Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
II. NOMBRE Y TRATO DE HERMANAS
Hanse de llamar siempre hermanas, sea priora o donada, que, demás de ser regla 1, lenguaje es muy usado entre Cristo y su Iglesia, Dios y el alma, el pastor y su pastora. Pues uno de los mayores requiebros que le dijo, fue llamarla hermana, cuando envolvió este nombre y lo acompañó con el nombre de amiga, de paloma a y de especiosa y hermosa suya 2. Miren por charidad [4v] con qué nombres acompaña el nombre de hermana: con nombre de paloma, amiga y hermosa. La que ha de ser paloma, hermosa y amiga de Dios, ha de ser hermana, y no señora doña Fulana. Porque, como sólob Dios es Señor -tu solus Dominus 3-, no quiere señores ni señoras en casa, sino hermanas.
Y cierto que no sé qué se tiene este sancto y sagrado nombre de hermano o hermana, que parece roba el corazón, le aplaca, apacigua y enternece. Y como en la Religión todo ha de ser paz, suavidad, dulzura, ternura y amor, es bien tengan nombre que todo eso lo dispierte. ¡Oh buen Dios de mi alma, y qué campo se nos descubría del bien de este nombre! Quierenc matar al niño Joseph sus hermanos y, viéndolos Rubén con entrañas dañadas, no tuvo con qué convertirlos palabras más tiernas que con decir frater noster est, es nuestro hermano 4. Gran cosa es: si alguna vez un religioso o religiosa se olvidare de su blandura y suavidad, que siempre debe tener, que, cuando llegue su compañero y le dijere hermano, lo dispierte y se lo traiga a la memoria.
Y quiriendo encarecer el mismo Cristo el gran bien que estaba encerrado en la corrección fraterna, lo encarece diciendo: "Ganaste un hermano" 5; un hombre que de aquí adelante te lo doy d por hermano, que ésa será la paga que te doy de semejante beneficio que a él le heciste y a mi servicio. Pues díganme ¿con qué se puede estimar el ver que Dios nos da tantos que sean nuestros hermanos? ¿Quién no ve lo que dijo aquel gran patriarcha Abrán a Sara e su mujer cuando, yendo peregrinando, se vido en grande peligro de perder la vida? No tuvo con qué reparar y detener tanto daño sino con decirle a su mujer: "Di que eres mi hermana, para que me hagan bien" 6. ¡Qué de veces honra la Scritura sagrada a muchos dándoles por dignidad este título y nombre de hermanos! A Lot honra con llamarlo hermano de Abrahán 7. Y predicando Cristo, estando a la puerta sus apóstoles y discípulos, le
dijeron los amigos que allí estaban: "Tus hermanos están a la puerta" 8. Sin serlo, les dan el nombre de hermanos, porque es grande dignidad tener hermanos. Y Cristo dice a sus discípulos: "Mirad f, que todos vosotros sois hermanos" 9. No quiero detenerme en esto más, que con este solo apuntamiento echarán de ver nuestras hermanas monjas de cuánta dignidad es llamarse hermanas.
Al nombre de madre o señora, que en esotras religiones llaman, corresponde este título de reverencia o maternidad. Pero al nombre [5r] de hermana le corresponde este nombre de charidad, de manera que el lenguaje que ha de haber entre nuestras sanctas monjas ha de ser de hermana y de charidad. Que en esto parece quiso Dios mostrar el amor que nos tenía, pues el nombre de amor y charidad que Su Majestad tiene, según lo que dice san Juan: Deus charitas est 10, quiere que nosotros lo tengamos, para que, si alguna vez al hermano o hermana se le olvidare la obligación que tiene de partir sus entrañas y corazón con su hermano, este título y nombre de charidad lo derrita y ablande y dispierte g. Grande excelencia desta sagrada Religión traer siempre en la boca este nombre de charidad, que es de lo que san Pablo tanto se preciaba cuando decía: charitas Dei diffusa est in cordibus nostris per Spiritum 11; que el officio del divino Spíritu era derramar charidad en los corazones de los hombres. Si nosotros traemos siempre este nombre de charidad en la boca, y "de la abundancia del corazón habla la boca" 12, bien se deja entender que nos ha alcanzado la bendición del Espíritu Sancto, que derrama charidad en los corazones para que se revierta por la boca. Que es una de las mayores excelencias del glorioso evangelista Juan: que, tiniendo las entrañas llenas de charidad, no traía otra palabra en la boca más que charidad 13. Y quien tiene una regla tan llena de charidad, siempre ha de traer en la boca el officio que profesa, preciándose de él no sólo en la obra, pero también en el nombre. Lean cuantas reglas hay; no sé yo cuál se hallará más preñada y parida de charidad que la nuestra. Luego bien es que nos preciemos también en el nombre, tomando el nombre según el officio. El officio es de charidad, como luego se verá, llamémosnos charidad, como ya hemos visto.