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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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XXIX. PROVECHOS ESPIRITUALES DEL AUMENTO DE AYUNOS

 

  También quiero decir que el remedio que ahora hemos dado de los ayunos para los sentidos, es para que el alma, aprovechándose de ellos vía ordinaria, conozca y entienda por abstración de las cosas visibles que venga a dar en conocimiento de lo invisible.

 

 

1.  Predisponen para el conocimiento sobrenatural

 

  Pero más quiero decir ahora, y es que estos ayunos y aumento de abstinencia es también de mucha consideración para el conocimiento del alma extraordinario, porque con la abstinencia y muchos ayunos se a suelen venir a adelgazar, de suerte que muy sin que ellos lo sientan suele meter y entrar Dios en el alma el conocimiento que él es servido. [63v] Que a tal punto y estado puede llegar el alma que, como acabamos de decir, habiendo sacado los sentidos de su tierra, los tenga aprisionados, sujetos a sólo su querer y voluntad y que ninguna ellos tengan. Pues, sacados de su tierra, como los peces fuera del agua y sin querer, paréceme a mí que ellos mueren. Pues sentidos muertos, paréceme también que se entra Dios a tratar en el alma sin que ellos lo sientan ni echen de ver.

 


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El que quiere entrar en una ciudad cosas vedadas, engaña las guardas o las mata, y desta manera hace lo que quiere. Lo invisible yb meramente spiritual son cosas vedadas a estos nuestros sentidos. Buen remedio engañarlos, sacarlos de su límite y tierrac y llevarlos donde ellos no sepan ni conozcan, o quitarles la vida a pura abstinencia, que, ellos engañados o muertos, las cosas spirituales que a ellos les eran veda­das fácil le es a Dios entrarlas dentro y ponerlas en el conocimiento ­del alma.

 

 

2.  Los sentidos deshechos y recogidos

 

  Ven aquí otro provecho que al alma viene: que, siendo los medios muy naturales, le sobrevienen a esta alma fines y bienes sobrenaturales. Dadme una luz en un aposento. Abridle muchas ventanas, llano es que será menos y que veréis d menos con ella. Recogedla en un aposento pequeño, cerradle las ventanas, y la luz pequeña la veréis grande y os aprovecharéis de ella para las cosas más pequeñas que en él haya. En el alma de cada uno tiene Dios puesto un lumbre natural. Tratemos de éste ahora. Este es el entendimiento. Pues estos hombres que el mundo se les hace poco para enplearse en él, abriendo muy bien las ventanas de sus sentidos conocen menos porque abarcan mucho y aprietan poco. Pero el justo cierra sus ventanas, tapa sus sentidos, recógelos y él estréchase allá dentro. Y así el entendimiento queda más vivo, más fuerte. Y él en sí deshecho, apretado, consumido de ansias y deseos de Dios, suele en aquel calor dispertar un fuego, despedir una llama que, habiéndola soplado Dios, es bastante para que el hombre que no veía ya vea cosas muy delicadas.

  De cenizas se hace y cría el ave fénix. De un e granillo de simiente se cría un gusano de seda y de la muerte de éste sale una palomilla viva. Este siervo de Dios, que con sus penitencias, ayunos y abstinencias hizo cenizas sus sentidos y allá dentro se consumió, aniquiló y deshizo, cuando más seguro está, de esa ceniza, de esa humildad sale una ave fénix. Una, porque el mundo no tiene, entre todos sus saberes y conocimiento, otro semejante al que Dios da al alma sancta que allá dentro de sí se quemó y abrasó [64r] por amor de este Dios y Señor. Y, siendo una, es ave que vuela, porque no quiere tener su habitación en la tierra baja, sino en lo alto. Y si alguna vez ha menester descansar, como fénix divina, busca los desiertos de Arabia, donde no haya quien la vea, inpida y mate y estorbe su perpetuidad. Y siendo una y ave y fénix, es ave que abre sus entrañas y desangra sus venas por acudir a sus obligaciones.

  ¡Sancto Dios, y cómo cuadra esto al justo!, que huye del mundo, busca el desierto f y sube al monte, donde para hacer su sacrificio y


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encender su fuego, se deja los sentidos, como criados y gente menos noble, a la halda del monte; y, allá subida el alma, ella sola bate las alas de la consideración y enciende fuego, como dice el sancto rey David: et in meditatione mea exardescet ignis 1. Y en este fuego de amor muere, porque, muerta en tal fuego, engendra y de nuevo cría o renace el alma con tal propiedad o virtud que de suerte ninguna se contenta con la tierra porque su conversación está en las alturas entre los ángeles. Y quien tuvo su nacimiento en fuego, bien es que le quede propiedad de fuego y ave fénix, que, por cumplir sus obligaciones, rompa sus entrañas y derrame la sangre y muera. Que no inporta si a mill muertes corresponden mill vidas y mill eternidades.

 

 

3.  Cual ave fénix que muere y revive

 

  Y si esos fructos vienen del ahorro de los sentidos y absencia de ellos, dichosos aumentos de ayunos, dichosos rigores y abstinencias. Mueran, mueran a fuego y a sangre, que así muere g el ave fénix y se cría otra nueva, perpetua y moza. Ea, mis hermanos, rómpanse esas venas, desángrese ese cuerpo con continuas disciplinas, abrásese esa alma en fuego de amor divino, que ahí está nuestro ser y vida: en el recogimiento interior, en el alejarnos del gusto de nuestros sentidos, en el quitarles sus distraciones, en el absentarlos de su tierra, sitio y asiento ordinario, en el quitarles sus rincones y escondridijos, en el taparlos h, como hizo Elías cuando habíe de ver a Dios 2, en el recogerlos en lo profundo y escondido del alma, en el apretarlos y estrecharlos.

  Y advierto, cuando digo que el ave fénix se quema y abrasa y que de aquellas cenizas sale otra nueva, y que el gusto se ha de estrechar, apretar y consumir hasta que se haga ceniza, de la cual se ha de renovar, que esto no se ha de entender materialmente. Como hay algunos [64v] que, puestos de rodillas en oración, se aprietan y hacen fuerza, pareciéndoles que, estrujando la cabeza y el cuerpo, han de sacar jugo; y como lo que aprietan es tierra, sacan poco. Lo que yo digo que se estrechen y aprieten para que el alma haga mejor su officio, es decir lo que acá de un mezquino solemos: Fulano es un hombre apretado, que no endura a gastar cuatro maravedís, que no endura a comer, que no endura a hablar, a ponerse un vestido. Así ha de ser el justo apretado: que no endure a comer, beber, hablar, vestir; que, privando a los sentidos de sus menesteres i y percances que suelen hallar acá fuera, ellos se entrarán a abrigar j allá dentro y buscarán su refugio y virtud en el alma y su provecho y acrecentamiento.

  Yo tengo por cosa muy cierta que, si un religioso de veras y mucho tiempo a los sentidos les quita su ordinario ejercicio, que se vendrán


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casi en todo a destruir. Y ésa es la muerte que yo digo que, dándosela, el alma queda más a sus anchuras y más dispuesta para el conocimiento estraordinario de que vamos hablando.

 

 

4.  Los sentidos amortiguados favorecen el conocimiento sobrenatural

 

  Probemos cómo la dilación del exercicio de los sentidos los viene a amortiguar, que casi en nada estorban al alma para k sus extraordinarios conocimientos. Ya hemos visto que el tropel de ellos suele inquietarla de manera que ella a sí propia no se oiga ni a quien habla con ella, como las continuas hambres que uno padece, los vehementes deseos y ejercicios de hablar, oír, gustar y palpar, que eso bien se ve que no tiene necesidad de exemplos. Pues, hurtando el cuerpo a estas ocasiones, que el exercicio sólo se le quede en deseos de hablar, comer, beber, escuchar, en verdad que estos deseos se han de amortiguar su poco a poco mientras no se echa leña al fuego.

  Que claro está que, si un hombre estuviese ocho o diez años en un cepo o grillos, que al cabo sacaríe los pies tan tullidos que no acertaríe a andar. De la misma manera vaya uno puniendo su apetito hambriento en abstinencia, que su poco a poco vendrá a perder el gusto, el apetito y deseo. Y lo propio digo de todas las demás cosas l que perciben los sentidos. Vayan por charidad conmigo apercibiendo esta doctrina.

  Ahora, pues, si los sentidos están ya tan botos que apenas saben exercitarse acerca de sus obiectos, llano es que, no estendiéndose su jurisdicción más de a lo de acá -y eso ya lo tienen casi perdido-, que han de holgar porque no tienen otro [65r] officio ni lo saben. Pues, no conociendo otra cosa sino lo de acá -que eso es lo que ellos saben representar al alma-, llano es de primo ad ultimum que esta alma dentro de pocos días será muy necia de cosas de acá y muy sabia de las de allá, ignorante de lo visible y docta de lo invisible. Ignorante de lo visible, porque los sentidos con tantas negaciones como el justo m les ha hecho tragar, ya eso se les da por hablar, comer, oler, gustar o ver que no ver; y como gente que ya no hace caso de su officio, no repara en representarle al alma lo que por acá fuera se le ofrece. Y así el alma, que no sabe estar ociosa ni desocupada, ella busca otros entretenimientos y vuélvese adentro, donde en ella, como en un centro, está Dios escondido; y si no le ve o le oye, le güele o tiene algunos barruntos, con que se da por más dichosa con aquel solo conocimiento que [con] toda la sabiduría de la tierra.

  Pues esta tal alma, desasida de las cosas de acá, engolosinada de las cosas de allá, leedle alguna lición de las bachillerías de las cosas que por acá se usan. yo decir de un religioso carmelita descalzo


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-creo que se llamaba fray Benito- que con el mucho recogimiento que tuvo de sentidos, estando encerrado en su convento guardando grande silencio, que vino a perder el trato común y esterior con los religiosos y vino a inventar otro modo de tratar con los religiosos y otros vocablos a su modo, otras palabras, otras razones y conversación, como si él hubiera de inventar otra nación de gente en todo diferente. Y todo esto provino de privar a los sentidos de su ordinario exercicio. Y nosotros tenemos otro religioso que, habiendo aferrado en una sancta consideración, absteniéndose del trato esterior, ha perdido todo género de conocimiento y memoria de cosas de acá, de suerte que él no conoce los frailes con quien trata ni sabe ir a su celda ni si ha comido o no ha comido. Y esto he dicho por reducirlo a cosas naturales y sepan la causa cuando vieren unos n religiosos simples, ignorantes, que apenas saben formar una razón de lo que hablan, y ésa ha de ser a su modo con las species rústicas antiguas que allá dentro les quedaron o, porque para entender ellos con Dios no han menester esas figuras toscas y razones cortas que nosotros acá usamos, que ellos y Dios se entienden.

 

 

5.  Los ignorantes por artificio

 

  Y pues he tocado esta materia de religiosos que así parecen bobos o ignorantes, razón será [65v] digamos de otros, si los hay, y qué defecto puede haber en eso para que se enmiende. Digo que el mejor modo de ignorancia es esa dicha: que, aprendiendo, como san Pablo 3, a Cristo crucificado, no quisieron aprender otra cosa. Otros hay que saben y entienden y por de fuera parecen ser ignorantes, porque no querrían dejarse llevar de las bachillerías y cumplimientos del mundo, que en ellos suele haber alguna palabra demasiada en que hallan escrúpulo. Otros suele haber que también son prudentes y discretos y, deseando los tengan por ignorantes y los dejen, usan de una sancta simplicidad. Otros lo hacen por mortificarse. Otros, porque desean perder esta luz y claridad esterior con que los hijos del siglo son más prudentes que los hijos de la luz 4. Todos éstos son sanctos y buenos fines y por cualquiera de éstos puede un hombre por Cristo hacerse ignorante.

  No quiero decir de otros que deben estar muy lejos de religiones donde se ha de profesar grande perfección y llaneza. Y hacerse uno llano para con esa llaneza alcanzar algunos fines no p justos, no seríe llaneza, sino artificio, como hacerse uno bobo porque lo tengan por sancto o para que lo estimen; o porque en el mundo no hay de aquella simplicidad y, como fructa q de que hay falta, se vende y corre bien; si uno r se hiciese bobo porque la obediencia no le ocupase en cosas de cuidado y trabajo; si se hiciese bobo por salirse con lo que él quiere


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o pretende. A estos tales sería bien apretarles los cordeles de la disciplina para que vuelvan en su sentido, dispertarlos y que vivan alerta; y que usen de la prudencia y discreción que Dios les dio; y ejerciten sus sentidos, pues el traerlos absortos no es para mayor perfección. Pero, cuando es para traer más recogida el alma, bien es que ayunen y los aduerman y diviertan de las cosas de acá con algunos de los remedios que arriba quedan dichos, que uno de ellos es el aumentar el ayuno que con discreción nuestra sancta regla manda.

 

 

6.  La situación ventajosa de las monjas

 

  Y, a mi parecer, quien tiene gran commodidad para eso son y han de ser nuestras sanctas monjas, que, en fin, como gente más encerrada, tienen andado gran parte del camino para s desenseñar con facilidad los sentidos de sus continuos menesteres y necesidades. Que, en fin, ojos que no [66r] ven, corazón que no quiebra. Y quitados estos sentidos de las ocasiones, que como bestezuelas de ordinario se mueven por los obiectos presentes y en viéndolos se quieren ir tras ellos, como los chiquillos que lloran por cuanto ven y, si todo se lo quitan de delante, con nada están contentos, así lo estarán los sentidos de mis queridas las monjas allí encerradas y apartadas de los dibujos y pinturas falsas y engañosas que ya corren por las calles y plazas.

 

 




a  sigue viene tach.



b  sigue espi tach.



c sigue o que tach.



d ms. quereis



e sigue grapo tach.



f sigue donde tach.



1 Sal 38,4.



g  ms. fuere



h ms. tabarlos



2 Cf. 1 Re 19,13.



i sigue que tach.



j sigue a de tach.



k  corr.



l ms. cosa



m corr. de justos



n  sigue re tach.



o corr.



3 Cf. 1 Cor 2,2.



4 Cf. Lc 16,8.



p sigue muy tach.



q sigue que tach.



r corr.



s  sigue que los tach.






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