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San Juan Bautista de la Concepción
Obras III - S. Juan B. de la C.

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[CAPITULO 14 TRABAJOS QUE INCLUYEN ESPECULACIÓN, GUSTO Y DESCANSO]

 

  1.  Cierto que yo no quisiera meterme en estas honduras, que no son pequeñas las que un alma tiene en semejante ocasión, porque, para no errar, o se había de tener lección o speculación y prática de ello, y la leción fuera de grande consideración para no hablar como rústico si acaso alguien viese estos papeles. Pero háseme ahora ofrecido una dificultad de lo que acabo de decir, y es que, según leí en una stampa 1, las acensiones, subidas y escalones que sube un justo hasta llegar a la gloria, entre el éxtasi y el estado que hemos dicho -que aún no le hemos puesto nombre, pero, en fin, lo pongo por último, pues de ese estado al de la gloria no pongo más que tabique en medio-, pues dende el escalón, paso o estado o acensión que llamamos éxtasis a, ponen al de la gloria otros tres, que son especulación, gusto y descanso. Y


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según esto hemos de enbeber en este estado de que voy hablando estos tres y saber cómo en estos trabajos que esta alma tiene, tiene especulación, gusto yb descanso.

  2.  Ello fuera imposible tratar yo aquí ex professo de estos tres escalones. Lo uno, porque yo no los c ni los he subido, lo otro porque cada uno había menester capítulo de por sí y estudio particular. Lo cual yo no pretendo, pues fuera de propósito se me ha ofrecido tratar de ellos, pero diré una sola palabra, si Dios me la quisiere dar, y digo y aun se puede coligir de los exemplos que hemos puesto arriba, cómo estos tres grados están encerrados [72r] y los abraza este estado de que vamos hablando, en que esta dichosa alma está crucificada, padeciendo, consumiéndose y quemándose amorosamente d. Pusimos exemplo en el que camina, diferenciándolo del camino que lleva la bola que el otro envió con fuerza que le hizo arrojándola. El otro exemplo fue el de la mujer preñada. Pues veamos cómo en el trabajo que lleva este hombre que camina y da tantos pasos y en la preñez de esta mujer está el estado de la especulación, del gusto y del descanso.

  3.  Lo primero, decimos e que es fuerza cansarse y fatigarse el que anda, según lo que dijo Aristóteles 2: que omne agens agendo re patitur. Aunque es verdad que no he puesto yo la cruz de esta alma en el cansancio que ella recibe del trabajo que tiene en sus operaciones f, pero en fin ahí queda dibujado en el que tiene un caminante. Pues digo que un hombre que fuese a pie de aquí a Toledo era fuerza el cansarse mientras andaba, y mientras más andaba más sabía porque llegaba a tierra que él no conocía, donde habíe de ser fuerza ver, entender y conocer todas las cosas que en aquella tierra había que no las había en la tierra de donde él sabía. Particularmente si en esa tierra hubiera otra lengua y otra gente más hermosa, más discreta y entendida, y los manjares fuesen más delicados que criaban mejores humores, era fuerza dispertar el entendimiento para más alta sabiduría.

  De la misma suerte digo desta alma que, por medio de esta cruz y trabajos interiores que Dios le communica, que va caminando cada día más y va descubriendo nueva tierra, nuevos tratos, nueva gente, nuevos alimentos y manjares con que el entendimiento se le adelgaza para poder tener muy alta speculación. Nueva tierra ya se sabe, pues sube escalón más arriba y quien está más alto más tierra descubre y más campea, y mientras uno más cerca se llega a una cosa más sabe de ella. Descubre también nuevos tratos y nueva gente, porque tratando en cosas más altas con Dios la gente que entiende en estos conciertos son los ángeles, cuyo lenguaje y sabiduría es bien diferente de la que tienen los hombres. Nuevos manjares, pues le dan la comida en sustancia,


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más líquida y más pura y las cosas que ve y conoce más abstraídas de su materialidad. Y así es fuerza criar nuestra alma de que vamos tratando humores más puros y más dispuestos para conocer y contemplar las grandezas de Dios.

  En el exemplo de la madre y mujer preñada, también está esto pintado. Mientras más [72v] crece su preñado, más se necesita saber, pues ya es madre y ha de criar hijos y la misma preñez la dispertará a deshora a pensar lo que ha de hacer y se requiere para el nuevo officio de madre. Y es cierto que la fecundidad del vientre le ha de causar fecundidad en el entendimiento. Y cuando para probar lo que vamos diciendo no tuviéramos más de la razón de Aristóteles 3, que intellectus vexatus dat scientiam, ésa bastaba, pues ya ponemos a esta alma en este estado en la cruz y trabajos de Cristo, donde san Pablo decía que tenía puesta su sabiduría 4.

  4.  Los otros dos estados que aquí se encerraban eran gusto y descanso. Es llano que el que llega más cerca del fin donde va, aunque más cansado, tiene más g gusto porque llega ya a su gloria, donde ha de tener el h verdadero descanso que desea. Y aunque el descanso verdadero sólo está en la gloria, pero como alma tan cercana, ya enpieza a tenerle y gozarle dende acá en la manera que puede. No me parece esplicado esto como yo quisiera. Pongamos otro exemplo en un peón que viene de trabajar todo el día y ha ganado cuatro reales y se los viene a cenar a la noche. Este hombre del trabajo viene cansado; he aquí la cruz i. Cuenta, habla y dice lo que ha visto y, como hombre rompido que acá decimos, sabe más; he aquí la especulación. Cénase los cuatro reales que ganó; ven ahí el gusto. Y con todo su trabajo y cansancio que siente, descansa, porque sólo le quedó el trabajo impreso, que no fue posible menos; ven ahí el descansoj holganza.

  Y así yo entiendo que todos estos tres estados los abraza éste de quien vamos hablando k. Lo primero, cruz, porque ésta le quedó impresa del haber cavado y ahondado en la vida espiritual y haber desencuadernado su natural, haberlo sacado de entre las criaturas y haberlo elevado y héchole alargar el paso, ejercicio y trabajo que le enseñó y descubrió muchas cosas que él no sabía. De este trabajo le quedó ganancia que come, de que recibe particular gusto, porque por medio de esa cruz lo premian y dan a comer del árbor de la vida, según lo que dice san Juan 5, etc., y según lo que dice David: Labores manuum tuarum quia manducabis, beatus es, et bene tibi erit 6; llegó ya la hora en que enpiece a comer de sus trabajos, porque, demás del gusto que Dios en esta alma pone, los propios trabajos le son gustosos y le son comida sabrosa. Y aquí tiene tanbién la holganza porque aquí se sienta el alma en hermosura de paz, porque aunque tiene cruz es sin guerra porque


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ya le pacificó Dios en aquel estado sus sentidos y concupiciencias de suerte que alcanzó un estado estable, [73r] porque aunque es verdad que Dios le da mill ocasiones de merecer, pero echa de ver y conoce que vienen de fuera y que ya no parece en el monte quien el monte queme. Y aquí enpieza a holgar esta alma de los antiguos golpes y combates peligrosos que de antes tenía y si algunos le vienen ve muy l a ojos vistas que Dios le sale a la causa y es su riñependencias y es quien le guarda el sueño para que nadie la dispierte de la holganza que tiene.

  5Cuatro estados hemos juntado o cuatro escalones en uno: de cruz, de speculación, de gusto y de descanso. Todo eso tiene a quien m le dice su espíritu que enpiece a descansar de sus trabajos n, que eso se dice de los que mueren en el Señor 7, de los que murieron al mundo y descansan en el Señor, pues el que descansa llano es que el propio descanso le trai gusto.

  Diránme: ¿Cómo se compadece cruz y descanso, trabajo y gusto?, que todo lo queremos juntar en esta alma que ya murió al mundo y sólo vive a Dios. Tengo por imposible cosa que ello se a entender como es, y si los exemplos pasados no lo explican bien, no otros si no es que en la autoridad que acabamos de decir de san Juan hallamos algo de esto: dichosos los muertos. La muerte es cruz, porque vivir en carne y sin carne es martirio, como dice san Bernardo 8.

  6.  Y si decimos que esa pelea en este estado pasó ya por la pacificación que en él siente el alma, digo que no importa, que si ya pasó el tiempo en que crucificaba su carne con sus vicios y concupiciencias, en fin le dura el tenerla en casa crucificada y ahorcada; y tener a cuestas un ahorcado es terrible pena y martirio, que cuando no me pueda hacer o mal por estar ahorcado, dame pena, temor y miedo de sólo mirarlo, particularmente si lo pusieron en la horca por hurtos que a mí me hiciese. Lo propio digo yo de esta persona de que p vamos hablando: que cuando en este estado la carne y sus concupiciencias no tengan fuerza para hacerle mal, en fin la trai crucificada y ahorcada consigo y sabe que se le hizo aquel castigo por los hurtos y robos que cometió en su casa. Y cuando uno se aborrece ni aun pintado no lo podemos ver, cuánto más ahorcado, que se sueñan de noche y causan miedo de día.

  7Vamos descubriendo los trabajos de estos muertos dichosos. Que bien que me aparto algo de la cruz secreta de que yo iba hablando en esta alma, pero poco importa, que aunque digamos de las cruces acesorias a la vida que tiene y padece, que, aunque es verdad que la que dejamos allá arriba dicho es la principal, aquella pena positiva que en sí el alma siente que es como el maná: que lo sabe a todo 9.

 


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[73v] Pero tratándose de otras cruces, dejaremos en ella un calvario y no de tres cruces, sino de muchas. ¿Nunca han visto un campo donde se dio una batalla y aunque se salió con la victoria cayeron y murieron muchos de una parte y de otra? Y así enllenan aquellos campos de cruces en señal de la guerra pasada y de la victoria que se alcanzó para que siempre haya memoria. Nadie pasa por allí que no pone su cruz, ni aun nadie lo ve que, representándosele la mortandad pasada, no tema y se le ericen los cabellos y, si es hombre imaginativo, pinte en su mano una espada y en su pecho una estocada, como si entonces fuera la guerra. No una guerra, sino muchas, trujo esta alma antes que se pacificase. Trujo guerra con sus sentidos y concupiciencias, trujo en otro tiempo guerra con Dios y con los demonios. En esta guerra, antes que alcanzase la victoria que tiene y posee por Cristo, muchos murieron de una parte y otra: murió Cristo q y su alma, en cuanto fue de su parte, cuando fue vencida de los demonios para cometer algún peccado mortal, otras veces siendo vencidos los demonios, otras su carne y sentidos, etc. Finalmente, alcanzada la victoria y esta paz, en señal de la guerra pasada dejó Dios muchas cruces para que le dure la memoria que en cruz y por cruz la alcanzó. Y para que esta memoria quede eterna, nadie pasa por este lugar que no le arrima una cruz de murmuración, de prueba y mortificación. Y no lo es pequeña poner esta alma los ojos en el lugar y campo donde se dieron tantos golpes de una parte y de otra, acordarse que aquella cruz que padece le trai a la memoria que peccó mortalmente, mató a Cristo, en cuanto es de su parte r, cuantas veces mató su alma. Y las cruces que tiene de parte del cuerpo le representan las emboscadas y traiciones que la carne cometió contra ella.

  8.  No hay dudar sino que, siempre que esta alma pusiere los ojos en estas cruces, se le han de representar los golpes pasados cuando empuñaba la espada de la gracia y favor divino con que se defendía, las estocadas y golpes que por su descuido y culpa le daban. Todo esto es pena y cruz de los muertos en el Señor que ya acabaron al mundo, aunque no del todo fuera de la carne, y aun ésta podríamos decir les es otra cruz: estar muertos y en carne que, para que no güela, es necesario enbalsamarla cada momento porque de otra manera le cairán gusanos. Que, si fueran si no tuviera [74r] carne sino güesos, vaya, que en fin ésos secos no güelen, pero la carne de suyo está sujeta a putrefación y el no corromperse hale de venir de afuera.

  Esto es lo que necesariamente al alma le ha de dar pena y causar cruz, estar ya muerta al mundo y en carne. Que aunque es verdad que no güele ni le cain gusanos, pero todo eso es a costa de bálsamos, de dones y gracias que ha menester buscar cada día sin descuido, a costa de sacarla al sol y a las inclemencias del cielo a que se vuelva como pasa curada o como cecina salada. La cual cruz no le puede faltar hasta que la carne se vuelva tierra y queden los güesos secos y apartados.

 


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9.  También es otra cruz ser muerto entre hombres vivos, en quien todos quieren probar su lanza, porque a éstos los tengo yo por buenos moros. Otra cruz es cuando, siendo muertos, los inquietan y perturban, como la otra hechicera y encantadora a Samuel 10, para que vuelvan al mundo a tratar con los hombres. Y ésta no la juzgo yo por pequeña, estar ya muerto y apartado del trato y conversación de los hombres y que sean estos hombres tan grandes encantadores que fuercen y obliguen a éstos que ya murieron al mundo a que tornen a él a tratar y conversar muertos con vivos, grande pena, grande inquietud. Y aún por eso se quejó Samuel a la pitonisa s y le dijo: Quare inquietasti me? 11; se inquietan y perturban.

  10. Otra cruz también tiene, que es el comer, beber y acudir a otras cosas sin las cuales este hombre exterior, que trai el alma a cuestas, se corrompería, porque así como decíamos denantes era necesario, para que la carne en lo spiritual no se corrompiese, se apercebirse de dones spirituales y bálsamos divinos, así en lo corporal es necesario, para que no se corrompa y falte, que la conserven con la comida t, bebida y sueño, etc., pues ya se sabe un u hombre que está agonizando y que ya tiene el alma medio desencuadernada lo que siente pasar una poca de sustancia.

  11. Otra cruz se me descubre, y no pequeña, bien diferente de la que tienen los muertos en sus muertes. El muerto de una vez muere y ya se acabó aquella muerte, pero de los muertos que vamos tratando al mundo, en éstos la muerte jamás pasa, sino que siempre está muriendo. Mientras están acá, siempre están agonizando, siempre train palosismos y están haciendo mill denuedos y visajes a las cosas de acá. Otra cruz es el ver que todos huyen de ellos, como hombres muertos, no hay quien los escuche ni oiga, no hay quien los hable ni mire, todos les dan de mano y, como son muertos entre vivos, unos los llaman encantadores, hechiceros, brujos, [74v] fantasmas; y v aun los que no los tienen por muertos de veras los tienen por fantásticos, fingidos y hombres hechos de aire. Pues ¿qué si tratan algo de la otra vida, de la cuenta strecha y juicio riguroso y del tránsito amargo, etc.? Allí será el huir, allí el asombrarse, porque entre ellos nada de eso se trata y, como es conversación ésa de muertos que se aparecen, como si ellos lo fueran ya de la otra vida, huyen y se asombran.

  12. Es nunca acabar tratar de las penas y cruces de nuestros muertos. Basta saber que todos como a muertos los olvidan, los sepultan, los tapian, les echan tierra y dan en la cara con el stiércol del mundo y los pisan y pasan por encima como hombres ya enterrados. Con todas estas cosas y otras millares de ellas, los dejamos hechos calvarios de cruces y de güesos secos y campos do se dio w y se dan cada día tantas


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batallas y alcanzan tantas victorias que no hallo hombre que no le quiera arrimar su cruz.

  Este es el estado de quien vamos tratando, a quien le arrimamos los otros x tres y escalones: el de la contemplación, el gusto y descanso. El de la contemplación también lo tienen, porque z dice san Juan que son muertos bienaventurados en el Señor 12. En llamarlos bienaventurados los hace sabios, doctos y contemplativos, que todo eso tienen los bienaventurados. Y decir que esa muerte es en el Señor, en quien todo es vida, es decir que en él saben, contemplan y ven grandes cosas. También el gusto lo tienen de cosas altíssimas, que no se da sino a quien primero muere. Y también descanso, que así lo dice san Juan: Ut requiescant; para que descansen. Y concluye la voz que san Juan oía con decir: Opera illorum sequuntur illos 13; que sus obras los siguen, que van tras ellos.

  13. Pues válame Dios, ¿no fueron delante o al lado, sino que dice que sus obras van detrás en su seguimiento a? Respondo lo que dijo el architiclino en las bodas de Caná de Galilea: que el discretob que convida primero pone el vino bueno para que, con él enbriagado, no eche de ver el que es peor 14. Pues, como a nuestros dichosos muertos, de quien vamos tratando, es Dios el que los convida a este altíssimo estado, primero le presenta y pone sus obras, ya las que por él hizo en cuanto hombre, ya las que hizo en cuanto Dios. Pues el alma sancta, enbriagada en la consideración de estas altíssimas obras, ya no repara en la cortedad y trabajo de las suyas; después, a la postre, viene esta poquedad [75r] que el hombre hace, a quien Esaías llamó pannus menstruatae 15.

  14. Lo propio hace Dios en el cielo con los que sec presentan ante su Padre: que primero pone los ojos en el rostro de su Hijo, con quien el sancto rey David se adargaba diciendo: Respice in faciem christi tui 16. Y el Padre eterno, como enbriagado de obras tan altíssimas, no repara mucho en la cortedad de las nuestras, y así se dio traza que fuesen atrás, tras nosotros, dando tiempo para que el hombre pudiese presentar primero la sangre de Cristo, su muerte y pasión. El hombre es tal que, si sus obras fueran a su lado, quizá se enbriagara de mal vino y, como hombre que sus cosas propias las mira con mejores ojos que las ajenas, pudiera ser las idolatrara si las llevara delante de los ojos, y por eso se las pusieron en las espaldas, para que sólo ponga los ojos en las de Cristo, por quien le viene todo lo bueno.

  Pues de nuestros muertos que vamos tratando, que aún no pasaron a la otra vida, digo lo propio, que cuando llegaron a este estado en que los hemos puesto, sus obras están atrás y las de Cristo delante.


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Declaremos esto. Digo que, cuando el justo enpieza a trabajar en la casa del Señor, aunque es verdad que en todas las obras que hace está Dios y debe tener a Dios presente, pero va mucha diferencia de cuando el hombre enpieza y está en los primeros grados, cuando apriende y le enseñan, cuando toma la disciplina y estudia cómo ha de macerar su carne, todo se le va en pensar lo que ha de hacer; pero, después de haber llegado al estado que decimos, ya eso se queda atrás y sólo queda Dios y sus obras puras delante para contemplarlas y pensarlas.

  15. Pongamos exemplo en Marta y María, que tenía delante los ojos Marta su solicitud y cuidado y cómo habíe de guisar la comida para Cristo, no obstante que estaba y tenía a Cristo en casa. Y María sólo tenía delante a Cristo y detrás la solicitud de Marta 17. De esa misma manera, cuando un alma sancta enpieza a agradar a Dios y a tomar el azadón en la mano, tiene delante de ojos sus trabajos y penitencia, qué es lo que debe hacer y cavar, pero después de haber pasado todo esto y dado consigo en este campo florido, ya se dejó atrás la viña que cavó y delante no tiene sino al Señor de la haza, que le ha de pagar y gratificar; y así del trabajo sólo le quedó, como decíamos denantes, el cansancio, la paga, el gusto y el descanso, tras quien se sigue la gloria que de buena gana da Dios a los que de veras trabajaron por su amor, etc.

 

 

[75v]     Jhs. M.ª

 

 




1 Alude, al parecer, a un opúsculo anónimo titulado De septem gradibus contemplationis, donde se ponen estos siete grados: "Primum... ignem, secundum unctionem, tertium extasim, quartum speculationem, quintum gustum, sextum quietem, septimum gloriam. Primo enim anima ignitur, ignita ungitur, uncta rapitur, rapta speculatur et contemplatur, contemplans gustat, gustans quiescit". Cit. por J. G. ARINTERO, Cuestiones místicas, Madrid 1956, 591.



a  corr. de estasis



b  sigue con tach.



c sigue lo otro tach.



d sigue lo tach.



e ms. decimo



2 Cf. De Animalium generatione, IV,3; De generatione et corruptione, 9. Escribe STO. TOMÁS, QD De malo, q.5, a.5: "Sed omne agens naturale in agendo aliquam diminutionem patitur; agit enim passum, secundum philosophum".



f sigue del tach.



3 Cf. De Anima, II,5.



4 Cf. 1 Cor 2,2.



g  sigue dcescan tach.



h sobre lín.



i sigue agu tach.



j sigue g tach.



k sigue y diciendo tach.



5 Cf. Ap 2,7.



6 Sal 127,2.



l  sigue as tach.



m sigue aqu tach.



n sigue porque como quereis ya verdad tach.



7 Cf. Ap 14,13.



8 Cf. Sermones in Octava Paschae, sermo 1, 7; Sermones de diversis, sermo 40, 7: Opera omnia, V, Roma 1968, 116 y VI-1, Roma 1970, 241.



o sigue p tach.



p sigue he tach.



9 Cf. Sab 16,20.



q  sigue p tach.



r sigue otra y tach.



10 Cf. 1 Sam 28,8ss.



s  ms. phitonisa



11  1 Sam 28,15: "Dixit autem Samuel ad Saul: Quare inquietasti me ut suscitarer?".



t sigue y tach.



u sigue nuestro tach.



v sigue amara tach.



w sigue l tach.



x  sigue dos tach.



y sobre lín.



z sigue s tach.



12 Cf. Ap 14,13.



13  Ap 14,13: "Amodo iam dicit Spiritus, ut requiescant a laboribus suis: opera enim illorum sequuntur illos".



a sigue digo tach.



b sigue conbidado tach.



14  Cf. Jn 2,10.



15  Is 64,6.



c sigue an tach.



16  Sal 83,10.



17 Cf. Lc 10,38-42.






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