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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
VI. EDUCACION EN EL TIEMPO DE PROBACION
[102r] Pienso que sería de mucha consideración repartirles el día para los que están en aprobación y vacan estos primeros meses sin salir de casa, y también para los que salen. Pues digo de los primeros; y déme Dios gracia para que yo acierte a componer su vida de suerte que la saque muy nivelada y conforme el gusto de Dios y conviene para que ellos sean muy sanctos.
1. Seguir la comunidad en todo
De estos primeros sernos ha más fácil su repartimiento, pues lo que en ellos pretendemos es vestirlos de verdadera religión, de la que guardan y han de guardar los coristas. Y ha de ser una propia doctrina la que se les ha de enseñar a los unos y a los otros y todos han de tomar un pecho y beber de una fuente. Y son nuestros hermanos, de quien
nuestra sancta regla manda que usen de un vestido, de una mesa y dormitorio 1. Y así, mientras están en casa a en estos meses de aprobación, lo más ha de ser seguir communidad, hallarse a los capítulos de las mañanas, siempre a sus horas de oración, que corra por todos por un igual la presencia de Dios, la humildad, la mortificación, la penitencia y las demás cosas de rigor.
2. Cargar la mano en algunas cosas
Advirtiendo a los hermanos maestros que en ellos han de tener algún más cuidado y aun cargar más la mano para que más presto se perficionen, porque más presto se ha de aprovechar de ellos la Religión. Porque un corista, antes que la Religión, como dicen, lo ponga en chapines y saque a volar, es muy ordinario pasarse muchos años, que esto es cuando sea sacerdote o confesor o lo ocupan en que trate o converse con gente secular. Pero al donado, que le cuentan los meses y aun los días, que no ven la hora de echarlo fuera a que sirva y ayude a su Religión, es bien que en su enseñanza se aceleren y alarguen el paso para de presto componerle su interior y esterior.
Acá vemos que, si cuando matan una ave no pueden aguardar para comerla a que esté manida y el tiempo la sazone, hacen con ella algunas invinciones para enternecerla y manirla de presto: antes que la maten o después, le queman los pies, la aporrean, la perdigan y aun no sé si sancochan. A los hermanos coristas el tiempo los sazona, ablanda y madura, pero el hermano donado, que no le damos sino seis u ocho meses ahora para su recogimiento, es menester que con él se hagan algunas extraordinarias cosas para que esté bien sazonado, manido y tierno para que Dios le coma.
No es mal [102v] remedio el que hacen al ave cuando la matan: ponerle fuego a los pies o perdigarla o sancocharla. Quiero decir queb al hermano donado pongan en sus pies, que son los afectos, un fuego de amor y charidad por que se ha de mover en todas sus obras, acciones y palabras; o si no, un fuego a los pies de carne para que con presteza camine donde la obediencia le mandare; que sea como los ángeles de Dios, pues en el ministerio y servicio a ellos los hemos comparado, de quien dice David: Qui facitc ministros suos ignem urentem 2.
3. Tres maneras de religiosos
Viendo que nuestra sagrada Religión bajó del cielo, hela comparado yo muchas veces a aquella mujer que vido san Juan en el Apocalipsi 3,
y ahora, acerca de la materia que vamos tratando, la torno a comparar. Dice que aquella celestial mujer tenía por adorno las dos más principales lumbreras, y el tocado y adorno de su cabeza lleno de estrellas.
¡Oh Dios mío, y si yo acertase a decir y aplicar esto a tres maneras o estados de religiosos que hay en la Religión! Por la cabeza llena de estrellas se entienden los prelados, que han de estar llenos de virtudes inmensas, estables d, permanecientes y fijas. Y así como estas estrellas de quien digo están allá en el firmamento, más cerca de do está Dios, lo han de estar ellos en todas sus obras, acciones y palabras. Y no porque los compare a la cabeza llena de estrellas y no al sol son menos, sino mucho más, porque, si son como las estrellas fijas y estables que están más cerca de Dios, tendrán su luz de toda la Sanctíssima Trinidad, bien parecida a la que tienen los bienaventurados, de quien dice san Juan que lucerna eius est Agnus 4.
El cuerpo de esta mujer dice que estaba cubierto con el sol. Este es el cuerpo de la Religión, de quien dice Cristo que si oculus tuus simplex fuerit, totum corpus tuum lucidum erit 5. Si los ojos de la Religión, que son sus prelados, fueren simples e, sencillos, llanos como el sancto Job, de quien dice Dios: Vir simplex, et rectus 6; si fueren rectos, sencillos y no vivieren con doblez, quiriendo mezclar y doblar las cosas de Dios con las del mundo, todo su cuerpo, que son sus súbditos, será como el sol. Y si no, digamos que este ojo simple es la intención y deseo de acertar, que si éste le hay en la Religión, por esa resignación, intención y buen deseo entrará Dios con una luz imarcesible que haga y vuelva a todo el cuerpo de la Religión lucido [103r] y resplandeciente.
Pues este cuerpo digo que lo cubría Dios y vestía con el sol, dando a entender que el cuerpo de la Religión, que son los coristas, han de ser soles resplandecientes, procurando mirar la inmensidad de buenas propiedades que tiene el sol para espiritualizarlas y dibujarlas en el alma, que ahora fuera largo el contarlas. Sólo digo una y es que el sol no crece ni mengua; corre su camino, como dice David, ut gigas 7, que sale como un gayán a dar vuelta a su círculo alumbrando a todo el mundo. Así ha de ser un corista: sol por su vida contemplativa. Y porque ésta ha de ser en él perpetua, que en ella no ha de tener mudanzas de vida contemplativa a la activa, lo comparo al sol, procurando con grandíssimo cuidado correr y hacer su curso por donde Dios y su Religión le tienen mandado.
Los pies dice que tenía aquella mujer calzados con la luna. Estos pies de la Religión son f los hermanos donados, porque, así como la luna crece y mengua, ellos crecen y menguan usando de entramas vidas, ya contemplando, ya haciendo g obras de manos; ya cavan en la güerta, ya rezan en el coro; ya caminan un rato por la calle, y otro se pasean por el cielo; ya piensan en el fregado de la cocina, ya meditan en la gloria.
La luna es un planeta que lo tenemos más a mano, más cerca y vecino. Y así los hermanos donados lo han de estar para todas las necesidades y menesteres del convento. La luna consume y acaba su curso en más breve tiempo. Y así le ponemos más brevedad en su noviciado y recogimiento del hermano donado. Y pues son los pies del convento, estos hermanos entiendan que han de traer grandíssima presteza y velocidad, como la lleva la luna en consumir su curso. Y así como la luna tiene su luz del sol, así estos pies, que son los hermanos donados, la han de tener y tomar de los religiosos que siempre en casa quedan encerrados: que, siempre que salgan y entren, se les vaya todo en mirar la modestia, compostura y silencio de los hermanos que quedan en casa.
Y noten aquí que, si mujer, que viene vestida de sol y por tocado estrellas; que, si por chapines trujera cosa más baja que la luna, no pareciera bien; eso bastaba a descomponer, como dicen, la novia. Miren, mis hermanos donados, que si el prelado es cabeza cargada de estrellas y los frailes son resplandecientes como el sol, si ellos no son luna, que serán bastantes a descomponer toda la Religión y a que desdiga la [103v] demás hermosura, porque llano es que no dice bien guantes en las manos, plumajes en la cabeza y andar descalzo. Pues lo uno se adorna, que es la cabeza y el cuerpo, dénsele zapatos proporcionados, que son los hermanos donados liberales h, solícitos y cuidadosos a hacer su officio como la luna.
Decía denantes que, para que el ave de presto esté manida y sazonada, le queman los pies. Y así, pues de presto queremos a los hermanos donados perfectos para nos aprovechar de ellos, que era remedio pegalles fuego en los pies, que es que los afectos estén ardiendo en amor de Dios. Lo segundo que decíamos que hacen con el ave recín muerta, para que esté tierna y manida, es que la golpean y aporrean. Y por eso también digo que deben los hermanos maestros apretar algo más la mano en las penitencias y mortificaciones con los hermanos donados, consintiéndoles tomen algunas más disciplinas y hagan más mortificaciones, atormenten y maceren más su carne.
Lo tercero que hacían con el ave, que era perdigarla o sancocharla para que esté tierna para que presto se coma, es decir que, en este tiempo que al hermano donado se le señala, procuren perdigarlo con palabras, amonestaciones, reprehensiones, que éstas mucho disponen y preparan; y él procure en lágrimas de dolor de haber ofendido a Dios sancocharse o medio cocerse, que de esta manera dispuesto bien pueden accelerarle el recogimiento y que sea menos el noviciado, puesto caso que no se puede más.
Pues digo que, en estos primeros meses que el hermano donado está en casa, que es bien siga su comunidad en todo lo que es rigor y aprender ceremonias, a tener oración. Y atento que estos hermanos no pueden en todo seguir communidad porque ellos no dicen missa, confiesan, cantan, rezan, es necesario que en lugar de esto les demos y señalemos otras cosas que equivalgan, porque en la ocupación queden parejos y esos ratos no estén ociosos. Porque, aunque es verdad que han de seguir la oración, los capítulos y los maitines de media noche por este tiempo que están en aprobación, pero no es bien estén en las demás horas, porque, como ellos no rezan, será necesario tengan oración, y ya eso sería que todo el día trujesen oración y se cansarían y, como gente menos dispuesta para eso, les sería de molestia. Así [104r] es bien les señalemos alguna ocupación para el tiempo que están los coristas en el coro en estas horas y en las celdas aprendiendo a rezar o estudiando casos de conciencia.
Para esto quiero que se note que nuestra sancta regla manda que nullus sit sine proprio officio, sive clericus, sive laicus 8, que ninguno en el convento esté sin officio, sea lego o corista i. Pues digo que el officio del corista es acudir al coro, el sacerdote a decir missa, a confesar y a hacer otro officio compatible con el que tiene. Pero al donado es necesario que se lo busquemos y demos para que siempre esté ocupado. Para esto podrá su maestro de novicios, después de su capítulo y oración y haberle dado su presencia de Dios, ocuparlo en algún trabajo corporal: que vaya a quitar yerba a la güerta, ayude al hortelano, barra la casa, quite las telas de arañas, limpie los corrales; cuánto más que, como siempre hay obra en los conventos, no faltará en qué ayudar y ocuparlos. Si fuere hombre que tuviere officio, que se ocupe en su officio. Si no fuere para tanto trabajo como es ayudar a la obra y les pareciere que por su particular virtud conviene que esté en la Religión, enséñenle algún officio, como es dárselo por compañero al hermano que fuere sastre o pinctor. Y esto ha de ser de suerte que un instante no estén ociosos, porque en la ociosidad de estos hermanos hay más peligro que los del coro, porque la ocupación halla al corista en la celda y en el recogimiento por ser su officio más spiritual; pero el del hermano donado sólo lo halla en los trabajos corporales y éstos no pueden estar en las celdas, y pocas veces nos buscan ellos a nosotros, antes nosotros los hemos menester de buscar.
En todo este tiempo debe estar el hermano maestro muy a la mira de cómo estos hermanos donados hacen a dos manos, cómo llevan el
recogimiento, la oración y continua presencia de Dios y el trabajo corporal, porque cualquier cosa que llevasen j mal, con disgusto o desabrimiento sería notable daño si con ese defecto se quedasen en la Religión, porque no siempre la Religión los ha de tener ocupados en cosas corporales y obras de que ellos gustan. Y yo he visto algún hermano que aprobó por ser buen trabajador y, acabada la obra, no saben qué hacer de él por no ser religioso de oración o de algún recogimiento interior. Ni tampoco los ha de tener ocupados siempre en oración, porque se les han de ofrecer obras, trabajos y menesteres; y, si desto no saben, cuando los saquen [104v] de la oración, irán gruñendo.
Y no quieran mejor señal de que no saben de todo y no son para todo que no hallarse en todos los conventos. El que es inclinado sólo al trabajo y enemigo de la oración y recogimiento anda buscando con la imaginación otro convento donde se salga mucho, haya muchas demandas y haya grita y obra, porque con eso sólo se halla bien. Otros, en ocupándolos tantico, andan pensando y mirando qué convento está más desocupado y hay más descanso. Y como el officio de estos hermanos ha de ser hacer a dos manos y saber de todo, de rezar y trabajar, y ellos echan por sola una parte, permite Dios que en ninguna parte se hallen bien, porque luego aquel officio que escogen, como es solo, enfada, da en rostro y se quieren mudar a otro convento.
Y esto es cierto, mis hermanos donados, que han menester hacer esta liga y trabazón entre estas dos vidas activas y contemplativas. Porque los seglares sólo tienen la activa, los coristas sólo la contemplativa, sus charidades, que ni son seglares ni coristas, han de tener de entramas vidas. Han de ser como los que viven entre dos reinos diferentes: que saben y entienden las lenguas de entramos reinos. Así sus charidades, que las religiones los tienen en la raya de su reino y confines con el trato secular, han de saber la lengua de la Religión y han de entender el trato y lenguaje spiritual que en ella se trata, para cuando se ofrezca tratar esta lengua que sepan decir y tratar cosas de Dios y dar un consejo spiritual y un desengaño verdadero a los que viven en el mundo. Y han de saber el lenguaje y trato del siglo para sólo tratar los negocios que se ofrecieren y para dar cuenta a los prelados de ellos, que por ser gente más recogida saben menos. Han de ser como aquel ángel del Apocalipsi, que tenía el un pie en el agua y el otro tenía en tierra 9, que le servía como de áncora que le tenía aferrado para que no se lo llevase alguna borrasca.
Ya yo he k comparado a estos nuestros hermanos a los ángeles y dicho que los pies l de la Religión son los hermanos donados. Pues estos hermanos han de tener el un pie, que es parte de los afectos, en las cosas de acá, que no se puede menos sino que ha de haber quien trate y negocie en el mundo, que es mar tempestuoso. Pero adviertan que
el otro pie, que es la otra parte de los afectos, lo m han de tener [105r] en tierra firme, que es la Religión. Que cuando fuera de casa se le levante alguna borrasquilla, alguna inquietud, en fin, dejando y tiniendo en casa puesta la mayor parte de sus afectos, en seguro está n, como la nave bien aferrada en la orilla y puerto.
Han de ser como los planetas del cielo, que, hallándose y decendiendo a la tierra con sus efectos y alteraciones, en el cielo se están puros y sin género de mezclas que los ensucien ni alteren. Gran cosa es, hermanos, cuando sale un hermano de casa dejarse en ella fijo el corazón, el alma, el afecto; y puesto caso que no es posible menos sino que este cielo ha de tenerlos, sean planetas que saliendo fuera de casa, donde muestran alteración, inquietud, desasosiego, estén sus almas acá fijas y aferradas sin admitir cosa que los pueda ensuciar.
Por eso digo yo que los hermanos donados sepan de todo y hagan esta dichosa junta de entramas vidas. Y créanme que, cuando sólo abrazaren una, sea cualquiera, que en ella no han de perseverar.
¡Seas tú, Dios mío, bendito! ¡Y qué me das de exemplos vivos tan a mano! Y éste me lo ha dado hoy. Aquí teníamos un hermano donado sancto y siervo de Dios, que su virtud y sanctidad la conservaba con mucha oración y con servir al convento. Tentóse, pareciéndole que caminaría mejor por el recogimiento y por la oración, y pidióme capillas. Yo tenía dado palabra a un personaje grave, obispo, en cuyo servicio había estado, y por entonces no pude hacer otra cosa. Ahora que ya tiene capillas y lugar para la oración, dice que le aflige mucho un pensamiento: que su padre es pobre y que quiere ir a trabajar para le o dar de comer. El no tiene ningún género de officio ni le sabe, ni fuerzas para lo aprender. De suerte que, cuando rezaba y trabajaba, estaba quieto; cuando se le dio sólo la oración y el recogimiento, dice se quiere ir a trabajar al siglo. Y, cuando esté allá, habrá menester tornar a hacer la junta que yo digo, porque los muchos trabajos que sobre él vendrán no los podrá llevar sin grandíssima oración; y porque yo para mí entiendo que a la pobreza de su padre no sólo se le envía quien le ayude, sino quien más le enpobrezca, porque él no sabe más de comer. Podrá ser que, por ser él sancto y un ángel, lo ayude Dios y los remedie a entramos, lo cual [a] él solo le será dificultoso el hacerlo, por sólo querer aprender en la p Religión oración y contemplación.
6. Observancia de la regla
[105v] En lo que toca a la observancia de su regla, en ningún tiempo mejor la pueden guardar que en estos meses que así están en aprobación, porque después, cuando les dan y añaden q trabajos, es necesario disminuirles algunos ayunos, porque no es posible andar cavando
en la güerta o tapiando y ayunar. Pero es bien que en ningún tiempo se les disminuya el rigor del vestido, que sea el propio hábito; que si para ellos es un poco más riguroso por el sudor, llévenlo por amor de Dios, que ellos harán, como dicen, el cuero a las armas y cada día lo irán sintiendo menos. Y habiendo sastre y ropero que haya de tener hábitos, puede mudar y tomar un habitillo viejo raído r, que no es tan riguroso. Y cuando con la aspereza del calor y hábito, pegándosele a las carnes, les hiciere llagas, acuérdense de las que se le s hicieron al Hijo de Dios cuando, después de azotado, le quitaron la vestidura a pospelo 10. Acuérdense de muchos sanctos ermitaños que, en diez y en veinte años viviendo en los desiertos, no tenían sino un pobre saco; traigan a la memoria los vestidos de palma y de yerbas ásperas que Antón y Antonio en los desiertos tejían. Acuérdense de que Franco y Francisco, dos grandes sanctos, se arrojaron y echaron sobre zarzas, espinas y brasas, haciendo y texiendo con aquellas spinas y sus carnes un vestido cual convenía para que su carne fuese fiel y no tuviese atrevimientos. Y quien viste de ascuas sujeto tan flaco como la carne bien se deja entender no buscaríe para desudarla lienzo ni estameña.
Deben tener estos hermanos donados el propio rigor en las camas. Que, aunque es verdad que ahora lo hay y no hay ninguna dificultad, pero es cierto vendrá tiempo con que se resfríe la charidad y les parezca que, porque vienen un poquillo cansados de tapiar o demandar, han menester un jergoncillo o colchón. Y yo digo al revés: que, porque vienen cansados, les basta el duro suelo, que a buena hambre no hay pan malo y el cansancio trai la cama y el suelo consigo. Acuérdense cuánto más cansado traían a Cristo los cuidados de la redempción, nuestras penas y culpas, y un rato que ha de descansar se echa y arroja sobre [106r] una tabla de un navío 11 y últimamente se acuesta y recuesta en una cruz t 12; no tiene donde reclinar su cabeza, tiniendo los pájaros nidos y las zorras cuevas 13.
Y si les parece que ésas son obras de un amor infinito de un hombre Dios, acuérdense que el sancto Job fue rey rico y próspero y, en el toque y prueba que la mano de Dios hizo en él, halló mucho descanso y reposo en un muladar. Y el gran patriarca Jacob, como tantas veces he dicho, huyendo de su hermano se contentó con el duro suelo y un canto por cabecera 14, cama harto regalada u para un hombre que iba huyendo. Y si no, busquen o lean las camas que tuvieron los apóstoles, los ermitaños, los confesores y verán que ellos no son los peores librados. Y quien pretende serlo, conténtese con las tablas y mantas que le da la Religión.
Lo propio digo en la comida: que no será argumento que convenza el trabajar más para que les den más comida en cualidad o en diferencias
de platos. Que siendo gente que trabaja tendrán más hambre y comerán más pan y más yerbas de las que come la communidad. Y en casa hay ahora un hermano que no se puede sustentar con lo que los demás y, lo que le falta, lo enllena de pedazos de pan o de alguna escudilla más. Y cada día vemos grandes trabajadores que a medio día comen un pedazo de pan y a la noche sabe Dios lo que hallan y los hijos que hallan los dos reales que llevan ganados. No ha de ser más poderosa en el pobre la necesidad que en el religioso el amor de Dios y deseo de hacer penitencia y agradar a Dios. Algunas veces ríome de oír decir: Hermano, es terrible cosa que queramos que un hombre se sustente con pan, yerbas y beba agua. Yo respondo: Haga cuenta que se metió pastor, que no comen sino pan en migas y beben de lo que corre por los arroyos. Y este exemplo basta para persuadirles a ese rigor.
Y para que concluyamos con esta diferencia de hermanos que están en aprobación estos primeros meses -que en esto ahora no me determino respecto de la necesidad que la Religión tiene de sacarlos presto- digo que al fin destos meses será bien se le haga la primera aprobación, tomándole los votos secretos, como quien ya aprueba la perfección que ha guardado en la una vida, que es la contemplativa. Y si acaso lo mandaren a otra casa, lleve esta aprobación. Y al cabo del año le hagan otra, habiendo experimentado cómo lo hace en la activa, y le den la profesión [106v] simple, con que él se obliga a la perseverancia, dejándole ya en el convento poder acudir a cualquier cosa que se ofrezca; dejándole, digo, ordenándole, que, quien tan bien ha procedido en este primer año se debe tener confianza procederá de allí en adelante. Y a cabo de otro año, que es el segundo que tiene nuestro sancto hábito, le tornarán a aprobar para profesión solene, como hasta aquí se ha hecho, que es que, sólo por el quebrantamiento de uno de los tres votos con escándalo, pueda el prelado superior, con parecer de tres ancianos, anular su profesión. Que quien con veras desea agradar a Dios no tiene que temer lo dejará Dios caer en culpa tan grave que venga a semejante miseria.