester muchas luces, muchos luceros, muchos religiosos que, con sus palabras, vida y exemplos d, te llamen, te dispierten, te guíen.

            Los que caminan por tierra basta una simple información para acertar; pero los que caminan por la mar han menester carta de marear, aguja y norte, y aun con todo eso suelen no saber dónde están y aun dar en una roca y acabar con todo. El que está en gracia, la misma gracia lo lleva al fin que desea. Pero al que cayó de ella y dio consigo en el peccado, donde se volvió su corazón un mar tempestuoso, ha menester mill señales e, mill marineros y patrones que rijan y gobiernen el navío y Dios y ayuda, no consigo en algún bajío con que todo


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vaya a fondo. Que cierto es cuando una f bestia va camino, antes de caer un niño la guiará y, después de caída, ser menester seis o siete para levantarla; y un hombre en salud, un medio médico para regirlo y, enfermo, seis médicos para curarlo.

            Quien pone este cargo g de que hay muchos frailes y se duplican los monasterios, quisiérale preguntar si se tiene por sano, justo y hombre que camina por tierra. Y si se tiene por eso, no se prometa seguridad, que no sabe lo que le sucederá y si a deshora se le volverá el viento y cairá y habrá menester un montón de religiosos que le ayuden a levantar. Y el discreto labrador no porque tenga salud se deja de concertar h con los médicos, barberos y zurujanos (y gusta de pagar de balde cuando Dios le da salud), para tenerlos de repuesto por si se le ofreciere necesidad. Y si él no la tiene, huélguese que en el pueblo haya médicos para sus vecinos y hospitales. Lo propio digo yo al que le parece que hay muchos frailes: que muchas gracias a Dios si no los ha menester y les limosna (como dicen) [251v] de balde para cuando los haya menester; y, si no, para sus vecinos, hermanos y compañeros que viven en el mundo metidos de suerte en alta mar que han menester un patrón con la carta de mar y ley evangélica en las manos y otro con la aguja y cruz de Cristo en las suyas y otro que le sea astrólogo y le adivine las strellas y pensamientos; y aun después no sabemos si llegará a buen puerto, y el enfermo con seis médicos si alcanzará salud. Cuanto hay y habrá aquí en Madrid, donde hay tantos conventos, tantos frailes, que, si se ha de confesar, a cabo de dos días que piensa en ello no habrá hallado un solo religioso siquiera entre tantos que le cuadre, para [que] con verdad, llaneza i y claridad le descubra su conciencia. Y así, respecto de sus propias personas, es bien que la Iglesia tenga recado de lo que tanto es menester j.

 

11.       Las religiones, si dobladas, duran más y se conservan mejor

 

            Respecto de las propias religiones, para que duren y se conserven, es de grande importancia se doblen. Que ya se sabe de cuánta más cura es un vestido aforrado que un sencillo, particularmente cuando la haz y delantera es de delgado y cosa delicada; entonces, para que no se rompa, es necesario uno y dos aforros. El tiempo ha venido a dar con las cosas de Dios en tanta delicadez que, para que no se k rompan, ha sido necesario aforrar el paño de las religiones con pobres sayales, y una regla que por haberse modificado adelgazó, aforrarla con otra primitiva. Y bueno es tener hechos en los pies callos y el pellejo duro para cuando se rompan los zapatos.

           


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Gran bien es la compañía, que si el uno cai el otro lo ayuda y, en fin, el uno al otro se ayuda a llevar la carga. Y no hay dudar sino que nuestros padres del Paño se deben holgar les seamos hermanos, como nosotros nos holgamos de los tener l por padres. Ellos nos han ayudado y nosotros los serviremos. Y con esto tiene más en seguro la Sanctíssima Trinidad su Religión.

            El buen labrador que quiere asegurar su simencera siempre carga algo más la mano, porque, en fin, el pajarillo come, la hormiga lleva y la tierra pierde; y para que vengan a luz y colmo 20 granos es necesario arrojar en el suelo [252r] 24. Y aun, cuando planta la viña, en cada hoyo pone dos sarmientos, aunque sólo ha menester el uno. Nuestra madre la Iglesia, deseosa de sus buenas cosechas y que todo venga acertado, no repara de derramar semilla buena y en abundancia, que desea haya buena cosecha de religiosos y siervos de Dios.

 

12.       El aumento de las religiones, un bien para España

 

            Digo también que, respecto del reino, es necesario y hay obligación de que se dupliquen las religiones. Parece ha puesto Dios los ojos en esta nuestra España, para conservar y guardar su sancta fee y salvar su Iglesia. Y como en esotros reinos anda tan de capa caída y tan perdidoso en su hacienda, quiso duplicar sus enpleos en éste. Y si en otras tierras sus iglesias se las sembraban de peccados, como quien las steriliza, surca y siembra de sal, en éste las dobla y quiere que m las habite gente que las riegue de sangre para que el fructo lo den mejorado. Que si aquel grande y discreto padre de familias quitó su viña a los arrendadores, no fue para deceparla sino para entregarla a quien hiciera fructos dignos de penitencias 130.

            En una cosa echo yo de ver que Dios vuelve por su honra y quiere librar su hacienda y quiere tener en pie su caudal: en que las religiones que se aumentan no son diferentes de las que hay sino las propias; dando a entender que, en las mesmas cosas en que ha estado la pérdida, quiere la ganancia. Y si estas religiones plantadas en otros reinos, al corriente de lo demás, desdijeron de su principio y perfección, estas propias son las que quiere en este reino mejoradas y duplicadas.

            Y si me dicen que este reino tenía hartas religiones, yo lo concedo que para su doctrina y enseñanza tenía suficientes monasterios y religiosos. Mas, si Dios tiene necesidad de que aquí le hospeden y den posada a las iglesias y monasterios que de otros reinos salieron huyendo y las lleva Dios de paso y camino donde él es servido, bien es que aquí reposen, paren y se rehagan de las cosas que tiene necesidad un ejército que marcha. Si viésemos que llegaban a Madrid muchas compañías


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de soldados y, por otra parte, viésemos el pueblo quieto y pacífico que no tenía necesidad de esa gente de guerra, [252v] es llano que habíemos de preguntar y entender que pasaba adelante. Quieto está este reino por la bondad de Dios en las cosas tocantes a la fee; y en las costumbres corre como siempre; y para esa hacienda y mies, suficientes mesegueros tenía Dios. Y si trai más y enllena el reino de nuevos escuadrones de soldados y religiosos reformados, adelante debe de ir la gente, para otros reinos debe Dios de juntar los nuevos escuadrones. ¿Dónde los podía n tener Dios más bien guardados y alojados que en la tierra y reino de algún amigo suyo, fiel y verdadera; y donde a sus soldados o les enseñen buenos ardides de guerra, y a los nuevos religiosos, sanctas y buenas costumbres? Y en cosa ninguna así echo yo de ver que estas religiones reformadas son más para otros reinos que para éste que en verlas reformadas y pobres: reformadas por la fortaleza para el acometimiento; pobres y desembarazadas para el camino, que no tengan raíces que los inpidan y estorben como a los que en el Testamento Viejo tenían viña recién plantada 131 p.

 

 

 




a            sigue de tach.



b            sigue y o enviar a los acusadores tach.



c            sigue hil tach.



1         Cf. Mt 6,2628.



d            sigue y tach.



e            sigue como se remedie tach.



f             sigue del tach.



g            sigue van a tach.

 



2         Cf. Mt 12,12.



h            al marg. Vide dónde lo manda Dios



3         Cf. Lev 19,9; 23,22.



i            sobre lín.



4         Cf. Gén 41,4748.



j            al marg.Vide



k            corr. de sus



l         corr. de haciendas



5         Cf. Gén 44,1ss.



m           sigue que tach.



6         Cf. Mt 15,26.



7         Cf. Mt 15,27.



8         Sal 144,1516.



n            que tienen sobre lín.

 



9         Cf. Gén 39,1820.



o            sigue los tach.



p            los pájaros sobre lín.



q            sobre lín.



r            sobre lín., en lín. el tach.



s ms. labrados



t            Pero‑arbitrio sobre lín.



u            sigue para tach.



v            sigue en tach.

 



10        Cf. Mt 15,36.



w           sigue que tach.



x         sigue porque los religiosos comen y tach.



11        Cf. Lc 16,1921.



y         corr. de crueldad



z corr. de fugiebant    



12        1 Re 2,7. David habló así a su hijo Salomón.



a  sigue esto tach.          



b            sigue y avi tach.



c            sigue diciendo tach.



d sigue que tach.

 



e            corr.



f             sigue determinó de tach.

 



g            ms. fata



13        Cf. 1 Re 17,15; 18,4445.



14        Cf. 1 Re 18,44.



h            corr.



i            sigue pr tach.



j            solem orifi facit sobre lín., en lín. pluit tach.



15        Mt 5,45.



k         sigue y para tach.

 



16        Mc 8,23.



17        Cf. Mt 14,20.



l             corr. de quien



18        Núm 3,47.



m           sigue p tach.



19        Cf. Núm 6,10.



20        Cf. Mt 4,18.21; etc.



n            al marg.Vide



21        Cf. Gén 18,32, donde más bien se habla de diez justos.



22        Cf. Mt 25,2.



o            sigue suyas tach.

 



p            sobre lín., en lín. los tach.



q            sigue el tr tach.



23        Cf. Jon 1,3ss.



r            sigue y tach.

 



s            sigue ho tach.



24        Sal 68,29.



25        Sal 64,16.



26        Cf. Ap 12,79.



27        Cf. Gén 3,2324.



28        Cf. Núm 16,3133.



t            sigue que tach.



u            sigue se le tach.

 



29        Cf. Jon 2,11.



v            por‑pobreza sobre lín.



w           sigue estos son tach.



30        Cf. Mt 24,2122.



x            sigue s tach.



y            ms. manda

 



31        Curiosa variante de la fábula clásica de la zorra y el cuervo con un trozo de carne o de queso en el pico (Fábulas de Esopo, Madrid, Gredos, 1993, n.124, MEY, S., Fabulario [1613], Madrid 1975, n.15).



z            sigue que tach.



a  sigue capítulo tach.



32        Gén 6,7.



b            corr. de hominem



33        Gén 6,3.



c            sobre lín.



d            corr. de buesto



e            sigue y camino tach.



f             sigue y tach.



g            sigue est tach.



h            sigue semejantes tach.



i            sigue nven tach.

 



j             sigue con tach.



k            sigue me dicen tach.



l            sigue el día tach.



m           sobre lín.

 



n            sigue por ser humana tach.



o            sigue otro tach.



p            ms. Samón



34        Cf. 1 Re 11,2932.



35        Mt 23,4.



q            sigue no más tach.

 



r            corr. de estos tratados



36        Sal 4,3.



s            corr. de ab, sigue exitu tach.



37        Eclo 40,1.



t            sigue lo tach.



38        Os 4,8.



u            corr. de las



v            ms.Momomisés



w           al marg.Vide



39        Cf. Ex 7,912.



x            sigue espacio de 8 lín. en blanco



y            sigue con tach.



z            sigue ni tach.



a  sigue las cargas tach.



40        Job 26,5.



b            sigue de agua tach.

 



c            corr.



41          Is13,1.



d            corr. de estirados



e            sigue mundo tach.



42        S. BERNARDO, Sermo in Adventu Domini, 5 (ML 184,820): «Babylon significat mundum, cuius amor cupiditas est: onus itaque grave multos praemens, et ad inferiora incurvans. Tripliciter autem miseros onerat: labore, timore, dolore. Cum labore pervenit homo ad hoc quod cupit; cum timore possidet, cum dolore amittit». Cf. ID., De diligendo Deo, 7 (ML 182,985).



43          Is14,28.



44        Sermo in Adventu Domini, 6 (ML 184,824): «... onus Philistiin, qui interpretantur cadentes potione, illosque significant qui superbia inebriati ceciderunt de habitatione coelesti. Isti miseros onerant, nunc tentatione, nunc afflictione. [...] Hi cor fidelium multis tentationibus onerant, insultantes animae consentienti, et dicentes: Incurvare ut transeamus (Is 51,23)».



f             sigue y tach.



45        Ef 6,12.



g            sigue a vosotros satanás tach.



h            sigue sabiendo tach.



i            sigue de tach.

 



46        Cf. Ap 12,12.



47        Sal 77,49.



48          Is15,1.



49        Sermo in Adventu Domini, 7 (ML 184,821): «... onus Moab, qui interpretatur de patre. Naturalem illam exprimit necessitatem, quam pater generatione transfundit in filium, sicut est inevitabilis manducandi, bibendi dormiendique necessitas, et caetera quae ad necessariam pertinent corporis curam. Quale hoc onus, fratres charissimi, quo cogimur post solis splendorem, ad carnis huius curam, quali ad fetidum cadaver redire, et post spirituales cibos mentis, procurare onera ventris?».



j             corr. de averse, sigue ya tach.

 



50        Cf. Rom 16,18.



51          Is17,1.



52        Sermo in Adventu Domini, 8 (ML 184,821): «Damascus interpretatur fundens sanguinem, illam nobis innatam exprimens corruptionem, quae quodammodo nolentes et invitos trahit ad peccatum. Ipsa est lex in membris nostris repugnans legi mentis nostrae, et captivos nos ducens in legem peccati, quae est in membris nostris».



53        Rom 7,23.



54        Cf. Ez 3,18.



55        Cf. Ap 12,79.



k            al marg.Vide



56        Cf. Núm 16,3133.



57          Is19,1.



58 SBERNARDO, Sermo in Adventu Domini, 9 (ML 184,822): «Aegiptus interpretatur tenebrae. Sunt autem tenebrae ignorantiae, sunt et iniquitatis. Eia, fratres, non est leve hoc onus, quod de ignorantiae nostrae caecitate portamus, nescientes in multis quid expediat, quid laudemus, quid improbemus, ita ut saepe dicamus malum bonum, et bonum malum (cf. Is 5,20)».



l            sigue es tach.



59 Is 21,1.



60        Sermo in Adventu Domini, 10 (ML 184,822): «... multitudo reproborum, qui, derelicti a Deo, et a sanctorum numero separati, pondere persecutionum sanctam premunt Ecclesiam».



m           sigue 20 tach.

 



61          Is57,20.



n            rep.



o            ms. condicio



62        Sal 80,13.



p            ms. corro



q            al marg.Vide

 



63        Sal 72,23.



64        Sal 128,3.



65          Is21,11.



66        S. BERNARDO, Sermo in Adventu Domini, 11 (ML 184,823): «Duma interpretatur silentium. [...] Est praeterea aliud quoddam silentium, quod aeternae poenae pondus multis imponat. Ipsum est silentium, quod ex pudore et confusione procedens, confessionem obstruit peccatorum, vel excluit remissionem: quod onus poenae tale silentium mereatur, propheticus sermo non tacet».



67 CfIs 42,14.



68          Is58,1.



69          Is21,13.



70          Is21,13: «Onus in Arabia. In saltu ad vesperam dormietis, in semitis Dedanim».



71        Cf. Lc 16,1731.



72        Mc 14,33.



73        Sermo in Adventu Domini, 12 (ML 184,823): «Arabia vespera interpretatur, quae diei finis est noctisque principium: horam mortis non incongrue, ut puto, signans, quae cunctis fere mortalibus timoris non leve pondus imponit. [...] Praeterea vespera... eius exprimit causam, qui post opera lucis, ea inchoat quae sunt tenebrarum, cuius fiunt novissima peiora prioribus, qui profecto eo pondere opprimetur, quod in hoc Arabiae onere continetur».



74          Is 22,1.



75        Sermo in Adventu Domini, 13 (ML 184,823): «Subditur onus vallis visionis. Visio refertur ad contemplationem; vallis, ad humilitatem vel dejectionem. Est enim quorumdam contemplatio humilis, quorumdam dejecta».



r            ms. contemblación



s            sigue carga y tach.



t            será carga que sobre lín.

 



76        ibid.: «Sancti autem quo magis proficiunt, eo maiori onere vanitatis fatigantur, et sic ad aliora se erigunt, ut quandoque inviti etiam ad inferiora trahantur. Si enim virtus proficit, servatur humilitas; si onerat, vanitas est».



u            rep.



v            sigue que es tach.



w           sigue del tach.



77          ibid.: «Scitis, fratres, qualem necesse est ut sustineat pugnam mens profitientis, ne favor humanae laudis subrepat, ne dissolvat adulatio, ne cor ambitu intumescat».



x            al corazón sobre lín.



78        Rom 1,24.



79        Rom 1,28: «Tradidit illos Deus in reprobum sensum».



y            sigue entre tach.



80        Sal 105,20.



z            ms. lentras



a  rep.



81        1 Jn 2,16.



b            sigue de cod tach.



c            sigue de ellos tach.

 



82        Sal 16,11.



83        Sal 35,2.



84        Sal 17,28.



d            sigue pero los ojos de lo tach.



85        Sal 118,37.



86        Sal 24,15.



87        Cf. Eclo 16,2425.



e            corr. de en



f             sigue ho tach.



88        Cant 6,4.



g            corr. de humillarlos

 



89        Ecl 2,14.



90        Cf. Zac 2,12.



91          Is23,1.



92        S. BERNARDO, Sermo in Adventu Domini, 14 (ML 184,824): «Tyri onus, quod nomen angustia interpretatur, cuius onus est in amaritudine poenitentiae, in labore continentiae, in corporali aegritudine».



h            corr. de codiciosos



93        Cf. Ecl 1,14.17; 2,17.



i            corr. de cargan



j            corr.



k            sigue os tach.



l            sigue ojos tach.



m        sigue ati tach.



n            sigue espacio de 7 lín. en blanco



o            sigue la tach.

 



94          Is30,6.



95        Sermo in Adventu Domini, 15 (ML 184,824): «Ultimum onus est jumentorum austri. Auster, qui ventus est calidus, signat Spiritum Sanctum, sicut habes in Cantico Canticorum (4,16)... Felix anima quae huius austri jumentum est; quae freno moderationis huius regitur; quae in omnibus eius subditur voluntati. Felix plane anima, cui Spiritus Sanctus praesidet, et omnia opera eius dirigit, cogitationes eius disponit, motus ordinat moresque componit».



96        Sal 72,23.



97        Cant 4,16.



p            sigue a tach.



q         corr. de el



r         sigue y di tach.



s         corr.



t             ims. soberana



u            según‑holocausta sobre lín.

 



98        Jer 17,26.



99          Is21,14.



v            sigue ha tach.



100      Cf. Is 60,8.



w           sigue tierra tach.



x            sigue lla tach.



101      Cf. Is 52,7: «Quam pulchri super montes pedes annuntiantis et praedicantis pacem».



102      Cf. Ex 3,1ss.



103      Sal 84,11.



104      Cf. Sal 101,5.



105      Cf. Sal 79,6.



y            sigue el tach.

 



z            sigue p tach.



106      Mt 11,28.



a  corr. de sunt



107      Mt 11,29.



b            sobre lín.



c            corr. de palma

 



108      Cf. Ap 21,25.



d            ms. torren



109      Sal 125,4.



110      Sal 77,2526.



111      Cf. 2 Cor 12,2.



112      1 Cor 2,12.



113      Rom 5,5.



e            ms. 1



114      2 Cor 11,29.



f             sigue me abraso tach.



115      Rom 9,23: «Quoniam tristitia mihi magna est, et continuus dolor cordi meo. Optabam enim ego ipse anathema esse a Christo pro fratribus meis, qui sunt cognati mei secundum carnem».



g            corr. de garga



h            sigue del necesitado tach.



i            sigue q tach.



116      Gál 6,2.



j            corr. de como



k            ms. oráboles

 



l             al marg. Aquí se puede dividir este capítulo



m         ms. cielo



117      Cf. Mt 25,3435.



118      Cf. Lc 16,9.



n         ms. pedricada



o         corr. de conmpida

 



119      Lc 16,9.



p            corr.



q            si no rep.



r            ms. dios

 



s            al marg.Vide



120      Cf. Lc 6,24.



t            ms. coltal



u            corr.



v            ms. cosa



w           ms. medio

 



x            sigue porque tach.



y            ms. solos



121      Cf. Ez 1,4ss.



z            sigue es g tach.



122      Cf. Lc 19,2324.



a  sigue en tach.

 



b            sigue me tach.



c         ms. lo



d         sigue bacía tach.



e         ms. paran



123      Cf. Is 66,1.



f             ms. gero



124      Cf. Gén 1,1112.



g            sigue ce tach.

 



125      Cf. Sab 11,21.



h            sigue medita tach.



126      Mt 6,20.



i            sigue que las dejes pasar al pobre y al necesitado y que tach.



127      Cf. Job 29,1516.



j sigue esterilici tach.



k            ms. aguarzado

 



128      Fábula contada más sintéticamente en Tratado de la humildad 2,8 (I, 968). Recogida por MEY, S., Fabulario, Valencia 1613, n.21.



l             y como el rey sobre lín.



m           sigue esto tach.



n            ms. tiene



o            corr.

 



p            sigue el po tach.         



q            sigue pobres tach.      



r            sigue espacio de 6 lín. en blanco      



s            corr.



t corr. de dublicaban 



u            sigue mu tach.



v            sigue derechos tach.



w         al marg. pregunta



x sigue como tach.

 



129      Se trata de las proposiciones universales contrarias, que difieren por la cualidad. Pueden ser ambas falsas, por no convenir al sujeto la nota afirmada y negada totalmente, sino sólo parcialmente.



y            sobre lín.



z         sigue don tach.



a         ms. aborren



b         sobre lín.



c         corr. de mas



d         ms. exemplon



e            les sobre lín.

 



f             sigue cayó



g            sigue quisie tach.



h            sigue pe tach.



i            ms. llanea



j            sigue respecto tach.



k            sigue doblan tach.

 



l             sigue gamos tach.



m           rep.

 



130      Cf. Mt 21,3341.



n            corr. de ponía



o            ms. soldades



131      Cf. Deut 20,6.

 

 



p            sigue folio y medio en blanco






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