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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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CAPITULO [42] DEL ORATORIO Y CUIDADO QUE SE HA DE TENER CON SU ADORNO Y COMPOSTURA

 

  En todos nuestros conventos se acostumbra a tener un oratorio, particularmente en las casas de noviciado. Este es muy necesario lo haya en todas, porque, si no hubiere novicios, para los religiosos que no son sacerdotes será de mucha consideración. Cuando viene un hombre a la Religión, le nace a Dios un hijo y es necesario lo entretengan y aficionen a las cosas de devoción, porque, si es verdad que en casa de los padres de carne los hijos, con las sanctas amonestaciones de sus padres, buscan en su casa escondridijos y rincones donde hacen sus oratorios y altaritos, y desvelándose en esto aprienden en estas cosas a levantar el corazón a Dios y cada día a más pegarlo y asirlo a Su Majestad, ¿por qué, para estos propios fines, no hemos nosotros de procurar a los que vienen del siglo y de nuevo nacen a Dios aficionarlos con cosas semejantes, donde ellos tengan sus sanctos entretenimientos?

  La necesidad que hay de este lugar, que sólo está diputado para lo que significa el nombre de oratorio, es grandíssima. Lo primero, sirve de iglesia y templo donde el hermano maestro hace sus pláticas y sermones y donde tiene muchos sanctos que le sirven de testigos y justifican la causa de Dios para con a aquellos que son llamados del siglo a la Religión. En este lugar hace este hermano maestro todas sus


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juntas con los novicios, da liciones, registra el rezado y communica sus conciencias, que lo tengo por lugar mucho más apto para todo lo que he dicho que no otro alguno, ni la celda del propio maestro. Aquí se toman y reciben disciplinas y mortificaciones y hacen otrosb muchos ejercicios sanctos. Porque no tengo por acertado salgan los novicios de su noviciado para cosa alguna, sino que dentro tengan lo que hubieren menester. Y si por la golosina de bajar delante el Sanctíssimo Sacramento gustaren más de hacer estos ejercicios de oración y disciplina en la iglesia, procuren que el oratorio esté pegado a la iglesia, de suerte que se le pueda dar ventana al Sanctíssimo Sacramento y que sea muy capaz, según el número de los religiosos que sec aguarda haya en el tal convento.

  El adorno de este lugar ha de ser muy grande, procurando todo lo que en él hubiere sea muy bueno y muy curioso, que aficione exteriormente a los religiosos, para que asistan en él mucho tiempo y tengan particular agrado de estar allí detenidos en oración y otros sanctos exercicios. Cierto, esto es de mucha consideración, porque vemos que muchas veces entra una persona en la iglesia desganada de rezar y encomendarse a Dios, y el adorno, compostura y entretenimiento exterior que en ella halla la convida y detiene para levantar el corazón a Dios.

  Los religiosos, que siempre están [148r] encerrados, es bien tengan alguna variación de lugares para rezar y tener oración, porque este hombre exterior, como es variable, enfádase siempre de un lugar y de un manjar. El sancto patriarca Isac se salía al campo a contemplar 1, aprovechándose y ayudándose de las voces y liciones que para esto le podían dar la diversidad de yerbas y flores que en aquellos prados había. Así es bien que los religiosos tengan otro lugar diferente de el coro y celda, donde puedan diferenciar los motivos exteriores de la contemplación. Que sea este oratorio de que vamos tratando y en él haya muchas curiosidades y muy lindas (que luego diremos cuáles han de ser). Esté hecho un cielo estrellado y un prado florido que parezca, sepa y güela a cielo. El altar, muy aderezado. Procuren que las imágenes que en él hubiere no sean vestidas, porque no entiendan los novicios en andar vistiendo imágenes ni con los juguetes de mujeres que dieron para eso; podrán ser de bulto, algún buen lienzo grande.

  Debe haber todo recado y aderezo para decir missa, donde algún religioso devoto se podrá detener algo más, según su devoción, pues allí no habrá a quien enfadar con su prolijidad. Las demás paredes deben tener gran compostura y adornos, con cuadros y lienzos de los ermitaños y buenas estampas o jeroglíficos. El invierno esté bien abrigado con sus esteras y bancos a la redonda que no se consientan sacar, y estos bancos sean bajos y humildes.

 


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No se consienta entrar en este lugar persona que no se aproveche de él para lo que está diputado, como es a pasearse o parlar o gastar tiempo ocioso. En él pocas veces han de entrar seglares; y si alguno entrare, sea a hacer lo que los otros religiosos hacen y a tratar cosas de Dios; y esto aun sea raras veces y con personas principales, porque no es bien ocuparles a los novicios aquel lugar. Este oratorio lo ha de tener a su cuenta un religioso del noviciado, el más devoto y curioso de todos. El cual cada día ha de procurar su limpieza, barriendo el suelo y algunas veces estregando las paredes del polvo con algún trapo. Tenga un arca con llave donde guarde el adorno de su altar y no consienta le saquen nada de allí, ni tampoco el arca aproveche para guardar cosas particulares suyas o de sus compañeros. Este lugar nunca ha de estar cerrado con llave, pues en todas horas ha de haber en él ejercicios sanctos.

  Por la poca commodidad que tenemos en nuestros conventos, acostumbramos a tener allí las recreaciones; y aunque es lícito tener las ordinarias, en que se lee en un libro sancto y tratan y ventilan ejercicios de virtud, pero no es lícito tener en este lugar las recreaciones extraordinarias, donde se permite que los religiosos coman alguna colación o se les da licencia para que hablen. Que aunque es verdad que esto es muy justo y sancto y que no es mezcla de cosas sanctas y profanas, pero, atento que aquel lugar está diputado para el spíritu, no es bien que en él tenga sus fiestas el cuerpo.

 

 

[148v]     Jhs. M.ª

 

 




a  sobre lín.



b  ms. otro



c corr.



1 Cf. Gén 24,63.






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