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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
[CAPITULO 10 ERROR DE LOS QUE SOBRECARGAN DE MORTIFICACIONES AL ALMA FAVORECIDA DE DIOS]
1. De este notable pudiéramos sacar otros muchos. Lo primero, qué errados a andan los que tratan algunas almas sanctas: que, viéndolas en algo favorecidas de Dios -ora sea porque las quieren probar, ora sea por parecerles que recibiendo bienes es salsa con que gusten males- y así, a tontas y a locas, como lo ven muerto al mundo, ninguno hay que no quiera lo tengan por buen moro, dando buena lanzada y ofreciendo buena mortificación; particularmente en los conventos donde hay muchos, que, cuando cada uno ofreciera un poco, bastaba para que todo hiciera un mucho y pusieran a la tal persona el agua a la garganta, como se ve que de muchos arroyuelos se hace un río que no se puede vadear. Estos tales proceden con una ignorancia notable y saben poco del modo con que Dios trata a un alma favorecida suya. Piensanb -como ellos sólo juzgan lo que se ve- que son palabras, dulzuras, sufrimiento y amor de Dios, que todos ésos son efectos de los dones y gustos que de Dios está recibiendo, y no advierten, como decíamos arribac, que los gustos de Dios son como las rosas, que van envueltas en espinas.
2. Ahora vengan acá, padres míos que esto ignoran, ¿qué hombre habría que, cargando una bestia, le echase la carga toda a un lado y no la repartiese en lazos, que dicen, o en dos tercios, para que el uno sirviese de contrapeso para que el otro no se cayese? Ningún hombre habríe tan ignorante que no pusiese su carga por un igual. Pues ¿por qué este modo de regir, gobernar y tratar las almas se lo hemos de negar a Dios, el cual, quiriendo poner en un alma gustos d, contentos y dones, toda la carga habíe de ir a esa parte? No hace tal, sino que pesa los gustos y a su medida pone los trabajos y disgustos para igualar la sangre y que la carga vaya derecha, sin torcerse. Porque es llano que, así como la bestia que llevase toda la carga a un lado cairía luego, de esa misma suerte, si Dios diese sólo gustos, con ellos acabaría un
hombre, y lo propio si diese disgustos. Que es lo que muchas veces hemos dicho de lo que san Pablo dice, que non patietur nos tentari supra id quod possumus 1; y lo que los médicos hacen cuando templan y mezclan las cosas de las boticas, [53r] que muchas de ellas por sí solas y simples son veneno y mezcladas dan salud. Y así son los gustos y los trabajos cuando vienen solos o a solas. Y por eso nuestro buen Dios, que tan bien conoce las naturalezas de las cosas y las fuerzas de los enfermos, se las prepara y mezcla de suerte que al hombre le den vida.
3. Ahora, pues, si el hombre que así ve esta alma cargada no sintiese esto de la sabiduría de Dios y pensase que sólo va cargada de gusto y, como hombre ciego, fuese a enderezar la carga -haciendo lo que hace el rústico labrador para enderezar la que lleva su mula: que se carga y echa todo a un lado o pone cantos o aprieta el garrote hasta que le hace reventar y caer a la pobre cabalgadura-, ¡qué de ellos han hecho hocicar a muchos siervos de Dios y dado con ellos en el suelo por echárseles encima e con muchas pruebas y mortificaciones penosas y sobre las fuerzas de aquel a quien ya Dios interiormente las tiene todas ocupadas y llenas! Tiene este tal ojos de carne que no ve la igualdad que hay en el spíritu, y así, con sus palabras y razones, da garrote hasta que reviente la pobrecita alma y dice que, atento que es alma favorecida de Dios, que es menester enllenarla y cargarla de piedras por contrapeso de los bienes que de Dios recibe. Verdad es que estos hombres ignorantes son causa de que Dios torne a cargar la mano de bienes y favores hasta que igualen a los trabajos que con disigualdad los hombres ofrecen, pero como entramas a dos cosas ya vendrían a quedar en semejante ocasión como por medida colmada y revertida, podría lo uno y lo otro ser sobre sus fuerzas y dar con él en tierra.
4. Ya hemos puesto, y se podría tornar a poner, el exemplo de la bestia cargada, que, por no medir el un tercio, podrían obligarse a poner y hacer el otro tan grande que entramos tercios fuesen carga sobre sus fuerzas. Pero pongamos otro exemplo de un hombre que ha comido y bebido lo que su estómago pudo llevar. Llega un hombre importuno y hízole comer un poco más. Por el propio caso que comió eso poco más, ha de beber otro poco más, porque la comida ha de ser conforme la bebida. Y haciéndole daño aquello poco que comió, también le hará daño lo poco que bebió, [53v] pues de todo tenía primero lo que bastaba y lo que podía llevar su estómago. Son como otros muchachos golosos: que piden pan para comer un poco de queso que les quedó, y luego piden queso para comer el pan, hasta que comen con que revientan. Digamos así de estas almas. Los hombres dan trabajos para comer los gustos que de Dios reciben algunas almas y, como no midieron los trabajos y disgustos con los gustos, es luego necesario darles gustos para llevar los disgustos que sobraron, y de esta manera cargar
la mano hasta que las tales almas dan voces a Dios y le dicen: basta, Señor, basta, Señor. Y si no, mírenlo en Elías si era bien favorecido de Dios. Y se ha de entender que le daba Dios los bienes y favores a medida de los disgustos y disfavores, y con todo eso de parte de Dios y de parte de los hombres de gustos y disgustos se debiera de cargar tan bien la mano que daba gritos y decía: Sufficit, Domine, tolle animam meam 2 f.