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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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IV. EDIFICIOS HUMILDES

 

  Manda nuestra sagrada regla que nuestros edificios sean bajos y humildes 1. Porque, como dice san Pablo, pues no tenemos aquí ciudad permaneciente, sino que caminamos a otra 2, bástanos a una casa humilde, moderada. Que, pues andamos ya medio muertos, pues lo debemos estar [6r] al mundo, bastan de celda poco más de siete pies; y la casa cual la buscaban los sanctos antiguos, que vivían en los desiertos. No digo los sanctos modernos, que viven en los poblados: que, metiendo en sus casas reglas y razones de estado, buscan ya dentro de casa desavahos, paseos para desenfadar el espíritu. Como si [no] hubiese cosa más enfadosa para el alma que anchuras en la tierra, pues en ellas se derrama y desperdicia, y a sí propia no se halla, como quien busca a otro en casa grande y de muchos rincones. Y, al contrario, en lo estrecho y apretado se estrecha y aprieta para con mayor fuerza entregarse, así recogida y en sí unida, a su Dios y Señor.

  Y en aquellas apreturas de celda y casa la aprieta Dios como en lagar para que un licuor de amor suyo suavíssimo. En aquellos aprietos aprieta la materiab para ensancharla, de lo que se le hace la corona para que en la otra vida sea más espaciosa. Dichosa el alma que, porc vivir en la tierra estrecha y apretada, tiene ahogos y congojas por su buen Jesús, que tiempos le vendrán presto en que goce de sus resuellos y ensanchos. ¡Qué buenos son los ahorros en la tierra para gozarlos d en el cielo! Y es cosa muy cierta que quien aquí anda escasa en sitios y palacios, andará Dios con ella en el cielo muy largo, dándole buenos desenfados. Pues dice san Remigio que cada alma de justo tendrá e en el cielo más que hay de oriente a puniente.

  Esto debiera de considerar la otra sancta mujer de quien dice David que tomaba y escogía para su vivienda los rincones de su casa y allí se volvía fecunda como vid 3. ¿Quién no ve un sarmiento, cuando lo plantan, meterlo en un hoyo y pisarlo, que parece que ya está ahogado


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y acabado? Pues entonces brota, produce y se ensancha y estiende. De este ardid usó, pues, esta discreta mujer: que buscó un rinconcillo en los scondridijos de su casa. Y, cuando pensaron ya se había acabado, se apareció fecunda y llena de soberanos y divinos sarmientos cargados de hoja y racimos. Admirable exemplo, mis hermanas, si encerradas y tiniendo de regla el tener cortos, strechos y pequeños edificios, se nos perdieren de ojo, no les pena, que entonces sus almas se vuelven fecundas como la vid; y por todos sus sentidos y potencias están pululandof brotando obras cargadas y llenas de soberanos fructos, dulces al paladar de Dios.

  Ya se sabe y se ha visto y ve cada día el estrecho aposento y humilde edificio que la Madre de Dios tenía en Nazaret g, pues de un pequeño aposentico tenía hecho y en él resumido todas las oficinas que puede haber en un convento muy grande 4. ¡Seas tú, Dios mío, mil veces glorificado!, que cuando muestras tu pobreza, que no tienes donde reclinar tu cabeza, no pones exemplo de tu queja [6v] con los príncipes, que tienen ricos palacios, sino con los pájaros y nidos suyos, con las zorras y sus madrigueras 5. Como quien dice: si algo había yo de admitir para alivio de mis trabajos y hubiera de tener alguna celda, fuera como un pequeño nido de un pajarillo, donde apenas se puede revolver; y como la covachuela de la zorra, que de ordinario la busca entre peñas apretadas.

  Y sabiendo esto de la condición de Dios, el glorioso Pedro, deseando casa y palacio para gozar h eternamente de aquello que por un breve rato enpezó a gozar en el monte Tabor, sólo pidió tres tabernáculos 6, que es lo propio que choza, casa pajiza o pobre tienda de campo. Que, aunque no acertó a señalar casa de tan poca dura para lo que deseaba de tanta, pero acertó en contentarse con casillas tan estrechas, pareciéndole que, si de otra manera las pidiera, le habíen de reñir por ello. San Juan dice que los que i visten sedas, viven en los palacios de los reyes 7, que son bien anchurosos. Pero yo, que visto sayal y pobres remiendos, ¿por qué tengo de querer ricos palacios y anchurosos edificios? Así nuestra sancta regla fue midiendo nuestro abrigo con nuestro retrete y casa; y así manda que sea de obra pequeña y muy moderada.

  Yo he visto, mis hermanas, unos pedazos de la casa que el glorioso Francisco edificó en Roma y la celda do vivió 8. Que, habiendo tantas razones para que fuese grande, que, en fin, [era] el primero sobre quien primero habían de topar los trabajos y cuidados, que muy de ordinario lo traían bien ahogado; y quien era tan amado de tantos grandes y cardenales, hartas visitas tendría. Pues sus desahogos debieran de ser con Dios en el cielo, y sus recibimientos y tratos en una pobre celdita, tan estrecha que no puede ser más la de un fraile descalzo.


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  No qué me diga del que, siendo estrecho en la vida, en el hábito, en la regla, se quiere ensanchar en la celda y en la casa. Digo que juzgaré de éste, que así se estrechó en esto esterior, debe de ser bien ancho en lo interior y debe de tener pensamientos bien altivos y presuntuosos, pues no caben los pensamientos donde caben los cuerpos materiales. Los pensamientos en la tierra han de ser tan humildes y recogidos que sólo tengan por retrete la misma alma; y si han de salir, no se han de contentar con menos anchuras que los cielos. Y así digo yo que a nuestros religiosos se les ha de dar una celda de ocho pies en cuadro y alto para los cuerpos, y una pequeña ventana, de donde se vea el cielo, lugar acommodado para los pensamientos de aquellos cuya conversación ha de estar en los cielos 9.

  Dénos Dios a entender estos sanctos provechos para que con gusto los gocemos.

 

 




1 "Omnes ecclesiae istius Ordinis... sint plani operis" (Regla, art.3).



2 Cf. Heb 13,14: "Non enim habemus hic manentem civitatem, sed futuram inquirimus".



a  corr. de pástanos



b sigue de tach.



c sigue b tach.



d sigue su tach.



e sigue más tach.



3 Cf. Sal 127,3.



f  sigue p tach.



g ms. Nazared



4 Alude a la llamada "Casa de la Virgen", venerada en el santuario de Loreto (Italia).



5 Cf. Mt 8,20.



h sigue de a tach.



6 Cf. Mt 17,4: "Faciamus hic tria tabernacula...".



i sigue viv tach.



7 Cf. Mt 11,8.



8 En San Francesco a Ripa, barrio Trastevere.



9 Cf. Flp 3,20.






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