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VIII. LA LLAGA, ALGO POSITIVO
Pues ahora me queda otra, que menos
la entiendo, acerca de esta enfermedad y llaga que hace Dios a esta alma: si
esta llaga es algo positivo, o solamente privación de aquellos gustos, sentimientos
y contentos que tenía cuando su esposo le sentía en casa; o es alguna cosa que
deja allá dentro, que tenga algún ser.
Cierto que yo no lo sé, ni sé si
acertará la persona llagada. Podrá ser que le parezca que es algo positivo, que
allá dentro se le quedó y su esposo le dejó para que siempre se acordase dél.
Como cuando un desposado hace absencia de casa de su esposa y se va, le deja un
anillo al dedo o hebra de hilo atada, para que no se olvide de él.
La principal enfermedad que esta
sposa padece es la privación de bienes de su esposo, que se le han abscondido,
pero la hebra de hilo
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y anillo que
la dispierta claro es que es algo positivo. Yo no trato aquí de la gracia
habitual, que ya sé y confieso que es una cualidad real que inhiere en nuestra
alma1, sino trato de esta llaga que hizo este Dios y Señor cuando
estaba en casa. Y digo que pienso es algo positivo, porque meneándose el
corazón, se debe de sentir algo de esto, que provoca a nuevas ansias y deseos.
Como si vos tenéis alguna llaga en el pie; mientras no andáis, no la sentís, y
si es espina, no os da pena; pero, si andáis y hacéis movimientos, sentís que
algo tenéis en el pie. De la misma manera, cuando el corazón de esta alma
[175v] está quieto y sosegado, no siente más de la absencia de bienes de su
esposo; pero cuando Dios lo menea, se siente herido, sin saber cómo ni de qué
manera es aquella herida o llaga o espina que Dios le puso.
No sé, cierto, qué me digo ni qué se
me ofrece, que yo scribo esto con hartos miedos, porque ni sé si digo necedades
o qué me digo. Tengo determinación de enseñarlo a persona theóloga y de
spíritu, y lo principal sujetándolo a la Iglesia y censura de los doctores; que
en cualquier cosa que me errare, desdigoa una y mill veces, porque me
tengo y soy hijo de la Iglesia, tiniendo y creyendo todo lo que tiene cualquier
fiel cristiano.
Ahora pues digo, si advierto bien,
que de lo que sirve este corazón así llagado, como tengo dicho, es de memoria y
acuerdo. Como cuando el obispo confirma, que da un bofetón para que se acuerde
que ya está confirmado y le han puesto aquel olio sancto. Así, cuando Dios vino
a esta alma y derramó en su cabeza, como arriba dijimos, aquel olio santo,
diole un bofetón, que fue aquella llaga y enfermedad de quien vamos tratando,
que le sirve de acuerdo. Ahora pues, cuando Dios mueve este corazón con este
sentimiento, al instante va el sonido a lo alto, al conocimiento, donde el alma
se pone como en atalaya y a la mira si acaso puede ojear a su querido esposo. Y
si acaso lo halla, allí el corazón con sus ardores sirve de fuego que da al
entendimiento, donde, como en alquitara, está su querido esposo hecho ramillete
de flores2; que con aquel fuego que encendió en el corazón está dando
calor y fuego al alquitara, para que distile sus gotas aquel ramillete de
flores. Como estas gotas, que de arriba cain del entendimiento, dan en el
corazón, hácenle agujero; que, cuando fuerab de piedra, según lo que
los gramáticos dicen, que la gota cava la piedra no con fuerza sino muchas
veces cayendo, pues estas gotas son las que llagan a este corazón.
Pues sirven estas
gotas así distiladas del entendimiento al corazón de lo que sirve el agua en la
fragua: que aviva y enciende más los
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carbones; y con [176r] el agua que les echaron, arrojan
más llama y más centellas. De esa misma manera, el corazón que está encendido y
da fuego al entendimiento (que llano es que la voluntad representada en el
corazón es donde está el amor, que es fuego) para que la alquitara de nuevo
distile y eche su rocío al mismo corazón; sirve este rocío de agua que más
enciende y más aviva la llama y hace echar chispas y centellas, de suerte que
ha menester que Dios le aparte algunas ocasiones para que no se abrase la casa
y de fuego de amor divino se abrase toda y pierda la vida, como arriba queda
dicho.
Y así creo se podrá entender cómo se ha el
entendimiento con la voluntad, y la voluntad con el entendimiento, según lo que
hemos dicho del alquitara: que la voluntad le da fuego al entendimiento, quiero
decir que lo mueve a que quiera conocer, y el entendimiento le dac
rocío y riego que la hagan fértil y abundante. Digámoslo más claro: Dios mueve el
corazón y la voluntad; luego el alma acude al entendimiento, y el entendimiento
distila su rocío a la voluntad y la hace y vuelve fecunda; id est, intellectus
et voluntas mutuo inter se adiuvant3.
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