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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
XVII. LA DICHA DE SERVIR A LOS POBRES
1. Los pobres, nuestro arrimo espiritual
El buen médico, del general donde le dicen y enseñan la naturaleza de las yerbas, se va a la enfermería a las aplicar. Así, hermano mío, cuando entras a rezar al templo y rezas y en esa oración te enseña Dios que eres mortal, que sólo llevarás las buenas obras que hicieres, te ofrece el pobre, que es una notomía de eso que has pensado y que
en nada se diferencia de ti sino en sólo faltarle los bienes temporales que a ti te sobran. Y que, si con él no tienes charidad, presto se volverá la hoja y serás tú el menesteroso del dedo mojado del pobre en pobre saliva de su boca 1, agua harto mezquina y asquerosa, sobrándole a él la mucha que, por no caber en él, [sobra] de aquella que se derrama de las vertientes del agua que vivifica a los bienaventurados 2.
¡Oh hermanos y señores míos, y si echásemos de ver los bienes que de estos tratos nos vienen, digo con los pobres, cómo no nos desarrimaríamos de ellos! Que bien digo "no nos desarrimaríamos de ellos", porque, si nosotros somos su arrimo corporal, ellos son nuestro arrimo espiritual. Mucha cortesía hago yo a un báculo a o palo que tomo en la mano para me arrimar a él, que, siendo palo caído, lo honro, lo levanto y enderezo, que menos no podía. Pero mayor es el que recibo yo, porque con él me sustento y tengo en pie y, sin él, pudiera ser cayera y me quebrara los ojos. Lo propio digo, mi hermano, cuando tú te arrimas al pobre, que le haces cortesía, limosna y charidad, que, en fin, estaba como leño desechado, caído en el suelo; pero advierte que mayor bien te hace a ti, porque en él te arrimas y con él en la charidad te levantas; y hombre tan flaco de virtud pudiera ser que, si no te arrimaras a ese báculo del pobre, que, cuando más seguro, dieras un tropezón en las sobras de tu hacienda y cayeras [35r] de ojos y te descalabraras.
¡Oh bondad infinita de Dios! Que, llevando a tus siervos a las iglesias, donde como en enfermerías los curas con oración, y con charidad y fuego que allí les pegas los levantas, y como a convalecientes lesb llevas y arrimas a las puertas de esos templos pobres, que les sirvan de báculos que los tengan, sustenten y conserven en ese vigor y fuerza. Y no parezca dificultoso el entender el pobre es báculo del rico y el enfermo del sano, pues ya vemos por el exemplo puesto que un palo es más flaco y tiene menos ser y vida y sirve al hombre fuerte de más fortaleza. Y así digo yo que no hay hombre tan fuerte en lo espiritual que no le pueda dar fortaleza el arrimo del pobre y enfermo.
2. La santa ocupación de los hospitales
Ven aquí, nuestros hermanos, sin saber cómo, nos hemos venido a meter en otra razónc, con que queda respondido al que nos preguntare para qué y por qué somos espitaleros 3 y nuestra regla trata de pobres: porque quiere Dios estar cada momento fortaleciendo a sus siervos y dándoles arrimos celestiales y entretenimientos divinos. Porque, si es verdad que dice el sancto rey David que tibi derelictus est pauper 4, etc., que todos le dejan el pobre a Dios, díganme por charidad ¿a quién se
lo habíe de dejar Dios, si todos le echan los pobres a las puertas de Dios? Llano era que Dios los había de echar a las puertas de sus frailes y religiosos. Quién duda sino que diría: todos los desamparan y olvidan d; hagamos una religión que sea nuestra, a quien podamos dejar y dar nuestro officio y que con charidad los curen.
Ea, mis hermanos, dichosos por haberlos Dios traído a Religión dichosa, orden y casa de grandes. Los grandes suelen tener pegados a sus casas jardines, güertas y entretenimientos, donde puedan perder y desechar algunos de los muchos enfados que el mundo les pega. Grande Religión y de grandes religiosos, pues lo son de la Sanctíssima Trinidad. Y, como a grandes, no quiso Dios dejarles sus casas sin jardines ni güertas, sino con grandes entretenimientos. Estos habíen de ser los que tenía el mismo Dios, que son con los hijos de los hombres 5. Así, mis hermanos, los hospitales que nuestra regla dispone e son nuestros jardines y nuestras güertas. Allí han de ser nuestros entretenimientos con los pobres y menesterosos, a quien con verdad y propiedad los podremos llamar hijos de los hombres, pues como hombres y hijos de hombres los han cogido de pies a cabeza la flaqueza y miseria de los hombres.
3. "Quien al pobre pierde, perdido va"
Díganme, mis hermanos, ¿de dónde [35v] han nacido tantas miserias en el mundo, tantos juegos, comedias, recreaciones, etc., sino de lo que acá decís: para buscar entretenimiento? Y por nuestros peccados f hasta los religiosos buscan ya sus desenfados y sus entretenimientos g; y plega a Dios no lo busquen donde, gastando y perdiendo el tiempo, ganen el infierno y pierdan el cielo. Bien sabía Dios estos fastidios de la naturaleza humana y la necesidad que tenía de variación y desavaho del spíritu. ¡Alto, pues!, dice h la Sanctíssima Trinidad. Como el discreto caballero, que, porque no se le salgan de casa los pajes, les tiene en la antesala una i mesa do se entretengan y jueguen a los trucos, o una tabla de ajedrez, juegos indiferentes o de poca malicia, así nuestro buen Dios a sus frailes y religiosos de la Sanctíssima Trinidad, porque sabe y conoce que el spíritu tiene necesidad de en cuando en cuando alguna variación, y que no todo sea elevación, háceles la cama, para cuando ese espíritu caiga, en los pobres y en los hospitales. Esos quiere que sean sus juegos in orbe terrarum, porque, si ésos son, serán muy parecidos a los que dice la Sabiduría del mismo Dios: ludens coram eo, ludens in orbe terrarum 6, etc. Estas, nuestras comedias. Que no son malas tragedias las que en un hospital se representan, pues allí se ven los altos y bajos que tiene el mundo y allí, al que ayer se conocía por hombre fuerte
que representaba un rico j a lo fingido y enprestado, ya está representando un pobre miserable, que, a no lo haber echado Dios a puertas de aquellos cuya profesión ha de ser amor y charidad, ya hubiera perecido. No son malos jardines, pues allí se ven las rosas y flores que ayer nacieron ya marchitas, porque el mundo no las quiso regar. Salió el k sol y, como a gente sin jugo, los secó.
No es mal entretenimiento éste, mis hermanos, y mejor que el que tienen después de comer los tahúres, donde envidan sus restos, pierden sus haciendas y arrojan sus rentas con dos cartas que, por ser sin firmas, salen mentirosas y se desdicen de lo que prometen, aunque traigan por su fiador el mejor puncto de la baraja. Pero, mis hermanos, bien al seguro podremos nosotros entrar en estos entretenimientos. Bien [36r] podemos envidar nuestros restos, que a Dios le ganaremos el suyo. Muy lindas cartas son esas figuras que el mundo tiene desechadas: que, como vienen acompañadas y firmadas de Dios -que lo que a ellos hiciéremos es limosna hecha al mismo Dios 7 -, cierta es la ganancia. Queramos este dichoso envite que Dios nos hace de amparar y querer sus pobres, que, por no querer el mundo y estar ciego, se quedó perdido, porque quien al pobre pierde perdido val. Nosotros quedaremos ganados y entretenidos y bien ocupados en cosas que el spíritu cobrará nuevas fuerzas para tornar a volar y a descansar en su Dios. Con esto, mis hermanos, no será necesario calle ni acuerdo de campo, sino sólo en el que Dios nos ha dado para que le labremos y cultivemos y sembremos, para que de él cojamos ciento por uno.
Divertido nos hemos de lo que enpezamos: del intento que pudo tener nuestra sancta regla en mandarnos ayunar tanto y con ayunos rigurosos. Pero, si bien se quiere notar, no hemos, porque a nadie le son tan necesarios los ayunos como a los que han de tratar con los pobres, por las razones dichas. Ni tan fáciles, porque a mi ver nuestra hambre la curará la mucha que el pobre tiene, y un clavo sacará a otro clavo. Y si el pobre viene a aquel hospital por no tener un pedazo de pan, que me contente yo con pan y yerbas, que es lo que la regla me da. Es necesario la hambre y ayuno para el que trata con el pobre, porque mi hambre me dispierte y sirva de aguijón para remediar la del pobre.
Y con esto parece queda visto ser esta cláusula de nuestros ayunos muy acertada y de grande estima.