Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras II – S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
V. RESPUESTA A LA QUINTA DIFICULTAD
El quinto cargo que se nos pone es que algunos dicen vienen a buscar sus commodidades en las religiones.
El argumento que pretenden hacer en este capítulo es que toman algunos el hábito que les parece no tenían tanta y tan buena commodidad en el siglo; o que para comer y sustentarse acaso fuera necesario echar mano del arado y del azadón; o que en el siglo no fueran tan honrados, tenidos y estimados como con nuestro sancto hábito.
Es cosa muy cierta en a este cargo y capítulo no tratan de la commodidad spiritual y del alma. Porque todos debemos conceder en las religiones se busca commodidad spiritual, y que es mayor y más perfecta la que aquí se halla que la que en el siglo se tiene. Y esto es de fee, pues lo es que la vida contemplativa es más perfecta que la activa. Pues si a eso se añidiese que el trueco que el hombre hace del siglo a la religión no es de vida activa sino de vida imperfecta, ocasionada, distraída o perdida y aun quizá de vida de perdición a vida b perfecta, ganada, segura y de cielo, ahí es donde a los ojos se vería la diferencia con millares de mejoros y commodidades para el espíritu.
Es llano murmuran aquí de la commodidad del cuerpo que les parece tienen los religiosos, de su regalo y descanso, de la quietud y reposo, de la honra y provecho que hallan en el hábito y religión. Que
pienso no serán menester muchos pliegos de papel para responder este cargo.
1. Dios provee a las necesidades materiales de sus siervos
Mírese por charidad si es lícito que ellos me concedan y que sea de fee el estado de la religión ser más perfecto que el que se tiene y vive en el siglo, y que entrando en ella a servir a Dios si será bien que los deje Dios desacommodados. Díganme qué caballero pelado y bordonero hay en el mundo que no procure acommodar a sus pajes y lacayos, siervos y criados de quien se sirve, que no se tuviera por la mayor afrenta del mundo. ¿Es, pregunto yo, la casa de Dios la de Lazarillo de Tormes, que ha de adiestrar al ciego de día y dormir el criado al sereno de noche, velar de noche y ayunar de día? ¿Qué príncipe y rey hay en el mundo que no ponga su honra y felicidad en la honra y buen tratamiento de los que le sirven y acompañan, en ser agradecidos no pagando al peso y medida de lo que reciben sino al tanteo de su majestad y grandeza? ¿Por qué fueron los sentimientos y pesadumbres del manso y misericordioso David contra Hanón y contra [254v] los hijos del rey Ammón (2 Regum 10) 1 sino porque, enviándoles un recado con ciertos siervos y criados consolándolos de la muerte de su padre Ammón, maliciaron el mensaje y afrentaron los criados rayéndoles las medias barbas y cortándoles la mitad de las vestiduras? Lo cual fue causa para que el sancto y comedido rey David juntase un poderoso ejército y fuese sobre ellos. Castigo muy justo y guerra muy lícita contra quien hace tal agravio no a los criados de David sino al propio David, que no era el rey villano ni mezquino que habíe de traer sus criados a medio rapar y medio desnudos, como quien no tiene dineros para pagar c al barbero porque haga el officio por entero y para sacar el paño necesario para vestir del todo sus criados.
Agravio bien parecido al que se hace a Dios en este capítulo y cargo, pues quieren se sirva Dios de hombres a medio rapar y vestir, a quien se les acomode el alma y se quede el cuerpo desnudo; que crezcan las virtudes y pensamientos interiores del alma, que es a quien la Escritura llama barba d y pelo, y que la otra media que pertenece al cuerpo ande raída y desacommodada. Que cuando el siervo de Dios no lo mereciera, inportaba a la honra del Señor no sólo pagar al criado según sus méritos sino según su grandeza y misericordia, según la cual siempre con osadía y ánimo pedimos a Dios grandes cosas.
Sigue a Cristo muchedumbre de gente por los desiertos y campos. Y vuélvese a sus sagrados discípulos y díceles: Misereor super turbam, quia ecce iam triduo sustinent me, et non habent quod manducent 2; duélome y apiádome,
dice Cristo, de esta gente que ha tres días que me siguen y no tienen qué comer. Pudiéramosle responder a Cristo: Señor, ya les habéis predicado, enseñado el camino del cielo y curado sus enfermos; soltaldos, dejadlos que se vayan a comer a sus casas. No, dice Cristo, que ha tres días que me aguardan et si dimisero eos jejunos, deficient in via 3; no sonará bien que, habiéndose andado tras mí tres días, los envío muertos de hambre y se hallen faltos en el camino.
Está Cristo por convidado en las bodas del architriclino. Y el remediar las faltas que en el convite y fiesta hubiese estaba a cargo del que en ellas presidía, y no al de Cristo. Así se lo dijo a su madre cuando la Virgen dijo a Cristo: Vinum no habent. Y Cristo le respondió: Quid michi et tibi, mulier? 4 No está, como si dijera, eso a nuestro cargo. Y con todo eso, delante de un tan grande Señor y convidado, no quiso la Virgen ni el mismo [255r] Cristo que hubiese falta y falta de vino en bodas. Que fue decir: aunque éste es un estado en que, por sus muchos gastos y obligaciones, es fuerza haya faltas de cosas muy necesarias, pero será imposible haberlas en los desposorios espirituales, donde la e desposada f es g el alma que de veras deja el mundo y entra en religión y el desposado es Dios, y Cristo el que preside, a quien no le sufre el corazón haya faltas de vino y de consuelos humanos a los que celebran tan alto sacramento y procuran unirse con Dios.
Lleva Dios tan por puncto de honra que no se quejen de la providencia infinita de h que usa con altíssima sabiduría con los que una vez asientan en i su casa, que usando con Su divina Majestad los hebreos que trujo por el desierto cuarenta años mill bajezas en materia de comer y beber hasta decir si los habíe engañado y decir si eran mejores sus ollas de Egipto —lo cual no lo sufría Dios ni aun aguardaba a que su siervo Moisés le llevase las quejas j—, él tenía prestas orejas para oírlas y con presteza remediarlos aunque fuese a costa de que los ángeles se hiciesen panaderos y les diesen maná suavíssimo que les sirviese de sustento (Exodo 16 k) y que los guijarros se rompiesen y al golpe que debían dar fuego diesen agua. Y en el capítulo 16 le dice Dios a Moisés: Oído he las murmuraciones de Israel. Decirles has: Vespere comedetis carnes, et mane saturabimini panibus 5, etc. Que fue decirles que se les proveería de lo necesario de pan y carne. Porque no quiere Dios ni consiente Su Majestad que de él se murmure que los mata de hambre y los trai desacommodados.
Y aun mereciendo notable castigo por estas murmuraciones tan injustas y sin tiempo, pues nada les habíe faltado, y, pretendiéndolos Dios castigar, no lo hizo hasta después de les haber dado todo lo que pedían y querían. Como dice el sancto rey David, contando las maravillas que Dios l habíe usado con este pueblo desconocido (psalmo [77]): Nunquid
et panem poterit dare, aut parare mesam populo suo? Ideo audivit et distulit eis; et ira Dei ascenderat super eos 6. Dice David que murmuraron de Dios y que dijeron si seríe señor para poner la mesa a tanta m muchedumbre y hacerles el plato en aquella soledad. Por tanto, dice, los oyó, dioles lo que pidieron y quisieron; y tras ello bajó la ira de Dios; y tiniendo el bocado en la boca, les acometió la muerte y acabó con grande muchedumbre de ellos. Donde hallo yo que dudar: si los habéis, Señor, de matar y quitar la vida, ahorraros la comida y no [255v] se desperdicie.
Llano es que si un médico visitando a un enfermo dijese: «Ya esto es hecho, no comerá más bocado», que no seríe prudencia del enfermero ir y matar la gallina y guisar el puchero, antes dejarlo y guardarlo n porque no se desperdicie. Y si éstos, Señor, por sus murmuraciones son dignos de muerte, ¿para qué los oís y hacéis venga tanta muchedumbre de codornices que quiten su antojo de lo que desean y el fastidio de lo que comen? 7 Mejor fuera guardar ese plato para gente merecedora de vida. No, dice Dios, no ha de decir nadie que los maté de hambre; que quien en esta ocasión los vieren muertos no dirán sino que mi ira bajó en hambre y que los maté por no tener qué darles de comer y acommodar sus personas en la soledad. Coman primero y hártense, que después haré yo mi hecho. Muy ordinario es, cuando peligra la honra de un señor con mal siervo y criado que tiene, contentarlo y darle todo lo que pide y, después de contento y satisfecho, en viendo la suya tratarlo como merece. Y eso propio hace Dios: que no pone en peligro su honra con gente tan ingrata en cosas tan bajas como es comer, sino dales que se harten y luego baja su ira.
Pues, si esto es así, Señor, ¿qué necesidad hubo de que la muerte los cogiese con el bocado en la boca? Et ecce escae eorum erant in ore ipsorum 8, etc. Dejádselo tragar. No, dice Dios, sino con el propio bocado se ahoguen y con él en la boca los coja la muerte; y ese bocado me sea testigo cómo nada les ha faltado en este camino y que, si mueren, mueren por culpas y peccados y no por necesidad.
Notable cosa es lo que mira Dios por su honra en casos semejantes; y ¡que quieran los que viven en el siglo murmurar de los religiosos porque están acommodados! ¿Fuera buena honra de Dios desacommodar a los que le sirven, traerlos muertos de hambre y necesitados por esta soledad y desierto do salieron a tratar con Dios y a recebir la leche suavíssima de su pecho divino, a escuchar sus razones? ¿No les bastaba haber dejado a Egipto y sus ollas podridas, sino que con ellos habíe Dios de usar una crueldad tan grande como era traerlos necesitados y hambrientos? Cosa muy lejos de su noble condición y aun de su propia honra. Pues para que no peligre, [256r] como decimos, a los ángeles o hace Dios panaderos, en el cielo hace horno y que él cueza y ellos amasen para que los hebreos coman y se harten. Y a los cuervos hace
criados y administradores de sus siervos en tiempo de necesidad, que busquen y traigan pan. Y que la tinaja de la pobre viuda multiplique p su harina; y la orza del aceite mane 9. Que por una vía o por otra no le ha de faltar al siervo de Dios, aunque sea trepando Abacú el lago de los leones arriba y puniendo la mesa entre sus uñas para el profeta Daniel, que con crueldad quiso el rey [Darío] quitarle la vida de hambre y que q no sólo él no comiese sino que fuese comida de leones hambrientos 10. Dime, rey tirano, ¿afréntaste tú de tener los leones con hambre aunque la satisfagas con la carne y vida del propheta? Dime, tirano, ¿por qué no tanteas y mides la condición de Dios siquiera con esa propia medida y entiendes que me tengo yo de dar por afrentado de que mi siervo no coma, aunque sea a costa de quien también merece la comida como son los segadores y mesegueros de Abacuch?
Este propio argumento hago yo a los poderosos y grandes que viven en el mundo: que no piensen de Dios más bajamente que de los hombres; y que si es verdad, como lo es, lo que Cristo dice por san [Matheo]: «Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿con cuánta mayor razón las debe dar quien es Padre celestial a quien con veras y como hijos lo pide?» 11. Si Dios tiene cuidado, como dice David, de acommodar a los hijos de los cuervos en tiempo que sus padres los desechan 12 porque no les parecen en el pelo malo que tienen cuando salen del cascarón, y allí les tiene Dios prestas sus orejas para los oír y remediar; si este gran Dios acude en el mundo a acommodar a los que no le parecen en el pelo de la virtud, ¿por qué ha de desamparar a los que lo buscan por padre y ellos se entriegan por hijos parecidos y le son imagen y retrato por gracia de su divinidad? Si él es el que hace salir el sol sobre buenos y malos, y llueve sobre justos e injustos 13, ¿por qué han de faltar nubes y sol para el que, dejando las commodidades del mundo, en la religión quedase desacommodado?
Pregunta san Crisóstomo la razón por qué vino Dios en la creación del mundo a criar al hombre a la postre y el último día, cuando ya todo estaba hecho. Y dice: Se hubo Dios con él como un príncipe [256v] cuando tiene un convidado, que, antes de entrarle en la mesa donde ha de comer, está todo aparejado y preparado y las velas encendidas, que no falta sino sentarse y echar la bendición. Esto propio hizo Dios con el hombre: que antes de criarlo y entrarlo en la sala deste mundo, le puso la mesa con tanta abundancia r de regalos y variedad de cosas como habíe criado, y encendido las velas que fueron esas dos lumbreras del cielo 14. Que no faltaba más de criar el hombre al sesto día, sentarle a la mesa y bendecir todo lo criado. Y así lo hizo Dios al sétimo día, pues a ése en particular lo bendijo cuando ya todo
estaba perfecto y acabado, cuando se habíe de celebrar el convite 15. Es Dios muy próvido para con las personas que están a su cargo; y no quiere que les falte, que murmuren o se quejen de Dios, porque le va su honra en su buena commodidad. Y el que de ella murmurare, murmura de que Dios es honrado y próvido para con los suyos.
Y, si no, díganme los que de esto murmuran si Dios puede mentir. Porque, si no puede mentir, como es así, él tiene dicho por san [Matheo]: Primum quaerite regnum Dei, et omnia adiicientur s vobis 16; que el que primero busca el reino de los cielos, halla y le buscan mill commodidades para el cuerpo y para el alma. Porque reino de los cielos no significa otra cosa sino muchedumbre de bienes juntos y acumulados, que se dan a quien busca a Dios, en quien halla salud, contento, alegría, riqueza, hartura y enbriagación. Que fuera largo contar y necesario hacer tratado particular para decir lo que un alma alcanza y tiene en Dios, de quien dijo David: Nunquam vidi justum derelictum, nec semen eius quaerens panem 17; jamás vi ni topé ningún justo dejado y desamparado, o cosas suyas puestas en extrema necesidad. Antes, Señor, dice en otra parte: Parasti in conspectu meo mensam, adversus eos qui tribulant me 18. Como si dijera: contra la opinión de los que me murmuran y persiguen, me acommodas y pones la mesa para que coma t, beba y me embriague; et calix meus inebrians quam praeclarus est! 19. Delante de ellos me brindas y regalas de suerte que nada me falte: Et nichil michi deerit 20. Pésele a quien le pesare, que eso quiere decir: Adversus eos qui tribulant me.
2. La verdadera comodidad del religioso
Sospéchome que, como los del mundo andan tan alcanzados, tan hambrientos y necesitados, tan desacommodados por otras [sic] partes, sienten mucho ver ante sus ojos gente pobre bien acommodada. Que sean ellos poderosos con los treita mill de renta, cargados de criados, bien comidos y bebidos y en camas de viento descansados [257r] y, por otra parte, inquietos, perturbados y desacommodados porque en nada hallan lo que desean o deben desear, y que, por otra parte, vean un bordonero de un fraile descalzo, que ayer era un pobretón, acommodado con cuatro remiendos en el vestido y un pedazo de pan en la mesa y dos tablas en la cama, y que su alma se está revertiendo de alegría y contento 21: extraña cosa, bocado riguroso que no puede tragar el que en el mundo busca descanso y no lo halla.
Yo también digo que coma el que vive en el siglo veite platos guisados a su paladar, uno mejor que otro, y le sirvan de acíbar y rejalgar los mendrugos que come el religioso. Que vistas tú holandas, sedas, brocados y phelpas y con ellas te abrigues, y te haga dar diente
con diente la pesadumbre que recibes viendo al fraile desnudo y abrigado. Que te vayas tú a pasear y a tus fiestas, y que topes al pobrecito fraile con un saco; y que para ti sea mortaja y túnica de ahorcado que te la echó encima y la soga a la garganta para te ahogar y dar garrote. Dime, hombre, si estás en cama de flores, ¿por qué te inquietan las tablas desnudas del fraile descalzo? Si tú vives y andas ventanero, ¿por qué te perturbas con los ojos bajos del humilde? Si tú te empleas en las deshonestidades que buscas, ¿por qué te abrasa la limpieza y honestidad del casto?
¡Ay, qué bien dices, hombre! Nunca mejor hablaste ni mayores verdades pronuciaste, que decir que el religioso y el que busca a Dios busca su commodidad, porque la busca en Dios y en lo que Su Majestad manda. Van por caminos derechos, topan con ella. ¿Cómo la has tú de hallar en el regalo, en la comida, en la riqueza y en las demás cosas de la tierra, que más sirven de perturbar que de acommodar? Abre, hombre, las orejas, escucha a Cristo en el monte que predica y evangeliza la paz y enseña los caminos verdaderos 22. Advierte que sólo promete las commodidades de Dios a los pobres de spíritu, al que llora y al perseguido 23. Si tan bien te parecen las commodidades de los que viven pobres y en religión, búscalas tú por esos propios caminos, que a todos los que de veras las quieren y buscan las ofrece Dios. Mayor confusión tuya es verte [257v] tú desacommodado en las casas de los príncipes y reyes, siendo de tales y tan grandes partes, y al pobrecito acommodado en la religión, y estarte tú quedo. Tu merecido tienes, no tienes de quién quejarte. Y si por estar tú desacommodado, inquieto y con mill pesadumbres en ese lugar te parece que puedes murmurar de los pobres que acertaron y toparon con un descanso cierto y verdadero, no tienes razón; [no tiene razón] el ciego en desear todos lo sean, que si él es ciego gran cosa es que haya quien vea y le adiestre. ¡Qué mayor bien, para los que viven ciegos en el mundo y desacommodados, que haya pobres en las religiones, acommodados y con vista, que a ellos los diestren y enseñen dónde está el cómmodo verdadero! Como ellos confiesan que ya lo saben, pues dicen que se entran religiosos por su commodidad.
Ahí verás, hermano mío, qué poderoso y admirable es Dios en sus siervos, pues con su pobreza, con su hambre y desnudez te enseña verdades tan altas como es decirte dónde está la commodidad y verdadero descanso. Sea Dios mill veces bendito, que a sus pobres y siervos los hizo tan semejantes a sí, pues con tierra dan luz a los ciegos y con la pobreza y necesidad los enseñan y dan ojos para que vean que sólo en buscar a Dios está la cierta commodidad. Bien veo ahora, Dios mío, el recado que enviaste a Juan, tu amigo, cuando estaba en la cárcel y te envió a preguntar si eras tú el Mesías que el pueblo aguardaba o si tenían que aguardar a otro. Pregunta fue para que la respuesta sirviese
de desengaño de aquel pueblo ciego, el cual lo dio Cristo con responder: Decidle a Juan que los pobres evangelizan; et pauperes evangelizantur 24. Los pobres enseñan las verdades y curan de estas cegueras, porque ellos hallan en mí su commodidad. Y pobres acommodados en la casa de Dios predican y evangelizan: a los ricos que no se cansen en buscarla en sus riquezas; y a los mercaderes, en su trato; y al caballero, en su paseo u; y al poderoso, en su descanso; sino en arrimarse a Cristo, que recibe debajo de sus alas para proteger v y amparar a los que a él se arriman. Porque es árbor de buena sombra, como la esposa dice: Sub umbra [258r] illius quem desideraveram sedi, et fructus eius dulcis gutturi meow 25. Hallé, como si dijera, al pie del árbor a que me arrimé muchas cosas: sombra, debajo del cual nombre se entiende protección, honra, defensa, amparo y favor —como acá solemos decir: hácele el rey sombra a Fulano—; lo segundo dice que halló asiento y cómmodo, que debajo de nombre de asiento se entiende descanso, quietud y reposo; halló gusto en la fructa del árbor a cuyo pie y sombra estaba sentado. Son estos tres nombres communes que todos tres están encerrados debajo del nombre de commodidad, porque estar un hombre acommodado es estar amparado y favorecido, que es x gozar de sombra y estar sentado y con descanso y tener gusto en todas sus cosas. Lo y cual halla el siervo de Dios que se arrima al árbor de vida Cristo.
Desta verdad hay una figura admirable en el capítulo 17 del libro de los Jueces. El tiempo que vivía Sansón, habíe en el monte de Efraín un ciudadano llamado Michas. El cual, habiendo granjeado y guardado mille centum argenteos, acudió como buen hijo a hacer de ellos entriego a su madre. La cual, habiéndolos bendito, se los tornó a entregar a su hijo, y le mandó que, atento que ella los habíe consagrado al Señor, que de parte de ellos hiciese sculptile atque conflatile. Que fue decirle hiciese un retrato de su Dios de bronce z, al cual le hizo su casa donde reverenciarlo y tenerlo 26. Sucedió en este tiempo que habíe un buen mancebo en Belén de Judá, pobre, menesteroso y desacommodado. Egressusque de civitate Betlen, peregrinari a voluit ubicumque sibi commodum reperisset; que determinó de salir de su tierra a buscar cómmodo. Llegando al monte de Efraín y, pasando de puerta en puerta, llegó a la casa de Michas. Preguntándole de dónde venía, le respondió: Levita soy de Betlen Juda, et vado ut habitem ubi potuero, et utile michi sit 27; voy, dice, a buscar donde me acommodar y donde tenga algún provecho y arrimo. Quédate, dice b Micas, en mi casa, séme pariente y sacerdote. Que fue decirle en buen romance: yo tengo a Dios en casa; quédate en ella, donde me servirás de sacerdote y yo te recebiré por mi pariente. Daboque tibi per annos c singulos decem argenteos, et vestem duplicem, et quae ad victum sunt necessaria 28; daréte buena paga en dineros, vestido doblado y lo
necesario para tu comida, y también honra, pues no te recibo por mi criado sino por mi pariente. Acquievit et mansit apud Micham, et fuit illi quasi unus d de filiis 29. Fue la commodidad tal que, acertando a pasar por allí cinco varones nobles del tribu de Dan y conociéndole, quedaron asombrados de ver la buena commodidad que Dios le habíe deparado al pobre y buen mancebo; no sólo [258v] no se la murmuraron, antes le pidieron que orase por ellos les diese Dios buen viaje y acierto en su camino, como consta del e principio del capítulo diez y ocho del propio libro.
Adviertan por amor de nuestro Señor las cosas que consigo trujo la commodidad que halló este buen mancebo. Lo primero, salió de su tierra y peregrinó y entró en la ajena; y se concertó con amo y dueño que tenía su f dios en su casa. Y en la commodidad halló honra pues lo recibieron por sacerdote y pariente del dueño de la casa y fue tenido por hijo y no por criado. Le dieron dineros, comida y vestidura doblada. Pues g si h todo eso merece el pobre peregrino que deja su casa y entra en la casa que hay un i dios de bronce j, ¿qué k hallará el pobre que sale del mundo y como peregrino busca su commodidad en Dios verdadero? l Llega m a la religión, casa de Dios verdadero n; halla honra porque no se recibe por criado sino por pariente y hijo de Dios, por levita y sacerdote que le ofrezca sacrificios; halla, si no dineros, el fructo de ellos; halla sustento y vestidura doblada, que es commodidad para el cuerpo y para el alma, abrigo para el cuerpo y gracia para el alma. Bien y commodidad que los del mundo no la deben murmurar, antes alabar a Dios y, en topando el religioso, pedirle les dé Dios a ellos buen viaje y acierto en todas sus obras. Y si envidiaren la commodidad que tienen o, desavecíndense ellos del mundo, de donde son ciudadanos y moradores, y peregrinen, pues no tienen p aquí ciudad permaneciente 30. Lleguen a buena puerta; no paren en las ventas y mesones del mundo; pasen adelante; lleguen a la religión, casa donde hay Dios los brazos abiertos aguardando al que le busca para le dar todas cuantas commodidades quisiere y tuviere necesidad. Y verá cómo halla lo que desea.
3. Vida penitente de los trinitarios descalzos
Yo pienso que esta murmuración y cargo que aquí ponen sólo es contra la commodidad de los cuerpos que les parece tienen los religiosos descalzos. Porque no les fuera lícito ni bien contado murmurar contra los provechos y commodidades del alma y las que el spíritu halla y
tiene en la religión, porque jamás ésas envidian los que viven en el mundo. No se les da nada que se levanten ignorantes y les arrebaten el reino de los cielos 31 y se lo quiten de entre las manos, donde, según razón, lo habían [259r] de tener pues las tienen más llenas de bienes y Dios los tiene más obligados con más bienes temporales para que lo busquen con diligencia y cuidado. Digo, pues, que me parece no es gente que repara mucho en que el fraile ayune, se azote o rece, para murmurar de él porque echa por ese camino; antes, le parece que el fraile porque es fraile le ha Dios de dar el cielo a puro derramar sangre, y a él, porque la ventura le dio ojos bellos y porque se pasea, es gentilhombre, discreto y bien hablado. Como si Dios en la otra vida no tuviese un molde donde sacar los justos, que en este mundo son mal entallados, perfectos y a la traza y semejanza de su unigénito q Hijo; y como si el infierno no r supiese tragar ricos y poderosos o hiciese su estómago asco de la dama hermosa y del mancebo bien entallado.
Veo hoy en el mundo una confusión grande: que, si pedís a los que en él viven penitencias y mortificaciones, os dirán que no son ellos frailes; si les pedís que por graves peccados tomen una disciplina, dirán que no son recoletos y si el confesor se quisiere contentar con un rosario mal rezado y, si no, quede con Dios, que ellos buscarán quien venda más barato s. Gente es que se huelga bien de que cada día venga cuaresma por los conventos de los reformados, parlar y decir de penitencias ajenas, pero nada por su casa. Según esto, no les debe de pesar de las buenas commodidades que los religiosos descalzos hallan en las penitencias, ayunos y mortificaciones; y sin falta no deben tratar de ésas.
Luego tratan de las t commodidades del cuerpo. Estas, excelentíssimo señor, en esta Religión de descalzos de la Sanctíssima Trinidad notorio es a vuestra excelencia y a todo el mundo el rigor de nuestra regla primitiva, que es tan grande que, en los principios cuando la Religión se fundó 405 años ha, con haberse enpezado con el fervor de nuestros sanctos fundadores, fue necesario que los papas dentro de 13 años la modificasen en algo para que la pudiesen llevar 32. Y habiendo ahora que se enpezó a guardar en todo su rigor doce años ha, no sólo no se ha modificado, sino se han añedido otras asperezas y penitencias extraordinarias, como son tres horas de oración cada día, traer el sayal orilla de las carnes [259v] y otras de que no hago mención por serle a vuestra excelencia notorias. Las penitencias propias de regla yo pienso que no son muy sabrosas a la carne para que en ellas halle su commodidad, porque mal la podrá hallar en tres disciplinas cada semana, poder comprar sólo yerbas para el sustento del cuerpo acompañándolo
con sólo agua, dándole reposo en una o dos tablas strechas u, siete meses de ayuno, perpetua y continua clausura; éstas y otras cosas que, por las haber visto vuestra excelencia con sus propios ojos, no digo.
Estas son las commodidades que tienen los religiosos que train este sancto hábito, éstos los regalos y charicias con que los recebimos, éstos los reclamos con que los llamamos. Y si son éstas las commodidades de que murmuran los que viven en el mundo, pretendiendo persuadir por ese camino que no haya tantos religiosos, ¿por qué no consideran las que tienen los que desta materia hablan? ¿Por qué no reparan en sus comidas espléndidas y varios potajes y guisados con que cada día procuran dispertar el apetito? ¿Por qué no miran las sedas y holandas con que regalan a ese pobre cuerpo que mañana ha de ser comido de gusanos? ¿Por qué no acortan sus pasos y estrechan sus lechos, pues mañana estaremos todos debajo de siete pies de tierra? ¿Por qué no sufre y tiene paciencia de los pequeñitos trabajos que Dios le envía, sino que todo lo quiere a su gusto y paladar? Dígame qué descommodidad él sufre, qué trabajito lleva, qué cosa pasa por él que no quiere venga con felices sucesos. Pues si sus commodidades en todas las cosas son tan grandes, ¿por qué murmura de las pequeñitas que un religioso tiene? Que, a ser menores, pudiéramos decirle se muriera de una vez; quizá en la sepultura lo dejaran descansar con los muertos.
Paréceme esta gente como aquel poderoso de quien el profeta Natán propuso la parábola, que estando él lleno de riquezas y bienes, viniéndole un güésped, le quiso hacer plato con la v oveja que una pobrecita mujer habíe criado entre sus hijos con el bocado de su boca y migajas de su mesa. [260r] A quien el sancto rey David dio una sentencia bien merecedora de su delicto, diciendo: «Vive el Señor, que tal hombre es digno de la muerte» 33. Así me parece sucede hoy: que, estando los del siglo llenos de commodidades, placeres y gustos, y de éstos apenas alcanza un pobre religioso la lana de una oveja para el vestido y hábito y para su sustento y demás commodidad, lo que se diferencia una oveja de tantas riquezas como tienen los que viven en el mundo, y que, ofreciéndoseles convidados, banquetes y fiestas, se hacen a costa de la oveja y pobre religioso, de su commodidad y descanso; y no se hace mención de lo que pasa por su casa. A quien fuera bien sentenciara otro David con pena de muerte, porque dejen en sus casas a quien vive y pasa a cuenta de tantos trabajos y penitencias.
Y si es así que por cargo se nos pone que en la Religión vienen algunos a buscar su commodidad, pregunto yo: ¿por qué de esta visita resulta que ensanchemos un poco los hábitos, que dicen son mortajas las que traemos y que no puede alargar un religioso el paso porque la cortedad y angostura del hábito sirve de grillos que detiene y modera los pasos? ¿Por qué a mí tantas veces me han dicho que es rigor el
que hay en esta Religión que no se puede llevar? ¿Por qué a nuestros legos, que por humildad y mortificación gustaban de andar sin capillas, les han acommodado las cabezas? ¿Por qué el ilustríssimo nuncio me ha dicho a mí tantas veces que ésta es vida para morirse presto y que es bien irse a la mano? ¿Por qué ha dicho a personas muy graves que es menester relajar la Religión un poco para que entren hombres y la puedan llevar? ¿Por qué tienen intento de quitarnos algunas cosas de nuestro rigor y aspereza? Yo no entiendo este capítulo que de nosotros ponen diciendo que muchos del siglo vienen a buscar su commodidad; y por otra parte quitarnos muchas de las penitencias y rigores. Antes, me parece que debían decir, según lo que veo, que es necesario darles algunas commodidades, pues eso veo hacer.
Yo me sospecho, excelentíssimo señor, que el demonio anda loco, pues tanto desvaría, y que ya no halla de qué echar mano, [260v] pues dice uno y hace otro: dice que estamos acommodados y procura él acommodarnos, que en buen romance es murmurar de la commodidad y de la incommodidad. Yo no sé qué commodidad pueden tener los que ellos confiesan abrazan rigor con que se les acaba la vida y que son penitencias dignas de se modificar; qué commodidad, quien guarda tres votos debajo de una regla como la nuestra. Que de eso no quiero decir, pues ellos lo confiesan.
4. Con Dios no hay incomodidad
Tampoco sé qué incommodidad pueden tener los que buscan a Dios. Pues es certíssimo que, en cualquier cosa que lo buscaren, en eso propio hallarán el reposo y el descanso: si buscan a Dios en los trabajos, los propios trabajos w les son cama de flores. Así lo dice David: Universum stratum eius versasti in infirmitate eius 34. Tú, Señor, les mulles a los que te buscan la cama, y siendo de trabajos y espinas, la haces blanda y de flores. Porque para x todo eso tiene licencia el amor con que te busca: trocar las cosas y darles otro ser al propósito que el siervo de Dios y de él tiene necesidad. Labores manuum tuarum quia manducabis 35; comen, dice David, los justos los trabajos de sus manos. No dice de los trabajos, sino los propios trabajos. Antes, debía ser al revés, porque los trabajos abren la gana de comer y cáusanla mayor. Es verdad, pero en la casa de Dios los propios trabajos son pan y sustento y ellos propios matan la hambre.
Porque en la casa de Dios todo se trueca para que, quedando el justo satisfecho en cosas que están lejos de los juicios de los hombres, todo se les vuelva a los malos trampantojos y se cumpla en ellos lo que dice Cristo: Ut videntes non videant et audientes non intelligant 36; para
que viendo no vean y entendiendo no entiendan. ¿Cómo podrá tapar las riquezas de los pobres de suerte que no se las envidien? Puniéndolas en la pobreza y haciendo que un religioso pobre esté más rico que los poderosos del mundo y que un hombre esté satisfecho z trayéndolo hambriento y necesitado a los ojos de los hombres. Y ¿cómo podrá traer secretamente Dios a un hombre consolado? Trayéndolo perseguido y curándole sus incommodidades con otras mayores.
Pero, aunque éste es negocio secreto y ciencia ascondida, en la otra vida dice el Spíritu Sancto que los malos conocerán este secreto y que dirán: Nos insensati, vitam [261r] illorum aestimabimus insaniam 37, etc. ¡Oh, qué necios fuimos! —dirán los malos el día del juicio, y hoy lo dicen en el infierno—, pensábamos que solos nosotros éramos los acommodados en el mundo y los justos los desacommodados; ahora lo vemos todo vuelto al revés: que nosotros éramos los desacommodados, los necios, los ignorantes, los que andábamos cansados y molidos en el camino de la maldad y perdición, los que vivimos sin ciencia y sin honra, y los que juzgábamos por deshonrados y necios los vemos contados entre los hijos de Dios y bien acommodados en los cielos. Esto que concede Dios en la otra vida a los malos es para mayor tormento y castigo suyo, porque con estos pensamientos son atormentados y afligidos considerando con qué facilidad podían ellos alcanzar la commodidad que los justos tuvieron en la vida y cómo por su culpa la perdieron.
5. Enseñanza para los acusadores
Pues aquel a conocimiento b que en la otra vida da Dios por castigo a los malos, hoy que es a tiempo lo da, a quien pone este capítulo, por misericordia. Que lo es grande e inmensa que les abra Dios los ojos y que vean cómo un religioso pobre, obediente, penitente y encerrado lo tiene Dios acommodado y honrado en esta vida. ¡Oh, qué misericordia tan grande de Dios!: que enseñe a los que viven en el mundo cómo nuestro gran Dios a los suyos los tiene Dios acommodados en los trabajos y honrados en las deshonras y contentos en las persecuciones y satisfechos en las necesidades.
¡Oh, si pasasen dos escalones adelante los que ponen este capítulo! Y dijesen: si aquí los trata de esta manera a los que le buscan, que en tanta pobreza y penitencia los acommoda y honra, ¿qué commodidad tendrán en la otra vida, qué honra y contento? Si yo, con ser tan ciego y dormir en cama de flores y con mill commodidades en mi casa c, me parecen las que yo tengo incommodidades, y las de los siervos de Dios, durmiendo en una tabla y en un suelo y en espinas, me parecen
commodidades las que tienen, ¿qué será las que tendrán en la otra vida, donde está Cristo aparejándoles lugar tan de espacio y de pensado, como él propio dice por san Juan despidiéndose de sus discípulos: que iba [261v] a aparejarles y acommodarles sus asientos y lugares? 38 Si de repente en esta vida mulle Dios las espinas que las hace flores para que en ellas se acueste el justo, y d flores tan olorosas que quien tanto de ellas están apartados como los del mundo las güelen por commodidad, ¿qué cama, qué flores serán las que preparará para los buenos en la otra vida tan de spacio, donde no serán de trabajos ni de lágrimas pues ya todas esas cosas pasaron? Si la envidia me mueve a mí a murmurar de la commodidad que los justos tienen en los trabajos y penitencias, ¿cuál será la invidia y rabia que e los condenados tendrán en la otra vida, viéndolos acommodados en un cielo entero y una gloria eterna? Si esto habla el hombre acommodado acá del siervo de Dios que está desacommodado, pareciéndole todo trocado —que su commodidad es desabrimiento y trabajo, y la incommodidad del siervo de Dios es consuelo—, ¿qué será lo que le parecerá en la otra f vida, viéndose él desacommodado y tanto como los que quedarán para siempre g absentes de Dios, y los justos acommodados y tanto como los que serán benditos de Dios, en compañía de los bienaventurados y ángeles sanctos?
El segundo escalón que yo decía que habíe de subir la persona a quien Dios ha hecho esta merced de abrirle los ojos para ver la commodidad de los que sirven a Dios, era h decir y hacer así: yo veo que los pobres, los penitentes y los que dejan el mundo los acommoda Dios tan barato y a poca costa; y yo, por echar por otro camino, ha tantos años que busco mi commodidad y no la hallo: yo la he buscado en las riquezas, y las tengo; en los gustos y contentos, y los he alcanzado; y al cabo me hallo desacommodado y con mill aflicciones de spíritu. Yo quiero dejar este camino, pues es buen tiempo, y echar por el camino que echan y van los justos acommodados, para que todos lo estemos en la otra vida. Yo quiero i hacer lo que veo y juzgo por bueno; y no quiero que este conocimiento que Dios me ha dado sólo me sirva de envidia y confusión para esta vida y para la otra.
Con qué pocos escalones que suba un hombre hallará [262r] lo que ha tantos años que busca y no topa. No es lo de menos consideración el conocimiento y sentimiento de cosa tan dificultosa como saber que a un siervo de Dios en esta vida lo tiene Dios acommodado; y que no los deja ni los desampara en la tribulación ni en los trabajos, sino que allí se halla con ellos acudiéndoles a lo necesario. Como, siendo Dios servido, se verá en el capítulo que viene.
6. Cómo acomoda Dios al religioso
Yo veo que los que ponen este cargo confiesan una verdad admirable. Y porque me temo si esta verdad la conocen todos los que viven en el siglo, y los k que la confiesan si la dicen a tiento, o porque hablándolo no lo entienden o entendiéndolo no lo saben, pues conociéndolo no lo hacen y siguen, sino sólo lo murmuran, será bien en este capítulo probarles la verdad que confiesan y apoyarles la conclusión que ponen, que es decir que los pobres y menesterosos del mundo en la religión entran a buscar la commodidad del alma y Dios tiene cuidado de darles la del cuerpo.
Lo cual estuvo muy bien figurado en Jacob cuando sale huyendo de casa de sus padres, perseguido de su propio hermano. Que no podía dejar de ser de grande aflicción y pena, para un mancebo que estaba enseñado a estarse encerrado en casa y él querido y regalado de su madre como otro Benjamín, salir a tierras estrañas y no conocidas, pobre l, solo, sin compañía y absente de padres y perseguido de un hermano que tenía. Con esta aflición arrójase una noche en el suelo y pone un canto por cabecera; y levántale Dios el spíritu a que vea las commodidades que tiene en Dios: ve una scalera que llega al cielo y ángeles que suben y bajan por ella m; y Dios que le dice que quiere ser su protector y amparo 39. Que en la ocasión que le dicen esas palabras y tiene la visión fue decirle: Tú [262v] sales desacommodado de padres, hermanos, pobre y sin regalo; no te dé pena, que yo —dice Dios— seré tu aposentador y el que te tengo de acommodar, de suerte que, si en la tierra te faltan padres, yo haré su officio y, si hermanos, yo te daré mis ángeles que te sirvan; y si fueres perseguido y no hubiere rincón en la tierra donde guarecerte, yo haré un pasadizo para ti solo y pondré una escalera afirmada en la tierra que llegue al cielo, por donde te subas a guarecer a mi bienaventuranza y a te esconder en los retretes de mi gloria, donde no pueden subir ladrones ni salteadores ni los que buscaren tu vida para te la quitar, porque acá está todo con grandíssimo seguro 40; y si temieres subir por la escalera por ser muy larga y haber grande distancia, afirmarla he en los fundamentos de la tierra por la parte de abajo y, por la de arriba, la tendré con dos manos para que no se banbolee; y si temieres subir solo, yo enviaré ángeles y espíritus divinos que suban y bajen, los unos que te den la mano, los otros que te levanten el pie para subirlo en el scalón de arriba.
Y quien tiene estos puertos abiertos que se communican, no tiene que temer necesidad ni trabajo, porque todas le serán remediadas y
acommodadas con facilidad. Y así le sucedió en todo como Dios se lo prometía, pues, llegando a n Mesopotania, entró en casa de Labán, donde, entrando a servir y trabajar por siervo y mozo, salió por amo, casado con sus dos hijas, rico y poderoso con muchas manadas de ganado; y a la partida para su tierra, como hombre que se veía favorecido del cielo y con tan buen Padre y Señor como el que habíe visto y se le habíe ofrecido, no reparó en que a la salida le hurtasen o sus mujeres los ídolos que tenía y adoraba su suegro Labán 41. Que otro fuera que temiera un atrevimiento como aquél, porque lo que se adora se ama y lo que se ama y se adora se pierde la vida por ello; y así pudiera entender Jacob que Labán habíe de perder su vida por sus ídolos, o la habíe de quitar al que los lleva. Y, con todo eso, no repara, porque quien tiene por padre al Dios verdadero de Israel, bien puede llevar para chapas de calderas los retratos de los otros dioses, para venderlos y trocarlos para comprar pan por el camino, sin que tema le venga algún daño. Antes, [263r] saliendo Labán enojado y de mano armada contra Jacob porque le habíen dicho sus [hijos] que le llevaba su hacienda, en el camino se le aparece Dios que le dice: Cave ne quidquam aspere loquaris contra Jacob 42; no sólo no le hagas daño, pero ni le hables mala palabra, que al que a mí me sirve —dice Dios— y aquel a quien yo soy su protector todas las criaturas y los dioses del mundo le han de servir y se han de deshacer para acudir a su p necesidad en la peregrinación que tuvieren en esta vida. Lo cual fue muy bien significado en lo que hizo Raquel con los ídolos y dioses de su padre, cuando los entró a buscar al tabernáculo y tienda donde ella estaba: que cogiéndolos de presto los metió en los aparejos y albardas de los camellos y se sentó encima, de suerte que no los halló; que mal podía hallar lo que él tanto estimaba y adoraba en tan bajo lugar, que es el que deben tener los dioses, la honra y la gloria y lo que los mundanos adoran en la casa del que busca a Dios y le tiene por Padre. Que, por acommodar Dios al que le sigue, desacommoda Dios los dioses de la tierra; y de lo que ellos hacen honra y gala, hace Dios paja de albardas y suelo sobre que se siente el justo.
Sabe Esaú, su hermano, el que primero dio en perseguirle, que Jacob viene próspero y rico, con mujeres, hijos y ganados, y sale contra él de mano armada para le perseguir y quitar la vida. Caso estraño: que no pueden ver los malos a los justos acommodados y remediados. Labán lo persigue porque va rico y bien puesto, habiéndole costado todo lo que lleva, como él dice, veite años de trabajos al sol y al hielo; déjale su casa llena de bienes, hale pagado y dado buena cuenta del ganado que le entregó, y sale tras él a lo perseguir. Ve Esaú que vuelve su hermano rico, y también sale contra él. Raro caso. ¿Por qué no considera Labán que lo que lleva ganado le costó su propio sudor y
trabajo? Y Esaú ¿por qué no considera que salió Jacob de casa de su padre solo y pobre y que, si algo trai, Dios se lo ha dado, su trabajo y diligencia le cuesta? El caso es que no pueden ver los del mundo acommodados a los de la casa de Dios 43. Y es imaginación aunque más diligencias [263v] hagan y más murmuren, que Dios acommodar tiene a sus siervos; y salir tiene Jacob de Mesopotania cargado de q bienes y entrar tiene en su tierra lleno de riquezas, y guardarlo tiene Dios no sólo de las manos de sus contrarios pero aun de sus lenguas para que no hablen contra él.
¡Oh buen Dios! Y si cada cosita destas hubiéramos en particular de aplicar a los que en la religión buscan a Dios, y ¡cómo en lo que hemos dicho lo hallaríemos bien dibujado! Ellos salen del mundo perseguidos de los malos y de las ocasiones que hay de peccar, que andan tras ellos para les quitar la vida r Pónense en camino cierto para el cielo, que es la religión. En ella s se echan; duermen y aduermen en un duro suelo. Estando allí puestos, no le sufre el corazón a Dios, sino que les envía y da conocimiento claro de cómo les abre el cielo y él está a la puerta arrojándoles una escalera que les sirva de pasadizo y enviándoles sus ángeles. Todo para les dar a entender que no teman la huida y el llegar a campo desierto pobres, que él de allí en adelante ha de ser su padre, señor y maestro y el que los ha de aposentar y acommodar. Y que si en la tierra les faltare, allí tienen su cielo para acommodarlos en él, y sus ángeles para que les faciliten la subida, y el mismo Dios para que se la afirme. Y que, en el entretanto que no es t menester usar de cosas tan estraordinarias, él los pondrá en casa y convento donde, entrando por siervos y esclavos, sean señores y amos de las posesiones y riquezas de los del mundo. Y que, si fuere necesario, hará que los que en la tierra son adorados por dioses, tenidos y reverenciados por tales, ésos se hagan u suelo sobre que se sienten y se deshagan para que se sustenten los que a mí me sirven.
Desta manera acommoda Dios sus siervos y los que se van tras él y fían de su poder. Pero los del mundo, movidos de una particular envidia, no los pueden ver bien puestos v. Y así, salen unos de una parte y otros de otra para lo perseguir y murmurar. Los cuales, si considerasen que cuando entraron estos tales [264r] en la religión no les llevaron nada, que desnudos salieron, y que la merced que Dios les hace por su misericordia les cuesta de su parte penitencias, trabajos, fríos que padecen en el ivierno y soles en el verano, diciplinas, ayunos y cilicios w, no deberían x perseguirlos ni murmurarles su commodidad. Pues yo les aviso de parte de Dios miren no hablen alguna cosa contra estos siervos de Dios que ellos dicen están acommodados, porque Dios es guarda de sus personas y no sólo los quiere defender de sus manos,
pero también de sus lenguas; y quien hace stropajo y pajas de albardas de los dioses que adora Labán, mejor sabrá hacer sustento de gusanos a sus lenguas y sus entrañas invidiosas y dañadas.
7. El precio de la «comodidad» de los religiosos
Dice Joseph a sus hermanos que ha soñado una grande commodidad que le hace Dios dándole trono donde lo adoren el sol, la luna y las strellas. Y no pueden sufrir sus hermanos que le pase ni aun por sueños el acommodarse de aquella manera. Y dan en perseguirle hasta enpozarlo y venderlo 44. Aquí se me ofrece qué es y la causa de esta envidia pues era su hermano el que soñaba y se habíen de holgar de verlo acommodado y bien puesto. Yo me sospecho que debiera de ser la causa que ellos pensaron que la commodidad, como la habíe visto soñando, la habíe de ganar durmiendo; y ver que ellos andan segando y trabajando para tener un rato de descanso, y no lo alcanzan, y que él, quedándose en casa y soñando, quiera commodidad tan subida; de aquí les nace el enojo que cobraron contra él z. Si ellos pensaran cómo aquella commodidad le habíe de costar no menos que ser enpozado y vendido de sus hermanos, perseguido en Egipto y tantos años de cárcel, no lo persiguieran ni murmuraran su commodidad.
Este es el engaño de los del mundo porque persiguen y murmuran la commodidad de los religiosos: el pensar que la ganan durmiendo [264v] y soñando, comiendo y bebiendo, holgando y descansando. Ven que ellos andan afanando todo el año, cansados, trabajados, inquietos y perturbados; y al cabo se ven pobres, que no les alcanza la sal al agua. Ven por otra parte los religiosos honrados, tenidos, estimados y reverenciados de todos, que comen y beben. Y no saben ni consideran en ellos otras cosas. ¿Qué han de hacer sino murmurar y entender que es vida y suerte que se les entró por su casa sólo porque la soñaron? Pero, si ellos ahondasen un poco más, sin ser prophetas ni adivinos hallarían que su commodidad es comprada (si este nombre merece lo que es inmenso y se trueca y cambia por cosas finitas y limitadas) con una negación eterna, perpetua de su propia voluntad, con una cárcel estrecha de por vida, con dormir en una tabla desnuda, con tres disciplinas a cada semana, con tres horas de oración cada día, con andar vestidos de una mortaja, su cuerpo en el invierno helado y en el verano abrasado. Si esto se considerase bien, podrían decir los religiosos a los que de sus commodidades murmuran lo que denantes decía Jacob a Labán: ¿Por qué me persigues? Yo no traigo nada tuyo que no sea ganado con mi propio sudor y trabajo 45. De esa misma suerte podrían decir estos religiosos murmurados a quien de ellos habla: ¿Por qué nos
perseguís si lo que tenemos y poseemos es a cuenta del jornal y sueldo que Dios promete a los que trabajan en su viña; a cuenta del sudor, penitencias y mortificaciones que les gruñes y les murmuras?
Ahora consideremos que viera uno pasar por esa calle un sclavo bien vestido. Y que, viéndolo así puesto, le dijera: ¡Qué bien puesto va el perro! No considerando que el pobre vestido le habrá costado dar gusto y hacer buenos servicios a su amo; finalmente, ser esclavo. Y si tan bien te parece el vestido del sclavo, toma su officio y su trabajo y te vestirán al precio. Lo propio digo yo a quien envidia la commodidad de los religiosos: que al precio se la daremos si la quieren, que para todos tiene Dios larga mano.
Pregunto yo. Si fuese un entallador a una selva o güerto donde hubiese muchos árbores de madera propia y acommodada para de cualquiera de ellos hacer un sancto, y les dijese a los árbores que iba por uno de ellos para lo arrancar y sacar de cuajo y de raíz y traerlo a su casa, donde lo habíe de cortar y chapodar, adolar y hacerle mill molestias con hierro [265r] y scoplo, y luego b le habíe de dar otros tantos jabones y manos de yeso y de otros colores, de suerte que al cabo no habíe de tener parecer de leño sino una verdadera representación de sancto; y después de haber propuesto esto a los árbores, dijesen todos y se escusasen diciendo que ninguno quería perder la commodidad buena que tenía en la güerta o en los prados, la compañía de los demás árbores, los buenos riegos de los hortelanos, el verdor y amenidad que tenían en sus hojas y frescor, la pompa en sus anchas ramas, la grosura en sus fructos y, finalmente, las raíces tendidas en la tierra, quien tenían por madre de todos aquellos bienes que tenían y poseían; y después de haber respondido todos estos árbores esto al entallador y dicho que no querían irse con él, salieran de través dos o tres arbolillos desechados, de quien no hacíe caso el hortelano porque estaban casi secos, no llevaban fructo, marchitos y sin hoja, y dijesen que ellos tenían mucho gusto en irse con él y padecer todos aquellos martirios que habíe dicho; y haciendo y diciendo, el hortelano los arrancaba de cuajo y, llevándolos a su casa, hacía en ellos todo lo que habíe propuesto y, después de todos esos trabajos, sacaba de ellos dos figuras y retratos de sanctos y, perficionados c y acabados, los pusiese en los altares dorados y donde todos los que entrasen en la iglesia los respectasen por lo que eran; y después de todo esto pasado, sabiendo los otros árbores, que en la güerta y en la montaña quedaban, lo que habíe sucedido con los arbolillos que en su compañía d estaban y cómo estaban tan bien acommodados, hechos sanctos dorados y estimados de príncipes y reyes; y ellos en e esta ocasión dieran en murmurar de la commodidad y dicha que habíen tenido, y que ellos no eran tan respectados de los hombres con cansarse en dar fructo cada un año y desentrañarse sirviendo a sus amos, que por qué habíen de estar tan honrados y bien acommodados árbores que antes en su compañía estaban
desechados y perdidos; parece que la respuesta la tenían en la mano los arbolillos hechos sanctos y el entallador, diciéndoles: Pues roguéos yo lo propio, no quisistes sujetaros a los trabajos que se sujetaron estos arbolillos y a los martirios [265v] que ellos han recebido, y ¿ahora murmuráis? Demás de que no tenéis razón, sois culpables y descubrís moveros invidia diabólica, de que os pesa del bien de los otros, y también descubrís cómo, por gozar de vuestras frescuras y amenidad, quisistes ser privados de tanto bien como vuestros compañeros gozan.
El exemplo es claro y fácil, y pienso yo que el que lo leyere lo habrá f ya entendido. Qué es el mundo sino una güerta y prado fresco, donde todos los hombres viven y están con grande fiesta y regalo; donde tienen echadas raíces hasta las entrañas de la tierra; donde viven con sus frescuras y entretenimientos; donde estienden sus ramas por toda la redondez con los officios y mandos; donde llevan cada uno su fructa diferente según su calidad y propiedad g; donde cada día gozan de nuevos ríos y fiestas que el mundo les hace, ya abrigándolos el invierno como buen hortelano, ya sacándolos al sol el verano, y haciéndoles otros millares de beneficios de que vemos gozan los que viven en el mundo. En este jardín o güerta entra Dios como soberano y divino entallador que de hombres hechos gg sabe hacer grandes sanctos. Propóneles a todos Su divina Majestad con inspiraciones secretas su voluntad y el deseo que tiene de que todos se salven con particular grado de perfección; y que, para hacerlos tales cual conviene y él desea, es necesario arrancarlos de todo puncto del mundo y entrarlos en la religión, cortarles las raíces que en él habíen echado las ramas, hojas, pinpollos, y hacer en ellos todos los martirios que se hacen en un verdadero religioso, dolándolo, acepillándolo, descortezándolo, y después labrarlo al talle que conviene para que sea quien debe. Responden todos los ricos y poderosos lo que respondieron los otros a quien envió aquel gran padre de familias a convidar: que ninguno quiere perder la buena commodidad que en el mundo tienen, su fiesta, su honra, su majestad y grandeza 46; y después de eso, que no quieren sujetarse por cierto a tantos y tales trabajos como los que un religioso pasa en su convento. Y después de haber Dios propuesto esto, si por un lado de traviesa salen unos pobrecitos desechados del mundo [265 bis r] h de quien nadie hacíe caso y dijesen lo que aquellos sagrados discípulos que estaban afanando en la mar para coger cuatro pececillos 47: que se querían ir tras Cristo, seguirle y sujetarse a todo lo que Su Majestad les mandase dentro en la religión, que todo lo quieren llevar con paciencia y de buena gana así las cosas de que se negaban como las cosas a que se sujetaban. Si después de todo esto que ha pasado por un religioso él está acommodado, tenido y respectado en la religión,
pregunto yo: ¿por qué el que se quedó en el mundo a sus anchuras en sus gustos y contentos, sin querer salir ni apartarse de ellos, ha de murmurar de los que salieron y se apartaron y padecieron grandíssimos martirios para sólo llegar a la commodidad que tienen y poseen donde Dios los honra y la gente discreta los estima? Haz tú, hermano mío, lo propio, deja tu tierra, arráncate de cuajo y de raíz del mundo, consiente que te corten esas ramas, que para el officio que Dios te quiere nada de eso es menester, sigue los preceptos y consejos de Cristo, y tendrás la propia commodidad. Y si no quieres, no murmures de los que la tienen y la han ganado tan a costa deste hombre exterior. Advierte bien cuál es y dónde llegan los trabajos que un verdadero religioso padece: qué de veces lo han descortezado y desnudádolo i de su propio parecer; qué de golpes ha llevado; qué de jabones y manos de mortificaciones diferentes le han dado; y que a puncta de lanza todo lo ha ganado. Que, si bien lo consideras, echarás de ver que no lo ganó, como los hermanos de Joseph pensaron, quedándose en casa durmiendo y comiendo, sino imitándole al propio Joseph en j lo que después padeció hasta venir al cumplimiento de sus sueños 48, siendo y viviendo también encarcelados en los monasterios, habiéndose dejado la capa de su hacienda que los cubría en las manos del mundo y ellos voluntariamente habiendo vendido su voluntad y héchose esclavos por sólo Cristo. Yo aseguro que el que esto bien pensare, que no murmure de la commodidad que halló el pobrecito en la religión.
Advirtiéndole yo que el que murmurare, sólo le servirá de descubrir su mala intención, la invidia que tiene a los que tienen y poseen lo que él no pudo con todas sus riquezas [265 bis v] y majestad que tiene en el mundo. Con esa murmuración descubren su dureza y menosprecio k que hicieron de los consejos que Dios una y muchas veces les habíe l dado para que, si quisieren, alcanzasen lo propio. Descubren la obediencia y puntualidad que tienen los pobres y desechados del mundo pues, por dejarse guiar de Dios, alcanzan tan buenas commodidades. Descubren cuánto será el sentimiento que en la otra vida tendrán cuando ellos se vean desechados de Dios y, aquellos a quien aquí ellos despreciaron, los vean estimados, tenidos y bien acommodados.
En aquella petición que hizo Eliseo a Elías cuando estuvo de partida 49, algunos podrían advertir que lo que Eliseo pidió fue mucho, porque no pidió menos que spíritu doblado; y parece atrevimiento de que el dicípulo quiera ser más que el maestro 50, pues pide a Elías que le conceda que en él haya su spíritu doblado, ora lo diga porque, pidiendo el spíritu de Elías, era spíritu doblado, ora lo diga porque pidiese que el spíritu que Elías tenía se lo doblasen y duplicasen (eso no hace para lo que vamos diciendo). La petición fue grande y parece grande atrevimiento en un profeta tan humilde como fue Eliseo. También
parece que lo que le pidió Elías, en retorno del spíritu que se le habíe de dar, fue poco, porque Elías le dijo: Si cuando yo fuera quitado y apartado de delante de tus ojos me vieres ir, será cierto que se te ha concedido lo que pides. Y así fue, que viendo m ir Eliseo a Elías en aquel carro de fuego, le daba gritos y voces diciendo: Pater mi, pater mi, currus Israel, et auriga eius 51; padre mío, padre mío, carro y carretero de todo Israel. Y diciendo esto dice el sagrado texto que le vido. Entonces Elías le arrojó su capa, con que después obraba grandes y particulares maravillas y milagros. También parece que, para tanto como a Eliseo se le habíe de conceder y él pedía, que le pidieron poco: sólo que, si lo viese ir por esos aires, que se le concedería su petición; y, si no, que no se le concedería.
Digo a lo primero que, en lo que toca a pedir mucho, Eliseo mucho pidió, que así lo confesó: Eliam rem difficilem postulasti 52; cosa grande y dificultosa has pedido. Pero los sanctos, como están rendidos a Dios a que de ellos haga a su voluntad y lo que fuere servido, no reparan [266r] en pedir grandes cosas. Quien está aparejado para abrazar grandes trabajos y que de él haga el artífice lo que quisiere, llano es —como decíamos denantes de los árboles: que no haríe mucho un leño de pedir que dél hiciesen un retrato de un sancto, si él veía sujeto a las leyes que decíamos que tiene el entallador para hacer de los palos y madera lo que él es servido—, y así me parece que, cuando un religioso o persona está rendida como debe a Dios, el mismo rendimiento le da osadía y atrevimiento para pedir cosas n grandes. Y así las pidió Eliseo.
Y vean por amor de Dios lo que Elías pide para que en él se haga lo que pide: que no le pidió otra cosa sino esto que vamos diciendo: rendimiento para que de él hiciese Dios lo que fuere servido; y este rendimiento lo pidió en decirle: Si me vieres cuando me aparte de ti, hacerse ha lo que quieres y lo que pides 53. Pues veamos cómo en ver ir a Elías por los aires en carro de fuego, fue rendirse a Dios para que Su Majestad hiciese a su voluntad de Eliseo. Para esto quiero que notemos que, para que el alma vea cosas altas, puras y meramente del spíritu, ha menester estar muy desnuda de todas las cosas de la tierra, y no sólo de las cosas de la tierra, pero apartada del bullicio y representaciones corporales, y aun desnudo o un hombre de sí propio. Pues p, diciéndole Elías a Eliseo: «Si cuando yo me parta de ti, que es obra milagrosa, levantadíssima de todo conocimiento humano, me vieres, se hará en ti lo que pides», fue decirle: Cuando te llamé del arado y lo dejaste todo, te desnudaste de las cosas propias, que fue de la hacienda y haberes de la tierra. Ahora que te he sacado de poblado a los desiertos y soledad te he desnudado segunda vez de lo que a un alma puede inpedir para no ver las cosas de Dios; ahora te falta quitar otra túnica y otra camisa, que es desnudar esa alma del cuerpo de suerte que
quede spíritu puro y limpio, que estando en carne esté como fuera de ella. Si cuando yo me apartare de ti estuvieres tan dispuesto que Dios te pueda del todo desnudar para que el [266v] tu spíritu me vea, será cierto que te ha concedido Dios lo que tú me pides. Y así fue que, viéndolo ir, dio voces llamándolo padre; y Elías entonces le arrojó su capa, como quien dice: Quien tan bien se ha desnudado por sólo Dios, que no sólo se desnudó de la hacienda, del trato de los hombres, sino de sí propio pues el spíritu tan a solas ha visto cosa tan alta como ser yo llevado por esos aires en carro de fuego, bien merece que yo le tape, cubra y vista con mi capa. Y así se la echó, y con ella se abrigó y cubrió el spíritu, de suerte que obraba grandes y particulares maravillas.
Ven aquí cómo a los sanctos y siervos de Dios les cuestan grandes trabajos sus commodidades. Los cuales trabajos q no r ven los del mundo ni entienden, sino juzgan que a Joseph le dan el ser rey porque lo soñó y a Eliseo porque lo pidió. Y, si no, hermano mío, desnúdate tú, como otro Eliseo, deja el mundo, deja tu hacienda y riquezas, deja el poblado, salte a la soledad y luego desnúdate tercera vez de ese cuerpo, de sus fantasías e imaginaciones; y verás cómo Dios te concede lo propio y te da un spíritu doblado para que le conozcas y obres grandes maravillas.
Piden Juan y Diego sillas. Y, para dárselas, les pide Cristo si podrán beber su cáliz, que es el camino y trueco por quien Dios da y cambia su cielo 54. Y a san Pedro, para le hacer pastor de sus ovejas y ganado, le pide amor, diciéndole tres veces si le ama 55. Y responde que sí s. Y a la tercera vez t que Cristo le pregunta si le ama, se entristece Pedro y le responde de otra manera que las dos primeras, diciendo el sagrado testo: Contristatus est Petrus, quia dixit ei tertio: Amas me? et dixit ei: Domine, tu omnia scis, tu scis quia amo te 56. Dice que a la tercera vez se entristeció san Pedro y le respondió diferente que las dos primeras. Porque en las dos primeras le dijo absolutamente: Sí, Señor, sí, te amo, y tú lo sabes; y la última, le dijo con alguna tristeza: Tú, Señor, conoces todas las cosas y sabes que u te amo. La dificultad que tiene este lugar luego la diremos.
Mirados estos dos lugares así superficialmente, los que miraren lo que Cristo pide a los dos apóstoles para hacerlos grandes en su reino, les parecerá [267r] que los acommodan de balde, no más de porque beban un cáliz, que, siendo bebida, por trabajosa que sea, se pasa presto. Y a san Pedro no le piden más que amor para entregarle el ganado de la Iglesia y hacerlo pastor y prelado de ella. Yo confieso que, en comparación de lo que Cristo promete y ofrece, todo es nada lo que un hombre puede hacer y lo que Dios le puede pedir; y que, después de haber hecho mucho, un hombre debe decir lo que san Pablo dice, que se llamen siervos inútiles 57. Pero, mirando lo que un hombre puede hacer, donde llegan sus fuerzas y donde se acaban, digo
que Cristo pidió lo que pudo a estos tres discípulos, y ellos ofrecieron aquello a que se pudo estender su caudal ayudado de la gracia. Los unos dijeron que podían beber el cáliz que se les ofrecía; y san Pedro dice que ya ama v. En el cáliz les ofreció Cristo la muerte y trabajos que por su amor habían de padecer; que de ahí no puede pasar el amor ni tiene más que dar, pues así lo dice Cristo: Majorem charitatem nemo habet, ut w animam suam ponat quis pro amicis suis 58. Y si por prometérsela Dios en cáliz y bebida les parece cosa fácil, adviertan que, por el propio caso que se la ofrecieron en cáliz, se la dieron más entrañada y sentida. No hay cosa que así penetre y asga como las cosas bebidas y que con tanta facilidad obre; y así vemos que las purgas que dan bebidas son las más fuertes y las que presto obran; y las purgas x que dan en bocados las dan a niños porque van muy preparadas y disimuladas. De aquí es que, quiriendo David dar a entender cuán entrañado estaba el peccado en el hombre y, dijo z que habíe entrado en él «como el agua, que penetra los interiores de un hombre, y como el aceite, que penetra sus güesos» 59. Porque la comida ha menester mucho tiempo para digerirla y aprovecharse de ella, Cristo, redentor a nuestro, a sus discípulos ofréceles el martirio y los trabajos que por él habían de padecer en cáliz y en bebida. Como quien dice: mirá si podréis andar siempre unidos, aferrados en mi cruz, en una continua muerte y mortificación entrañados; no muerte que se quede la media entre los dientes como lo que se come, sino una muerte que toda se abrace, se trague y se ame; una muerte [267v] que dende luego se asga a vuestros corazones; una muerte que no se dilate el pensar recebirla, sino luego al punto con un possumus se reciba; no muerte que sea muerte por de fuera, sino que entre allá dentro y muera esa propia voluntad con que deseáis y apetecéis sillas; una muerte que entre en los güesos y abrase y queme a todo este hombre exterior, dejando el interior desnudo de sí propio; una muerte no mascujada sino bebida y tragada de buena gana. Esto es lo que Cristo pide a sus discípulos para los acommodar en su casa, y lo que ellos ofrecen diciendo possumus. Y quien quiere pagar lo que vale la cosa que pide, no pide mucho cuando más pide b. Y a quien pareciere que compra de balde, lléguese a la casa de Dios; y pídale le c dé a gustar tantico del cáliz de su pasión y de sus trabajos y de los que padecieron sus mártires; pruebe y verá que al precio está Dios dando otras mill commodidades.
A san Pedro para entregarle sus ovejas lo examinan en el amor. Digo que es verdad que por amor da Dios grandíssimas commodidades y grandes premios. Pero adviértole que amor en la casa de Dios es lo propio que obras, porque obras son amores. Y así en el puncto que
san Pedro le dijo a Cristo que le amaba, a la tercera vez le dice cómo ha de ser crucificado: Dígote de verdad, dice Cristo, que cuando eras mozo ibas donde querías, pero, quedando viejo, otro te ciñirá y te llevará donde esa voluntad de carne no querrá d 60. En las cuales palabras da Cristo a entender a san Pedro dos cruces y dos maneras de que habíe de ser crucificado: la una, interior, por negación de propia voluntad e, pues le dice: Cuando eras mozo, la tenías y ibas donde querías, pero cuando f fueres g viejo quedarás sujeto a otra voluntad; la segunda cruz fue la del cuerpo en que fue crucificado. Pues, para dar Cristo a entender cómo el entriego de sus ovejas se hacía a Pedro, no h porque ama con cualquier amor, sino amor que lo pone en dos cruces, una interior y otra exterior, después de le haber examinado en este amor, le dice lo que ha de padecer y lo que ha de sufrir. El amor en que lo examina es amor de voluntad y amor de obras; y obras no menores que las que el glorioso Pedro hizo sufriendo y padeciendo por la Iglesia lo que sufrió y padeció.
Ahora nos quedan dos dificultades: la primera ¿por qué le examinan tres [268r] veces en el amor?; la segunda ¿por qué varió san Pedro la tercera respuesta que dio a Cristo, habiendo dicho las dos primeras i afirmativamente, diciendo: Etiam, Domine, sí, Señor, que te amo y tú lo sabes; y la tercera se entristece y no dice: Etiam, Domine, sino: Tu, Domine, omnia scis, tu scis quia amo te? Y todas tres veces j que le preguntaba si le amaba, siempre que le respondía «sí, Señor, que te amo», le hacíe entriega de sus corderos diciendo: Pasce oves meas; salvo que a la tercera le entregó sus ovejas y la muerte que habíe de padescer por ellas 61.
Bien quisiera yo me diera aquí un spíritu grande y una sabiduría divina. Y para splicar este examen que tres veces se le hizo a san Pedro, querría que trujésemos a la memoria lo que ahora acabo de decir de Eliseo: de los tres modos o maneras con que se fue desnudando de todas las cosas de acá hasta de sí propio. Y digo que hay amor sencillo y amor doblado y amor de a tres. El amor sencillo es con el cual un hombre renucia a los bienes y hacienda que en el mundo tiene, quedándose en el propio mundo pobre. Como vemos que hay muchos que han gustado de dar sus bienes a pobres y quedar ellos menesterosos por amor de Dios. Otros hay que a ese amor añaden otro grado de amor, con que no sólo se deshacen de esos bienes, sino que también se deshacen del mundo y se entran y retiran a una religión y dejando las riquezas y el mundo donde las poseían. Otro grado hay mayor de amor, que es el que algunos que viven en religión han alcanzado, que es aquel que los hace desnudar de sí propios y, viviendo en carne, viven fuera de las leyes de carne; y es una gente que vive más en Dios y en spíritu que envuelto en otras cosas k. Pues examinar tres veces
Cristo a san Pedro en el amor fue decirle que no habíe de ser amor cualquiera el que le habíe de tener, sino amor singular, amor particular, amor que no sólo hubiese dejado las redes ni el trato ordinario de las gentes y acompañado a Cristo, sino un amor que lo desnudase de Pedro y lo hiciese un spíritu celestial y divino. Dionos a entender cómo en la Iglesia de Dios habíe de haber tres maneras de prelados: unos, que por sus ovejas se desharíen de sus bienes y hacienda; otros l, que demás de gastar sus haciendas [268v] se apartaríen a los campos y despoblados con sus ovejas a vivir vida solitaria; y otros, que demás de esto se desnudaríen de sí propios, y se desnudarían de tal manera que más pareceríen spíritus divinos y angélicos que hombres. Y en Pedro quiso Dios todos tres grados de amor, y que cada un grado lo desnudase y quitase una camissa y vestidura de las tres que un alma tiene con que está arropada y abrigada en este mundo; y que venga a quedar sola y desnuda de veras para que se le entrieguen las ovejas. Y el decirle Cristo cada una vez de las que Pedro le respondía que sí le amaba, pasce oves meas, fue decir que no todos los prelados han de llegar a este tercer grado; que unos hay en el primero, como son los curas de las iglesias y beneficiados; otros, en el segundo, como son los prelados de las religiones; otros, en el tercero, como son muchos sanctos fundadores de religiones, un Bernardo, un Francisco y Dominico y otros a este talle.
Cuando Dios quiso hacer a Moisés caudillo, capitán y pastor de su pueblo, apareciósele en la zarza, cosa tan sabida ya de todos. Cuando Moisés se quiso llegar a la zarza que se ardía y no se quemaba, le dijo Dios: Tente, quítate los zapatos que tienes en los pies, porque este lugar donde estás es lugar sancto 62. Aquí andan muchos dificultando qué quiso significar este mandarle Dios descalzar; y todos convienen en que le mandaba desnudarse cual convenía para ser prelado desinteresado. Pues pregunto yo: si a Pedro para entregarle las ovejas lo examinan tres veces en el amor, dándole a m entender que amor habíe de ser de a tres el que lo hubiese de despojar de tres cosas tan amadas de los hombres, ¿por qué no hace lo propio Dios con Moisés, diciéndole que se descalce tres veces? Respondo que Moisés ya se habíe descalzado de las dos cosas primeras: que era la afición n que podía tener a las riquezas y tesoros de la casa de Pharaón; y de la segunda, que era el trato de la corte; y héchose pastor, viviendo en el desierto; y que sólo le faltaba por quitar la tercera túnica, el despojarse y desnudarse en el tercer grado, que era de sí propio. Y así sola una vez le dicen que se descalce o de los zapatos, que siendo de p cueros de animales muertos, andan atados y asidos a los pies. Que fue decir: ese cuerpo ya está muerto dos veces, una a las riquezas y otra al mundo; pues tercera [269r] falta, que es morir un hombre para sí propio, de suerte que viviendo sea q
como si no viviesen y oyendo como si no oyesen y estando en el mundo como si no estuviesen 63. Y eso es lo que se le pide a Moisés para tratar Dios con él y entregarle al pueblo por suyo y que quede a su cargo.
Diránme: También san Pedro habíe ya dejado las barcas, las redes y el pueblo de su padre y ídose tras Cristo; sola otra vez le habíen de examinar en el amor que le tenía a Cristo. Respondo que es verdad, que ya lo habíe dejado. Y como hombre que ya habíe dejado y desnudádose de esas dos cosas primeras, respondió r a los dos primeros exámenes que Cristo le hizo afirmativamente, diciendo: Sí, Señor, que te amo y tú lo sabes; porque ya Pedro sabíe que eso lo habíe dejado. Pero a la tercera vez s que le preguntó si le amaba, se entristeció Pedro para responder, como a quien le preguntan cosa dificultosa. Que, si un hombre puede saber que dejó su hacienda y al pueblo, no puede saber lo tercero, si está desnudo de sí propio. Y así, habiendo en las dos primeras respuestas respondido afirmativamente, a la tercera trocó el modo de responder y dijo: Tú, Señor, sabes todas las cosas y sabes en la forma que yo te amo. Y así a la tercera vez, demás de le entregar Cristo sus ovejas, le entregó su cruz. Porque, aunque es verdad que a los que aman a Dios en los dos grados primeros se les pueden entregar ovejas y hacer prelados, pero la cruz de Cristo, el martirio t, el padecer y entregar la vida por Cristo y por las ovejas, eso no se puede conceder sino a los que aman en el tercer grado, a los que, demás de se haber desnudado de las riquezas y del mundo, se desnudaron de sí propios, aborreciendo su vida por Cristo y por el cumplimiento de su ley y preceptos. Y esto propio que aquí pide Cristo a Pedro, eso propio pidió Elías a Eliseo —como queda dicho— cuando le dijo: Si me vieres cuando el Señor me arrebatare de delante de tus ojos, entonces se te concederá lo que pides 64.
De aquí vendremos a entender qué fue la causa por qué Cristo mudó el nombre a san Pedro, cuando hizo aquella admirable confesión cuando, habiendo preguntado Cristo: ¿Quién dicen por allá que es el hijo de la Virgen? 65, etc., y respondió [a] Cristo en nombre del colegio apostólico: [269v] Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo. Entonces dijo Cristo: Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam 66. Que fue decirle: quien tan bien se ha desnudado de todas las cosas del mundo y aun de su propia carne, que con sólo el spíritu ha visto en esta pobreza y humanidad al Hijo de Dios, bien se deja entender ha quedado sin todo lo que de los hombres heredó y desnudo hasta del propio nombre; y así no es bien que esté sin él. Y, como a hombre muerto y otra vez nacido, le ponen nombre de Pedro, nombre de spíritu y nombre que cuadre con la confesión que ha hecho.
Esto es lo que a los sanctos les cuestan u los officios y las commodidades en la casa de Dios: no comer ni beber, no dormir ni soñar como el hombre piensa; trabajar, hacer penitencia y desnudarse tres veces de sí propio, quitarse tres camissas como la culebra; que quede bien renovado, bien solo, bien desnudo y pobre. Y si alguna vez oyeren decir que los siervos de Dios sueñan, adviértoles que, para dormir el sueño spiritual en el que tienen estos soberanos sueños, que no les ha costado menos que desnudarse para lo dormir y reposar, desnudarse de sus padres, hacienda, mundo y propia voluntad, y allá dentro de todas las representaciones e imágines de la tierra, de suerte que ya están bien cerca de la vida y vivienda que tienen las almas en el cielo.
A este precio da Dios, señores míos v, estas commodidades que murmuran de los religiosos. Miren si las quieren, que con ellas les está Dios rogando. Bien dicen que son commodidades y sillas, pero dadas y entregadas por cáliz de pasión y trabajos, por amor, y no cualquiera, sino un amor muy grande, amor que vence todas cuantas dificultades hubiere en el mundo que pueden estorbar para no llegar donde está Dios ofreciendo esta commodidad. ¡Ojalá todo el mundo amase a Dios y lo amase cual conviene, para que todos quedásemos acommodados y todos alcazásemos lo que da a sus muy privados y allegados! ¡Ojalá hubiese muchos que renuciasen w de veras a la bajeza destas cosas, juntamente con el mundo que las posee y la voluntad que las ama! Que yo fío nos daría Dios lo que tan bien nos parece.
8. Los religiosos con poco consiguen mucho
Y si, con todo lo que hemos dicho en el capítulo pasado, al que vive en el mundo le parece todavía poco lo que hace el siervo de Dios en la religión para el bien que tiene y commodidad que posee, yo también se lo quiero conceder por si, ya que no quiere comprar la propia commodidad a precio que hemos dicho en el capítulo pasado, podrá ser que quiera y se aficione a la poquedad del precio que él imagina por qué se da. Digo, mis señores murmuradores de las buenas commodidades de los religiosos, que es verdad que compran barato; y tan barato que no se puede imaginar precio tan desigual como es lo que un religioso hace por el bien que posee, por la paz, quietud y sosiego interior que Dios es servido de darle en el alma, y que de ella se revierta y participe el cuerpo, de suerte que todo el hombre interior y exterior en esta vida esté bañado en un descanso que la imaginación no lo puede pinctar. El cual es Dios servido de dar a sus siervos que
de veras lo buscan en la oración y contemplación, porque, como ya se acercan al estado de los bienaventurados, de las migajas que a ellos se les cain ellos acá engordan y viven contentos.
Pues diránme: ¿Por qué les han de dar tan barato lo que tanto vale? y Digo que porque sirven a buen amo y tratan con Dios. Dos z lances le sucedieron a san Pedro admirables hechos en nombre de Cristo. El uno cuenta san Lucas 5, cuando estando pescando a cansados toda la noche, llegó Cristo y entrando en el barco le mandó a san Pedro que echase la red en lo hondo y en la parte más alta; obedeciendo san Pedro, cogió una redada que se le rompía la red y fue necesario viniesen los de otra nave a ayudarles a sacar el lance 67. El segundo fue cuando, como dice san Matheo 17, llegaron a san Pedro a pedirle [270v] los arrendadores que pagase el tributo que debían y ellos cobraban. Dando desto cuenta san Pedro a Cristo, púsole Cristo un exemplo en que le mostró que no lo debían, pero, con todo eso: porque no escandalicemos, toma una caña y vete al mar; del primer lance sacarás un pez; ábrele la boca, que en ella hallarás una moneda, con que pagues el tributo por entramos 68. Estraña cosa y lances extraordinarios: que b en el uno cuando c se cansan toda la noche sin provecho, en un momento sacan tantos peces que hay para enllenar dos barquillas; y en el otro, al primer lance saca san Pedro con qué pagar el tributo.
¡Bueno fuera que murmurara yo destos lances! No, porque fueron hechos en nombre de Cristo. Lo propio deben hacer los del mundo. Si se vieren ellos cansados y aperreados y que en todo el año no alcanzan un rato de contento, y que un religioso, en entrando en el monesterio, está que no cabe de gozo, contento, satisfecho y bien acommodado, y que, al primer lance que echó, sacó con que enllenó el cuerpo y el alma, como los dos barquillos de Pedro y sus compañeros, no se espanten porque es lance hecho en nombre de Dios y por consejo suyo. Cuando interiormente, habiéndole inspirado, eche su red en la parte más alta del mundo, donde se ahondan las cosas del cielo, saca los bienes que posee; y en el segundo lance halla quien le pague sus tributos y censos. Y lo que él anda afanando para pagar, el religioso d halla e quien se lo dé; y si no hay en la boca de un pez, le deparará Dios lo que tuviere necesidad. Tratan con buen amo y señor; y es dueño de todas las cosas de la tierra y del cielo y todas le están sujetas y rendidas a su mandado. Y a los de su casa todas las criaturas les han de servir de balde con lo que tuvieren, no más de porque es Dios bueno y ya ha recebido por suyos los que una vez dejaron el mundo.
En Egipto se vendía el trigo a todos los de la tierra a diferentes precios: lo primero, se dio por dineros; lo segundo, cuando ya no los tenían, se lo f daban por las haciendas y heredades; lo tercero, por las
propias personas, de suerte que quien quería trigo, no tiniendo dineros [271r] ni heredades, habíe de quedar esclavo 69. Pero cuando fueron los hermanos de Joseph, que era [el] que repartía el trigo, no sólo les dio el trigo de balde, pero las bolsas del dinero que llevaban para lo comprar se lo g mandó echar en sus sacos 70 y, la segunda vez, la taza en que bebía 71. Cuando los otros se venden por comprar pan, los hijos de Jacob llevan trigo y dineros. No hay que espantar, que son hermanos del que lo reparte.
¡Oh, sancto Dios de mi alma! Y cómo veo esto a la letra en el mundo, donde hay millares de hombres que, por comer y regalarse, gastan sus dineros y, cuando no los tienen, sus heredades y, cuando les falta lo uno y lo otro, se venden ellos a sí propios y hacen esclavos. Y esto les sucede a ellos cuando los religiosos comen de balde y tienen lo que han menester y están muy bien acommodados; y cuando no sólo tienen pan, sino pan y dineros, porque todo junto lo hallan en la commodidad que Dios les dio. Y desto no hay que murmurar, porque Cristo, que es el que reparte estos bienes, se ha hecho hermano de aquellos que cumplen y hacen la voluntad de su Padre; como él propio lo dice: Aquel es mi hermano que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos 72. Si tú, hermano mío, quisieres gozar la propia h commodidad, hazte hermano de Cristo, cumple los preceptos y mandamientos de Dios; deja el mundo, que los lances y afanes que trais en él son sin provecho; haz un lance en nombre de Cristo en alta mar, que es la religión. Al primero hallarás todo lo que tuvieres necesidad, así para tu sustento i como para pagar tus deudas y tributos.
9. Comodidad en lo poco y moderado
Con todo eso, sobre estos dos lances que aquí hizo san Pedro se me ofrece una o dos dificultades. La primera, pues su pescar de san Pedro era con red, como se vido en el primer lance que hemos contado, ¿por qué Cristo le mandó la segunda vez que fuese a pescar con caña? Lo segundo, ¿por qué le promete al primer lance lo que ha menester, diciéndole que en la boca del primer pescado [271v] hallará una moneda con que poder pagar el tributo?
Respondo a lo primero que, cuando san Pedro pescaba con red y Cristo le mandó echase el lance, teníalo por trato; y de allí sacaba para su sustento y comida y los menesteres de casa. Pero después ya era apóstol y dicípulo de Cristo, y los lances se los habíen trocado en provecho de almas. Así se lo dijo Cristo cuando sacó la redada de peces: Ex hoc enim iam eris homines capiens 73; de hoy en adelante serás pescador de hombres. Y quien trocó el trato de pescador de peces en
pescador de hombres, no han de ser los lances en las cosas de la tierra tan copiosos, tan llenos y revertidos como son los de los seglares, que lo tienen por officio y ése es el beneficio de que han de proveer su casa y sustentar su persona. Pero quien ya sigue a Cristo y lo ha dejado todo, hase de aprovechar de las cosas del mundo con grande tiento j y moderación; como el pescador de caña, que, cuando pesca, sólo coge un pez en cada lance y, si no hace más de uno como Cristo le dijo a san Pedro, será pesca y trato moderado. Para dar Cristo a entender a los prelados, a los que le siguen y son religiosos con cuánta moderación han de aprovecharse de las cosas de este mundo; que han de ser como los pescadores de caña: que pesquen con mucho tiento y saquen k del mundo solamente lo que han menester; y si al primer lance sacaren el pez que tiene la moneda suficiente para pagar el tributo, que no se cansen más, que den de mano a las cosas que el mundo tiene y las dejen para los que viven de eso, que han menester sacar la red llena de tesoros y riquezas, y no les alcanzará la sal al agua. Pero el religioso, si a la primera puerta le dan lo que ha menester, ¿para qué ha de echar millares de lances y andar de puerta en puerta perdido, atesorando cosas de la tierra como si sólo ése fuera su officio?
En esto nos dio Cristo a entender cómo la commodidad del religioso está en lo poco y en lo moderado, y no en lo mucho. Pues, habiéndole ya dado Cristo a san Pedro officio de apóstol y dicípulo, le manda pesque con caña. De donde podríamos responder a los que ponen el cargo, de que algunos se entran religiosos por buscar su commodidad, que la l hallan [272r] y tienen en lo poco y en lo moderado. Y ésa es la causa por qué todos los religiosos viven contentos y están acommodados. Según aquello que dice san Pablo: Habentes alimenta, et quibus tegamur, his contenti simus 74; que estemos contentos en tiniendo con qué cubrir nuestras carnes y un pedazo de pan para nuestro sustento. Conténtese el seglar con lo poco que está contento el religioso, y también estará acommodado. Pero, si después de haber hecho mill lances y sacado del mundo tesoros, que se les rompen las redes, y por sacar más y más, train sus conciencias rotas y los bolsones descosidos, y con todo eso, como dice el Spíritu Sancto m, oculi eorum non sunt satiati divitiis 75, no están hartos sino que siempre andan y viven hambrientos, ¿cómo han de acabar de se acommodar? Si un religioso está más contento con unos sayales y una scudilla de yerbas que los que viven en el mundo cargados de sedas y banqueteados con diversidad de manjares, ¡qué mucho que en la religión se acommoden con facilidad los que buscan a Dios! Acommoda Dios a sus sanctos con pocas cosas, quia melior est modicum justo, super divitias peccatorum multas 76; más vale lo poco al justo que las muchas riquezas de los peccadores.
¡Qué contento estaba un san Antonio con medio pan que le traía el cuervo! ¡Qué fuerte Elías con pan subcinericio y un vaso de agua que le trai un ángel para que haga n aquel largo camino que habíe al monte de Dios Oreb! 77 ¡Qué bien acommodados tantos millares de monjes y ermitaños de la primitiva Iglesia por los montes y soledades con sólo lo que de sus manos trabajaban! ¡Qué de ellos en el mundo, siendo señores de título con los millares de renta, desacommodados y perdidos, porque nada les enllena!: un Alecxandro, señor de todo el mundo o de la mayor parte de él, cada día inquieto y perturbado buscando a quién hacer guerras y sujetar; un Nabucdonosor y otros semejantes. Por el propio caso que están acommodados, ellos propios se desacommodan. O por mejor decir, su soberbia y presunción los altera y saca de su quietud y los trai por tierras ajenas buscando más comodidad a costa y cuenta de la salud y vida que tienen. Si tan caro es de contentar el hombre que vive en el mundo, ¡qué mucho que haya pocos contentos, porque no tiene el mundo para contentar a tantos! Y más que, siendo cada uno de su humor y de su condición, cada uno de los que viven en el mundo ha menester potajes y guisados diferentes para contentarlo [272v] y acommodarlo. Unos buscan honras; otros, riquezas; otros, comidas; otros, fiestas; otros, torpezas y deshonestidades; y cada uno tiene puesto su gusto y commodidad en su antojo; y éste se varía todas las horas y momentos del mundo, porque siendo como los o enfermos inquietos p, jamás se hallan bien de un lado, sino que siempre andan dando vueltas en la cama; y éstos en todas las cosas de la tierra, de suerte que, apenas las han alcanzado, cuando ya quieren otras diferentes, porque aquéllas no les enllenan.
Pero a los siervos [de] Dios y a los que dejaron el mundo conténtalos Dios y satisfácelos con sola una cosa, y ésa corta y pequeña por haberlos hecho Dios a todos de un querer y voluntad; y ansí con una cosa q quedan satisfechos. Estraña cosa que en aquel convite que hizo Cristo en el desierto sólo hubo pan y peces, y todos comieron y salieron hartos y contentos 78, sin que hubiese quien dijese que quería otro manjar o despreciase aquel que le daban. De lo cual hubo dos causas: la primera, que los convidados todos eran gente que seguía a Cristo, y así todos tenían un gusto y apetito y bastaba un plato para satisfacer el gusto de cada uno; lo segundo, que era manjar que habíe pasado por las manos de Cristo y allí tomaríe el sabor de la r parte por donde pasaba, como el agua que corre; y como las manos de Cristo saben a todas las cosas porque en ellas está el remedio de todas nuestras necesidades y satisfación de nuestros apetitos, paréceme a mí que, si el maná porque lo amasaron los ángeles en el desierto y pasó por sus manos, a cada uno le supo a aquello que deseaba y quería 79, que mejor y con más
razón lo que pasaba por las manos de Cristo para que fuesen el pan y los peces manjar proporcionado al gusto que cada uno tuviere.
Esto propio es lo que pasa en las religiones, donde Dios a todos los satisface con un manjar por ser todos un cuerpo. Y cuando cada uno tenga su gusto diferente y extraordinario, poderoso es Dios para poner en una scudilla de yerbas la suficiencia que cada uno desea y apetece su gusto. Lo cual sin duda lo hace y la experiencia nos lo enseña: que viniendo todos los religiosos que viven en una commodidad del siglo, donde cada uno seguía su antojo (unos apeteciendo mucho y otros poco; unos, manjares bastos, y otros, delicados; unos, dulce, y otros, agrio), puestos a una mesa en un refectorio, todos comen bien una scudilla de yerbas y a todos les sabe según lo que cada uno tiene necesidad. Y si es poco, en eso poco pone Dios suficiencia de mucho. Pues vemos que la naturaleza aun lo hizo y se particularizó puniendo más sustancia y sustento [273r] en algunas cosas pequeñas, que en otras muy grandes: más sustancia tiene la perdiz y la gallina que la vaca y el carnero. Pues ¿por qué no podrá Dios poner en lo poco que come el religioso la sustancia de lo mucho y de todo aquello que un religioso tiene necesidad? Y quien en la boca de un pez puso la moneda que Pedro habíe menester para pagar el tributo 80, ese propio Señor podrá poner en la sustancia de unas pocas de yerbas y pescado flaco todo lo que fuere necesario para que yo pague el tributo que mi estómago hubiere menester.
10. Las «comodidades» del religioso
La segunda dificultad que nos dejamos arriba fue preguntar por qué Cristo quiso que el primer pez tuviese la moneda que san Pedro tuvo menester, y llevó mandato de que con ése se viniese, no dejándole pescar más que un pez. Digo a esto en breves palabras que san Pedro, cuyo officio era ya tan alto como ser apóstol y seguir a Cristo, no convenía que gastase el tiempo ni lo mal enplease en cosas tan bajas como era sacar peces con caña. Dándole a entender que, antes que fuese apóstol, el tiempo le valía barato y era de poca estima y podía gastar las noches enteras trabajando en la mar y sin coger nada, pero, ahora que ya el tiempo para quien sigue a Cristo es de tanta consideración, no lo ha de echar a mal ni mal lograrlo, aunque sea sacando peces con tesoros en la boca.
¡Qué lindo exemplo para los siervos de Dios y para quien ya dejó el mundo! Que si, cuando vivía en él, mal lograba las noches y los días en hacer su s pesca, ahora que ya lo dejó y sigue a Cristo, ha de estimar y tener en mucho el tiempo y no andarse tras seglares ganándoles
la voluntad, aunque en cada uno de ellos saque un tesoro en su boca. Y que sepa que su commodidad la tiene Dios puesta en la oración y contemplación, en el rinconcito de su celda. Que así lo dijo el profeta Jeremías, tratando de las muchas y grandes commodidades que un religioso tiene; que t esplicó en qué cosas las tenía Dios puestas y acensuadas (Threnorum 3): Bonum est viro, cum portaverit jugum ab adolescentia sua 81; este bien que el mancebo tiene en la casa de Dios está puesto en sujetarse y uncirse al yugo de la ley de Dios y al cumplimiento de sus preceptos y mandamientos. Sedebit solitarius 82; si quiere tener asiento y reposo, ha de estar solo y apartado de todo el bullicio de las gentes. Et tacebit, quia levavit se super se 83; la mayor commodidad y el mayor bien que tiene un siervo de Dios es callar y escuchar lo que Dios le habla y le enseña al corazón; y esta merced la puso en una elevación y desnudez que el alma suele tener cuando, ayudada de Dios, se levanta sobre sí y se aleja de sí propia y de sus propios sentidos. Tacebit, quia levavit super se; desta manera leen muchos este lugar [273v] explicándolo de la carga y peso que Jeremías tenía a sus hombros, que es lo propio que decir la carga de los trabajos, afrentas, oprobios u y malos tratamientos que a Jeremías le hacían y en su persona, significado el justo, llevaba con fortaleza, con entereza y brío sobre sus hombros, no arrastrando ni de mala gana, que es causa de que los que trabajan y sufren peso gruñan y den voces. Pero el justo así cargado cierra su boca y calla. Podríamos decir (tacebit, quia levavit super se): calla el justo cuando va cargado porque Dios le aliviana la carga que lleva sobre sus hombros; a diferencia de los del mundo, que, por llevarla tan pesada y cargada y sin estas ayudas del cielo, van reventando y dando gritos.
Ya tenemos tres commodidades del justo. La primera es de bonanza, y ésta la puso Dios en el cumplimiento de sus preceptos y ley evangélica. La segunda es de firmeza, tenacidad, sosiego y asiento, y ésta la puso en la soledad: Sedebit solitarius; a diferencia de los que viven en el mundo, que, combatidos con tantos vientos, con tantas olas, no pueden tener asiento ni reposo. La tercera commodidad v que tienen es callar, y ésta la puso en la elevación y desasimiento o alejamiento que un alma tiene del w mundo, del cuerpo y de sus sentidos, estando en lugar por su operación tan apartada de las cosas de acá, que no oye los gritos y voces de quien le llama o si necesita responder a las peticiones, molestias e inpertinencias de sí propia y de sus propios sentidos. O este callar está puesto, como hemos dicho, en la voluntad y gana con que un alma lleva sobre sí la carga x que Dios le tiene dada; o en lo mucho que Su Majestad la alivia.
Entre otras, faltan dos o tres commodidades que el sancto propheta cuenta en el mismo capítulo. Ponet in pulvere os suum, si forte sit spes 84;
esta commodidad y bien que le da al justo es de esperanza, que es uno de los mayores consuelos que un siervo de Dios puede tener; y ésta la puso en la humildad: Ponet in pulvere os suum, que aguarda y y espera z con la boca puesta en el suelo. Como cuando ha hecho entre nosotros un religioso una falta y su prelado la sabe o le riñe: aguarda perdón puesta la boca en el suelo. Y así el justo, despreciado, humillado y hasta la tierra abatido, allí aguarda, allí espera, porque la humildad y la paciencia engendran speranza. A diferencia de los del mundo, que, honrados, tenidos, levantados sobre el cuerno de la luna, allí están con mill desesperaciones y desconfianzas del bien que desean y aun del que poseen.
Otra commodidad tiene el justo, y es proptitud en la obediencia, rendimiento y estar aparejado para los males que a uno le vienen. Y así dice Jeremías: Dabit percutienti se maxillam 85; al que le quisiere herir, está aparejado [274r] a darle el carrillo, según aquello que dice Cristo (Mathei 5): Ego autem dico vobis, non resistere malo; sed si quis te percusserit in dexteram maxillam tuam, praebe a illi et alteram 86; no os andéis defendiendo ni vengando de las injurias y afrentas que se os ofrecieren, porque el odio y deseo de venganza trai eterna y perpetua inquietud y desasosiego; antes, si te hirieren en un carrillo, vuélvele el otro. A diferencia de los del mundo, que a bofetada dan puñalada y, a un mal grande de pena como el que recibieron en la injuria que les hicieron, añaden otro mayor, que es de culpa, y culpa tan grave como es herir y matar a mi hermano. Y no parezca este bien del religioso pequeño, que es el mayor a mi parecer que se puede imaginar: sufrir con paciencia, con igualdad de ánimo las injurias, no desear se vengar, estar dispuesto, preparado y aparejado para llevar los males que le vinieren, es un premio y gloria inmensa.
Dice otra commodidad el propheta, que tienen los tales religiosos: que satiabitur b opprobriis 87; que el justo no se harta con un trabajo ni se cansa con sufrir una injuria; para hartarse ha menester muchos oprobios c y afrentas, y en ésos d tiene puesto su consuelo y hartura. Como en el convite espléndido el buen convidado que no se harta con un manjar, sino que quiere muchos platos, porque todo lo lleva su estómago; así la paciencia del justo todos los agravios los abraza y los e digiere.
Estas son las commodidades que el Hijo de Dios tuvo en la tierra. Mientras vivió entre los hombres, llevó sobre sus hombros el yugo de la ley, sujetándose a ella dende el principio de su vida. Estuvo como solo y callando por espacio de treita años. Sufrió con paciencia y sin murmuración o clamor cosas gravíssimas. Dionos grandíssimos exemplos de humildad. Postrándose muchas veces delante de su Padre, dio sus mejillas f a los que las querían herir. Su cruz la llevó sobre sus hombros.
Puso su g contento y h alegría en los oprobios que recibió. Apliquemos esto a la ocasión que tuvimos para decirlo, que fue mandarle Cristo a san Pedro que fuese a pescar con caña y que no fuese sino de un pez, en quien habíe de hallar lo que hubiese menester, y que no gastase en aquello el tiempo pues su officio y commodidad ya no estaba puesto en eso sino en las cosas que ahora hemos dicho.
Quiero hablar ahora un poco con las personas que nos ponen este cargo y dicen que muchos se entran religiosos por su commodidad. Digo yo ahora: si esta commodidad no está en pescar y coger peces, en buscar tesoros y pretender dignidades, sino sólo en el alegría y facilidad con que el siervo de Dios cumple su ley y lleva su carga y en el ayuda que tiene en Dios para se la aliviar, ¿por qué tengo yo de [274v] murmurar por verlos acommodados en las cosas que no son mías y en las cosas que tienen y poseen sin quitarme a mí nada? Si su commodidad la tienen en la soledad, en el rincón y en la celda, ¿por qué yo, que aborrezco ese recogimiento y ando azotando calles cada día, tengo de murmurar de él? Si su commodidad la halló en la huida que hizo del mundo y en haberse alejado de sí propio, ¿por qué yo, que estoy envuelto en mill mundos y entrañado en mis gustos y placeres, me ha de parecer mal que mi hermano se goce con lo que yo aborrezco? Si halló su commodidad en la humildad, en la desnudez y abatimiento, en el andar despreciado la boca por el suelo que el peccador pisa, ¿por qué me ha de parecer i mal que, donde yo pongo mis pies, el justo se acommode puniendo él su boca? Si halló el justo su bien en sufrir trabajos, en el estar aparejado para todas las inclemencias que les pueden venir y en volver una mejilla a quien les hiere la otra, ¿por qué, pregunto yo, ha de parecer mal esta commodidad al vengativo, al airado y hombre perdido?
¡Ojalá, señores, los que de esto murmuran, murmurasen con otro fin de el que ellos tienen y llevan: murmurar de que otros tienen las commodidades de que ellos carecen por no las buscar, por no se disponer y pedirlas con veras a Dios! Los que no las tuvieren, ya no pueden pretender ignorancia ni scusa j, que ellos propios las confiesan y dicen que los pobres se entran en los conventos por sólo buscar su commodidad. Luego ya saben que en la religión hay grandes commodidades, grandes bienes, que el que los alcanza en esta vida a esas commodidades en la otra les responden otras mucho mayores, y tanto que ni el ojo vido ni la oreja oyó lo que Dios tiene preparado para los que le aman 88. Y por el contrario, a las grandes e inmensas incommodidades que los malos tienen en este mundo, en el otro les aguardan otras inmensas y eternas, de quien a la menor no llegan cuantas en este mundo padecen y pasan.