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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
Acabados sus studios y que ya es tiempo de que den algún fructo a la Religión y la ayuden, bien veo que ahora es inposible hacer lo que ahora diré, respecto de los pocos sujetos que en ella hay y la mucha necesidad y hambre que hay de predicadores y confesores, que ésta le hace comerse los sujetos en agraz, que antes que enpiecen a madurar ya los tiene en los púlpitos y antes que abran los ojos para ver sus defectos y faltas ya los pone en los confisionarios, haciéndoles jueces de las ajenas. No se puede más. Dios, cuya es esta sancta Religión, suplirá las faltas y dará luz la que conviene para que el niño haga officio de hombre; que como él sea muy siervo de Dios y muy obediente, bien puede acudir a todo, aunque le parezca sobre sus fuerzas.
Noli dicere: Puer ego sum; ad omnia quae mittam te ibis, dice Dios a Jeremías 1, que decía que era niño para el officio que se le daba. No diga que es niño quien será obediente y presto en todo lo que se le mandare y quien hablará y dirá exteriormente todo lo que Dios ditare interiormente, quia vir obediens loquetur victorias 2; el varón obediente saldrá con todas las victorias. Lo propio digo yo de nuestros hermanos: que siendo ellos perfectos y muy obedientes a los preceptos de Dios y muy puntuales a sus palabras y a las de su prelado, no intentará ni abrazará cosa que luego no apelide victoria, porque ésta queda a cuenta del que manda, [205v] que es Dios que todo lo puede, que el hombre no debe ni puede más que bajar su cabeza y obedecer.
2. Un tiempo en casa de noviciado
Ahora digo que, aunque es verdad que la necesidad de la Religión le hace no dejar madurar el fructo de los sujetos, pero será Dios servido el tiempo, que todo lo cura, remediarlo todo y dar lugar a que las cosas vengan a su tiempo. Y el debido para los que salen de sus estudios es un convento y casa de noviciado, donde les refresquen la memoria con las cosas de los principios y cuáles fueron las principales para que vino a la Religión, que fueron saber agradar a Dios, hacer su voluntad, ser muy humilde y salvarse. Porque poco le aprovecharía ganar mill mundos con detrimento de su alma 3. Allí es donde, como el ave que ha de dar vuelo se abate y parece quiere coserse con el suelo para con mayor ímpetu y fuerza subirse a lo alto, así nuestro hermano que
estudió, como denantes decíamos, para volar, para que el vuelo sea más impetuoso y ligero, es bien que primero se humille y se abata y cosa con la tierra con la escoba, con el fregado y demás officios de humildad.
Un pájaro mejor vuela mientras menos carnes tiene, como se ve en unos pajarillos pequeñuelos, bien al contrario de la grulla, abutarda y avestruz, a quien proveyó la naturaleza se sustentasen de cualquier manjar, aunque fuese ponzoñoso, por la cortedad de su vuelo, que quien menos vuela menos lances tiene. Así digo yo que nuestro estudiante, que en los estudios pudo ser que con la flaqueza de la cabeza engordase algo más la carne y favoreciese al cuerpo, que le estará a muy bien, después de haber salido de los estudios, entrar en el noviciado, donde adelgace las cosas del cuerpo hilando delgado en las cosas tocantes a su regalo y con el trabajo de los officios humildes se enflaquezca, que así volará con más ligereza el spíritu en las cosas que fueren del servicio de Dios. Que bien claro se ve que hombres hechos, llenos, gordos y pesados, lo son harto y harto tardos para este officio que así se pretende.
Así me parece que el lugar más debido y acommodado para los hermanos, acabados sus estudios, es una casa de noviciado, donde con grandes veras tantee todo lo pasado y componga sus letras en orden, que con ellas escriba un libro muy a lo divino en las almas de las personas con quien trataren. En casa de los inpresores tienen todas las letras de la inprenta juntas en unas casillas de madera o cajoncillos, las aes juntas y las bees juntas y de por sí, y así las demás letras de abecé. Llega un hombre a que le compongan un libro prophano, toma aquellas letras y compónelas en aquella forma y saca el libro como [206r] se lo pidieron. Llega otro y pide que le inpriman un libro divino, devoto, de la vida de Cristo, etc., y con las propias letras lo compone y lo saca a la luz. De suerte que la diferencia de aquellos libros, el profano y el divino, no estuvo en las letras, que todas eran unas, sino en la composición de ellas. Lo propio digo yo, que las letras del fraile descalzo y las que estudia y apriende el que vive en el mundo, todas son unas y en un molde se hicieron, de un maestro oyeron y en una universidad estudiaron, salvob que el letrado que vive según las leyes y fueros del mundo conpuso sus letras de suerte que saca libro profano y cosas a gusto del mundo y provecho suyo; pero el fraile descalzo, con las propias letras compuestas de otra manera, saca un libro divino cual conviene para que todos los que atendieren a sus palabras vean en ellas un Cristo crucificado y se muevan a devoción. Para esto digo yo que es la casa del noviciado, para que, viniendo el religioso lleno de letras, las componga y ordene de suerte que salgan muy a lo divino y conforme su profesión.
Que de esto nos dio nuestro Cristo buen exemplo, que en el puncto que en el baptismo bajó el Spíritu Sancto sobre su cabeza y se oyó la voz del Padre que decía que aquél era su Hijo, que lo oyesen, se fue al desierto, donde estuvo ayunando 40 días con sus noches en oración 4. No porque Cristo tuviese necesidad de componer y ordenar sus letras para sacarlas como decimos, que divinas eran las que tenía y a lo divino bien ordenadas, sino para enseñarnos, como otras veces tengo dicho. Que el predicador y elc estudiante, a quien le han de oír, es menester que antes que le oigan se retire, se recoja al desierto de su casa de noviciado, donde ayune y tenga oración, pidiéndole a Dios ordene sus letras y estudios de suerte que aproveche mucho las almas.
En el capítulo doce del Génesis dice la Scritura que Abrahán edificó un altar para ofrecer en él sacrificios a Dios, y dice más: Invocavitque ibi nomen Domini 5; invocó allí el nombre de Dios. La paráfrasis caldaica dice: Praecatusque est ibi nomen Domini; hincóse allí de rodillas a tener oración. Pero otra versión dice: Praedicavit aliis in eo loco Dominum d; [206v] predicaba allí cada día un rato y el sermón era del conocimiento de Dios. Juntemos estas significaciones. Hizo Abrahán un altar donde ofrecía sacrificio a Dios y ahí se hincaba de rodillas a tener oración y allí hacía llevar el púlpito, donde habíe de predicar a los otros e. ¡Qué lindo lugar para predicar, el altar donde un hombre ofrece sacrificio, el lugar donde está ofreciendo su cuerpo y macerándolo con disciplinas, el lugar donde reza y tiene oración! Allí ha de estar el púlpito, porque de la oración y del recogimiento saldrá el sermón muy bien compuesto y ordenado. Y como en la casa de noviciado es donde tenemos nosotros este altar y este lugar donde se hace oración, digo yo que lleve allí el púlpito el estudiante cuando salga para que del lugar de la oración salga para predicar el sermón. Y que entienda que de allí en adelante ha de traer entramas cosas juntas, sermón y oración, porque en la oración se componen los buenos sermones.
En el Tabor Cristo en la oración se transfiguró y allí torna el Padre a decir: Ipsum audite 6. Le dan la cédula de examen y aprobación, mostrando en esto que sólo ha de ser aprobado para este officio el que en la oración se trueca y transfigura, a ése se ha de oír. Y así digo yo que nuestro estudiante, antes que predique, vaya por su examen y licencia, para poner en execución sus letras, a la oración, y de ella saldrá con el spíritu que Dios manda.
Quería David hacerse predicador y enseñar a los malos los caminos de Dios. Y antes que enpiece, vuélvese a Dios y dícele: Cor mundum crea in me, Deus, et spiritum rectum innova in visceribus meis, etc. Et Spiritum Sanctum tuum ne auferas a me. Et spiritu principali confirma me 7. Pues, David, ¿no
bastaba pedir una vez el Spíritu de Dios, sino tres veces? Sí, que tres veces he menester pedirlo a toda la Sanctíssima Trinidad, que quiero enpezar un officio muy dificultoso. ¿Qué es? Docebo iniquos vias tuas 8; y quien ha de enseñar a otros es menester que primero le enseñe a él el Spíritu Sancto, y que en él críe Dios un corazón nuevo y ése el Spíritu lo abrase f, enseñe y enllene de su gracia.
Que hay algunos hombres, en esto del saber y predicar, que son como los avarientos, que su dinero no les sirve más que de contarlo y hacer g ruido con él y volverle al arca sin se aprovechar dél para sus necesidades. Así hay algunos letrados y predicadores que quieren sus letras para sólo contarlas [207r] y hacer ruido con ellas y tornarlas al arca donde estén guardadas, sin se aprovechar de ellas ni hacer enpleo de aquello que aprendieron para enmendarse de h sus faltas y granjear almas para Dios. Todo se vuelve en ruido: ¿Quién va? ¡Un doctor! ¿Quién viene? ¡Un letrado! Volvedlo i al arca, para lo que él sirve a la república.
Es cosa de risa oír decir: Señor, en esta universidad hay más de cien doctores, tantos maestros, tantos catredáticos. ¡Y no hay un hombre que emplee cuatro palabras en bien de un alma ni quien haga un sermón! Veréis que, entre tantos doctores, andan por los rincones de los monasterios buscando a un frailecillo a sus ojos que no vale dos maravedís para sacarlo a plaza. ¿Qué es esto? Es que los unos sólo quieren sus letras para obstentación, y no valen por una blanca. Pues no valiendo para un sermón valen más las dos letras del otro religioso, pues ellas, enpleadas por las plazas y por las iglesias, les da Dios en retorno el j aprovechamiento de los oyentes.
¡Ea, pues, mis hermanos! Cuando acaban sus estudios, recójanse, vuélvanse a Dios, ofrézcanle sus aprovechamientos, pídanle que él ordene sus palabras y sus razones como sea más glorificado. Y que esas letras no las quieren para demostración, sino para provecho. Y que por eso se vuelven a aquella casa de noviciado, por parecer novicios, pues siempre lo son en el poco provecho que en sí conocen. Que les guarde Su Majestad en sí como en depósito todo lo que han estudiado, que cuando lo hayan menester ellos acudirán a la oración a pedirle letras y suficiencia. Y que, si fuere su voluntad que prediquen y enseñen, en la propia oración les podrá manifestar su voluntad y dar la licencia, de suerte que de allí, de esa oración, de ese recogimiento, salgan como dice san Pablo: Bonus Christi odor sumus 9. No dice que güelen, sino que son el mismo olor de Cristo en abstracto. ¡Qué gran cosa que el predicador no k predique, sino que sea él propio sermón, que quien le
mirare por do fuere mire, vea y oiga un alto sermón! Que esto es lo que se apriende en la oración y recogimiento: conformar las palabras con las obras, de suerte que si con las palabras predica, con las obras sea él propio sermón. Que así es cuando se hace el fructo y ha de enseñar de veras: enpezar a dibujar y pinctar en su persona lo que ha de pinctar y dibujar en las ajenas.