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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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VII. EXTREMA POBREZA DE LOS FUNDADORES

 

  En Roma, donde nuestros sanctos padres fundadores hicieron la primera casa y convento y empezaron a ejercitar el officio de hospitalidad y a redimir cautivos, ayudándoles la Sede Apostólica y varones romanos devotos, tuvo aquel convento para este ministerio más de treita mill ducados de renta. Que el tenerla entonces y negarla ahora no es contra la regla, respecto de que con aquellos millares serían aquellos sanctos padres más pobres sin comparación que nosotros ahora.

 

 

1.  Vida dura en el "desierto" de Ciervofrío

 

  Y no digo de ellos que tan entrañada tendrían la pobreza y tantas y tan hondas raíces habríe echado en sus almas las muchas que en los desiertos y sierra frígida 1 habríen comido. Que no es nuevo las penitencias que se reciben en el cuerpo pegarse y estenderse en el alma, de suerte que, plantando en el cuerpo abstinencia, se arraiga en el alma. Que, en fin, como el alma es de dura, proveyó Dios de ese bien: que las virtudes que se adquieren mediante los trabajos del cuerpo, se asgan, enlacen y arraiguen en el alma, para que así queden perpetuas. Como lo quedaríe la pobreza en nuestros sanctos padres, pasando tantos años en aquella tierra fría, comiendo raíces y guardando estrecha abstinencia.

  Y no es contra razón inponerles o ponerles plato de raíces para su sustento a los que por su rigor escogieron Ciervo Frígido, montaña y tierra que, por ser muy fría, le pusieron este nombre 2. Que, aunque yo no lo he visto, pero muchos que lo saben lo cuentan así. Y siendo tierra tan fría, bien se deja entender habría pocos regalos de fructas para sustentar sus cuerpos marchitos. Que su deseo de más agradar a Dios llegó y pasó de donde pasaron las abstinencias de los sanctos monjes y ermitaños, pues, estando ellos donde gozaban de hojas de palmas para hacer vestidos y de sus dátiles para su sustento a, que éstos son árboles que siempre se conservan en tierras cálidas o por lo menos muy templadas, cielo y [11v] temple templado para los desnudos penitentes, pero nuestros sanctos huyeron de ese temple a tierra tan destemplada que por excelencia se quedó con nombre de Ciervo Frígido. Y, ya digo, aunque no lo he visto, bien se deja entender serlo mucho


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por el nombre. Y, según he visto, estos animales (ciervos, digo) andan por tierra de Segovia en tiempo de grandes hielos y nieves por encima de ellas buscando su sustento y comida, de donde saco deben de ser animales calidíssimos, porque, ya digo, no los he visto en tierras templadas. Ahora, pues, siendo estos animales calidíssimos y criándose en tierra muy fría, llamar aquella donde nuestros sanctos vivían Ciervo Frío, es señal que era frigidíssima en estremo, pues, siendo este animal tan cálido, allí se volvió frío, puniéndole al animal calidíssimo nombre de frío. Ahora, pues, díganme, habitación tan fría que a las bestias cálidas les trueca el nombre, ¿qué tal sería para los cuerpos flacos de aquellos nuestros sanctíssimos padres? Sería frigidíssima en estremo grado.

  ¡Ay, mis charíssimos hermanos!, que, aunque fuese lo que quisiese, poco les debiera de empecer, pues estaban abrasados en amor y en charidad. Y quien está vestido de Jesucristo, que es fuego y viene a echar fuego 3, no hay que dolerse de ellos en medio de las nieves y hielos, que ellos las derretirán y calentarán. Pero vamos esto midiéndolo con razones humanas, que, pues eran hombres, gusto sería de Dios que los sintiesen para que más mereciesen. Y si el alma estaba templada con calor divino, el cuerpo haría de las suyas siendo humano. En tierra tan fría, apartada de poblado, do viven sanctos ermitaños, que su conversación es tratar con los ángeles, bien se deja entender que pocas veces acudiríen a poblado a remediar sus necesidades. Pues tejer y hacer vestidos de hojas de palmas con que abrigar sus carnes, en tierra tan fría no las habría, pues no se crían donde hay tan poco calor que, tiniéndole tan grande los ciervos, se le quita y pone frío. Pues mal ayudarían a su sustento los frutales y regalos que allí habría, pues jamás los cría ni conserva tierra tan destemplada. Luego, según esto, bien llegaría su pobreza a grande desnudez y su sustento a raíces de árbores y yerbas, que son las que se conservan en tierras semejantes.

  ¡Seas tú, Dios mío, mill veces bendito, que al que tú entretienes no siente esas faltas! Y de que su entretenimiento sería con Dios ¿quién lo puede dudar? Quien escoge sitio donde ni aun pájaros no viven, que con sus cantos y ruido los inpida los admirables que del cielo oirían, ¡qué lindo [12r] ahorro de cosas de acá! ¡Qué admirable recogimiento adentro quien afuera no podía vivir sino con el frío!

 

 

2.  Preparación para ocuparse de cautivos y pobres

 

  Mirad qué mucho que a almas tan dispuestas les comunicase Dios el agrado de todas tres divinas personas, como fueron los tres officios que el cielo les dio después de vida tan milagrosa, como fueron pobres, captivos y pecadores, redimiendo los unos, curando los otros y convirtiendo los terceros. Tres officios que, a mi ver, sólo se les pueden encomendar a los verdaderos pobres de Jesucristob, porque mal redimiría


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el que tiene deseo de se enriquecer a sí propio y mal gastaría dineros con pobres quien, por mucho que tuviese, no podría sanar la pequeña llaga que tuviese de codicia. Y a la conversión de los peccadores. Dice san Pablo 4 que trabaja para comer porque la palabra de Dios no reciba detrimento y sea vituperada 5, recibiendo siquiera un pedazo de pan para sustentar sus cuerpos. Así, habiendo el cielo de dar estos tres officios a aquellos sanctos padres, primero los tuvo curtiendo en tierra fría, para que, cuando les entregasen en Roma los treita mill de renta, nada se enplease ni gastase en sus personas, pues ya venían tan ahorrados en el vestido que por dicha para el cuerpo tomarían unas tristes pieles de animales y para sustento unos mendrugos de pan.

  Y bien se ve, y argumento claro sacado de nuestra propia regla, que hicieron y se ordenó al gusto y medida de estos gloriosos sanctos, pues mandan que no compren un poco de vino y un poco de pescado, cosas que jamás sanctos fundadores han negado a sus súbditos. Y no para ahí. Lean como quisieren nuestra sancta regla, que a mí siempre ha hecho fuerza aquella cláusula donde niega el pescado, que también niega el aceite, güevos, queso, etc. Y quien era tan pobre que un poco de aceite no consiente que se compre, bien entallado vendría al gusto de Dios para que hiciese sus acertados ahorros para el bien de los pobres.

 

 

3.  Otras virtudes anejas

 

  ¡Oh buen Dios de mi alma, y quién tuviera tal espíritu que, junto con decir lo que estos sanctos fueron, lo pudiera sentir! Que parece en estas pocas palabras he tocado y levantado muchas canteras (perdóneselo Dios a quien me divirtió de ellas) en la ocasión que las scribía.

  Una era la dispusición que estos sanctos tendrían para su alta contemplación, ejercicio que tan pegado anda con los solos y tan solos, y imposibilitados a tener compañía siquiera con los animales que apetecen la tierra fría.

  Hemos tocado su grande abstinencia, virtud y excelencia que tanto sigue a los ermitaños, particularmente a los que viven en tierra que es harto a alcanzar raíces de yerbasc.

  Hemos dispertado su gran desnudez, pues, estando apartados de los poblados, aun hojas de árbores no alcanzaban para cubrir sus carnes.

  [12v] Hemos tocado los efectos de esta altíssima contemplación y estrecha pobreza y rigurosa abstinencia, que fueron los entriegos que hizo la Sanctíssima Trinidad en ellos en darles aquellos tres officios, tan dignos de gente tan desasida de las criaturas, pues huyen donde aun pájaros no los vean, y de gente tan penitente que raíces fuesen su plato principal y desnudez su rico vestido.


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  ¡Ea, sanctos míos, sea muy enhorabuena! Que, si en la tierra dejastes las criaturas, en el cielo tenéis al Criador; y si os privastes de los ricos manjares, en el cielo gozáis de aquella cena grande, donde el que administra es el mismo Dios; y si desnudos acá de hojas de palma, vestidos allá de gloria de Dios, victoria alcanzada a puncta de lanza, significada por la palma; que, si no la vestistes, enpuñastes la espada y disciplina, significada por las hojas de la d palma.

 

 

4.  Anticipación del premio eterno

 

  Y aun en la tierra hubo principio de esta eterna paga, que Dios es tan cumplido que de la medida que en el cielo está mediciendo 6 para los bienaventurados, de lo que allá se revierte se goza acá en vida. Y si la medida de el cielo es en correspondencia de lo que acá se deja -que así se deja entender según el discurso de las bienaventuranzas que Cristo predicó 7, prometiendo a los pobres riquezas y a los desconsolados consuelo- y esta correspondencia es de ciento por uno, bien se deja entender que, si estos sanctos dejaron las criaturas en la tierra, que su medida había de ser en correspondencia de criaturas y de ciento por uno. Pues miren qué lindo e argumento que concluye que no tienen otra paga si no es la entriega del Criador.

  Digamos así. Estos sanctos dejaron en la vida todas las criaturas. Pues, si las dejan todas, ¿dónde ha de haber ciento que darles por cada una que dejan? Es conclusión sancta y clara que se debe dar y entregar el mismo Criador, porque quien f tan sin medida anduvo con Dios, que se le en reconpensa el que es sin medida.

  Pues veamos qué es lo que se revierte de este gran Dios en la otra vida que estos sanctos enpezaron a gozar en ésta. Lo que se revierte del Criador son criaturas. Alto, pues. Pues en la otra vida se les ha de dar el Criador g, déseles lo que rebosa h, lo que se revierte a esta medida sin medida, que son las criaturas. Y quien quiso vivir tan ahorrado de ellas, en la otra vida se les el propio Criador; y en ésta se le den por añadidura las propias criaturas, según aquello que dice el sancto rey David: Dabo tibi gentes haereditatem tuam, et possessionem tuam terminos terrae 8. Palabras dichas a Cristo del eterno Padre por su propheta; que, pues el mismo Cristo tomó tan [13r] poco de los menesteres de los hombres, dénsele los propios hombres. Y de ahí infiero yo lo que hizo la Sanctíssima Trinidad con nuestros sanctos fundadores, tan ahorrados de lo de acá que mereciesen se les diese por añadidura y agua revertida todo lo de acá. Pues en las tres cosas que digo se les entregó, se les dieron y entregaron las criaturas, no sólo las que estaban en su tierra para que, como a prócximos los curasen, sino también i possessionem tuam


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terminos terrae, los que estaban enajenados en poder de infieles a ésos se los dio, dándoles los treita mill que digo tuvieron en Roma de renta para mejor acudir a estos tres officios.

 

 

5.  Ellos con rentas, nosotros sin ellas

 

  Y si fueron rentas dadas a hombres tan desasidos, tan pobres y tan abstinentes que no son señores de comprar un poco de aceite, no digo mal arriba que no es contra razón ni regla no admitir nosotros ahora renta, antes, así como j el admitir ellos las rentas para aquellos menesteres arguye en ellos gran perfección, en nosotros el no las admitir arguye temor, recato, recelo de nuestra flaqueza. Que, si fuéramos tan sanctos, tan amoldados con el deseo de Dios como estos sanctos lo fueron, bien se nos pudieran entregar rentas y dineros, cosas tan pegajosas k que, para las tener y poseer con fidelidad, es necesario tener l muy despegado el corazón de lo de acá. Y así a ellos los papas se las dan las riquezas y rentas a tan buenos dispenseros de los pobres, que, aunque mueran de hambre, no defraudarán una blanca para un poco de vino con que ayudar el frío natural que trujeron de las montañas heladas. Pero a nosotros, criados en poblados, hechos los gustos a potajes de cocinas, el propio Espíritu que a ellos m les da riquezas y rentas, a nosotros nos las quita para que, así como nuestros sanctos, usando de fortaleza y defendiéndose de las tentaciones, guardaron con rigor su regla, nosotros n, ayudada nuestra flaqueza de la pobreza, la guardemos con el mismo rigor.

  Bien se ve que al sano y prudente basta decirle: "Hermano, no comáis de esto", o descubrirle ser manjar dañoso. Pero al enfermo o, al apasionado es necesario quitárselo de delante. Nuestros sanctos en los desiertos aprendieron la virtud de las yerbas y raíces, y supieron cuál hacía daño. Y eso bastaba, como doctrina dada p del cielo a varones perfectos, que, en fin, conocieron el daño de la soberbia y avaricia, que son raíces de todo lo malo. Y así como aprendieron a comer unas raíces, aprendieron a aborrecer otras y fueron por caminos contrarios, que era la humildad y desprecio de las cosas de acá. Pero nosotros, de naturaleza enferma [13v] y como gente apasionada, no sólo se contenta con darnos doctrina enseñándonos que la codicia es mala, pero nos la quita de delante de los ojos, haciéndonos pobres verdaderos de Jesucristo; que nos contentemos con un pedazo de madera donde reclinar nuestras cabezas. Y así, aunque con medios diferentes, unos propios fines los de nuestros sanctos padres y los nuestros, que es, lo primero, conservar nuestras vidas puras, limpias y inmaculadas de toda culpa.

  Bien veo me están aquí diciendo: Hermano, ¿cómo hemos de acudir a redimir los captivos si no tenemos rentas y dineros? Respondo que


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de nuestra parte no podemos poner más que el trabajo y el peligro. Esto, por la bondad de Dios, dispuesto estamos a ello. Lo que es el dinero, los príncipes y los reyes que lo tienen y poseen lo darán cuando Dios fuere servido, para que se administre por las manos de nuestros frailes pobres.

  Lo segundo, digo que es muy lindo rescate el que ahora hace nuestra sagrada Religión, sacando y rescatando almas que están captivas y presas en medio de este miserable mundo. Y si pobres de dineros para hacer el otro rescate de captivos, ricos de sangre de Cristo con que se rescatan tantas almas.

  Lo tercero, más vale una oración, una sancta vida, una continua penitencia que cuantos dineros hay en el mundo. Luego si con dineros se rescatan captivos, mejor se rescatarán con oraciones, que son las copiosas rentas que en nuestra sagrada Religión se van introduciendo.

  Y así cumplimos con todo y tenemos una propia regla y un mismo fin conforme nuestros sanctos padres lo tuvieron. Ellos pobres, aunque señores de los treita mill de renta; y nosotros pobres sin ellos.

 

 




1 Alusión al desierto de Ciervofrío, lugar de la primera casa.



2 Cerfroid o Ciervofrío, lugar solitario y boscoso, situado a unos 80 km. al nordeste de París, entre los pueblos de Gandelu y Montigny, en la región de Valois, departamento de Aisne, perteneciente en el pasado a la diócesis de Meaux y hoy a la de Soissons. Allí maduró san Juan de Mata, con el apoyo de san Félix de Valois (son los dos padres fundadores a los que se está refiriendo nuestro autor), su "propositum" fundacional y constituyó la primera comunidad trinitaria. Por su carácter solitario y deshabitado, los autores antiguos y modernos hablan del desierto de Cerfroid. Cf. CIPOLLONE, G., Studi intorno a Cerfroid prima casa dell'Ordine Trinitario (1198-1429), Roma 1978.



a  sigue ellos tach.



3 Cf. Lc 12,49.



b  sigue porque tach.



4 Cf. 1 Cor 9,12; 1 Tes 2,9; 2 Tes 3,8.



5 Cf. Tit 2,5: "... ut non blasphemetur verbum Dei".



c  sigue des tach.



d  corr de las



6 Por midiendo.



7 Cf. Mt 5,1-12.



e sigue as tach.



f sigue su tach.



g ms. crador



h ms. rebuesa



8 Sal 2,8.



i corr.



j  sigue aquello tach.



k ms. pegajososas



l sigue muy tach.



m sigue se tach.



n sigue ayudan tach.



o corr.



p sigue avien tach.






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