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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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[CAPITULO 24 MÁS SOBRE LAS RECREACIONES EN CASA]

 

 

1.  No participen los religiosos huéspedes

 

  En estas ni en otras recreaciones, no se reciban los güéspedes. El día que vienen de fuera, podrá el prelado ocuparlos algún rato en su celda, entretenerlos y hacer ese officio o darles algún sacerdote a con quien pueden tener aquel rato de recreación. La razón que yo hallo por donde no es justo meterlos esta hora entre los demásb hermanos es porque los caminos inquietan, perturban y train a un religioso que, si no se ha hecho mucha fuerza y traído particular presencia de Dios, es muy cierto viene más parecido a seglar que no a religioso recogido. Y así como no parece bien un hombre [84v] vestido de camino entre los que visten de fiesta y reparan en el poquillo de lodo del zapato y polvo de la capa, de esa misma suerte no podrá edificar ni parecer, entre los que en el convento están y viven con particular cuidado de sus personas, los que vienen y train algún distraimiento del camino. Que como es tan trabajoso para los religiosos, en él no se repara de hablar, mirar, comer y otras cosas que, si saliesen en público delante de los demás de sus hermanos, es cierto habíen de desdecir mucho.

  Quiere Dios que hable de experiencia para que mejor se conozca la verdad y acierto en estas cosas. Confieso que ha dos días que vine a Córdoba, y en nuestra compañía otros cinco religiosos que iban a hacer una fundación. Y como éramos tantos y el camino tan largo, hubo harto lugar para que estas ocasiones nos distrajesen y descompusiesen algo de nuestra acostumbrada mesura, así en el comer como en el hablar, mirar y llegarnos a la lumbre donde nos enjugásemos y pudiésemos ver lo que en la venta o mesón se pasaba. Y de mí confieso que no reparé en hablar y dar voces por esos campos y gastarc algunas palabras d o burlas con un hermano donado. Entramos en Córdoba y lleváronnos aquella misma noche a la recreación, juntándose todos, profesos y novicios. Nuestros compañeros, como venían del camino y no habíen tenido lugar para tornar las cosas a su lugar, dejáronlas correr al uso del campo y camino, de suerte que todo se nos fue en contar todo lo que nos habíe pasado con los venteros y mesoneros y lo que habíen hablado y dicho unos clérigos por alegrarnos y aliviarnos del trabajo del camino. Yo metía mis cucharadas, el donado entendió que todavía duraban las burlas y tomaba la conversación y plática por suya. Como aquella hora no era de reprehender ni de hacer capítulo, yo dejélo correr todo para que después, corriendo por mi imaginación, con ello Dios me corriese y atormentase con el mal exemplo que allí se pudo dar al novicio que se ocupa en traer continua presencia de Dios, y al profeso y sacerdote que en su rincón y retrete interior todas sus


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aciones y pensamientos los tiene medidos y pesados. Y como Dios no se debiera de agradar mucho de que hiciésemos venta a su casa y convento diciendo lo que en ella y en el campo nos [85r] había pasado; y como el tiempo a los que caminan vale barato, como ellos dicen, que no hay que dar priesa, que Dios hizo un día tras otro, no se repara en que pase el relox de arena y que dos horas se cuenten por una. Así, para evitar todo esto, yo tendría por muy acertado que el día que el güésped viniere, aunque sea el provincial, que su recreación sea aparte hasta que se desfleme y desbuche lo poco o mucho que del trabajo o inquietud se trujere del camino, si no fuere cuando de la tal persona haya tanta seguridad que en nada habrá desdicho de lo que sacó de su convento.

 

 

2.  No comer allí, salvo en fiesta grande

 

  En estas recreaciones, algunas veces, se ha acostumbrado dar alguna fructa a los religiosos que coman algunas fiestas o días particulares. Porque, como fuera del refectorio seríe gravíssima culpa comer un religioso, sea en la celda o donde quiera que quisiere -que por la bondad de Dios esto fuera tan feo y desordenado entre nosotros que jamás he oído poner tal culpa-, así, cuando de fuera train algún regalo o alguna cosilla, hase acostumbrado dársela a los religiosos en recreación.

  Ahora ha parecido convenir hacer una constitución que de suerte ninguna, en recreación ni fuera del refectorio, se pueda comer en particular ni en communidad, si no fuere alguna fiesta muy grande de las que la Iglesia llama de segunda o primera clase, o en alguna profesión o missa nueva. Y esto es de grande inportancia se lleve adelante, porque como hay muchas tierras y en algunas se experimenta que se ofrecen muchas ocasiones enviando personas devotas algunos regalos, fuera muy grande inconveniente si acertara a haber algún prelado que, en ofreciéndosele la ocasión de comer en la recreación, la pusiera por obra. Que es muy cierto que, en oliéndole el tal humor, el demonio le buscara hartas ocasiones y se hiciera su procurador y dispensero para que no le faltara. También, como en nuestros refectorios no se come mucho, fuera fácil cada día descubrir los religiosos vacíos y necesidad de que les dieran algo en la recreación.

  También es muy cierto que, de lo poco o mucho, bueno o malo que a los religiosos dan en el refectorio, [85v] enllenan. Y yo hablo por mí, que cuando no me den sino una scudilla de coles con agua, echo tantas sopas y hago tantas mojaduras que de pan y coles enlleno, de suerte que lo que después me dan en la recreación me parece cosa de más. Y un estómago de un fraile descalzo, que no hay relox tan e concertado que sea más delicado que él es, y así es muy cierto hacerle cualquier cosa mal y descomponerlo. Como si las pesas del relox fueran


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mayores o les añidieran algún canto a su peso ordinario, es llano que habíen de accelerar la hora y sus vueltas y puntos hasta que el tal peso se le quitase. Lo propio digo yo: si del refectorio sale un estómago compuesto con el peso y medida que su calor, hambre y necesidad pide, llano es que esto que se les da en la recreación los ha de descomponer y hacer accelerar el sueño, las palabras y otras cosas que de suerte ninguna son buenas, sino a su propio tiempo. Y yo he visto algunos religiosos cuya abstinencia es grande, acudiendo a conformarse con los demás y comer alguna fructilla de poca consideración en la recreación, vomitarla luego. Y esto no porque en él fue demasía, sino porque su estómago estaba ya tan encogido y hecho a poco, que las cuatro avellanas o una manzana no lo pudo llevar. Que bien se ve un odre, si ha mucho tiempo que no se sirven de él, estar pegado y el que cabe cuatro arrobas de vino no caber en aquella ocasión un azumbre. Y esto lo vemos y lo leemos de muchos sanctos: estar hechos a tanta abstinencia que cualquier cosa que comían fuera del tiempo determinado, aunque fuese a cabo de ocho días, lo trocaban y vomitaban. Y así es bien quitar esta ocasión a los religiosos las más veces que se pudiere.

  Podríase ofrecer otro inconveniente, y es que, cuando los religiosos comen en el refectorio, leen. Y esto se hace con particular acuerdo del Spíritu Sancto en todas las religiones, y debe de ser, porque siendo aquél lugar de grande silencio y la ocasión del comer tan grande para hablar, que acordó este soberano Spíritu les tapasen las bocas con aquella sancta lección, y también los tuviesen divertidos con la atención que a ella se tiene para que demasiadamente no refocilen el gusto con lo que están comiendo. Pero si en la recreación les dan algo [86r] que coman, no es lugar donde por entonces les pueden leer, porque todos juntos han de comer lo que les dan, y no es donde se ha de hacer mesa f segunda, y no se puede allí tampoco tener atención. Y es llano que han de faltar los bienes que se sacan en semejante ocasión de la lección. Yo confieso que muy pocas veces les he dado algo que coman que no me hayan pedido licencia para hablar y aun para quebrarme la cabeza, porque como son muchos y es buena sazón el comer para hablar, parecerá más algazara que otra cosa.

  Otros mill inconvenientes pudiera poner aquí para derribar esta costumbre donde la hay y estorbar para que no entre, pero basta esto para mostrar la razón y justicia que hay para que siempre dure esta constitución que digo se ha hecho.

 

 

3.  De las recreaciones de fiestas grandes g

 

  He sacado fiestas grandes, cuando es necesario dar algún desahogo a los religiosos y usar con ellos de alguna breve y moderada dispensación,


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comprándoles en semejantes ocasiones alguna fructa de la que por entonces hay o dándoles algún regalo de lo que el convento tiene. Que, como éstas son pocas veces, serán muy estimadas y ninguno querrá enplear esta ocasión en cosa que no sea de mayor servicio y alabanza de Dios. Y es cierto que, cuando esto así se hace pocas veces, es tan grande el contento que Dios da y pone en un puñado de guindas o dos manzanas que le dan al religioso que le parece come ya en el cielo, porque, como no acostumbra a comer fuera del refectorio, parécele aquello tan nuevo que no tiene a qué compararlo si no es a la comida que hacía Cristo con sus discípulos 1 o a la que tienen y hacen los ángeles en presencia de Dios 2. Y como esta fiesta es tan justa, es cierto h no permitirá Dios que se mezcle con ningún género de defecto y falta, desorden de lengua, gusto o demasía.

  Pues cuando así se les diere alguna colación, atiéndase a la propia igualdad que se guarda en el refectorio y procuren estén todos en la recreación. Y que fuera de allí no se envíe nada a los que de esta recreación faltaren, que no es lícito hagan lugar de recreación a toda la casa, sino que todos se desembaracen y vayan a gozar de la fiesta. Y cuando les dan la fructa, que se la van dando de uno en uno, [86v] no han de comer hasta que el prelado licencia, porque, si enpezasen a comer como les van dando, cuando llegasen al de en medio ya tendría el primero comida su ración y el postrero hecha la boca agua de ver que se tardaban en darle, y también podría ser faltase para los postreros y ser necesario tornar a quitar a los primeros.

  Cuando se haga alguna fiesta de esta manera, no se permita ni consienta, aunque el convento sea rico o tenga ocasión para ello, comprar confites, mazapanes y otras cosas regaladas, que son más para grandes que para frailes descalzos; salvo si alguna vez lo hubieren enviado de fuera, que es bien se lo den a los religiosos por precioso que sea, que gusto fue de Dios lo comiesen, pues puso en el corazón del bienhechor lo enviase. Lo cual no sería si conventos y frailes pobres como los nuestros presumiesen de querer y escoger a su gusto comidas regaladas.

  Podráseles dar o comprar unas nueces, castañas o avellanas, garbanzos tostados, membrillos o uvas, o alguna fructa de estas semejantes. No digo todas juntas, que aunque para el tiempo presente no hay este peligro y necesidad de avisar, pues ordinariamente nuestras colaciones paran en unas bellotas o garbanzos tostados, pero aviso para otros i tiempos más peligrosos, cuando los conventos estarán más sobrellevados, los prelados más largos y menos j escrupulosos.

  En estas ocasiones suele haber algunos hermanos donados que piden licencia en estas fiestas grandes para traer alguna colación para los hermanos a su libre albedrío, y sale sin orden ni concierto la tal fiesta y colación. No se les consienta de ninguna suerte, porque si están ciertos


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de que les dan la licencia, siendo los que la piden hermanos demandadores, podrían hacer bolsilla y guardar de la limosna de entre semana para la colación de la fiesta, o pedirla a algunas personas graves, que es mayor inconveniente que, a cabo de un año que le dan a un pobre religioso una poca de colación, [87r] lo sepan en las calles. Mejor es, cuando se les haya de hacer este regalo a los religiosos, tomar dineros de la casa y gastar lo que al prelado le pareciere, que será muy conforme a justicia y razón.

 

 

4.  De las recreaciones del día de Navidad y Trinidad k

 

  Pues hemos enpezado a tratar de recreación, me parece será bien dejarlas concluidas, para que no tengamos necesidad de tornar a esta materia.

  Permítese en nuestra sagrada Religión, la paschua de Navidad, de Flores y día de la Sanctíssima Trinidad, alargar más estas recreaciones y que los religiosos salgan un poquillo más de su acordada mesura, holgándose algo más en el Señor. Que en esto no hallo inconveniente, antes mucha razón que de la abundancia de regocijo que en semejantes días se recogió en el corazón se vierta y desenlace los pies, las manos y la lengua, para que el hombre con todas sus potencias y sentidos alabe a tan gran Señor que en semejantes días hizo tales misericordias y mercedes a los hombres. Que bien vemos que, siempre que el sol llega por el mes de abril, incita y provoca a que los pajarillos, que hasta entonces estaban en sus nidos en silencio, canten, den voces y alaben a Dios, y los prados se rían y, como dice el sancto rey David, en la salida del pueblo de Dios de Egipto, asombrado y espanctado de ver la alegría de los montes y valles, ríos y mares, dice con particular énfasi y admiración: Quid est tibi, mare, quod fugisti? Aut tu, Jordanis, quia conversus es retrorsum? Montes l, exsultastis sicut arietes? Et colles sicut agni ovium? 3, etc.; no se podían contener, en día de tanto regocijo, las cosas insensibles. ¿Por qué los religiosos, que de cosas de Dios tanto deben sentir, no les ha de ser muy lícito y de alabanza que en ellos en esta ocasión las aguas de las tristezas y melancolías huigan y vuelvan atrás y, en su lugar, entre una exultación de espíritu en el Señor, como la soberana Virgen dice en su cántico?

  Para persuadir esto pocas razones bastan, que ya yo son todos de mi parecer. Pero en estas recreaciones quiero dar algunos avisos, según la experiencia nos ha enseñado. [87v] Lo primero, que para estas fiestas no se consienta ni permita se traigan instrumentos músicos, como son guitarras, vigüelas, arpas y otros instrumentos, que parece son más de seglares que de religiosos. Pero podráse permitir se tañan algunos


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instrumentos humildes que con facilidad se hacen en casa, como unas tejuelas, un silbo, morteruelo y otros de esta manera. Puédese dar licencia se vaya delante el Sanctíssimo Sacramento, donde se canten algunas cosas devotas que inciten y provoquen a devoción. Y esto se procure hacer sin que los seglares lo entiendan, porque, como no entienden las cosas del spíritu, entenderán son aquellas fiestas de solo el cuerpo.

  Para estas recreaciones haya tiempo señalado, no se permita sean en cualquier rato del día, cuando cada uno quisiere, ni en ellas se consienta comer en particular. Sería gravíssima culpa, si por acudir a esta demasía de recreación, se faltase del coro de decir las horas con la pausa y cordura ordinaria. Podrían un día u dos abreviar un rato la hora de oración por estar y quedar cansados de los maitines y otros actos públicos. En estas recreaciones jamás se hagan ni se consientan hacer entremeses y comedias concertadas. Podrá algún religioso, si lo hubiere gracioso, sin trocar ni mudar hábito ni vestido, decir algún dicho o loa devota si acaso la estudió en el siglo, o hacer algún juego con que entretenga y alegre a sus hermanos, advirtiendo que jamás es lícito hacer juego de manos entre dos, de suerte que se den o burlen los unos con los otros.

  También es lícito en semejantes ocasiones dispertar los frailes para los maitines, en lugar de la sentencia que se acostumbra a decir, con algún sancto y alegre cantar. También es lícito una noche o dos, en estas paschuas dichas, salirse a cenar a la lumbre o a la güerta, donde la comida ordinaria les sirve de recreación. En estas fiestas, jamás se admita seglar ni persona de fuera de casa, porque la mayor recreación de nuestros hermanos es el desencogerse, levantar los ojos o reírse, lo cual [88r] no serán libres para hacer delante de nadie de fuera de casa.

  Estas cosas y otras semejantes, poco más o menos, es lícito hacer en estas fiestas, según a la prudencia y discreción del prelado pareciere, tiniendo grandíssima cuenta que no se salga el pie de la mano, de suerte que se haga o diga algo que no sea muy conforme nuestro sancto hábito y con que Dios sea alabado y nosotros aprovechados.

 

 




a  sigue que les t tach.



b sigue es tach.



c sobre lín., en lín. dar tach.



d corr.



e  sigue deli tach.



f  ms. masa



g al marg. de 2m.



1 Cf. Jn 2,1ss.



2 Cf. Ap 8,2-3.



h  corr.



i sigue tiem tach.



j sigue pelig tach.



k  al marg. de 2m.



l corr.



3 Sal 113,4-5.






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