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San Juan Bautista de la Concepción Obras III - S. Juan B. de la C. IntraText CT - Texto |
CAPITULO [18] a EN QUE DE LO DICHO SE TORNA A INFERIR DEBER EL JUSTO ESTIMAR SU VIDA Y DARLE LO NECESARIO, Y QUE EL PECCADOR ES EL QUE SE HACE INDIGNO DE LO UNO Y DE LO OTRO
1. Con las condiciones dichas en el capítulo pasado, el justo ama la vida y desea tenerla larga para en ella ofrecer largas muertes al mismo Dios que se la dio; y en su conservación y dilatación procuran comer y beber y darle lo necesario al cuerpo, como hace el buen amo para que bien le sirva el sclavo, que si se le muere de hambre pierde
el sclavo y el valor dél. Este nuestro cuerpo es esclavo que sirve al alma, y perderle por nuestra culpa, perdemos un sclavo y una vida que, vendida o dada al mismo Dios por ella y porque Su Majestad gusta y quiere, nos da un cielo entero.
2. Digo más, que si del propio malo y peccador no quiere Dios la muerte, sino que seb convierta y viva 1, ¿por qué ha de querer la muerte del justo que tanto vale? Si el entallador precia y estima el palo y tronco por labrar porque de él puede hacer una obra admirable, ¿por qué ha de despreciar el palo ya labrado y hecho dél un retrato vivo de un sancto? Si la haza llena de maleza y cambrones el labrador la precia porque sabe que desmontada llevará pan, ¿por qué no ha de estimar y tener en mucho la buena tierra? Si la higuera de quien Cristo puso la parábola (Lucae 13) que habíe tres años que no llevaba fructo pide el hortelano al amo y dueño de la güerta que no se corte, sino que se le aguarde más tiempo en que de nuevo se cultive para que lleve fructo 2, ¿por qué se habíe de cortar el árbor que actualmente lo llevaba, sino conservarlo y regalarlo para que viva?
3. De aquí infiero yo que así a los muy malos les guarda Dios y conserva la vida para que, de nuevo cultivadosc, llamados y dispiertos para el bien obrar, den fructo y se conviertan d. ¿Por qué se la habíe de quitar Dios al que actualmente en el jardín de su Iglesia es tanquam lignum quod plantatum est secus decursus aquarum, quod fructum suum dat in tempore suo? 3 ¿Por qué le habíe de quitar el riego al siervo de Dios [140v] que en todo el discurso de su vida se ocupa en llevar fructo suavíssimo para el mismo Dios? Y ¿por qué el mismo justo se habíe de quitar el sustento ordinario para detenerse y estorbarse en el camino de la virtud? ¿Por qué se le ha de quitar la cibera a molino que tan buena harina hace? Si san Pablo dice que el que sirve al altar ha de comer del altar 4 y que no es lícito al buey que trilla taparle la boca y echarle bozal 5, sino que coma do trabaja, ¿por qué al e cuerpo del justo se la hemos de tapar y querer que no coma, trillando y trabajando como si después de hecha su tarea no fuese el mercenario digno de su retribución 6?
4. De donde infiero yo que los malos ni habíen de comer ni tener tan larga la vida. No habíen de comer porque no lo merecen ni trabajan en la viña de Dios. Y a ésos Su Majestad solamente les promete lo que fuere justo, y parte de esta justicia es la parte que cabe al cuerpo; y cuerpo que no trabaja, ni coma 7 ni viva. De donde entiendo aquello que David dice f: Non resurgent g impii in judicio 8, que los impíos y malos no resucitarán en el juicio. Pues pregunto yo: el artículo de fee de la resurrección ¿no es para buenos y malos? y los sanctos que tratan de
ella de todos dicen que han de resucitar. Pues ¿cómo David dice que los malos no resucitarán? Digo que su resurrección no será para gozar de Dios ni para que sus cuerpos tengan descanso ni nueva vida, sino muerte doblada h. De quien san Juan dice en el Apocalipsi i que a los buenos librará Dios de la muerte segunda j, no sólo porque a la muerte del peccado se les siguió a los malos otra muerte segunda, sino porque tienen y tendrán el día del juicio una muerte de a dos, una muerte doblada, mal sobre mal y desventura sobre desventura 9. De suerte que habiendo estado hasta entonces los cuerpos de los malos hediondos y comidos de gusanos, feos y abominables, de allí en adelante quedarán más feos, más hediondos y más comidos, pues ellos con sus pasiones y sentidos llenos de rabia se despedazarán y morderán unos a otros. Muerte sobre muerte la que allí le cargará al alma confusión k sobre confusión, daño de privación eterna sobre daño l de penas de sentidos, y sobre muerte muerte. De suerte que por mucho que desplieguen la duración y eternidad que allí han de estar, siempre descubrirán muerte y muertes nuevas en sacos viejos. Y como a gente que no merece el bien que los justos con siguen en la resurección, dice David que non resurgent impii in judicio, que los malos no resucitarán en el juicio.
5. [141r] Pues si David priva al malo por ser malo del bien de la resurrección en el sentido dicho, ¿qué mucho que le priven de la vida y del regalo de la vida? "No es bien, dice Cristo, echar el pan de los hijos a los perros" 10. ¿Qué cosa más debida al justo que la vida, según las razones dichas m, pues ese pan cotidiano de la vida y del regalo con que se conserva la vida no es debido al malo?
Miremos lo que dice el sancto rey David. ¿Quién es el hombre -pregunta- que quiere vida y ama días largos? El se pregunta y él se responde n dando remedios convincentes para alcanzar lo que todos quieren, que es vida y días largos. Esta medicina con que se alcanza ese bien dice que es prohibir su lengua del mal y que sus labios no hablen engaño; apartarse del mal y hacer bien 11. Como quien dice: esto de vida y días largos sólo se da a los buenos, que los malos ni merecen vida ni nombre de vida, y si la tuvieron merecen que se la quiten y cercenen, según aquello de Eczechiel, 22: Et in idolis tuis, quae fecisti, polluta es o; et appropinquare fecisti dies tuos, et adduxisti tempus annorum tuorum 12; heciste, dice Dios, ídolos, servístelos y reverenciástelos y ensuciaste tu alma; obras con que trujiste como con sogas la brevedad de tu vida y los fines de tus días y años. ¿No dice san Pablo que por un hombre entró el peccado en el mundo y por el peccado muerte? 13 Sí, que fue decir que el castellano que entregó la fortaleza y el enemigo que abrió la puerta para que entrase la muerte fue el peccado, y donde
hay peccado hay muerte. Y si el hombre en peccado le parece que vive, abra los ojos y mire que se engaña, porque en tal estado de peccado su alma queda muerta y como depositada y metida en ataúd, que de eso le sirve el cuerpo; y los años, meses y días son la gente que le acompaña y quien en hombros le lleva a sepultar en los infiernos.
6. Al que está sentenciado y llevan a ahorcar, ahorcado lo llamamos cuando lo llevan por las calles, aunque no lo hayan echado la horca abajo, que como su mal está tan cerca no hay dilación que se pueda decir tardanza, y lo poco por nada se reputa. El día que el malo comete un peccado mortal queda sentenciado a horca y muerte eterna mientras no se confiese, enmiende y arrepienta. Los días que vive lo llevan a la horca por las calles que anda y plazas que pasea. Muerto lo p llamamos, porque ninguna dilación se puede llamar tardanza respecto de la eternidad de penas que lo aguardan, y quien está ya metido en la muerte primera del peccado, poco le falta para la segunda, que es la que se le da cuando entra en el infierno. Bien poco hay de una sentencia justa y dada por Dios q en vida, a su confirmación en muerte si no se enmienda. Bien poco hay del spirar un hombre al meterlo en la sepultura, que es la casa del olvido y lugar sin acuerdo; [141v] que no les quedará por falta de diligencia a los parientes y amigos que harta priesa se dan a echarlo de casa; y también pide priesa el mal olor que de sí da el cuerpo, los sacerdotes, que es su officio enterrar los muertos, la tierra que lo pide. Y si tanta priesa se da al entierro del hombre muerto, poca distancia habrá de su muerte primera al lugar de la sepultura.
7. Pues juzga tú por menos, hermano, el tiempo que vives en peccado mortal respecto de la eternidad que vivirás en los infiernos; y harta más priesa dan todas las criaturas del mundo a que te sepulten y entierren en aquel lugar que de veras se puede llamar tierra y casa del olvido, pues ya allí serás olvidado de quien por ti ruegue, pida o clame, donde la Iglesia, tan llena de charidad, te olvida, los sanctos de ti ya no se acuerdan y las criaturas del siglo dan voces que quiten de entre ellas el impío y malo que tan mal olor da de sí. Los demonios, cuyo officio es sepultar y enterrar en los infiernos, dan priesa y no la da menos el mismo infierno r y los días y semanas que te llevan en sus hombros que van ya cansadas de tan largo trecho y camino como ha que te sufren y llevan y no ven la hora de dejarte y arrojarte de sí; y así de noche y de día se dan priesa a andar y pasar horas y puntos sin cesar un instante.
Según esto y tanta brevedad como hay de la muerte primera a la segunda, del expirar en ti la gracia al sepultarte en el infierno, poco es, pues lo que es poco por nada se reputa, dice el Philósopho, y si es nada, nada es la vida que el peccador vive cuando está en peccado mortal, y así por todas partes se le acorta la vida. Dénosla Dios larga para que le acertemos a servir. Amén.