Índice: General - Obra | Palabras: Alfabética - Frecuencia - Inverso - Longitud - Estadísticas | Ayuda | Biblioteca IntraText |
San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
XIV. DIFICULTAD EN PROSEGUIR CON EL TEMA
[166r] Pro sigue la materia acerca de los prelados.
1. Planteamiento de la cuestión
Siempre que hallo dificultad para hacer y poner cualquier añedidura a lo que voy scribiendo, viéndome cada día más inposibilitado para esto, me da gana de saber cuál puede ser la causa de estos nuevos truecos a quien siempre vive con unos propios deseos y unas mismas ansias de acertar y aprovechar a sus hermanos, y que cada día crezca la gloria que a Dios se le debe dar por tantas nuevas misericordias como de su mano recebimos, y que, creciendo ese recibo y nuestra obligación, crezca el agradecimiento, siendo cada día mejores. Llano es -como pienso he dicho otras veces- que todas las cosas, mientras más cerca están de su centro y fin, más gana y propensión llevan y mayor deseo y proptitud muestran de llegar donde han de parar y asentarse. Como lo vemos en una piedra cuando de muy alto baja a su centro y en los ríos que corren a la mar, etc. Así digo yo que cada día habíemos de estar nosotros cada día en su officio cada uno más ágil, más propto y habituado para con mayor a facilidad acudir a sus obligaciones.
Pues veamos la causa por donde vemos muchas veces, cuando uno está más obligado y debe estar más ágil en lo que debe hacer acerca de su officio, se ve más impedido. De mí sé decir que es la causa porque esto enpecé a decir que, habiendo enpezado esta scritura con grande afición y gana y que acudía a ello con tanta facilidad que siempre las cosas que se me ofrecían que scribir alcanzaban el tiempo y las fuerzas para lo haber de hacer, quedándome siempre sobras para
tornar a escribir. En otros pienso que este exemplo se verá con más claridad.
Almas hay que hablan de Dios que parece se les cain las palabras de la boca, como árbol que maduró con tiempo, que si con tiempo no acuden a cogerle la fructa, la derrama y siembrab en el suelo. Así hay algunas almas a quien Dios fue servido darles palabras tan sazonadas y maduras que en cualquier tiempo hallaréis en ellas consejos maduros; y si os tardáis de venir por él, él tendrá cuidado de derramarlo a los que topare. Pienso que eso [es] nacido de un encendido deseo del provecho de las almas. Pues ¿qué podría ser la causa por qué, creciendo este deseo y la perfección en este tal, vemos que suele muchas veces cesar el exercicio de estas palabras y de otras cosas en que con tanto gusto se exercitaba? Yo pienso que se podría dar una respuesta con facilidad. Y yo creo tengo dadas muchas en otras partes, habiéndome sido fuerza tocar esta plática y materia.
2. Dificultad creciente para hablar o escribir
Pues pongo exemplo [166v] en los predicadores que, cuando enpiezan a predicar, parlan más que ochenta y después van cesando y amansando. Y es que descubren nuevas dificultades en el exercitar el officio, de suerte que, pareciéndoles al principio que son doctores, después aun no se tienen por bachilleres. Lo propio digo yo en los que tratan de Dios y en los principios parece se les hace la boca agua, y labios que distilan leche y miel y después parece se vuelven secos y estériles. Esaías, cuando vivía en casa de los príncipes y reyes, nunca echó de ver que era corto y sucio de lenguac hasta que, viéndose con Dios, echó de ver que su lengua y labios los querían hacer depósito de grandes misterios 1. Y lo propio Moisés, que nunca confesó ser tartamudo en casa de Faraón hasta que vido a Dios en la zarza cuando, estando él guardando ganado, lo llamó Dios para hacerlo caudillo de su pueblo 2.
Es cierto que en esta materia cada día se conoce un alma por más inposibilitada para exercitarse en el scribir o hablar -aunque ahora yo no voy hablando de mí, en quien podría haber otras causas-, que, como se van llegando más a Dios, hacen los conceptos más reflexos y las palabras que gastaban para otros vuelven las obras para sí, y sienten más provecho en el pensar que no en el hablar, porque le parece lo primero se queda en casa y lo segundo se echa por puertas ajenas. Y es cierto que Dios, que habita en la tal alma, allá dentro la recoge y lleva todos sus sentidos de suerte que parece la deja inposibilitada para otro ningún exercicio.
Vemos el invierno que, estando el agua de los pozos más caliente que el verano, las piedras que están en la superficie de la tierra están con los hielos trabadas y asidas de suerte que no podréis despegar una. Siendo lo contrario el verano, que estando el agua allá dentro más fría, están las piedras fuera sueltas. Así digo yo de un alma sancta: cuando el calor del amor de Dios se recogió allá dentro, queda lo de acá fuera tan helado y trabado que parece ya le ataron los ojos, pues apenas parece tiene libertad para mirar y la lengua trabada para hablar y los pies con grillos para andar. Otras veces sucede lo contrario: que estando algo helado y tibio lo interior, están las palabras sueltas y desatadas y los demás sentidos, para cada uno hacer su officio. ¿No han oído decir: "Oveja que bala, bocado pierde"? Hacen cuenta que divertirse a cualquier cosa exterior les es de grande pérdida, y así gusta de sólo poner sus afectos en ser apacentadas las tales almas en los montes ubérrimos de Israel.
Que es lo propio que les sucedió a los otros dos compañeros que estaban cenando. Habíesele ido al uno d la mayor [167r] parte de la cena en tratar de la muerte de su padre y al otro en callar y cenar. Preguntóle el que tanto así había hablado al otro: Por vuestra vida que, pues ya habéis oído la muerte de mi padre, que digáis la del vuestro, que gustaré oírla. Respondió: Mi padre, señor, murió de repente. Pareciéndole que si hablaba perdía lo que más le inportaba, como era gozar de aquella cena de que él tanto gustaba. Así, las almas que están celebrando banquete y cena con su esposo e Cristo, cuando se les ofrece a hablar, sólo dicen unas palabras cortadas y como de repente, que no las ocupa ni inpide lo que ellas más desean. Yo confieso que hay gente mediana que, si se ponen a parlar de Dios o de su pasión y muerte, no los alcanzaréis con una posta, de suerte que si vais a preguntar algo al que algo sabe y siente, os podrá responder lo que Hisopo al amo que lo quiso comprar. Sacáronlo un día a vender con otros sclavos. Llegó uno a quererlos comprar. Preguntó al que estaba antes del Hisopo y preguntóle qué sabía y respondió: -Yo, señor, todo lo sé. Preguntaron a Hisopo: -Y tú ¿qué sabes? Dice: -Yo, señor, nada. -Pues ¿cómo no sabes nada? Respondió: -Porque éste lo sabe todo 3. Hay algunas almas que, si las llegáis a hablar, parece que lo saben todo, que no dejan que digáis ni que sepáis. Y mill veces me ha sucedido a mí llegar una beata al confisonario a hacer preguntas que es tanto lo que en ellas habla que no deja que podáis responder. Y a los muy sanctos y muy llegados a Dios, si les preguntáis qué saben o que hablen, dirán que no saben nada ni tienen que hablar nada, porque esto de saber y hablar corre ya tan largo que, como lo saben todo los que enpiezan, los aprovechados no saben nada; y así lo muestran con una grande cortedad en el hablar.
3. A mayor caridad más cortedad de lengua
También quiero decir que puede nacer esta trabazón de lengua para con sus hermanos de mayor caridad. Tomemos una botija o vasija de angosta boca. Esta más agua da mientras menos tiene, porque la poca cantidad da lugar a que aquella poca que hay salga con facilidad. Miremos cuando en una iglesia hay mucha gente y quiere salir toda junta, que la una inpide a la otra y no sale nadie. Así digo yo que, en el alma donde hay mayor charidad, mayor amor y celo de aprovechar, como el tal siervo de Dios desea y quiere dar a su hermano la vida, las entrañas, las obras y palabras todo junto en su aprovechamiento, parece que todo junto le queda atravesado inpidiéndose lo uno a lo otro, contentándose con ofrecer por él tantos y tan encendidos deseos como tiene del aprovechamiento de la tal alma.
También digo, lo segundo, [167v] que aquella botija o vasija de cuello angosto, mientras más se inclina, menos agua da que si poco a poco se fuese inclinando y derramando lo que tiene. Así un amor moderado del justo para su próximo con facilidad derrama lo que quiere y le communica sus palabras; pero creciendo este amor más le crece el deseo e inclinación a aprovechar a sus hermanos, y así se halla más inposibilitado a communicarle lo que quiere y desea.
4. Dos modos de sustentar espiritualmente a los hermanos
Yo confieso que estaba esta mañana pensando (digo, anoche) qué seríe la causa de que ya me hallaba más corto de palabras para las haber de decir a mis hermanos o scribir. Se me ofreció dos modos que tiene la madre de alimentar y sustentar su niño chiquito. Cuando está ya grandecillo, toma la madre el manjar en la boca y máscalo y pone boca con boca de su niño y dáselo. Esto fácil le es a la madre, porque no hizo más de tomar en la boca aquel manjar y pasarlo a la boca del niño, y con eso lo sustenta. Pero cuando el niño es chiquito y es menester darles el sustento más puro y líquido, la madre tiene más trabajo porque lo que le ha de dar a su hijuelo ha menester comerlo, tragarlo, digerirlo, volverlo en sustancia propia y luego en sangre y luego tornarla a cocer y volverla leche y dársela desleída a su niño. Ahora, pregunto yo, ¿cuál es más fácil? Digo que lo primero, porque esta tal madre que así sustenta a su hijo con manjar mascado, puede sustentar cuatro, porque le es fácil el mascar y dar, pero la segunda será harto que sustente uno, según es de trabajoso sustentar un niño chiquito, que pide el manjar más puro. Ahora, pues, adviertan por charidad que los súbditos en el principio de su perfección van caminando de grandes a pequeños, porque en la casa de Dios el más perfecto es más pequeño y más niño, más humilde, y tiene necesidad de darle el prelado que lo cría el manjar más puro, más líquido, más desleído y trabajado. De suerte que, bastando al principio enseñarlo con solas palabras y tomar
la regla, constituciones y los demás documentos con su boca y darlos de boca a boca para que el súbdito los masque, coma y se sustente con ellos, pero cuando este súbdito está ya muy aprovechado, y podremos decir que ya es niño de los que Dios quiere para darles su cielo, no es bastante que el prelado lo sustente con bocados mascados, con palabras scritas o habladas. Que, en fin, como a principiantes, con eso los pueden contentar; pero después que, si varones provectos, niños amorosos para Dios, ya es menester más, ya pueden cesar aquellas palabras, o por mejor decir, debe el prelado [168r] mascarlas, tragarlas, digerirlas, volverlas en sangre y luego cocerla y volverla leche delicada de un espíritu celestial, cual le ha menester el súbdito aprovechado para que siempre el tal prelado vaya delante dándole el sustento y mantenimiento conforme la delicadez del spíritu del súbdito.
Y no les parezca impropio este exemplo y modo de hablar, que a mí me ha sucedido al principio con algunos hermanos satisfacerles con dos palabras y ahora no hallo palabras para satisfacer sus preguntas y su hambre y deseo que tienen de más y más agradar a Dios. Y es que ya no se contentan con pan mascado, sino que esas palabras que el prelado mascaba y daba al súbdito, las convierta en substancia, las trague y digiera y vuelva en obras suavíssimas, que el súbdito pondrá en ellas, cual niño chiquito, sus labios y f boca de la consideración y chupará de ellas lo que su estómago tiene necesidad para sustentarse y caminar adelante en la vida espiritual. Y esto siento que debe ser la causa por qué, cuando a nosotros nos parece que hemos de estar más proptos para el hablar y escribir, estamos más tardos, inpedidos y ocupados, porque más se tarda y es menester para predicar y enseñar con obras perfectíssimas que con palabras, por sanctas y edificativas que sean.
Y destos dos modos de sustentar a sus hijos me parece usó el glorioso san Pablo. Scribiendo a los corintios, trata del primero: O corinthii, os meum patet ad vos 4. Del segundo, dice scribiendo [a los corintios]: Lac vobis potum dedi 5; ya me obligáis a más, y es que os dé leche de exemplo de virtud, de obras; finalmente, que nada hable que no obre. Siguiendo esta consideración, digo que omnia tempus habent 6: tiempo de hablar y tiempo de callar 7, tiempo de coger piedras, como dice san Pablo 8, y tiempo de esparcirlas. Lo propio digo yo que se puede aplicar aquel común refrán al que calla, de quien dice: "El que calla piedras apaña". Y que si en un hombre hubo tiempo en que habló, es bien venga tiempo en que calle y torne a enllenar el seno de piedras para tornar a derramar, porque, en esto de no tener los hombres una propia abundancia y suficiencia, nos muestra lo que dice san Pablo: Sufficientia nostra ex Deo est 9.
5. Los hombres, arcaduces de las comunicaciones divinas
En esto se diferencia cuando una güerta se riega de alguna alberca o estanque o cuando se riega de fuente: que cuando el riego viene de alberca, sólo se riega y derrama su agua cuando se la dieron, pero cuando es de fuente siempre está aparejada para hacer sus riegos debidos. Y en esto se diferencia un g pobre religioso de su Dios: [168v] que el religioso y siervo de Dios riega con sus palabras cuando se las dan, siendo verdad que el agua que en su corazón se recoge y por su lengua se derrama es como agua de estanque y alberca que le vino de arriba.
Que es lo que dice David: Rigans montes de superioribus suis 10; de lo alto baja el rocío y agua a los montes más encumbrados, que son los que tratan de la vida contemplativa, y de ellos baja y se comunica a los valles. Que es lo que también dijo David: Sicut ros Hermon, qui descendit in montem Sion 11. Estos montes no son obligados a despachar y derramar agua sino cuando a ellos se la dan, pues es verdad que ellos no tienen de su cosecha los manantiales h. Y así son los hombres i: no están obligados a esta communicación de palabras si no es cuando Dios se las da y baja el rocío del cielo; entonces, como fieles arcaduces j, deben derramarse para que de ese bien participen los valles más bajos y los súbditos más pequeños. Pero Dios, que es fuente perenne y río caudaloso, siempre se está comunicando y dando nueva vida y nuevo ser a todas las cosas, y siempre aparejado para otras nuevas y altíssimas communicaciones, ya con don de sabiduría, ya con don de lengua y palabras, que es de lo que vamos tratando. Y si esta communicación k de dones particulares no corre en todo tiempo, no es porque Dios no esté aparejado para hacerlo, que es río y fuente que siempre mana, sino que el que ha de recebir este soberano rocío no siempre está dispuesto para lo recebir.
6. Cuando la causa está en el hombre
Llano es que, si una rueda o azuda anda orilla de un río caudaloso l y no echa agua, que no le echamos la culpa al río, sino al almandijo y faltas que tiene la tal rueda o azuda; y que si una fuente no corre, lo ordinario es decir que los condutos están quebrados. Cuando tú, hermano mío, vieres que hoy no tienes el recibo de ayer y que Dios no te ha acudido con lo ordinario que suele, considera que: que el artificio interior con que se saca esa agua se debe de haber descompuesto y desconcertado, que ese entendimiento no debe de estar tan aplicado al altíssimo conocimiento de Dios, y que esa voluntad debe de estar resfriada y la memoria olvidada. Componed las ruedas de esa noria y
veréis cómo sacáis agua; concertad la máquina de ese relox, que él dará a sus horas como tiene de costumbre; mirad no haya algún conduto quebrado y desbaratado. Que si por falta vuestra no cogéis [169r] el agua, es muy cierto que se verterá por otra parte y irá a buscar otros sembrados que regar, porque es propiedad del agua, cuando le tapan su camino, buscar nuevas vertientes y lugares donde se recoja.
Y pues nuestro Dios es como el agua derramada, dispongamos nuestros corazones para que por ellos venga la lluvia necesaria para m fertilizarlos a ellos y a otros. Y si impedimento halla Dios en ellos, como summo bien que está deseando siempre communicarse, él busca otros corazones bajos, humildes, en quien hacer sus nuevas vertientes y paraderos. Y así digo que muchas veces somos nosotros las causas de las nuevas mudanzas, estando un día con palabras y otros sin ellas.
Otras veces es el mismo Dios la causa, que por fines particulares y para mayor bien nuestro deja el alma seca y detiene por nuestro bien lo que siempre por su gusto querría estar dando. Que es lo que vemos acá de ordinario en la sucesión de los años: unos tenemos el agua en abundancia y otros andamos con las cruces a cuestas, porque así conviene para que conozcamos cuán graciosa dádiva es la que Dios hace en los años fértiles, pues cuando a él le parece la detiene y deja que quede la tierra n seca y necesitada de o que con cuidado pidamos a Dios. Lo propio digo yo hace Dios con un alma que le desea agradar: que vienen por ella unos tiempos en que está bien remojada, bien jugosa para con todos, parlando y hablando palabras de vida eterna. Otras veces está sicut terra sine acqua tibi 12, para que siempre traiga grande cuenta que todas son dádivas graciosas por el tiempo que a su Dios le pareciere y que, cuando le faltare, conozca que aquello no era de su cosecha y que acuda con humildad a pedir a Dios aquello de que tanto gusta y con que puede hacer grandíssimo provecho.
Y cuando es ésta la causa de faltarle a un siervo de Dios las dádivas que de Su Majestad tiene de ordinario, llévelo con paciencia, que así le conviene, y piense que es muy ordinario tras grande seca venir grande mojada. Y esos arreboles que por la mañana parecen en el cielo colorados de color de fuego, ésos son indicios de agua y lluvias, pues acá decimos: arreboles a la mañana, a la noche son con agua. Así digo yo que cuando un alma se viere [169v] arrebolada, encendida de deseos de suerte que en sí más sienta sequedad y fuego que ternura y devoción, no le dé pena, que esos arreboles y deseos encendidos presto se volverán en lluvias copiosas de devoción y de otros dones y bienes celestiales.
No es inconveniente que no crezca el trigo en invierno, que si parece que se esconde y hunde, es para salir con más fuerza el abril y mayo. Y lo propio tienen las fuentes que a su tiempo se hunden, que es para salir más altas cuando se tornen a descubrir. Así digo yo que, cuando en una persona temerosa de Dios y que desea hacer su voluntad se hundieren las palabras y escritos, que entienda que a su tiempo, cuando al padre de familias y soberano fontanero le pareciere conviene, se torne a descubrir y subir con más fuerza.
8. Disposición para nuevas comunicaciones
Yo he oído decir que cuando baja el agua en los pozos es señal que quiere llover. La causa no sé yo, pero podría imaginar ser una de éstas: que como la tierra da vapores y exhalaciones al aire, de que se hicieron nubes, y el sol y los planetas las fecundaron y volvieron agua, la tierra, cuando dio aquellas exhalaciones, quedó con menos jugo y como más estrujada por dar aquello que debía. Y esto puede ser también la causa de que en un justo haya estas sequedades cuando p el cielo le quiere enviar rocío, porque este justo quedó de deseos de Dios tan estrujado y como tan sin jugo, o tan cansado de clamar y suspirar a Dios, que parece no le quedó ninguna humedad. Y entonces es mayor señal de lluvias celestiales, porque llegaron al cielo sus suspiros y clamores en tanta copia que, fecundándolos Dios, vuelven hechos nubes que enllenan su alma de lo que desea. Y si esta alma quedó seca por haber dado y ofrecido a Dios lo que debía, buena señal es que se lo tornarán mejorado y multiplicado.
Puede ser otra señal natural de bajar el agua en los pozos cuando quiere llover. Y es lo que acá sucede en casa de los labradores: que en tiempo de la vendimia desembarazan q sus vasijas, cubas y tinajas para recoger la nueva cosecha de sus viñas y mosto. Y también limpian y barren sus trojes en tiempo del agosto para en ellas encerrar su trigo. Y así digo yo que les habrá dado Dios ese natural a los pozos [170r] y partes de la tierra: que, barruntando nuevas lluvias y rocíos, se desembarazan y hunden el agua que tienen, como quien se desembarazan para que de nuevo la naturaleza las torne a ocupar. Pues lo propio digo yo de nuestras almas, de quien voy diciendo que grande seca barrunta grande mojada, y que aquel habérsele bajado y escondido el jugo de devoción o palabras que otras veces tenía, que debe de ser cosa sobrenatural en los tales, ya connaturalizada con la perfección de su vida: que r cuando barruntan estas lluvias están como secos y agostados, sin jugo ni devoción, a quien parece que se bajó y hundió el agua s de devoción o don de palabras que en ellos tenía Dios depositado, como quien se desembaraza para nuevas cosechas y aprovechamientos; y que yo lo tengo por cierta señal de que Dios quiere hacer su
vendimia t y su misericordia, quiere estrujar su poder y verter un soberano mosto que deje embriagada aquella tal alma, de suerte que no sólo quede jugosa para sí, sino bien parlera para los demás. De suerte que, como alma bien embriagada u con estos dones celestiales, los que la miraren y oyeren les parezca que no sabe lo que se habla, sabiéndolo con la sabiduría del cielo, la cual, como no conocida en la tierra, siempre se quedan las palabras de los tales hechas parábolas y misterios escondidos.
Estas suelen ser las causas por qué se mudan los tiempos en las almas que viven en la casa de Dios y por qué se les truecan las suertes y cruzan las manos, hallándose a deshora unas veces secos sin jugo ni palabras, y otras, estando v bien descuidadas, se hallan con grandíssimos mejoros.
Lo que sé decir acerca de mí que yo no sé cuál causa sea. Pienso que lo mejor es no escudriñarlo, sino sufrirlo y llevarlo con paciencia, estando muy aparejado para que Dios haga de nosotros aquello que más y mejor fuere su voluntad. Y cuando la fuere que se hable o se escriba, hacerlo; y cuando quisiere que se calle, enmudecer. Y la perfección consiste en no andar yo vestido w de la librea que a mí se me antoja, sino del color que Dios quiere.
Ahora, pues, digo que yo me he visto tres o cuatro días con esta cortedad y mudez para scribir o para hablar. Podría ser el ser los instrumentos con que estas cosas se exercitan muy cansables y muy de tierra, [170v] de suerte que, como partes y herramienta que se enbota y desmorona, es necesario tornar a aguzar y afilar para que puedan cortar.