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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [18] DE LA MESA SEGUNDA
Antes que entremos en el officio del ministro y prelado en el refectorio, me ha parecido concluir en mesa segunda con los officios que he dicho en mesa primera, que poco o en nada se diferencian de los de mesa primera.
Los que entran después de haber salido la communidad, piden su sónito, como en la mesa primera, y lo da el más antiguo que allí se
halla, que es el que preside. Los que comen han de guardar la propia modestia y compostura en el comer, beber, silencio y todo lo demás, según queda dicho de los de la mesa primera, salvo que, en acabando de comer, dobla su servilleta y compone su asiento y a saleb de la mesa, da gracias y luego va y besa el scapulario al que preside, como quien toma su bendición, y se va con los demás hermanos donde están juntos aquel rato de recreación.
El que preside en esta mesa segunda hace y tiene la propia cuenta que el ministro en la mesa primera, advirtiendo los que comen si les falta algo, si por descuido los servidores los han olvidado mandar se lo den. También ha de tener cuenta [63v] con los que entran para darles sónitoc, enmendar al lector y d darle e sónito que acabe. Y si este más antiguo acabare de comer, queda en su lugar otro más antiguo, aunque sea novicio entre los novicios.
El servidor o servidores en esta mesa han menester tener mucha más cuenta que los de mesa primera, por no poderlos servir a todos juntos con un propio manjar y plato, porque a f uno le han de dar plato y a otro escudilla, y si no tienen mucha cuenta se confundirán y dejarán los frailes sin comer. Si son muchos los que entran en esta mesa segunda, lo primero que han de hacer es limpiarles la sesión, darles pan, vino y la fructa que se ha dado a mesa primera, que, según lo que queda dicho, ya habrá comido el refitolero y les ayudará; y luego ir al servicio g y tomar su tabla, y en ella les pongan las diferencias de cosas que han dado a mesa primera. Y enpiecen dende arriba, y cada uno irá tomando lo que le falta. Si tuviere duda de lo que no ha dado a algún religioso, llegue y pregúnteselo con voz baja y él responda. Y siempre tenga grande cuenta con los que van entrando para darles lo que han dado a los demás. Y advierta h el servidor i que, no por acabar presto y descuidar, a los pobres frailes que entran en mesa segunda les den toda la comida junta de suerte que, mientras comen lo uno, se les enfríe lo otro, sino que se lo den poco a poco, tiniendo también siempre cuidado de quitar los platos y escudillas que estuvieren por las mesas.
Yo hallo por mi cuenta que los hermanos que sirven a estas mesas han menester tener más cuenta y ser más diligentes que los de la mesa primera. Procuren tomar lo que queda dicho a los primeros servidores y a eso añadan el abrir bien los ojos y acudir al ministerio para que los han señalado, y con eso cumplirán.
El lector en la mesa segunda no ha de leer el libro que en la mesa primera, sino otro, como es a san Juan Clímaco. Procure j, pues los capítulos son breves 1, enpezar k siempre un capítulo. Ha de enpezar
como en la mesa primera y ha de atender a los sónitos y enmiendas que le hace el que preside en la tal mesa, salvo si el que lee es más antiguo, que entonces no le enmendará ni dará sónito para que acabe -que eso él tendrá cuidado-. Pero dará sónito a los que entran o salen el más antiguo, [64r] porque el lector no puede atender a su letura y a estotro juntamente. Ha de leer en esta mesa hasta que ya no queden frailes comiendo. Si hubiere gran rato que lee y todavía entraren, pueden darle sónito, que poco inporta quede uno u dos comiendo sin letura; súplanla con la presencia de Dios.
En esta mesa nunca hay mortificaciones ni para ellas se da licencia l.